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Os voy a contar una anécdota un poco asquerosa de dos compañeros míos de instituto, que no sé cuál de los dos era más cerdo.A mi una vez un graciosillo me echó humo en la cara 2 veces seguidas, sabía perfectamente que a mi no me gustaba el tabaco.
Estaba uno de ellos fumando y le echó al otro el humo en la cara, a sabiendas que no aguantaba el olor. Entonces este cogió y soltó una ventosidad de esas silenciosas pero mortíferas y la abanicó con las manos para que le fuera toda la peste al amigo. A éste casi le da la vomitera ahí enfrente del instituto del asco, pero nunca más volvió a atreverse a echarle el humo al otro.