D
Deleted member 45314
Guest
Cómo seguir adelante cuando nada nos hace felices
Cuando no haya nada que nos haga felices no debemos deseperarnos. Es conveniente ir poco a poco y generar pequeños cambios que nos vayan aportando bienestar, aunque este sea mínimo
Hay momentos en que nada nos hace felices. En que el mundo pierde su brillo, las canciones su música y las risas de quienes nos rodean ya no nos contagian su alegría.
Seguir adelante en estos instantes vitales no resulta fácil si no encontramos un motivo lo bastante fuerte como para seguir levantándonos cada día. No obstante, ese motivo es fácil de identificar: eres tú mismo.
Cuando descuidamos nuestras necesidades emocionales, cuando dejamos que lo que nos envuelve nos aprisione de tal modo que perdemos el aliento, los ánimos y el control de nuestra existencia, el mundo empieza a ir del revés.
Pueden darnos ánimos, pueden decirnos aquello de que “el tiempo todo lo cura y que lo malo pasa” pero, si nosotros mismos no cogemos la riendas de lo que ocurre en nuestro universo personal, de nada van a servir las buenas palabras y las palmadas en la espalda.
Hay muchos momentos en que efectivamente, nada nos hace felices. No obstante, no hemos de dejar que un mal momento se convierta en una mala vida.
Te explicamos qué hacer.
Estrategias de afrontamiento cuando nada nos hace felices
Si nada nos alegra, si nos damos cuenta de que llevamos más de tres meses con el ánimo bajo, con problemas de insomnio, inapetencia y con esa apatía con la cual todo ha perdido interés para nosotros, es recomendable que lo hablemos con nuestro médico.
Podemos estar sufriendo una depresión, y será siempre un profesional quien nos ofrezca el diagnóstico y qué estrategias debemos seguir de acuerdo a nuestras necesidades.
Una vez hayamos descartado o confirmado un problema psicológico más profundo, es necesario que reflexionemos sobre estas dimensiones y las intentemos poner en práctica cada día.
Respeta tus ritmos: el mundo va ahora más despacio
Estamos mal, no podemos ni debemos disimularlo. ¿De qué nos sirve sonreír o llevar máscaras cuando lo que sentimos es tristeza y apatía?
- No finjas lo que no sientes o intensificarás tu sufrimiento.
- Tienes derecho a vivir ese instante de fragilidad, de tristeza. Lo creas o no, las emociones negativas tiene un fin y es el de hacernos ver que “hay algo que debemos cambiar” para adaptarnos mejor a nuestro entorno.
Respeta ese ritmo más lento que ahora necesitan tu mente y tu cuerpo. Necesitas de un tiempo de introspección con el cual atenderte, hacer preguntas y descubrir qué ocurre en tu interior.
Deja a un lado lo que sientes y descubre qué necesitas
Sabes que no estás bien, que a instantes sientes rabia, otras tristeza, en otros momentos solo quieres dormir y, más tarde, necesitas hablar con alguien.
Bien, puesto que eres consciente del complejo tiovivo emocional en el que te encuentras, es el momento de dejar en un segundo plano lo que sientes para identificar qué necesitas.
- Necesito verme mejor.
- Necesito pasar un tiempo solo.
- Necesito encontrar nuevas ilusiones.
- Necesito empezar de nuevo.
- Necesito dejar de sentirme triste.
- Quiero sentirme útil.
- Quiero quererme como merezco.
Pequeños cambios cotidianos
Nadie se va a sentir más feliz de un momento a otro ni de un día a otro. El bienestar se trabaja día a día, modificando poco a poco nuestro pensamiento y haciendo pequeños cambios.
- Hoy me voy a poner como propósito dar un largo paseo, que intentaré disfrutar al máximo.
- Hoy voy a controlar mis pensamientos negativos.
- Hoy voy a quedar con unos amigos e intentaré hablar con ellos de planes de futuro.
- Hoy voy a priorizarme, a regalarme tiempo, instantes placenteros.
- Hoy voy a involucrarme con algo a largo plazo: me apuntaré a un curso, proyectaré un viaje.
Estos pequeños cambios cotidianos generan, a su vez, importantes mejoras emocionales que revertirán poco a poco en nuestro bienestar.
Para ser feliz hay que renunciar a ciertas cosas
Para ser feliz, en ocasiones, hemos de ser capaces de renunciar a ciertas cosas, e incluso a algunas personas. Todo ello requiere de un acto de gran valentía que no siempre es fácil de llevar a cabo.
- Debemos aprender a escuchar nuestras necesidades, a nuestra conciencia. Si nos damos cuenta de que lo que nos envuelve nos aleja de nuestras esencias, lo que está ocurriendo también es que renunciamos a nuestra felicidad.
- Renunciar es aprender a cerrar círculos, etapas. Es saber reconocer lo que ya no aporta, lo que no enriquece y lo que nos hace sentir mal.
- Hay que tener en cuenta también que en ocasiones, no hay culpables que justifiquen nuestra infelicidad. Hay veces en que somos nosotros, con nuestros miedos e inseguridades, quienes cerramos las puertas al bienestar.
Aprende a identificar eso saboteadores internos y derríbalos. El esfuerzo siempre merecerá la pena.
Por Valeria Sabater