Autoestima y otros temas de psicología

Caminar por la senda del desapego


"Cuantos más apegos dejes caer por el camino, más cerca estarás de encontrarte a ti mismo" (Walter Riso).

La sociedad de consumo ha ido transformando todo aquello considerado como accesorio en algo necesario, y este último en urgente y escaso. Vendiendo tanto productos como ideas y formas de vivir al público.


El sentimiento de apego
Podemos sentir apego por personas, animales u objetos personales dotados de algún valor sentimental, pero no sólo esto es apego. Apego también puede referirse al acogimiento de nuestras propias creencias o maneras particulares de hacer las cosas, generándonos malestar cuando lo vemos dañado. Así, nuestro apego nos limita causándonos en muchas ocasiones sufrimiento, convirtiéndose en nuestro anteojos para mirar el mundo.

El apego se basa en nuestro temor e inseguridad, y ésta última en la falta de conocimiento de nuestro Yo.


Por lo tanto el apego sería un estado emocional de vinculación, en algunos casos compulsiva, a una cosa, persona o pensamiento determinado, que genera en ocasiones la creencia persistente de que sin eso no se puede vivir o ser feliz. Pero la felicidad no es aquello que nos rodea o a donde podemos amarrarnos, la felicidad crece de dentro hacia afuera, escondida muchas veces tras los pensamientos de nuestra mente.

¿Y en qué consiste desapegarnos?
El desapego nos permite relacionarnos con todo pero sin causar dolor y sufrimiento. Consiste en el desprendimiento de nuestro interés por el resultado, sin renunciar a la intención ni al deseo, sumergiéndonos en lo desconocido, adentrándonos en el campo de todas las posibilidades.


El desapego implica vivir en el presente, en el aquí y ahora, aceptando la realidad y los hechos que van sucediendo. Está relacionado con el disfrute de las cosas, sabiendo que son transitorias, que no permanecen ni son estáticas. Todo a nuestro alrededor se va modificando, incluida nuestra forma de ser, dependiendo de las experiencias de las que vamos siendo participes.

Desapegarnos no quiere decir que nada nos importe sino que aprendemos a amar, a preocuparnos e involucrarnos sin generar un profundo caos interno, olvidándonos de la necesidad de poseer para ser felices.

Desapegarnos es el sostén de nuestra libertad, permitiendo también ser libres a los demás. Es liberarse de la rigidez abriendo paso a la flexibilidad y las posibilidades. Desapegarse es comenzar a descubrirse a sí mismo sin el obstáculo de la seguridad y certidumbre.

El desapego implica comprender que las pérdidas sucederán y serán inevitables. Que soltaremos de la mano lo que amamos, pero sin dejar de amarlo.


Por Gema Sánchez Cuevas
Es verdad, conozco personas que están tan obsesionadas por mantener lo que tienen que no son felices.
Tengo una amiga que está obsesionada por no desprenderse de ninguna de sus joyas, cuadros, mantelerías y sábanas bordadas de su madre y abuela, vestidos que ya no se pone pero que en su día le encantaron, guarda su vestido de novia (está divorciada) y el de primera comunión. La casa se le está quedando pequeña y el problema es que no tiene a quién dejárselo el día que se muera y le obsesiona pensar en dónde acabará todo eso.
Yo le digo que lo venda de segunda mano, que aunque saque 500 euros por todo ello, que se lo gaste en un viaje o algo así y que incluso puede vender su piso y comprar otro más pequeño, con menos gastos.
Además veo que todos esos recuerdo le provocan tristeza, porque piensa en su boda que acabó en divorcio, en su madre que ya no está, en lugar de pasar página y disfrutar del resto de su vida.
 
Cerebro creativo: mentes libres, emotivas y conectadas

El cerebro creativo es increíble. Es juguetón, es emotivo, libre e incansable. No cree en las cosas finitas, para él el mundo está lleno de posibilidades y elige estar conectado con todo para aprender de casi cualquier estímulo. A menudo ni siquiera sabe cómo se le han ocurrido ciertas cosas, porque las ideas surgen en sus mentes como destellos, como peces dorados que sobresalen sobre los demás.


Decía Steve Jobs que la creatividad llega cuando aprendemos a conectar elementos. Es relacionar nuestra realidad con experiencias pasadas y atrevernos a crear cosas nuevas y desafiantes. Esas que en un primer momento no todo el mundo entiende, pero que más tarde abrirán otras posibilidades y esa innovación que toda empresa necesita, ese capital humano que nuestra sociedad debería apreciar tal y como se merece.




“Las personas creativas contienen extremos contradictorios; en lugar de ser un “individuo”, cada uno de ellos es una multitud.”
-Mihaly Csikszentmihalyi-

Así, y por curioso que nos resulte, a día de hoy aún mantenemos ideas equívocas sobre la creatividad y el cerebro creativo. Pensamos, por ejemplo, que la capacidad para crear ideas innovadoras y originales se relaciona con la inteligencia. Aún más, hay quien sigue manteniendo el modelo del hemisferio derecho como foco y origen de nuestra creatividad. No es cierto. Los mitos siguen emborronando muchas ideas que la ciencia ha demostrado o falsado desde hace tiempo.


Entendamos en primer lugar que la creatividad es una capacidad con la que todos venimos al mundo. Entendamos también que para potenciarla, para servirnos de ella debemos empezar a ver el mundo y a nosotros mismos de otra forma. Hablaremos de ello a continuación.

¿Cómo funciona el cerebro creativo?
El cerebro creativo funciona de manera diferente. Un estudio reciente publicado en la Academia Nacional de Ciencias nos revela algo que los neuropsicólogos ya intuían: las personas creativas presentan unas estructuras neuronales mucho más conectadas que el resto. A través de pruebas de resonancia magnética pudo verse cómo la conectividad funcional y neural es mucho más compleja, fascinante casi.

Por tanto, aquí se cae una vez más la idea de asociar la creatividad al hemisferio derecho en exclusiva. Porque la persona acostumbrada a generar ideas innovadoras, arriesgadas y originales presenta una sinfonía de interacción inmensa en ambos hemisferios, el izquierdo y el derecho. Ahora bien, los descubrimientos sobre el cerebro creativo no se quedan aquí, presentan particularidades aún más interesantes.

Un pensamiento flexible y con tolerancia a la incertidumbre
Como ya sabemos, la arquitectura neuronal de la persona creativa está más conectada y es más densa. Esto viene explicado también por su enfoque mental siempre flexible, abierto a la ambigüedad y a la incertidumbre. Mientras las mentes más rígidas son incapaces de aceptar los datos contradictorios, la persona creativa los ve cómo un desafío e intenta buscar explicaciones, juega con las probabilidades, con los heurísticos…

La alta inteligencia no explica la creatividad
Las personas creativas no presentan, por término medio, un cociente intelectual especialmente llamativo. Todos recordamos, por ejemplo, el famoso estudio que llevó a cabo el psicólogo Frank X Barron llevó en 1956. Reunió en un antiguo caserón de la Universidad de Berkeley a reconocidos arquitectos, científicos y escritores como Truman Capote, William Carlos Williams y Frank O’Connor. Quería entender cómo funcionaban las mentes más creativas del país.

Lo que descubrió en esos días con aquel variado grupo de personalidades fue lo siguiente:

  • Presentaban una apertura a la vida interior más profunda. Eran reflexivas, sabían analizar sus emociones, tomaban contacto son sus necesidades internas.
  • La motivación, la ilusión por aprender, por descubrir cosas o por mostrar al mundo nuevas ideas, conceptos o historias era algo que todos compartían.
  • Existía a su vez un componente emocional y moral. La mayoría presentaban unos nobles valores.
  • Aceptaban el desorden, incluso les inspiraba.
  • Tenían un punto de locura muy peculiar, una mirada a instantes infantil, juguetona y ansiosa por ir más allá de lo establecido, por asombrarse, por disfrutar de las cosas más elementales…
  • Dentro de un margen, les encantaba asumir riesgos.
El cerebro creativo y la introspección
Otro rasgo característico de las personas creativas es su introspección. Presentan una mayor autoconciencia y saben conjugar sus áreas más “oscuras” y también las más relucientes. Este aspecto, el poder ser consciente de las propias limitaciones, de los defectos o hechos más convulsos es a menudo sinónimo de una mejor salud mental.

La creatividad es desordenada a nivel neurológico
El neurólogo Marcus Raichle realizó un interesante trabajo en el 2001 sobre la creatividad, en él concluyó con algo revelador. El cerebro creativo es tremendamente desordenado. Ya sabemos que la innovación creativa no se localiza en el hemisferio derecho. En realidad, es increíblemente dispersa.

  • Así, el doctor Raichle habló de la “red de la imaginación”, la cual, involucra muchísimas regiones cerebrales: áreas de la superficie medial del cerebro, así como los lóbulos frontal, parietal y temporal.
  • Por otro lado, otro proceso que caracteriza al cerebro creativo es lo que se conoce como “cognición autogenerada”. Es decir, la capacidad de soñar despiertos, rumiar o dejar que las mentes divaguen.
Mihaly Csikszentmihalyi, después de más de 30 años estudiando a las personas creativas nos señala que son personalidades complejas; es como si en su cerebro no habitara una sola persona. Es como si en ellos hubiera un equipo entero de profesionales demandando cosas, sugiriendo ideas y nuevos intereses.

Son esas voces las que les motivan. Sin embargo, también son ellas las que a veces, les sugieren demasiadas ideas, demasiados proyectos… a veces contradictorios. De hecho, es este uno de los problemas más comunes del cerebro creativo: aprender a controlar todos esos flujos de ideas, emociones y cogniciones, etc.

Por Valeria Sabater


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Es verdad, conozco personas que están tan obsesionadas por mantener lo que tienen que no son felices.
Tengo una amiga que está obsesionada por no desprenderse de ninguna de sus joyas, cuadros, mantelerías y sábanas bordadas de su madre y abuela, vestidos que ya no se pone pero que en su día le encantaron, guarda su vestido de novia (está divorciada) y el de primera comunión. La casa se le está quedando pequeña y el problema es que no tiene a quién dejárselo el día que se muera y le obsesiona pensar en dónde acabará todo eso.
Yo le digo que lo venda de segunda mano, que aunque saque 500 euros por todo ello, que se lo gaste en un viaje o algo así y que incluso puede vender su piso y comprar otro más pequeño, con menos gastos.
Además veo que todos esos recuerdo le provocan tristeza, porque piensa en su boda que acabó en divorcio, en su madre que ya no está, en lugar de pasar página y disfrutar del resto de su vida.
Conozco una persona asi y es muy dificil cambiarla.
Parece que cada objeto tiene un simbolismo, un valor gigantezco para la persona.
Mientras no miren estos objetos como simples objetos, eso no tendrá fin.
 
Ciclotimia: síntomas, causas y tratamiento



El rasgo o característica principal de la ciclotimia (trastorno ciclotímico) es una alteración crónica y fluctuante del estado de ánimo. Podemos decir algo así como que la ciclotimia es “el hermano menor” del trastorno bipolar.


En la ciclotimia, la fluctuación del estado de ánimo conlleva numerosos períodos de síntomas hipomaníacos y períodos de síntomas depresivos que son distintos entre sí. Lo realmente importante es que los síntomas hipomaníacos son insuficentes en número, gravedad, generalización o duración para cumplir los criterios de un episodio hipomaníaco.




Ocurre lo mismo con los síntomas depresivos. Los síntomas depresivos son insuficentes en número, gravedad, generalización o duración para cumplir los criterios de un episodio depresivo mayor. Si esto no fuera así, estaríamos hablando de un trastorno bipolar. Por eso nos hemos referido a la ciclotimia como “el hermano menor” del trastorno bipolar.


La hipomanía y los síntomas depresivos

Cuando hablamos de hipomanía, hacemos referencia a un estado similar a la manía, pero de menor intensidad. La hipomanía es un trastorno psiquiátrico que se manifiesta con irritabilidad o excitación de aparición transitoria. Se trata de una forma menos importante o “incompleta” de un episodio maníaco.

Entre los síntomas de la hipomanía encontramos un humor exaltado durante varios días, asociado a una agitación, disminución del tiempo de sueño, hiperactividad y una auto-confianza exagerada, mostrando cambios importantes respecto al estado anterior de la persona. Normalmente no es necesaria la hospitalización, al contrario de lo que ocurre con la manía.




En cuanto a los síntomas depresivos que se dan en la ciclotimia, podemos decir que son los mismos que conocemos en cualquier persona deprimida. Sin embargo, estos síntomas no son tan llamativos ni tan intensos como en un episodio depresivo mayor.


Características de la ciclotimia o trastorno ciclotímico

Además de lo que ya hemos apuntado con anterioridad, durante los dos primeros años del trastorno, los síntomas deben ser persistentes. Es decir, estar presentes la mayor parte de los días. En el caso de niños y adolescentes, el criterio es de un año en vez de dos.


Para el diagnóstico, ningún intervalo en el que la persona esté libre de síntomas debe durar más de dos meses. Si esto fuera así, no estaríamos hablando de ciclotimia. Se realiza el diagnóstico de ciclotimia solo si no se cumplen los criterios de episodio depresivo mayor, maníaco o hipomaníaco.




No se debe diagnosticar ciclotimia si el patrón de los cambios de humor se explica mejor por un trastorno esquizoafectivo, una esquizofrenia, un trastorno esquizofreniforme, un trastorno delirante u otro trastorno del espectro de la esquizofrenia o por otros trastornos psicóticos. Es decir, primero se diagnosticarían estos si cumplieran los criterios requeridos.


Por otro lado e igualmente para su diagnóstico, una ciclotimia no se debe confundir con la alteración del estado de ánimo debido a los efectos fisiológicos de una sustancia ni a otra afección médica. Y es que hay ciertas sustancias (drogas o medicación) que pueden desencadenar síntomas parecidos.


Como en la mayoría de los trastornos psicológicos, para diagnosticar ciclotimia debe haber una alteración o afectación clínicamente significativa. Esta alteración se puede dar en el plano social, laboral o en otras áreas importantes del funcionamiento, y es resultado de la alteración del estado de ánimo.


¿Cuáles son los criterios diagnósticos de la ciclotimia?

Según el DSM-5 (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), para diagnosticar un trastorno ciclotímico deben darse los siguientes criterios diagnósticos:


  • Durante dos años como mínimo (al menos un año en niños y adolescentes) han existido períodos con síntomas hipomaníacos que no cumplen los criterios para un episodio hipomaníaco, y numerosos períodos con síntomas depresivos que no cumplen los criterios para un episodio de depresión mayor.
  • Durante el período de dos años citado anteriormente, los períodos hipomaníacos y depresivos han estado presentes al menos la mitad del tiempo y la persona ha presentado síntomas durante más de dos meses seguidos.
  • Nunca se han cumplido los criterios para un episodio de depresión mayor, maníaco o hipomaníaco.
  • Los síntomas del primer criterio no se explican mejor por un trastorno esquizoafectivo, esquizofrenia, un trastorno esquizofreniforme, un trastorno de ideas delirantes, u otro trastorno del espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos especificados o no especificados.
  • Los síntomas no se pueden atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., una droga, un medicamento) o a otra afección médica (p. ej., hipertiroidismo).
El comienzo de este trastorno suele ser insidioso y su curso persistente. Además, existe un riesgo del 15-50 % de que un paciente con ciclotimia desarrolle después un trastorno bipolar I o bipolar II.


Como hemos visto, el trastorno ciclotímico o ciclotimia es un trastorno relacionado con el trastorno bipolar. Se diferencia de este en que los síntomas hipomaníacos no cumplen los criterios para un episodio hipomaníaco. Además, los síntomas depresivos tampoco cumplen los criterios para un episodio de depresión mayor.

Por Francisco Pérez
 
5 beneficios psicológicos de la natación



La natación es un ejercicio recomendado para personas de todas las edades. Se trata de una actividad que cuida de nuestros cuerpos, pero también, y por extensión, de nuestras mentes. Frente a otros deportes, como puede ser la carrera, tiene la ventaja de ser mucho menos lesivo y de implicar a más músculos en el trabajo.


Desde una perspectiva psicológica, es un oasis para los problemas cotidianos y la ansiedad asociada. Al mismo tiempo, permite desarrollar valores muy positivos como la constancia y la tenacidad.




Por otro lado, los beneficios físicos de la natación son ilimitados. A grandes rasgos, es un deporte bastante completo, fantástico para el entrenamiento cardiovascular, la resistencia y la tonificación. Además, es una actividad ideal para quienes se recuperan de una lesión o para aquellas personas que sufren dolor en las articulaciones.


Ciertamente, debes saber que la natación es el único deporte que se recomienda en más del 80% de los casos médicos y tiene un gran público objetivo, accesible desde niños a ancianos. De hecho, los estudios confirman que nadar ayuda contra muchas enfermedades, ya que crea un estado de confort físico y psicológico.


Asimismo, la investigación respalda el hecho de que, a través de sus cualidades, el agua ejerce un fuerte efecto tónico sobre el sistema nervioso. Por ello, las actividades acuáticas suelen recomendarse a aquellas personas que sufren trastornos mentales.




Como hemos dicho, la natación tiene el extraordinario poder de reforzar nuestra salud. Sin embargo, ¿conoces los beneficios psicológicos de la natación? Te los presentamos a continuación:


Reduce el estrés

Primeramente, la natación puede reducir el estrés, igual o más que otra práctica física. Se trata de una actividad muy relajante, que permite un mayor flujo de oxígeno a los músculos, obligando a regular la propia respiración.


Asimismo, la natación puede ayudar a promover el crecimiento de nuevas células cerebrales en partes del cerebro que las pierden por estrés crónico. Por lo tanto, es una actividad que puede influir positivamente en tu capacidad para manejar y enfrentar el estrés.

Aporta energía

En general, te sientes cansado después de practicar la mayoría de los deportes. Sin embargo, la natación es única en este sentido. De hecho, los expertos recomiendan nadar por la mañana para comenzar el día con buen pie. Esto te dará más energía para encarar la jornada con las mejores sensaciones.


Refuerza tu autoestima

La natación es un entrenamiento físico para todo el cuerpo, por lo que realmente te permite quemar el exceso de grasas y tonificar tus músculos. Esto, a su vez, aumenta la confianza en ti mismo y tu autoestima. Se produce el efecto dominó: ¡al sentirte mejor contigo mismo, tu estado de ánimo mejora de forma natural!

“Para alcanzar lo que nunca has tenido tendrás que hacer lo que nunca has hecho”
-Mireia Belmonte-

Aumenta la potencia cerebral

El entrenamiento cardiovascular hace que la sangre oxigenada se bombee de manera más efectiva. Cuanto mayor es el flujo sanguíneo, más oxígeno recibe el cerebro. En otras palabras; cuanto mejor funciona tu cerebro, mejor reaccionará el resto del cuerpo.


Mediante la natación, sentirás como las tareas diarias son más fáciles de llevar a cabo, además de observar como tus niveles de concentración aumentan.

Antidepresivo

El último de los beneficios psicológicos de la natación que te presentamos es su efecto antidepresivo. A pesar de tratarse de un deporte individual, las clases suelen ser grupales. Estas brindan una experiencia social para los participantes. A su vez, el hecho de completar los continuos retos que ofrece la natación proporciona una sensación de logro. La natación hace que se liberen endorfinas y neurotrasmisores, como la serotonina.


Finalmente, la natación es una forma única de hacer ejercicio, ya que permite cosechar los beneficios del entrenamiento aeróbico, anaeróbico y de resistencia sin causar un gran impacto sobre huesos y músculos. Así, ¿a qué esperas para empezar a hacer tus primeros largos?

Por Óscar Dorado
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Agradezco las noches que se hicieron mañanas por amigos que se hicieron familia



No podemos elegir la música que la vida va a hacer sonar para nosotros, ni que aquella canción que tanto nos gusta vuelva a sonar una y otra vez cada día. Pero, sí podemos dirigir el baile, decidir acompañantes que luego serán amigos y vestir el corazón para interpretar nuestra coreografía personal.


Es cierto que el baile, a veces, exige un solitario porque siempre es positivo mejorar los propios pasos y conocernos dentro de la pista, pero hay coreografías en las que seguro vamos a necesitar el número de una pequeña mano de personas que sientan el estribillo igual que lo hacemos nosotros.




En esos casos la elección del grupo de baile que te va a acompañar es una de las decisiones más importantes: juntos pasaréis fatigas, superaréis baches, ganaréis resistencia y, sobre todo, aprenderéis a no dejar de bailar bajo ninguna circunstancia. La familia, incluida la que uno encuentra, forma este equipo: amigos gracias a los cuales las noches son el momento del día en el que salen más estrellas.


Corazones que empujan a no dejar de bailar

La voluntad y el coraje son las dos armas principales que consiguen que un bailarín supere todos sus obstáculos: que le digan que nunca lo logrará, que se mueva peor en unos determinados estilos de danza, que haya momentos en los que expresarse con el cuerpo le resulte más sencillo…

Los amigos son algo así como el coraje, la voluntad y la fuerza que nos falta con algunos de nuestros monstruos: aquellos que nos dirán que sí, que podemos; los que nos darán la mano en las situaciones más complicadas que nos hacen quedarnos quietos, esos que entenderán que no hablemos y que lo harán por nosotros si es necesario.


“Quizás es bueno tener una mente maravillosa, pero un regalo incluso mayor es descubrir un corazón maravilloso.”
-Película Una mente maravillosa

Los amigos son esos corazones que empujarán a no dejar de bailar cuando aparecen las primeras señales de cansancio y en nuestra mente aparece la tentación de parar. Ellos son esas personas maravillosas que hacen valer más un abrazo que cualquier otra acción: un regalo que convierte nuestras caídas en pasos escénicos.


Sus risas son agua en un desierto

Al pensar en mis amigos yo no puedo separarlo de un poema de Luis Alberto de Cuenca, en el que se recoge el verso original de este subtítulo. Esto me pasa, quizá, porque el infierno se asocia con un lugar dónde alguien va a pasarlo mal y la risa de los amigos son capaces de hacernos salir de los peores lugares.


Las noches más frías gracias a ellos tienen significado y valor, porque te hacen ver lo que no ves y llegar a la mañana siguiente con valentía. Las noches más duras gracias a ellos son más débiles o, al menos, nos lo hacen parecer. Las mañanas, cuando llegan, gracias a ellos lo hacen llenas de primavera y dejando atrás todo el invierno.


En ocasiones, el baile es lento, sombrío, muy duro e incluso triste pero tu equipo de baile sigue estando ahí: interpreta la coreografía hasta el final y a tu lado, te ayuda a hacer las acrobacias más complicadas y espera hasta que la música acabe.


Amigos, el “rocanrol” de la vida

Siguiendo con la metáfora del baile, a todo bailarín se le obliga a tener un oído perfecto para escuchar el ritmo que se le marca, una disponibilidad de su tiempo plena para hacer crecer lo que va recogiendo de su aprendizaje y una coordinación exquisita que mantenga siempre a sus compañeros concentrados, a golpe de mirada.


Por ello, los amigos son los mejores bailarines que podríamos querer en nuestra escuela de baile: nadie mejor que ellos para escuchar, aunque sea tu silencio; nadie mejor que ellos para guiar tu ritmo y ser tu ejemplo; nadie mejor que ellos para ofrecerte su tiempo, ese que hace crecer amistades y fortificar el cariño. Nadie mejor que ellos para coordinarse contigo, en las buenas y en las malas.


“A veces el tesoro te desentierra a ti.”
-Benjamín Prado-

Los amigos son el rock and roll de nuestra vida, ese espíritu rebelde y a la vez sofisticado y variado que anclará tus pies a la pista y solo dejará que los levantes para seguir bailando. Los amigos son, en definitiva, aquellas personas a las que puedes agradecer que tus noches se hayan convertido en mañana, la razón del baile.


“Si no tienes algo por lo que bailar,


encuentra una razón para bailar.”


-Melody Carstairs-

Por Cristina Medina Gomez
 
Me gusta la gente que sabe ser sol cuando la vida está nublada



Hay personas que saben estar a nuestro lado cuando más les necesitamos. Es decir, hay quienes saben ser sol en momentos en los que el cielo está nublado y la vida se ha atascado en una tormenta que no nos quier dejar salir.


Porque la verdad es que hay gente especial que reconoce en sí misma la belleza de una sonrisa que sale del alma, que no engaña y que se muestra justa y serena consigo y con el mundo. Una especie rara pero real.




Obviamente, como todos, esta gente “que sabe ser sol” también comete errores y tiene defectos, pero lo que les caracteriza es su habilidad para iluminar con una sonrisa un día nublado por malos pensamientos y malas experiencias. Este artículo va por ellos.


“Hay personas mágicas…Te lo prometo. Las he visto. Se encuentran escondidas por todos los rincones del planeta. Disfrazadas de normales. Disimulando su especialidad. Procuran comportarse como los demás. Por eso, a veces, es tan difícil encontrarlas.


Pero cuando las descubres….ya no hay marcha atrás. No puedes deshacerte de su recuerdo. No se lo digas a nadie, pero dicen que su magia es tan fuerte, que si te toca una vez, lo hace para siempre”




-Autor desconocido-


La importancia de la escucha empática

La escucha empática o activa es aquella que practican las personas a las que se les da bien “ser sol en días de oscuridad”. A través de ella se escucha y se capta el mensaje emocional y personal que quien tiene un día complicado quiere transmitir.


Una persona que practica la escucha empática presta atención al otro con la intención de comprender sentimientos y de apreciar el punto de vista desde el que interpreta el mal día que está viviendo. Porque solo así puede comprenderse el marco de referencia desde el que se vive el momento.

Así, nuestro cerebro, que nada deja al azar, asume este interés de la otra persona como un interés sincero y afectivo, lo que contribuye a la secreción de sustancias como la serotonina, la dopamina y la oxitocina, las cuales fomentan el establecimiento del vínculo emocional.


Abrazar a unos ojos tristes simboliza el acogimiento y el sostén al mundo en el que se vive, la lucha conjunta y el apoyo emocional.

Corazones pacientes que nos escuchan

Como ya planteamos en otra ocasión, a los ojos tristes les hacen falta menos palabras y más abrazos. Porque cuando tenemos un mal día solemos apreciar más que un corazón paciente nos escuche y no tanto que mentes brillantes nos hablen.


La necesidad de hablar y de exteriorizar lo que sentimos a través de palabras, abrazos, llantos y caricias responde a la manera que tiene nuestra mente emocional de auto-regularse para poner orden en medio del caos.

O sea, es una manera de permitirse la emoción y comprenderla, dejando a un lago la negación de la misma y, por lo tanto, abandonando el terreno de la incomprensión y de la incertidumbre de sentirse solo en un momento en el que se necesita compañía paciente e incondicional.

Así, tener a alguien a tu lado especialista en “ser sol” en días oscuros te permite conducir con tu vehículo por la autopista en vez de por una carretera secundaria en mal estado que te obliga a hacer 20 paradas para llegar al destino del bienestar.


La humildad, la sencillez y la bondad son tres pilares fundamentales que nos ayudan a “ser sol” en momentos en los que estamos sumergidos en océanos de confusión y problemas. Porque para ser realmente grande hay que estar al lado de la gente, no por encima de ella.

Por Raquel Aldana

 
Proteger y ser protegido: una fuente de felicidad



Todos los seres humanos necesitamos contar con un entorno que nos brinde protección. El ser humano tiene momentos en los que se sabe frágil y comprende, más allá de la razón, que necesita ser protegido. Se trata de una necesidad fundamental que está presente desde que nacemos y que nos acompaña hasta la muerte.


El deseo y la necesidad de ser protegido no siempre tienen la misma intensidad. Obviamente, se hacen más fuertes cuando nos encontramos en un estado de vulnerabilidad manifiesta. Cuando enfermamos o cuando transitamos por un entorno desconocido, por ejemplo. En suma, cuando nos enfrentamos a cualquier situación que implique algún riesgo.




La necesidad fundamental de ser protegido también aumenta cuando nuestro estado emocional es frágil, aunque no exista ningún riesgo externo. En momentos de inseguridad, de desesperanza o de angustia aumenta la necesidad de contar con personas y circunstancias que nos permitan sentirnos protegidos. En el fondo, todos lo sabemos. Sin embargo, ¿sembramos y fortalecemos realmente esas presencias y esos lazos de protección en nuestra vida?


La verdadera medida de la justicia de un sistema es la cantidad de protección que garantiza a los más débiles”.
-Aung San Suu Kyi-

La génesis del sentimiento de protección

En realidad, una cosa es ser protegido y otra sentirse protegido. A veces ambas realidades van de la mano, a veces no. Sentirse protegido supone tener la certeza subjetiva de que se cuenta con apoyo para salir de esas situaciones en las que la fuerza propia no es suficiente. Ser protegido tiene que ver con algo más concreto. Se refiere a la activación de esos soportes.


El sentirse protegido es un sentimiento muy reconfortante. Nace en los primeros años de nuestra vida y depende en gran medida de nuestra madre, o de quien haga sus veces. Es en esas etapas iniciales cuando se nos imprime un sello de protección, o un vacío de la misma.




La presencia de la madre o de una figura referencia que se haga cargo de nosotros nos da una sensación de omnipotencia en esas primeras etapas. Como si nada pudiera sucedernos. Claro que puede ocurrirnos cualquier cosa, pero sentimos que no. Lo mismo sucede al contrario. Si lo que hay es una ausencia de esa madre, es como si todo el universo fuera amenazante. La sensación, o parte de ella, queda grabada en la manera en la que nos relacionemos con los demás y con el mundo en los años siguientes.

Ser protegido: un asunto de vínculos

Cuando alguien crece con la sensación de ser protegido, aprende a confiar en los demás y en sí mismo. Una consecuencia de esto es que logra establecer fácilmente vínculos cercanos y afectivos con los demás. En cambio, si uno arrastra consigo la huella de la desprotección, le será muy difícil vencer el miedo a involucrarse afectivamente con los otros.




La marca de la desprotección también propicia que sea muy difícil encontrar un equilibrio en la forma de proteger a los demás. O hay una cierta negligencia en ese cuidado que podemos prodigar a otros o se da un celo excesivo.


De la misma manera, puede llevarnos a crear una coraza frente al mundo. Esa coraza es un reemplazo para la protección que no se tuvo. Buscamos entornos que no sean amenazantes y nos refugiamos allí, negándonos a salir. Un trabajo, una adicción, una pareja… Lo que sirva para no experimentar la sensación de estar en riesgo. El precio, sin embargo, es muy alto.

Rutinas y relaciones protectoras

Si cargamos con ese peso de la sensación de no haber sido suficientemente protegidos, esto no quiere decir que no haya nada que hacer. Todo lo contrario: hay mucho por hacer. Lo primero, hacernos conscientes de que llevamos ese vacío y que eso nos hace más susceptibles al miedo, a la inseguridad y al ensimismamiento. Se requiere valor para no dejarse consumir por ello, pero se puede lograr.


Es importante reconocer la importancia de crear vínculos protectores con los demás. Dar lo que no se tiene. A veces uno aprende solo cuando tiene que enseñar. Así pasa con ese sentimiento de ser protegido. Si aprendes a proteger a otros, es muy posible que el vacío pese menos. También que consigas una reciprocidad en los demás.

Así mismo, es necesario diseñar rutinas, formas de vida, que te permitan erradicar ese sentimiento de exclusión que tantas veces acompaña a quienes no han sido suficientemente protegidos. Formar parte de un grupo estable se convierte también en una vía para incrementar tu sentimiento de confianza frente al mundo.


Construir una fortaleza alrededor de ti mismo y aislarte no es una buena idea. No hará que te sientas más seguro ni experimentar la dicha de sentirte protegido. Al contrario. Tus miedos y tus prevenciones crecen. Por más que dé miedo, hay que abrir la puerta y dejar que entre el sol.

Por Edith Sánchez
 
La inspiradora parábola de las flores sin aroma



La parábola de las flores sin aroma nos cuenta la historia de un viejo samurái, muy sabio, a quienes todos le tenían mucho respeto. El anciano hombre siempre hacía reuniones en su casa para impartir sus enseñanzas a los más jóvenes, quienes lo escuchaban con gran interés y atención.


Se dice que su fama se extendió por todas las comarcas cercanas y comenzaron a llegar gentes de diversos lugares. El anciano samurái hablaba principalmente de la importancia del desapego y de la importancia de saber erradicar las emociones egoístas del ser.




Todo lo que te molesta de otros seres, es solo una proyección de lo que no has resuelto de ti mismo”. Buda


Su discípulo más asiduo era un joven llamado Alino. Él quería aprender todo lo que pudiera del maestro y por eso asistía sin falta todos los días a las reuniones. También preparaba té para todos y se caracterizaba por ser muy servicial. El samurái lo veía con buenos ojos por su humildad y su interés en los demás. Él sería el principal aprendiz de la parábola de las flores sin aroma.


La ira y la parábola de las flores sin aroma

Un día, en plena reunión, uno de los presentes derramó su té sobre la vestimenta de otro de los asistentes. El afectado, no lo dudó un segundo. Inmediatamente reaccionó y empujó agresivamente al que había tenido el accidente. “¡Cómo no te fijas!”, dijo. Y luego agregó que sus vestidos eran de seda china y que ahora habían quedado completamente estropeados.

El viejo samurái permanecía impasible. Continuó como si nada hubiera pasado. Algunos de los presentes murmuraban en voz baja. Les parecía inaudito que el maestro permitiera una discusión de esas en su propia casa. La mayoría opinaba que había debido intervenir, frente a la soberbia de aquel hombre.

Alino estaba confundido. Cuando terminó la reunión, no pudo aguantar y se lo preguntó a su maestro. “¿Por qué permites esas injusticias, sabiendo que solo bastaba una palabra tuya para poner en su sitio a aquel soberbio? ¿Por qué no lo expulsaste de tu casa?”




El maestro solamente sonrió. “Hay algunas flores que no tienen aroma y ellas no deben estar en nuestro jardín”, le respondió a Alino. Este quedó muy confundido. No entendía el mensaje del maestro. Entonces, el viejo samurái agregó: “La ira es una flor sin aroma que solo crece en los jardines donde no hay libertad”. Así le daba la primera lección de la parábola de las flores sin aroma.


Alino conoce la parábola de las flores sin aroma

Unas semanas después del incidente del hombre del té, ocurrió algo que nadie se esperaba. El mismo hombre volvió a la casa del maestro, pero desde que entró se mostró muy hostil con todos. Se abrió paso entre la multitud a punta de empujones. También hablaba casi gritando, sin tomar en cuenta que el maestro estaba impartiendo su enseñanza.

De pronto hizo algo que los sobrecogió a todos. Se levantó, fue hasta el lugar donde estaba el maestro y, sin mediar palabra, lo escupió en la cara. El maestro guardó silencio por unos segundos. Todos estaban atónitos. Al comienzo nadie reaccionó, pero pronto comenzaron a escucharse voces airadas.


Alino se puso en guardia. Tomó uno de los sables que había en la casa. Luego le dijo al viejo samurái: “¡Permíteme, maestro, darle a este hombre la lección que se merece!”. El maestro se mantuvo impasible y solo levantó su mano para indicarle que no hiciera nada. Parecía que Alino no había entendido todavía la parábola de las flores sin aroma.


Un final inesperado

El maestro pidió calma. Se mantenía completamente sereno. El agresor estaba listo para responder a cualquiera que intentara atacarlo. Había en su rostro una cierta sonrisa de satisfacción al haber desafiado al hombre más reconocido de toda la región. De pronto, el viejo samurái rompió su silencio. Dirigiéndose al hombre que lo había escupido, le dijo "gracias”.


Nadie daba crédito a lo que estaba escuchando. Alino no sabía qué pensar. Por eso le preguntó al anciano: “¿Qué dices, maestro? ¿Cómo puedes agradecerle a este rufián que por segunda vez ha venido a tu casa a hacerte una afrenta? ¿Cómo es posible que se lo agradezcas?”

El maestro, serenamente, se dirigió al agresor diciendo: “Tu gesto me ha permitido comprobar que la ira ha desaparecido de mi corazón. No tengo cómo pagarte esto. Ya las flores sin aroma no van a crecer en mi jardín”. Alino se sintió avergonzado entonces.


El maestro llevaba meses enseñándoles a no estar prendados de su yo. También a evitar pasiones como la ira. Las personas que dan ofensas, agresiones y críticas negativas son como flores, sin aroma. La única respuesta sensata es ignorarlas y no permitir que destruyan nuestro jardín interior. Esa es la enseñanza de la parábola de las flores sin aroma.

Por Edith Sánchez
 
Los tres errores emocionales que limitan tu felicidad



El bienestar, así como el equilibrio interior, no es algo que varíe por sí mismo al igual, por ejemplo, que lo hace el tiempo. Las emociones condicionan nuestra calidad de vida, siendo ellas también las que median en la calidad de las propias decisiones y elecciones. Así, y teniendo esto en cuenta, es importante conocer esa serie de errores emocionales que limitan nuestra felicidad y que debemos empezar a trabajar desde hoy mismo.


Ya lo dijo el propio Daniel Goleman en su libro Cómo ser un líder: al menos un 80% del éxito que alcancemos en nuestra vida depende de nuestra habilidad para gestionar las emociones. Ahora bien, con éxito no se refería en exclusiva a alcanzar un puesto de relevancia en nuestras esferas laborales. No se trata tampoco de la habilidad para convertirnos en personas de referencia o en ser unos gurús indiscutibles en determinadas competencias.




“Puede que lo que hacemos no traiga siempre la felicidad, pero si no hacemos nada, no habrá felicidad”.
-Albert Camus-

Hablamos, en esencia, de algo más simple: de ser felices. Porque la felicidad, y esto lo acabamos descubriendo tarde o temprano, no se encuentra ni aparece un día a la puerta de casa en compañía del correo. La felicidad es un estado interior que debe trabajarse a diario como un delicado jardín. Hay que eliminar las malas hierbas, hay que sembrar determinadas semillas, hay que podar con acierto unas ramas y no otras, y hay que saber aportar a esa tierra adecuados nutrientes.


Saberlo, ser competentes en materia de inteligencia emocional nos puede allanar innumerables caminos. Ahora bien, en ocasiones, lejos de actuar con esa templanza de quien ha adquirido buenas herramientas en este saber, nos dejamos llevar. Nos limitamos a ir a tientas, actuando por instinto y mediados casi siempre por una educación ineficiente en lo que a emociones y sentimientos se refiere.

Tres errores emocionales que limitan tu felicidad: la negación
Veo que no lo has conseguido, ¿cómo te sientes, seguro que estás bien? /¿de verdad que no estás enfadado? /¿estás seguro de que no te pasa nada? /¿me aseguras que lo que ha ocurrido no te importa?/ ¿te parece bien entonces que dejemos pasar lo sucedido? …

Estos son solo unos pocos ejemplos de toda esa amplia batería de cuestiones a las que nos solemos enfrentar en el día a día y las que a menudo, respondemos del mismo modo: no me pasa nada, todo está bien. Ocultar o negar nuestros sentimientos es una reacción casi normativa en muchos de nosotros. Y este, es sin duda uno de los peores errores emocionales que limitan nuestra capacidad para ser felices.


Queda claro, no obstante, que no siempre podemos ser transparentes. Sin embargo, pocos principios de higiene personal son tan relevantes como practicar la asertividad emocional. Porque suprimir o disimular lo que duele no nos hará más fuertes ni más competentes. Al contrario, nos irá rompiendo poco a poco. Recordemos que somos personas, no somos como el mar y sus olas, que se rompen cada día sin quejarse, nosotros tenemos el derecho y el deber de evidenciar lo que duele, de quejarnos, de sincerarnos.

Huir de los sentimientos incómodos
Hay emociones que no gustan. Sentimientos que incomodan, que dejamos a un lado porque no los toleramos en nuestra vida
. La rabia, la frustración, la decepción, la angustia… Qué desagradables pueden llegar a ser ¿no es así? Desde luego, y por ello optamos por arrinconarlas, porque además de no agradarnos, no sabemos qué hacer con ellas.

Se nos olvida algo que Antonio Damasio, el célebre neurólogo, nos señala muy a menudo. Somos seres emocionales que un día aprendimos a pensar. No somos máquinas que un día nos dimos cuenta de que podíamos sentir. Por tanto, el acto de dar su espacio a las emociones, de dejar que estas fluyan y hallen su lugar es un modo de aceptarnos a nosotros mismos. De validarnos, de invertir en salud mental.

¡Tengo que ser feliz!
El tercero de nuestros errores emocionales es esa necesidad tan de moda a día de hoy: la obsesión por ser felices. Perseguimos la felicidad como quien se embarca en un viaje sin destino. Como quien va a la compra y no sabe qué comprar, como quien siente un vacío inmenso y no sabe con qué llenarlo. Y esa angustia, la de intuir que falta algo, nos aboca a menudo a nutrirnos de un sucedáneo de felicidad que ni llena ni complace. Todo lo contrario, en ocasiones lo que nos trae es más frustración y mayor infelicidad.

Detengámonos un instante. Solo un momento para tomar aire y reflexionar. Porque lo que hacemos muy a menudo es contentarnos con simples gratificaciones sin invertir en un proyecto sólido. Y ese proyecto no es otro que nosotros mismos. Pocos errores emocionales son tan graves como buscar fuera lo que debe estar en nuestro interior. Saberlo, entenderlo, nos evitará grandes sufrimientos.

Trabajemos a diario en esa delicada orfebrería donde se engarza la autoestima, el amor propio, un proyecto vital, la asertividad y la pasión. Porque toda vida con significado nos acerca a la felicidad, porque todos esos errores emocionales pueden ser enmendados y corregidos hoy mismo si ponemos voluntad.

Por Valeria Sabater
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¿Qué son los errores de pensamiento y cómo se combaten?




El pensamiento es el producto mental que surge de la capacidad que tenemos todos los seres humanos para “trabajar” con nuestra mente, es decir, de reflexionar o interpretar lo que sucede a nuestro alrededor o en nuestro propio interior.


Los seres humanos nos pasamos los días, las horas y la vida entera pensando. Evaluamos lo que nos ocurre, pensamos cosas sin importancia e incluso abstractas, a veces hasta tenemos pensamientos de los cuales nos avergonzamos y en otros momentos viajamos con nuestra mente al pasado o al futuro.




En definitiva, nuestra capacidad de pensar es enorme y saber manejarla es esencial para una buena salud emocional. Los pensamientos determinan nuestras emociones y estas a su vez, determinan nuestro comportamiento.

A los pensamientos que nos hacen sentir emociones insanas los llamamos pensamientos automáticos negativos, sesgos o distorsiones cognitivas. No todos los pensamientos suscitan emociones relevantes, ya que por ejemplo, si pienso “ahí hay un perro ladrando” es muy probable que esto no me produzca absolutamente nada a nivel emocional.


Distinto sería si pienso “ahí hay un perro ladrando” y seguidamente le otorgo un significado “eso quiere decir que está enfadado y puede atacarme”. Aquí la cosa cambia totalmente, porque según mi pensamiento, se ve implicada mi supervivencia o integridad y esto es peligroso, por lo que he desencadenar la respuesta de ansiedad, con todo lo que ello conlleva.


Algunos errores típicos de pensamiento

Existen muchos sesgos de pensamiento pero nos vamos a centrar en analizar los que a mi parecer, son lo más típicos y los que pueden perturbarnos de una forma más acentuada.


Error del adivino

Esta distorsión se produce cuando estoy seguro de que otra persona está pensando algo en particular o bien cuando creo que va a ocurrir algo y hasta “pondría la mano en el fuego” de que va a ser así.

Evidentemente, esto carece de toda lógica porque nadie, absolutamente nadie, tiene la capacidad de saber lo que va a ocurrir en el futuro, lo que piensan otras personas, ni siquiera lo que uno mismo pensará o hará dentro de unos años. Entonces, ¿por qué estamos tan seguros de lo que está pasando o va a pasar?, ¿es que acaso tenemos una bola de cristal imaginaria que nos lo dice?


Pensamiento blanco-negro

Mediante este error de pensamiento, sitúo ciertas cualidades o características en los extremos de un continuo, sin tener en cuenta que no solo existe el blanco o el negro, sino que también existe el gris, con todo sus matices. ¡Cuántas veces nos habremos dicho a nosotros mismos que todo nos ha salido mal por cometer un error! Pregúntate: ¿cómo puede un error hacer que todo sea malo?, ¿no estás exagerando un poco?


Personalización

Las personas muchas veces nos creemos el centro del Universo, tanto para bien como para mal y pensamos que las demás personas están continuamente pendiente de nosotros, de lo que hacemos o dejamos de hacer, de cómo vamos vestidos, de lo que decimos, etc.


La realidad es que cada cual está con sus asuntos y no en los de los demás y si no es así ¡esa persona tiene un problema que bien hará con hacérselo mirar!

Como habrás podido deducir, con este error, nos lo tomamos todo de forma personal y de esta forma, sentimos ansiedad, culpabilidad, timidez, etc.

Catastrofizar

Cometes este error cuando exageras tanto la realidad, sin pruebas, que ves amenazas por todas partes y entonces piensas en términos de ¿y si?: ¿y si suspendo?, ¿y si mi novia me deja? ¿y si estoy enfermo? A todas estas preguntas le añadimos el adjetivo de terrible y entonces lo vivimos como si realmente hubiese ocurrido ya y como si además, fuese una catástrofe de la que no podremos reponernos.


¿Cómo puedo tener un pensamiento más objetivo?

Ten en cuenta que todos estos errores de pensamiento surgen de distintas creencias arraigadas en nuestro ser que han ido afianzándose en nosotros desde la infancia, con lo cual ser objetivo es un proceso que requiere tiempo y esfuerzo pero que puede ayudarte a sentirte mejor.


Te convertirás en un ser más científico y racional, cometiendo menos sesgos de pensamiento si:


Interpretas la realidad únicamente con los cinco sentidos

La realidad solo podemos conocerla observándola, tocándola, desgustándola, escuchándola y oliéndola. No existe ningún sexto sentido que nos diga otra cosa. Por lo tanto, fíate de lo que estás viviendo en el momento presente, con tus cinco sentidos, porque en ese momento, esa es la realidad a la que tienes acceso. Lo que vaya a ocurrir en el futuro o esté ocurriendo en otro lugar o en la mente de otra persona, no es tu realidad ni puedes, a priori, conocerla.


Te haces preguntas científicas

Si uno quiere conocer la realidad, además de usar los cinco sentidos, puede preguntarse cosas como: ¿cómo puedo estar tan seguro de que mi compañero de trabajo me critica?, ¿qué pruebas tengo para pensar que tendré un accidente si cojo el coche?, ¿qué probabilidades hay de que padezca una enfermedad?


Eres consciente de dónde te vienen esos pensamientos

Como hemos dicho, los sesgos provienen de las creencias. Estas son como las raíces de un árbol y los errores cognitivos, sus flores. Analiza cuáles son tus creencias y así sabrás por qué cometes esas distorsiones. ¿Necesitas el amor para ser feliz? ¿Crees que preocuparse ayuda a solucionar prolemas? ¿Piensas que cierta clase de persona en mala y merece ser castigada?

Lleva a cabo experimentos

Como si fueras un científico, has de realizar experimentos que te confirmarán o no si lo que piensas es cierto o está sesgado. Si, por ejemplo, piensas que alguien está hablando mal de ti a tus espaldas, tendrás que armarte de valor y preguntarle a esa persona si es así o no.


Su respuesta te servirá para saber si era una película que te habías montado o realmente es así. Puede ser que esta persona también te mienta ¡pero sobre eso no tenemos control! Así que, centrémonos en lo que podemos resolver y olvidémonos del resto.

Por Alicia Escaño Hidalgo
 
El amor como fuente de motivación y entusiasmo


Sabemos que el amor todo lo cura, que el amor tapa heridas y crea nuevas visiones de futuro pero…, ¿qué ocurre cuando somos nosotros los que amamos o nos sentimos amados? Cuando amamos a alguien y el otro se siente amado se produce una sensación de aceptación y confianza que proporciona la motivación ideal para dar lo mejor de nosotros y ser mejores personas. El amor como fuente de motivación y entusiasmo nos hace mejores.


Ser amado nos hace sentirnos seguros, creer en nosotros mismos y confiar en nuestro potencial. El amor incondicional genera en nosotros un motor, el cual abre puertas y posibilidades de expresión. Sentirnos amados es un refuerzo que potencia nuestro bienestar, ya que significa que alguien disfruta de nosotros tal y como somos. Es por ello que el amor nos invita a mostrarnos al otro de una manera sincera y auténtica.




“El amor es el reconocimiento del potencial del amado y actúa como una energía que transforma. La mirada y el amor del otro nos dan vida y nos ayudan a transformarnos”.


-Elsa Punset-

El amor nos da vida y nos hace brillar, el amor nos hace confiar y desarrollar nuestro potencial. Nos hace mejores y ayuda a que nuestras habilidades crezcan sin prejuicios y sin miedos para mostrarlas. No tiene por qué ser el amor entre parejas el que nos revitaliza, pues por ejemplo el amor que los padres muestran a sus hijos también hace que crezcan con seguridad y confianza.




El cerebro de quien tiene y expresa amor

Cuando amamos generamos en el otro una maravillosa sensación de paz y seguridad. Esperamos lo mejor del otro y confiamos en que nos responderá de la misma forma, sin proyectar miedos ni desconfianza, tan solo nuestros mejores deseos y lo positivo que vemos en quienes apreciamos. Cuando proporcionamos amor, propiciamos una buena autoestima gracias a la burbuja de calma y hogar que creamos en el intercambio.

¿Qué ocurre realmente en el cerebro cuando amamos? Gracias a las técnicas de neuroimagen, Andreas Bartels y Semir Zeki, del University College de Londres, realizaron un estudio en el que se observó la actividad cerebral de unos sujetos cuando veían fotos de sus enamorados y cuando veían imágenes de sus amigos para así poder estudiar las diferencias y compararlos.


Descubrieron gracias a esta técnica y a este estudio que, cuando nos enamoramos o sentimos amor por nuestros hijos, desconectamos partes del cerebro relacionadas con otras emociones y, sobre todo, con nuestra capacidad de crítica social.

También observaron que cuando miramos a nuestro enamorado o enamorada, existen partes de la corteza prefrontal y ciertas áreas que se relacionan con la agresión, el miedo o la planificación que se desconectan. Esto afecta a nuestro juicio, ya que tendemos a confiar más y a ser menos estrictos con nuestra evaluación social. Podríamos decir con esto que nuestro cerebro está programado cuando amamos para ver lo bueno del otro.

El amor como fuente de motivación para ser mejores
Los científicos afirman que “el apego humano utiliza un mecanismo que supera la distancia social, desactivando circuitos conectados para emociones negativas y evaluación social crítica, y une a los individuos a través del circuito de recompensa, lo que explica el poder del amor como fuente de motivación y entusiasmo”.

Por esto podemos afirmar que el amor y amar, nos hace mejores. El amor nos proporciona fuerza para enfrentarnos a nuevos retos, ya que nos aporta una persona a nuestro lado que confía en nosotro, lo cual nos ayuda a mejorar nuestro potencial para seguir y para esforzarnos.

Amando tenemos la oportunidad de crear todo esto en el otro; por ello, cuando proyectamos nuestro amor, generamos las mejores sensaciones y lo mejor de nosotros en el otro. Tanto amar como ser amados nos da la oportunidad de mejorar y desarrollarnos dentro de unos marcos de seguridad, ¿a qué esperas entonces para amar?

El amor como fuente de motivación nos da fuerzas para enfrentarnos a nuevos restos


Por Adriana Díez
 

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