Autoestima y otros temas de psicología

5 verdades que debe aceptar la persona emocionalmente madura



La persona emocionalmente madura ha hecho un largo recorrido personal para adquirir dichas competencias. Ha aprendido de sus fracasos y en un momento dado, decide por fin ser responsable de su propio destino.

La persona emocionalmente madura sabe que la vida no es fácil ni justa en muchas ocasiones. Por eso no responsabiliza a nadie de su felicidad o sufrimiento ni coloca en bolsillos ajenos la llave de su bienestar. Se limita a asumir la responsabilidad de sus decisiones, es artífice de cada uno de sus pasos y elecciones así como de sus posibles consecuencias.


El concepto de madurez emocional fue uno de los pilares de las teorías de Albert Ellis. Así, para quien no conozca al padre de la terapia cognitivo-conductual, cabe señalar que fue una las figuras más destacables dentro de la psicología. Su entusiasmo por la vida y por su trabajo es difícil de igualar.




Escribió más de 80 libros, 1800 artículos, formó a más de 200 terapeutas y creó un instituto que lleva su nombre donde enseñar a las personas a identificar, desafiar y reemplazar sus creencias negativas o vetadoras por otras más saludables. Esas que promueven el bienestar y crecimiento emocional para que la persona pueda conquistar sus propias metas.


Así, entre todos sus trabajos se desprende siempre esa necesidad de transmitirnos unas herramientas básicas con las cuales, facilitar nuestro crecimiento y madurez como seres humanos. Estas claves o principios que exponemos a continuación, contienen la esencia de esos conocimientos que Albert Ellis nos regaló a través de lo que él consideró su auténtico propósito: hacer el sufrimiento más manejable.


“Si los marcianos alguna vez averiguan cómo pensamos los seres humanos, se morirían de risa”.


-Albert Ellis-




1. La persona emocionalmente madura entiende que el mundo no es como uno desea

A muchos nos agradaría poder editar el pasado. Ser como el escritor que termina un capítulo, lo relee y decide borrar ciertos párrafos para que la historia tenga mayor sentido.




Sin embargo, lo creamos o no en ocasiones la vida no tiene sentido. Hay cosas que ocurren que carecen de explicación alguna, son eventos, hechos y circunstancias que estamos obligados a aceptar sin más para seguir avanzando.


Asimismo, la persona emocionalmente madura ha aprendido que no puede cambiar a las personas. No puede esperar a que los demás actúen o digan lo que uno espera. Todo ello es sin duda una fuente más de inútil sufrimiento.


2. Sabe que para ser feliz hay que ser responsable de uno mismo

Bertrand Malle, psicólogo cognitivo de la Universidad Brown, realizó un estudio en el 2004 donde analizar la relación entre la felicidad y el modo en que nuestra mente entiende el concepto de responsabilidad personal.


Así, un hecho que queda en evidencia es que el acto de asumir que la responsabilidad de lo que nos ocurre está en manos los demás, nos genera un claro malestar. Es como vivir en el territorio de las avestruces, es limitarnos a esconder la cabeza mientras culpabilizamos al mundo de nuestros fracasos y desalientos.




Queda claro, no obstante que no tenemos el control sobre cada aspecto de nuestra realidad. Sin embargo, sí tenemos la oportunidad de elegir cómo actuar ante la realidad que nos toca vivir. Es ahí donde está la clave, este es sin duda el plan de ruta que lleva cada día en mente la persona emocionalmente madura.




No importa que mi infancia no fuera precisamente la mejor, no importa que mi pareja me haya dejado… La necesidad de reponerme de todo ello es mía, porque el pasado no tiene por qué determinarme. El presente me pertenece, soy responsable de mi propia persona y puedo reorientarlo con nuevas y mejores herramientas…


3. Ha descubierto que tiene permiso para cambiar cuando lo desee

La persona emocionalmente madura se permite cambiar. Porque cambiar es crecer y es ajustar el rumbo con mayor precisión después de haber adquirido nuevos aprendizajes.


Dar un paso más en nuestro crecimiento supone a menudo dejar cosas y personas atrás para reducir así esos lastres que tan a menudo nos limitan, que erosionan valías personales y bienestar. Algo así implica hacer acopio de valentía y clara resolución, ahí donde entender que nuestro potencial está en asumir cambios de manera periódica.


4. Hay que llevar una brújula emocional en el bolsillo

En todo viaje por nuestros senderos vitales necesitamos una brújula emocional. Esa que nos oriente siempre hacia un norte donde no pesan en exceso los miedos, donde no hay angustias y donde la ansiedad no frena nuestros pasos.


La persona emocionalmente madura ha aprendido a manejar esos estados que le han traído consecuencias poco deseables, y de los que de alguna manera ha tomado el conocimiento. Porque toda brújula debe ser bien calibrada, y eso se aprende con la experiencia, estando más atentos a los estados internos, a los pensamientos irracionales, a las emociones que sacan lo peor de nosotros mismos.




5. No hay que estar enamorados para ser felices

La persona emocionalmente madura no busca el amor de manera obsesiva. No lo evita, no rehuye de él, pero tampoco lo necesita. Porque si hay algo que entiende es que en materia afectiva lo que vale, lo que cuenta es poder seguir creciendo. Seguir aprendiendo junto a alguien que enriquece el viaje de la vida, una persona que no veta valías emocionales, sino que las impulsa y las expande.


Así, en el corazón de alguien emocionalmente maduro solo caben los amores que saben a equilibrio, a ilusión y a proyectos donde cada uno pueda seguir sus metas pero teniendo un espacio en común. Si esto no se da, siempre será preferible la soledad, porque también en ese territorio puede habitar el bienestar y la satisfacción personal.


Para concluir, cabe señalar un aspecto. Nadie llega a este mundo siendo una persona emocionalmente madura, esta asignatura se aprende con el tiempo, día a día se adquieren nuevas y mejores competencias que incluir en nuestra mochila existencial. Seamos por tanto receptivos a este tipo de aprendizajes.

Por Valeria Sabater
 
Inteligencia emocional para sanar las heridas de nuestras relaciones



Pérdidas, decepciones, rechazos, traiciones, desamor… Sabemos que las relaciones, como los huesos, también se rompen. Sin embargo esas fracturas no siempre sanan tan rápido como pensamos; el tiempo por sí solo no nos rehabilita, todo duele y casi nada alivia… De ahí, que la inteligencia emocional para sanar esas heridas sea un buen recurso para cerrar poco a poco esas cicatrices internas.


Decía Franklin D. Roosevelt que cuando lleguemos al final de una cuerda, solo cabe una opción: hacer un nudo y esperar. Terminar con algo que hasta no hacía mucho nos mantenía amarrados a algo firme y seguro siempre produce angustia.




Sentimos como si todo nuestro ser se precipitara a un vacío sin forma. Sin embargo, lejos de dejarnos a nuestra suerte y descuidarnos, hay que hacer un nudo de seguridad y aguardar. Esa sensación de miedo y desamparo terminará disolviéndose.


“No te precipites, te calma. Trabaja en ti mismo antes de caer en la desesperación tras una ruptura. Siéntete, sánate, permítete tiempo y ámate lo bastante como para seguir respirando, como para no necesitar a quien ya no está ni desea estar junto a ti”.


-Russ Von Hoelscher-


La vida es una experiencia impredecible, lo sabemos, un viaje donde sortear picos y mesetas. A veces el trayecto es doloroso, tanto que llegamos a pensar que no podemos soportar tanto revés, tantos giros y altos en el camino. Lo queramos o no estamos obligados a tener un kit básico de supervivencia con el que poder sortear con mayor solvencia todos esos imprevistos.


La inteligencia emocional nos proporciona como siempre valiosos recursos con los que poder transitar mucho mejor por esos eventos vitales tan adversos. Veámoslo a continuación.






Inteligencia emocional para sanar las heridas de nuestras relaciones afectivas

La inteligencia emocional para sanar las heridas procedentes de nuestras relaciones fallidas, rotas o fracturadas por pérdidas inesperadas u otros eventos traumáticos, nos proporcionará dos tipos de herramientas muy concretas. La primera, poder gestionar ese dolor de forma más saludable, creativa y vivificante. La segunda, recuperar (y mejorar) nuestra capacidad sanadora para seguir disfrutando de las relaciones e interacciones positivas.


El dolor emocional que genera muchos de esos eventos antes citados, nos aboca muy a menudo a quedar atrapados en patrones de comportamiento y de pensamiento muy negativos. No solo corremos el riesgo de derivar algún trastorno psicológico (depresión, ansiedad…).


Además, también suele quedar afectado nuestro desarrollo interpersonal: dejamos de confiar en los demás, entramos en ciclos de marcada frustración donde nos resulta muy complicado volver a crear vínculos fuertes y saludables con otras personas.


Así, algo que suele verse con gran frecuencia en la práctica clínica es que muchas de las personas que acuden a terapia lo hacen precisamente por problemas en sus relaciones afectivas. Una buena parte de los pacientes afrontan la sombra casi constante del abandono (es que siempre me dejan, hay algo en mí que termina alejando a las personas que más quiero…), otros sufren por el amor no correspondido y una gran parte se encuentran aún estancados en relaciones dañinas y tóxicas sin saber qué cómo actuar.




Profundicemos por tanto en esas estrategias que pueden ayudarnos a afrontar mejor estas situaciones.


Conectarnos de forma saludable con nuestras emociones

La inteligencia emocional para sanar heridas nos dice que debemos aprender a conectar con nuestros universos internos de forma más saludable. Un hecho recurrente que solemos experimentar cuando hacemos frente a una ruptura, una pérdida o a una situación afectiva compleja, es centrarnos de forma exclusiva en el dolor. En el sufrimiento. En la decepción que nubla, hiere y bloquea.


  • Con este enfoque lo que logramos es agrandar mucho más el agujero de la amargura.
  • Sabemos por tanto que esas emociones negativas están ahí y que tienen un origen muy concreto. Por tanto, una vez identificadas y aceptadas, es momento de canalizarlas y transformarlas para ponerlas a nuestro favor. Nunca en nuestra contra. Es momento de regularlas, de impedir que nos bloqueen, hay que darles dinamismo para que sean ellas las que nos permitan reaccionar.
  • Si siento rabia es momento de canalizarla. Si experimento tristeza la desahogaré para ir aliviando su peso día a día hasta que duela menos y me permita reponerme. Si lo que experimento es miedo (por una relación dañina) debo pedir ayuda y apoyo para afrontar esa fuente de angustia y sentirme a salvo.

Debemos recordar que la acumulación desordenada y caótica de emociones nos aboca a mostrar patrones de comportamiento disfuncionales y llenos de sufrimiento. Seamos capaces por tanto de aplicar la inteligencia emocional para sanar y poner orden, identificar, canalizar y usar las emociones a nuestro favor.




Empatía con uno mismo y seguridad personal

La inteligencia emocional para sanar heridas suele poner un énfasis especial en una parte muy especial de la empatía. No obstante, nos referimos a esa capacidad de conectar con nosotros mismos. De ver las propias heridas de un modo más compasivo, minucioso y enfocado ante todo a una solución, a una sanación.


  • Tras una ruptura o cualquier otro evento doloroso o traumático, hay que recuperar la seguridad personal. Así, la determinación firme, abierta y consciente de reparar cada rincón herido, cada pieza fragmentada a través del perdón y el afecto por nosotros mismos, es clave para avanzar cada día un poco más.
  • Si nos centramos en exclusiva en el propio sufrimiento nos limitaremos a caminar en círculos. El dolor al final terminará poco a poco separándose de nosotros mismos para tomar todo el control, para llenar cada espacio, cada fibra y recoveco de nuestra realidad. Y eso, eso es algo que debemos evitar. Empaticemos con nosotros mismos y establezcamos un plan de acción.

La curación emocional como combustible del crecimiento personal

Las personas hacemos bien cuando nos centramos sentimientos y sensaciones a medida que estas aparecen. Debe ser algo fluido, algo que despierte esa inteligencia curativa innata que reside en el cuerpo y la mente. Es un proceso semejante a la digestión, ahí donde conseguir que cada experiencia pueda servirnos de combustible para el crecimiento personal.


Si permitimos que la rabia, la decepción o la desesperación se queden estancadas, enfermaremos. Nuestra misión será darle salida a los efectos de un abandono, un amor no correspondido o la angustia de estar en una relación infeliz. Deben procesarse de forma saludable para habilitarnos, concediéndonos la posibilidad de crecer en madurez y responsabilidad.




Para concluir, tal y como podemos ver la inteligencia emocional para curar heridas es un recurso necesario para manejar mejor las situaciones difíciles. Es un modo de domesticar nuestros miedos para recordar las valías y esa necesidad imperiosa por sobreponernos, por permitirnos salir adelante con mayor aplomo.


Cabe decir que no es un proceso sencillo, no es algo que podamos conseguir en dos días o un mes. Aplicar con efectividad estas estrategias implica a menudo hacer un cambio de conciencia, generar un cambio revulsivo que llegará sin duda a cualquier ámbito de nuestra vida. Porque cuando uno entiende y pone las emociones a su favor, todo cambia.

Por Valeria Sabater
 
El poder de las grandes olvidadas: las emociones positivas



Las emociones son esos procesos innatos que forman parte de nuestra vida y a los que muchas veces no les prestamos la suficiente atención… Desde hace algunos años, y cada vez más, se insiste en la relación directa que tienen con nuestra salud. De hecho, las emociones positivas pueden potenciar nuestra salud del mismo modo que las negativas pueden debilitarla.


Tal y como demuestran numerosos estudios, nuestro sistema nervioso central y nuestro sist. inmunológico se comunican directamente. Esto quiere decir que las emociones y el cuerpo no están separados, sino muy conectados e interrelacionados.




Una mente lúcida y un buen corazón acompañados por sentimientos cálidos, son las cosas más importantes. Si la mente no se dirige a los pensamientos positivos y elevados, nunca podremos hallar la felicidad”


-Dalai Lama-


Lo que sí es cierto es que en las informaciones y publicaciones que nos llegan, se insiste en la repercusión que tienen las emociones negativas. Es decir, se nos advierte de la influencia negativa que tienen ciertas emociones en nuestra salud y se nos orienta sobre la conveniencia de evitar emociones negativas como el miedo, la ira… Sin embargo, lo que no es tan popular es el hecho de que bloquear estas emociones puede ser fuente de problemas de salud.


Emociones que cuidan nuestra salud

De un tiempo a esta parte, algunos expertos del ámbito de la salud han realizado un giro en la visión y abordaje emocional. Es decir, han realizado sus planteamientos en positivo. En vez de centrarse y enfocarse en las emociones negativas, han dirigido su mirada al poder de las emociones positivas.


Arturo Agüero, médico y director del Hospital Nacional Diego Alcorta, asegura en su libro “Emociones que curan” que las emociones positivas pueden desalojar la carga negativa de aquellas otras sensaciones que, ancladas en nuestro cuerpo, amenazan nuestra salud.





De la misma manera, la doctora estadounidense B. Fredrickson, ganadora del “Highest templeton prize in Positive Psychology”, tras años de investigación científica descubrió el efecto potenciador de la salud que tienen las emociones positivas.


“La risa es tremendamente relajante, es una gran meditación. La risa es de una belleza tremenda, te da ligereza, te da alas para volar. Y la vida está llena de oportunidades para reír. Solo necesitas tener sensibilidad”


-Osho-




De la misma manera, la Universidad de Kentucky ha realizado una investigación longitudinal. El resultado ha demostrado una relación entre las emociones positivas y la longevidad. Así mismo, tras décadas de investigación tenemos pruebas que evidencian la relación de las emociones positivas con nuestro estado de salud y esperanza de vida. De hecho, está comprobado que quienes experimentan más emociones positivas tienen menor tensión arterial y un sistema inmunológico más fuerte.


Algunas emociones y sentimientos positivos…

Alegría y diversión

La alegría es quizá una de las emociones más rápidas. Sucede en un instante, cuando nos encontramos en un ambiente que resulta placentero. Aparece en aquellos momentos “perfectos” donde sentimos que las cosas son exactamente como deberían de ser y estamos donde deberíamos estar.


De igual importancia, la diversión es la emoción asociada al placer y se encuentra en aquello que nos hace reír y permite nuestra recreación. La diversión, en este sentido, es un poderoso relajante natural.


“Si exagerásemos nuestras alegrías, como hacemos con nuestras penas, nuestros problemas perderían importancia”


-Anatole France-




Gratitud

Esta emoción debe ser entendida en su más amplio sentido. Dar las gracias a la vida, a la naturaleza, a nuestros compañeros de vida… Sentirnos agradecidos por la salud, por el lugar donde vivimos, etc.


Dar gracias al mismo tiempo es un motivo de alegría. Significa que alguien nos cuida o que la suerte nos sonríe. Y… ¿A quién no le reconforta esto?


“La gratitud es una flor que brota del alma”


-Beecher-





Serenidad

La serenidad es una emoción más relajada, sostenida y sutil que la alegría. Se disfruta cuando estamos totalmente presentes y conscientes de lo que estamos viviendo. Además, la serenidad es la emoción que facilita que veamos el bosque y no solamente el árbol cuando hay un problema, aumentando así las probabilidades de encontrarle una solución.


Interés

El interés es un estado más elevado que motiva las conductas de exploración e investigación. Gracias al interés tenemos el deseo y la motivación para aprender y desarrollar nuestros conocimientos, cualidades y habilidades.


Amor

En el estado de enamoramiento, en nuestros cuerpos se produce una reacción biológica que incrementa nuestros niveles de oxitocina y progesterona. La consecuencia es inmediata: aumenta nuestra sensación de bienestar y se reduce nuestro nivel de estrés. De este modo, mejora nuestra salud y calidad de vida.


“El odio no disminuye con el odio. El odio disminuye con el amor”


-Buda-





En conclusión, las investigaciones apoyan un cambio de enfoque en la forma de entender las emociones, los sentimientos o los estados emocionales más prologados. Así, no se trataría tanto de bloquear las emociones negativas como de potenciar las positivas, ya que estas neutralizan las anteriores. De hecho, este nuevo punto de vista no deja de poner en valor a todas las emociones, con independencia de la valencia que tengan.


Las emociones negativas tienen un valor adaptativo incuestionable. Y las emociones positivas tienen un objetivo trascendente y evolutivo que va más allá de las sensaciones agradables que nos proporcionan.

Por Irati Novella


 
Sin poner límites, no recibirás “gracias” ni “perdón”


No pongas límites a tu sufrimiento. Estíralo tan fuerte que parezca desplegarse por toda una avenida para luego venir a por ti, haciendo un fuerte efecto “boomerang”. Para asfixiarte, para culpabilizarte, para inmovilizarte. No pongas límites a la gente que hay a tu alrededor. Sé una buena esposa, un trabajador asalariado modelo.


Estira tu paciencia hasta donde ya no puedas más porque siempre nos enseñaron que el sacrificio está unido con la virtud, aunque ello implique anular nuestra vida y nuestros deseos. Puedes elegir esto. No pongas límites, pero has de saber que no recibirás jamás un "gracias" o un “lo siento” por ello. Que la gente se acostumbrará tanto a verte en un rol determinado, que no creerá que mereces respeto por todo lo que haces, por el sentido de tu propia lucha.




La consecuencia directa de soportar cosas que te duelen, palabras malintencionadas, golpes, abusos y negligencias no es otra que la de convertirte en la presa perfecta de la sabana urbana, en el cebo perfecto para todo tipo de depredadores.


El precio de no poner límites

Nadie te está culpabilizando por sufrir algún tipo de abuso o de haber atravesado una metamorfosis psíquica irreversible si no pudiste contar con la ayuda que necesitabas a tiempo. Hay gente que ha sufrido tanto que cree que solo sirve ya como un mero saco de boxeo.


Pensarás que al menos, si no se consigue tener fuerzas para seguir adelante por una misma/o, siempre se puede entregar la última fuerza de tu aliento, la rabia que esconden los anhelos de tus suspiros o el último esfuerzo de subir un escalón para ayudar a otro a conseguir completar su escalinata.




Nadie te está culpando por haber llegado a ese estado de indigencia emocional, a la sensación de que todo atisbo de magia y creatividad en tu interior ha sido engullido por las circunstancias. Pero, si aún tienes la suficiente lucidez para darte cuenta de que te hallas en este estado, quizás estés a tiempo para echar un paso atrás y poner el freno a ciertas situaciones.




Quizás estés a tiempo de no cortar relaciones con un hacha, pero eliminarlas de raíz con un filo hilo de seda, a lo “depilación hindú”. Casi imperceptible pero infalible.


Quizás te halles en ese maravilloso punto del camino en el que sabes que nadie vendrá a rescatarte, pero que tampoco es necesario. Estás a tiempo de lo que viene a llamarse “una cura exprés” del medio que te rodea. Un detox social, rico en vitaminas y exento de aditivos humanos oxidantes.





La importancia de “psicotizarse” para algunas personas

No faltan psicópatas en este mundo. Desgraciadamente, a veces son tremendamente difíciles de detectar. Otras son solo sombras tenues con algunos rasgos perversos. Injustamente, en ciertas ocasiones personas con carácter y que se niegan a callar la injusticia son peor tratadas que las primeras.


Por ello, el precio de no saber poner límites es muy alto. Este se eleva cuando nos negamos a ver la realidad que tenemos delante de nosotros. Cuando no sabemos detectar las ofensas y/o ponerles frente a tiempo. El olor de tu miedo al abandono, a la crítica o al estigma se convierte en el mejor aliado de los que no dudan en hacer tu debilidad su primera piel para amortiguar los golpes.


Tantos tipos de personas, tantas complejidades en las relaciones humanas que sería imposible conocer por qué unas funcionan de un modo y no de otro. Si todo se adhiriese a un guión o a un plan divino, qué poca gracia y sentido tendría todo.


Sin embargo, algunos patrones relacionales parecen repetirse una y otra vez. Los observamos, los combatimos, los sufrimos. Son aquellos caracterizados por un sistema comunicacional en el que ciertas personas no tienen voz. Patrones de relación en las que alguien no pone límites a su entrega aunque eso suponga su infelicidad.


Relaciones en las que una persona se niega el derecho de poder pensar primero en ella misma. El precio de no poner límites a las demandas, a las opiniones aleccionadoras que no han sido pedidas y a los malos modales es que tú jamás recibirás el más mínimo gesto de cortesía.





No esperes nunca un “lo siento” o un “gracias” de alguien que hace ya mucho tiempo que sobrepasó los límites del abuso emocional contigo. Esas palabras de cortesía y de agradecimiento serán otorgadas a alguien que quizás sin dar nada, ya ha ganado la “prima dote” de todos los elogios.


Es un buen momento quizás para volver a recuperar tu piel, “psicotizarte” un poco, hasta el límite de ser tú la primera en tus planes y la primera en la lista de personas a las que poder hacer felices. Puedes dar todavía muchas sorpresas, saber poner cercos a tu aguante, rebelar la otra mejilla aún sin abofetear y clavar con acero tanto tus límites como tus limitaciones. No esperes nunca un “lo siento” o un “gracias” de quien ha permitido que te pongas de rodillas para que ella/él permanezcan erguidos. No se lo merecen.

Por Cristina Rivera
 
El circuito cerebral del placer


El circuito cerebral del placer, también llamado circuito mesocórticolímbico, está formado por un pequeño grupo de regiones cerebrales en las que se producen los niveles más altos de dopamina. Este circuito se activa cuando recibimos estímulos que nos proporcionan placer como comer chocolate, practicar s*x*, ir de compras, etc. Incluso una simple idea puede activarlo.


Este circuito cerebral del placer permite asociar actividades relacionadas con nuestra supervivencia a situaciones placenteras, por lo que tiene una función adaptativa. Aunque este circuito también puede activarse con sustancias perjudiciales, como son las drogas. Hablamos, por ejemplo, de la cocaína que está ligada a la producción artificial de dopamina en el cerebro.




En la universidad de John Hopkins describen el proceso de recompensa como una experiencia que nos gusta de manera inmediata o no demorada en el tiempo. Asociamos esa experiencia a estímulos sensoriales externos visuales, olfativos o auditivos y a otros estímulos internos como pensamientos y sensaciones. Al hacer esa asociación la conducta que nos produjo placer se repetirá probablemente en una situación similar.


Proceso del mecanismo de recompensa

Todo comienza cuando observamos en el entorno algo que nos incita a realizar alguna actividad concreta que en el pasado nos ha proporcionado placer y/o satisfacción. Hay emociones que se mueven en nosotros y que nos empujan a desear realizar la acción. En este momento aparece la dopamina, de manera que ya nos podemos imaginar realizando la acción.


Después de la fase de deseo, nos ponemos manos a la obra, queremos hacerlo realidad


Cuando pasamos a la acción se ven involucradas las sustancias adrenalina y noradrenalina que ponen al organismo en marcha, con el objetivo de estar preparados para actuar. Se recompensa la acción con una sensación de placer al finalizarla o mientras se realiza.




Por último, una vez completada la acción, se cierra el circuito de recompensa con una sensación de satisfacción. Cuando se ha llegado a este punto, aparece la serotonina que está relacionada con nuestro estado de ánimo y con el deseo de volver a experimentar la sensación. Gracias a la satisfacción proporcionada, cuando aparezca una señal que active el deseo, el sujeto tenderá a repetir la acción.




El recorrido del placer en el cerebro

El centro de placer esta formado por varias áreas cerebrales específicas, como el área tegemental ventral (ATV), que proyecta las conexiones de sus neuronas hacia otras áreas implicadas en el proceso. Estas áreas son el núcleo accumbens, el cuerpo estriado, la corteza cingulada anterior, el hipocampo, la amígdala y la corteza cerebral.


Cada uno de los centros implicados en el proceso de placer o recompensa están relacionados con diferentes funciones. Por ejemplo, el cuerpo estriado se relaciona con la formación de hábitos, la corteza cingulada anterior y la amígdala se relacionan con las emociones, el hipocampo con la memoria y la corteza prefrontal con el razonamiento y la planificación. La dopamina es el neurotransmisor que media en la comunicación entre el ATV y el resto de zonas.




Cuando ciertas experiencias activan las neuronas del ATV y liberan dopamina, estas experiencias se calificaran como placenteras y serán posteriormente recordadas y asociadas a eventos positivos. Algo que propiciará la repetición de la acción en el futuro


El papel del circuito cerebral del placer en las adicciones

Ciertas actividades que se realizan y son vitales para la supervivencia disparan el circuito del placer, pero estas actividades no son las únicas capaces de producirnos esta sensación. También existen hábitos, como el del consumo de drogas, que ponen en marcha el mecanismo de recompensa.


La gran mayoría de las sustancias adictivas atacan al sistema de recompensa del cerebro, liberando dopamina. Dicho neurotransmisor se encuentra en diferentes regiones del cerebro que regulan el movimiento, la motivación, la emoción y la sensación de placer. La liberación de dopamina -a través de las drogas- puede sobreestimular el sistema, produciendo una sensación de euforia que refuerza fuertemente el consumo.




Cuando se toman drogas, como la cocaína, se puede liberar de 2 a 10 veces más de la cantidad de dopamina que con una recompensa natural (comida), además el efecto es inmediato y los efectos pueden ser más duraderos. La tolerancia a las drogas, producida por el consumo repetido, puede conducir cambios profundos en los circuitos del cerebro, ya que de alguna manera tienen el poder de inutilizarlos.


¿Cuándo se dispara el circuito cerebral del placer?

Existen gran cantidad de situaciones en las cuales hacer alguna actividad concreta puede activar el circuito cerebral del placer, haciéndonos sentir bien. Las siguientes son ejemplos de algunas de las actividades que probablemente activarán este circuito:


  • Comer comida alta en calorías.
  • Mantener relaciones sexuales.
  • Escuchar música.
  • Practicar deporte.
  • Consumir ciertas drogas.
  • Ayudar a los demás.
  • La valoración positiva de los demás.

Los científicos ven el sistema cerebral de recompensa como una función que garantiza nuestra supervivencia, ya que se vincula con actividades necesarias para la subsistencia, pero también es un trampa para las adicciones.


La asociación que hacemos de ciertos estímulos, como puede ser salir de fiesta con el acto de beber alcohol, puede reforzar la acción hasta el punto de convertirla en adicción

Por Carolina de Luis

 
El cerebro es tan complejo como el universo



El conocimiento sobre el funcionamiento del cerebro es enorme, pero aún está demasiado fragmentado. Esto tiene como consecuencia que, aunque parezca increíble, sepamos menos del cerebro que del planeta Marte.


No obstante, sí que se sabe dónde y cómo ocurren algunos procesos básicos y fundamentales de la actividad cerebral. Particularmente esto ocurre con la corteza (o córtex), la cual se entiende como la “estructura más humana” del órgano de la vida.




Sea como sea, desde que el premio Nobel Ramón y Cajal revelase hace más de 100 años atrás la posibilidad de apreciar los paisajes del cerebro, neurocientíficos de todo el mundo no han dejado de avanzar y estudiar la maravillosa realidad gracias a la cual vivimos.




Los paisajes del cerebro

Cuando, a través de diferentes tecnologías, observamos los paisajes del cerebro, podemos contemplar dos características maravillosas: plasticidad y estabilidad. Estas dos características en gran medida son responsables de que tengamos la capacidad de aprender y memorizar, lo cual sin duda diferencia al ser humano del resto de miembros del reino animal.


Estos dos procesos psicológicos básicos, memoria y aprendizaje, quedan anclados en nuestra corteza. Así, también tenemos una idea de las estructuras y los intercambios que manejan cuestiones tan complejas como el pensamiento, la emoción, el sentimiento, el movimiento, etc.




Pero más allá de esto la ciencia está inmersa en dilucidar algo de lo que tenemos poca o nula idea: de dónde emana la consciencia. Lo que está claro es que nuestro cerebro es la historia de nuestra vida y que, sin duda, funcionamos gracias a la existencia de los circuitos de neuronas que se transmiten se hablan a través de impulsos eléctricos de manera constante.


Es asombroso entender que cada impulso eléctrico corresponde a una letra, a una palabra, a un rostro o a una emoción. Nuestras neuronas se mueven de una dirección a otra para sentir, para pensar, para aprender o para llevar a cabo cualquier tarea.




Cuando nos enamoramos una región específica del cerebro se activa, dando lugar a nuevas conexiones que se modifican de manera intensa y constante.




Aunque es tan complejo como el universo, hoy sabemos del cerebro que es un sistema muy distribuido que trabaja constantemente de manera paralela para ayudarnos a representar contenidos, percibir ideas, planes, sentimientos, etc.


Además, se ha podido observar cómo las neuronas migran desde las capas internas del cerebro para ocupar ciertos lugares en la corteza. Según investigadores como Pasko Rakic, esta orden de migrar la dan los genes, pero las conexiones y su complejidad están determinadas por el ambiente.


Poco a poco se va avanzando cada vez más en la comprensión del micromundo tan maravilloso que reside dentro de nuestro cuerpo. Aún no sabemos cómo se conforma la consciencia, pero estamos en el camino para descubrir cuestiones cada vez más maravillosas que nos permiten avanzar y potenciar la calidad de nuestra vida.




Hace unos días conocíamos el hallazgo de unas 100 nuevas áreas en la corteza cerebral, lo cual nos permitirá conocer más en profundidad cuáles son los factores diferenciales que producen las enfermedades mentales como la depresión, la esquizofrenia, el autismo, la demencia, etc.


Sabemos lo que ocurre en nuestro cerebro cuando nos enamoramos, cuando aprendemos algo o cuando atendemos. Conocemos los cambios e intercambios neuronales que ocurren en nuestro cerebro para producir el lenguaje, la tristeza o la alegría.


Sin embargo, aún falta coherencia entre gran parte de estas informaciones; por eso quizás la responsabilidad titánica que ahora reside en cada persona que contribuya al desarrollo de este conocimiento es la de procurar ensamblar hallazgos y contribuir a la universalidad de esos aportes. Cada hallazgo, por pequeño que parezca, es un gran paso de conocimiento.

Por Raquel Aldana

 
Disfruta de lo que no esperas



Hay momentos en nuestra vida que aparecen sin más. Algunos de ellos se convierten en meras anécdotas que después pasan al olvido pasados unos días, y otros que incluso pueden cambiar radicalmente nuestras vidas. Reencontrarte con ese amigo que hacía años que no veías, conocer al amor de tu vida…En definitiva, todos esos momentos que sin motivo alguno ocurren, sin saber muy bien por qué.

Algunos llamarían esto buena suerte, karma o simplemente coincidencia. Pero de una forma u otra, estos acontecimientos forman parte de nosotros, y por ello es importante saber aceptarlos con el máximo optimismo posible. De esta forma, podremos disfrutar mucho mejor de esos pequeños placeres que nos aporta la vida.




¿Y a ti? ¿Has tenido la gran fortuna de vivir esos momentos inolvidables? Pues a través de las siguientes líneas daremos una serie de consejos para que los disfrutes en su máximo esplendor.




Todo tiene su lado positivo

Seguro que muchos de ustedes se han visto sumergido en una situación desagradable y que no ha acabado como ustedes querían. Esas noches donde la fiesta estaba asegurada pero después resultó muy aburrida. O también, esos días que nos levantamos con mucha pesadumbre y sin ganas de nada pero después no sale todo redondo. Hay muchos ejemplos de ello.


¿Y qué quiero decir con todo esto? Pues que no “vendáis la piel del oso antes de cazarla”. Y es que, desde el preciso instante que nacemos, la vida nos puede deparar mágicos momentos que quedarán grabados en nuestra retina y que desde un principio no estaban “preparados" para que ocurriesen así.




De hecho, yo conocí a mi primera novia a través de una quedada de amigos, a la que desde el principio no tenía nada de ganas de ir. Y gracias a esa decisión de finalmente acudir a esa reunión, ella se convirtió en una persona a la que quise mucho. Si me ha pasado a mí, también os puede pasar a vosotros.


En el momento y lugar adecuado

¿Pero qué hay que hacer para que nos ocurran esos “momentos inesperados y mágicos”? Pues no mucho la verdad. Solo hay que estar en el momento y lugar adecuado, que seguro que aparecen en el momento que menos lo esperamos.


Aun así, hay gente de que se “queja” de que no les pasa nada. De que su vida es aburrida y monótona. Pues con esa actitud ten por seguro que no conseguirás nada de lo que te propones. Por ello, es importante ponerse unas metas y objetivos, y seguro que antes o temprano y en cualquier momento o lugar la fortuna te sonríe. Yo soy de los que piensan que la suerte no nace sino que se hace con esos pequeños acontecimientos que definitivamente hacen nuestro día a día.

Por José Mª Tabares
 
Ignacio Martín-Baró y la psicología de la liberación




Ignacio Martín-Baró es el padre de la psicología de la liberación. Este jesuita fundó un nuevo movimiento que cambió la forma de entender la psicología social. Tomando como punto de partida otros movimientos por la liberación, Martín-Baró centró la psicología social en el estudio de los contextos y los problemas de las personas que estudiaba.


Quizás no demasiado conocido fuera de América, es un referente central en países de ese entorno. De sus ideas derivan escuelas como la psicología comunitaria, la cual se centra en empoderar a las comunidades con las que se trabaja, en la lucha contra la pobreza, en la defensa de la democracia y en la salud mental.




Vida de Martín-Baró

Martín-Baró nació en España, en Valladolid, e ingresó en la Compañía de Jesús. Como jesuita fue destinado a América Central. Estudió filosofía, teología y psicología, y finalmente se asentó en San Salvador, en la República de El Salvador. Su tesis doctoral versaba sobre las actitudes y conflictos sociales en El Salvador; en concreto, Martín Baró escribió sobre la densidad poblacional de las clases sociales bajas en esta zona.


Ignacio fue profesor visitante en distintas universidades de diferentes países, pero en la que más tiempo estuvo fue en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas de San Salvador. Finalmente, Ignacio murió asesinado por un pelotón del batallón Atlacatl de la Fuerza Armada de El Salvador, bajo las órdenes del coronel René Emilio Ponce, el 16 de noviembre de 1989, junto a otros sacerdotes. El crimen es conocido como el de los mártires de la UCA, la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas de San Salvador.


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La teología y la filosofía de la liberación

La psicología de la liberación parte de tres movimientos que surgieron previamente. Estos son: la teología de la liberación, la filosofía de la liberación y la pedagogía de la liberación. La teología de la liberación propone centrarse en los más necesitados, o sea, los pobres. Desde el cristianismo reconocen la opresión y las injusticias sobre este sector de la sociedad, y defienden usar las ciencias humanas y sociales.




“Queridos filósofos, queridos sociólogos progresistas, queridos psicólogos sociales: no jodan tanto con la enajenación aquí donde lo más jodido es la nación ajena”.


-Roque Dalton-




Por su parte, la filosofía de la liberación se centra en la creación del conocimiento. Discute que la mayoría del conocimiento que se estudia viene de hombres occidentales de clase media; es decir que el conocimiento que proviene de otras personas no se considera como válido. Por tanto, la filosofía de la liberación propone aprender mediante el diálogo el conocimiento de esos “otros” que no se tienen en cuenta.


Pedagogía de la liberación

Otra de las bases del pensamiento de la psicología de la liberación encuentra su fundamento en el pensamiento de Paulo Freire, el cual creó un movimiento educativo conocido como la pedagogía de la liberación. Este movimiento consideraba que la educación liberadora era un proceso de renovación de la condición social del individuo, considerando al sujeto como un ser pensante y crítico que reflexiona sobre la realidad que vive.


“El saber psicológico debe ponerse al servicio de una sociedad donde el bienestar de los menos no se asiente sobre el malestar de los más, donde la realización de los unos no requiera la negación de los otros, donde el interés de los pocos no exija la deshumanización”.


-Ignacio Martín-Baró-


Así, la pedagogía de la liberación buscaba educar en el pensamiento crítico a la vez que útil; esto es, educar en valores igualitarios sin usar el adoctrinamiento. No educar de acuerdo con los intereses de la economía, sino con los personales. Se enseña a las personas a comprender el mundo desde su experiencia y la reflexión crítica. Estos fundamentos fueron adoptados en la psicología de la liberación.





La psicología de la liberación

Partiendo de estas bases, Ignacio Martín-Baró funda lo que se conoce como la psicología de la liberación. La propuesta consiste en que la psicología debería partir del contexto que se estudia y centrarse en las problemáticas que la gente que reside en ese contexto tiene. Así, aboga por una psicología centrada en contextos específicos, en vez de en contextos artificiales. También creía que la psicología no es imparcial, por lo que defendía una psicología crítica y posicionada.


Con estas ideas, Martín-Baró creó el Instituto Universitario de Opinión pública. Desde este organismo lanzaba encuestas a la población para luego compartir los datos obtenidos. De esta forma, Martín-Baró desmitificaba muchas de las creencias de la gente; lo que se conoce como la des-ideologización. Por contra, las políticas encontraron sus ideas opuestas, lo cual acabó con su asesinato.

Por Roberto Lobato
 
El lavado de cerebro: técnicas de persuasión coercitiva




¿Cómo se realiza un lavado de cerebro? Descubre las técnicas de persuasión coercitiva que permiten cambiar las creencias de una persona.

Varias son las películas que nos hablan del lavado de cerebro, como las que muestran como los comunistas en Vietnam lavaban el cerebro de los soldados estadounidenses. Sin embargo, lejos de la dramatización de estas películas, el lavado de cerebro se entiende mejor si lo llamamos persuasión coercitiva, la cual consiste en influir, obligando. Este tipo de persuasión es el más fuerte e invasivo, generalmente practicado por sectas, estados totalitarios, organizaciones terroristas y secuestradores, entre otros.


Lavar el cerebro de una persona o, más correctamente, ejercer la persuasión coercitiva, no es sencillo. Para que un individuo cambie todo su sistema de creencias, su forma de pensar, sentir y actuar, hay que usar varias técnicas. Estas técnicas de persuasión coercitiva se pueden dividir en cuatro tipos: las técnicas de tipo ambiental, las de tipo emocional, las de tipo cognitivo y las que inducen estados disociativos.






Técnicas de tipo ambiental

Este tipo de técnicas intervienen sobre el entorno o medio ambiente del sujeto controlándolo o manipulándolo. Su cometido es debilitar las resistencias para facilitar la persuasión. Algunas de las técnicas de persuasión coercitiva de tipo ambiental se exponen a continuación:


  • Aislamiento: sirve para dar mayor eficacia a la persuasión y consiste en encapsular al sujeto del mundo psíquico, del social y del físico. En otras palabras, aislarlo completamente.
  • Control de la información: El control y la manipulación de la información constituyen una forma de aislamiento. Con menos información, la consecuencia va a ser que tenga menos alternativas a la hora de elegir y un pensamiento menos crítico.
  • Creación de un estado de dependencia existencial: consiste en hacer que la existencia de una persona dependa de otra persona, por lo general un líder. Su práctica consiste en satisfacer las necesidades primarias y secundarias hasta crear una dependencia total.
  • Debilitamiento psicofísico: un debilitamiento físico se asocia a un debilitamiento psicológico, lo que, a su vez, conlleva un debilitamiento de la capacidad de resistencia a las técnicas de persuasión.

“Como se trata de lo superfluo, se recurre a mecanismos de propaganda, de marketing y de persuasión para inducir a las personas a consumir y a hacerlas creer que lo superfluo es necesario y una fuente secreta de felicidad”.




-Leonardo Boff-


Técnicas de tipo emocional

Las motivaciones están condicionadas emocionalmente, por lo que si se logra influir en las emociones, estas influirán en las motivaciones y, a la vez, en los comportamientos. A continuación se exponen dos técnicas de persuasión coercitiva de tipo emocional:




  • Activación emocional del gozo: consiste en conmover agradablemente. Se usa para atraer a los adeptos, para captarlos.
  • Activación emocional del miedo, la culpa y la ansiedad: mediante el uso de premios y castigos se instauran respuestas emocionales de miedo, culpa y ansiedad. Estas emociones fomentan la dependencia y la sumisión.

Técnicas de tipo cognitivo

Este tipo de técnicas de persuasión coercitiva están mediatizadas por las anteriores técnicas. Un sujeto debilitado físicamente y con sentimiento de culpa es perfecto para realizar una persuasión cognitiva. En adelante se describen algunas de estas técnicas:


  • Denigración del pensamiento crítico: consiste en mostrar la invalidez de seguir sus propios pensamientos. Cada vez que estos sufren, se los reprime o denigra.
  • Uso de la mentira y el engaño: consiste en distorsionar la realidad y la información mediante la ocultación, la mentira o el engaño.
  • Demanda de condescendencia: instaurar el pensamiento grupal o conformarse con lo que el grupo decide es otra de las estrategias. En otras palabras, desarrollar un hábito de conformidad y sumisión.
  • Identificación con el grupo: la identidad tiene que hacerse colectiva de modo que cada individuo pierde su personalidad y adopta la del grupo. Esta presión puede hacer que los individuos se desindividualicen, pierdan aquellos factores identitarios que los distinguen.
  • Control de la atención: manipulando la presentación de estímulos se puede controlar la atención hacia los puntos de persuasión.
  • Control sobre el lenguaje: controlando el lenguaje se puede disminuir la libertad. Suprimiendo palabras se pueden evitar determinadas preguntas o valoraciones.
  • Alteración de las fuentes de autoridad: una vez se han derribado todos los principios de autoridad de una persona, se expone una autoridad total. Esta figura de autoridad recoge todo el poder y los demás están sometidos a ellos.

“Los hombres sólo pueden tratar entre sí de dos formas: armas o lógica. Fuerza o persuasión. Aquellos que saben que no pueden ganar utilizando la lógica, siempre han acabado por recurrir a las armas”.


-Ayn Rand-





Técnicas de inducción de estados disociativos

La disociación se corresponde con estados de trance que surgen de la intensificación de una experiencia. Estos estados llevan a la pérdida momentánea de la conciencia y de la identidad, y son más probables en ambientes totalitarios. Además, estos estados de conciencia hacen más vulnerables a los adeptos, por lo que se les puede dirigir limitándoles las opciones posibles y reduciendo su capacidad para evaluarlas.


En fin, la persuasión coercitiva, también conocida como lavado de cerebro, consiste en manipular el ambiente para debilitar a los sujetos. A partir de ahí, la persuasión cognitiva y emocional van a cambiar su forma de pensar y sentir para, finalmente, llevarlo a estados de trance en los que es más fácil persuadir.

Por Roberto Lobato



 
Cómo priorizar las cosas que son realmente importantes




Cada día es una nueva oportunidad para poder crecer internamente, para aprender y darnos la oportunidad de sentirnos mejor con nosotros mismos. Priorizar las cosas nos ayuda a darnos cuenta de lo que realmente importa en nuestra vidas.


La realidad es que no todos los días son iguales. Lo más probable es que algunos de ellos sean muy productivos: en ellos te sentirás muy activo, porque te sientes bien y con energía. Pero también tienes otros días en los que, cuando llega la noche, te sientes frustrado porque no has podido hacer todo lo que tenías en mente o porque te has sentido tan bloqueado, que no sabías cómo avanzar sin tropezar.




“Como siempre: Lo urgente no deja tiempo para lo más importante.”


– MAFALDA (de Quino)-


Esto ocurre porque se realiza mal la tarea de establecer prioridades. Cuando priorizas lo que realmente te hace crecer, la sensación de que circulas por el buen camino vendrá sola. Para saber cuáles son las cosas que debes priorizar, deberás mirar en tu interior y descubrir aquello que realmente resulta importante para ti.


Quizá aún no tengas una gran meta, pero lo que está claro es que todos necesitamos priorizar las cosas que son realmente importantes para poder avanzar, para ser productivos en nuestra vida laboral, personal y para poder ser nosotros mismos todo el tiempo.




Fíjate en las cosas que te gustan hacer

Priorizar únicamente horas de trabajo o algo que realmente no te satisface, no es una buena idea porque a la larga tu salud física y emocional puede quedar gravemente dañada. Siempre deberás encontrar un momento para ti y para las actividades con las que disfrutas, aunque sean cosas tan simples como leer en tu butaca preferida o hacer 10 minutos de meditación al día… pero debes buscar tu tiempo.




“La vida no es una tecnología, ni una ciencia. La vida es un arte, has de sentirla. Es como el caminar por una cuerda floja.”


-Osho-


Hay personas que sienten el trabajo tan dentro que no saben encontrar el interruptor de apagado al finalizar el día, olvidándose de ellos mismos. Aunque tu trabajo te guste es necesario buscar actividades fuera de él que también te aporten alegría y que en ocasiones, incluso, las puedas priorizar por encima de tu jornada laboral.


Piensa en las cosas que realmente son importantes para ti

Estar sumergido en actividades que por sí mismas no te aportan ningún valor, encadenando una tras otra, puede hacer que se te olvide lo importante. Así, de manera paulatina estarás generando un desequilibrio que después te costará mucho remontar.




Cuando se ayuda a otras personas habitualmente nos sentimos mejor, pero no debemos olvidar que nosotros también necesitamos unos cuidados. Requerimientos, que aunque en un principio puedan quedar disimulados por el ajetreo del estrés, si no son atendidos terminaran por saturarnos.


Haz una lista de las cosas que te gustan disfrutar

Normalmente cuando hacemos una lista con el objetivo de estructurar nuestras prioridades, solemos poner en primer lugar “trabajar” o hacer algo que sabemos que debemos aunque no nos guste. Este es un grave error, en las listas para aprender a priorizar lo primero que tenemos que pensar es en aquello que realmente disfrutamos.


“¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.”


-Pedro Calderón de la Barca-


Puedes escribir una lista con las actividades que nos has probado, con los lugares que quieres visitar, con cómo quieres pasar realmente tu tiempo cada día. Indudablemente todas las personas debemos trabajar en esta sociedad para poder sobrevivir, pero para que sea una prioridad, ese trabajo te deberá apasionar realizarlo.




Para priorizar las cosas, debes priorizarte a ti

Tenemos la fortuna de poder elegir, y tu vida podrá ser cómo tú quieras que sea. Puedes elegir felicidad, y para encontrarla tendrás que sentir que fluyes con tu realidad. Es tan fácil como darte cuenta que cuando haces algo pierdes la noción del tiempo, porque te sientes tan bien y tan comprometido con tu actividad, que te unes a ella emocionalmente.


Lo que realmente importa para priorizar las cosas es tenerte en cuenta a ti mismo y tendrás que pensar con sumo cuidado qué es lo realmente importante para ti. ¿Estás viviendo en consonancia con tus valores y tus objetivos desde el momento en que te despiertas hasta que te metes en la cama?


“Al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años.”


-Abraham Lincoln-


No caigas en el error de priorizar los problemas del pasado o las personas que te irritan, debes centrarte en cómo quieres que sea tu vida y conseguirlo. Si no tienes claro cómo quieres que sea tu vida volverás cada día del trabajo frustrado, fijándote en lo que otras personas hacen, y con el tiempo podrías lamentarte de no haber priorizado a tiempo.

Por Maria José Roldan
 
Dolor de estómago: la angustia puede indigestarnos


La angustia puede indigestar, por lo tanto, si tienes días cargados, lo ideal es tomarlo con calma y no aguantar ninguna clase de disconfort porque repercutirá en el cuerpo.

La angustia y el estrés pueden provocar un gran desequilibrio fisiológico que acaba manifestándose de diversas formas, como por ejemplo generando dolor de estómago. Controlar el nivel de preocupación con el que vivimos a diario es una excelente manera de aumentar el bienestar general de todo el organismo y atenuar sustancialmente el malestar estomacal.


Todo que lo acontece a nivel psicológico repercute indefectiblemente a nivel físico; por lo tanto, mantener un equilibrio mental es fundamental para alejar el malestar en cualquiera de sus formas. Si bien los problemas cotidianos son inevitables, lo ideal es que el individuo pueda alcanzar la paz y no permita que alteren su integridad.




La Organización Mundial de la Salud (OMS), en su comunicado de prensa conjunto al Banco Mundial La inversión en el tratamiento de la depresión y la ansiedad tiene un rendimiento del 400%, informa que los trastornos mentales comunes están en aumento en todo el mundo.


Esta afirmación se traduce en que entre 1990-2013 el número de personas con ansiedad o depresión ha aumentado en un 50% a escala global, lo cual se estima que representa a 615 millones de personas afectadas.


La OMS estima que durante las emergencias 1 de cada 5 personas se ve afectada por la depresión y la ansiedad“.


-Organización Mundial de la Salud-







La salud mental debe ser una prioridad

Arthur Kleinman es un profesor de Antropología Médica y Psiquiatría en la prestigiosa Universidad de Harvard además de un experto en salud mental mundial. Kleinman ha efectuado numerosos estudios relacionados con el sufrimiento social, más específicamente sobre la salud mental.


La salud mental es un problema para la salud pública y también una inversión considerable para el estado. La OMS informa que “los costos estimados de la ampliación del tratamiento, principalmente el asesoramiento psicosocial y los medicamentos antidepresivos, se elevan a US$ 147 000 millones”. No obstante, aclara que los beneficios superan en gran medida los costos.


“Tenemos que proporcionar tratamiento a quienes más lo necesitan, y hacerlo en las comunidades donde viven. Mientras no lo hagamos, las enfermedades mentales seguirán eclipsando el potencial de las personas y las economías”.


-Arthur Kleinman-




En este sentido, la OMS asegura que es fundamental expandir los servicios de salud mental a escala global para garantizar salubridad y bienestar a toda la población en diferentes niveles.


Asimismo, aclara que las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, aprobados por la Asamblea General de las Naciones Unidas, de aquí a 2030 proponen reducir un tercio la mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles a través de su prevención y tratamiento, además de promover la salud mental integral.


Calmar el dolor de estómago

Quienes sufren de dolor de estómago saben que esto puede significar un malestar que te acompañe durante todo el día, por lo que es recomendable bajar los niveles de ansiedad que puedan estar provocando la sintomatología. Por ello, ante la presencia de cualquier síntoma de manera permanente, lo ideal es visitar al especialista quien no solamente detectará la patología, sino que además la tratará correctamente.


En líneas generales, la angustia provoca indigestión y un dolor agudo de estómago que muchas veces nos cuesta detectar a tiempo. Al vivir en la vorágine diaria, llenos de preocupaciones de diversa índole que repercuten de manera directa en el organismo, el dolor de estómago es un síntoma evidente.


“La salud mental tiene que ser una prioridad mundial en el ámbito del desarrollo y de las actividades humanitarias y una prioridad en todos los países”.


-Arthur Kleinman-





Cuando el dolor de estómago se vuelve crónico, todo comienza a funcionar mal. No podemos dormir correctamente, nuestro aparato digestivo se ve afectado en todas sus funcionalidades y, además, el estado de ánimo es lábil y negativo.


Cuando el malestar se instala en cualquiera de sus formas, lo ideal es consultar de inmediato con el especialista. En definitiva, el dolor de estómago o cualquier otra clase de dolencia es un llamado de atención que se deberá valorar para detectar a tiempo cualquier clase de anomalía en el organismo.


El desequilibrio físico se reflejará y repercutirá en todos los sistemas, trayendo aparejado un malestar integral que dificulte el bienestar integral de todo el organismo. De este modo, el dolor de estómago puede ser la señal evidente que manifiesta que hay algo en nuestra vida que deberá cambiar si no queremos perder el bienestar que tanto anhelamos durante todas las etapas de la existencia.

Por Ana E. Amarilla
 
El Test de Lüscher: qué es y cómo utiliza los colores

El Test de los Colores de Lüscher es una prueba proyectiva. Veamos qué es y por qué es criticada.


El Test de Lüscher es una técnica de evaluación proyectiva que parte de relacionar la preferencia o el rechazo de distintos colores con la expresión de estados psicológicos determinados. Se trata de una prueba muy utilizada en distintos ámbitos y que ha dado pie a distintas controversias por la naturaleza de su aplicación y sus criterios metodológicos.


Veremos a continuación cuáles son algunos de los fundamentos teóricos de los que parte el Test de Lüscher, para después explicar el proceso de aplicación e interpretación, y finalmente, presentar algunas de las críticas que se le han hecho.


Orígenes y fundamentos teóricos del Test de Lüscher

En el año de 1947, y luego de haber estudiado la relación entre el color y distintos diagnósticos psicológicos, el psicoterapeuta suizo Max Lüscher creó una primera prueba de evaluación emocional y psicológica basada en la preferencia por ciertos colores y su relación con la personalidad.


Se trata de una prueba de tipo proyectivo, es decir, un instrumento para la exploración de la personalidad y el psiquismo utilizado con fines diagnósticos en distintos ámbitos como el clínico, el laboral, el educativo o el forense. Al ser proyectivo, es un test busca explorar dimensiones psíquicas a las que no se tiene acceso por otros medios (por ejemplo, por medio del lenguaje verbal o la conducta observable).


A grandes rasgos, el Test de Lüscher se basa en la idea de que la elección seriada de ocho colores distintos puede dar cuenta de un estado emocional y psicosomático determinado.


La relación entre los colores y las necesidades psicológicas

El Test de Lüscher parte de relacionar la teoría de los colores fundamentales y complementarios, con las necesidades fundamentales y las necesidades que intervienen de manera indirecta en los mecanismos psicológicos.


En otras palabras, retoma la psicología de los colores para establecer una relación entre reacciones psicológicas y estímulos cromáticos, en donde se supone que cada individuo reacciona psicológicamente ante la presencia de un color determinado. Así, la estimulación cromática puede activar reacciones que hablan de la satisfacción, o insatisfacción, de necesidades psicológicas fundamentales.


Lo anterior se plantea como un fenómeno universal y compartido por todas las personas, independientemente del contexto cultural, el género, el origen étnico, el idioma u otras variables. Así mismo, se defiende bajo el argumento de que todos los individuos compartimos un sistema nervioso que permite responder ante la estimulación cromática, y con esto, activar diversos mecanismos psicológicos.


Componente objetivo y componente subjetivo

El test de luscher toma en consideración dos elementos que relacionan los estados psicológicos con la elección de ciertos colores. Dichos elementos son los siguientes:


  • Los colores tienen un significado objetivo, es decir, la misma estimulación cromática provoca la misma reacción psicológica en todos los individuos.
  • No obstante, cada persona establece una actitud subjetiva que puede ser, bien de preferencia, o bien de rechazo ante el estímulo cromático.

Es decir, parte de considerar que todas las personas podemos percibir por igual las diferentes gamas cromáticas, así como experimentar las mismas sensaciones a través de éstas. Atribuye pues un carácter objetivo a la calidad vivencial asociada con cada color. Por ejemplo, el color rojo activaría en todas las personas por igual una sensación estimulante y de excitación, independientemente de variables externas a las propias personas.


A esto último se le suma un carácter subjetivo, ya que sostiene que, por la misma sensación de excitación que el color rojo provoca, una persona puede preferirlo y otra puede perfectamente rechazarlo.


Así pues, el Test de Lüscher considera que la elección de los colores tiene un carácter subjetivo que no es posible transmitir fielmente mediante el lenguaje verbal, pero que puede ser analizado por medio de la elección aparentemente aleatoria de colores. Esto permitiría dar cuenta de cómo son verdaderamente las personas, cómo se ven o cómo les gustaría verse.


Aplicación e interpretación: ¿qué significan los colores?

El procedimiento de aplicación del Test de Lüscher es sencillo. Se presenta a la persona un manojo de tarjetas de distintos colores, y se le pide que escoja la tarjeta que más le guste. Después se le pide que ordene el resto de tarjetas de acuerdo con su preferencia.


Cada tarjeta tiene un número en la parte posterior, y la combinación entre colores y números permite realizar un proceso de interpretación que depende, por un lado, del significado psicológico que este test atribuye a cada color, y por otro, depende del orden en que la persona ha acomodado las tarjetas.


Si bien la aplicación del test se basa en un procedimiento sencillo, su interpretación es bastante compleja y delicada (tal como suele ocurrir con las pruebas proyectivas). Aunque no es condición suficiente, para realizar la interpretación es necesario comenzar por conocer el significado que Lüscher atribuye a la elección o el rechazo de los distintos colores.


Se conocen como “colores de Lüscher” porque se trata de una gama de colores que tienen una saturación cromática particular, distinta a la que se encuentra en los objetos cotidianos. Lüscher los eligió de entre una gana de 400 variedades cromáticas distintas, y el criterio para su selección fue el impacto que generaba en las personas observadas. Dicho impacto incluía reacciones tanto psicológicas como fisiológicas. Para estructurar su prueba, los clasifica de la siguiente manera.


1. Colores básicos o fundamentales

Representan las necesidades psicológicas fundamentales del ser humano. Se trata de los colores azul, verde, rojo y amarillo. A muy grandes rasgos, el azul es el color de la involucración afecta, por lo que representa la necesidad de satisfacción y afecto. El verde representa la actitud hacia uno mismo y la necesidad de autoafirmación (la defensividad del yo). El rojo alude a la excitación y la necesidad de actuar, y finalmente, el amarillo representa la proyección (entendida como búsqueda de horizontes y el reflejo de una imagen) y la necesidad de anticiparse.


Reportar una percepción agradable ante la presencia de estos colores, es para Luscher un indicador de una psicología equilibrada y libre de conflictos o represiones.


2. Colores complementarios

Se trata de los colores violeta, café (marrón), negro y gris. Contrario a los colores básicos o fundamentales, la preferencia por los colores complementarios puede interpretarse como indicador de experiencia de estrés, o de una actitud manipulativa y negativa. Aunque también pueden indicar algunas cualidades positivas de acuerdo con cómo se coloquen. Asimismo, la elección de estos colores se asocia a personas que tienen experiencias de baja preferencia o de rechazo.


El color violeta es representativo de transformación, pero es también indicador de inmadurez e inestabilidad. El café representa lo sensitivo y lo corporal, es decir, está directamente conectado con el cuerpo, pero al tener poca vitalidad, su elección exagerada puede indicar estrés. El gris, por su parte, es indicativo de neutralidad, indiferencia y posible aislamiento, aunque también de prudencia y de compostura. El negro es representativo de renunciamiento o abandono, y en grado máximo, puede indicar protesta y angustia.


3. El color blanco

Finalmente el color blanco funciona como el color contrastante de los anteriores. No obstante, no tiene un papel fundamental en los significados psicológicos y evaluativos para esta prueba.


La posición

La interpretación de la prueba no se completa únicamente con atribuir un significado a cada color. Como decíamos antes, Lüscher conecta dicho significados con la experiencia subjetiva de quien está siendo evaluado. Es decir que los resultados del test dependen en gran medida de la posición en que la persona ha acomodado las tarjetas de colores. Para Lüscher, esto último da cuenta de la posición y la dirección del comportamiento individual, que puede ser Directivo, Receptivo, Autoritario o Sugestionable.


Dicho comportamiento puede, a su vez, encontrarse en una posición constante o variable; lo que varía según cómo se establece el vínculo con los otros sujetos, los objetos y los intereses del individuo. El procedimiento interpretativo del Test de Lüscher se realiza con base en un manual de aplicación en el que se incluyen distintas combinaciones y posiciones de los colores con sus respectivos significados.


Algunas críticas

En términos metodológicos, para Seneiderman (2011) los test proyectivos tiene valor en tanto “hipótesis puente”, ya que permiten establecer conexiones entre la metapsicología y la clínica, así como explorar dimensiones de la subjetividad, que de otra manera no serían inteligibles. Al partir de la ambigüedad y la amplia libertad de las respuestas, estos test permiten acceder a elementos a veces difícil de verbalizar como fantasías, conflictos, defensas, miedos, etc.


No obstante, tal como ocurre con otros test proyectivos, al de Lüscher se le ha atribuido una modalidad de interpretación “subjetiva”, queriendo decir que su interpretación y resultados dependen en gran medida de los criterios personales de cada psicólogo o especialista que lo aplica. Es decir, se concluye que se trata de una prueba que no ofrece conclusiones “objetivas”, lo cual le ha generado muchas críticas.


En el mismo sentido, se le critica la imposibilidad de generalizar sus hallazgos, debido a la falta de estandarizaciones que cumplan con los criterios metodológicos de objetividad de la ciencia tradicional. Criterios que sostienen, por ejemplo, a los test psicométricos. En este sentido, las pruebas proyectivas tienen un estatus científico que ha causado bastante polémica, especialmente en entre especialistas que consideran este tipo de test como “reactivos” y que en el mejor de los casos se han propuesto sistematizarlos cuantitativamente.


Así pues, se ha criticado este test tanto por falta de criterios que pudieran asegurar tanto su confiabilidad como por la baja posibilidad de reproducir sus resultados. Por otro lado, también se han criticado las ideas de funcionalidad y de patología (y la posible reproducción de sesgos, prejuicios o estigmas de diversa índole), que sostienen teóricamente las interpretaciones de este test.

Por Grecia Guzmán Muñoz
 
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