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Cuando era pequeño en mi casa había un par de reglas a la hora de recibir los regalos de los Reyes Magos.
En primer lugar no podía abrirlos delante de otros niños o niñas a los que no les hubiesen regalado tantas cosas como a mí.
Además, si algún amigo o amiga que no tenía tantos juguetes me quitaba alguno, yo no podía reclamarlo.
La explicación de mi madre era clara: tú tienes demasiado y hay gente que no tiene nada.
Mi madre me enseñó con estas reglas que el mundo no era igual para todas las personas y me mostró cuál era nuestro privilegio: querer algo y tenerlo.
Por eso siempre me ha parecido perverso vincular la magia, el asombro, a una condición, a una estafa que supone decirle a una persona pequeña que si se porta bien tendrá lo que quiere.
Porque, a veces, te portas bien y no lo tienes.
A veces es sencillamente imposible porque hay cosas que no dependen solo de querer.
Hacer creer lo contrario lo único que genera es sufrimiento.
Sufrimiento en los progenitores a los que les encantaría cumplir deseos y lo que tienen es la cara de decepción.
Y sufrimiento en las personas pequeñas que no entienden por qué no tienen lo que desean.
Tal vez la noche de Reyes sea una de las tradiciones más profundamente injustas e individualistas del año.
La confirmación de que la magia existe si la puedes comprar.
Una noche en la que la desigualdad y precariedad se hacen más evidentes.
No tengo lo que querías aunque hayas sido el mejor.
Lo siento.
Estaría bien que, puestos a creer en la magia, lo hiciéramos en común.
Porque si algo debería ser colectivo es, sin duda, la magia.
O dejamos de engañar a las personas pequeñas.
O al menos ahí, en ese instante en el que todo es posible, en el que la realidad todavía no se ha vuelto viscosa tras la inundación de lo adulto.
Nos comprometamos a que lo hermoso.
Sea siempre para todos.
Roy Galán
.
.
.
.
Este texto de Roy Galán me ha hecho reflexionar más aún algo a lo que cada Navidad le doy vueltas. Si tuviera hijos creo que seguiría la tradición creo que simplemente por inercia. No soy católica ni creyente pero como le explicas a un niño que ves un poco hipócrita esta costumbre, no se si me explico. Los regalos pueden venir cualquier otro día.
No quiero rebatir a quien le haga ilusión el día de reyes (siempre me lo han celebrado de pequeña y no recuerdo gran desilusión cuando me entere que eran los padres, más bien pensé "a ver si ahora me quedo sin regalos"). Solo me gustaría saber opiniones. A mi este texto me hace cuestionarme el porqué hacemos algunas cosas a veces sin mucho sentido.
En primer lugar no podía abrirlos delante de otros niños o niñas a los que no les hubiesen regalado tantas cosas como a mí.
Además, si algún amigo o amiga que no tenía tantos juguetes me quitaba alguno, yo no podía reclamarlo.
La explicación de mi madre era clara: tú tienes demasiado y hay gente que no tiene nada.
Mi madre me enseñó con estas reglas que el mundo no era igual para todas las personas y me mostró cuál era nuestro privilegio: querer algo y tenerlo.
Por eso siempre me ha parecido perverso vincular la magia, el asombro, a una condición, a una estafa que supone decirle a una persona pequeña que si se porta bien tendrá lo que quiere.
Porque, a veces, te portas bien y no lo tienes.
A veces es sencillamente imposible porque hay cosas que no dependen solo de querer.
Hacer creer lo contrario lo único que genera es sufrimiento.
Sufrimiento en los progenitores a los que les encantaría cumplir deseos y lo que tienen es la cara de decepción.
Y sufrimiento en las personas pequeñas que no entienden por qué no tienen lo que desean.
Tal vez la noche de Reyes sea una de las tradiciones más profundamente injustas e individualistas del año.
La confirmación de que la magia existe si la puedes comprar.
Una noche en la que la desigualdad y precariedad se hacen más evidentes.
No tengo lo que querías aunque hayas sido el mejor.
Lo siento.
Estaría bien que, puestos a creer en la magia, lo hiciéramos en común.
Porque si algo debería ser colectivo es, sin duda, la magia.
O dejamos de engañar a las personas pequeñas.
O al menos ahí, en ese instante en el que todo es posible, en el que la realidad todavía no se ha vuelto viscosa tras la inundación de lo adulto.
Nos comprometamos a que lo hermoso.
Sea siempre para todos.
Roy Galán
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Este texto de Roy Galán me ha hecho reflexionar más aún algo a lo que cada Navidad le doy vueltas. Si tuviera hijos creo que seguiría la tradición creo que simplemente por inercia. No soy católica ni creyente pero como le explicas a un niño que ves un poco hipócrita esta costumbre, no se si me explico. Los regalos pueden venir cualquier otro día.
No quiero rebatir a quien le haga ilusión el día de reyes (siempre me lo han celebrado de pequeña y no recuerdo gran desilusión cuando me entere que eran los padres, más bien pensé "a ver si ahora me quedo sin regalos"). Solo me gustaría saber opiniones. A mi este texto me hace cuestionarme el porqué hacemos algunas cosas a veces sin mucho sentido.