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Una frase que le escuché a un amigo que era un obseso del trabajo aunque siempre pensé que era la imagen que él quería dar de sí mismo (rollito soy super trabajador y que me vean las chatis lo buen tío que soy). Pues hablando de loterías, estábamos un día soñando despiertos toda la cuadrilla con lo que haríamos si nos tocaba un premio brutal y suelta "yo es que seguiría trabajando, amo mi trabajo, mi trabajo es todo, me caso con el trabajo" y mierdas parecidas. No le matamos allí mismo porque es un delito y tal, pero la hostia no se la quitaba nadie. Y le dice otro amigo "a ver Diego, que estamos hablando de muchos millones de euros" y él "es que yo amo mi trabajo, soy ingeniero...". Mira, qué hostia, qué hostia. Un monguer que lleva el cartel de "yo es que soy ingeniero, niñas, adoradme". A este mongolo te lo llevabas de cañas, de fiesta, de restaurantes y sólo hablaba de trabajo, salarios, empresa y dinero, agotador. Con deciros que se casó el hermano y llevó la corbata del color asociado a la empresa que trabajaba entonces y alguien le dijo en el grupo de wasap "uys, qué corporativo" y suelta el imbécil "ay, gracias, podría representar a mi empresa".
Hay gente a la que le gusta su trabajo. A mí, por ejemplo, me encanta el mío. Y si me tocara la lotería, no dejaría de trabajar. Pero ni yo, ni la mayoría de curritos. Aunque parezca mentira, esto se lleva estudiando durante años y desde los años 60 se hacen estudios periódicos en los que los resultados son sorprendentes: la mayoría de gente, aunque le tocara la lotería, seguiría trabajando.
Felicidades por haber tomado esa decisión. Si la gente necesita trabajar para no aburrirse tiene un gran problema.
yo trabajo para vivir, no vivo para trabajar.
Pues yo he conocido casos de gente (mujeres, para qué voy a mentir) que no han tenido necesidad de trabajar porque el marido ganaba suficiente y que han llevado unas vidas de pija de película de sobremesa de Antena 3 (gimnasio cada mañana, peluquería, tardes tumbadas a la bartola, dinero para gastar en lo que querían) y que han sido unas auténticas desgraciadas, siempre encabronadas con el mundo por la mierda de vida que llevaban: vacía y sin contenido. Siempre he dicho que la mejor terapia para estas mujeres habría sido trabajar. De hecho, a muchas de ellas les habría gustado tener una carrera (son las típicas que arden de envidia cuando ven a una mujer que trabaja, prospera en su carrera y no depende del dinero del marido) pero claro, el peaje a pagar no les compensa, y el peaje es, ni más ni menos, que levantarse temprano y aguantar ocho horas de curro con jefes, broncas y obligaciones. A más de una conozco que se le llenaba la boca diciendo eso de "si yo trabajara, me divorciaría de marido".