Autoestima y otros temas de psicología

La evolución del amor en la pareja


Según la antropóloga Helen Fisher, las personas nacemos para amar. Ya sea de forma más o menos acertada, ese sentimiento intenso, a la vez que complejo, es también la fuente de nuestra existencia, de la creatividad y también de muchas de nuestras preocupaciones. Por tanto, conocer la evolución del amor en la pareja nos permitirá profundizar también en la esencia de nosotros mismos.


Si dijéramos ahora mismo que el “amor lo es todo”, muchos tomarían esta afirmación con algo de escepticismo. Como cultura, solemos ser por (término medio) algo cínicos con esa idea, sin embargo, desde un punto de vista biológico e incluso antropológico, esa sensación, ese impulso vital revolucionario nos ha permitido afianzarnos como especie. Porque el amor no solo facilita la consolidación de una pareja o la aparición de los hijos.




La pasión es la más rápida de desarrollar, y el más rápido se desvanecen. La intimidad se desarrolla más lentamente, y el compromiso más gradualmente todavía.


-Robert Stenberg-


El afecto da forma a la cooperación, nos permite involucrarnos en la atención y cuidado de otra persona. El amor nos da aliento para reducir la ansiedad y el estrés, apaga los miedos e incluso despierta nuestro lado creativo. Entender por tanto sus cambios, profundizar en la evolución del amor en la pareja nos permitirá ver cómo cada etapa, cada fase en nuestra relación encierra también su beneficio, su función, su trascendencia…






Evolución del amor en la pareja, un material variable pero sólido

Gerald Hüther, neurobiólogo y profesor de Neurobiología en la Universidad de Gotinga en Alemania, nos ofrece unas interesantes reformulaciones sobre la evolución del ser humano.
Según él, hasta el momento la ciencia siempre ha hecho hincapié en el aspecto de la selección natural, y en el principio de la supervivencia basada en el individuo más fuerte. Ahora bien, para el doctor Hüther lo que en realidad nos ha permitido avanzar como especie, no es otra cosa más que ese pegamento delicado pero increíblemente sólido que es el amor.


Sin embargo, si hay algo que la mayoría sabemos es que ese material inobservable bajo la lente de un microscopio, no siempre perdura ni permanece en la misma forma o estado. Aparecen los obstáculos, las desilusiones, los desafíos. Para Gerald Hüther, como también para la antropóloga Helen Fisher, nada puede ser más importante que entender la evolución del amor en la pareja. Si comprendiéramos las características de cada etapa, seguramente estaríamos más preparados para esos altibajos que suelen acontecer en cada momento. Veámoslos.


La limerencia

Esta etapa es la que más suele gustarnos. El enamoramiento esa antesala llena de misterios, fantasías y descubrimientos varios donde discurre ese cóctel explosivo cargado dopaminas, serotonina, la oxitocina, la noradrenalina… Todo es particularmente intenso en esta etapa, las emociones son arrolladoras y nada puede ser más significativo para nuestro cerebro que esa persona deseada.


Así, tal y como nos recuerda el conocido psicólogo John Gottman, en su libro Principa Amoris: The New Science of Love, esta primera fase del enamoramiento define lo que conocemos como “limerencia” un estado de gracia absoluta marcada por la euforia, la ilusión desbordada…






Amor romántico o vinculación

Tras ese flechazo que nos ha quitado la calma para llevarnos a una deriva química llena de pasión y fascinación, llega otra etapa. Otra fase dentro de la evolución del amor en la pareja donde surgen algunas dudas. ¿Lo que hemos iniciado significa para ti lo mismo que para mí? ¿Vas a estar conmigo en todo momento? ¿Puedo contar con tu confianza?


  • Este tipo de preguntas son las que nos dan la entrada a esa nueva fase: el amor romántico. La pasión se mantiene, pero ahora surgen los miedos, las preocupaciones y por encima de todo, el deseo de trascendencia, de vinculación con el ser amado. Es cómo no, una de las fases más hermosas en la relación de pareja, esa donde se inicia un viaje más auténtico, donde la obsesión de la limerencia da paso a un sentido auténtico de confianza.
  • Por otro lado, es más que común que en esta etapa del amor romántico surjan algunos problemas. Deseamos fortalecer nuestros lazos, y por ello, estamos obligados a conocernos mejor, a negociar, a resolver discrepancias, a ser esa pareja de baile donde cada uno debe controlar sus pasos sin arrastrar al otro, donde debe brillar la empatía, la reciprocidad, el cuidado, la tolerancia…

Si resolvemos esos pasos con efectividad e inteligencia ganaremos en madurez para las siguientes fases.


Amor maduro, el lazo de la lealtad

No hay una estimación segura de cuánto dura el amor romántico. Hay quien establece que de media son entre 4 o 5 años. Sin embargo, Helen Fisher nos indica en un artículo que entre un 30 y 40% de las parejas de edad avanzada afirman que siguen viviendo en esa etapa. Que el romanticismo no se desvanece, que esa ilusión persiste y les garantiza un vínculo muy satisfactorio.


No obstante, John Gottman incide en la importancia de trabajar en la consolidación de un amor maduro. Se trata de ser capaces de construir un compromiso firme, de ver en el otro al mejor compañero de equipo, de valorar más profundamente a la otra persona practicando una ternura y un vínculo emocional atento y comprensivo que enriquezca a ambas partes por igual.




Para concluir, si hay algo que nos queda claro en la evolución del amor en la pareja, es que no es el tiempo el que hace que estas fases lleguen a nuestras vidas. El amor y sus cambios no son normativos. Alcanzar la estabilidad y esa felicidad comprometida, leal y enriquecedora, necesita trabajo. Se necesita de esa artesanía intuitiva y atenta donde limar esquinas, donde ser bisagras, ser aliento, la mirada que entiende, el oído que escucha y el corazón que sabe entender, ceder y acoger…


Es un viaje complejo, no hay duda, pero el amor es una aventura que siempre merecerá la alegría, no la pena.

Por Valeria Sabater
 
He aprendido a ser feliz a mi manera, no como me digan los demás




En el campo de la felicidad no hay que adaptarse a las exigencias de la sociedad ni a sus directrices. Cada uno tiene una fórmula para ser feliz

Pocas cosas resultan tan deseadas y complejas a la vez como el simple hecho de ser feliz. Para muchos, lejos de ser una preocupación, la felicidad y el bienestar son una constante en sus vidas.


En cambio, la mayoría busca respuesta en los libros e intenta, a su vez, dilucidar qué es lo que ocurre a su alrededor, y en su propia mente, para que sus días tengan siempre ese color tan apagado, para que el estrés y las preocupaciones sean esos compañeros tan molestos, tan frecuentes.




No es fácil. Lo creamos o no, es muy complicado disfrutar de esa tranquilidad interior donde decir aquello de “estoy bien, no quiero ni necesito nada más”.


Ahora bien, es importante tener en cuenta dos aspectos esenciales:


  • No hay ninguna fórmula mágica para ser feliz.
  • El segundo aspecto que debemos recordar es igual de básico: debes ser feliz a tu manera.

No a todos les funcionan las mismas cosas, y nadie tiene derecho tampoco a decirte cómo tienes que serlo.


El bienestar personal es un camino íntimo y personal que nosotros mismos debemos descubrir, elegir y crear. Te damos unas cuantas claves al respecto.




Claves que debes tomar hoy mismo para ser feliz



Desde la psicología positiva nos recuerdan esas “malas” costumbres que muchos tenemos: esperar durante toda la semana a que sea viernes para divertirnos, aguardar a que sean vacaciones para descansar, y soñar con que llegue la pareja perfecta para saber qué es eso llamado amor.


Si nos limitamos a esperar, a posponer y a programar nuestra felicidad… ¿Qué tenemos mientras tanto? Este es uno de los problemas más comunes que solemos tener las personas.









No obstante, otro de los más habituales es que, muchas veces, entendemos la felicidad en base a constructos externos, de ideas que otros o incluso la propia sociedad nos proyectan y hasta nos inculcan.


  • La obligación de tener que “tener cosas” para ser feliz: un buen trabajo, una casa, un móvil de última generación, muchos zapatos, muebles, ordenadores…
  • La idea de que para ser feliz hay que tener pareja, hijos, muchos, muchísimos amigos…

Poco a poco, caemos en una especie de materialismo psicológico donde nos convertimos no solo en ansiosos “consumidores” sino en eternos buscadores de esa felicidad que otros construyen para nosotros.


No es lo adecuado. Pongamos en práctica estas dimensiones sobre las que reflexionar.




Y tú… ¿qué tomas para ser feliz? Decisiones

Así es como funciona uno de los secretos más efectivos para construir día a día nuestra felicidad.


Para ser felices hay que tomar decisiones, las que nosotros creamos conveniente y no las que otros marcan por nosotros pensando que es lo más adecuado.


  • Si para ti felicidad es quedarte en casa un fin de semana leyendo y en tranquilidad, deja a un lado a los que te comentan que eres un aburrido.
  • Si para ti felicidad es quererte a ti mismo, sin tener la obligación de buscar a alguien que te quiera, deja de atender a quienes te indican que ya es hora de encontrar a la pareja ideal.
  • Si para ti felicidad es tener un trabajo que te apasiona, no escuches a quienes te dicen que debes buscar otro empleo donde te paguen más.



Me fui a ser feliz, no sé cuándo volveré

“Vete a ser feliz”. Así de simple, así de llano. En ocasiones, nos aferramos a ciertos sitios, a ciertas costumbres, cosas y personas que nos encallan, de forma que dejamos de ver cuáles son nuestras prioridades.





  • Caemos en pequeños círculos viciosos donde nos decimos a nosotros mismos que es mejor la rutina a lo imprevisto, lo malo conocido que lo bueno por conocer, que es mejor ajustarse a lo que los demás esperan de nosotros a defraudarles…
  • Todo ello, aunque no te des cuenta, va creando un sinfín de mecanismos de defensa que nos convierten en prisioneros. Dejamos de atrevernos a ser felices porque pensamos que es mejor adecuarnos a los caminos que otros han creado para nosotros.
  • ¿Cómo hacer, por ejemplo, algo que nuestra familia no espera? ¿Cómo reaccionar de un modo que nuestros amigos no entenderían? ¿Cómo decirle a mi pareja que ya no soy tan feliz como antes?

Decídete a ser congruente contigo mismo. Vete a ser feliz.




Mi plan para hoy: ser feliz

Te lo comentábamos al inicio: la felicidad no se pospone al viernes, ni a las vacaciones, ni a cuando tengamos una casa más grande o una pareja ideal.


  • La vida es ahora, justo en este mismo instante. Queda claro que todos tenemos obligaciones y que siempre estará esa persona que nos diga aquello de “no se puede ser feliz mientras tengas horarios que cumplir y un trabajo que hacer cada día”.

Ahora bien, es necesario reinterpretar estas ideas de forma adecuada. Busca un trabajo que te haga sentir bien. Ten responsabilidades que te enriquezcan personalmente. Consigue que tus rutinas sean significativas y útiles para ti.





Hagas lo que hagas, permite que se adecue a tus intereses, que nada te haga sentirte utilizado, manipulado o infeliz. Al fin y al cabo solo tenemos una vida… Así que, ¿por qué desaprovecharla?

Por Valeria Sabater
 
El tiempo no borra las cosas, las pone en su lugar




Si nosotros no ponemos de nuestra parte, el tiempo no puede sanar las heridas por sí solo. Debemos ayudarle con una actitud positiva y la mirada siempre puesta en el presente

A diferencia de lo que suele decir la sabiduría popular, el tiempo no tiene la facultad de hacer que los malos recuerdos se borren o que las experiencias complicadas se resuelvan por sí solas con los meses o los años.

El tiempo no es un agente pasivo que actúa como un borrador eliminando aquello que no nos agrada. Esto es así porque el paso de los días va unido a nuestra mente y, en especial, a nuestra forma particular de gestionar la realidad.


Una mente que se obsesiona con los hechos traumáticos será incapaz de avanzar aunque pasen 5 o 10 años. Cuando nos aferramos a algo, el tiempo, sencillamente, no transcurre.

Es necesario entender que lo que sí van a hacer las hojas del calendario, a medida que se sucedan las unas a las otras, es poner cada cosa en su lugar.

Lo que hizo daño debe quedarse en el pasado, sin molestar. Lo que es importante, lo que nos da fuerza, energía y felicidad, debe acompañarnos cada día a lo largo de nuestros senderos vitales.

Hoy en nuestro espacio queremos darte unas estrategias sencillas para que hagas de tu memoria tu mejor salvavidas. Tu mejor arma de poder para sanar tus heridas.


El tiempo y la memoria, los mejores escultores

Nos dicen los expertos en memoria y neurociencia que cuanto más evocamos un recuerdo más lo modificamos. Con ello no queremos decir en absoluto que lo cambiemos, que variemos por completo esa imagen original.

Lo que ocurre es que, cuanto más nos aferremos a una imagen del pasado, ya sea buena o mala, más se intensifica su emocionalidad y más nos afecta. Más modifica nuestro presente.



Pongamos un ejemplo, el más clásico: una ruptura sentimental. A pesar de que hayan pasado 5 o 10 años, seguimos volviendo a esos días del ayer, lamentándonos, tal vez, de no haber luchado lo suficiente, o de no haber llegado a ser lo que la otra persona esperaba.



  • Cuando nuestra mente empieza a aferrarse a un punto muy concreto de nuestro pasado dejamos de invertir en nosotros mismos de forma plena y saludable.
  • El pasado ya no es un escenario sobre el cual iniciar nuestras batallas, donde invertir nuestro esfuerzos. El pasado no está, no existe. En cambio, el aquí y ahora es lo que se puede ver y tocar.
  • Es necesario poner cada cosa en su justo lugar. Es el propio tiempo quien nos debe ayudar a ello, conjugado además con nuestra voluntad y saber hacer.



Cada persona en su merecido lugar, cada recuerdo en su necesitado momento

Las personas nos pasamos el día recordando cosas. Somos el resultado de nuestras experiencias, de nuestras educaciones, de nuestras sociedades y de nuestras propias emociones y valores, esos que hemos ido integrando en nuestra mente al cabo de los años.

Podríamos decir que es el propio tiempo quien nos ha ido moldeando. No obstante, esta imagen daría un resultado de nosotros algo pasivo.

Porque, en realidad, lo que somos a día de hoy se debe a todas las interpretaciones que nosotros mismos hemos hecho de cada cosa que hemos visto y vivido. No somos agentes pasivos.

  • Un mismo hecho vivido por dos personas al mismo tiempo se experimenta de forma distinta.
  • Es común, por ejemplo, que dos hermanos criados en un mismo ambiente familiar recuerden las cosas de diferente modo.
  • Si alguno de los dos se aferra a un hecho traumático de forma permanente, sin afrontarlo, su vida estará anclada al pasado hasta el punto de perder el presente.
  • Mientras tanto, el otro hermano, por ejemplo, puede muy bien superar aquel hecho gracias a una actitud más combativa, esa que es capaz de dejar en su justo lugar determinados hechos del ayer, superándolos para construir el presente con mayor integridad, con resiliencia y valentía.




Usa la memoria como trampolín, no como sofá

El tiempo no cura si nosotros no buscamos las medicinas. El tiempo no edita los malos momentos para transformarlos en buenos. El tiempo se dedica solo a descorrer los días, los meses, los años…



  • Somos nosotros quienes hemos de llenar la vida de movimiento, de instantes significativos, felices y plenos. Por ello, es necesario hacer uso de la memoria como trampolín, no como sofá.
  • Si algo te hizo daño en el pasado, no almacenes rencor, no odies. Sé capaz de cerrar esa herida para centrarte en lo importante: vivir, ser feliz.
  • Si te alimentas de nostalgias, de ese bienestar que tuviste en el ayer, estarás unido a un “yo” que no es real. Lo que importa es el aquí y ahora y “tú yo actual”, ese que debes mimar y atender cada día y en cada momento.

Que la memoria sea siempre un incentivo, el motivo por el cual luchar por tu presente.

Por Valeria Sabater
 
Cariño es tocar con respeto el alma del otro



Gracias al cariño podemos establecer relaciones de cordialidad con nuestros seres queridos y todos los que nos rodean. Este terminará generando una energía positiva que nos puede reportar múltiples beneficios psicológicos

Tratar con cariño es tocar con respeto el alma de aquellos a quien amamos. Es utilizar las palabras y el tono adecuado y, por encima de todo, es ver a la otra persona como parte de uno mismo.


Zick Rubin fue el primer psicólogo que ahondó en el tema del cariño y en cómo afectaba a nuestras relaciones personales.




Este autor, además, nos señaló que hay sutiles diferencias entre el amor y el cariño, y que es común, por ejemplo, hacer uso de una cortesía cercana y cariñosa con aquellas personas que forman parte de nuestro entorno más próximo.


No obstante, el amor que sentimos por nuestras parejas o por un hijo necesita de un cariño mucho más íntimo, significativo y, sobre todo, constructivo. Porque gracias a este tipo de afecto y trato fortalecemos el vínculo con los nuestros.


Te invitamos a reflexionar sobre ello.




La psicología del cariño, todo un arte que nace del corazón

Los expertos en psicología emocional nos indican que el cariño es sobre todo una estrategia social que nos permite intimar y crear lazos más significativos y duraderos.


Estos es algo que nadie pone en duda, puesto que, en nuestras relaciones personales, ya sean de amistad, de familia o de pareja, alguien que actúa con aspereza o frialdad nos crea desconfianza y, sobre todo, infelicidad.









Nuestro cerebro social dispone de una serie de estructuras guiadas por una serie de neurotransmisores que nos permiten “conectar” los unos con los otros.


La oxitocina, por ejemplo, es tanto una hormona como un neurotransmisor, y es uno de los componentes bioquímicos más importantes para propiciar sentimientos como el cariño, el amor y la necesidad de cuidar y atender.


La oxitocina es clave en la crianza de un bebé.


Te gustará saber también que, a pesar de que el cariño es un gesto fundamental en el comportamiento afectivo del ser humano, también es común en los animales. Ellos también conocen el lenguaje del cariño y, de hecho, son grandes artesanos de esta emoción.






La vida sin cariño es un vaso vacío

Una vida sin esta expresión emocional supone no sentirnos reafirmados en nuestras relaciones personales.


Aún más, hemos de tener en cuenta que aquellos niños que son criados sin cariños, atenciones y muestras de afecto tienen una maduración cerebral distinta.


  • El miedo, el estrés emocional o la baja autoestima son rasgos muy comunes en esos pequeños que pasan por una infancia traumática y carente de un amor sincero.
  • A su vez, también los adultos podemos llegar a sentir estas carencias. La persona que en su relación de pareja no es tratada con cariño, con respeto y cercanía, está sufriendo, lo queramos o no, un tipo de maltrato emocional.

La frialdad que responde con agresión, la comunicación que hace uso de la ironía o quien evita acariciar o mirar a los ojos a la pareja construye todo un muro de sufrimientos del que deberíamos escapar.







El cariño es una energía que fluye entre las personas

Seguro que lo habías notado, pero cuando tratamos con afecto, respeto y atención a quienes nos rodean se enciende un tipo de energía emocional donde todos ganamos.


Propiciarla, generar este tipo de energía positiva enriquecedora, no cuesta nada y vale mucho. Por ello, no dudes en practicar las siguientes estrategias:


  • Mira con atención cada vez que una persona te hable.
  • Sé cercano, haz uso de la escucha empática, de las palabras reafirmantes: te entiendo, lo sé, sé por lo que estás pasando, tienes razón, me pongo en tu lugar…
  • Haz uso de esos microgestos que encienden emociones positivas: la sonrisa, una caricia, tocar el hombro, una risa sonora que arranque carcajadas…
  • No dudes tampoco en hacer uso de un tono de voz sereno, donde no haya gritos, donde no exista el tono de burla o de desprecio.




Por último, a la vez que nosotros ponemos en práctica estos comportamientos, no dudes tampoco en exigirlos.


Mereces respeto y mereces también disfrutar de esos gestos donde se encierra el amor sincero, ese que es capaz de acariciarnos el alma con respeto.

Por Valeria Sabater
 
Fase REM: la etapa más importante del sueño



La fase REM ocupa casi el 50% del ciclo del sueño de los niños pequeños. No obstante, a medida que envejecemos esta etapa tan necesaria para consolidar recuerdos, se reduce drásticamente.

La fase REM se inicia noventa minutos después de conciliar el sueño: la respiración se acelera, aparecen los clásicos movimientos oculares y surgen también las pesadillas más vívidas. En esta etapa es en la que, curiosamente, el cerebro muestra la misma actividad que si estuviera despierto. ¿La razón? Está a punto de llevar a cabo una de sus tareas más importantes.


Hace ya más de 50 años que se descubrió esta etapa del sueño. Ahora bien, cabe decir que la fase del sueño de movimientos oculares rápidos (MOR) o fase REM en inglés (por rapid eye movement) sigue albergando muchos enigmas. Por ejemplo, los científicos tienen claro que es en esta etapa de nuestro descanso cuando el cerebro fija los nuevos recuerdos en nuestra memoria a largo plazo.


Sabemos, además, que actúa como un auténtico escultor descartando aquello que considera irrelevante o poco útil para quedarse con todos esos datos que asume como significativos. De ese modo, va modelando parte de lo que somos, facilita aprendizajes, integra experiencias y logra con ello asentar las bases de nuestra maduración, de nuestra evolución cognitiva, sensorial y también emocional.


Ahora bien, los expertos desconocen, por ejemplo, qué mecanismos son los que guían al cerebro para entrar de pronto en esta fase REM tan asombrosa, tan hiperactiva y llena de posibilidades. Así, estudios como el publicado en la revista Nature y llevado a cabo por los neurólogos Jon Lu y David Sherman nos hablan de un especie de “interruptor” situado en el tronco cerebral.


Sería más bien un conjunto de neuronas especializadas que nos permiten cruzar, por así decirlo, ese umbral y pasar a ese mundo donde los sueños son más vívidos, donde algunas personas pueden andar sonámbulas, y donde nuestro cerebro reorganiza todos esos recuerdos que ha ido codificando durante el día…


“Somos del mismo material con que se tejen los sueños”.


-William Shakespeare-




La fase REM y los fundamentos del sueño

Cuando Sherlock Holmes le comentaba al doctor Watson que el mejor remedio para todos los problemas era dormir, no se equivocaba. Cuando nuestro cuerpo descansa recuperamos la energía y la salud. Una noche de sueño reparador es un mecanismo ideal para reducir el estrés, para ver la realidad desde otras perspectivas y pensar de manera más despejada y acertada.


Dormir es una necesidad biológica. Dejar que nuestro cerebro transite, profundice y adquiera el control en la fase REM es esencial para la mayoría de seres vivos. Es más, sabemos que todos nosotros solemos tener entre 4 y 9 ciclos de sueño dividido cada uno en 5 fases. Los últimos son territorio REM, ahí donde ese sueño paradójico nos facilita un descanso reparador y el que nuestro cerebro pueda llevar a cabo tareas indispensables.


Se sabe, además, que los recién nacidos así como los niños más pequeños pasan la mayor parte de su ciclo del sueño en la etapa REM, de ese modo integran mejor cada experiencia en la que es sin duda, la etapa más importante de su desarrollo. No obstante, a partir de los 6 años esta etapa se reduce ya de forma notable y tiene la misma duración que en un adulto.


Por otro lado, tal y como nos explican los científicos Una de Karni y BS Rubenstein en un estudio publicado en la revista Sciencie, el sueño REM es clave para nuestra percepción y atención, para responder ante los estímulos, para aprender de nuestro entorno y sobrevivir en él.


Asimismo, conocemos también que todos los mamíferos así como las aves, sueñan, y que tienen su fase REM. Curiosamente, no ocurre lo mismo en peces, lagartos y tortugas…




¿Qué ocurre durante la fase REM en nuestro cerebro y en nuestro cuerpo?

El sueño REM recibe también el nombre de “paradójico” por la peculiaridad de las ondas cerebrales que aparecen en esta etapa del descanso: son desincronizadas, muy rápidas y de bajo voltaje.


Por otro lado, el área cerebral que según los expertos regula esta fase del sueño es el tallo cerebral. Las neuronas corticales y talámicas están más despolarizadas en este etapa, y aparece además un tipo de neurotransmisor con mayor abundancia: la acetilcolina. Asimismo, cuando llegamos a la fase REM solemos experimentar lo siguiente:


  • Respiración acelerada.
  • Movimiento de los ojos.
  • Relajación muscular.
  • Excitación sexual.
  • Aparición de sueños vívidos.

Para comprender mejor cómo actúa y aparece la fase REM, veamos ahora cuáles son las fases del sueño.


Etapa 1

En esta primera etapa son habituales los despertares, así como esa sensación de súbitas caídas. El tono muscular se va relajando poco a poco y predominan las ondas cerebrales alfa y theta.


Etapa 2

El sueño se vuelve más profundo, la frecuencia cardíaca disminuye, así como la temperatura corporal. En este punto, el cuerpo se prepara para entrar en las fases más importantes del descanso.


Etapa 3 y 4

En estas fases el sueño es profundo. Predominan las ondas delta y pueden aparecer ya trastornos del sueño, como terrores nocturnos y el sonambulismo.


Durante esta etapa de sueño NO REM el cuerpo se repara, se regeneran tejidos, se elimina células que ya no sirven y se depura el sistema inmunitario. En el caso de los niños, se estimula el crecimiento de los huesos, de los músculos…




Etapa REM

Han pasado ya entre 90 y 100 minutos de sueño y llegamos por fin a la fase REM. Las ondas cerebrales presentan la misma actividad que si estuviéramos despiertos, nuestros sueños presentan una narrativa con mayor sentido y el cuerpo pierde el tono muscular. Predominan las ondas theta y el cerebro empieza entonces a integrar las experiencias vividas en la memoria a largo plazo.


Este ciclo descrito se repetirá a lo largo de la noche entre 4 y 5 veces. Y en cada ciclo, la etapa REM durará más tiempo, empezando con 10 minutos hasta llegar a una hora (dos si tenemos menos de 30 años y media hora si tenemos más de 65 años).


Tal y como podemos ver, la relevancia a la hora de mantener una buena higiene del sueño es clave no solo para recuperar la energía. Dormir bien, y llegar así hasta la fase REM, es clave para cuidar de nuestros procesos cognitivos, de la memoria, de la atención, la percepción, la capacidad para reaccionar de manera más efectiva a los estímulos del día a día…


Shakespeare dijo una vez que el hombre que no se alimenta de sus sueños envejece pronto. Podríamos añadir además, que la persona que no duerme, tampoco sueña, y quien vive privado de sueños, tampoco vive como merece…

Valeria Sabater
 
Leer antes de dormir: una costumbre que le encanta a tu cerebro


Más que una costumbre es un placer. Leer antes de dormir nos libera de un día de preocupaciones. Es un instante privado donde sumergirnos en un mar de letras, en un mundo de posibilidades que nos lleva de la mano y de la mente hacia escenarios emocionantes. Este hábito es uno de los preferidos de nuestro cerebro porque le encanta ser nutrido, estimulado, seducido cada noche…


Hay quien cierra la luz de su mesilla o de habitación al terminar el último capítulo de su libro. Lo hace con esa placidez embriagadora al percibir el peso del sueño pegado a los párpados y la calma en una mente que quizás discurre ya en el mundo de los sueños. Otros, apagan la luz a altas horas de la madrugada tras haber visto unos cuantos capítulos de su serie favorita. Algunos, se dejan caer en la almohada tras estar unas cuantas horas entre redes sociales, correos o grupos de whatsapp.




“Hay solo dos cosas con las que uno se puede acostar: una persona y un libro”.


-Ray Bradbury-


Cada cual tiene sus hábitos, sus costumbres y estilo de vida. Sin embargo, lo queramos o no, esas rutinas previas al descanso nocturno determinan en muchos casos nuestra calidad de vida. Si leer antes de dormir ha sido desde siempre una tradición milenaria y habitual, en los últimos tiempos es algo en peligro de extinción.


Que esto sea así no es solo una auténtica pena. Es un modo de descuidar nuestra salud y la de nuestro cerebro. Veámoslo con detalle.






Leer antes de dormir y sus insospechados beneficios

Darnos una ducha relajante, ponernos ropa cómoda, prepararnos una buena infusión y después irnos a la cama con un libro, es algo simple, económico y gratificante. Aún más, puede incluso cambiarnos la vida en muchos sentidos.


Para quien piense que esto es poco más que una exageración, basta saber lo que nos dice la ciencia al respecto. Leer antes de dormir es a fin de cuentas una sencilla forma de felicidad a la que no deberíamos renunciar.


Una forma de relajación muy efectiva

Un estudio llevado a cabo por la organización “The Sleep Council” de Reino Unido, concluyó con algo muy interesante. A saber, leer entre media hora o una hora justo antes de acostarnos, reduce de manera significativa nuestros niveles de estrés.


  • La mente se distrae y se aleja de nuestras presiones cotidianas. Le ofrecemos un escenario donde liberarse, sentirse segura y relativizar.
  • Asimismo, se ha podido demostrar que nuestros músculos también se relajan. Es más, nuestra respiración se ralentiza y se vuelve más rítmica.
  • La lectura es para los expertos la mejor alternativa ante la televisión o los dispositivos electrónicos. Estos últimos “engañan” al cerebro haciéndole pensar que aún es de día. Todo ello se debe a la luz azul, la cual reduce de forma directa la producción de melatonina.



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Mejora nuestra resistencia cognitiva

A pesar de que en la actualidad aún no tenemos ninguna cura ante las enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, hay un aspecto que sí tenemos a nuestro favor. La posibilidad de entrenar nuestro cerebro para hacerlo más resistente, más fuerte ante el declive cognitivo.


Un modo de lograrlo es leyendo. Si además adquirimos el hábito de leer justo antes de dormir, optimizaremos aún más nuestros procesos cerebrales. Gestionaremos mejor el estrés, dormiremos mejor, estimularemos la memoria, la agilidad mental, la imaginación… Vale la pena tenerlo en cuenta.


Un impulso a nuestra creatividad

Un cerebro relajado impulsa a la mente creativa. Una persona que noche tras noche se alimenta de historias, aprendizajes, relatos, posibilidades y fabulosos descubrimientos, impulsa aún más su inventiva, su originalidad y posibilidad de creación. Así, expertos en psicología de la lectura como Keith E. Stanovich, de la Universidad de Toronto, nos señalan a su vez, que pocas rutinas pueden ser tan beneficiosas para nuestros niños.


No solo mejoramos su cultura, vocabulario y habilidades expresivas, además, desarrollamos su pensamiento abstracto.


Mejorará tu empatía

Raymond Mar, psicólogo de la Universidad de York en Canadá, es una de las personas que más trabajos y estudios ha aportado para defender la siguiente premisa: la lectura nos ayuda a ser más empáticos. Las novelas, las narraciones nos ofrecen una oportunidad única para desarrollar esta capacidad. Nos identificamos con los personajes, sufrimos con ellos, reímos y amamos a su lado…


Todo ello deja marca, todo ello nos invita a mejorar mucho más nuestra capacidad empática. Asimismo, y por curioso que nos parezca, el hecho de leer antes de dormir mejora aún más este proceso. A estas horas nos focalizamos mucho más en nuestras lecturas, estamos más centrados para captar esas emociones, para hacerlas más vívidas en nuestro cerebro.





Mayor calma interna

Pocas cosas pueden ser más negativas que irnos a la cama de mal humor. Enfadados por un día de trabajo complicado. Incómodos por alguna desavenencia con nuestra pareja, preocupados por las noticias, por eso que nos pasó ayer, por eso que debemos hacer mañana.


Uno modo de “romper” con el ciclo de la preocupación es a través de un libro. Leer antes de dormir es como coger un billete directo hacia una isla de paz. Es permitirnos ser alguien diferente, con otras rutinas, otras pieles y otras misiones. Solo durante media hora o dos horas, nos podemos permitir conectar con ese universo paralelo para descansar de la realidad.


Hacerlo, regalarnos esos instantes diarios de paz, es entrenar a nuestro cerebro en el arte de la calma y la relajación. No dudemos por tanto en practicar este ejercicio cada noche, vale la pena y vale la salud. Cojamos un libro de papel (no electrónico) y dejemos que nos lleve ahí donde él desee.

Por Valeria Sabater
 
Melatonina: la hormona del sueño y la juventud


La melatonina ha suscitado desde siempre un gran interés científico. Más allá de ser la responsable de nuestro ciclos de sueño y vigilia, es también la llave de nuestro reloj biológico. De hecho, para muchos es aquí donde se hallaría el ansiado secreto para detener el envejecimiento, para frenar el deterioro y llegar a edades más avanzadas gozando de un mejor estado físico y psicológico.


Algo así puede resultarnos a simple vista poco más que una quimera, un imposible. Sin embargo, el neuroendocrinólogo Walter Pierpaoli nos explica en su libro “El milagro de la melatonina” que sus investigaciones en el departamento de Medicina de la Universidad de Richmond (Virginia) están dando buenos resultados a nivel de laboratorio.




“La melatonina es la hormona de la serenidad, del equilibrio interno y de la juventud”


-Walter Pierpaoli-


Cabe decir, eso sí, que aún debemos esperar alguna década para tener datos más concluyentes, pero eso no ha evitado que desde entonces, la fiebre por la melatonina se intensificara aún más desde que las industrias farmacéuticas vieran en ella un filón. Se sabe que en Estados Unidos, por ejemplo, llegan a producirse más de 20.000 frascos al día de melatonina sintética.


Muchas de estas personas que la consumen no lo hacen solo por regular un poco mejor sus ciclos de sueño. Se ha demostrado que la melatonina decae en la pubertad y que llegada la década de los 40 nuestro cuerpo reduce su síntesis de forma bastante drástica. Por tanto, la clave para mantener un poco más nuestra juventud estaría -en apariencia- en cubrir ese déficit de melatonina.


Sin embargo, las bondades de esta hormona van mucho más allá que detener la aparición de esa arruga o esa cana en nuestro cabello, puesto que su papel en nuestra salud y equilibrio psicológico es sencillamente asombroso.




¿Qué es la melatonina?

La melatonina o N-acetil-5-metoxitriptamina es una hormona que se sintetiza a partir del triptófano y que se produce en la glándula pineal. Asimismo, es interesante saber que no solo las personas y los animales disponemos de este sofisticado y preciado elemento biológico, también está presente en las bacterias, hongos y en algunas algas. Es, por así decirlo, la llave de la vida.


Por otro lado, y para que pueda producirse con normalidad, necesita recibir los diferentes patrones de luz y oscuridad que se suceden a lo largo del día. Esa combinación entre el estímulo lumínico que nos llega desde la retina, los pinealocitos en la glándula pineal y el núcleo supraquiasmático del hipotálamo son los que orquestan su síntesis.


Se sabe por ejemplo que alrededor de las 8:00 pm, nuestro nivel de melatonina comienza a subir. Aumentará de forma progresiva hasta más o menos las 3:00 am de la mañana, instante además en que nuestra temperatura corporal suele ser más baja. Es lo que los científicos llaman “tiempo biológico cero”. A partir de este momento, el nivel de melatonina decae de nuevo.




Como curiosidad cabe decir que la melatonina se logró aislar de la propia glándula pineal hace muy poco. Fue en 1958, momento en que se descubrió su importancia en nuestros ritmos circadianos. Desde entonces, la ciencia no ha hecho más que ahondar mucho más en ella, estudiando su papel en las depresiones, la obesidad o las enfermedades neurodegenerativas.


La melatonina y su relación con el sueño

Patricia tiene 52 años y desde hace unos meses está sufriendo insomnio. Como la mayoría de nosotros ha oído hablar y ha leído en múltiples sitios aquello de que “la melatonina nos ayuda a dormir”. Sin pensarlo, acude a la farmacia y compra un frasco para ver qué tal le funciona. No se necesita de receta médica para adquirirla, hacerlo es sencillo, es económico y a simple vista parece el “remedio perfecto”.




Sin embargo… ¿es realmente cierto que la melatonina puede ayudarnos a acabar con el insomnio?


  • Bien, es importante entender que la melatonina lo que hace en realidad es inducir el sueño, pero no mantenerlo. Es decir, cuando Patricia tome su cápsula de melatonina sintética a las 23.00 de la noche es muy posible que se duerma, pero seguramente se despertará pasadas unas pocas horas.
  • Los suplementos de melatonina en realidad pueden ser muy útiles para lidiar con el desfase horario ocasionado por el jet-lag, así como para ayudarnos en esos turnos de trabajo donde a menudo, no tenemos más opción que dormir de día para trabajar de noche.
  • También resulta muy eficaz en personas con déficits visuales.
  • Además, se ha demostrado que también es útil para reducir el dolor asociado en distintos tipos de cefaleas.
  • Asimismo, cabe tener en cuenta otro aspecto importante sobre estos suplementos de melatonina. Generalmente cada comprimido contiene entre 3 y 10 miligramos melatonina, cuando en realidad nuestro organismo ya reacciona con medio miligramo.



Los únicos estudios avalan la eficacia del uso de la melatonina sintética para tratar el insomnio cuando la persona padece lo que se conoce como síndrome de la fase del sueño retrasada (SFSR). Se trata de un trastorno en el ritmo circadiano donde aparece insomnio, cambios de temperatura, problemas hormonales y de atención.


La melatonina en las personas que sufren estrés

La melatonina puede ser una bendición para las personas que se caracterizan por llevar una vida con un alto nivel de estrés y que además, por su trabajo, se ven obligadas a estar muchas horas en entornos donde solo hay luz artificial. Pensemos por ejemplo en los médicos, enfermeras, en los auxiliares o en cualquier operario de fábrica que esté obligado a hacer largos turnos, perdiendo la noción de si es de día o de noche.


  • Hay muchas personas que debido a la presión laboral acaban durmiendo muy poco y comiendo mal. Este estilo de vida provoca un descenso alarmante del nivel de melatonina. Con ello, aparece el riesgo de depresión y otras enfermedades asociadas.
  • Asimismo, a menor cantidad de melatonina segregada en nuestro cuerpo, nuestros ritmos circadianos se alterarán aún más. Se debilitara el sistema inmunitario y dejaremos de tener uno de los mejores antioxidantes biológicos de los que disponemos, ese capaz de reparar el daño celular y frenar el envejecimiento prematuro






Es vital que si nos vemos en estas situaciones, consultemos con nuestros médicos la idoneidad de recurrir a la melatonina sintética o limitarnos solo a mejorar nuestra dieta y ajustar un poco mejor nuestro estilo de vida.


Melatonina contra el envejecimiento y los procesos degenerativos

Tal y como hemos señalado al inicio del artículo, a medida que nos vamos haciendo mayores la melatonina deja de producirse en las mismas cantidades. Ahora bien, ese descenso no se traduce solo en un descanso nocturno un poco más deficitario o en dar paso a un progresivo envejecimiento.


  • Hay un dato que no podemos descuidar: esta hormona también sincroniza los ritmos de nuestros neurotransmisores cerebrales. Así, algo que experimentaremos a medida que se sucedan las décadas es una pérdida de nuestras capacidades cognitivas, como puede ser la atención o la memoria.
  • Asimismo, la falta de melatonina contribuye a su vez a la aparición de algunas enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson.

Ello explica que muchos profesionales de la salud recomienden a sus pacientes mayores de 55 años que consuman complementos a base de melatonina con el fin de prevenir -e incluso revertir- el proceso neurodegenerativo asociado al daño mitocondrial que ocasiona la bajada de melatonina.


Es un dato interesante que conviene tener en cuenta.




¿Cómo podemos incrementar nuestros niveles de melatonina de manera natural?

Es muy posible que tras leer todos estos beneficios asociados a la melatonina nuestra primera reacción sea la de acercarnos a una farmacia y comprar un frasco. Cabe decir que no es lo adecuado. Serán siempre nuestros médicos quienes nos indiquen la conveniencia o no de tomarla, así como la dosis y el tiempo de administración. No podemos olvidar que cada persona necesita una dosis específica y es así como notaremos su eficacia.


Por tanto, y antes de recurrir a la automedicación, siempre está en nuestra mano favorecer su producción de manera natural a través de estas sencillas estrategias.


En la medida que nos sea posible, y si nuestras obligaciones nos lo permiten, es bueno vivir en armonía con los ciclos de luz. Un error en el que caemos la mayoría es dejar que nuestras noches estén sobrecargada de esa luz artificial de nuestros dispositivos electrónicos, como el ordenador, la tablet, el móvil… Todo ello afecta a nuestra glándula pineal.


Asimismo, es importante que nuestra dieta sea rica en un tipo de aminoácido muy especial: el triptófano. Gracias a él sintentizaremos cantidades idóneas melatonina y también de serotonina. Estos serían alguno de esos alimentos:


  • La yema del huevo.
  • Plátano, banana, piña, aguacate y ciruela.
  • El chocolate negro es muy adecuado para elevar el nivel de triptófano para sintetizar melatonina de forma natura.
  • Alga espirulina.
  • Berros, espinacas, remolacha, zanahoria, apio, alfalfa, brócoli, dátiles.
  • Frutos secos (almendras, nueces, pistachos, anacardos…).
  • Semillas (sésamo, calabaza, girasol y fenogreco).
  • Cereales integrales.
  • Levadura de cerveza.
  • Legumbres (garbanzos, lentejas, habas, soja…)




Para concluir, tal y como hemos ver la melatonina es mucho más que esa hormona que regula nuestros ciclos de sueño y vigila. Es también la molécula de la juventud, del bienestar psicológico y a su vez ese puente que nos une a los ritmos naturales de nuestro planeta para vivir en sintonía con él.


Algo que al parecer, estamos olvidando.

Por Valeria Sabater
 
Chocolate, el pequeño placer que seduce a nuestro cerebro


Dice la leyenda que el árbol del cacao era el más bello del paraíso de los aztecas y que crecía de modo natural a la sombra de los bosques tropicales desde hace más de 4.000 años. El chocolate sigue siendo a día de hoy “el alimento de los dioses”, un placer oscuro, aterciopelado y estimulante que seduce todos nuestros sentidos.


Cabe decir eso sí, que el “chocolha” que consumía los mayas era algo más amargo, y que tal regalo para el paladar estaba solo al alcance de nobles y reyes. Era una ofrenda de la naturaleza: proporcionaba vigor, longevidad y salud. No obstante, parte de esos atributos se perdieron en el mismo instante en que, tras llegar a España, se adaptó el “chocolha” al paladar europeo añadiendo, cómo no, el azúcar.




El chocolate es un regalo que los dioses ofrecieron a las tierras del Amazonas y el Orinoco. Un placer cautivador que ha seducido a miles de generaciones y que nuestro cerebro adora experimentar por muy diferentes razones…


El chocolate es un placer para nuestro cerebro, no hay duda, pero un dato que hemos de tener en cuenta es que en contra de lo que creíamos, no cura las penas. Según un estudio llevado a cabo en la Universidad de Minnesota, el exceso de azúcares limita bastante las virtudes del propio cacao, sin embargo, consigue otros muchos aspectos que pasamos a revelarte.




El chocolate, una fragancia cautivadora

El chocolate tiene para gran parte de la población, una atracción que va más allá de lo sensitivo para arraigarse en los cimientos más emocionales de nuestro cerebro. Tanto es así, que los expertos en neuromárketing recomiendan a los negocios hacer uso del aroma a chocolate en sus establecimientos.


  • Un equipo de psicólogos de la Universidad de Hasselt, en Bélgica, demostraron que algo tan sencillo como pulverizar cada media hora un suave olor a chocolate en una tienda de libros, aumentaba las ventas en un 20%.



  • Hemos de tener en cuenta que muchas tiendas suelen saturar a estímulos visuales y auditivos a sus clientes, hasta el punto de que este tipo de herramientas están dejando de funcionar. A día de hoy, el poder de las fragancia a chocolate es la que más efectivo.

  • Se ha demostrado también que muchas boutiques de lujo llevan años aromatizando sus espacios con velas de olor a chocolate. Gracias a ello, se crea una atmósfera tan seductora, sutil y embriagadora que los clientes pasan más tiempo en la tienda y las ventas mejoran de forma considerable.



Hemos de tener en cuenta que el “cortejo” del el olfato es una herramienta infalible para atrapar los clientes. La razón de ello se inscribe en algo tan sencillo como fascinante: la vía olfativa y los canales neuronales que rigen nuestras emociones están conectados. El chocolate y su fragancia son uno de los detonantes con más poder en nuestro mundo emocional.


El chocolate, un seductor para nuestro cerebro emocional

El chocolate no cura depresiones ni nos va ayudar a tener una vida más longeva. Si de verdad deseamos disfrutar al máximo de los beneficios naturales del chocolate, de sus flavonoides, vitaminas o de esos compuestos naturales capaces de actuar como precursores de la serotonina, siempre será mejor optar por el chocolate negro, el más puro y sin azúcar.




Ahora bien, si por algo nos cautiva el chocolate, además de por su exquisito sabor, es por encender un interruptor muy especial: el de nuestras emociones. Al cerebro le gusta rememorar los instantes agradables del pasado y curiosamente, muchos de esos momentos almacenados en nuestro arcón particular están relacionados con alguno de los siguientes aspectos:


  • Esa tarta de chocolate que nos preparaba nuestra abuela.

  • Ese bocadillo o ese bollo que nos comíamos al salir del colegio.

  • Un pastel de cumpleaños o puede que todos nuestros pasteles de aniversario.

  • Esa tarde de lluvia con nuestra pareja mientras nos preparábamos un chocolate caliente.

  • Esa tarde de verano en la playa sujetando un helado de chocolate que se derretían en nuestra boca.

  • Una caja de bombones, fresas y una noche especial…



El chocolate es el invitado principal de los momentos más gratos, cómplices e íntimos de nuestra vida. Por ello, hasta los paladares más selectos se derriten no solo al recordar o imaginar los matices de su sabor. A su vez, parte de ese torrente de endorfinas con el que nos gratifica el cerebro, se debe a una asociación entre dichos instantes felices y ese sabor que reconforta y seduce nuestros sentidos.


El chocolate, por sí mismo, no dispone de una composición nutricional adecuada para curar las penas. Es más bien un canalizador, un mediador infalible, sugestivo y poderoso de las emociones positivas y hasta de los deseos más profundos.


Imposible resistirse al “alimento de los dioses” a ese fruto que crecía desde tiempos inmemoriales, en el corazón sagrado de las tierras de Mayas y Aztecas.

Por Valeria Sabater
 
Alimentación emocional, la comida que “llena el vacío”


Comer dulces tras una ruptura amorosa, devorar la comida en momentos de tensión o excedernos en las cantidades a pesar de que es suficiente para nuestro cuerpo. Esa es la alimentación emocional. Una costumbre para la cual no hay mejor definición que los ejemplos.


Creemos que “ser personas normales” equivale a estar en estado de alerta respecto a la comida, que debemos tener terror al chocolate y a la nata, convencidos de que si pudiésemos llegar a manejar “esa feroz hambre interior” alcanzaríamos la armonía. Extraemos de aquí que en muchas ocasiones comer se convierte en una metáfora entre la forma en que vivimos y la manera en la que gestionamos nuestras emociones.




Sin embargo, en muchos casos de ingesta compulsiva, la comida funciona como una cortina de humo que no nos deja ver el verdadero problema: la pérdida de control emocional por la necesidad de llenar el vacío relativo a otros ámbitos de nuestra vida.





La relación entre las carencias afectivas y la comida






La comida se puede convertir en sustituta del equilibrio emocional. ¿Cuántas veces hemos pagado nuestras frustraciones dándonos un atracón o comiendo helado de chocolate? La compulsión que nos guía a la hora de comer es, muchas veces, la desesperación a nivel emocional.


Las dietas no funcionan porque la comida y el peso son los síntomas, no el problema.


Digamos que el hecho de concentrase en el peso es una manera de no prestar atención a las razones por las cuales tantas personas recurren a la comida cuando tienen hambre. Esto, naturalmente, es reforzado por nuestra sociedad, la cual focaliza su atención en los kilos de más y en las calorías consumidas.




Parece, además, que la pérdida de peso y conseguir una figura bonita provocará la liberación emocional de los hechos dolorosos que nos atormentan. Geneen Roth, autora especializada, hace hincapié en que el exceso de peso es, en sí mismo, un síntoma y que aunque logremos variarlo si no atendemos a las razones de fondo seguiremos sintiéndonos desdichados. Os acerco un pasaje que ilustra muy bien esta cuestión:


“Alguien acudió una vez a uno de mis seminarios después de haber perdido treinta y cuatro kilos haciendo dieta. Se plantó delante de ciento cincuenta personas y dijo con voz temblorosa:


—Me siento como si me hubieran robado. Me han arrebatado el mejor de mis sueños. Yo creía realmente que al perder peso, mi vida cambiaría. Pero lo que ha cambiado en mí ha sido solamente lo externo. El interior continúa siendo el mismo. Mi madre sigue estando muerta, y sigue siendo cierto que mi padre me pegaba cuando era pequeña. Todavía estoy enojada y me siento sola, y ahora ya no tengo la ilusión de adelgazar.”









El círculo vicioso de la alimentación emocional

De alguna manera, la preocupación por nuestro cuerpo enmascara preocupaciones aún más profundas, alimentando esto un círculo vicioso de preocupaciones que no se resuelven y que frenan nuestra capacidad de crecer y desarrollarnos.


Para algunos autores el verdadero problema del exceso de peso y de la alimentación emocional es que la comida se convierte en sustituta del amor. Esto es lo que afirma Geneen Roth:


“Si dejamos de alimentar al niño maltratado que hay en el interior del adulto solitario podremos nutrir el amor y dar lugar a la intimidad.


De esta manera liberaremos el dolor de la vida pasada y nos instalaremos definitivamente en el presente. Sólo si nos concedemos un espacio para la intimidad y el amor aprenderemos a disfrutar de la comida y dejaremos de usarla como un sustituto”.


En ciertos momentos creemos que comer nos salvará de nosotros mismos, del odio que sentimos, de la angustia de ser quiénes somos y lo de que nos provoca todo aquello que es y no queremos que sea. Esto es una especie de pensamiento mágico que refuerza un círculo vicioso que nos atormenta.


La alimentación emocional: una montaña rusa






Cuando comemos de manera desequilibrada estamos cuidando mal de nosotros mismos y de nuestro presente. Pero, como decimos, desahogarnos a través de la comida y subir de peso es, muchas ocasiones, solo un síntoma que se recrea en un círculo vicioso.


Así, en este sentido, cada vez que comemos de manera compulsiva, estamos reforzando una creencia errónea que nos lleva a pensar que la única forma de tener lo que queremos es dándonoslo nosotros mismos a través de la nutrición.





Por eso, cada vez que damos pie a una ingesta excesiva como consecuencia de un desequilibrio emocional, reforzamos esa desesperanza asociada a nuestro problema que provoca un descontrol aún mayor. Un círculo vicioso en toda regla que se retroalimenta una y otra vez, pues la necesidad de comer nos grita cada vez más, “tapando” así el problema de origen.


La alimentación emocional, sobreingesta o desequilibrio nutricional nos sirve muchas veces como sostén imaginario; o sea que podemos llegar a usar la comida para mantener en pie las cuatro paredes de nuestra casa.


Aumentar y bajar de peso o estar siempre a dieta es como estar en una montaña rusa emocional de manera constante. Una persona que usa la comida para guarecerse se embriaga sin cesar a través del caos, de la intensidad emocional y del dramatismo. Porque, como hemos comentado, comer compulsivamente refleja la escenificación del sufrimiento.

Por Raquel Aldana
 
Cómo añadir magia a tu vida cotidiana – 37 sugerencias



¿Cómo escapar de la monotonía? ¿Cómo hacer que la vida sea más interesante?

Esta es una pregunta que se hacen las parejas, los estudiantes, las personas despiertas e incluso los autónomos que viven en su pasión, porque en algún momento la profesión amada puede convertirse en algo rutinario relacionado con números, facturas, agobios y demasiado trabajo.

Hace un par de años, cuando trabajaba como profesora en Valdepeñas, uno de mis alumnos (un chico de diecisiete años, inteligente y aplicado) dijo algo que me impactó mucho, sobre todo por el tono de sinceridad y desesperación que utilizó. Era algo así:

“Estoy deseando que llegue el verano, esta vida es insoportable. Todos los días son iguales: venir a clase, estudiar, venir a clase, estudiar, el fin de semana lo mismo”.



Lo primero que yo pensé es que narices (con perdón) estamos haciendo como sociedad, y como docentes, y como adultos en general para matar la exhuberancia y vitalidad propias de la juventud. ¿Cómo se pueden tener 17 años y no estar enamorado de la vida? ¿Qué sentido tiene vivir rutinariamente cuando se está atravesando “la flor de la vida” y lo que corresponde es descubrir, moverse, reír, experimentar, relacionarnos, enamorarse, tener sueños locos?

Y no, que no me vengan conque las redes sociales, conque Internet… Lo que está arruinando la vida de los jóvenes son el exceso de normas ridículas, la vida escolar híper exigente de Bachillerato, los miedos de los padres que recluyen a sus hijos en casa o que no les dejan que reciban amigos entre semana “porque les distraen del estudio” (esto verídico, dicho por un amigo, que su padre veía con malos ojos que con 17 años fuera un amigo suyo a casa, ¡no sea que te vaya a distraer y empeoren tus notas…! Por favor…)

No me quiero meter en este debate porque daría para mucho (igual publico un audio en mi canal de ivoox sobre esto, tengo muchas ganas) tan sólo comentar que empaticé con el dolor y la apatía de este chaval porque es algo que yo también he sentido en varias ocasiones: esa sensación de que la vida se escapa, que tiene que haber “algo más”, que hay grandes cosas esperándonos por fuera de la rueda del hámster de la vida convencional.

Por suerte (y por desgracia también) yo soy una buscadora y nunca me he conformado con la rutina, el aburrimiento y la falta de “chispa”. Y estoy convencida de que tú tampoco, porque por algo me sigues y estás aquí leyendo esto.

Es más, quizás en los últimos años te has acomodado un poco, qué remedio, pero seguro que alguna vez has sentido correr por tus venas un deseo intenso de acción, vivencias interesantes, emociones, misterio, sorpresas, adrenalina…

Y es a esa parte de ti a la que quiero hablarle.

Creo que no estamos hechos para vivir en una estabilidad asfixiante, con el trabajo/estudio como único objetivo o con una vida interior tan vacía que cuando se apagan las pantallas no pensamos en nada.

Tampoco estamos hechos para que nuestra única distracción sea leer, ver series entretenidas, una detrás de otra, o dar paseos por el centro comercial los días libres.

La mayoría de nosotros necesitamos AVENTURA en mayor o menor grado… Y con esto no me refiero, por favor, a viajar por el mundo ni cosas así (de hecho habrá viajeros que interiormente estén bastante aburridos) sino a que necesitamos vivir con un estado de ligero entusiasmo, curiosidad, con ganas de hacer cosas y sintiendo que hay ilusiones aguardándonos a la vuelta de la esquina.



Una de mis clientas me dio una pista maravillosa sobre esto en una de las sesiones. Me dijo, como colofón a nuestra conversación: “Quiero poner magia en mi vida cotidiana“.

Claro que sí, eso es: la magia.

Eso es lo que falta en nuestra vida cotidiana: magia. No tenemos que estar todo el tiempo de vacaciones o metiéndonos en líos y discusiones para sentirnos vivos (me consta que muchas personas son adictas a las peleas porque es el único modo que encuentran de “que ocurra algo entretenido”).

De lo que se trata es de poner brillo a las cosas cotidianas que hacemos cada día…



Por eso en este artículo quiero proponerte 37 sugerencias sencillas, al alcance de todo el mundo, para que dotes de magia a tu día a día.


Pero antes de eso… quiero hacer hincapié en algo muy importante: la actitud general que debes mantener en todo momento si quieres decir adiós al aburrimiento y la monotonía (y de esto ya te hablé en mi eBook gratuito "qué hacer si quieres cambiar pero no sabes por dónde empezar",no sé si has tenido tiempo de leerlo, en la última parte).

Esta actitud a la que me refiero es… no dejar que la pereza gobierne tu vida.

Sí, esa es. Veámoslo más despacio.



La pereza no es buena consejera
Si quieres llenar de magia tu vida, lo primero a considerar es que no puedes dejar que la pereza guíe tus decisiones.

Seamos francos: si estás en casa medio entretenid@ con el ordenador, hasta el plan más excitante del mundo da un poco de pereza. Da pereza arreglarse, salir, desengancharse del móvil que nos tiene medio hipnotizad@s. Da pereza salir a correr si hace frío. Da pereza ir a la playa si vives a 20 minutos en bus y hace un calor tremendo. Da pereza quedar con un grupo de amigos cuando la mitad son desconocidos. Da pereza hacerte 300 km para ir a una charla de un autor al que sigues en Internet.

Sin embargo, la mayoría de las veces que hacemos esas cosas que nos daban pereza… descubrimos que el resultado merece mucho la pena.

Resulta que nos ha revitalizado salir a correr aunque hacía frío. Que nos encanta estar en la playa con nuestro libro a pesar de haber pasado un trayecto de media hora agotador. Que nos lo pasamos genial en esa fiesta de amigos a la que nos daba pereza ir o en ese evento para el que hemos tenido que reservar todo un fin de semana.

Por ello, si quieres tener una vida interesante no puedes dejar que sea la pereza la que tenga la última palabra, porque entonces siempre elegirás la opción más cómoda y que implique menos esfuerzo, que muchas veces no será las más satisfactoria.


Por tanto, cuando te propongas un plan para salir de la rutina no pienses en el esfuerzo que te va a costar sino en el resultado, en lo bien que vas a sentirte después. Esa es la clave para tomar decisiones que te acerquen a la magia y no a la comodidad.

Dicho esto… vamos con la lista, pero antes te propongo un juego (¡ya que esto va de magia!). Piensa en 3 números del 1 al 37. ¿Ya los tienes? Ahora empieza leyendo la lista por estos números y comprométete a tomar en serio esas consideraciones (tal vez no esas tal cual pero sí algo parecido).

Una vez que has leído estas sugerencias en primer lugar, repasa las lista completa y las cosas que te gusten o te parezcan divertidas anótalas en la agenda para hacer en los próximos días.



37 maneras de poner magia en tu vida cotidiana


1. Canta, baila o ambos; no hace falta que sea públicamente, vale con que lo hagas mientras cocinas, limpias el polvo o te duchas (de hecho se ha perdido la bonita costumbre de cantar mientras se trabaja, que es algo que se ha hecho toda la vida…). ¿El pájaro canta porque está alegre o está alegre porque canta? Seguramente lo segundo, tomemos ejemplo.

2. Planifica las tareas de ocio y relax al igual que haces con las obligaciones. Como dice Lucía Be en este post que me gustó mucho: “tan importante es organizar los lunes como los fines de semana”. Pues eso, el ocio también es prioritario y además te dará menos pereza hacer algo que ya estaba previsto.

3. Ve a un quiosco y compra una revista, un coleccionable o uno de esos libros que se venden a precio especial y empieza a leerlo en el parque o en una cafetería, como si fueras una persona ociosa.

4. Has una excursión por tu propia ciudad, lo que implicará fijarte en las fachadas bonitas, las particularidades, hacer fotos o visitar ese museo que lleva veinte años abierto y en el que no has puesto un pie.

5. Busca a personas que hace mucho que no ves en Facebook y escríbeles o cotillea un poco para ver cómo les va: qué hacen, con quién se casaron, si tienen niños… Ve ligando imágenes y asómbrate de lo que cambia la vida, creo que el cotilleo sano (no el criticar o contar secretos que no nos pertenecen, sino visto como historias) nos da cierta sabiduría vital.

6. Sal de tiendas, no compres por Internet, incluso aunque al final llegues a casa sin nada. Hay una magia especial en ver las cosas, tocarlas, olerlas y tomar la decisión “en vivo”.

7. Ve una película de madrugada, sí, aunque al día siguiente tengas que trabajar (el sueño lo reparan un par de cafés). Cuando todo el mundo duerma prepárate un chocolate, o una copa, y sumérgete en una historia que te fascine.

8. Duerme con el colchón en el suelo. No sé dónde leí que además es mucho más sano y se descansa mejor. Una variación más divertida es la siguiente: lleva los colchones de casa al salón y haz una “acampada” improvisada con tu familia, tus compañeras de piso o tu amante del fin de semana.

9. Escucha música romántica a todo volumen mientras paseas por la calle, una música que te ponga la piel de gallina. Cierra los ojos y siente cómo te afecta la brisa, cómo parece que estás en una película mientras caminas…

10. Si tienes que escribir o trabajar desde casa, hazlo en ropa interior (o sin ella). Vale que no es una cosa para hacer todos los días pero pone un punto sexy al asunto

11. Al menos una vez en la vida ve a visitar a una astróloga, una tarotista, un médium simplemente por curiosidad y tener algo raro que contar a las amigas. Mírame a mí, yo empecé así con la astrología, por curiosidad y ahora me encanta, y qué decir del tarot…

12. Cocina manchándote las manos: amasa pan, monta una tarta, mezcla los ingredientes de la ensalada con las manos, haz hamburguesas.

13. Acepta tus sentimientos, todos y cada uno de ellos. Cuando pienses eso de "no debería sentirme así" pregúntate ¿y por qué no? ¿qué te quiere decir esa emoción? ¿en qué mejora tu vida sentir eso? Esta última pregunta me encanta y es clave, párate un momento en ella: ¿en qué puede MEJORAR tu vida sentir eso que estás sintiendo, aunque sea abrumador?

14. Durante un mes, di que sí a todos los planes sociales que te sugieran, incluso aunque sean con gente que no te agrada demasiado. No todas las salidas van a ser geniales pero va a haber una o dos que serán memorables (y no sabes a priori cuáles serán, así que tendrás que hacer cuantos más intentos, mejor).

15. Por las noches apaga el móvil, el ordenador, la televisión y pregúntate ¿qué otra cosa me gustaría hacer? Sí, igual tardas un poco en encontrar una alternativa pero hay que incentivar la creatividad de vez en cuando.

16. Busca tener conversaciones interesantes, porque una de las mejores formas de viajar sin moverse del sitio (aparte de leer) es hablar con personas que nos transporten a otros mundos. ¿Las tienes a tu lado? Llámalas. ¿No las conoces? Entonces convierte el salir de casa y conocer gente interesante en tu objetivo.

17. Pasa una mañana o una tarde en la biblioteca curioseando y buscando libros que te gustaría leer, o tomando de nuevo esos libros que ya leíste y recordando lo que te provocaron, o ponte en modo “estudio intensivo” (con cuaderno y apuntes) enfrascado en una materia que te interese.

18. Apasiónate con una telenovela, de las de toda la vida, que el Netflix está bien pero hay novelas mexicanas que son mini obras de arte. Voy a hacer una confesión: yo ahora mismo estoy viendo “Corazón Salvaje” (novela histórica producida por Televisa en 1993) y me está REQUETE-ENCANTANDO: la historia, los trajes, el lenguaje, la adaptación histórica de 10… Toda una experiencia que me está haciendo aprender de la vida, además Ana Colchero está fabulosa.

19. Haz una excursión de un día en solitario, en tren o en autobús, a un sitio que esté cerca y te apetezca visitar (yo desde Dénia la verdad es que tengo muchas opciones, seguro que tú también tienes lugares cerca donde al menos puedes pasear por calles distintas y ver otras caras).

20. Saca el valor y éntrale a un/a desconocid@. Invita a alguien a una cerveza en un bar, déjale una nota con tu teléfono en un lugar insospechado y luego cuéntalo a tus amigos y partiros de risa. Una versión más light: habla con alguna persona desconocida, quién sabe si en ese compañero que acaba de entrar a la oficina se esconde tu nuevo mejor amigo.


21. Levántate temprano para ver el amanecer, si es fuera de tu casa mucho mejor, pero la terraza y la ventana de tu cuarto también valen.

22. Piensa en alguien de tu pasado a quien tengas cariño o con quién quedó algo pendiente y escríbele una carta. Luego guarda esta carta o quémala, pero en cualquier caso imagina que esta persona la lee y recibe tu mensaje de alguna manera.

23. Escribe poesía. Y no digas que no sabes porque todos podemos escribir poesía, con rima o sin ella, es una de las cosas más sencillas y mágicas que podemos hacer con un papel y un bolígrafo. Y si no te sale nada, por favor LEE poesía, te hará mejor persona y como decía Becquer “podrá no haber poetas pero siempre habrá poesía“.

24. Busca canciones que fueron importantes en tu pasado y escúchalas de nuevo, pero desde el presente, desde la persona que eres ahora. Cambia la nostalgia que te puede provocar esa música por esta reflexión: ¿qué puedo hacer hoy por la persona que fui? ¿Cómo podría honrar a ese/a joven? (tal vez tomando una decisión que te da miedo pero te mueres de ganas de tomar…)

25. En lo posible rodéate de belleza: en tu ropa, en tu casa, en tu escritorio, en las paredes, en los platos que cocinas. Saca la vajilla de la boda que se muere de risa en el armario y utilízala a diario.

26. Colabora con alguna ONG, seguro que llevas mucho tiempo pensándolo y no te acabas de decidir y dar el paso, ¿y si empezaras a buscar alguna que te interese?. Recuerda lo que hablamos más arriba: no te dejes llevar por la pereza y piensa en lo bien que te vas a sentir cuando lo hagas.

27. Compra flores. O más bien: regálatelas porque sí. O regálalas a una persona amada que vive o trabaja contigo (no tiene por qué ser la pareja, ¿qué tal una amiga?)

28. ¿Dudas de si llamarle o no, si escribirle o no, porque “a ver qué va a pensar”? Por favor, ¡llámal@, escríbele! Si ves que no está interesad@, pues nada, una cosa que te quitas de la cabeza… Creo que la vida es muy corta para estar pensando en lo que va a pensar alguien si le demuestras tus sentimientos de amistad, amor o cualquier otra cosa.

29. Busca por Internet conferencias o eventos de una temática que te interese y, si lo encuentras y te viene bien, reserva la entrada o el hotel. Es una manera estupenda de viajar más allá de por mero ocio o turismo.

30. Abraza mucho a las personas que te rodean, o a tus mascotas, o acostúmbrate al contacto físico cariñoso,como lo es dar dos besos, tocar el hombro o la espalda. Mira lo que te digo: no se puede vivir con “magia” si lo único que tocamos son puertas, volantes y aparatos electrónicos. Además cuanto más lo haces, más natural te sale.

31. Mantén al mínimo las normas que te pones a ti mismo. Como coach me verás defender el orden, la estructura y la disciplina pero un exceso de las mismas nos estrangula y nos lleva a un estado de exigencia desagradable… Así que no te pases, ponte normas flexibles o rómpelas de vez en cuando.

32. Escucha en bucle una canción que te gusta, relee en bucle ese libro que te apasiona, visualiza una y otra vez esa serie o esa película que te maravilló. Sí, quizás la acabarás aborreciendo (a mí me pasa) pero ¡es tan bonito cuando algo nos “engancha” hasta el punto de tener que escucharlo una y otra vez! (Yo ahora mismo estoy en bucle con este tema súper cursi que descubrí por casualidad, no digo más…)

33. Sal de la trampa de “lo correcto”, sobre todo si eres una persona que acostumbra a hacer todo de buenas maneras. Hacer algo incorrecto nos puede salir bien y tener una experiencia de locura increíble, o podemos equivocarnos y entonces… ah, amig@, nos volvemos humildes y bajamos del trono de perfección desde donde nos permitimos criticar a los demás.

34. Cómprate algo de ropa que te avergüence un poco pero a la vez te encante, esa típica prenda escandalosa y hortera que los demás no soportan pero que a ti te produce un inesperado placer…

35. Mantén la curiosidad, que es el combustible de una actitud alegre, entusiasta y juvenil. Sé curios@, sorpréndete de las cosas cotidiana, investiga, maravíllate de las sorpresas que nos depara el día a día,como por ejemplo el hecho de que puedas estar leyéndome en un pequeño aparato cuando estamos a kilómetros de distancia…

36. Haz una lista de deseos, locos, irrepetibles, imposibles, en una cartulina con letras de colores y luego guárdala y olvídate de ella… Si te acuerdas, ábrela años después (yo hice este tipo de lista a finales de 2016, creo que en algún momento de este año o del que viene la miraré)

37. Escribe un e-mail a tu yo del futuro, es decir lo dejas escrito hoy y pones que te llegue en 6 meses, un año o 10 años. Yo lo hago desde esta página que está diseñada para ello: FutureMe.



¿Qué te parecen las sugerencias? Creo que tienes bastante donde elegir pero lo mejor es que tú mism@ busques las tuyas.



Finalmente…
Salir del sentimiento de rutina, de monotonía, de que “se escapa la vida” requiere que cada uno de nosotros nos hagamos el compromiso de poner magia en nuestra vida cotidiana.

Que asumamos una actitud de celebración, curiosidad y atrevimiento ante las cosas del día a día.

No te resignes a transitar la vida como si fueras una sombra, sin color, viviendo un día de la marmota una y otra vez (o sólo “viviendo de verdad” en vacaciones o ante planes extraordinarios). Si notas que es así, cierra los ojos y hazte cada mañana esta pregunta: ¿cómo podría añadir hoy magia a mi día? Con tus recursos, con tus limitaciones. Si no se te ocurre nada mira esta lista.

Sigue esta respuesta y verás cómo tus días empiezan a cobrar más color y tú te vuelves una persona mucho más interesante…

¡A por ello!

Por Amparo Millán


https://www.puedoayudarte.es/anadir-magia-a-tu-vida-cotidiana/

 
Cinco maneras de ponerte normas o límites y disfrutar de ellos


Aunque a algun@s no nos entusiasman los límites y las normas (debido a que estamos peleados con ellos por malas experiencias) es evidente son necesarios. No sólo necesarios, sino que mejoran nuestra vida.



Los límites nos ordenan, nos estructuran, nos hacen aprovechar mejor el tiempo y por tanto nos permiten disfrutar de los ratos de ocio sin culpabilidad y con más espontaneidad.



Como en todo, no podemos pasarnos a la hora de establecer nuestros propios límites y normas, ya que lo que conseguiremos será justo el efecto contrario. La rigidez y la autoexigencia desmedida estropean todo cuanto toca… Por eso, en este artículo quiero compartir contigo 5 ideas que pueden ayudarte a la hora de ponerte límites saludables. Límites y normas que te ordenan pero que no te amargan la vida.

¡Empecemos!



1. Mejor pocos límites y siempre con sentido
Como vimos en el artículo anterior, ordenar y estructurar tu rutina y tu vida en general está bien siempre que no caigas en el extremo de ser demasiado rígid@ e inflexible… Conviene no romper esa cuerda entre límite y caos, espontaneidad y obligación.



La verdad es que la mayoría de las personas, si bien vivimos mejor con límites (a la hora de gestionar el tiempo, en el trabajo, con el dinero, en la relación con los demás…) no necesitamos demasiados. Solamente los esenciales, los que nos faciliten la vida y podamos recordar fácilmente. Y con frecuencia, estas normas se van “suavizando” con el tiempo,conforme conviertes algo en un hábito o conoces mejor tus rutinas.



Por ejemplo, desde agosto de 2014, unos meses después de haber comenzado este blog, me comprometí conmigo misma a escribir un artículo cada semana e iba a “obligarme” a ello enviando un boletín semanal a los suscriptores. Además, me propuse decidir las temáticas de los artículos con antelación mínima de un mes y decidí que el día para redactar iba a ser el lunes, con posibilidad de dedicar también un rato el martes para hacer revisiones.



Este fue el reto-límite que me marqué y fue una de las mejores decisiones que he tomado en cuanto a mi negocio… No sólo me ha demostrado que puedo ser disciplinada y no fallar ni un sólo día (pues así ha sido, salvo vacaciones mi artículo ha salido con puntualidad germánica) sino que potenció mi creatividad porque es más fácil escribir y dar rienda suelta a las ideas cuando hay una estructura en forma de tema concreto.



Con el transcurso del tiempo, la seguridad que he ganado con esta acción me ha llevado espontáneamente a suavizar mis normas. Hoy por hoy no necesito definir el tema de mis artículos con anticipación (a veces cambio de idea un jueves) ni escribo el lunes o el martes, sino cuando me apetece o tengo un hueco.



Eso sí, la decisión inicial sigue inalterable: un boletín y un artículo cada sábado a las 9 de la mañana y este límite claro, sencillo y fácil de recordar es el mástil que me mantiene centrada semana tras semana.



Pregunta para ti: ¿En qué aspecto de tu vida te ayudaría el poner una norma o regla sencilla y con sentido?


2. Si no sabes cuáles pueden ser tus normas saludables… ¡experimenta sin miedo!
Muchas veces, cuando algunas personas me responden que no saben qué les funciona, qué decisión escoger, qué límite, horario, forma de organizarse les iría mejor yo siempre les doy la misma respuesta: Prueba.



En realidad, no tenemos por qué saber de antemano qué cosas nos irán mejor o peor. Y pensándolo fríamente, es más divertido así: siempre podemos sorprendernos de lo bien que nos resulta un enfoque, un producto o una actividad que a priori habíamos pensado que no era para nosotros. Por ejemplo…



¿Cómo saber cuál es mi mejor horario de trabajo?” Probando diferentes horarios y registrando cuándo te concentras mejor
¿Qué deporte me haría sentir mejor y más motivado?” Practica varios diferentes hasta encontrar el que te guste
¿Qué estrategias me ayudarían a relacionarme mejor con los demás?” Utiliza varias y observa los resultados
¿Qué hago para hacer dieta y no sentir que mi vida es miserable?” Leer artículos de Internet, escoger algunos consejos, implementarlos y ver cuáles te funcionan.



Es tan fácil como esto: perder el miedo a probar y tomarse un poco más la vida como una bonita experimentación.

Pregunta para ti: ¿Con qué norma o límite podrías probar a mejorar tus resultados?


3. No te centres en la culpa, sino en las soluciones.
Imagínate, te habías propuesto como norma estudiar tres temas de la oposición a la semana, y estamos a viernes y no llevas ni siquiera uno… En ese momento tienes dos alternativas. La primera es caer en el juicio y en las emociones: te desesperas, te sientes miserable, te dices que “no puede ser, lo he vuelto a hacer, soy incorregible, nunca voy a conseguir nada…”



La segunda opción es pararte un momento, con la cabeza bien fría y pensar: a ver, qué ha pasado aquí. Qué he hecho estos días para sólo llevar un tema de la oposición, por qué se me hace tan difícil, qué puedo hacer para avanzar más rápido, quién me podría ayudar…



En este segundo caso, has hecho algo mucho más útil que limitarte a llorar o a desesperarte: observar lo sucedido para proponer soluciones. Y esta es una de las actitudes más productivas y sanas que existen (de hecho, es la lección número 1 de mi curso 21 días): registrar en vez de juzgar.



Cada vez que quieras plantearte un nuevo límite o norma, no lo hagas desde la culpa o desde el juicio negativo: “me pongo un límite porque lo hago mal y no soy perfect@”. Hazlo porque has observado que algo no va bien y quieres probar una solución que te ayude a avanzar. Porque quieres tratarte bien y sabes que te mereces lograr tus objetivos. Mira qué diferente es este enfoque….



Pregunta para ti: ¿Pasas mucho tiempo culpándote por lo que haces mal, lo cual no te conduce a nada? ¿Y si decidieras invertir ese tiempo en observar qué sucede para intentar buscarle alguna solución práctica?


4. Encontrar el equilibrio entre flexibilidad y caos
Cuando las personas creativas, y que disfrutamos de un cierto “caos” hablamos de límites, hábitos y normas, hay una pregunta que se queda flotando en el aire: ¿Cómo ponerme límites pero a la vez permitirme romperlos si la situación lo requiere?



Dicho de otra forma: ¿Cómo ser flexible conmig@ mism@ o con los demás pero sin llegar a ser indulgente o blandengue?


Creo que esta es una pregunta delicada y que encontrar este delicado equilibro es una tarea individual que lleva su tiempo…



Algunas personas se pasan de rígidos y siempre cumplen sus tareas y límites pase lo que pase, incluso aunque no resulte conveniente. Aquí podemos encuadrar a la típica persona que rechaza una invitación estupenda a cenar sólo porque acaba de descongelar las gambas y no sabe qué hacer con ellas.



En otros casos, algunas personas son demasiado indulgentes consigo mismas y siempre ceden a sus propios chantajes: se saltan la dieta continuamente (total, por un día…), nunca terminan sus tareas, se van al cine aunque se hayan comprometido a terminar ese curso de inglés…



Como en todas las cosas de la vida, el punto medio siempre es la virtud. Encontrar este punto medio para ser flexible pero no indulgente es un proceso de prueba y error, sabiendo de antemano que, como no somos perfectos, vamos a caer en los extremos una y otra vez.



A mí particularmente, cuando tengo un “día raro” o una “semana rara” en que no me apetece trabajar mucho, me funciona llegar a un compromiso entre lo que me he propuesto y lo que me pide el cuerpo. Es decir, si un día estoy muy cansada porque he dormido mal la noche anterior o me siento un poco enferma, ni cedo al impulso de ponerme a leer en el sofá, ni me obligo a cumplir estrictamente con todas mis obligaciones. Escojo el punto medio: hago algo, quizás sólo las actividades fáciles y rutinarias y luego descanso. Para mí es una forma de contentar a la parte que sabe que tengo que trabajar y la que sólo me pide descansar y soñar un poco.



Pregunta para ti: ¿Qué se te ocurre para manejar estos conflictos entre obligación y placer, límites y caos?


5. Apóyate en estructuras externas
Aunque los límites saludables nos los ponemos nosotr@s, y vienen desde dentro, suele ayudar mucho apoyarse en personas, circunstancias o cosas que están fuera de nosotros y que “nos obliguen” a hacer eso que nos hemos marcado. Por ejemplo:

– Si tu interés es levantarte antes, puedes quedar con alguien para trabajar o estudiar a una hora que te obligue a ello
– Si quieres controlar tus gastos (y ver dónde va el dinero) será útil guardar tus tarjetas bajo llave en un cajón y utilizar sólo dinero en metálico
– Si Internet te entretiene demasiado, podrías decirle a un amigo que te guarde el módem durante unos días
– Si te cuesta socializar y quedar con gente, te ayudará comprometerte a ir a una fiesta y pedir a tus amigos que vengan a buscarte a tu casa, para no verte tentad@ a decir que no.
– Si quieres ir a un evento cultural o deportivo pero sabes que en el momento te da pereza ir (esa soy yo) puedes comprar la entrada con anticipación y así no podrás negarte
– Si te ayudaría a avanzar una persona a la que tienes que “rendir cuentas” contrata un coach o mentor que pueda registrar tus progresos o comprométete en serio con otra persona a haceros un seguimiento serio de vuestros objetivos.



Las estructuras externas, que no dependen de nosotros, nos ayudan a ser más firmes y estructurados en nuestros propósitos.



Pregunta para ti: ¿Con quién te podrías comprometer o qué estructura externa te haría más fácil avanzar y ponerte límites?


Resumiendo…
Es sintomático de nuestra generación que nos gustan muy poco los límites y las normas (la autoridad aún menos). Pensamos, falsamente, que la creatividad se ve favorecida en “el vacío”, en la ausencia de paredes y restricciones. En realidad suele ser al revés: nada hace florecer más el talento que el tener unos límites, un “contenedor”, sea en forma de temas, plazos, estructuras o reglas varias.



Con estos artículos he intentado compartir contigo mi idea de que ponernos límites saludables es una forma de respetarnos y crecer como personas, de avanzar de forma más eficaz y sentirnos satisfech@s al acabar el día.



Si esta lectura te ha removido algo por dentro, ha llegado el momento de pensar cuáles van a ser tus propias normas, y experimentar con ellas para ver si tienen sentido.

¿Me lo cuentas en los comentarios?

https://www.puedoayudarte.es/cinco-maneras-de-ponerte-limites-y-normas/
 
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