Hablo por mis sobrinos.
Mi hermana trató de educarlos de manera neutra, comprándoles de bebé ropa blanca, especialmente con mi sobrina, no le hizo pendientes ni le ponía diademas, pese a las broncas con los abuelos. El padre ni estaba ni se le espera, así que no influyó. Ambos niños han compartido juguetes, desde pelotas, muñecos, coches, indistintamente.
Mi sobrina siempre tuvo inclinación hacia los peluches y los bebés. Mi sobrino pasando de los muñecos, completamente orientado a los coches, camiones, autobuses, grúas, para amargura de mi hermana, que aborrece el mundo del motor. Niño todoterreno de quemar el parque, mi sobrina en cambio de sentarse a jugar con la arena. A ninguno les interesa el futbol. Con cuatro años mi sobrina empezó a pedir vestir como quisiera, prefiere los vestidos, la purpurina y el color rosa, mi hermana le consiente alguna falda pero prefiere que vaya en pantalon y calzado cómodo. A mi sobrino se la suda la ropa, sí ha querido pintarse las uñas, como la hermana, pero prefiere el pelo corto y no le interesan la moda, la joyería, el maquillaje o la peluquería. Los dos adoran bailar.
Conclusión: a la gente le gusta lo que le gusta, y somos nosotros los que, estereotipos y roles de género, atribuimos a un s*x* determinados gustos. Ni mi sobrino es menos masculino por gustarle pintarse las uñas, ni mi sobrina es menos femenina por gustarle los robots y los ordenadores. Son ellos. Fin
Mi hermana trató de educarlos de manera neutra, comprándoles de bebé ropa blanca, especialmente con mi sobrina, no le hizo pendientes ni le ponía diademas, pese a las broncas con los abuelos. El padre ni estaba ni se le espera, así que no influyó. Ambos niños han compartido juguetes, desde pelotas, muñecos, coches, indistintamente.
Mi sobrina siempre tuvo inclinación hacia los peluches y los bebés. Mi sobrino pasando de los muñecos, completamente orientado a los coches, camiones, autobuses, grúas, para amargura de mi hermana, que aborrece el mundo del motor. Niño todoterreno de quemar el parque, mi sobrina en cambio de sentarse a jugar con la arena. A ninguno les interesa el futbol. Con cuatro años mi sobrina empezó a pedir vestir como quisiera, prefiere los vestidos, la purpurina y el color rosa, mi hermana le consiente alguna falda pero prefiere que vaya en pantalon y calzado cómodo. A mi sobrino se la suda la ropa, sí ha querido pintarse las uñas, como la hermana, pero prefiere el pelo corto y no le interesan la moda, la joyería, el maquillaje o la peluquería. Los dos adoran bailar.
Conclusión: a la gente le gusta lo que le gusta, y somos nosotros los que, estereotipos y roles de género, atribuimos a un s*x* determinados gustos. Ni mi sobrino es menos masculino por gustarle pintarse las uñas, ni mi sobrina es menos femenina por gustarle los robots y los ordenadores. Son ellos. Fin