Lo de correr lo que tiene es que libera endorfinas y después de la carrera uno se queda relajado, místico, en orden con el cosmos. Es una especie de porrito natural, un orgasmo con chándal.
De hecho los trotones son drogadictos, te dicen muy en serio que lo de correr todos los días lo necesitan, que si están tres días sin correr se sienten fatal. Es una adicción y como en todas las adicciones se va a más. Empiezan corriendo 10 minutos, para sentir la misma relajación necesitan correr cada vez más. Dicen cosas como "el cuerpo te pide más" que es una frase de alcohólico o de Sergio Ramos hablando de tatuajes. Acaban corriendo maratones, haciendo triatlón, cruzando los Alpes a la pata coja y con una mochila de ladrillos.
No conozco a ninguna fanática de los bolsos tan obsesionada como un trotón con las zapatillas de deporte. El trotón sabe más de carbohidratos que la amiga pesada-de-las-dietas.
Mi consejo es no correr nunca más de media hora. Y nunca correr dos días seguidos. Un día sí y otro no como mucho.
Es fácil saber cuándo has corrido demasiado. Si después de la ducha te sientes espiritual, bondadoso, con ganas de adoptar siete niños de Calcuta y alimentarlos de zumos de granada...te has pasado, hay que correr menos.
De hecho los trotones son drogadictos, te dicen muy en serio que lo de correr todos los días lo necesitan, que si están tres días sin correr se sienten fatal. Es una adicción y como en todas las adicciones se va a más. Empiezan corriendo 10 minutos, para sentir la misma relajación necesitan correr cada vez más. Dicen cosas como "el cuerpo te pide más" que es una frase de alcohólico o de Sergio Ramos hablando de tatuajes. Acaban corriendo maratones, haciendo triatlón, cruzando los Alpes a la pata coja y con una mochila de ladrillos.
No conozco a ninguna fanática de los bolsos tan obsesionada como un trotón con las zapatillas de deporte. El trotón sabe más de carbohidratos que la amiga pesada-de-las-dietas.
Mi consejo es no correr nunca más de media hora. Y nunca correr dos días seguidos. Un día sí y otro no como mucho.
Es fácil saber cuándo has corrido demasiado. Si después de la ducha te sientes espiritual, bondadoso, con ganas de adoptar siete niños de Calcuta y alimentarlos de zumos de granada...te has pasado, hay que correr menos.