Esa lección la he aprendido desde que soy madre, antes era de desvivirme y quedar bien con mis suegros, ahora me da igual que les siente mal, la niña va primero y lo aplico en todo. Que quieren salir a cenar fuera a las 10 de la noche, pues les digo que no, que si quieren se va a las 8 y si no, no se va. Antes habría tragado y me habría comido la noche sin dormir de mi hija por no hacerles el feo y así con todo, se acaba aprendiendo a base de los errores.
Claro, al principio pues somos eso, primerizas, luego ya vamos viendo lo que perdemos en tiempo con nuestros cachorros o con nosotras mismas si cedemos continuamente.
Además, es que hay situaciones en las que ni siquiera lo agradecen, se da por sentado que son ellos los que deciden y aún te sientes peor. Resultado, siempre perdemos y, mira, no.