Nosotros también lo teníamos hablado, así que de sorpresa poco, porque hasta el pobre me decía que no sabía qué clase de anillo me gustaba, cómo me gusta una pedida... Yo mientras no fuera en mitad de la calle o en el restaurante montando un espectáculo me daba igual, así que un día me dijo que esa noche cocinaba él, cuando nunca lo hace... la anécdota fue que el pobre no podía ni comer de lo nervioso que estaba, me dijo que como no era tonta, que me lo daba ya para poder comer jaja. A pesar de no ser sorpresa, nos pusimos bastante nerviosos... quién después apenas comió fui yo