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Vaya asqueroso
No es ningún consuelo (ni pretende serlo) pero la inmensa mayoría de niñas, chicas jóvenes y mujeres adultas hemos sufrido esa clase de vejaciones sexuales.
Recuerdo que estaba con mis amigas, no tendríamos más de 9-10 años, en los columpios (para que os hagáis una idea de lo pequeñas que éramos todavía) Se nos acercó un chico y empezó a arrimarse en plan haciendo bromitas, “va, te columpio” y venga ji-ji ja-ja y entre broma y broma, nos terminó sobando a todas, sin dar tiempo a reaccionar. Nos empezamos a quedar paralizadas, nos mirábamos unas a otras con ojos de horror, no fuimos capaces de pegar un grito ni llamar a alguien (había gente cerca con sus hijos) y encima nos sentimos tan avergonzadas, que nos marchamos de ahí pitando, por si alguien nos había visto Por supuesto a nuestros padres nos les contamos nada, por si se enfadaban o no nos volvían a dejar salir… Un despropósito todo, sin embargo todo reacciones clásicas, que se dan incluso en mujeres adultas víctimas de abusos, horrible
Después de algunos años me agredieron otras dos veces siendo niña - que recuerde, atentas, en presencia de mi madre no se cortaron lo más mínimo, una de ellas la agredieron también a ella, y ahí mi madre, con su reacción, me enseñó cómo empoderarme y reaccionar. Les dio de bofetadas, patadas y empujones a la vez que les gritaba insultos, para atraer toda la atención de los transeúntes, así si hay suerte, se consigue que se larguen corriendo, prefieren a víctimas sumisas y discretas, que no les den “problemas”. Aquello, gracias a la reacción de mi madre, algo por lo que le estaré agradecida toda mi vida, fue un gran aprendizaje, en vez de trauma, que es lo que podía haber sido de haberme vuelto a ver indefensa, como cuando pasó por primera vez con mis amigas.
Muchos años después, a los 20 tantos, me agarró un froteurista en una calle concurrida a primera hora de la tarde, se me acercó por detrás y me agarró el pecho con ambas manos y se restregó, por un microsegundo me quedé totalmente bloqueada, por lo inesperado de la situación (ni era de noche, ni iba sola por una calle oscura… situaciones típicas que nos ponen en alerta) pero enseguida reaccioné, tal y como me enseñó mi madre La hostia que se llevó (al girarme le di con la mochila en todos los morros con todas mis fuerzas, dandole con la hebilla justo en la boca) y empecé a gritar alto y fuerte, llamando la atención de todos los que pasaban por ahí, que no eran pocos. Teníais que haber visto su cara Dio media vuelta y se fue corriendo jajaja
Otro clásico de aquella historia es que cuando lo conté a amigos y familiares, casi nadie me creía; todos trataban de buscar una “explicación” a aquel abuso, tipo: Se habrá equivocado de persona (sí, claro, te encuentras con tu novia en la calle - pongamos- y lo primero que haces, sin mediar palabra, es agarrarla de las t*tas así por detrás y le pegas un buen meneo, no?) Otros me decían: Lo habrás interpretado mal, a lo mejor quería robarte algo… Joder que los carteristas te quitan la cartera, o pasan corriendo y de un tirón se llevan tu bolso o móvil, no se pegan a ti los muy asquerosos para manosearte… Incluso yo misma a ratos llegué a dudar de mis sentidos, es muy traicionera la mente de una víctima de abusos. Pero lo más importante es la buena hostia que se llevó, debió de pasarse un rato largo dando vueltas sobre sí mismo