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De hecho sí, vamos directos al desastre demográfico. Tenemos una tasa de fecundidad muy baja y cada vez viviremos más gracias a nuestro sistema de salud pública. Aunque haya una crisis que amenace a la sanidad pública, nuestra esperanza de vida no sufrirá mucho. La mayoría de españoles, si nos va bien, viviremos hasta los 80-90. (Y eso que el COVID ha ayudado a que el peso de las pensiones se aligere, por la cantidad de jubilados que han muerto, por feo y trágico que sea). Así que las llevamos claras.
Claro que si no hubiera la corrupción que ha habido tendríamos mejores cifras, pero esto sin tener hijos no se aguanta. De ahí que nos beneficie la llegada de inmigrantes.
El problema ha sido la generación del baby boom: vivieron casi 4 décadas de prosperidad sin precedentes y ya sabes lo que dicen las teorías económicas: a más prosperidad, menos hijos. Fue la generación que tuvo poquísimos hijos (la de hijos únicos que hubo en esa época fue bestial) o directamente ninguno porque muchos de ellos (no todos) priorizaron el seguir viviendo como veinteañeros con pasta a formar familias. Yo esto lo escuché muchas veces siendo niña en adultos de mi entorno: "uy, nos gustaría tener hijos pero nos da pereza, es que vivimos tan bien" (ocio con los amigos cada noche, escapadas cada fin de semana, gimnasios, culto al yo... esto con casi 40 años, y lo siguen haciendo con 50 y tantos, son los eternos adolescentes). Fue la generación a la que se le inoculó a través de los medios que la felicidad estaba fuera de casa, no dentro, y el resultado es el que tenemos ahora mismo. No sabes la de mujeres solteras que conozco y no porque quieran sino porque no encuentran pareja (lógico, la generación anterior tuvo poquísimos hijos y hay más mujeres que hombres). Súmale el hecho de que ahora te plantas en los 40 intentando tener estabilidad laboral y todavía te falta formación. En fin.