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La felicidad está en uno mismo. En aceptar la vida que eligió y en lidiar con las circunstancias que están fuera de su control.
Salvo ciertos casos, divorciarse no arregla la infelicidad de la persona. Muchos y muchas siguen siendo unos infelices y unos amargados.
Se agarra a una vida de adolescente, fiesta y s*x*, hasta llegado el día en que hace balance, se le caen los años encima, con poco dinero y sin un techo fijo, lidiando con unos hijos adolescentes y unos padres ancianos, no tiene el apoyo familiar que le brindaba su ex cónyuge en la rutina de la vida.
El divorcio, planteado como barra libre, supone el final de la institución de la familia, el apoyo básico de la persona.
La felicidad sana también se enseña, si en tu casa tienes figuras "toxicas" que aguantan en una relación y viven amargados para ti en el futuro va a ser lo normal tener ese tipo de relaciones.