Pandemias, enfermedades infecciosas: actualidad y futuro

Civetas, crías de lobo y murciélagos: qué relación hay entre la cocina china y el coronavirus de Wuhan

Civetas, crías de lobo y murciélagos: qué relación hay entre la cocina china y el coronavirus de Wuhan





24 Enero 2020
Mohorte @mohorte

¿Cuál es el origen de la cepa 2019-nCoV? Es una pregunta que tanto la Organización Mundial de la Salud como el gobierno chino han tratado de responder durante las últimas semanas. La respuesta podría encontrarse en un enorme mercado de productos frescos a las afueras de Wuhan, el epicentro de los contagios, lo que ha espoleado toda suerte de teorías sobre el rol de la cocina china en la crisis.
¿Cuánto hay de cierto? Esto es lo que sabemos.

Origen. El 1 de enero las autoridades chinas clausuraban el mercado de Huanan, el más grande de Wuhan y uno de los más importantes del centro de China. El grueso de los primeros contagios se concentraba o bien en trabajadores del mercado o bien en compradores habituales. El primer fallecido por coronavirus, un hombre local de 61 años, era un asiduo de los puestos. La OMS alertaba sobre ello el 12 de enero.

¿Por qué? Desde el principio, la investigación ha tenido muy presente el precedente de 2002, cuando otro coronavirus, en este caso asociado a enfermedades respiratorias, causó la muerte de más de 700 personas en todo el mundo. Su origen también se encontraba en China. Más en concreto en la provincia de Yunnan, donde una civeta, contagiada a su vez por un murciélago, transmitió el virus a un humano.
Un caso de zoonosis. Uno que probablemente se ha repetido.

Carne. Se sabe que el mercado de Huanan comercializaba animales vivos y piezas exóticas, tales como serpientes, koalas, zorros, civetas, cocodrilo, camello o crías de lobos. Como se explica en este reportaje, no era la norma. La mayoría de puestos vendían pescado y marisco. Pero un puñado de tiendas ofrecía piezas de caza y especies salvajes muy apreciadas por el paladar chino. A menudo, sin controles sanitarios.
Una imagen (o decenas de ellas) vale más que mil palabras. Los vendedores mataban y seleccionaban la carne de algunos animales en el acto, muchos de ellos cazados días atrás, en entornos sucios y con materiales inadecuados.

Problema. China tiene cierto apetito por la carne exótica. Se trata de un hábito adquirido décadas atrás, cuando la escasez de alimentos invitaba a consumir cualquier tipo de animal. Hoy el hambre no acecha, pero la carne de lobo o civeta tiene una elevada connotación cultural. En ciudades como Guangzhou o Shenzhen su venta es legal, si bien supervisada, más en teoría que en la práctica, por las autoridades.
Todos los mercados frescos de China, aquellos donde se venden animales vivos (desde gallinas hasta ranas, exóticos o no) han cerrado estos días.

¿Sopa de murciélago? Durante las últimas horas se ha viralizado una fotografía inquietante asociada al inicio del virus. Se trata de una sopa de murciélago, atribuida a un restaurante de Wuhan. No es cierta. La imagen pertenece probablemente a un establecimiento de Palau, donde la sopa se consume con frecuencia y tiene alta consideración.
Existe la posibilidad de que el origen del virus se encuentre en un murciélago, pero es probable que, como sucediera en 2002 y en otras enfermedades propagadas por el contacto con animales, otra especie ejerciera de intermediario. La investigación tampoco tiene claro que el origen se encuentre en los murciélagos. Las serpientes también son sospechosas.

El futuro. Los "mercados húmedos" llevan siendo objeto de controversia varias décadas. A finales de los noventa su supervivencia se antojaba difícil, gracias a las nuevas tendencias de consumo entre la población china, más acomodada y menos dispuesta a pasar por alto las pobres condiciones higiénicas de sus puestos. Tras la epidemia de 2002, el gobierno supervisó con mayor dureza su funcionamiento.

Aquel episodio, y la conexión desvelada con las civetas, provocó que el consumo de carne exótica cayera. En 2006, el 70% de los chinos admitía no haber comido animales salvajes en el último año. En 1999, ese porcentaje se reducía al 50%. Es posible que el nuevo coronavirus tenga el mismo efecto.

 
Civetas, crías de lobo y murciélagos: qué relación hay entre la cocina china y el coronavirus de Wuhan

Civetas, crías de lobo y murciélagos: qué relación hay entre la cocina china y el coronavirus de Wuhan





24 Enero 2020
Mohorte @mohorte

¿Cuál es el origen de la cepa 2019-nCoV? Es una pregunta que tanto la Organización Mundial de la Salud como el gobierno chino han tratado de responder durante las últimas semanas. La respuesta podría encontrarse en un enorme mercado de productos frescos a las afueras de Wuhan, el epicentro de los contagios, lo que ha espoleado toda suerte de teorías sobre el rol de la cocina china en la crisis.
¿Cuánto hay de cierto? Esto es lo que sabemos.

Origen. El 1 de enero las autoridades chinas clausuraban el mercado de Huanan, el más grande de Wuhan y uno de los más importantes del centro de China. El grueso de los primeros contagios se concentraba o bien en trabajadores del mercado o bien en compradores habituales. El primer fallecido por coronavirus, un hombre local de 61 años, era un asiduo de los puestos. La OMS alertaba sobre ello el 12 de enero.

¿Por qué? Desde el principio, la investigación ha tenido muy presente el precedente de 2002, cuando otro coronavirus, en este caso asociado a enfermedades respiratorias, causó la muerte de más de 700 personas en todo el mundo. Su origen también se encontraba en China. Más en concreto en la provincia de Yunnan, donde una civeta, contagiada a su vez por un murciélago, transmitió el virus a un humano.
Un caso de zoonosis. Uno que probablemente se ha repetido.

Carne. Se sabe que el mercado de Huanan comercializaba animales vivos y piezas exóticas, tales como serpientes, koalas, zorros, civetas, cocodrilo, camello o crías de lobos. Como se explica en este reportaje, no era la norma. La mayoría de puestos vendían pescado y marisco. Pero un puñado de tiendas ofrecía piezas de caza y especies salvajes muy apreciadas por el paladar chino. A menudo, sin controles sanitarios.
Una imagen (o decenas de ellas) vale más que mil palabras. Los vendedores mataban y seleccionaban la carne de algunos animales en el acto, muchos de ellos cazados días atrás, en entornos sucios y con materiales inadecuados.

Problema. China tiene cierto apetito por la carne exótica. Se trata de un hábito adquirido décadas atrás, cuando la escasez de alimentos invitaba a consumir cualquier tipo de animal. Hoy el hambre no acecha, pero la carne de lobo o civeta tiene una elevada connotación cultural. En ciudades como Guangzhou o Shenzhen su venta es legal, si bien supervisada, más en teoría que en la práctica, por las autoridades.
Todos los mercados frescos de China, aquellos donde se venden animales vivos (desde gallinas hasta ranas, exóticos o no) han cerrado estos días.

¿Sopa de murciélago? Durante las últimas horas se ha viralizado una fotografía inquietante asociada al inicio del virus. Se trata de una sopa de murciélago, atribuida a un restaurante de Wuhan. No es cierta. La imagen pertenece probablemente a un establecimiento de Palau, donde la sopa se consume con frecuencia y tiene alta consideración.
Existe la posibilidad de que el origen del virus se encuentre en un murciélago, pero es probable que, como sucediera en 2002 y en otras enfermedades propagadas por el contacto con animales, otra especie ejerciera de intermediario. La investigación tampoco tiene claro que el origen se encuentre en los murciélagos. Las serpientes también son sospechosas.

El futuro. Los "mercados húmedos" llevan siendo objeto de controversia varias décadas. A finales de los noventa su supervivencia se antojaba difícil, gracias a las nuevas tendencias de consumo entre la población china, más acomodada y menos dispuesta a pasar por alto las pobres condiciones higiénicas de sus puestos. Tras la epidemia de 2002, el gobierno supervisó con mayor dureza su funcionamiento.

Aquel episodio, y la conexión desvelada con las civetas, provocó que el consumo de carne exótica cayera. En 2006, el 70% de los chinos admitía no haber comido animales salvajes en el último año. En 1999, ese porcentaje se reducía al 50%. Es posible que el nuevo coronavirus tenga el mismo efecto.

Es una verdadera "verguenza", y una "ignominia" lo que hacen estas Gentes para alimentarse, Querida Compañera @Coti7495 .- Tienes toda la razón .- Yo creo que se van a terminar "Canibalizando", caso de que ya no lo hayan hecho.- Han desaparecido los pájaros, los gorriones, y todo cuanto vuela para "engullirlo" con arroz.-
Esperemos que todas todas mis previsiones al respecto no sucedan.-
Un gran Abrazo.-
 
Es una verdadera "verguenza", y una "ignominia" lo que hacen estas Gentes para alimentarse, Querida Compañera @Coti7495 .- Tienes toda la razón .- Yo creo que se van a terminar "Canibalizando", caso de que ya no lo hayan hecho.- Han desaparecido los pájaros, los gorriones, y todo cuanto vuela para "engullirlo" con arroz.-
Esperemos que todas todas mis previsiones al respecto no sucedan.-
Un gran Abrazo.-
Mientras se coman entre ellos...ningùn problema, limpieza planetaria.
Lo complicado es que se han convertido en "conquistadores" okupas de otras tierras, no sea que nos vayan a canibalizar tambièn en esa forma... porque por ejemplo a todos los almacenes ya se los han comido, con el advenimiento de los supermercados chinos...Y no me quiero ni enterar de què manera nos comen en el àmbito de las grandes finanzas, ni la suerte que habrà corrido nuestra querida fauna en la provincia de Neuquèn!!!
 
Son argentinos y crearon un método para detectar el coronavirus en apenas 60 minutos que despertó el interés mundial
Franco Goytía (economista), Carla Giménez, Federico Pereyra Bonnet y Lucía Curti (científicos del Conicet) fundaron el proyecto Caspr Biotech, que mediante una tecnología de diagnóstico molecular y la creación de un kit portátil para aplicarla, puede detectar de inmediato si un paciente tiene la enfermedad, y así solucionar uno de los grandes problemas para la contención de esta epidemia, que es su propagación durante el período de ventana, cuando es asintomática

Por Hugo Martin
11 de febrero de 2020






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Federico Pereyra Bonnet, Lucía Curti, Carla Giménez, Guillermo Repizo (la primera contratación de Caspr Biotech como director de Bioinformática) y Franco Goytía, creadores del kit de detección del coronavirus

Los creadores del diagnóstico de detección del coronavirus más rápido que existe en el mundo son argentinos. Uno de ellos, Franco Goytía, se encuentra en estos momentos en Nueva York, y desde allí habló con Infobae.

Con apenas 24 años, egresado de Economía de la Universidad de San Andrés, Franco y tres investigadores del Conicet –Carla Giménez, Federico Pereyra Bonnet y Lucía Curti–, idearon un kit de detección molecular portátil, que en apenas 60 minutos puede decir si una persona está infectada con el virus que hoy tiene en vilo al mundo, ya mató a más de mil personas y afectó a 43 mil.

El joven porteño se encuentra en Manhattan porque está en pleno road show: el proyecto Caspr Biotech –que llevan adelante los cuatro y patentaron en los Estados Unidos– aspira a conseguir inversiones por tres millones de dólares para que el dispositivo, que ya se probó con éxito en pruebas piloto en Misiones y en Brasil para detectar el dengue, se haga masivo.




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Kit detectando Coronavirus



Hasta el momento, Caspr tiene como inversores a Grid Exponential (una company builder de proyectos de biotecnología en América Latina) e IndieBio (el mayor inversor de biotech en el mundo, localizado en Silicon Valley). A través de ellos consiguieron cerca de 500.000 mil dólares para sus investigaciones.

Goytia –que por pedido de IndieBio se tuvo que mudar a San Francisco– comenta que “esto ha despertado el interés de organismos de salud de distintos países del mundo, así como de distintas instituciones a nivel mundial. Desde el CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades en los Estados Unidos) hasta la fundación de Bill Gates que ha hecho un anuncio de destinar 100 millones de dólares para colaborar en la contención de la epidemia”. A pesar de ese interés creciente, por el momento el gobierno chino no se contactó con ellos.

Según Franco, el gran problema que existe hoy con el coronavirus –y en rigor con todas las enfermedades infecciosas– es que la detección se realiza con un método conocido como PCR. “Depende de laboratorios centralizados, personal capacitado, reactivos costosos e importados. Cuesta decena de miles de dólares y, en el mejor de los casos, hay un lapso de tres o cuatro días desde que se toman las muestras hasta los resultados. El coronavirus puede transmitirse de persona a persona por vía aérea, a través de un estornudo y otros tipos de contacto. Esto implica que su propagación puede alcanzar grandes magnitudes".


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Una toma de temperatura en China. Esto detecta el síntoma, pero no evita el contagio en el período de ventana.

“En la actual epidemia, el método de screening o de detección se hace a través, digamos, de un termómetro de temperatura avanzado, pero que es básicamente eso. En pocos segundos lee la temperatura, pero a nivel de control de la epidemia tienen grandes falencias. El hecho de que las formas de detección estén basadas en los síntomas omite el período de ventana de la enfermedad, que puede ser de dos semanas o más, en las que la persona puede contagiar pero los síntomas como la temperatura corporal no lo expresan”, explica.

“Aquellas personas con síntomas positivos deben ser aislados en hospitales especializados hasta contar con la confirmación del laboratorio molecular. Esto implica una demora de varios días que, sumada al alto costo que implica, hacen que estos análisis no sean realizados de rutina para todas las personas. En muchos casos el paciente podría no tener coronavirus, pero se lo mantuvo aislado por días en la incertidumbre de si es que verdaderamente era o no portador del virus”, añade.

El valor de cada kit que están en condiciones de producir, según Goytía, “es más o menos de dos dólares. Es súper accesible. Para que te des una idea, en la Argentina trabajamos con un laboratorio en Misiones para la detección del dengue. Cuando conocieron la simplicidad y el costo del sistema, se emocionaron. Muchos reactivos de laboratorio, que son importados, no estaban llegando, y cada test les podía costar 15 dólares”. Cabe mencionar que el gobierno chino ya ha destinado alrededor de 5.500 millones de dólares para intentar detener la epidemia.


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Franco Goytía en una charla en los Estados Unidos.

—¿Cuál sería la ventaja comparativa del dispositivo que crearon ustedes?

—Los virus y bacterias que infectan a las personas tienen características únicas, como una huella dactilar que los identifica. El diagnóstico molecular se basa en detectar esta huella única para identificarlo y combatirlo. Y lo novedoso es que a partir de la portabilidad de nuestro kit, en los aeropuertos o en distintos centros de salud, e incluso en la casa, se puede detectar la enfermedad a nivel molecular y evitar así el periodo de ventana. Contar con un método portátil para la detección molecular puede ser la diferencia entre controlar el virus o que se siga expandiendo a pesar de los esfuerzos de los gobiernos y los grandes centros de salud.


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El método para detectar coronavirus en 60 minutos en acción.

—¿Cómo funciona el kit?

—La detección se hace a través de nuestro dispositivo más reciente: una tirita tipo Evatest que podemos configurar para detectar cualquier enfermedad infecciosa o mutación genética. Nosotros buscamos cuál es la secuencia del coronavirus y, a partir de eso, en una semana, lo sintetizamos y produjimos el test validado para esta enfermedad. A la tirita se le pone una muestra que, dependiendo de cada target, puede ser un hisopado nasal, orina o sangre. En este caso, lo aconsejable, por la concentración del virus, es un hisopado. En menos de 30 minutos la tirita muestra si da positivo, con una rayita negra, o negativo si no marca nada.

—¿En qué se basa la efectividad del test?

—En la tecnología llamada CRISPR, que ya tiene seis o siete años. Fue un impacto muy grande en la comunidad científíca, porque a partir de una edición genética se pudieron modificar organismos vivos de forma muy precisa, lo que dio el foco para desarrollar distintas terapias. Carla, Federico y Lucía venían trabajando con esa tecnología. Son un grupo pionero, que además de la parte académica estaban interesados en la aplicación concreta de este avance.

 
China está desinfectando billetes y monedas para frenar al coronavirus: lo que podemos aprender (o no) en el resto de países

China está desinfectando billetes y monedas para frenar al coronavirus: lo que podemos aprender (o no) en el resto de países





El 15 de enero, el Banco Central Chino anunciaba que iba a comenzar a desinfectar cantidades ingentes del dinero en efectivo del país como parte de las medidas para luchar contra la epidemia del coronavirus. Desde hace mucho sabemos que el dinero puede ser algo muy sucio: sin ir más lejos, un estudio de 2017 encontró que los billetes de un dólar de Nueva York contenían, de media, 397 especies bacterianas distintas afincadas en su superficie.
Sin embargo, la medida china sorprende porque, al menos hasta ahora, las grandes campañas contra enfermedades infecciosas no habían hecho demasiado hincapié en esto. ¿Es razonable usar medios de pago que no requieran contacto físico durante epidemias como las de la gripe o se trata de una medida extrema? Es decir, ¿hasta qué punto la moneda es un vector preocupante de transmisión de enfermedades?

Poderoso caballero es Don Dinero

Roman Synkevych C4pwaaxbyjo Unsplash

Roman Synkevych

¿Podemos contagiarnos a través de dinero en efectivo? La cuestión, en realidad, no tiene nada de "idea loca". Al fin y al cabo, el control exitoso de una enfermedad infecciosa pasa por la identificación de los diferentes vectores que están detrás de su transmisión. En el caso de las monedas, habitualmente ha habido poca investigación porque se daba por supuesto que el cobre (y sus efectos antimicrobianos) hacían el trabajo sucio de limpieza. Pero los billetes son un tema aparte.


De hecho, ya hace más de una década que tenemos evidencias claras de que la gripe puede sobrevivir bastante tiempo en un billete. Hasta 17 días según algunas investigaciones, aunque lo cierto es que en las mejores circunstancias (es decir, con moco respiratorio) es difícil que mantenga su capacidad para contagiar más allá de unas 48 horas.

Por supuesto, todo esto es teórico. Es importante aclarar que, pese a que los resultados de estas investigaciones dibujan una estabilidad del virus en entornos "no biológicos" realmente sorprendente, a nivel epidemiológico el impacto (si lo hay) parece muy pequeño.

fundamentalmente porque la principal recomendación epidemiológica (lavarse las manos) corta la transmisión sea por dinero o por cualquier otro motivo.

Es más, en los últimos años, los estados no solo están haciendo un esfuerzo para sacar de la circulación los billetes en malas condiciones (se estima que so cuesta unos 10.000 millones al año), sino que están usando materiales menos 'hospitalarios' a las bacterias de todo tipo.


¿Qué pasa con el coronavirus? De todas formas, sabemos que estas cifras cambian de virus a virus y muchos de lso que conocemos tienen un comportamiento parecido. ¿Qué ocurre con el SARS-CoV-2 (que, recordemos, es el nombre oficial del coronavirus de Wuhan)? Aunque los primeros datos hablan de que puede sobrevivir algunas horas en medio no biológicos, aún no se sabe ni cómo, ni cuándo, ni cuánto tiempo. De ahí que la medida del Banco Central Chino China parezca desproporcionada, pero no irracional. En el momento en que tengamos datos concretos, veremos si lo era.

¿Qué están haciendo para 'limpiar el dinero'? Lo que va a hacer China es someter la moneda a luz ultravioleta (o altas temperaturas) y luego aislar el dinero durante unas semanas antes de volverlo a poner en circulación. Además, el Banco Central ha anunciado un programa bastante ambicioso para sustituir todo el dinero posible por dinero nuevo en los próximos meses.

¿Debemos tener cuidado con los billetes y las monedas en nuestra vida diaria? Lo cierto es que centrar nuestra atención en los billetes puede resultar, incluso, contraproducente. Es más recomendable integrar en nuestra práctica habitual medidas como vacunarse, lavarse las manos con frecuencia o no frotarse los ojos con los dedos sucios. Como decía antes, este tipo de prácticas nos protegen no solo de las posibles (y poco probables) infecciones vía efectivo, sino de muchos otros vectores (la mayoría de los cuales son más importantes que el dinero).
Imagen | Geronimo Giqueaux

 
La halicina se convierte el primer antibiótico contra las superbacterias que se ha encontrado gracias a la inteligencia artificial

La halicina se convierte el primer antibiótico contra las superbacterias que se ha encontrado gracias a la inteligencia artificial



Estamos acostumbrados a que casi cada innovación en el mundo de la inteligencia artificial va acompañado con un enorme cantidad de cosas poco concretas y menos tangibles. Promesas, promesas y promesas que, de vez en cuando, llegan a buen puerto. Hoy, por suerte, es uno de esos casos. Una red neuronal acaba de identificar un compuesto, la halicina, que se ha mostrado muy prometedor atacando bacterias difíciles de matar.
Pero eso no es lo mejor. Lo mejor es que con el descubrimiento de la halicina, el uso de enfoques de aprendizaje profundo aplicados al mundo de los antibióticos muestra su potencial. Un potencial que llega en el mejor momento: en mitad de una profunda crisis farmacológica que amenaza el futuro cercano de la medicina moderna.

No hay antibióticos para tanta superbacteria

Pastillas

Hal Gatewood

La última vez que un ser humano dijo "hemos descubierto una nueva clase de antibióticos" eran los años 80 y muchos no habíamos ni nacido. En esencia, todos los antibióticos que se han lanzado durante estas tres décadas son variaciones de medicamentos que ya se habían encontrado antes. ¿La razón? Es como "buscar una aguja en un pajar" si el pajar tuviera varias decenas de hectáreas. El Wellcome Trust estima que el proceso necesario para encontrar uno no duraría menos de 15 años y no costaría menos de mil millones de euros. Todo eso sin saber si va a ser un proceso exitoso o no.



En cualquier otro escenario, uno que incluyese un alarmante crecimiento de las bacterias multirresistentes, esto no sería más que una curiosidad histórica más propia de un concurso televisivo que de un medio como el nuestro. El problema es que ese no es el caso. Lo cierto es que nuestra capacidad de encontrar nuevas moléculas se ha ralentizado casi a la misma velocidad en que crecía la preocupación sobre la resistencia a los antibióticos. Por suerte, tenemos (lo que creemos que es) un arma secreta: la inteligencia artificial.

Aprendizaje profundo vs bacterias multirresistentes

Yassine Khalfalli C70nhh6p44 Unsplash

Yassine Khalfalli

El runrun de que el aprendizaje automático iba a ser una buena metodología para abordar este problema lleva años entre nosotros, pero eso tiene poco mérito. No creo que exista ningún problema contemporáneo para el que no se haya propuesto una solución basada en inteligencia artificial. La diferencia es que ahora, gracias a James Collins, biólogo sintético del MIT tenemos un nuevo método para intentar descubrir nuevos antibióticos de manera rápida y eficiente a través del aprendizaje automático.


Utilizando compuestos conocidos por suprimir el crecimiento de E. coli, el equipo de Collins entrenó una red neuronal para identificar posibles antibióticos. Una vez a punto, los investigadores la usaron para examinar miles de moléculas registradas en numerosas bibliotecas químicas existentes e intentaron predecir su efectividad. Los investigadores encontraron que casi el 50% de los compuestos identificados por la red eran efectivos in vitro para acabar con la E. coli.

Un inicio muy esperanzador

Esto, pese a que seguimos hablando de un 50%, es una excelente noticia porque, aunque esas enormes bibliotecas de moléculas han estado disponibles durante años, los equipos de investigadores no tienen una forma eficiente de seleccionar las que, con mayor probabilidad, pueden tener propiedades antibióticas. Si, como sugiere el equipo de Collins en Cell, se pueden usar redes neuronales para identificar buenos candidatos podríamos ahorrar mucho tiempo y recursos.

La red de Collins, además, identificó un compuesto (la halicina) que parece tener buenos resultados con patógenos como la Clostridium difficile, el bacilo de Koch o la Acinetobacter baumannii. No debemos engañarnos la investigación sobre estas redes neuronales está en pañales y queda mucho trabajo, pero es reconfortante ver cómo este tipo de enfoques dejan el mundo de las posibilidades y se pasa a materializarse en proyectos interesantes.

Imagen | Andrii Ganzevych

 
El gen del sur de asia que viajó hasta una isla aislada perdida en el Ártico: la resistencias antibióticas parecen imparables

El gen del sur de asia que viajó hasta una isla aislada perdida en el Ártico: la resistencias antibióticas parecen imparables





Imagina por un momento que analizas una muestra del suelo de una isla perdida en el círculo polar ártico y, en algunas bacterias, encuentras un gen que apareció hace solo tres años en un puñado de poblaciones urbanas al sur de la India. Pues bien, no hace falta imaginar: el equipo de David Graham lo acaba de hacer.
Sin estudiar qué mutación es, el descubrimiento ya es fascinante. La cuestión de cómo ha podido recorrer una distancia tan enorme en tan poco tiempo es un enigma biológico de primer orden. Pero si miramos a la mutación el asombro se transforma en preocupación: las resistencias antibióticas se están comiendo el mundo.

Ese peligro silencioso llamado 'resistencia antibiótica'



No peco de melodramático si digo que el problema de que las bacterias se vuelvan resistentes a los antibióticos es "el mayor reto de la medicina moderna". Sobre todo porque lo dice la OMS. Y no por los más de 700.000 fallecidos que producen cada año, sino porque esa cifra no deja de crecer mes a mes. Es además un problema para el que no tenemos una solución clara más allá de tratar de retrasar la crónica de una muerte anunciada: la de los antibióticos.


No es algo nuevo. En su discurso de aceptación del Nobel, Alexander Fleming, el descubridor de la penicilina, ya aseguró que "el mal uso de los antibióticos, con dosis demasiado elevadas, podría hacer que los microbios se volviesen resistentes y revertir así sus beneficios". Aquello era 1945, solo hacía veinte años del descubrimiento casual del primer antibiótico.


Y, como si fuera una profecía, las palabras de Fleming se fueron haciendo realidad. La meticilina comenzó a venderse en 1960, las primeras resistencias se encontraron en 1962. El levofloxacino salió al mercado en 1996 y ese mismo año ya aparecieron los primeros casos de resistencia. En 2000, salió el linezolid y en un año ya teníamos resistencias. El mismo tiempo que pasó entre el lanzamiento de la daptomicina en 2003 y la aparición de la suya.

Las resistencias se están comiendo el mundo

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Pero el problema va más allá: se mueven muy rápido. Graham lleva 15 años estudiando los ecosistemas árticos. Estas regiones se pueden considerar algunos de los ecosistemas más aislados de la acción del ser humano. Por eso, explica Graham, nos sirven para detectar el avance de las resistencias antibióticas por todo el mundo.


Tras analizar ocho localizaciones distintas del archipiélago noruego de Svalbard han encontrado hasta 131 genes relacionados con resistencias a nueve grandes grupos de antibióticos. Ya sabíamos de la rápida expansión de estos genes a lo largo y ancho del mundo, pero estos resultados son toda una llamada de atención.


“Solo tres años después de que detectáramos por primera vez el gen blaNDM-1 en algunas poblaciones urbanas de la India lo acabamos de encontrar a miles de kilómetros de allí” y en una zona que ha tenido un impacto humano mínimo. Encontrar "un gen de gran relevancia clínica originado en el sur de Asia" en el Ártico es "claramente algo no local”.


Los investigadores sospechan que la vía de entrada han sido las aves. Pero sea como sea, llegada de las resistencias a "zonas como el Ártico confirma lo rápido que avanza y lejos que llega la expansión de la resistencia antibiótica". Estamos, parece claro, ante un problema global y, por eso, insisten los investigadores, necesitamos "adoptar soluciones globales” antes de que sea demasiado tarde.

 
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