OP
pilou12
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La verdad es que me entretuve mirando a unos negros que embalaban algodón, pero sólo por molestar a Eunice le insinué que Marge y yo no habíamos hecho nada nuevo. A partir de entonces hicieron que Bluebell también vigilara.
En todo este tiempo ni siquiera he tenido dinero para cigarrillos. Eunice me acosa a diario para que consiga un empleo.
—¿Por qué no sale a conseguir un trabajo decente este gorrón? —dice ella. Como tal vez hayan notado, nunca se dirige personalmente a mí, aunque lo normal es que yo sea el único presente junto a su alteza real—. Si fuera digno de ser llamado «hombre» estaría tratando de buscar un mendrugo para la boca de esa niña en vez de atragantarse con mis víveres.
Creo que debo aclararles que durante tres meses y trece días he estado viviendo casi exclusivamente a base de batatas fritas y sobras de sémola. He ido dos veces a la consulta del doctor A. N. Carter: no está totalmente seguro de si tengo escorbuto o no.
En cuanto a lo de no trabajar, quisiera saber lo que un hombre de mi capacidad, que tenía un espléndido empleo en Cash'n'Carry, podría encontrar en un costal de pulgas como Almiral's Mill. Aquí sólo hay una tienda y el propietario, Mr. Tubberville, es tan holgazán que le duele tener que vender algo. También está la iglesia baptista Estrella Matutina, pero ya tienen predicador, un viejo granuja llamado Shell que Eunice trajo un día para ver si me podía salvar el alma. Con mis propios oídos le oí decir que yo ya estaba perdido.
Pero la gota que derramó el vaso fue lo que Eunice le hizo a Marge. La puso en mi contra de un modo tan vil que no puede describirse con palabras. Marge llegó al extremo de contradecirme, pero le pude parar los pies con un par de bofetadas. ¡Ninguna esposa me va a faltar al respeto! ¡Ni hablar!
El frente enemigo está bien definido: Bluebell, Olivia-Ann, Eunice, Marge y el resto de Almiral's Mill (342 habitantes). Aliados: ninguno. Ésta era la situación el domingo 12 de agosto, cuando se atentó contra mi propia vida.
Cuentos Completos - Truman Capote
La verdad es que me entretuve mirando a unos negros que embalaban algodón, pero sólo por molestar a Eunice le insinué que Marge y yo no habíamos hecho nada nuevo. A partir de entonces hicieron que Bluebell también vigilara.
En todo este tiempo ni siquiera he tenido dinero para cigarrillos. Eunice me acosa a diario para que consiga un empleo.
—¿Por qué no sale a conseguir un trabajo decente este gorrón? —dice ella. Como tal vez hayan notado, nunca se dirige personalmente a mí, aunque lo normal es que yo sea el único presente junto a su alteza real—. Si fuera digno de ser llamado «hombre» estaría tratando de buscar un mendrugo para la boca de esa niña en vez de atragantarse con mis víveres.
Creo que debo aclararles que durante tres meses y trece días he estado viviendo casi exclusivamente a base de batatas fritas y sobras de sémola. He ido dos veces a la consulta del doctor A. N. Carter: no está totalmente seguro de si tengo escorbuto o no.
En cuanto a lo de no trabajar, quisiera saber lo que un hombre de mi capacidad, que tenía un espléndido empleo en Cash'n'Carry, podría encontrar en un costal de pulgas como Almiral's Mill. Aquí sólo hay una tienda y el propietario, Mr. Tubberville, es tan holgazán que le duele tener que vender algo. También está la iglesia baptista Estrella Matutina, pero ya tienen predicador, un viejo granuja llamado Shell que Eunice trajo un día para ver si me podía salvar el alma. Con mis propios oídos le oí decir que yo ya estaba perdido.
Pero la gota que derramó el vaso fue lo que Eunice le hizo a Marge. La puso en mi contra de un modo tan vil que no puede describirse con palabras. Marge llegó al extremo de contradecirme, pero le pude parar los pies con un par de bofetadas. ¡Ninguna esposa me va a faltar al respeto! ¡Ni hablar!
El frente enemigo está bien definido: Bluebell, Olivia-Ann, Eunice, Marge y el resto de Almiral's Mill (342 habitantes). Aliados: ninguno. Ésta era la situación el domingo 12 de agosto, cuando se atentó contra mi propia vida.
Cuentos Completos - Truman Capote