MÚSICA PARA CAMALEONES - Truman Capote

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Al acercarnos al local de P.J., sugerí que ése sería un buen sitio para refrescarnos, pero ella lo vetó: " Está lleno de esos gacetilleros repugnantes. Y esa zorra de Dorothy Kilgallen siempre está ahí, entrompándose. ¿Qué les pasa a esos irlandeses? Esa manera en que beben, son peor que indios."

Me sentí llamado a defender a Dorothy Kilgallen, quien, en cierto modo, era una amiga, y me permití decir que en ocasiones podía resultar una mujer inteligente y divertida. Ella dijo : " Sea como sea, ha escrito algunas cosas puñeteras de mí. Pero todas esas gilipollas que me odian. Hedda. Louella.
Comprendo que tú estés acostumbrado, pero sencillamente yo no puedo. Me hace mucho daño. ¿Qué es lo que les hecho yo a esas brujas? El único que ha escrito una palabra decente acerca de mí es Sidney Skolsky. Pero es un chico. Los chicos me tratan muy bien. Como si fuese una persona humana. cuando menos, me conceden el beneficio de la duda. Y Bob Thomas es un caballero. Y Jack O' Brien."

Miramos los escaparates de tiendas de antigüedades; uno de ellos contenía una bandeja de anillos antiguos, y Marilyn dijo: " Ese es bonito. El granate con perlas deterioradas. Ojalá pudiera llevar sortijas, pero detesto que la gente me mire las manos. Son demasiado gruesas. Elizabeth Taylor tiene manos gruesas. Pero con esos ojos, ¿quién va a fijarse en sus manos? Me gusta bailar desnuda delante del espejo y ver cómo me brincan las t*tas. No tienen nada de malo. Pero me gustaría no tener las manos tan gordas:"

Otro escaparate exhibía un bello reloj antiguo, lo que le impulsó a observar : " Jamás he tenido un hogar. Uno auténtico, con mis propios muebles. Pero si alguna vez vuelvo a casarme y gano mucho dinero, alquilaré un par de camiones para pasar por la Tercera Avenida y comprar toda clase de cosas locas. Compraré una docena de relojes antiguos, los pondré en fila en una habitación y los tendré a todos marcando la misma hora. Eso resultaría muy hogareño, ¿no crees?" )



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Marilyn: ! Eh! ! En la acera de enfrente!

TC: ¿ Que?

Marilyn: ¿Ves el cartel con la palma de la mano? Debe ser el consultorio de una adivinadora.

TC: ¿ Estás con ánimo para esas cosas?

Marilyn: Bueno, vamos a echar un vistazo.

( No era un establecimiento atrayente. A través de una tiznada ventana, distinguimos una yerma habitación con una gitana flaca y peluda sentada en una silla de lona bajo una lámpara de techo que castigaba con su duro resplandor; tejía un par de botitas para niño, y nos devolvió la mirada. Sin embargo, Marilyn empezó a entrar y luego cambió de prever.)

Marilyn: A veces quiero saber lo que va a pasar. Luego pienso que sería mejor no saberlo. Pero hay dos cosas que me gustaría saber. Una es si voy a perder peso.

TC: ¿ Y la otra?

Marilyn: Es un secreto.

TC: Vamos, vamos. Hoy no podemos tener secretos. Hoy es un día de dolor, y los afligidos comparten sus pensamientos más íntimos.

Marilyn: Bueno, se trata de un hombre. Ha algo que me gustaría saber. Pero eso es todo lo que voy a decirte. Es un secreto de verdad.

( Y yo pensé: eso es lo que tú crees; yo te lo sacaré.)


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TC: Estoy preparado para beber ese champaña.
( Terminamos en un restaurante chino de la Segunda Avenida, desierto y con muchos adornos. Pero tenía un bar bien provisto, y pedimos una botella de Mumm's; nos lo sirvieron sin enfriar y sin cubo, así que nos lo bebimos en vasos largos con hielo.)

Marilyn: Es divertido esto. Como rodar exteriores, si es que a uno le gustan los exteriores. Cosa que desde luego a mí no me gusta nada. Niágara. ! Qué asco! ! !Uf!

TC: Así que cuéntame lo de ese amante secreto.

Marilyn( Silencio.)

TC: ( Silencio.)

Marilyn: ( Risitas.)

TC: ( Silencio.)

Marilyn: Tú conoces a muchas mujeres. ¿ Cuál es la más atractiva que conoces?

TC: Bárbara Paley, sin duda. Indiscutiblemente.

Marilyn ( frunciendo el ceño): ¿ Es ésa a la que llaman "Niña"? Desde luego, a mí no me parece que tenga nada de aspecto infantil. La He visto en Vogue y demás. Es tan elegante. Encantadora. Sólo con mirar fotografías de ella me siento como basura de cerdo.

TC: A ella le divertiría oír eso. Está muy celosa de ti.

Marilyn: ¿ Celosa de mí? Ya estás otra vez tomándome el pelo.

TC: Nada de eso. Está celosa.

Marilyn: Pero por qué?

TC: Porque un articulista, Kilgallen, creo, lanzó una noticia a ciegas que decía algo así: " Corre el rumor de que la señora DiMaggio se reúne con el más encumbrado magnate de la televisión , y no para hablar de negocios ."
Bueno, ella leyó el artículo y se lo creyó.



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Marilyn: ¿ Que se creyó?

TC: Que su marido tiene un asunto contigo. William S. Paley, el principal magnate de la televisión. Es aficionado a las rubias bien formadas. Y también a las morenas.

Marilyn: Pero eso es estúpido. No conozco a ese tipo.

TC: ! Ah, vamos! Puedes sincerarte conmigo. Ese amante secreto tuyo...es William S. Paley, n'est-ce-pas?

Marilyn: ! No! Es un escritor. Es un escritor.

TC:Eso está mejor. Ya vamos a alguna parte. Así que tu amante es un escritor. Debe ser un auténtico ganapán, si no, no te daría vergüenza decirme cómo se llama.

Marilyn( furiosa, frenética ): ¿ Qué representa la " S"?

TC: ! "S"! ¿ Qué "S"?

Marilyn: La "S" de William S. Paley.

TC: !Ah! Esa "S". No creo que represente nada. La ha debido poner ahí por las apariencias.

Marilyn: ¿ Es sólo una inicial que no representa ningún nombre? ! Dios mío! Míster Paley debe encontrarse algo inseguro.

TC: Tiene muchos tics. Pero volvamos a nuestro misterioso escriba.

Marilyn: ! Cállate! Tengo mucho que perder.

TC: Camarero, tomaremos otra Mumm's, por favor.

Marilyn: ¿ Estás tratando de tirarme de la lengua?

TC: Si. Te propongo una cosa. Haremos un trato. Yo te contaré una historia y, si la encuentras interesante, quizá podamos hablar luego de tu amigo escritor.

Marilyn: (tentada, pero reacia): ¿De qué trata tu historia?

TC: De Errol Flynn.

Marilyn: ( Silencio.)

TC: ( Silencio.)



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Marilyn ( odiándose a sí misma) : Vale, empieza.

TC: ¿ Recuerdas lo que has dicho de Errol? ¿Lo orgulloso que estaba de su picha? Puedo garantizarlo. Una vez pasamos una agradable noche juntos . ¿ Me comprendes?

Marilyn: Te lo estás inventando. Me quieres engañar.

TC: Palabra de explorador. Estoy haciendo un trato limpio. ( Silencio; pero veo que ha picado, así que, tras encender un pitillo...)

Pues eso ocurrió cuando yo tenía dieciocho años. Diecinueve. Fue durante la guerra. En el invierno de 1943. aquella noche, Carol Marcus, o quizá se había convertido ya en Carol Saroyan, dio una fiesta para su mejor amiga, Gloria Vanderbilt. La celebró en el piso de su madre, en Park Avenue. Una gran fiesta. Unas cincuenta personas. A eso de media noche se presentó Errol Flynn con su amigo de confianza, un mujeriego fanfarrón llamado Freddie McEvoy. Los dos estaban bastantes borrachos. A pesar de eso, Errol empezó a charlar conmigo y estuvo divertido, nos hicimos reír el uno al otro; de pronto dijo que quería ir a El Morocco, y que yo fuera con él y con su amigo McEvoy. Le dije que muy bien, pero McEvoy dijo entonces que él no quería dejar la fiesta con todas aquellas principiantes, así que Errol y yo terminamos yéndonos solos. Pero fuimos a El Morocco. Tomamos un taxi hasta Gramercy Park, donde yo tenía un pequeño piso de una habitación . Se quedó hasta el mediodía siguiente.

Marilyn: ¿Y qué puntuación le darías ? En una escala de uno a diez.

TC: Francamente, si no hubiera sido Errol Flynn, no creo que lo hubiese recordado.

Marilyn: No es una historia maravillosa. No vale lo que la mía; ni por asomo.

TC: Camarero, ¿ donde está nuestro champagne ? Tiene usted sedientas a dos personas.


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Marilyn: Y no me has contado nada nuevo. Siempre he sabido que Errol alternaba. Mi masajista, que prácticamente es como una hermana, atendía a Tyrone Power, y él me ha contado el asunto que se traían Errol y Ty Power. No, tendrá que ser algo mejor que eso.

TC: Me lo pones difícil.

Marilyn: Te escucho. Así que oigamos tu mejor experiencia. En ese aspecto.

TC: ¿ La mejor? ¿La más memorable? Suponte que contestas tú primero a esa pregunta.

Marilyn: ! Y soy yo quien lo pone difícil! !Ja!
( Bebiendo champagne.) Lo de Joe no está mal. Podía llegar al tope. Si sólo se tratara de eso, aún seguiríamos casados. Sin embargo, todavía lo quiero. Es auténtico.

TC: Los maridos no cuentan. En este juego, no.

Marilyn ( mordiéndose las uñas; pensando en serio): Bueno, conocí a un hombre que está emparentado de alguna manera con Gary Cooper. Un corredor de bolsa, sin ningún atractivo a la vista; tiene sesenta y cinco años y lleva unas gafas de cristales muy gruesos. Gordo como una medusa. No puedo decir qué era, pero...

TC: Puedes parar ahí mismo. Otras chicas me han contado todo acerca de él. Ese viejo verde tiene mucha cuerda. Se llama Paul Shields. Es padrastro de Rocky Cooper. Dicen que es sensacional.

Marilyn: Lo es. Muy bien, listo. Te toca a ti.

TC: Olvídalo. No tengo que contarte absolutamente nada. Porque sé cúal es la maravilla que ocultas. Arthur Miller. ( Bajó sus gafas oscuras: ! cielos!, si las miradas mataran, ! uf! ) Lo adiviné en cuanto dijste que era escritor.

Marilyn ( balbuceando): Pero ¿ cómo? Quiero decir, nadie..., quiero decir, casi nadie...


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TC: Hace tres años, por lo menos, quizá cuatro, Irving Drutman...

Marilyn: ¿ Irving qué?

TC: Drutman. Es un redactor del Helrald Tribune. Me contó que andabas tonteando con Arthur Miller. Que estabas colada por él. Soy demasiado caballero para haberlo mencionado.

Marilyn: ! Caballero! ! Un bastardo! ( Balbuceando de nuevo, pero con las gafas en su sitio). No lo entiendes. Eso fue hace tiempo. Aquello terminó. Pero esto es nuevo. Ahora todo es distinto, y...

TC: Que no se te olvide invitarme a la boda.

Marilyn: Si hablas de esto, te mato. Haré que te liquiden. Conozco a un par de tipos que me harían gustosos ese favor.

TC: No lo pongo en duda ni por un momento.
( Por fin volvió el camarero con la segunda botella.)

Marilyn: Dile que se la vuelva a llevar. No quiero más. Quiero largarme de aquí.

TC: Si te he hecho enfadar, lo siento.

Marilyn: No estoy enfadada.

( Pero lo estaba. Mientras yo pagaba la cuenta, se fue al tocador, y deseé tener un libro para leer: sus visitas al lavabo de señoras a veces duraban tanto como el embarazo de una elefanta. Mientras pasaba el tiempo , me pregunté tontamente si estaría metiendo estimulantes o tranquilizantes. Tranqulizantes , sin duda.
Había un periódico encima de la barra y lo cogí; estaba escrito en chino. Cuando pasaron veinte minutos, decidí investigar. Quizá se había metido una dosis mortal, o a lo mejor se había cortado las muñecas. Encontré el lavabo de señoras, y llamé a la puerta. Ella dijo: "Pase." Dentro, se estaba observando en un espejo mal iluminado. Le dije: "¿ Qué estás haciendo? Contestó: "Mirándola a ella." En efecto, se estaba pintando los labios con lápiz de color rubí. Además se había quitado el sombrío pañuelo de la cabeza y se había peinado su lustroso pelo, fino como algodón de azúcar.)



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Marilyn: Espero que te quede suficiente dinero.

TC: Eso depende. No lo bastante como para comprar perlas, si ésa es tu idea de enmendar las cosas.

Marilyn ( con risitas, otra vez de buen humor. Decidí no volver a mencionar a Arthur Miller): No. Sólo lo bastante para un largo paseo en taxi.

TC: ¿ A dónde vamos? ¿ A Hollywood ?

Marilyn: ! No, demonios! A un sitio que me gusta. Lo averiguarás cuando lleguemos.

( No tuve que esperar tanto, porque nada más parar un taxi dio ordenes al conductor para que se dirigiese al muelle de South Street, y pensé: ¿no es ahí donde se toma el transbordador para Staten Island? Y mi siguiente conjetura fue: se ha tragado pastillas encima del Champagne y ha perdido la chaveta.)

TC: Espero que no vayamos a dar un paseo en barca. No he recogido mi Dramamina.

Marilyn: ( contenta, riéndose): Sólo por el muelle.

TC: ¿ Puedo preguntar por qué?

Marilyn: Me gusta estar allí. Huele a algo remoto y doy de comer a las gaviotas.

TC: ¿Con qué? No tienes nada que darles de comer.

Marilyn: Sí tengo. Mi bolso está lleno de pastelitos de la suerte. Los he robado del restaurante.

TC( tomándole el pelo): ! Vaya! Cuando estabas en el lavabo abrí uno. El envoltorio de dentro era un chiste verde.

Marilyn: ! Vaya! ¿ Pastelitos de la suerte verde?

TC: Estoy seguro de que a las gaviotas no les importará.



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( Nuestro camino nos llevó por el Bowery. Diminutas casas de empeño y puestos de donar sangre y pensiones de cincuenta centavos el catre y pequeños hoteles sombríos de un dólar la cama y bares para blancos, bares para negros, en todas partes mendigos, pedigüeños jóvenes, nada jóvenes, ancianos, vagabundos en cuclillas al borde de la acera, agachados entre vidrios rotos y restos de vómito, pordioseros reclinados en portales y apelotonados como pingüinos en las esquinas. Una vez, al detenernos ante un semáforo rojo, un espantapájaros de purpúrea nariz se acercó hacia nosotros dando traspiés y empezó a restregar el parabrisas del taxi con un trapo húmedo, sujeto con mano temblorosa. Nuestro conductor, protestando , gritó obscenidades en italiano.)

Marilyn: ¿ Qué pasa? ¿ Qué ocurre?

TC: Quiere una propina por limpiar la ventanilla.

Marilyn ( tapándose la cara con el bolso): ! Qué horror! No lo puedo soportar. Dale algo. De prisa. ! Por favor!

(Pero el taxi se alejó zumbando, derribando casi al viejo borrachín. Marilyn se echó a llorar.)

Me he puesto mala

TC: ¿Quieres irte a casa?

Marilyn: Todo se ha estropeado.

TC: Te llevaré a casa.

Marilyn: Espera un minuto. Me pondré bien.

( Así llegamos a South Street, y efectivamente la visión de un transbordador ahí anclado, con la silueta de Brooklyn al otro lado del agua y blancas gaviotas en picado, haciendo cabriolas contra un horizonte marino salpicado de leves a algodonosas nubes como encajes delicados, ese cuadro, tranquilizó pronto su espíritu.
Al bajarnos del taxi vimos a un hombre con un chow llevado de una correa, un posible pasajero en dirección al transbordador y, cuando nos cruzamos con ellos, mi acompañante se agachó para acariciar la cabeza del perro.)


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El hombre ( con tono firme, pero no hostil): No debería tocar a perros desconocidos. Especialmente a los chow. Podrían morderla.

Marilyn: Los perros no me muerden. Sólo los seres humanos. ¿ Cómo se llama?

El hombre: Fu Manchú.

Marilyn ( riendo): ! Oh! Como en las películas. Tiene gracia.

El hombre: ¿ Cuál es el suyo?

Marilyn: ¿Mi nombre? Marilyn.

El hombre: Lo que me figuraba. Mi mujer nunca me creerá. ¿ Podría darme un autógrafo?

( sacó una tarjeta y una pluma; utilizando el bolso como apoyo, escribió: " Dios lo bendiga. Marilyn Monroe". )

Marilyn: Gracias.

El hombre: Gracias a usted. Ya verá cuando lo enseñe en la oficina.

( Llegamos a la orilla del muelle, y escuchamos el chapoteo del agua contra él.)

Marilyn: Yo solía pedir autógrafos. A veces lo hago todavía. El año pasado, Clark Gable, estaba sentado junto a mí en Chasen's y le pedí que me firmara la servilleta.

( Apoyada en un poste de amarre, ofrecía el perfil: Galatea inspeccionando lejanías inconquistadas. La brisa le acariciaba el pelo, y su cabeza volvió hacía mí con etérea suavidad, como si el aire la hubiera hecho girar.)

TC: Pero ¿cuándo damos de comer a los pájaros ?. Yo tambien tengo hambre. Es tarde y no hemos almorzado.

Marilyn: Recuerdas que te dije que si alguien te preguntaba cómo era verdaderamente Marilyn Monroe..., bueno, ¿ qué le contestarías?

(Su tono era inoportuno, burlón , pero también grave: quería una respuesta sincera.)

Apuesto a que dirias que soy una estúpida. Una sentimental .

TC: Por supuesto. Pero también diría ...

( La luz se iba. Marilyn parecia esfurmarse con ella, mezclarse con el cielo y las nubes y alejarse más allá de ellos. Quería elevar mi voz más alto que los chillidos de las gaviotas y llamarla para que volviese: ! Marilyn! ¿ Por qué todo tuvo que acabar así, Marilyn? ¿ Por qué la vida tiene que ser tan jodidamente podrida?)

TC: Diría...

Marilyn: No te oigo.

TC: Diría que eres una hermosa criatura.



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VII.---- Vueltas nocturnas .


O cómo practican la sexualidad los gemelos siameses

( Nocturnal Turnings)

TC: ! Caramba! ! Completamente despiertos! ! Dios Santo! No hemos dormido ni un minuto. ¿ Cuánto tiempo nos hemos quedado adormilados, querido?

TC: Ya son las dos. Tratamos de dormirnos a eso de medianoche, pero estábamos demasiado tensos. Así que dijiste que por qué no nos masturbábamos, y yo dije que si, que eso nos relajaría, normalmente nos relaja, de manera que nos masturbamos y nos dormimos inmediatamente. A veces me pregunto : ¿ qué haríamos nosotros sin Madre Puño y sus cinco hijas? Desde luego, a través de los años han sido para nosotros como un manojo de amigas. Compañeras de verdad.

TC: Dos horas asquerosas. Dios sabe cuándo volveremos a pegar ojo. Y no se puede hacer nada. No podemos echar un traguito de algo porque no da resultado. Ni ninguna de esas pastillas para dormir, porque tampoco surten efecto.

TC: Vamos. Acabemos con ese asunto de Amos y Andy. No me siento con ánimo esta noche.

TC: Nunca estás de ánimo. Ni siquiera querías mas***barte.

TC: Sé justo. ¿ Alguna vez te he negado eso? Cuando quieres mas***barte, siempre me tumbo y te dejo.

TC: Porque no tienes otra elección , por eso.



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TC: Prefiero, con mucho, la satisfacción solitaria a algunos excesos que me obligas a soportar.

TC: Eso es asunto tuyo. Nunca tenemos actividad sexual con nadie, salvo el uno con el otro.

TC: Sí, pero piensa en toda la miseria que eso nos habrá evitado.

TC: ! Ja, ja, ja, jaja, ja! ! Jo, jo, jo, jo, jo! " Es un terremoto o sólo un estremecimiento ? ¿ Es auténtica sopa o sólo una imitación ? ¿ Es el Lido lo que veo o Asbury Park?" ¿ O es, por último, una mierda?

TC: No sabes cantar. Ni siquiera en el baño.

TC:Qué puñetero estás esta noche. Quizá podamos pasar algún tiempo trabajando en tu Lista de Puñeteros.

TC: Yo lo llamaría Lista de Puñeteros. Es algo más parecido a lo que tú llamarías Lista de Grandes Insoportables.

TC:Bueno, ¿ quién nos desagrada más esta noche? De los vivos. Si no están vivos, no resulta interesante.

TC: Billy Graham
Princesa Margarita
Princesa Ana
El reverendo Ike
Ralph Nader
Juez del Tribunal Supremo, Byron " Centrifugadora"
White
Princesa Z
Werner Erhard
La princesa Real
Madame Gandhi
Master y Johnson
Princesa Z
Billy Graham
CBSABCNBCNET
Sammy Davis, junior
Señor Jerry Brown
Billy Graham
Princesa Z
J. Edgard Hoover
Werner Erhard



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