Bueno, hay matices. Si hablamos de cómo funcionan las relaciones en estos países, efectivamente no consideran que la persona con la que están sea de su propiedad, pero sí valoran el compromiso.
Es decir, si tu marido (pongamos un Lars de la vida) se acuesta con otra, su operativa sería una de estas 3 opciones:
1) Te divorcias civilizadamente.
2) Aceptas seguir, pero también civilizadamente. Si quieres seguir con Lars sabiendo que te ha engañado, es tu responsabilidad y por tanto, no cabe el drama.
3) Ves la oportunidad de tener una relación abierta.
Esa operativa no es escandinava, sino universal. Porque la opción de matarle, matarte y luego quemar la casa desde el más allá, no la veo fuera de una peli.
En España haces lo mismo.
La historia es que si sigues enamorada de Lars, las opciones 1 y 2 serán enormemente dolorosas, y además no puedes saber cuál de las dos será peor a largo plazo. Y la tres implanteable.
Pero si Lars es un compañero de casa precorneado con el que te llevas bien, pues todas las opciones son válidas, después de hablarlo tranquilamente.
El problema está en negar que SI te puede doler infinitamente una traición. Porque SI ha traicionado tu confianza, si la relación pactada era monogama, y tú le quieres sólo a él.
Y necesitas reconocer ese dolor y gestionarlo. A mi como latina me parece un HDLGP y no le voy a volver a mirar a la cara, pero no por ello me voy a divorciar menos civilizadamente, ni me voy a presentar en el juzgado con una navaja en la liga y un clavel en la boca.
Una vez firmado todo, te aplico contacto 0, y a mi bola. Porque yo sea educada, él no es menos mentiroso y cabronazo, y ya no me cae bien.