Autoestima y otros temas de psicología

Cómo seguir adelante cuando nada nos hace felices



Cuando no haya nada que nos haga felices no debemos deseperarnos. Es conveniente ir poco a poco y generar pequeños cambios que nos vayan aportando bienestar, aunque este sea mínimo

Hay momentos en que nada nos hace felices. En que el mundo pierde su brillo, las canciones su música y las risas de quienes nos rodean ya no nos contagian su alegría.


Seguir adelante en estos instantes vitales no resulta fácil si no encontramos un motivo lo bastante fuerte como para seguir levantándonos cada día. No obstante, ese motivo es fácil de identificar: eres tú mismo.




Cuando descuidamos nuestras necesidades emocionales, cuando dejamos que lo que nos envuelve nos aprisione de tal modo que perdemos el aliento, los ánimos y el control de nuestra existencia, el mundo empieza a ir del revés.


Pueden darnos ánimos, pueden decirnos aquello de que “el tiempo todo lo cura y que lo malo pasa” pero, si nosotros mismos no cogemos la riendas de lo que ocurre en nuestro universo personal, de nada van a servir las buenas palabras y las palmadas en la espalda.


Hay muchos momentos en que efectivamente, nada nos hace felices. No obstante, no hemos de dejar que un mal momento se convierta en una mala vida.


Te explicamos qué hacer.




Estrategias de afrontamiento cuando nada nos hace felices

Si nada nos alegra, si nos damos cuenta de que llevamos más de tres meses con el ánimo bajo, con problemas de insomnio, inapetencia y con esa apatía con la cual todo ha perdido interés para nosotros, es recomendable que lo hablemos con nuestro médico.








Podemos estar sufriendo una depresión, y será siempre un profesional quien nos ofrezca el diagnóstico y qué estrategias debemos seguir de acuerdo a nuestras necesidades.


Una vez hayamos descartado o confirmado un problema psicológico más profundo, es necesario que reflexionemos sobre estas dimensiones y las intentemos poner en práctica cada día.




Respeta tus ritmos: el mundo va ahora más despacio

Estamos mal, no podemos ni debemos disimularlo. ¿De qué nos sirve sonreír o llevar máscaras cuando lo que sentimos es tristeza y apatía?


  • No finjas lo que no sientes o intensificarás tu sufrimiento.
  • Tienes derecho a vivir ese instante de fragilidad, de tristeza. Lo creas o no, las emociones negativas tiene un fin y es el de hacernos ver que “hay algo que debemos cambiar” para adaptarnos mejor a nuestro entorno.

Respeta ese ritmo más lento que ahora necesitan tu mente y tu cuerpo. Necesitas de un tiempo de introspección con el cual atenderte, hacer preguntas y descubrir qué ocurre en tu interior.






Deja a un lado lo que sientes y descubre qué necesitas

Sabes que no estás bien, que a instantes sientes rabia, otras tristeza, en otros momentos solo quieres dormir y, más tarde, necesitas hablar con alguien.


Bien, puesto que eres consciente del complejo tiovivo emocional en el que te encuentras, es el momento de dejar en un segundo plano lo que sientes para identificar qué necesitas.


  • Necesito verme mejor.
  • Necesito pasar un tiempo solo.
  • Necesito encontrar nuevas ilusiones.
  • Necesito empezar de nuevo.
  • Necesito dejar de sentirme triste.
  • Quiero sentirme útil.
  • Quiero quererme como merezco.






Pequeños cambios cotidianos

Nadie se va a sentir más feliz de un momento a otro ni de un día a otro. El bienestar se trabaja día a día, modificando poco a poco nuestro pensamiento y haciendo pequeños cambios.


  • Hoy me voy a poner como propósito dar un largo paseo, que intentaré disfrutar al máximo.
  • Hoy voy a controlar mis pensamientos negativos.
  • Hoy voy a quedar con unos amigos e intentaré hablar con ellos de planes de futuro.
  • Hoy voy a priorizarme, a regalarme tiempo, instantes placenteros.
  • Hoy voy a involucrarme con algo a largo plazo: me apuntaré a un curso, proyectaré un viaje.

Estos pequeños cambios cotidianos generan, a su vez, importantes mejoras emocionales que revertirán poco a poco en nuestro bienestar.


Para ser feliz hay que renunciar a ciertas cosas

Para ser feliz, en ocasiones, hemos de ser capaces de renunciar a ciertas cosas, e incluso a algunas personas. Todo ello requiere de un acto de gran valentía que no siempre es fácil de llevar a cabo.




  • Debemos aprender a escuchar nuestras necesidades, a nuestra conciencia. Si nos damos cuenta de que lo que nos envuelve nos aleja de nuestras esencias, lo que está ocurriendo también es que renunciamos a nuestra felicidad.
  • Renunciar es aprender a cerrar círculos, etapas. Es saber reconocer lo que ya no aporta, lo que no enriquece y lo que nos hace sentir mal.
  • Hay que tener en cuenta también que en ocasiones, no hay culpables que justifiquen nuestra infelicidad. Hay veces en que somos nosotros, con nuestros miedos e inseguridades, quienes cerramos las puertas al bienestar.

Aprende a identificar eso saboteadores internos y derríbalos. El esfuerzo siempre merecerá la pena.

Por Valeria Sabater
 
Conoce a tus saboteadores internos



Resulta curioso la facilidad que tenemos en ocasiones para identificar a todas esas personas que, de algún modo, nos hacen daño o nos impiden ser felices. Tienen nombres y apellidos.

Pero ¿qué ocurre cuando lo que en realidad nos hace daño son nuestros propios “saboteadores internos”? Es posible incluso que ni siquiera nos demos cuenta de su existencia, de esa voz interior que diariamente, pone piedras en nuestro camino. Voces que hablan con el eco de una falta de autoestima, capaz de entorpecer sueños y proyectos.

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La voz de nuestros saboteadores internos



“Ya soy demasiado mayor para esas cosas, no estoy capacitado para ese trabajo, soy muy poca cosa, mejor lo hago mañana, es que todo me sale mal, siempre tengo mala suerte, no vale la pena intentarlo…”

Este tipo de verbalizaciones internas son auténticos demonios y devoradores de nuestra felicidad. ¿Por qué lo hacemos? ¿Por qué permitimos que nuestros saboteadores internos nos hagan daño de esta manera?

-Los saboteadores internos son pensamientos en ocasiones, irracionales y obsesivos que emergen de nuestros miedos.

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-Hacen que dudemos de nosotros mismos, de nuestras cualidades, de nuestras virtudes y capacidades.

-Debes tener en cuenta que los saboteadores internos, van a impedir que hagas cualquier cambio para mejorar, para reestructurar tu autoestima.

-Todos nosotros disponemos de algún tipo de saboteador interno. Los miedos forman parte de nuestro ser, pero lo ideal, lo más esencial, es no permitir que sus voces tengan demasiada fuerza. Deben ser sólo un susurro, un eco lejano al que no dar importancia.


-Es frecuente, que establezcamos un fuerte conflicto entre los saboteadores internos y nuestros propios deseos. “Quiero que esta persona se fije en mi, tengo que invitarla a salir conmigo” “¿Cómo voy a invitarla a salir? Yo no soy lo bastante bueno/a para esta persona”.

Cómo controlar nuestros saboteadores internos



-Identifícalos: Es la parte más importante, si no somos conscientes de que nuestra propia voz interna es la que pone barreras a nuestro bienestar, nos estancaremos para siempre en un mismo estado. En una misma e insatisfactoria situación.

-Pon nombre a tus saboteadores internos: Puede resultar complicado pero es esencial. ¿A qué le tienes miedo? ¿Es inseguridad? ¿No confías en ti mismo? ¿Es falta de autoestima? ¿Es frustración?
Para que te sea más fácil, puedes utilizar lápiz y papel, enumerando primero todas esas emociones que se acumulan en tu interior como un ovillo complejo. Ve deshilachando ese cúmulo de emociones poco a poco y analízalas. Es un proceso en ocasiones doloroso, donde nos veremos cara a cara con nuestros miedos. Pero te aseguramos que vale la pena.

-Tú les has dado fuerza, tú debes bloquearlos. Nuestros saboteadores internos son esos pequeños demonios internos a los que les hemos dado voz y voto en nuestra vida. Ellos son los que han impedido que reaccionaras cuando debías haberlo hecho. Ellos te han puesto puertas y candados a muchos de tus sueños. Ahora ya les has dado nombre, es momento de tomar conciencia de ellos y debilitarlos. Quitarles fuerza y sobre todo voz.

-Fortalece tus valores. Ahora que has empequeñecido tus saboteadores internos, es momento de dar fuerza a tus valores. La independencia, la valentía, el derecho a ser feliz, al respeto y el autorespeto, al crecimiento personal, la pasión, la ilusión y la satisfacción.

Te aseguramos que ante la plenitud de unos fuertes valores personales, esos saboteadores internos que todos tenemos, acaban debilitándose, convirtiéndose en un lejano murmullo al que ya no te permitirás poner atención. Nuestros miedos tienen muchos ecos, pero si los racionalizas, dejarán de dominar tu vida. Inténtalo.

Por Valeria Sabater
 
Adoro que me acaricien el alma, la piel la toca cualquiera


Acariciar el alma es seducir con las palabras para encender emociones insospechadas. El buen artesano del amor sincero sabe que no hay mayor atracción que la de dos mentes que encajan, que se buscan y se descubren más allá de la piel y los sentidos, porque acariciar el alma es renacer en el otro sin dejar de ser uno mismo.


Si lo pensamos bien, suelen ser muy pocas las veces en que llegamos a experimentar una auténtica unión mental con alguien hasta el punto de que la seducción, pase casi por alto lo físico para deleitarnos con una armonía de gustos, placeres, conocimientos y complicidades que trazan instantes maravillosos imposibles de olvidar.


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Hasta que no vacíes tu alma de rencores, miedos e incertidumbres, no te sentirás libre para que otros te la acaricien, para que otras voces la arropen y la cuiden como mereces.


En la bellísima lengua indígena de México, el náhuatl, acariciar el alma se traduce en una sonora palabra: “apapachar“. Es sin duda un arte excepcional que todos deberíamos practicar con nuestros seres amados, porque en ella se inscribe el respeto, el reconocimiento y ese amor que trasciende la piel y los sentidos…


Te invitamos a reflexionar sobre ello.




El amor no está en el corazón, el amor habita en nuestra mente y en el alma

El acto de “apapachar”, de acariciar el alma de otra persona, no es un proceso que se origine en el corazón. A pesar de que la imagen del amor siempre queda vinculada de forma tradicional a este órgano, su localización exacta está en el cerebro, ahí donde acontece ese baile químico caótico y fascinante que determina muchas de nuestras sensaciones.


Ahora bien, sabemos que la pasión y el amor en su versión más “eufórica” están regidos por una combinación sutil entre neurotransmisores como la dopamina, la noradrenalina y la serotonina, pero… ¿Qué ocurre cuando lo que sentimos es ante todo una “unión mental”? ¿Esa fascinación que va más allá de la piel o del físico?






El lado lógico del amor

No todo es caótico en las relaciones afectivas. La corteza o el córtex de nuestro cerebro aloja los procesos “más lógicos”, es decir, la percepción, la conciencia, el juicio, el razonamiento más equilibrado…


  • En esta parte más exterior de nuestro cerebro formada por complejisimas redes neurales, las personas disponemos de nuestro “timón de control”.

  • Es aquí donde se llevan a cabo esos procesos que nos hacen valorar, por ejemplo, si alguien vale la pena o no, y disfrutar a su vez de esa conexión mental donde de pronto, todo nuestro universo parece “encajar”.

El sistema límbico y la magia de las emociones

Si la parte más exterior de nuestro cerebro se encarga de las tareas más lógicas o de la resolución de problemas, en su área más profunda se esconde esa otra estructura tan mágica como especial: el sistema límbico.


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  • Es en esta región cerebral donde se nos recompensa por esa armonía, por esas conversaciones donde nos deleitamos con la persona amada, por esos conocimientos que adquirimos, por los descubrimientos, por el sentido del humor que nos transmiten y el cariño que nos ofrecen con las palabras.

  • A cada acto positivo, el sistema límbico nos ofrece esos neurotransmisores cargados de placer y bienestar, generando la magia de la atracción.




La inteligencia también seduce

La antropóloga y experta en relaciones afectivas Helene Fisher, nos indica que la ciencia no puede explicar con exactitud qué hace que nos sintamos atraídos por unas personas y no por otras. Nos enamoramos de quien tenemos cerca, pero en ocasiones, factores como el misterio o la inteligencia son también dos elementos con un alto grado de atracción.


Según un trabajo publicado en la revista " Intelligence.com", la atracción por la inteligencia suele darse muy a menudo y, en especial, en las mujeres. De hecho, hay quien prefiere una pareja dotada de gran inteligencia antes que por un gran atractivo físico.


  • La inteligencia se ve como algo duradero. Es decir, de existir esa unión excepcional donde las emociones se armonizan con la sabiduría, con el sentido del humor, con diálogos constantes y enriquecedores, la satisfacción se considera mayor.

  • Los que dicen sentirse más atraídos por “el interior” que por “el exterior” buscan sobre todo esa conexión mental donde el desafío, el descubrimiento y el placer por la manera de pensar del otro les satisface y les hace sentir especiales al conectar con alguien más allá del plano físico, más allá de la piel.



Para concluir, la inteligencia puede ser un componente muy seductor, no hay duda, pero no por ello nos va a garantizar el disfrutar de una relación estable y feliz. Para acariciar el alma del ser amado toda mente brillante debe ir acompañada por la delicadeza de una sabiduría emocional.


Porque amar a alguien con nobleza es también saber desnudar el alma con humildad para encontrarse en los recovecos más oscuros de uno mismo, ahí donde conocerse mejor, donde “apapachar” y descubrirse con el otro y construir a su vez , el propio espacio de la pareja. Una aventura maravillosa que merece la pena experimentar.


Quiero palabras sinceras que me acaricien el alma, unos ojos nobles donde verme reflejado/a y un corazón fuerte por el que luchar y que desee también luchar por mí.

Por Valeria Sabater
 
Distimia


¿Qué es la distimia?
La distimia es uno de los trastornos más frecuentes en nuestros tiempos, podemos decir que casi un 30 % de las personas padece en momento de su vida una distimia. Pero que es realmente la distimia?

La depresión tiene muchas formas de manifestarse y una de sus variantes es la distimia o el trastorno distímico. Se emplea el término distimia para calificar una alteración del estado de ánimo que también se denomina con otros nombres:




    • Depresión menor: Aunque los síntomas de la depresión menor sean en menor cantidad o intensidad que en una depresión mayor, su permanencia en el tiempo suelen causar malestar significativo a las personas.
    • Depresión neurótica: Se refiere a una antigua clasificación en la que los “trastornos neuróticos” eran definidos como “de origen psicológico”.
    • Depresión crónica: Podemos manifestar un estado distímico de larga duración que nos impide tener una vida de buena calidad. Este estado muchas veces no es percibido porque estamos acostumbrados a este estado de ánimo algo mustio.


Cuáles son las causas
El trastorno distímico igual que otros tipos de depresión tiene un origen químico. El estado depresivo, en general, está derivado de un déficit de serotonina en el cerebro.

Una persona que tiene impactos emocionales o tensiones constantes durante tiempo, puede tener un alto “consumo” de serotonina en su cerebro y, poco a poco, tener un déficit de la misma. A causa de la falta de serotonina* en el cerebro, la persona puede caer en un estado distímico. Este estado provocará una falta de energía para realizar sus actividades diarias y si se descuida hasta puede llegar tener una depresión mayor.

Podemos decir que la distimia al igual que la depresión mayor, puede deberse a causas, tales como:




    • Química del cerebro.
    • Rasgos heredados. El trastorno depresivo persistente parece ser más frecuente en personas cuyos familiares de sangre también tienen el trastorno.
    • Acontecimientos de la vida. Los acontecimientos traumáticos, los problemas económicos o un nivel alto de estrés pueden provocar un desgaste de la serotonina en el cerebro que produzca un trastorno depresivo (que puede ser persistente en algunas personas).
Los síntomas más importantes de la distimia
La intensidad de los síntomas del trastorno distímico puede cambiar con el tiempo. Además, pueden presentarse episodios de depresión mayor antes o durante el trastorno, lo que a veces se llama «depresión doble».

Los síntomas del trastorno distímico pueden causar impedimentos considerables. Una persona con distimia puede tener:




    • Estado de ánimo negativo, sensación de tristeza y le cuesta ser optimista.
    • Posible pérdida de interés en las actividades cotidianas.
    • Aparición de un estado de ánimo melancólico.
    • Sensación de desesperanza.
    • Altibajos del estado de ánimo y tendencia al estado de ánimo irritable o deprimido.
    • Falta de energía y fatiga crónica ( p.ej. a cualquier momento del día tener ganas de dormir o sentir un cansancio que arrastra).



    • Trastornos del sueño: el sueño no acaba de ser reparador. La persona distímica suele hallarse cansada por la mañana, durante la mañana le falta energía y la persona distímica suele encontrarse mejor por la tarde.
    • Escasa autoestima y tendencia en autocriticarse.
    • Dificultad para disfrutar de las cosas positivas de la vida.
    • Problemas de hacer las cosas normales del día a día, les cuestan un gran esfuerzo.
    • Problemas de concentración. La persona distímica tiene problemas de memoria y de concentración, aún para actividades lúdicas (ver una película, por ejemplo).
    • Disminución del rendimiento intelectual.
    • Disminución de la actividad, eficacia y productividad.
    • Falta de ganas en las actividades sociales, aislamiento.
    • Sentimientos de culpa y preocupaciones por el pasado.
    • Falta de apetito o, al contrario, come demasiado.
La mayoría de nosotros no somos conscientes de que la depresión o cualquier estado depresivo es más que solo sentirse con falta de fuerzas o una alteración del estado de ánimo.

Cuando tenemos un alto consumo de la serotonina en nuestro cerebro y esta no se repone de forma natural, corre peligro nuestra salud y es recomendable de ponerse en manos de un buen especialista para que nos ayude a reconducir nuestro estado emocional.

Es muy importante no ser indiferente a los síntomas, aunque sean leves, y hay que hacer frente a la situación lo más pronto posible.

Complicaciones relacionadas
Las situaciones que pueden estar relacionadas al trastorno depresivo persistente son las siguientes:




    • Mala calidad de vida y falta de bienestar
    • Relaciones difíciles y conflictos familiares
    • Dolor crónico y enfermedades en general
    • Depresión mayor, trastornos de ansiedad y otros trastornos del estado de ánimo
    • Abuso de sustancias
    • Problemas en la escuela y el trabajo y reducción de la productividad
    • Pensamientos o comportamiento suicidas
    • Trastornos de personalidad y otros trastornos de salud mental
¿A quiénes afecta y cuánto dura?
La distimia es uno de los trastornos más frecuentes en nuestros tiempos, podemos decir que casi un 30 % de las personas padece en algún momento de su vida una distimia. Afecta a las mujeres con el doble de frecuencia que a los hombres.

Al ser su intensidad no tan grande como la de la depresión mayor, puede no ser detectada fácilmente por el entorno, pudiendo el paciente presentar una mayor vulnerabilidad para cursar otros trastornos.

La distimia puede durar semanas, meses o años. Algunas personas con distimia llegan a creer que “ellas son así” y no la identifican como una enfermedad sino como un estado normal de su forma de ser.

¿Como podemos tratar la distimia?
Debido a la combinación de una descompensación química y motivos emocionales que suelen ser la razón de haber llegado a este estado, será más recomendable combinar una psicoterapia junto con un tratamiento farmacológico.

Por lo tanto, la persona que acude a un psicólogo con una posible distimia, tiene que tener en cuenta que posiblemente va necesitar alguna consulta con un psiquiatra para que haga una prescripción del fármaco mejor considerado para su estado para recompensar el déficit de la serotonina que manifiesta el cerebro.

El enfoque del tratamiento recomendado dependerá de factores como:




    • Gravedad de los síntomas
    • Preferencias personales
    • La capacidad para tolerar medicamentos
    • La necesidad de abordar problemas emocionales que afectan la vida
    • Métodos de tratamientos anteriores
    • Otros problemas emocionales que puedas tener
Los dos tratamientos principales para tratar la distimia son los medicamentos y la terapia. La combinación de psicoterapia y antidepresivos ha resultado ser más efectiva para tratar la distimia que cualquiera de los dos componentes aislados.




    • Psicoterapia: Para potenciar conductas y programas cerebrales que no alteren y no consuman serotonina y para eliminar errores de pensamiento.
    • Antidepresivos modernos: Son medicamentos antidepresivos específicos para la recaptación y aumento de la serotonina en el cerebro. Suben y estabilizan el estado de ánimo, lo que provoca un incremento notable en la calidad de vida.
¿Cuándo consultar al médico?
Si te ves reflejado en este texto, no dudes de ponerte en manos de un buen especialista para valorar tu situación. Experiencia un giro positivo en tu vida y combate la distimia.

Algunas personas con distimia no la identifican como una enfermedad, sino como un estado normal de su forma de ser.

Han tenido esta sensación y tienden a creer que forman parte de su vida. Por lo tanto, si tienes algún síntoma del trastorno depresivo persistente, no dudes en buscar ayuda médica. Habla con tu médico de cabecera sobre tus síntomas. O busca ayuda directamente de un especialista de salud mental, como un psicólogo clínico o un psiquiatra para pedir una evaluación.

Debido a la naturaleza crónica del trastorno distímico, sobrellevar los síntomas de la depresión puede resultar difícil, pero una combinación de sesiones de psicoterapia y medicamentos puede ser muy eficaz para tratar la distimia.

Por Centro Manuel Escudero
 
Carta para una mujer triste. Leerla te ayudará a superar un depresión.



“Cuidado con la tristeza. Es un vicio”, dijo el novelista francés Gustave Flaubert. Y a juzgar por cómo viven muchas personas tristes aferradas a este sentimiento negativo, parece que sabía de lo que estaba hablando.

De todas nuestras emociones, la tristeza es la más difícil de nombrar y de identificar; porque no se trata de un dolor vivo que se pueda reconocer en un primer momento como el enojo o el miedo; sino que es un mal que nos hace languidecer, que nos pesa y nos cansa porque reduce nuestra capacidad de actuar.

Según la psicoterapeuta Catherine Aimelet-Périssol, la tristeza interviene cuando el miedo y el enojo, no “funcionaron”. No pudimos escapar de esa situación ni tampoco pudimos enojarnos entonces nos entristecemos y lloramos como un signo de impotencia.

En lugar de gritar y estallar, nos desplegamos en nosotros mismos. El rostro se endurece, la boca se cierra y ya no queremos hablar de eso.

Tenemos la errada idea de que los adultos no lloran y sabemos que el llanto no es aceptado socialmente. Se supone que debemos sentirnos felices, tener un pensamiento positivo y ser sociables pero la tristeza no se presta a ese juego. Nos obliga a callar, a lamer nuestras heridas y curarnos solos incluso a veces de manera literal con la ayuda de antidepresivos que nos sumergen en un círculo vicioso.

En nuestra sociedad, en la que “estar bien” es lo fundamental muchas veces con el objetivo de distraernos de la realidad, la tristeza no tiene lugar.

¿Cómo dejar de ser una mujer triste?

En primer lugar, es importante identificar qué es lo que provoca la tristeza. Este es un factor indispensable para atacar el problema, porque muchas veces creemos que sabemos de qué se trata, pero en realidad los sentimientos pueden ser confusos.

¿Se trata de una pareja?

No es ninguna novedad que el amor hace sufrir a los enamorados, pero la persona amada no puede hacer nada para hacernos felices.

Es importante entender que la felicidad nace de uno mismo y que los otros son los depositarios de ese amor. Tal vez la sensación de no sentirte amada o valorada por la persona que se supone debe hacerlo, te sumerge en un mar de dudas e incertidumbres que generan tristeza y depresión.

Nadie podrá solucionar esto más que tú misma. El diálogo es el camino para despejar dudas y poner las cosas en claro.

Habla con tu pareja de tus sentimientos. No dejes pasar un día más.



¿Tus hijos te han desilusionado?

Muchas veces las madres tenemos demasiadas expectativas con respecto a los hijos e incluso cometemos el error de volcar en ellos nuestras propias expectativas personales incumplidas.

En caso de que hayan cometido errores, es importante charlar y aclarar lo sucedido.

De todo lo malo que nos sucede debemos obtener una enseñanza y evaluar en qué nos hemos equivocado. Tu tristeza tal vez se deba a que crees que no has hecho un buen trabajo como madre, pero a pesar de que todos cometemos errores, las madres siempre creemos que escogemos la mejor decisión con respecto a los hijos.

Una charla abierta, sincera y franca puede ser el primer paso para aliviar todos los corazones.

¿Te sientes frustrada en lo laboral?

Si la vida te colocó en un lugar que no te agrada desde lo laboral, tal vez sea hora de buscar lo que sí te hace sentir bien.

Freud decía que el trabajo era una de las cosas más importantes en la vida de una persona y no debemos subestimar el efecto que tiene en las emociones.

Tal vez, lo que haces no te satisface por completo pero este no es el momento de dejarlo, pero sí de abrir el camino para que llegue algo nuevo.

Todos los cambios suponen riesgos y dan un poco de miedo, pero ese sentimiento de buscar algo más fue lo que hizo que el mundo cambiara y que los hombres descubrieran cosas nuevas.

Con respecto a tu trabajo, quizás todavía haya algo nuevo por descubrir.

Las cosas por su nombre.

Hoy puede ser el momento de dar un paso hacia la felicidad y que al mismo tiempo es un paso para dejar atrás la tristeza. Empieza por dejar de decir “soy triste”, para decir “estoy triste”.

Convencerse de que uno “es” algo implica la idea de que nunca podrá dejar de serlo y esto no es real.

Hoy “estás triste”, pero ese estado debe cambiar y sólo tú puedes hacerlo.

A muchas nos lleva tiempo entender lo que valemos y que no podemos perder días, meses y años pensando que no valemos nada. ¡Basta de eso!

¿Alguna vez te detuviste a pensar cuántas mujeres increíbles existen en el mundo? Desde científicas y escritoras hasta deportistas y actrices que han dejado huella a fuerza de trabajar y esforzarse, porque… debemos asumir que a las mujeres todo nos resulta más difícil y nadie nos regala nada.

Y sin embargo, aquí estamos. Luchando día a día por nuestras familias y por nosotras mismas.

Lágrimas reparadoras.

Te invito a que llores tus últimas lágrimas reparadoras, esas que te alivian el alma y que mientras lo hagas pienses en que con ellas se van tus últimas tristezas y sentimientos negativos.

Cualquier día, cualquier momento, cualquier minuto es bueno para dejar eso atrás y empezar algo nuevo.

¿Quieres algunas pistas? Esto te ayudará a empezar.

- Llora tus lágrimas reparadoras. Desahoga eso que está enquistado y te llena de bronca e impotencia. La tristeza muchas veces es enojo retenido. Sácalo con la ayuda de las lágrimas.

- Piensa en el hoy. Llorar o estar triste por cosas que pasaron y ya no tienen remedio, es inútil, al igual que deprimirnos por algo que todavía no llegó y que nunca sabremos si llegará. ¡Vive y piensa en el hoy!

- Todo pasa. Los que ya estuvimos ahí sabemos que quien se siente triste cree que el sentimiento nunca pasará, que jamás dejará de estar triste por algo que sucede o que sucedió. Debes eliminar este sentimiento de permanencia. Tu tristeza tiene una fecha de vencimiento y en algún momento debe terminar. Todo pasa.

- Escucha tu cuerpo. El cuerpo transmite lo que necesita. No dejes de prestarle atención y darle los cuidados que requiera. ¡Mímate!

- Mantente activa. Busca un pasatiempo que te agrade y dedícale tu tiempo libre. Concéntrate en lo que te gusta y desarrolla esta actividad poniendo todas tus energías.

- Respira aire fresco. El aire y el sol nos renuevan. No por nada se dice que “es vida”. A veces, tan sólo con un paseo se puede despejar la mente y salirse del mal momento.

- Lee. La lectura es cultura, pero además desarrolla la imaginación. Busca un género que te gusta, tu revista favorita o frases inspiradoras que te ayuden a poner la mente en otra cosa.

- Charla con alguien. Busca con quien conversar. Puede ser hablar de lo que te aflige, o de cualquier otra cosa. ¡Comunicarte con otros hace bien!

- Ayuda a alguien. ¿Sabías que los niveles de serotonina se elevan cuando hacemos algo por alguien? ¡Ayudar te hace feliz! En esto no vas a tener problemas, porque siempre encontramos a alguien que necesita ayuda.

Por último, te dejamos esta frase que lo dice todo: “Todo les sale bien a las personas de carácter dulce y alegre.”

¿No es buen motivo para motivarnos a salir de la encrucijada en la que te encuentras? Lo bueno, atrae lo bueno. ¡Motívate y no dejes de compartir con quienes puedan necesitarlo!

Por Guru




 
La depresión atípica: síntomas del trastorno más complejo de diagnosticar




El problema de la depresión atípica es que la persona afectada no es consciente de lo que le ocurre. Se siente cansada y le afectan más las cosas, pero no es capaz de identificarlo.

La depresión atípica es un subtipo de depresión mayor que no es fácil de diagnosticar. Su sintomatología se relaciona con condiciones que pueden ser confundidas con otros problemas como el simple cansancio, el estrés o incluso las enfermedades metabólicas.


Algo que no se nos puede olvidar cuando hablamos de este tipo de trastornos del estado del ánimo es que las personas no siempre somos del todo conscientes de lo que nos está ocurriendo. Y, aún más, de que lo que nos ocurre no se debe al simple agotamiento o a una mala época.




Los médicos de atención primaria son, sin duda, los primeros en tener que estar atentos a esa sintomatología que, a veces, viene camuflada con un aumento de peso y somnolencia. Hablar de depresión atípica es hablar de una enfermedad que, a día de hoy, pueden estar sufriendo muchas personas sin saberlo.


Hoy en nuestro espacio queremos hablarte de ella, queremos ante todo evidenciar esas características ante las cuales debemos estar atentos. Profundicemos.




La depresión atípica: cuando el cuerpo duele porque el alma llora

La mayoría de profesionales de la salud disponen de un protocolo básico para identificar una depresión: pensamientos negativos recurrentes, indefensión, insomnio y deseos suicidas. A partir de aquí ya se haría un diagnóstico más ajustado para establecer la tipología y el tratamiento farmacológico y terapéutico que se debe seguir.


Sin embargo, cuando hablamos de depresión atípica, la enfermedad no es tan clara hasta que la persona muestra pensamientos suicidas, un toque de alarma que empuja tanto al propio paciente como a la familia a pedir ayuda.


Ahora bien, antes de que lleguen estos pensamientos, la persona ya ve mermada su calidad de vida en muchos aspectos. Veamos ahora las características básicas.












Síntomas físicos que se confunden con otras condiciones médicas

Las personas con depresión atípica suben de peso sin saber la razón. No basta solo con tener más hambre o más ansia de la habitual: el propio metabolismo del paciente cambia y tiene mayor tendencia a acumular grasa.


  • Otro síntoma habitual es el cansancio y el dolor físico, sobre todo en brazos y piernas: los notan muy pesados, tanto que hay determinadas horas en que sienten dificultad para moverse.
  • Ese agotamiento hace que sientan pocas o ningunas ganas de formar parte de las tareas cotidianas y, poco a poco, se van autoexcluyendo de las actividades sociales.

Hipersomnia

Así como en el resto de depresiones las personas suelen tener serios problemas para conciliar el sueño, en la depresión atípica es común sentir un sueño extremo.


Pueden dormir hasta 10 horas seguidas, lo cual sume a la persona en un estado de cansancio continuo, de debilidad y de ver la realidad como en un ensueño del que no se siente partícipe.




Hipersensibilidad

Este trastorno del estado del ánimo cursa con mal humor, irritabilidad y la incapacidad de contagiarse de las emociones positivas.


Las buenas noticias, los instantes de distensión, de risas o festividad son vistos desde la distancia, ya que son molestos o incluso incomprensibles. No pueden “contagiarse” de esas emociones asociadas a la felicidad.


A su vez, y por si esto no fuera suficiente, es común tener pensamientos catastrofistas. Piensan que cualquier cosa que se inicie va a terminar mal, que no vale la pena reaccionar o actuar porque sienten que no tienen el control sobre nada.







Épocas de gran ansiedad

La ansiedad elevada también queda vinculada a este tipo de depresión. Por curioso que parezca, la persona con depresión atípica es muy consciente de su estado de indefensión y se siente mal por ello. Así, puede llegar a desarrollar un autorrechazo que le provoca aún más ansiedad.


Es común que pase épocas de más calma y de somnolencia, y meses donde los nervios, el estrés y la ansiedad atenaza su mente, su cuerpo y cada ámbito de su vida. Esto es algo que tiene un serio impacto a nivel social y laboral.


¿Qué desencadena la depresión atípica?

La depresión atípica afecta por igual a hombres que mujeres. No obstante, como siempre ocurre en este tipo de enfermedades son ellas quienes acuden a pedir ayuda antes y quienes tienen mayor facilidad a la hora de gestionarlas o de facilitar el desahogo emocional.


Por otro lado, cabe decir que no hay una causa única y exclusiva que determine la depresión atípica. Es una realidad multifactorial. Veamos con detalle los posibles desencadenantes.


Muchas veces tiene una causa genética. Si nuestros padres padecieron esta enfermedad, tenemos mayores probabilidades de padecerla si, por ejemplo, nos enfrentamos de pronto a un hecho complejo: una pérdida, una separación afectiva, un hecho traumático…


  • Los expertos nos explican que se suele desarrollar con la combinación de dos hechos: a veces, un accidente de tráfico y el tener predisposición genética activa la depresión.
  • Otras veces, son “muchos pocos haciendo un mucho”. Problemas familiares, insatisfacción personal, el estrés cotidiano y las dinámicas aprendidas para gestionar nuestro mundo emocional desencadena este estado.




Por último, en lo que se refiere al tratamiento, como siempre ocurre en el abordaje de esta enfermedad es multidimensional: fármacos, terapia psicológica, apoyo social… Aquel que el profesional especializado considere más adecuado teniendo en cuenta la sintomatología y las circunstancias de la persona.


La depresión atípica suele aparecer y desparecer en periodos de dos años. No obstante, es un subtipo de la depresión mayor y por lo tanto, estamos ante una realidad grave, donde el entorno familiar debe estar siempre cerca, vigilante, paciente y comprensivo para con la persona afectada.

Por Valeria Sabater
 
5 hábitos saludables para luchar contra la depresión


Superar la depresión es posible si cambiamos ciertos hábitos y tenemos fuerza de voluntad.

La depresión es uno de problemas de salud mental más comunes y silenciados en la actualidad. Según la OMS, afecta a más de 300 millones de personas y es la principal causa mundial de discapacidad.


Se trata de un trastorno del estado de ánimo caracterizado por la presencia de un conjunto de síntomas relacionados con la tristeza, los pensamientos negativos y la anhedonia o pérdida de la capacidad para experimentar placer. No obstante, es importante tener en cuenta que la gravedad, la duración y la intensidad de los síntomas varían de una persona a otra, es decir, cada individuo vive de un modo la depresión.




Este trastorno del estado de ánimo no acontece de un día para otro, sino lentamente. Es como si poco a poco la persona se perdiera en una especie de niebla espesa que abarca todo su alrededor. El problema es que casi el 50% de los trastornos depresivos no reciben tratamiento o por lo menos, no el más adecuado. De ahí que en ocasiones se hable de la depresión como una realidad psicológica silenciada.


Ahora bien, es importante tener en cuenta que no todas las situaciones en las que se experimente tristeza implican padecer una depresión, a pesar de la utilización popular de la expresión “estoy deprimido”. Un diagnóstico de depresión requiere de un profesional especializado, además de cumplir con una serie de criterios.


Aunque la depresión pueda concebirse como un enemigo complejo que golpea donde más duele, no significa que no pueda superarse. Lo fundamental es activar la fuerza de voluntad para poner en marcha diferentes estrategias, además de buscar ayuda. La depresión puede significar un largo proceso de cambio y transformación que requiere de un gran compromiso personal.


A continuación compartimos cinco hábitos saludables que te ayudarán a despejar esa niebla que te envuelve y que no te permite ver más allá. Se trata de aplicar a tu cotidianidad una serie de hábitos, enfoques y estrategias para facilitarte un enfoque psicológico adecuado para luchar contra la depresión. Profundicemos.




5 hábitos saludables para luchar contra la depresión

1. Expresa tus emociones

Acumular todo aquello que nos hiere, se vuelve en nuestra contra con el paso del tiempo. Caminar con el peso de situaciones estresantes, emociones reprimidas y experiencias negativas a la espalda nos afecta tanto a nivel físico como mental. Porque no es lo mismo avanzar con heridas abiertas que con aquellas que ya han sido sanadas y nos han proporcionado un aprendizaje.


Expresar cómo nos sentimos es clave para desahogarnos emocionalmente. Por ello, es importante que hablemos con personas de nuestro entorno, que les contemos cómo nos encontramos y qué necesitamos a pesar de no tener siempre ganas.






Estar cerca de personas que nos entiendan a nivel emocional, que comprendan nuestros momentos de silencio y que sepan acompañarnos puede ser una gran ayudar para luchar contra la depresión.




2. Gestiona el pensamiento rumiante y negativo

El pensamiento rumiante es uno de los pilares que asientan la depresión. Dar vuelvas y vueltas a aquello que nos preocupa no va a solucionarlo, todo lo contrario. Poco a poco iremos alimentando más el pesimismo en todas las áreas de nuestra vida hasta terminar contagiándonos de un estado emocional negativo. De ahí que aprender a gestionarlos sea clave para luchar contra la depresión. Para ello podemos tener en cuenta las siguientes claves:


  • Dedicar unos minutos al día a pensar en aquello que nos preocupa. De esta forma, limitaremos nuestras preocupaciones a ese momento e impediremos que inunden el resto del día.
  • Identificar los razonamientos y diálogos negativos. La forma que tenemos de hablarnos nos influye. No es lo mismo dirigirnos críticas y culpabilizarnos que motivarnos, valorarnos e impulsarnos a ser mejor. Por esta razón es muy importante identificar de qué manera nos dirigimos a nosotros y si esta es negativa transformarla en positiva.
  • Poner a prueba las preocupaciones. ¿Hasta que punto están justificados los pensamientos negativos que tenemos? ¿Qué pruebas tenemos de que eso que pensamos pueda ocurrir al 100%? Solo porque pensemos en algo no quiere decir que sea verdad o que se vaya a cumplir. Por lo tanto, busquemos evidencia a favor o en contra para cada una de nuestras ideas.






3. Practica meditación

La meditación es una práctica muy recomendada para gestionar todo el ruido mental que nos generamos, así como para conectar con nosotros mismos, para conocernos y crecer personalmente. Además también mejora la capacidad de concentración, memoria y aprendizaje.


Por otro lado, el psicólogo Daniel Goleman afirma que “la mayoría de las ocasiones la gente cree que meditar significa no pensar en nada, que la mente se vuelve completamente silenciosa. Pero no se trata de eso, se trata de reconocer cuándo la mente se pierde y vaga y de trabajar para traerla de vuelta a donde debe estar”. Como vemos, meditar nos ayuda a gestionar nuestros pensamientos y estados emocionales. De ahí que sea una de las actividades más recomendadas para luchar contra la depresión.


  • Planifica momentos del día para meditar. Busca un lugar cómodo y tranquilo, cierra los ojos y concéntrate en tu respiración durante unos minutos.




4. Crea vínculos afectivos sanos

Rodearnos de personas que nos quieren, que les preocupamos y que nos permiten crecer puede ser clave para luchar contra la depresión. El apoyo emocional puede ser un gran alivio para esos momentos en los que nos sentimos solos o desbordados.


Sentirse escuchado o simplemente acompañado pueden ser algunos de los ingredientes que necesitamos para salir adelante. Saber que hay alguien al que le importamos y con el que podemos contar puede ayudarnos a despejar esa negatividad que nos acompaña cuando estamos deprimidos.


5. Cambia la rutina

A menudo, la depresión nos sumerge en un estado de tristeza, apatía y pérdida de interés en el que nada nos apetece, nada nos llena ni nos motiva. De esta forma, dejamos de hacer todo aquello que en algún momento nos interesaba para pasar al universo de la inactividad.


Una de las claves para acabar con esta rutina es reaccionar: hacer planes, realizar actividades, buscar nuevos intereses o quedar con algún amigo. Lo importante es romper ese hábito de dejar pasar el tiempo sin hacer nada más, aunque en un principio no tengamos ganas.





Como vemos, las personas con depresión suelen adquirir costumbres que alimentan el bajo estado de ánimo y la apatía. De ahí que para superarla tengamos que hacer justamente lo contrario de lo que ella nos insta. Lo importante es ser capaces de romper ese ciclo para introducir nuevos hábitos que nos hagan sentir mejor.


Por último, no debemos olvidar la importancia de asistir a la consulta de un profesional, sobre todo cuando notemos que no podemos controlar nuestros pensamientos ni como nos sentimos. Con su ayuda, transitar el sendero de la depresión para superarla será mucho más sencillo, lo que no quiere decir que sea necesario poner de nuestra parte.

Por Lorena González
 
10 señales de que estás perdiendo tu verdadero yo






Se tú mismo; Los demás puestos están ocupados.” – Oscar Wilde





Cuando pensamos en ser nosotros mismos, el significado detrás de eso a menudo es muy difuso. ¿Qué significa realmente encarnar nuestra verdadera esencia? Y, lo que es más importante, ¿cómo podemos lograr esto? Aunque la gente cambia con el tiempo, e incluso de un día para otro, ser tu yo verdadero significa expresar lo más profundo de ti en cada momento. No importa lo que vayas a ser o lo que hayas sido en el pasado, tu verdadero ser quiere que brilles con tus colores más brillantes en todo momento.


Aunque averiguar tu naturaleza más auténtica puede parecer una tarea desalentadora y confusa, sólo sabrás si has estado mostrando a otros tu verdadero yo por cómo te sientes por dentro.


AQUÍ HAY 10 SEÑALES DE QUE PUEDES ESTAR PERDIENDO TU VERDADERO YO:

1. TE SIENTES INFELIZ LA MAYOR PARTE DEL TIEMPO.

Cuando no encarnamos nuestro verdadero yo, las emociones negativas pueden aparecer más a menudo de lo que nos gustaría. Sentirse infeliz la mayoría de las veces indica algo profundo que sucede dentro de ti, así que presta atención a tus emociones. Si no te sientes contento contigo mismo y la vida, entonces necesitas hacer algunos cambios. Convertirse en nuestro verdadero yo comienza con ser honestos con nuestras emociones y sentimientos, así que no dudes en mirar dentro de tu alma cuando sientas que necesitas un nuevo comienzo.


2. NO TE SIENTES CÓMODO CON LA MAYORÍA DE LA GENTE.

Otro indicador de no ser nuestro yo más verdadero reside en cómo interactuamos con los demás. Si nos sentimos incómodos o cancelamos los planes con la gente, esto podría indicar que tenemos que reevaluarnos a nosotros mismos y a las personas que mantenemos en nuestras vidas. Si la gente que te rodea no refleja tu ser más auténtico, esto podría significar que no te conoces a ti mismo en un nivel íntimo, o escoges ignorar a tu ser más elevado y prefieres seguir colgado de aquellos que no conectan contigo.


3. JUZGAS A LOS DEMÁS CON FRECUENCIA.

Juzgar a los demás a menudo significa que vemos algo en nosotros que no nos gusta, y por lo tanto vemos esto en todos los que nos encontramos. Si no te gustas a ti mismo, lo más probable es que no gustes a nadie. Al convertirnos en nuestro yo auténtico, podemos comenzar a quitarnos las capas de odio y juicio sobre nosotros mismos, y por lo tanto, eliminar la necesidad de juzgar a los demás con tanta dureza.





4. NO TE VALORAS.

Convertirse en tu ser más auténtico significa valorar tu verdadero ser. Si no te valoras a ti mismo, es probable que no hayas entrado en tu alma para revelar la verdad que hay dentro. Pasas el mayor tiempo contigo mismo, así que tienes que aprender a amar realmente a la persona que hay dentro para vivir la vida de una manera genuina. Cuando veas tu propia autoestima, empezarás a valorar a los demás mucho más.


5. BUSCAS LA ACEPTACIÓN DE LOS DEMÁS.

En la vida, no siempre podemos obtener la aprobación de los demás. Además, si te saltas ese paso y simplemente te buscas a tí mismo para la validación, no necesitarás la aceptación de los demás. Buscar a los demás para tu aprobación significa que no confías en tí mismo lo suficiente como para tomar decisiones por tí mismo. Cuando te conviertes en tu yo más auténtico, aprendes a confiar en tu intuición y no dejas que las opiniones de los demás te influyan.


6. SIENTES EMOCIONES NEGATIVAS CON BASTANTE FRECUENCIA.

Sentir emociones negativas más que positivas generalmente significa que no has permitido que tu verdadero yo surja. Cuando nos movemos a un lugar de amor, compasión y aceptación por nosotros mismos, eliminamos esas capas de pensamiento y programación negativas y podemos ver la belleza de una vida positiva. Aunque sientas emociones negativas cuando encarnas a tu verdadero yo, comenzarás a dominar tu mente más y verás la importancia de filtrar hacia fuera esas pesadas emociones.


7. NO TE EXPRESAS AUTÉNTICAMENTE.

En la vida, tenemos el privilegio de expresarnos como mejor nos parezca. Todos venimos a este mundo con diferentes gustos, aversiones, fortalezas y debilidades, por lo que cuando te conviertes en la forma más verdadera de ti, sabrás cómo expresarte de la forma más pura. Cuando no haces esto, literalmente ahogas la energía que fluye libremente en tu cuerpo y te sientes atrapado dentro de ti mismo.


8. ESTÁS CON GENTE QUE NO TE GUSTA.

Otro indicador de que no has encontrado tu ser auténtico es mantener amigos cerca que realmente no te gustan. Nuestros amigos deben elevarnos y dar sentido a nuestra vida. Si con frecuencia te relacionas con gente que no conecta contigo, necesitas mirarte en el espejo y preguntarte si realmente agregan valor a tu vida, y por qué decides mantenerlos cerca.





9. REALIZAS ACTIVIDADES QUE NO DISFRUTAS.

Cuando no actúas como tu verdadero yo, participas en actividades que realmente no te gustan. Cuando nos convertimos en quienes siempre estábamos destinados a ser, automáticamente nos sentimos atraídos por ciertas actividades y personas, y todo lo que no es verdad sólo parece que se desvanece.


10. NIEGAS TU INTUICIÓN.

Finalmente, cuando actúas de cualquier otra forma diferente a como eres, cuestionarás mucho tu corazón. Tardarás más tiempo en tomar decisiones, y a menudo ignorarás esa primera sensación que llega del interior. Nuestra intuición puede guiarnos a través de la vida para que podamos vivir de acuerdo a nuestra verdad, y negarla sólo nos hará retroceder más en nuestro camino.


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Por Power of Positivity
 
Si tus planes no gustan, vete solo: alguien te encontrará




Si tus planes no gustan, si tus sueños no encajan en moldes ajenos, hazlo: vete solo. Alguien te encontrará. Porque a veces, es necesario poner fin a una mala historia para permitir que un destino nuevo nos encuentre. Piensa que lo importante es avanzar siendo protagonistas de nuestro propio recorrido.

Decía Carl Gustav Jung que nuestra visión siempre será mucho más clara si en lugar de mirar al exterior atendemos nuestro corazón. Porque quien mira hacia fuera “sueña”, pero los que atienden su interior “despiertan”. Ahora bien, algo que también sabemos es que despertar, a veces, es doloroso: implica tener que desvincularnos de muchas cosas que tenemos ahora.


“Tenemos que hacer planes para ser libres y no solo para estar seguros, porque de hecho, solo la libertad nos puede dar seguridad”

-Karl Popper-

Se nos olvida, a menudo, que la vida, en realidad, es un viaje. Un trayecto dinámico en el que la permanencia es falsa, en el que el presente no deja de ser efímero. Una realidad que produce incertidumbre y frente a la que intentamos ganar seguridad muchas veces a cualquier precio.

Nos aferramos a veces a la permanencia de esos campos estériles. Tierra árida donde únicamente crece la mala hierba y a la que nos aferramos solo por sentirnos seguros, unidos a las raíces de algo o alguien que nos ofrece un sucedáneo de eso llamado amor, respeto o felicidad.

Nos da miedo “avanzar” en soledad cuando más lo necesitamos, tememos que nos abrace la melancolía, que nos reciba el fracaso y que las realidades encontradas no armonicen con las expectativas creadas. Ahora bien, debemos tenerlo algo claro: avanzar es también”des-abrazar” presentes que hacen daño. Es caminar por la senda del desapego llenando nuestra mochila con otros planes y otros vientos que tarde o temprano, despuntarán en el horizonte…


Los buenos planes implican cruzar la línea del miedo
Dice un viejo proverbio inglés que “quién nunca se ha equivocado es que nunca se ha atrevido a vivir”. Es algo que vemos muy a menudo. Hay quien elige encorsetarse en la inercia de las rutinas para no asumir riesgos. Porque lo malo conocido siempre será mejor que lo bueno por conocer.


Porque es más adecuado actuar como los demás lo esperan que sorprender siendo la oveja negra. Ajustarse a las expectativas ajenas y poner el piloto automático nos garantiza esa sensación de seguridad. Un sitio en primera fila en un a película en la que no se asumen riesgos, donde no hay que enfrentarse a consecuencias inesperadas.

Cruzar la zona de confort implica, efectivamente, pasar antes por la alambrada del miedo. Y no todos estamos preparados para ello, pero ¿por qué razón? Fiona Lee, doctora en psicología social de la Universidad de Michigan, concluyó a través de un interesante trabajo que las personas tememos, por encima de todo, fracasar.

Todos tenemos grandes e interesantes planes en mente que casi nunca ejecutamos. Tenemos miedo, nos incomodan los juicios ajenos y tememos por encima de todo, fracasar. Nos decimos aquello de que “nuestro tren ya ha pasado”, mientras dejamos la mirada perdida en el reflejo de una ventana. Lo hacemos preguntándonos qué hubiera sido de nosotros de haber dado ese paso. De haber ejecutado ese plan.


No es sencillo. De hecho, a través de los estudios de la doctora Lee se demuestran aspectos muy interesantes. Las empresas basadas en la innovación de productos, por ejemplo, tienen muy en cuenta que a las personas no nos agradan los cambios. No al menos los cambios bruscos. Un cambio es la ruptura de lo establecido, y por tanto, implica miedo, desconfianza y fracaso.

A nuestro cerebro tampoco le agradan los cambios. Su función es garantizar nuestra supervivencia, de ahí, que nos susurre aquello de “mejor no salgas de tu zona de confort“. Sin embargo, en ocasiones, hay que hacerlo. Debemos dar el paso y cruzar la línea del miedo.

Sueños vitales, planes y mares convulsos
Si tus planes no gustan a nadie, no los cambies. No dejes que mentes cuadradas te hagan caer en esos círculos viciosos basados en la infelicidad. Al final, y de algún modo, todos nos convertimos en Ulises perdidos en el mar de la vida ansiando encontrarnos con nosotros mismos. Soñando con alcanzar una Ítaca donde abrazar la calma, la felicidad y la consumación de nuestros planes.

“El ser humano es su propio proyecto y la vida un barco que debemos saber llevar a puerto por estos mares convulsos”

-Robert Balden-Powell-

Es momento de propiciar el cambio y dar forma a esos sueños. Te explicamos a continuación cómo lograrlo.


Claves para dar forma a nuestros planes
Estamos seguros de que a estas alturas de tu ciclo vital has postergado ya infinidad de planes. Tantos, que hasta recordarlos te hace daño. No obstante, recuerda: quien aplaza sus objetivos, deseos o sueños por miedo, no vive. Quien calza vidas ajenas se queda sin pies para caminar. Quien ofrece aire para que los demás respiren se olvida de que también él/ella debe respirar.

Cambia el enfoque, cruza la línea del miedo y el temor al fracaso.

  • Entiende que la vida es un viaje. Que avanzar por nuevos caminos es tu única oportunidad para transformarte, para conquistarte a ti mismo.
  • Comprende que todos somos huérfanos buscando nuestro espacio en este mundo. Si te anclas a planes que no son tuyos, serás, además, un eterno náufrago.
  • En este viaje vivirás decepciones, fracasos y traiciones. No obstante, como todo buen náufrago no debes dejar de mirar tu horizonte. En cada sufrimiento, avanzas. En cada pérdida, avanzas. Siempre que tengas un sueño en mente dispondrás del aliento para alcanzar tu objetivo.
  • Recuerda que tu mente es experta en crear autoengaños y falsas ilusiones. Te hará ser complaciente para encajar, te hará decir “sí” cuando deseas gritar un “no”.

Toma conciencia y haz de tu autoestima tu mejor arma. Escucha tu intuición, esa voz sabia, ese perfume de tus esencias que actúa como tu mejor brújula vital. Nunca es tarde para dar forma a tus sueños, a tus planes. Aunque a veces, no haya más remedio que emprenderlos en soledad.

Por Valeria Sabater
 
Fortaleza emocional: una vez descubierta, nada ni nadie puede detenerte


Aunque pensemos lo contrario y creamos que somos frágiles y débiles, nuestras fortalezas internas están ahí, son las que realmente nos definen y las que han conformado nuestra forma de ser


Las auténticas fortalezas no se miden con la resistencia de un músculo ni con nuestra capacidad por aguantar las inclemencias de la vida o los malos actos de aquellos que nos rodean.


De hecho, es todo lo contrario. La persona fuerte es aquella que, lejos de resistir, actúa, aquella que, en lugar de soportar, se atreve a cambiar, aquella que dice “NO” a cargar más penas, a tragar silencios, a esconder frustraciones.




Solo cuando uno toma plena consciencia de su capacidad para cambiar su realidad deja a un lado los miedos e inseguridades para salir de la deriva de su infelicidad, para luchar por su equilibrio, su paz interna, su bienestar psicológico.


Hoy en nuestro espacio queremos recordarte todas esas fortalezas internas que hay en ti y que debes ejercitar, que debes hacer tuyas al 100% para vivir en armonía con lo que deseas, lo que tienes y lo que haces.


El trayecto para lograrlo no es fácil, pero merece la pena.




Todas las fortalezas que hay en ti y que debes potenciar



Puede que, cuando te mires al espejo, no veas más que una apariencia algo frágil, alguien que viste ya más cansancio que energías, alguien que dejó atrás la alegría de antaño para calzarse ahora un mundo demasiado rutinario, demasiado desdibujado.


Abre los ojos y mírate de nuevo de otro modo.


Más allá de la piel, más allá de tu ceño fruncido, de tus días grises y de esa boca que ya no estalla con tantas carcajadas, se halla un maravilloso mundo interior que debes abonar, cuidar, atender.


Tu universo interior necesita cuidados para florecer de nuevo. Si estás bien por dentro, estarás bien por fuera, tu vitalidad retornará, así como tus ganas, tus ilusiones y esa belleza increíble de las criaturas que se sienten fuertes de nuevo.


Para lograrlo, reflexiona ahora sobre las siguientes dimensiones, esas que potenciar una por una.






La fortaleza de tu carácter

Las fortalezas de carácter definen nuestro modo particular de pensar, sentir, desear y de comportarnos.


  • Reflejan, a su vez, aquello que es mejor y demuestran tu identidad positiva.
  • Desde la psicología nos recuerdan que esas fuerzas de carácter son, sin duda, lo que nos confiere identidad, decisión y que todos hemos adquirido con el tiempo.

Serían las siguientes: la bondad, la honradez, la creatividad, el juicio, la humildad, la prudencia, el humor, la espiritualidad, la equidad, la esperanza, el respeto, el liderazgo…


Tus talentos





Eres bueno en más de una área, te distingues por ellas y, a la vez, te definen, te hacen único entre muchos.


  • Los talentos son innatos y tienen, por lo general, un componente biológico.
  • Hay personas que desde bien temprano sienten atracción por la música, el dibujo, el deporte, la naturaleza, las matemáticas…
  • Recuerda cuáles son tus talentos y poténcialos: ellos te hacen sobresalir frente a los demás.

Tus habilidades

  • A diferencia del talento, la habilidades son esos puntos fuertes que hemos desarrollado a través de la práctica, de la formación o mediante prácticas autodidácticas donde desarrollar ciertas competencias.
  • Algo que suele ocurrir muy a menudo es que a lo largo de una etapa de nuestra vida asumimos ciertas habilidades que, más tarde, por las razones que sean, dejamos de practicar.
  • Tal vez porque iniciamos nuevos proyectos, porque cambiamos de vida o porque aparecen otras cosas y otras personas… Es común aparcar esas áreas que antes nos daban tanta felicidad.

Puede que sea el momento de volver a ellas, de ponerlas en práctica para disfrutarlas o para vivir de esas habilidades a través de un trabajo, de un modo de vida. Reflexiona sobre el tema.





Tus valores



Los valores son nuestras creencias más duraderas, principios o ideales que nada ni nadie puede vulnerar.


Los valores, a su vez, residen en nuestros pensamientos y sentimientos, así como en el modo en que nos comportamos y nos relacionamos con los demás.


Si en algún momento nos alejamos, o nos alejan de ellos, dejaremos de ser nosotros mismos. Aparecerá el malestar, la pérdida da la autoestima y la infelicidad.


La resiliencia

La resiliencia es, con total seguridad, tu mejor fortaleza interior.


Es ella la que te ha ayudado a emerger de los momentos más difíciles para aprender de ellos, para convertirte a su vez en alguien diferente: en una persona más fuerte, valiente, digna…


Por tanto, no olvides nunca que esa llama, la de la resiliencia, sigue viva en ti en conjunción con las fortalezas antes señaladas: tus valores, habilidades, talentos y carácter.


Todas ellas conforman lo que eres, erigen a un ser excepcional que debe luchar a diario por su bienestar.





Todos somos mucho más fuertes de lo que pensamos. Solo que, a veces, lo olvidamos, nos dejamos llevar por la aspereza de la rutina y por el guión que nos marcan otros hasta que apenas recordamos que estamos hechos de un material especial, único e irrepetible.

Por Valeria Sabater
 
¿El tiempo lo cura todo?


Aunque tengamos la convicción de que el tiempo lo cura todo, lo cierto es que necesita de nuestra ayuda. Debemos poner de nuestra parte para sanar esa herida y volver a sonreír


¿Cuántas veces te han dicho que el tiempo lo cura todo? Siempre que pasemos por una ruptura de pareja o cualquier otra situación en una relación que, literalmente, nos rompa, esto provocará un periodo muy difícil que debemos superar.









Pero, ¿lo hacemos de la mejor manera? ¿Dejamos en manos del “destino” curarnos de todo ese dolor? El tiempo es necesario para curarnos, pero no lo cura todo si nosotros no nos esforzamos.


La responsabilidad para sanar es nuestra, no del tiempo.


El dolor necesita de su propio tiempo

Sería irracional pensar que podemos solucionar y sanar una herida en un tiempo determinado o de forma muy rápida. Esto no es así. Es más, no podemos predecir cuánto podrá durar ese periodo de “sanamiento”.




Ante todo esto, hay algo que no podemos hacer nunca, y es vivir en el pasado y dejar esa herida abierta para siempre. Esto nos hará continuar sufriendo, por eso lo primero es curar bien la herida y, después, darle tiempo para que cicatrice.


Habrá muchas personas a tu alrededor que te sugerirán que te distraigas, que hagas cosas nuevas, que salgas con tus amigos… Quizás esto sea muy positivo, pero no es recomendable que lo utilices como la solución a tu problema.


Esta distracción será un bálsamo momentáneo, pero tarde o temprano, el dolor volverá de nuevo.








Dale tiempo a tu dolor. Tal vez sea cosa de un mes, quizás de más meses, y en ocasiones tendrás que brindarle un año. Todo depende del origen de ese dolor. Pero no tengas prisa. Cuando todo vuelva a estar bien, cuando hayas sanado, lo sabrás y mirarás a esa cicatriz sin sentir nada ya.


No te cruces de brazos: toma el control

A pesar de que el tiempo es necesario, hay algo que nunca podremos hacer: cruzarnos de brazos. Hay muchas personas que dejan en manos del “destino” la solución a este problema, o dejan que el tiempo sea el que sane sus heridas.




Esto no funciona así. Tú debes tomar el control de tu vida y esforzarte para ayudar en este proceso de sanación. El tiempo, por sí solo, no tiene tanto poder para hacerse totalmente responsable de lo que te está sucediendo. Tú también debes poner de tu parte.




¿Cómo puedes tomar el control? ¿Qué debes hacer? Aquí te dejamos algunos consejos importantes para que vuelvas a tomar las riendas de tu vida.


Despréndete del pasado



El pasado está ahí para recordarnos aquellas experiencias que nos han hecho aprender, todo aquello que hemos vivido, pero que ya ha quedado atrás.


Ahora es el momento de dejar de vivir en ese pasado. Debes desprenderte de él y seguir adelante. Céntrate en tu presente, porque el ahora es lo que importa.


Busca ayuda

Somos fuertes, esto está claro, pero en muchas ocasiones debemos buscar ayuda. Apóyate en todas aquellas personas en las que confíes, que te puedan ayudar a avanzar, a ver la vida con una nueva perspectiva.


Que nunca te dé vergüenza pedir ayuda, porque hay mucha gente dispuesta a tenderte la mano.


Sé optimista

Debes abrir la mente y ver la vida con optimismo. Has pasado por un periodo muy difícil, pero esto no significa que sea el fin del mundo.


Todo lo superamos, tarde o temprano, así que pon en tu rostro una sonrisa y ¡sigue adelante! La vida es hermosa, ¡vívela!




Perdona y perdónate

Hay algo que nos cuesta mucho más que perdonar a los demás, y es perdonarnos a nosotros mismos. Aunque no lo creamos, es algo esencial e importante para superar cualquier dificultad. Algo que nos permitirá dejar el pasado atrás y seguir adelante.


No vivas con rencor, ya que este provocará que tu herida no cierre.




¿Has dejado alguna vez en manos del tiempo una responsabilidad que solo era tuya? El dolor es algo que debemos curar nosotros mismos. Bien es cierto que el tiempo ayuda, pero ayuda a cicatrizar, no a curar.


Sé valiente y toma el control. La vida es hermosa, aunque ahora no lo veas. Vive y sé feliz, porque te lo mereces.

Por Raquel Lemos
 
El valor de aceptar los errores cometidos


Aceptar que todos cometemos errores es un paso fundamental para aprender de ellos y crecer

Hablemos hoy de aceptar los errores. Hay quien no aprende de ellos y hay quien ni los ve y pasa toda su vida repitiéndolos, en un ciclo infinito de infelicidad inconsciente y problemas emocionales.






No reconocer un error es como negarse a asumir un aprendizaje, porque la vida es simplemente eso: un pequeño paseo en el cual vivir en paz, amar y aprender de los errores. Entender el valor de aceptarlos es fundamental para crecer y avanzar.


Tus errores, mis errores

Todas las personas solemos tener una habilidad realmente especial: somos capaces de ver los errores ajenos, pero no los propios. Seguro que te habrá ocurrido alguna vez. Esos momentos en que algún amigo o compañero de trabajo, o incluso tu pareja, te señala todo aquello que haces mal, pero sin reconocer nunca que también ellos cometen errores. Y si se lo haces ver es posible que no reaccionen demasiado bien.


Cómo lidiar con personas que no aceptan sus errores

Quien sólo se fija en el comportamiento ajeno sin observar el propio carece de habilidades emocionales, carece de empatía y de respeto hacia sí mismo y los demás.






Las personas que identifican sus propios errores y los aceptan actúan con humildad e integridad, valores que todos deberíamos aprender a desarrollar y trasmitir a los demás.


  • Si alguien cercano tiene por costumbre señalarte los errores, no caigas tú también en la trampa de señalarle los suyos por venganza. Al hacerlo entramos en un círculo vicioso sin sentido. Lo mejor es argumentar y defenderte. “Puede que lo que haya hecho sea para ti un error, pero para mí no lo es por estas razones”. “Sí, es verdad, me he equivocado. Lo reconozco y lo asumo, a partir de ahora lo haré mejor. ¿Eres tú capaz de hacer lo mismo?”.
  • Si te ves obligada a señalar un error a otra persona, indícaselo de forma que pueda aprender, que pueda reconocer el fallo y entender qué hacer para mejorar. Esto es especialmente importante en la educación de los niños: señalar un error no debe ser un castigo, sino una oportunidad para aprender.



Reconocer el error para aprender y avanzar



Todos cometemos errores, es parte de la vida. No haberlos cometidos significa no haberse aventurado nunca fuera de la zona de confort. Arriesgarse, lanzarse a esa aventura, a ese proyecto, o incluso a esa relación con la incertidumbre de si saldrá bien implica estar abiertos a equivocarnos y aceptar los errores.


¿Es malo cometer errores? En absoluto. No por ello somos personas imperfectas, sino al contrario: somos seres en proceso de aprendizaje, de mejora. Todos tenemos la obligación y el derecho de cometer errores, aprender de ellos y crecer.


¿Por qué nos cuesta tanto aceptar los errores?

Pero sabemos que no siempre es fácil aceptar los errores. ¿Te has parado alguna vez a pensar por qué nos cuesta tanto reconocerlos?


  • A menudo los errores nos ponen en evidencia, y no sólo ante nosotros mismos. Sentimos que decepcionamos a los demás. Pero nunca te fijes en otros. Los demás no viven tu vida. Tú eres la protagonista de tu historia y eres tú quien va a tener que asumir ese fallo. Y deberás hacerlo para poder avanzar y mejorar.

  • A veces los errores nos hacen creer que no somos capaces, o que no somos lo bastante hábiles, o inteligentes, o intuitivos. Si piensas esto estarás de nuevo equivocada. Nadie viene a este mundo sabiendo exactamente cómo tener una vida perfecta. En absoluto. No hay niño que pueda aprender a caminar sin antes haberse caído, nadie ha aprendido a nadar sin antes haber tragado un poco de agua… Así que, ¿por qué ser tan exigente contigo misma? Eso afecta a tu autoestima y te impide avanzar.

Aprender es un proceso que dura toda la vida, y para aprender hay que aceptar los errores. Asúmelos y aprende a superarlos. Verás como, día a día, conduces con más seguridad el timón de tu vida.

Por Valeria Sabater
 

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