Autoestima y otros temas de psicología

¿Qué son las emociones?



Todos nos hemos preguntado alguna vez qué son las emociones. Podríamos definirlas como el “pegamento de la vida”, esa materia invisible pero intensa que nos conecta a los nuestros, que nos permite ser partícipes de la realidad, riéndola, admirándola, sorprendiéndonos ante sus maravillas y entristeciéndonos también con sus sinsabores.


Pocas condiciones desprenden tanto misterio como las emociones. Es verdad que forman parte de nuestra cultura, de nuestra educación, s*x* o país de origen. Sin embargo, no es menos cierto que ya vienen integradas en nuestra base genética. Para demostrar esto último, las universidades de Durham y Lancaster (Inglaterra) realizaron un fascinante estudio donde pudo verse que los fetos ya expresan una pequeña variedad de emociones dentro del útero materno.




“Una emoción no causa dolor. La resistencia o supresión de una emoción es lo que verdaderamente causa dolor y sufrimiento”
-Frederick Dodson-

Mediante escáneres de ultrasonido pudimos descubrir cómo los bebés antes de nacer ya sonreían e incluso cómo demostraban expresiones asociadas al llanto. Todo ello nos demuestra que ya en ese universo plácido y silencioso como es el útero, el ser humano va “activando” y entrenándose en ese lenguaje instintivo y esencial que garantizará su supervivencia. La sonrisa le ayudará a demostrar bienestar y satisfacción, mientras que el llanto cumplirá la función de efectivo “sistema de alarma”: a través de él expresará sus necesidades más básicas.


Las emociones nos confieren humanidad, y aunque a menudo caemos en el error de clasificarlas en emociones negativas y positivas, todas ellas son necesarias y valiosas. Al fin y al cabo, cumplen una función adaptativa y nada puede ser tan importante como comprenderlas para usarlas de manera “inteligente” en nuestro beneficio.

¿Qué son las emociones?

Pablo está trabajando en su tesis. Al llegar a casa desde la Universidad acude hasta su habitación para seguir con la tarea. Se sienta ante el ordenador y abre un cajón para consultar unos documentos. Al hacerlo, ve que en el interior de ese cajón y justo sobre la carpeta que necesita hay una gran araña. Lo cierra de inmediato, aterrado. Al poco, nota cómo sube la temperatura de su cuerpo y su corazón se acelera. Le falta el oxígeno y tiene los pelos de la piel erizados.


Unos minutos después se dice que es una tontería, que debe continuar con su trabajo y no perder el tiempo. Vuelve a abrir el cajón y se da cuenta de que la araña no era tan grande como la había percibido, de hecho era más bien pequeña. Siente vergüenza por su temor irracional, coge la araña con un papel y la deja en el jardín exterior, satisfecho y riéndose de sí mismo.


Este sencillo ejemplo nos demuestra cómo en cuestión de unos pocos minutos somos capaces de experimentar un amplio abanico de emociones: miedo, vergüenza, satisfacción y diversión. A su vez, todas ellas han combinado tres dimensiones muy claras:


  • Unos sentimientos subjetivos: Pablo tiene miedo a las arañas y esa emoción le permite huir de ellas, protegerse.
  • Una serie de respuestas fisiológicas: corazón que se acelera, subida de la temperatura.
  • Un comportamiento expresivo o conductual: Pablo ha cerrado el cajón de inmediato al ver ese estímulo (la araña) que le da miedo.

Lo más complejo sobre el estudio de las emociones es que son muy difíciles de medir, describir o de predecir. Cada persona las experimenta de un modo, son entidades subjetivas muy particulares y exclusivas. No obstante, los científicos lo tienen mucho más fácil en lo que se refiere a la respuesta fisiológica, porque en este caso, y sin importar la edad, la raza o la cultura todos lo hacemos del mismo modo, ahí donde la adrenalina, por ejemplo, media en toda experiencia asociada al miedo, el pánico, el estrés o la necesidad de huida.

¿Por qué nos emocionamos?

Las emociones cumplen una finalidad muy concreta: permitir que nos adaptemos a lo que nos rodea para garantizar nuestra supervivencia. Esto mismo ya nos lo indicó Charles Darwin en su momento al demostrarnos que también los animales tenían y expresaban emociones, y que semejante don, les facilitaba a ellos y también a nosotros avanzar como especie y colaborar entre nosotros para lograr dicho propósito.




Darwin fue posiblemente una de las figuras que más acertó a la hora de explicarnos qué son las emociones y para qué sirven. Sin embargo, a lo largo de la historia nos encontramos con más nombres, más enfoques y más teorías orientadas a darnos más respuestas sobre este tema.


El libro de los ritos

El “Libro de los Ritos” es una enciclopedia china del siglo primero que todo el mundo debería ojear alguna vez. Forma parte del canon confuciano y aborda desde temas ceremoniales, sociales y sobre todo aspectos de la naturaleza humana. Si hacemos referencia a este libro es porque en él se nos explica también qué son las emociones. Aún más, en esta obra se nos describe ya cuáles son las emociones básicas: la alegría, la ira, la tristeza, el miedo, el amor y la repulsión.


La teoría de James-Lange

Estamos en el siglo XIX y William James junto al científico danés Carl Lange nos explicaron que las emociones dependen de dos factores: los cambios físicos que suceden en nuestro organismo ante un estímulo y la posterior interpretación que hagamos de ellos después.


Es decir, para estos autores la reacción fisiológica se desencadena antes de los pensamientos o sentimientos subjetivos. Algo que sin duda tiene matices y que nos ofrece sin duda una visión algo determinista.


Cuando digo controlar las emociones, quiero decir las emociones realmente estresantes e incapacitantes. Sentir emociones es lo que hace a nuestra vida rica
-Daniel Goleman-

El modelo Schacter-Singer

Nos vamos ahora a los años 60, a la prestigiosa Universidad de Yale, para conocer a dos científicos: Stanley Schacter y Jerome Singer. Ambos afinaron un poco más las teorías existentes hasta ese momento sobre qué son las emociones y dieron forma a su conocido e interesante modelo.




Schachter y Singer nos enseñaron que las emociones pueden aparecer, efectivamente, al interpretar las respuestas fisiológicas periféricas de nuestro cuerpo, tal y como nos explicaron William James y Carl Lange. Sin embargo, y aquí llega la novedad, también pueden darse a raíz de una evaluación cognitiva. Es decir, nuestros pensamientos y cogniciones pueden desencadenar también una respuesta orgánica y la posterior liberación de una serie de neurotransmisores que activarán una emoción determinada y una respuesta asociada.


Paul Ekman, el pionero en el estudio de las emociones

Si deseamos saber qué son las emociones tenemos que pasar casi de forma obligada por la obra de Paul Ekman. Cuando este psicólogo de la Universidad de San Francisco empezó a estudiar este tema, creía como la mayor parte de la comunidad científica que las emociones tenían un origen cultural.


No obstante, tras más de 40 años de estudios y análisis de gran parte de las culturas que conforman nuestro mundo, concluyó una tesis que Darwin ya enunció en su momento: las emociones básicas son innatas y resultado de nuestra evolución. De este modo, y dentro de su teoría, Ekman estableció que el ser humano se define por un conjunto de emociones básicas y universales en todos nosotros:


  • Alegría.
  • Ira.
  • Miedo.
  • Asco.
  • Sorpresa.
  • Tristeza.

Más tarde, y a finales de los años 90 amplio esta lista al estudiar más profundamente las expresiones faciales:


  • Culpa.
  • Bochorno.
  • Desprecio.
  • Complacencia.
  • Entusiasmo.
  • Orgullo.
  • Placer.
  • Temor.
  • Asco o repulsión.
  • Satisfacción.
  • Sorpresa.
  • Vergüenza.

La rueda de las emociones, de Robert Plutchik

La teoría de Robert Plutchik nos explica qué son las emociones desde un punto de vista más evolucionista. Este médico y psicólogo nos facilitó un interesante modelo en el que quedan bien identificadas y diferenciadas 8 emociones básicas. Todas ellas habrían garantizado nuestra supervivencia a lo largo de nuestra evolución. A ellas habría que sumar otras emociones secundarias e incluso terciarias, que habríamos ido desarrollando con el tiempo para adaptarnos mucho mejor a nuestros entornos.


Todo este interesante enfoque da forma a lo que se conoce ya como la “rueda de las emociones de Plutchik”. En ella podemos apreciar cómo las emociones varían en grado y en intensidad. Así, y como ejemplo, es interesante recordar que la ira es menos intensa que la furia. Comprenderlo nos ayudará a regular un poco mejor nuestras conductas.


Cómo alcanzar el bienestar emocional

Llegados a este punto hay un aspecto a considerar. No basta con saber qué son las emociones. No basta con saber qué neurotransmisor hay detrás de cada estado emocional, de cada reacción fisiológica o de cada sensación. Esto es como tener un manual de instrucciones sobre una máquina, pero no saber utilizarla a nuestro favor.


Es esencial trasformar el conocimiento teórico en conocimiento práctico. Gestionar nuestro universo emocional para favorecer nuestro bienestar, para potenciar la calidad de nuestras relaciones, de la productividad, la creatividad; en esencia, la calidad de nuestra de vida.


Si el fin último de las emociones tal y como nos dijo Darwin es facilitar nuestra adaptación, supervivencia y convivencia entre nosotros, aprendamos por tanto a hacerlas nuestras sin temerlas, sin esconderlas o disimularlas.

Así, un modo de lograr este aprendizaje sobre esta herramienta vital es iniciándonos en la Inteligencia Emocional. Todos hemos oído hablar de ella, todos hemos leído algún libro de Daniel Goleman y múltiples artículos relacionados con el tema. Sin embargo ¿aplicamos de verdad sus principales estrategias? Factores como la empatía, el reconocimiento de las propias emociones, la atención, la correcta comunicación, la asertividad, la tolerancia a la frustración, la positividad o la motivación son aspectos que no descuidar en ningún momento.


Puesto que ya sabemos qué son las emociones, hagamos de ellas el mejor canal para construir un auténtico bienestar, una felicidad real.

Por Valeria Sabater
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Conciencia emocional: ¿qué es y por qué la necesitamos?




La conciencia emocional es el despertar a la inteligencia emocional: ese primer escalón donde identificar y delimitar esa bruma que hay detrás nuestros estados anímicos para asumir el control y sentirnos más competentes en nuestras vidas. Hablamos sin duda de una habilidad que todos deberíamos desarrollar, de una herramienta de poder con la que ser mejores gestores de las emociones propias.


Cabe decir, no obstante, que tal artesanía no es sencilla. La experiencia emocional es heterogénea, imprevisible y caótica a instantes. Todos nosotros nos hemos visto en alguna tesitura semejante. Atrapados en un lugar donde de lo único que somos conscientes es del malestar, e incluso, por qué no, del coste que soporta nuestra salud por esa amalgama de sensaciones internas que, como espinas invisibles, nos quitan el ánimo, nos boicotean y nos convierten en una sombra de nosotros mismos.




“Las emociones afectan a nuestra atención y nuestro rendimiento”
-Daniel Goleman-

De hecho, son muchas las personas que llegan a la consulta de los psicólogos evidenciando su abatimiento expresado tras las clásicas frases de “nadie me entiende”, “es como si llevara el peso del mundo a mis espaldas, estoy agotado/a” o “lo único que hago en todo el día es llorar”. Sin embargo, tras estas expresiones rara vez se evidencia una auténtica conciencia emocional, ahí donde poder identificar qué hay detrás de mi tristeza, qué ese esconde tras mi cansancio persistente.


El propio Daniel Goleman nos explica en libros como “La práctica de la inteligencia emocional” que asumir una práctica consciente de las propias emociones mejora nuestra adaptación a los problemas y desafíos del día a día. Hacer una reflexión constante sobre lo que sentimos y lo que hay detrás de nuestros estados anímicos, impacta directamente en nuestro bienestar. Aún más, nos facilita adecuadas estrategias para hacer frente a posibles depresiones y otros trastornos psicológicos.

Qué es la conciencia emocional y por qué la necesitamos

Los esquimales disponen de hasta 40 términos diferentes para definir la nieve: aguanieve, nieve gris, nieve fina, nieve compacta, lluvia-nieve con viento… Aprender estas designaciones desde niños les permite adaptarse mucho mejor a un entorno tan duro y desafiante por naturaleza. Ahora bien, es posible que a muchos les sorprenda saber algo realmente curioso y que a simple vista tiene poco que ver con con los esquimales: se han catalogado hasta 250 palabras para designar distintos tipos de emociones y sentimientos.


¿Cuántas conocemos nosotros? ¿Nos enseñaron de niños en algún momento a utilizarlas, a saber identificarlas y hacer uso de ellas? Las emociones no son como la nieve que cae del cielo, lo sabemos. Habitan en nuestro interior, pero también ocasionan ventiscas, también nos atenazan, nos atrapan y hasta nos aíslan. Saber identificarlas y darles nombre también nos ayudará a sobrevivir mejor en nuestros entornos, al igual que lo hacen los niños esquimales al saberse de memoria esas 40 palabras para explicar cómo está la nieve cada mañana.




Todos necesitamos por tanto desarrollar una auténtica conciencia emocional. Estas serían algunas de las razones que lo justifican:


  • Reconocer mis estados de ánimo y reflexionar sobre ellos para tomar mejores decisiones.
  • Reconocer a su vez las emociones de los demás para relacionarnos mejor.
  • La conciencia emocional nos permite también establecer límites, poner filtros para atender nuestras necesidades e invertir así en bienestar, integridad y calidad de vida.
  • Nos ayuda a conocernos mejor.

Por otro lado, es importante destacar que las personas que hacen uso de una buena conciencia emocional tienen un riesgo menor de desarrollar cualquier tipo de sintomatología ansiosa o depresiva.

Los niveles de la conciencia emocional

Una de las mejores habilidades que podemos trasmitir a nuestros niños es la capacidad de adquirir una auténtica conciencia emocional. Facilitar que desde bien temprano puedan reflexionar sobre sus emociones, darles nombre y canalizarlas a su favor, les permitirá sin duda ser más competentes socialmente e incluso académicamente.


No obstante, también es necesario recordar que todos nosotros, sin importar la edad, podemos y debemos invertir tiempos y esfuerzos en practicar esta área de la Inteligencia Emocional, esta herramienta del bienestar donde poder ser emocionalmente conscientes.

Para comprender mejor esta dimensión ahondaremos ahora en esos niveles que la conforman y que a su vez, forman parte de la escala “Levels of Emotional Awareness” (LEAS) creada por los psicólogos Lane y Schwartz.


  • Reconocer la sensación. Toda emoción genera un impacto fisiológico del que tomar conciencia. Puede haber, por ejemplo, un cambio en nuestro ritmo cardíaco, tensión en nuestro estómago…
  • ¿Qué tipo de respuesta me genera? Las emociones cumplen una función adaptativa, algunas nos invitan a la acción por su gran poder energético. Identifiquemos la orientación que le da la emoción a su propia energía.
  • Identifica la emoción primaria. Toda sensación, todo estado anímico parte de una emoción primaria que saber identificar en el momento presente. ¿Siento rabia? ¿Estoy triste? ¿Me siento enfadado?
  • Emociones detrás o combinadas con la emoción primaria. Este paso requiere sin duda mayor profundidad, delicadeza y ante todo valentía. ¿La razón? Aceptar las emociones negativas no es sencillo. Detrás de una emoción primaria hay todo un ovillo de nudos, todo un laberinto de rincones oscuros que hay que saber iluminar, reconocer y definir. A veces, tras la tristeza lo que hay es frustración, rabia y decepción. A veces, tras mi enfado está el demonio de un dolor persistente por algo no conseguido, algo perdido o no resuelto.
Para concluir. Como vemos, dar forma y alzarnos como personas verdaderamente competentes en estas estrategias puede revertir de forma directa y positiva en nuestro bienestar. La conciencia emocional es la batuta para orquestar una vida más feliz, la brújula que nos llevará a un norte más satisfactorio donde conocernos mejor y tener mayor control sobre nuestra realidad.


Pongámosla en práctica.

Por Valeria Sabater
 
Amor maduro: cuando el primer amor no siempre llega en orden correcto


A veces, el primer amor no siempre llega en el orden correcto. Hay relaciones que acontecen en la edad madura, permitiéndonos descubrir a personas mágicas e inesperadas en cuyos abrazos nos gusta refugiarnos, porque huelen a hogar y sus besos saben a azúcar y fuego a la vez. Porque el amor maduro no entiende de edad, es digno y vital y energizante.


Un hecho común en muchos de estos casos en que se consolidan relaciones tan significativas en la edad madura, es que alguno de los miembros tenía la clara seguridad de que en su caso, las puertas del amor se habían cerrado para siempre. En ocasiones, almacenamos fracasos sentimentales tan desoladores que tenemos la sensación de que nuestro corazón, convertido ya en piedra, ha caído en lo más hondo de un pozo.




Los amores maduros se encuentran en la media tarde de la vida. Son personas libres, tranquilas de corazón y ricas de pensamiento, porque en sus rostros bailan las sonrisas y las ganas por seguir queriendo. Porque a veces, el primer gran amor no siempre llega en el orden correcto

Hemos de señalar también algo importante. No todas las personas, solo por llegar a a los 50 o los 60 años, son capaces de construir un amor maduro, consciente y feliz. Hay muchos corazones amargos que no han purgado penas, que no han sido capaces de hacer ese viaje interior donde poder perdonar, donde hacer de las vivencias pasadas senderos renovados que transitar con ilusión.


Porque la madurez personal no la trae los años ni tampoco los daños. Sino la actitud y esa sabiduría de las emociones donde no todos han adquirido su doctorado, su maestría. Te invitamos a reflexionar sobre ello.

El amor maduro, construyendo presentes perfectos

Cuando uno llega a a esa edad en que las décadas han trazado en nosotros más historias de las que podríamos contar, nos vemos en ocasiones como esas frutas maduras ligeramente magulladas por los bordes. Ahora bien, no hay que olvidar nunca que las frutas maduras tiene un sabor mucho más dulce y placentero, que esas otras demasiados verdes, demasiado prietas y ligeramente amargas.


Nuestras vivencias no son un lastre. Al contrario, nadie debería ser el resultado de sus decepciones, de sus fracasos o aún menos de las heridas que otros les infringieron. Somos nuestra actitud ante todo lo experimentado, nunca un mero resultado. Por ello, el amor maduro añade al sentimiento una dosis de sabiduría para poder construir aquello que de verdad importa: presentes felices, presentes dignos y apasionados donde descubrirse el uno al otro.


Ninguno de los dos miembros renuncia a sus pasados, simplemente se aceptan, como se aceptan las pieles desnudas habitadas por algunas cicatrices, alguna arruga dejada por el tiempo en esos rostros y en esos cuerpos perfectamente imperfectos donde por supuesto, tampoco importan las décadas ni las decepciones. Solo el placer del aquí y ahora.

Sabios artesanos del amor

Francesco Alberoni es un conocido sociólogo especialista en relaciones afectivas que nos ha dado libros tan interesantes como “Enamoramiento y amor”. Según él, el ser humano humano aún no ha comprendido cuáles son los mecanismos del amor auténtico y duradero. Muchos nos dejamos llevar por ese naufragio químico que es el enamoramiento, la pasión, la necesidad del uno por el otro, pero pocos llegan a entender que por encima de todo, amar es saber construir.


El amor no tiene edad, porque el corazón no tiene arrugas, porque el amor si es intenso y puro, siempre es joven

Los amores en la edad madura ya conocen sobradamente lo que es estar enamorado, por ello, lo que ansían en esta etapa de la vida es algo mucho más profundo a la vez que delicado. Desean intimidad, la complicidad de dos miradas que se entienden sin palabras, disfrutar de espacios comunes pero respetando a la vez la individualidad de cada uno. Ansían un vínculo fuerte y noble en el que trabajar e invertir cada día por ese pacto implícito pero presente: el amor.


Decía Erich Fromm que amar es un arte. No es solo una relación placentera, esa que nos aporta sin lugar a dudas el propio enamoramiento, ahí donde casi no se necesita hacer nada, solo sentir, solo dejarse llevar, respirar, soñar y dejarnos caer en los recovecos profundos del deseo.


Amar es un arte porque requiere esfuerzo, es como dar forma a una escultura o a un lienzo donde cada pincelada es esencial para conferir perspectiva, cuerpo y belleza a esa obra. El amor maduro, ese que acontece cuando ya hemos dejado la juventud, es muy capaz de trazar cada movimiento con sutil perfección porque es un buen artesano de las emociones. Porque ya no necesita demostrar nada y sabe muy bien lo que quiere.


Porque las personas auténticas construyen amores auténticos, plenos y satisfactorios. No importa pues que el primer amor no haya llegado en el orden correcto. La vida, al fin y al cabo, siempre tiene un toque maravillosamente caótico, donde no tenemos más remedio que dejarnos llevar mientras avanzamos con ilusión y con el corazón siempre encendido, siempre joven.

Por Valeria Sabater
 
Qué es el bloqueo emocional


El bloqueo emocional es una barrera que nos ponemos a nosotros mismos y que nos impide pensar y sentir con claridad cada vez que lo experimentamos. A pesar de que todos podemos ser víctimas de este bloqueo en algún momento de nuestras vidas, la mayoría de las veces no sabemos cómo gestionarlo.


Algunas personas pueden desarrollar su vida con normalidad, pero pueden sufrir un bloqueo emocional en algún aspecto concreto de su vida. Unas pueden tener mucha facilidad para el ámbito laboral, amistoso o familiar, pero a la hora de encontrar pareja no consiguen avanzar. Otras pueden avanzar en este ámbito, pero se estancan en otros… o simplemente les puede ir todo más o menos bien, pero no se muestran tal y como son.




“Una emoción no causa dolor. La resistencia o supresión de una emoción causa dolor.
-Frederick Dodson-


Ejemplos de bloqueo emocional

Existen algunas señales que nos advierten de que podemos estar experimentando un bloqueo emocional: la evitación de actividades o eventos por miedo a hacerlo mal o no saber qué decir, el nerviosismo continuo, el temor a ser rechazados, la falta de motivación, los sentimientos de envidia o la práctica de jugar a los demás en lugar de comprenderlos. Incluso la timidez puede estar asociada a este fenómeno.

¿Por qué se produce un bloqueo emocional?

Las causas que pueden provocar un bloqueo emocional pueden ser muchas, pero frecuentemente encontramos sentimientos de miedo e inseguridad, acompañados de un fuerte complejo de inferioridad. Aunque cuando sufrimos épocas de mucho estrés y preocupaciones estamos más predispuestos a sufrir este tipo de bloqueos porque tendemos a la negatividad.




¿Cómo podemos desbloquearnos?

Para eliminar un bloqueo emocional es importante deshacernos del pensamiento negativo y enfocar las situaciones desde una visión más optimista.


Cuando las emociones son positivas nuestra mente se desbloquea y nos volvemos más creativos, naturales y espontáneos.

Imaginemos que llevamos años en paro y que acudir a una entrevista ya no nos motiva. Estamos sentados esperando a que nos llamen y sin darnos cuenta contribuimos a que los bloqueos estén presentes, pensando cosas como: “No me cogerán”, “otros son mejores”, “llevo mucho tiempo en paro y ya no soy valioso”, “no seré capaz”, “me notarán nervioso”, etc… Las ideas negativas que se nos pasan por la mente nos paralizan.




Esos pensamientos nos bloquean de tal manera que luego transmitimos negatividad en la entrevista. Al final no nos seleccionan porque “si tú no te lo crees, los demás tampoco”. Si tú no estás convencido de que tienes posibilidades, es altamente probable que el entrevistador perciba inconscientemente lo mismo.


Céntrate en los pensamientos positivos

Para desbloquearnos necesitamos, en primer lugar, ser conscientes de cómo nos encontramos y, luego, dar un enfoque positivo a las situaciones. Si conseguimos un buen estado emocional será mucho más difícil experimentar un bloqueo emocional.


Trata de pensar de tal forma que predomine la alegría, los sentimientos de bienestar, relax o esperanza. Pensamientos del tipo “tengo posibilidades”, “soy una persona válida y creo en mí”, “si me cogen genial y si no, habré aprendido de esta experiencia”, “mi bienestar no depende de si me cogen o no, porque sé que si no es hoy, será muy pronto”.


Cree en ti. Cuando uno mismo se siente capaz y cree que es posible que algo suceda, es probable que lo pueda conseguir.


Cuando uno cree firmemente en una posibilidad y se esfuerza en ello desprende esa sensación de confianza que el otro percibe sin ser consciente, pero que le llega muy adentro.


Muchas veces no se sabe por qué pero algo nos convence, nos atrae, y quizás puede ser esa creencia interior que mueve montañas… Así que cuida muy bien tu lenguaje interior y tus pensamientos porque si quieres convertirte en un ganador, tendrás que pensar como un ganador. ¡No lo olvides!

Por Cristina Pérez
 
No dejes que otros te arrastren a sus propias tormentas
Ante todo, debemos distinguir entre problemas propios y ajenos. Asimismo, debemos aprender a identificar los pensamientos negativos y buscar soluciones que nos satisfagan y nos aporten un sentimiento de tranquilidad

Hay quien es capaz de crear sus propias tormentas y llorar cuando llueve. Estamos seguros de que conoces a alguien con este tipo de personalidad, que crean sus propios problemas y más tarde se lamentan de los laberintos en que ellos mismos se encierran.

Lo más peligroso en estos casos es que, la mayoría de las veces, consiguen arrastrar a otros en sus propias obsesiones, en sus dilemas morales o personales. Nos llegan a responsabilizar, con lo cual, hemos de sumar a nuestra mente problemas que nos son ajenos.


Es algo muy común, en especial en personas algo inmaduras y dependientes. No obstante, este hecho, el de crear tormentas donde solo existe calma, es algo que todos hemos sufrido en algún momento puntual debido también a un instante de inseguridad.

Vale la pena reflexionar sobre ello.

Cuando creamos tormentas en día de calma
Hay días en que nos obsesionamos más por las cosas sin saber muy bien la razón. “Y si esto no me sale bien… ¿Qué voy a hacer? ¡Ya no tendré otra salida!”, “Está visto que estoy condenado a ser infeliz, no hay nada que me salga bien”.

Estos pequeños ejemplos son situaciones, pensamientos e ideas en las que podemos derivar en algún momento de nuestra vida. No debemos verlo como algo traumático o peligroso.

Las crisis existenciales son instantes vitales que nos obligan a tomar decisiones igual de importantes.

  • Todos podemos crear nuestras propias tormentas en algún momento, pero deben ser breves instantes de debilidad, en los que nuestra autoestima debe ayudarnos a remontar, a establecer nuevos proyectos.


  • No te arrepientas o veas con malos ojos haber tenido estos pensamientos. La auténtica valentía está en saber asumir que “no estamos bien”, y que tras la tormenta necesitamos calma y luz. Reorganizar nuestros pensamientos.
  • Es necesario dejar a un lado lo que sentimos para recordar lo que de verdad merecemos. Nadie merece caminar por la vida pensando que el mundo está en su contra y que el destino le ha cerrado las puertas para siempre.


Reestructuración cognitiva
La reestructuración cognitiva es una estrategia psicológica muy útil para desvanecer estas “tormentas” mentales que todos hemos sufrido o podemos sufrir en algún momento.

En ocasiones, en nuestra mente se combina el malestar emocional y esos pensamientos automáticos de los que no somos conscientes y que tienden a empeorar nuestro estado. De ahí que valga la pena tener en cuenta estas estrategias.

  • Toda emoción, todo pensamiento automático tiene una forma en nuestro cerebro. Así pues, cuando notes que no estás bien, coge un cuaderno y describe qué pasa por tu cabeza.
  • Utiliza palabras o frases cortas. Describe qué sientes, qué ves, qué notas.
  • Tras ello, llega el momento de “debatir” y confrontar dichas ideas.

“Siento rabia”, “La gente es mala”—“¿Por qué siento rabia? ¿Por qué he de pensar que toda la gente es mala?—“¿Porque alguien me ha fallado?”—“¿Qué puedo hacer para sentirme mejor”?—“Hablar de cómo me siento con esa persona, afrontar el problema y desactivar la rabia que siento”.

  • Una vez hayas identificado la emoción y ese pensamiento negativo, debes priorizar la solución y, sobre todo, integrar en tu mente un estado positivo de liberación, de que vas a poder superarlo.

Protégete de tormentas que no son las tuyas
Acabamos de asumir que también nosotros somos capaces de crear nuestras propias tormentas. Ahora bien, sabemos que es un proceso interno y personal y que somos nosotros los únicos responsables para afrontar el problema.

No obstante, una realidad muy común en nuestro día a día es que existen personas capaces de arrastrarnos a sus propios problemas, a sus propias tormentas.

  • Si bien es cierto que todos podemos tener estos instantes de crisis, hay quien parece vivir en un estado de crisis crónica.
  • Son personalidades muy inseguras que necesitan ser reconocidos, confirmados y atendidos porque se ven a sí mismos incapaces de afrontar problemas que, en ocasiones, ellos mismos se crean.
  • Podemos tener amigos, familiares e incluso parejas con este estilo de personalidad.
  • En estas situaciones quedamos envueltos en una atmósfera de emociones negativas donde, además, se suma “la obligación” de tener que atender y resolver problemas que no son nuestros.
La manera más adecuada de actuar en estos casos es manteniendo el equilibrio y estableciendo límites. Les ayudaremos en todo lo que nos sea posible, pero dejando claro que las tormentas que uno mismo se crea deben resolverse en la mente de quien las origina.

Te recomendamos leer el cerebro emocional: la empatía

Apoya, ofrece ánimos, pero procura que sean ellos mismos quienes den con la solución que de verdad necesitan. Si se la facilitamos nosotros es muy posible que no se vean satisfechos.

Mantén una adecuada distancia emocional. Tú ya tienes tus propios problemas y responsabilidades. No cargues con pesos ajenos a tu espalda o verás muy limitado tu crecimiento personal.

Debemos ir con mucho cuidado.


https://mejorconsalud.com/no-dejes-otros-te-arrastren-propias-tormentas/
 
Tu último día



Cada día me miro en el espejo y me pregunto: si hoy fuese el último día de mi vida, ¿Querría hacer lo que voy a hacer hoy? Si la respuesta es NO durante varios días seguidos, sé que necesito cambiar algo”. Steve Jobs.




Todos en algún momento hemos llegado a un punto en el que sentimos la necesidad inmediata de realizar un gran cambio, ya sea laboral, mental, espiritual o personalmente; todos tenemos siempre ese “algo” que necesitamos cambiar.


Lo que sucede muchas veces es que no sabemos cómo realizar ese gran cambio o no cogemos el valor para realizarlo. Hay muchas personas que esperan a que llegue un momento en el que se presente “la oportunidad dorada”, les toque la puerta de su casa y les de en sus manos el cambio que necesitan.


Esto es como:


Un anciano perro que pasó muchos años encerrado en su casita por una rejilla y el muchos años la golpeaba para poder salir y ser libre, estaba tan cansado de hacer lo mismo una y otra vez todos los días que finalmente decidió simplemente ponerse a llorar. Un buen día un pequeño que pasaba por ahí, se entristeció de aquel perro y quitó el seguro de la rejilla, bastaba con que el perro empujase la rejilla para poder salir, pero grande fue la sorpresa del niño al ver que el perro solo se puso frente a la rejilla y continuo llorando. La oportunidad de ser libre llegó a su vida y el no se dio cuenta.


Esto sucede muy frecuentemente en nuestras vidas, las oportunidades para cambiar llegan una y otra vez y nosotros simplemente no sabemos identificarlas o algunas veces las identificamos y por miedo a lo desconocido, dejamos que se alejen para esperar siempre esa oportunidad fácil o ese “momento perfecto” para hacer nuestro gran cambio.




“Un deseo no cambia nada, una acción lo cambia todo”

Nunca va a llegar ese punto en nuestras vidas que sea el ideal para hacer un gran cambio, siempre va a haber riesgos y cosas de las que nos cueste desprendernos; si estás esperando ese momento ideal para tomar acciones, nunca va a suceder. Lo que tienes que hacer es crear el momento perfecto, la oportunidad ideal y la situación que esperabas.




Cuando tomes el valor de hacer un cambio en tu vida que quizás te intimide al principio o te saque de tu zona de confort, vas a descubrir algunos talentos y habilidades que tienes que no sabías que tenías, vas a descubrir que tener todo lo que deseabas era cuestión de decidirte y que todos tus sueños pueden convertirse en realidad si los deseas tanto como para ir tras ellos. No le pidas a nadie que te de la oportunidad que quieres, no le ruegues a la vida que haga un cambio extraordinario en tu vida, tu simplemente eres grandioso y puedes atraer cambios grandiosos.


Si no eres lo que quieres ser, si no tienes lo que te gustaría tener, si no estás donde crees que deberías estar, no tiene nada que ver con mala suerte o karma o conspiraciones, pero tiene que ver con el hecho de que no estás haciendo un sacrificio y no estás haciendo algo diferente para cambiarlo.


Hay muchas personas en el mundo que dejan de querer un cambio personal, se vuelven satisfechas, dejan de soñar, dejan de creer, dejan de querer cualquier cosa y no avanzan más; personas alistándose para ir a empleos que no les gustan, gente que se levanta muy temprano todos los días para seguir una rutina que los está haciendo enfermos, personas que siguen relacionándose con gente que no quieren, hay personas que odian su trabajo pero siguen despertándose para hacerlo.


Cuando haces esto, literalmente estás cortando los años de tu vida y lo estás arrojando al fuego.


Quizás llegaste a un punto en el que nadie más cree que serás diferente o arreglarás tu situación, y este es un sentimiento de soledad que suele suceder cuando nos hemos dedicado a prometer mucho y no cumplir. Se siente mucha soledad, particularmente cuando este sentimiento viene de familiares o amigos.


Más triste aun es que la mayoría de las personas se llevan su grandeza, sus ideas, sus sueños y sus metas al cementerio con ellos, y este se convierte en el lugar más rico del planeta. Porque en el cementerio vamos a encontrar ideas que nunca se nos mostraron, cambios y visiones que nunca se hicieron realidad, aspiraciones y sueños que nunca fueron perseguidos.


Es muy sencillo fracasar en la vida, no se requiere esfuerzo para ser un perdedor, no se requiere ninguna motivación o aspiración para mantenerse en ese nivel bajo, pero se requiere de todo lo que tienes para cultivar tu voluntad para decir: “Voy a cambiar mi vida”


“A veces nuestro destino no está en las estrellas, sino en nosotros mismos”. William Shakespeare

Algunos cambios son solo una decisión honesta, otras veces son muchas cosas pequeñas hechas bien. No huyas más de tu situación, no pongas más “peros” en tu vida, tómalo todo y conviértelo en la oportunidad perfecta.


Despertar por la mañana no está garantizado para ninguno de nosotros, de modo que hoy es el gran día que esperabas y únicamente si te arriesgas a cambiar sabrás lo lejos que puedes llegar. La pregunta es ¿Vas a hacer que tus acciones concuerden con lo que quieres para tu vida?

Por Jorge Baas Rodríguez
 
La vida, una cuestión de actitud



A veces, la forma en la que uno mira la vida y se enfrenta a lo que le depara marca la diferencia entre felicidad o desdicha, entre satisfacción o frustración. Porque a veces, lo que nos pasa, o al menos cómo lo percibimos, es una cuestión de actitud.


“Una persona feliz no tiene un determinado conjunto de circunstancias, sino un conjunto de actitudes.
-Hugh Downs-

Dos formas de ver la vida: cuestión de actitud

Muchas personas tienen una mirada muy pesimista y no encuentran salida a ese punto de vista o a ese hecho que les afecta. De esta forma evitan asumir la responsabilidad ante los acontecimientos que la vida les presenta.


Estas personas, generalmente, ponen toda la responsabilidad de sus “desgracias” fuera de su órbita de acción. Siempre es el otro el responsable o “culpable” de toda situación negativa en su vida. Frases como “eres el/la culpable de todos mis problemas” son comunes entre estas personas.


El otro grupo es el que ve la vida con más optimismo. Saben que las circunstancias que esta les trae son desafíos para crecer, por ello viven menos estresadas, más felices y sonrientes. Son las que saben que la vida no es amenazante en sí misma sino lo que la hace “buena” o “mala” es una cuestión de actitud y por eso se toman la libertad de elegir cómo enfrentarla.


Cambiar de actitud es posible

Sí, es posible cambiar de actitud. Puede que cueste, pero se puede conseguir. Aquí quiero mostrar una manera para que, aquellos que están en el primer grupo pasen al segundo y puedan así tener una vida más plena y feliz.


En mi artículo anterior decía que la llave para ser feliz se encuentra en el autoconocimiento. La persona que ve su vida “color negro” puede empezar por preguntarse cómo llegó a esa situación y esta pregunta le va a ayudar a recorrer en retrospectiva el camino que lo llevó al momento actual.




Esta actitud es buena para cambiar cuando el fin es revisar en qué pudo haberse equivocado. Pero cuidado, no lo es cuando se convierte en un foco de reproches. Se trata de descubrir errores o comportamientos erróneos para corregirlos, no para flagelarse con ellos.


Cuestión de actitud: cambiar la queja por la acción

Una vez realizada y analizada esta pregunta, un segundo paso puede ser mirar la situación actual de frente, sin ningún temor y planificar la salida.

¿Cómo hace esto una persona que no puede encontrar una salida a un problema? Simplemente hay que cambiar una actitud negativa por una positiva, cambiando la queja por la acción. Algo que se puede decir a sí mismo puede ser “bien, ya está me cansé de quejarme, por lo tanto en este momento decido que quiero salir de esta situación.


Veamos, “¿cómo lo hago?” Esta pregunta es clave. Pone a la persona a pensar sobre el problema y las soluciones posibles, la mete de lleno en su interior. Así, la pone en contacto con los recursos propios que tiene para resolver ese problema y con una solución acorde con quién es.


“Una actitud positiva provoca una reacción en cadena de pensamientos, eventos y resultados. Es un catalizador y desata extraordinarios resultados.”
-Wade Boggs-


La vida es muchas veces cuestión de actitud y la que hemos visto es una manera simple de empezar a procesar un cambio de una visión negativa a otra positiva y ayudar a cambiar el modo de ver y de enfrentarse a la vida.


Todo es cuestión de arrancar. Una vez que se empieza, la rueda empieza a girar, y de esta forma, ese pequeño cambio comienza a tomar todas las áreas de la vida, ayudando a la persona a vivir más tranquila y feliz.


Por José Mariano Biaus

 
Recupera la perspectiva de tu vida


¿Alguna vez has sentido que estás atrapado en la rutina y que cada hora de tu día es igual a la anterior? ¿Te es imposible ver el panorama completo de tu vida? ¿Haces muchas cosas pero sientes que no logras nada?

Creo que todos nos hemos sentido perdidos alguna vez, por desgracia para algunos esta puede ser la norma en su vida. Suele pasar que nos concentramos demasiado en las tareas que debemos realizar que el trabajo se convierte en el punto focal de nuestra vida y pasamos más tiempo preocupados por las necesidades de nuestra familia. Un día te despiertas y te das cuenta que han pasado los días, semanas, meses o años y ya no sabes a dónde vas. En este momento descubres que has perdido la perspectiva de tu vida y no tienes muy claro que sigue.






Tómate una semana libre

Sí, es mucho tiempo y quizá implique que deberás dejar de hacer muchas cosas importantes. Pero hay que tener claro que todas esas obligaciones son las que te trajeron a este estado y más importante aún, el mundo no se acabará porque te des un tiempo para ti. Seguramente tu salud, tu cuerpo y tu mente te lo piden a gritos.


Date tiempo para “pensar”

Todos necesitamos darnos un tiempo para pensar en lo que queremos para nuestro futuro y en los planes para conseguirlo. Es importante que te permitas tomar una hora a la semana para analizar esto. En este período puedes ver los avances que has hecho, los pasos que debes dar a continuación y los cambios que te gustaría hacer. Este tiempo para pensar te debe ayudar a entender si todo va bien, en qué gastas tu tiempo y lo que te hace infeliz.




Escribe un diario

Llevar un diario no es una actividad que solo las niñas pequeñas hacen. Diversos estudios han determinado su efectividad para mantener una comunicación interna efectiva y para aprender sobre nosotros. Podemos tomarnos unos minutos para escribir nuestros pensamientos, preocupaciones, miedos, alegrías, etc., antes de ir a dormir. Esto te ayudará a conocer lo que está pasando en tu mente, por lo que es una forma rápida de recuperar la perspectiva y encontrar la solución a tus problemas.


Procura no presionarte para escribir. Aunque se llama diario, lo puedes hacer cuando desees. Algunas personas se sienten cómodas escribiendo diario, otras solo lo hacen una vez a la semana o cada tercer día. Encuentra tu propio ritmo y respétalo.


Atrévete

Recuperar la perspectiva de nuestra vida requiere de un gran esfuerzo. Es común que al comenzar a realizar las actividades antes mencionadas, decidamos regresar a la rutina para evitar enfrentar los problemas. Debemos atrevernos a ver lo que está mal y a realizar los cambios necesarios para tener la vida que realmente deseamos. A veces tememos herir o fallarle a los demás, pero siempre hay que recordar que nuestra principal obligación en nuestra vida es con nosotros mismos.

Por Okairy Zuñiga
 
Cambia el hábito…¡Habla de tus alegrías!



¿Qué tal si empezamos hoy mismo ha cambiar algunas pequeñas costumbres? Vamos a empezar el día con el sencillo propósito de hablar únicamente de cosas buenas, de aspectos positivos de tu vida y de este presente que te envuelve ahora mismo.




¿Lo ves complicado? Es posible, puesto que en ocasiones, y aunque nos cueste creerlo, hablar de cosas negativas resulta algo bastante común entre todos nosotros. Común e incluso funcional. “¿Te das cuenta de lo mal que va todo?” “Ya no sé lo que voy a hacer con esta persona, cada vez me hace la vida más imposible”, “Desde luego, tienes razón, a mi pasa lo mismo y cada vez me angustia más”.


Hay veces en que parece que los problemas de unos y los dramas cotidianos de otros, unen sus fuerzas para crear una especie de círculo vicioso donde lejos de propiciar el cambio y una mejora, enquistan aún más realidades. Y esto no es nada saludable.


Hablar de alegrías no es ser egoístas ni cerrar los ojos a las dificultades, en absoluto, es una actitud, una visión más constructiva que nos puede ayudar más en el día a día. Intentemos comprenderlo un poco mejor.


Hablar de alegrías no es ignorar la tristeza



Hablar de alegrías no es ignorar la tristeza. Yo asumo mi realidad, comprendo cada aspecto que me ha hecho daño por dentro, y sin embargo, elijo mirar a la vida con fortaleza y optimismo, porque de ese modo, puedo vivir de un modo más pleno e íntegro. Aportando además, bienestar a quienes me rodean.


“Mirar el lado bueno de las cosas” no es en absoluto el típico slogan de cualquier manual de autoayuda. Es ese apoyo cotidiano en el que dejarnos caer a modo de salvavidas para seguir a flote. Pensemos en ello durante un momento: es posible que muchos de nosotros hayamos pasado momentos difíciles, y que el presente que tenemos ahora mismo, no sea precisamente próspero. No obstante, si yo focalizo mi día a día en la negatividad, no habrá manera de avanzar, no habrá modo de salir de ella.


Y hemos de ir con cuidado, porque la negatividad es como una enfermedad que se adhiere y que asixia, y no solo eso, en ocasiones hasta es contagiosa. ¿Cuántas veces hemos tenido que huir de ese familiar o de ese amigo que nos hacía un listado interminable de sus pesadumbres? Mantener una distancia “higiénica” de estas personas no es ser egoísta, es un sencillo acto de supervivencia.




Focalizar nuestras miras en lo positivo, y hablar de alegrías, nos cauteriza por dentro y a su vez, aportamos positividad a quienes nos rodean. Es posible que en ocasiones cueste, que haya días en que hablar de alegrías sea casi tarea imposible, pero te aseguramos que es un ejercicio realmente saludable, tanto para tu cuerpo como para tus emociones. Las penas duelen, la tristeza ahoga, pero en el negativismo ya hay una dosis de rabia que hiere. Hemos de ir con cuidado.

Como focalizar mi realidad en las alegrías cotidianas

¿De qué modo puedo fijar mi día a día en ese lado positivo y alegre cuando en realidad, no me siento así? No es fácil, eso lo tenemos claro, de ahí que sea importante que intentes aplicar primero estas sencillas estrategias.


1. Ahonda en tus preocupaciones, en tus penas. Compréndelas y descubre cuál es “su forma”, qué las origina y qué puedes hacer para afrontarlas. Si no te es posible solucionarlas, si en tu caso debes asumir por ejemplo, una pérdida, una desilusión, una traición o un simple “adiós”, asúmelo cuanto antes, para después…. Dejar ir.


2. Elimina la charla negativa. Todos nosotros caemos en ocasiones en esos pensamientos casi obsesivos que nos hacen pensar en cosas negativas y hasta fatalistas. ¡Evítalas, no sirven de nada!


3. Construye afirmaciones positivas: hoy va a ser mi día, hoy me van a salir las cosas bien, hoy me voy a sentir bien…


4. Sustituye las afirmaciones negativas por las positivas: “soy un fracasado”— “Soy alguien que merece lo mejor”.


5. Céntrate en el presente: no focalices tu bienestar en el mañana, en “el cuando yo consiga esto entonces…”. No lo hagas, disfruta de tu presente, sé feliz aquí y ahora, disfruta de tus alegrías cotidianas.

Por Valeria Sabater

 
Los beneficios de la gratitud para aliviar el estrés




Hay personas que son capaces de mantener una actitud bastante positiva independientemente lo que esté sucediendo alrededor de ellos, que son capaces de concentrarse en lo positivo incluso en momentos muy negativos. Este tipo de gente es capaz de ver algo bueno incluso en las personas que lo esconden más, de encontrar una oportunidad en las circunstancias más complicadas, de apreciar lo que tienen incluso cuando tienen poco o han perdido algo. Leyendo esto muchos os preguntaréis, ¿Cómo es posible conseguir mantener una actitud positiva, incluso en momentos de gran estrés? ¿Es posible cultivar esta actitud positiva en estos casos?

Afortunadamente, la respuesta es que sí. Sí es posible cultivar esta actitud positiva, porque, aunque nacemos con cierta propensión a desarrolar un determinado carácter, el cerebro es un músculo que se puede entrenar, con lo que es posible reforzar la tendencia natural de la mente hacia el optimismo.






Así, mientras que varios factores influyen en la capacidad de recuperación emocional y optimismo, los estudios muestran que el cultivo del sentido de la gratitud puede ayuda a mantener un estado de ánimo más positivo en la vida cotidiana y contribuir a un mayor bienestar emocional que también traerà beneficios sociales.


Cultivar la gratitud es uno de los caminos más sencillos para obtener una mayor sensación de bienestar emocional, mayor satisfacción general con la vida y un mayor sentido de la felicidad. Las personas con un mayor nivel de gratitud tienden a tener relaciones más sólidas, ya que aprecian más a sus seres queridos y estos, al sentirse apreciados, muestran también una actitud de aprecio hacia el otro.




Cómo cultivar la gratitud

En primer lugar, es importante darse cuenta de cuándo nos empezamos a sentir estresados por algo que nos disgusta. Una buena práctica es intentar pensar en varias positivas relacionadas por las que nos podamos sentir agradecidos. Cuanto más nos recordamos a nosotros mismos los aspectos positivos de las cosas con mayor facilidad desarrollaremos esa actitud positiva incluso en casos de gran estrés.


Otra actitud interesante consiste en no compararnos con nadie. Estas comparaciones suelen ser completamente innecesarias y no hacen más que aumentar nuestro nivel de estrés. La razón es porque tendemos a compararnos con otros que están cercanos a nuestros ideales y, en vez de ver en ellos inspiración, lo que ocurre es que terminamos sintiéndonos inferiores y sintiendo a la vez envidia. Sin embargo, en estos casos, podemos optar por compararnos con otros que tienen menos y sentirnos agradecidos por los que tenemos, aunque aparentemente no sea mucho, o descubrir riquezas mucho más allá de lo material y virtudes más interesantes que las meramente física.


Por último, una buena costumbre para cultivar la gratitud es mantener un “diario de gratitud” que nos ayudará a mantener una actitud positiva diaria. Además, nos puede servir para obtener una fuente de inspiración positiva en momentos negativos que será sin duda muy valiosa, puesto que es fruto de nuestra propia experiencia.

Por Eva Maria Rodríguez
 
¿Conoces el significado de las palabras Sawabona y Shikoba?



Existe una tribu en el sur de África con una costumbre verdaderamente hermosa que se identifica con una palabra: Sawabona. Cuando alguien se comporta de forma inadecuada lo llevan al centro de su aldea y entre todos lo rodean. Durante dos días ellos le recuerdan a esa persona todas las cosas buenas que él hizo.


Esta tribu cree que cada uno de nosotros venimos al mundo siendo buenos y deseando seguridad, amor, paz y felicidad. Ocurre que en la búsqueda de nuestro lugar, en el devenir de nuestra vida, podemos cometer errores. Estos deslices son para ellos gritos impacientes de auxilio.




El significado de Sawabona

Este pueblo cree que el anhelo de sentirse seres especiales y buenos a veces les lleva a fallar en su comportamiento. Entonces, se reúnen para enderezarlo y reconectarlo con su verdadera naturaleza, recordándole quién es en realidad y que puede darle la mano de nuevo a su verdad.


Así, cuando esto ocurre, todos le repiten “Sawabona” que significa “yo te respeto, te valoro y eres importante para mí” y esa persona responde “Shikoba”, que quiere decir “entonces…yo soy bueno y existo para ti”. Este acto de reconocimiento reconstruye el interior malherido de la persona que agravió sabiéndose querido y valorado.

De esta forma, utilizando el lenguaje con amor, en esta tribu se recuerdan diariamente a través de las expresiones Sawabona y Shikova, que todos son especiales y que su interior es bueno, aunque a veces no actúen de forma correcta.


Y lo cierto es que con este hermoso acto y sencillo saludo, transmiten el mensaje de que nunca es demasiado tarde o demasiado pronto para ser quien quieras ser. No tienes un tiempo concreto para hacerlo o no hacerlo, puedes empezar cuando quieras, pero recuerda que se gana más con la paciencia que con la violencia.




En ocasiones, cuando nos comportamos de forma inadecuada, estamos pidiendo a gritos que alguien nos haga sentir valiosos. Sí, es un grito al amor, al aprecio y al cariño. Si consiguiésemos imaginar que cada uno de nosotros tiene un letrero colgante que reza “hazme sentir importante y especial” nuestros contactos serían más puros y benevolentes y crearíamos un verdadero interés por las personas que tenemos delante.


Educar en valores

La comunicación emocional está enferma en nuestra sociedad, no somos hábiles a la hora de considerarnos ni a nosotros ni a los demás. El bello comportamiento de esta tribu nos muestra la importancia de educar en el valor del respeto y el cariño a nuestros pequeños. Desde esta premisa siempre será posible influirnos y salvarnos, ya que hoy en día vivimos en un entorno peligroso en el que se carece de moral, motivación y autoestima para salir adelante y enfrentar al mundo.


Si comprendemos esta enseñanza iremos más allá de ser educados y amables y nos mostraremos al mundo con una sonrisa como carta de presentación, con una bandera blanca o señal de paz que inundará nuestro día a día de gratitud y confianza.

Además, antes de motivarnos a nosotros mismos, también existe la posibilidad de motivar a los demás, desde el conocimiento mutuo del ser y de las emociones propias y ajenas. De esta forma, aportaremos gran cantidad de información emocional tremendamente interesante a la hora de relacionarnos. La misma sensibilidad y consideración que otorgamos la percibiremos y así aumentaremos la calidad y la influencia de nuestras relaciones.


Ojalá llegue el día en el que aprendamos la importancia del Sawabona y el Shikoba en nuestra sociedad. Todos sin excepción necesitamos que nuestro entorno nos recuerde que estamos recorriendo un buen o mal camino y que somos seres maravillosos que conservamos ante todo la capacidad de rectificar, de sorprender, de sentir, de conocer y de sentirnos orgullosos. Y, sobre todo, darnos cuenta de que si no nos comportamos de la forma adecuada tenemos el poder y la fortaleza para empezar de nuevo y enmendar nuestros errores.

Por Raquel Aldana
 
Cómo “recargar las baterías” del cuerpo de manera natural
Sal a la calle a que te dé el sol, mantente motivado, ríe y sé feliz. Las personas optimistas enferman menos y viven más.

Quién esté libre de cansancio, que arroje la primera piedra. Todos nos sentimos agobiados y sentimos que nuestra carga se está agotando mucho antes de que llegue la noche. Esto se debe a la cantidad de actividades que hacemos al día. Si a eso le sumamos las obligaciones diarias y los problemas, es muy fácil comprender por qué a las 5 de la tarde ya estamos “low battery”. Conoce cómo “recargar las baterías” del cuerpo de manera natural en este artículo.



Recarga las baterías de manera natural
No estamos hablando de las baterías de los aparatos tecnológicos que seguro tienes en casa, sino de la energía de tu cuerpo. Sí, la misma que necesitas para levantarte por la mañana, hacer tu trabajo, estudiar, limpiar, preparar la cena, jugar con tus hijos, etc. Con estos tips podrás recargar tus baterías naturalmente:

Ríe
¿Sabías que la risa tiene la capacidad no solo de ponerte feliz, sino de liberar hormonas que automáticamente te hacen sentir de buen humor y ánimo? Pero, además, está comprobado que reír mejora el sistema inmune. Por este motivo las personas optimistas se enferman menos y viven más. Mira una película graciosa, escucha chistes, pide a alguien que te haga cosquillas… cualquier cosa es bienvenida.

Mantente motivado
Puedes encontrar en internet o en ciertas publicaciones una cita que te ayude a estar más enfocado en tus tareas y a no claudicar cuando hay mucho para hacer. Una de mis favoritas es: “Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo”. Esto se puede aplicar a cualquier aspecto o actividad. No esperes de los demás. Haz tú lo que te gusta, te interesa y te ayuda. Si te están faltando energías, consigue una frase inspiradora para seguir adelante.



Hidrátate
Esto quiere decir: bebe agua. De esta manera podrás recargar tus baterías internas, más precisamente la circulación de la sangre. Si esta se ve reducida, tus músculos tendrán menos oxígeno y tú te sentirás más cansado. Dos litros es el promedio por día. Trata de cumplir con esta cantidad para sentirte más energizado. Si no te gusta mucho el agua “sola”, prueba con zumos naturales, infusiones de hierbas o batidos de fruta hechos por ti.

Consume más hierro
Es el nutriente que más energías le aporta a tu cuerpo, ya que tiene la capacidad de transportar el oxígeno por todos los órganos y músculos. Las fuentes de hierro más importantes son los frijoles y las carnes rojas. Si eres mujer, quizás te sientas más cansada durante el período. Esto se debe a que a través de la menstruación se pierde mucho hierro. Por este motivo, se recomienda en estos días comer más lentejas, por ejemplo.

Sal a la calle
Si te pasas encerrado todo el día en la oficina, es más probable que te sientas cansado. Estar al aire libre al menos 20 minutos te ayudará a recuperar tus energías. Entonces, para la hora de almuerzo, opta por llevarte una vianda al parque más cercano o, al menos, a la terraza del edificio donde trabajas. No te quedes en el salón comedor, porque en realidad eso no te estará “desconectando” como necesitas. La luz del sol permite que el cerebro libere serotonina que, en niveles altos, mejora tu estado de ánimo y tu energía.

Ingiere semillas de chía
Si bien muchos creen que la chía es un alimento nuevo o moderno, data de miles de años atrás. Los antiguos mayas y aztecas consumían esta semilla poderosa en América para tener más fuerza y resistencia al momento de realizar sus trabajos. Si pensamos en las fantásticas construcciones y sistemas que crearon, no es descabellado pensar que usaran esta semilla para recuperar energías. Las puedes conseguir en las casas naturistas y añadirlas a tus ensaladas, sopas, tartas, licuados, etc.

Duerme unas 7 horas por noche
Entre 6 y 8 es lo ideal para una persona adulta activa. Si no duermes lo suficiente, ya sabes cuáles son las consecuencias… Sí, estarás cual zombie todo el día. Entonces, trata de ir a la cama un rato antes cada noche. Se dice que las horas que duermes antes de las 12 de la noche valen el doble. Ten mucho cuidado con el sueño y el descanso, porque puedes provocar el efecto contrario. Muchos trabajadores sufren de insomnio debido a que están acostumbrados a dormir 4 o 5 horas.

Por otra parte, presta atención a las llamadas “curas de sueño” de los fines de semana o feriados. Se cree que dormir durante 12 horas seguidas el domingo te dará las energías necesarias para afrontar toda la semana, pero esto no es verdad. El cuerpo y la mente necesitan de una rutina en cuanto a las horas de sueño y descanso. Esto no quiere decir que tengas que levantarte a las 6 de la mañana un sábado o acostarte a las 10 los viernes; puede haber ciertas licencias, pero sin exagerar.

Mejora la postura

Si estás sentado todo día en el trabajo y además encorvas la espalda hacia adelante, es más fácil que sientas sueño, igual que si “te dejas caer” en el asiento. Trata, en primera instancia, de levantarte cada una o dos horas a dar un breve paseo de un minuto, aunque sea alrededor de tu escritorio. Estira los músculos de las piernas, los brazos y el cuello, principalmente. Por otra parte, usa siempre una silla especial y ergonómica, que te permita mantener la espalda y el cuello rectos. Esto impedirá que te quedes dormido a las 3 de la tarde o en medio de una reunión.


https://mejorconsalud.com/recargar-las-baterias-del-cuerpo-manera-natural/
 

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