Autoestima y otros temas de psicología

La personalidad tipo C
Por Ana Muñoz
Actualizado 29 de julio de 2017

La personalidad tipo C describe a aquellas personas que tienden a negar sus sentimientos y reprimir sus emociones. Esto, a su vez, las predispone a ser más susceptibles a determinadas enfermedades.

Fue en 1980 cuando los investigadores describieron la existencia de un patrón de personalidad que llamaron tipo C. Las personas con este tipo de personalidad eran más proclives a padecer enfermedades autoinmunes.

Pero no es este el único patrón de personalidad que se ha asociado a ciertas enfermedades, pues la personalidad tipo A se ha relacionado con las enfermedades del corazón. Se trata de un patrón de comportamiento caracterizado por agresividad, competitividad, hostilidad, problemas para controlar sus emociones y egoísmo, siendo por tanto el extremo opuesto a la personalidad tipo C. La mayoría de las personas suelen situarse en un término medio entre estos dos extremos y se les suele llamar tipo B.

Cómo es la personalidad tipo C

Se trata de una persona poco asertiva, que se somete a los deseos de los demás y rara vez tiene en cuenta sus propios deseos, necesidades o preferencias. Tiende a ocultar sus emociones negativas y trata de mantener una apariencia calmada y positiva ante los demás, aunque en su interior puede sentir desesperanza y tristeza.


Son personas incapaces de expresar la ira. Pueden sentirla, pero la suprimen de inmediato, la ignoran o la reprimen.

Tampoco expresan o experimentan el resto de emociones negativas, como miedo, ansiedad o tristeza, sino que tienden a reprimirlas o suprimirlas.

Son también personas pacientes, amables, cooperadoras, extremadamente preocupadas por complacer a los demás y ser aceptadas por ellos, no suelen quejarse y tienden a sacrificarse por otros de una manera excesiva.

Ante el estrés responden con tristeza y sensación de desesperanza e impotencia, por lo que tienen predisposición a la depresión.

Tienen tendencia a la autocrítica y a culparse a sí mismos, de manera que pueden también llegar a culparse de sus enfermedades. Por tanto, si tienes un patrón de conducta tipo C y has desarrollado alguna enfermedad autoinmune es importante que no te culpes y busques ayuda psicológica de inmediato, pues te servirá tanto para superar la enfermedad como para cambiar ese patrón de conducta que te perjudica.

Las personas tipo C suelen haber tenido infancias difíciles y dolorosas, con humillaciones y necesidades insatisfechas, que han aprendido a reaccionar con este patrón de comportamiento tipo C como la única salida que han encontrado para afrontar su situación. No obstante, en la edad adulta ese patrón de comportamiento ya no es necesario, sino que puede ser dañino y es preciso cambiarlo.


Personalidad tipo C y enfermedad

Este tipo de personas son más susceptibles a ciertas enfermedades autoinmunes como lupus, artritis reumatoide, esclerosis múltiple, esclerosis lateral amiotrófica o asma. Las enfermedades autoinmunes son enfermedades en las que el sistema inmunitario reacciona contra los propios tejidos, atacándolos y dañándolos.

Las relaciones entre el cuerpo y la mente pueden tener un profundo impacto en nuestra salud y es precisamente una rama de la ciencia llamada psiconeuroinmunología la encargada de estudiar estos fenómenos, de manera que los científicos están descubriendo cómo el modo en que pensamos y sentimos puede alterar nuestro sistema inmunitario.

Existe una relación entre la represión de las emociones y la depresión del sistema inmunitario, que es el que nos defiende del cáncer, destruyendo las células cancerígenas cuando aparecen. Cuando una persona suprime e ignora durante mucho tiempo sus sentimientos, el sistema inmunitario se ve afectado.

Nuestras emociones ejercen un papel fundamental en nuestra supervivencia, porque nos avisan de que algo marcha mal, nos dicen cuándo debemos cambiar algo porque nos hace sufrir, nos empujan a luchar por nuestros derechos cuando nos tratan injustamente, a sacar de nuestras vidas a las personas que nos maltratan, a huir, luchar, cambiar.

Por otra parte, nuestras emociones positivas nos señalan también aquello que es bueno para nosotros, nos empujan a perseguir sueños, a buscar nuestro bienestar, a estar con personas que nos hacen sentir bien o a buscar experiencias que nos hacen felices.

Si tienes un patrón de conducta tipo C necesitas aprender a:

Ser conscientes de tus necesidades
Cambiar tu punto de vista acerca de tus emociones
Aprender a sentir y expresar tus emociones
Aprender a cuidar de ti y a preocuparte por tus necesidades y satisfacerlas
Conseguir apoyo social y pedir ayuda cuando la necesites (y darte cuenta de que la necesitas)
Hacer valer tus derechos y defenderte (asertividad)
Combatir los sentimientos de desesperación y depresión

Aprender todo esto mediante la ayuda de un psicólogo capacitado, de manera que es muy importante que empieces a preocuparte por ti desde este mismo instante.

 
¿Qué es la madurez emocional?

Por Ana Muñoz
Actualizado 02 de noviembre de 2016

A veces, observamos el comportamiento y reacciones de alguien y llegamos a la conclusión de que es una persona inmadura o parece no querer ser un adulto, pero ¿en qué consiste la madurez emocional? ¿Cómo es ser realmente un adulto? Estas son las principales características de las personas que han alcanzado una adecuada madurez emocional:

1. La persona emocionalmente madura tiene una identidad desarrollada, sabe quién es y trata de ser fiel a sí misma y sus valores y vivir y comportarse de acuerdo con ello y no según las modas o lo que dicte el grupo al que pertenece.

2. Sabe distinguir entre razón y emoción y, aunque puede optar por dejarse llevar por uno u otro aspecto, según lo prefiera, es capaz de elegir en vez de verse dominado por las emociones o tratar de controlarlas recurriendo exclusivamente a la razón. Es decir, presenta un equilibrio adecuado entre razón y emoción.

3. Tiene metas y objetivos realistas que alcanzar y planifica y lleva a cabo las acciones necesarias para lograr dichas metas, sin quedarse solo en palabras o fantasías. Sus metas le ayudan a dotar de sentido a su vida, alcanzar logros y mejorar su situación. Por el contrario, las personas sin metas viven vidas mucho más vacías y con menos sentido.

4. No son personas pasivas y dependientes, sino independientes y asertivas, capaces de reconocer sus propios derechos y luchar asertivamente por ellos. Hacen lo posible por reconocer sus defectos y errores y buscan soluciones a sus problemas en vez de culpar a los demás o quejarse.

Piden ayuda cuando realmente la necesitan, y la aceptan de buena gana, pero no piden ayuda innecesariamente. No se sienten a merced de los demás, sino dueños de sus propias vidas.

5. Establecen relaciones de igual a igual, mientras que las personas más inmaduras a menudo establecen el rol de padre/madre o hijo en sus relaciones con los demás.

Las personas emocionalmente maduras se relacionan con los demás desde su propia independencia e individualidad. Son personas autosuficientes, que pueden estar solas y valerse por sí mismas, pero que pueden elegir compartir su vida con alguien. En sus relaciones dan y reciben por igual, son capaces tanto de dar como de recibir amor, ayuda, consuelo, apoyo, etc.

6. No se ofenden con facilidad ni les afectan especialmente las críticas o comentarios negativos de los demás, porque tienen una buena autoestima, saben reconocer sus fallos y aceptarlos, saben tomarse a sí mismos con sentido del humor cuando hace falta, saben que no son perfectos y, en general, tienen una buena opinión de sí mismos que no se ve resquebrajada con facilidad por comentarios negativos.

7. Tienen una mente abierta, son tolerantes, están dispuestos a tener en cuenta nuevas ideas, a cambiar su modo de hacer las cosas si ven que hay otro mejor, tienen en cuenta los puntos de vista de los demás, aceptan las críticas constructivas y aprenden de ellas. Están dispuestos a hacer cambios si lo consideran adecuado y son capaces de abandonar determinadas conductas que son perjudiciales.

8. Buscan el crecimiento y desarrollo personal, son conscientes de sus aspectos positivos y negativos y tratan de ser mejores personas, aprender y conocerse mejor a sí mismos.

En cambio, la persona emocionalmente inmadura sigue viviendo su vida como si fuera un niño. Eso hace que se sienta dependiente, a merced de los demás, sin poder personal, viendo el mundo como un lugar amenazante y a sí mismo sin capacidad suficiente para afrontarlo. El mundo le parece controlador y peligroso y acaba siendo una persona tremendamente desgraciada. Tiene miedo a la soledad, a tener sus propias opiniones y defender sus ideas y no reconoce su propio valor como persona porque se siente débil.

El camino hacia la madurez

El camino hacia la madurez emocional implica, inevitablemente, separación y soledad. Saber estar solo sin sentirse solo es uno de los principales pasos hacia la madurez. Si piensas que no eres lo bastante maduro emocionalmente y quieres hacer algo para remediarlo, aquí tienes algunas pistas:

Reconoce tus reacciones y comportamientos inmaduros. Las reacciones emocionales exageradas, por muy justificadas que te parezcan en ese momento, son un indicio de que algo anda mal. Si, por ejemplo, te enfadas en exceso porque alguien no ha hecho por ti lo que esperabas que hiciera y te sientes abandonado, entonces es muy probable que estés operando en un modo infantil, esperando que alguien solucione tus problemas por ti, te cuide o te proteja. Si necesitas ayuda pídela de una manera abierta y amable, pero hazte responsable de la solución de tus propios problemas y de tu vida en general.

Conforme vayas ejerciendo autosuficiencia e independencia, resolviendo tus problemas por tu cuenta, buscando tus propias soluciones, etc., verás que tu autoestima aumenta, así como tu sensación de autoeficacia y de capacidad, y tendrás menos miedo de la vida y del mundo. Conforme más capaz te veas de afrontar el mundo por ti mismo, menos miedo le tendrás y más feliz podrás ser. Como ves, es cuestión de practicar.
 
Sentir las emociones y saber sacarles partido es mucho mejor que vivir en un estado de felicidad permanente

Cuando buscamos realizarnos y ser la mejor versión posible de las personas que nos ha tocado ser, entonces la felicidad aparecerá de vez en cuando. Sí, efectivamente sólo aparecerá de vez en cuando, porque lo más normal es que también de vez en cuando sintamos otras cosas, miedo, rabia, tristeza,… No debemos olvidar que las emociones son herramientas, sirven para afrontar mejor las situaciones complejas o inesperadas. Sentir esas otras emociones y saber sacarles partido es mucho mejor que vivir en un estado de felicidad permanente.

Cuando asumimos esto estamos quitándonos una importante limitación, ahora podemos hacer lo que queramos y cuando queramos aunque no nos sintamos bien de manera inmediata. Cuando llevamos a nuestros hijos al dentista sabemos que, ni ellos, ni nosotros, ni probablemente el dentista, seremos felices en las horas próximas a la cita. Sin embargo, sabemos que lo importante es resolver eso que no iba bien, aunque cueste, aunque nos dé una pena enorme pasar por ese momento. La felicidad aparecerá de vez en cuando, pero la satisfacción y la sensación calmada de realización y de control sobe nuestras vidas será más intensa y constante, y esta si que depende de nosotros, solo de cada uno de nosotros, de lo que hacemos y de lo que pensamos.

Daniel Peña Molino
 
Autoconcepto: ¿qué es y cómo se forma?

Definimos la idea de "autoconcepto" y explicamos cómo construimos esta imagen de nosotros mismos.

En psicología se trabaja con ideas y conceptos que, muchas veces, pueden causar confusión.

El autoconcepto, por ejemplo, es uno de los constructos teóricos que más se utilizan, pero eso no significa que todo el mundo entienda de qué hablamos cuando utilizamos este término.

Su significado no es tan intuitivo como el de la palabra autoestima y, a su vez, no siempre es fácil comprender de qué se trata si ignoramos algunas asunciones desde las que trabaja la psicología actual.

Autoconcepto: una definición rápida
El autoconcepto es la imagen que hemos creado sobre nosotros mismos. No una imagen solamente visual, desde luego; se trata más bien del conjunto de ideas que creemos que nos definen, a nivel consciente e inconsciente. Esto incluye una cantidad prácticamente infinita de conceptos que podrían estar incluidos en esta "imagen" sobre nosotros mismos, ya que cada idea puede albergar en su interior muchas otras, creando sistemas de categorías que están unos dentro de otros.

Así pues, podría ser un componente de nuestro autoconcepto nuestra idea de lo que es la timidez, pero también una idea aproximada sobre nuestra inteligencia. Hay multitud de elementos que pueden ser parte constitutiva de esta imagen de uno mismo, y el autoconcepto sirve para englobarlas bajo una etiqueta.

En definitiva, el autoconcepto es el conjunto de características (estéticas, físicas, afectivas, etc.) que sirven para definir la imagen del "yo".


Algunas claves para entender qué es el autoconcepto

Estas son algunas explicaciones para matizar el significado del término autoconcepto; algunas de sus características principales.

1. Es relativamente estable
Tiene sentido hablar de la existencia del autoconcepto justamente porque es posible encontrar unas pautas y unas características definitorias de cada persona que tienden a estar siempre ahí. Si el autoconcepto variara totalmente a cada segundo, este no existiría.

Es por eso que muchos psicólogos dedican parte de sus esfuerzos a descubrir aquello que define el autoconcepto de las personas. Esto puede servir para tratar problemas en la psicología clínica, pero también, por ejemplo, para establecer perfiles poblacionales o de consumidores.

2. El autoconcepto puede cambiar
Aunque tienda a mantenerse relativamente igual en el tiempo, el autoconcepto no es ni mucho menos algo estático. Está variando constantemente, al igual que varían constantemente nuestras experiencias y el curso de nuestros pensamientos. Sin embargo, que el autoconcepto no se mantenga siempre igual no significa que en él quepa cualquier idea sobre nosotros mismos.

Está claro que algo que considerábamos totalmente ajeno a nuestra manera de ser o de comportarnos puede, pasado un tiempo, entrar a formar parte del conjunto de cosas que consideramos que nos definen. Sin embargo, esto no cambia el hecho de que, en un primer momento esa idea o cualidad no formaba parte de nuestro autoconcepto, y que sólo con el transcurso de los días ha podido quedar englobado en este.

Encontramos numerosos ejemplos de esta variabilidad del autoconcepto en los adolescentes. La adolescencia es una etapa en las que cambian de manera abrupta las maneras de entender la realidad, de sentir y de relacionarnos con los demás. Y estas "sacudidas" ocurren, por supuesto, también en la manera en la que estos jóvenes se ven a sí mismos. Es muy normal comprobar cómo los adolescentes reniegan totalmente de una estética y un sistema de valores que, poco después, quedarán integrados en su autoconcepto.

3. El autoconcepto tiene límites difusos
El autoconcepto es un constructo teórico con el que trabajan los psicólogos, no algo que pueda ser aislado en un laboratorio. Esto significa que, allí donde queda plasmado el autoconcepto, también hay otros elementos: un tinte emocional y valorativo de uno mismo, las influencias de ideas asociadas entre sí, la influencia de la cultura en la manera de concebirse a uno mismo, etc.

4. La distancia entre las ideas es relativa
Esto es algo que se deriva del punto anterior. Normalmente, las personas no entendemos que todas aquellas ideas que quedan englobadas dentro de nuestro autoconcepto nos definen por igual, del mismo modo en el que hay ciertos elementos que quedan en el límite entre lo que nos define y lo que no. Es por eso que todo aquello sobre lo que hablamos cuando hablamos de autoconcepto es relativo. Siempre valoramos en qué medida estamos definidos por algo comparándolo con otro elemento.

Por ejemplo, podemos no ser unos grandes fans de una marca de ropa deportiva, pero cuando pensamos en otro tipo de vestimentas que percibimos totalmente ajenas a nosotros (por poner un caso, un traje folclórico de unas islas remotas), consideramos que esa marca está bastante cerca del conjunto de ideas que pueblan nuestro autoconcepto.

5. Hay una diferencia entre autoconcepto y autoestima
Aunque ambas ideas se parezcan, el autoconcepto no es lo mismo que la autoestima. El primero sirve sólo para describirnos a nosotros mismos, mientras que la autoestima es el concepto que hace referencia a nuestra manera de valorarnos. Es decir, que el autoconcepto sirve para referirnos a la vertiente cognitiva de nuestra manera de vernos, mientras que la autoestima tiene su razón de ser en el componente emocional y valorativo desde el que nos juzgamos. Ambos constructos teóricos, sin embargo, hacen referencia a algo subjetivo y privado.

Muchas veces, además, se utiliza el término "autoconcepto" ya dando por sentado que en él quedan incluidos tanto el autoconcepto como la autoestima. Sin embargo, para salir de dudas, es recomendable utilizar por separado estos términos.

6. Está relacionado con la autoconsciencia
Existe un autoconcepto porque somos conscientes de que existimos como entidad diferenciada del resto. Es por eso que, en el momento en el que empezamos a percibir la presencia de cosas que nos son ajenas, ya está naciendo una forma de autoconcepto, por muy rudimentario que sea.

Arturo Torres
 
Pensamientos que nos sabotean: así actúan en nuestra la mente

A veces el peor enemigo del desarrollo personal es uno mismo, por culpa de las trampas mentales.

¿Quién no ha tenido alguna vez en su vida algún pensamiento del tipo “no voy a ser capaz de aprobar ese examen”, “nunca voy a conseguir un buen trabajo”, “no valgo para nada”, “seguro que caigo mal a mi compañero de mesa” o “no voy a encontrar una pareja nunca”? Este tipo de pensamientos son conocidos, en psicología, bajo el nombre de creencias irracionales.

Estos pensamientos pueden aparecer en ocasiones de forma aislada, pero se convierten en un problema cuando son reiterados y tan constantes que limitan y bloquean a la persona en determinadas facetas y actividades de la vida diaria. Como por ejemplo: en el ámbito laboral, a la hora de establecer relaciones sociales, hablando en público o incluso ante el cuidado de los hijos.

Así, lo peor de estas creencias no es solo el hecho en sí de que son irracionales, sino que actúan bloqueándonos, como pensamientos que nos sabotean y limitan.

Los pensamientos limitantes
Desde que llegamos al mundo, a través de la educación reciba y de las relaciones establecidas, desarrollamos una forma de pensar y creamos unos esquemas de pensamiento en relación a las experiencias y situaciones vividas. A través de estos esquemas nosotros vamos a interpretar la información reciba de cada situación que vivamos, siendo para nosotros una interpretación objetiva y basada en la realidad. Sin embargo,el simple hecho de diponer de unos esquemas de pensamiento determinados y no otros hace que siempre experimentemos lo que nos ocurre de forma subjetiva.

Eso no significa que nuestra forma de pensar esté totalmente "despegada" de la realidad, por supuesto. Algunas de nuestras creencias, a pesar de no corresponderse perfectamente con la realidad, son lo suficientemente realistas como para funcionarnos. Sin embargo, otras son en gran parte irracionales.

Estas creencias irracionales son malinterpretaciones de lo que ocurre a nuestro alrededor. Son pensamientos negativos y automáticos, que quedan fuera de nuestro control, es como si nuestra mente nos estuviese boicoteando. Son estos pensamientos los que nos pueden llevar a desarrollar estados de ánimo disfuncionales y generar un gran malestar, sin ser conscientes de ello, ya que para nosotros nuestros pensamientos son la realidad.

El magnetismo de los pensamientos que sabotean
Curiosamente, aunque los pensamientos limitantes se basen en creencias irracionales, eso no hace que terminemos por rechazarlos al ver que no se ajustan a la realidad. Esto es así porque, al creer en ellos, se vuelven, en parte, en una realidad.

De hecho, el malestar que generan estas creencias, así como la tendencia a atribuir el éxito a la suerte y los fracasos a nuestros atributos, hacen que pase lo que pase sigamos creyendo en estas ideas irracionales, lo cual a su vez hace que tengamos más probabilidades de fracasar o de no llegar a intentar llegar a nuestros objetivos a causa del miedo y la ansiedad.

Un ejemplo
A partir de un estímulo específico se activará un pensamiento, y a partir de este se generará una cadena de eventos. El pensamiento es generador de una emoción y la emoción dará lugar a una conducta.

Por ejemplo, pensemos en una persona que va en metro cuando de repente el metro se queda parado en el túnel por una avería y los pasajeros pasan más de treinta minutos encerrados en el vagón. Una vez pasado este episodio, esta persona al día siguiente subirá al metro, de nuevo, para dirigirse a su trabajo.

Una vez dentro del vagón comienzan a disparársele pensamientos negativos y automáticos constantes del tipo “seguro que el metro hoy se vuelve a quedar parado”, “como vuelva a pararse a mi me da algo”, “yo no aguanto aquí metido y encima con tanta gente”.

Estos pensamientos comienzan a generar un gran malestar en él, comienza a sentir que la falta el aire, que no puede respirar, el corazón se le acelera, síntomas los cuáles le hacen preocuparse más y que estos “pensamientos autoboicoteadores” aumenten por momentos convirtiéndose en un círculo que es imparable para la persona.

El hombre decide que la mejor idea será bajarse del vagón en la siguiente parada aunque no sea la suya, una vez fuera se encuentra mucho mejor y los pensamientos disminuyen. Esto es una conducta de evitación, viéndose en este ejemplo hasta qué punto estos pensamientos pueden ser limitantes.

La indefensión aprendida
Si nos acostumbramos a alimentar este tipo de creencias irracionales, caemos en la trampa; los pensamientos limitantes acaban dominándonos, es decir, perdemos el control sobre ellos y se convierten en una auténtica bomba de relojería para nosotros. Nos dejamos llevar totalmente por ellos. ¿Por qué? Porque para nosotros es nuestra realidad, es lo que hemos aprendido a interpretar a partir de una situación determinada.

Y es que nuestro cerebro siempre va más allá hasta convertir dicha situación en algo catastrófico y sin solución. Cuando estamos en este punto podemos actuar de una manera pasiva, es decir, vemos que no hay nada que hacer. Esto en psicología se conoce como indefensión aprendida; la persona se inhibe ante determinadas situaciones debido a la sensación que tiene de no poder hacer nada y no responde a pesar de que hay oportunidades para cambiar la situación la cual evita.

Esto puede pasar por ejemplo ante un tipo de error cognitivo conocido como adivinación del pensamiento, por ejemplo, alguien habrá pensado más de una vez “para que voy a estudiar si siempre suspendo esta asignatura”. Hay una posibilidad real de que la persona pueda hacer algo ante esta situación, quizás necesita estudiar o esforzarse más que con otras asignaturas, pero su pensamiento es que jamás conseguirá aprobarlo.

Esta idea habrá aparecido a partir de experiencias previas donde ha podido suspender varias veces, apareciendo probablemente la distorsión cognitiva de tipo catastrofista “nunca voy aprobar esta asignatura, iré a septiembre, pero en septiembre tampoco aprobaré y finalmente nunca podré sacarme la carrera”. Esta posición pasiva que adoptamos ante la situación puede llevarnos a una tristeza profunda e incluso a desarrollar sentimientos depresivos, para que veáis la fuerza que puede tener nuestros pensamientos sobre nosotros mismos.

¿Qué hacer? Posibles soluciones
Es importante que poco a poco aprendas a identificar tus propias distorsiones cognitivas y las emociones que se disparan con estos pensamientos. Si las detectas tendrás una mayor capacidad para controlarlos e impedir que te limiten y dominen en distintas áreas de nuestra vida.

Escribir sobre estos pensamientos y sentimientos también es algo muy beneficioso. Nos ayuda a exteriorizar y poner fuera de nosotros nuestro malestar, nos permite darle una forma y un sentido y por un momento podemos cortar ese círculo que se retroalimenta una y otra vez.

Si este tipo de pensamientos te asaltan constantemente es porque algo no está bien dentro de ti: quizás tengas una autoestima dañada o llevas un tiempo pasando por una situación difícil a la cual no sabes hacer frente. Haz caso a las señales y alarmas que tu mente y cuerpo ponen en funcionamiento y quizás te estén avisando de que es el momento de pedir ayuda. Nosotras podemos ayudarte.

Lidia García Asensi
 
Síndrome de Otelo: cómo es la enfermedad de los celos extremos

Este martes un diario británico publicó que la mujer más celosa de Reino Unido se casó con su novio al que solía someter a un detector de mentiras cuando llegaba a casa. Y es que la mujer sufría del síndrome de Otelo, un trastorno provocado por celos desmesurados.

Toma el nombre de la conocida obra de Shakespeare, Otelo, que mata a Desdémona poseído por unos celos enfermizos.

El síndrome de Otelo es un delirio por el cual la persona que lo sufre está firmemente convencida de que su pareja le es infiel.

"La persona está obsesionada con la idea de la infidelidad y muestra una serie de conductas que se manifiestan tratando de buscar pruebas que lo demuestren, por ejemplo, entrando en el ordenador o mirando el teléfono móvil de su pareja. También puede mostrarse violenta o humillar al otro", dice a BBC Mundo Walter Ghedin, psiquiatra y sexólogo.

En casos extremos la persona que padece del trastorno puede llegar a matar al objeto de sus celos.

"Cuando se llega al extremo del homicidio es que existe otro tipo de personalidad patológica de base como la paranoia o un delirio celotípico. Cuando hay un delirio es una idea irreversible con una serie de respuestas a esas ideas que son realmente graves", dijo el experto argentino.

"Muchas veces los celos son alimentados por la influencia", señala Ghedin, "en la obra de Shakespeare Otelo fue influenciado por Yago que le metía ideas de la infidelidad de su esposa. Los sujetos celotípicos pueden ser son influenciables por las opiniones de otras personas o medios de comunicación".

La manera de tratar el síndrome de Otelo es buscar las causas que lo provocan. La psicoterapia es fundamental y en los casos extremos se recomienda medicación.

"Hay pacientes en los que la idea de infidelidad es tan preponderante, tan recurrente en su pensamiento que altera las relaciones con otras personas. En estos casos, una medicación atenúa la intensidad de la idea", explicó Ghedin.

Distintos tipos de celos

Pero los celos no son necesariamente patológicos.

Según Ghedin, forman parte del capital de emociones que toda persona tiene. Se consideran síntomas de un trastorno psiquiátrico solo cuando dominan al sujeto e interfieren notoriamente en su vida de relación y en el resto de sus ocupaciones.

Podemos clasificar a los celos como:

  • Reacción emocional normal: es transitoria, no condiciona la vida de la persona ni de los demás.
  • Reacción emocional desmedida: afecta sobre todo las relaciones amorosas. Es más frecuente en mujeres con diferentes grados de dependencia. Pueden o no haber existido situaciones previas de infidelidad (ya sea personales, familiares o de amistades cercanas). Son controladoras y pretenden que el otro les despeje infinidad de dudas que nunca llegan a ser aclaradas.
  • Celos como rasgo distintivo de la personalidad: son personalidades desconfiadas, suspicaces, que condicionan la vida del sujeto y del entorno. Afectan todas las áreas: relaciones familiares, amorosas y trabajo, entre otras. Son fríos, calculadores, encuentran amenazas donde no existen y están convencidos que lo que piensan es una "verdad" indiscutible. Se denomina Trastorno Paranoide de la Personalidad.
  • Síndrome de Otelo: es un trastorno delirante con ideas de celos, también denominado celotipia. Son ideas que atrapan el pensamiento y convencen al sujeto de que el otro le es infiel. El delirante celotípico construye su delirio con datos irracionales y pierde el tiempo tratando de hallar comprobaciones para confirmar sus sospechas. Los delirios de celos pueden formar parte del trastorno delirante crónico o paranoia, pero también lo observamos en los comienzos de cuadros demenciales por deterioro involutivo de la corteza cerebral y en el alcoholismo crónico.

Afecta más a los hombres

La persona está obsesionada con la idea de la infidelidad y muestra una serie de conductas que se manifiestan tratando de buscar pruebas que lo demuestren, por ejemplo entrando en el ordenador o mirando el teléfono móvil de su pareja
Walter Ghedin, psiquiatra y sexólogo

El síndrome de Otelo afecta a mujeres y a hombres pero más a estos últimos. Según el experto argentino, la razón fundamental tiene bases psicológicas y culturales.

El apego real y simbólico a la figura de la madre actuaría inconscientemente generando sentimientos ambivalentes de amor-odio hacia las demás mujeres.

La cultura también impone sus reglas: en estos sujetos la idea de poder, dominación y fuerza sobre la figura femenina es imperante.

Ellos quieren mujeres que se sometan a sus reglas y cualquier conducta de autonomía de parte de ellas es vivida como sospechosa.

En opinión de Ghedin, ya sea el hombre o la mujer quien sufra el trastorno, lo importante es buscar ayuda antes de que el síndrome arraigue y se deterioren las relaciones entre la pareja.

http://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/11/141111_salud_sindrome_otelo_il
 
Celos: ¿enfermedad o amor desbordante?

La definición de celos es cuando un individuo siente inseguridad, miedo a perder al ser amado o a una posesión, envidia, entre otras muchas acepciones. Sin embargo, ¿sabes distinguir cuando son celos “normales” y cuando son “enfermizos”?, me atrevo a decir que todos hemos pasado por un capítulo en el escabroso libro de los celos, ya sea como protagonistas o víctimas.


Diversos estudios aseguran que quien es celoso tiene una personalidad con baja autoestima, necesita la constante aprobación de otros, se siente inferior a los demás; todo esto ocasionado porque dicha persona sufrió una gran pérdida en su infancia.

Sea cierto o no, el ser considerado como un objeto y que le perteneces a alguien y ese alguien te absorbe, te aleja de tus amigos, te sigue al trabajo, espía en tu teléfono celular y te dice cómo te vistas, es una persona enferma.

Se dice también que cuando se sufre esta situación no tarda en agravarse, pues la “víctima” tiende a sentirse acorralada y con temor, pues el celoso tiende a amenazar con quitarse la vida, porque no puede vivir sin él o ella, porque es tanto “su amor” hacia la persona que no concibe su vida solo, ¡qué horror!

Si conoces a alguien o vives esta situación no lo permitas, no seas parte del 39% de las mujeres mexicanas que sufren algún tipo de violencia, recuerda que ésta no sólo son golpes, también son palabras y alguien que no te tiene confianza, te agrade con espiarte, o te diga la frase “te celo porque te amo demasiado”, no caigas, es una agresión.


Una de mis mejores amigas vivió hace muchos años una experiencia así, se enamoró perdidamente de un compañero de la universidad, era muy sociable, encantador y una monedita de oro. Ella empezó a notar que la absorbía demasiado, tanto, que llegó un momento en el que ya no iba ni siquiera a fiestas familiares porque su pareja se molestaba.

Cuando la invitábamos a salir me decía “deja que Salvador me llame en la noche, para que no se enoje porque salgo con ustedes”. Tanto su familia como nosotras, sus amigas, le decíamos que no era normal esa relación, que tuviera un poco de amor propio, pero ella tenía que tocar fondo.

Obvio con el tiempo todo empeoró, al grado de que Salvador la agredió físicamente, en ese momento ella reaccionó y se arrepintió de haber desperdiciado los mejores años de la universidad, en total fueron ocho. Para quitárselo de encima tuvo que cambiar de empleo, teléfono, correo electrónico y hasta de casa. Ahora es completamente feliz.

La Nena


 
Celotipia: cómo saber si los celos de mi pareja son una enfermedad

Que en el entorno de nuestra pareja y en el nuestro existan o aparezcan eventualmente personas más altas, guapas, esbeltas, adineradas e inteligentes que nosotros es más que probable. Una evidencia que para algunos no tiene la menor importancia -partiendo del hecho de que su pareja está con él o ella porque quiere-, pero que para otros supone todo un tormento de primer orden.

Un sufrimiento que se manifiesta en grados muy distintos, que suele aparecer en momentos de baja autoestima y como consecuencia de experiencias pasadas. Si bien es normal que en algún momento de la relación una persona tenga miedo de perder a su "mitad", la desmesura con la que algunos viven esa inseguridad puede acabar de un plumazo con cualquier relación.

Decía el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, que los celos están compuestos de diferentes elementos: el duelo por la pérdida (real o no) del ser querido; la afrenta narcisista en la que el amor de la persona querida hacia otro ser daña la autoestima del celoso; la hostilidad hacia los rivales en situaciones reales o imaginarias y la autocrítica inestable que lleva al desconfiado a culparse de que su media naranja se haya ido.


Así pues, cuando hablamos de celos podemos encontrarnos, por un lado, ese miedo común a que la relación termine, que es el más frecuente en las relaciones de pareja, y por otro, un nivel superior de pánico irracional al que acompañan distintos comportamientos inaceptables que exigen de ayuda externa para que no acaben destruyendo todo a su paso.

Aquellos que sufren estos últimos son los que denominamos socialmente celosos patológicos. Mientras algunos son capaces de reconducir su desborde emocional, otros requieren de atención psiquiátrica una vez diagnosticada su celotipia. Un mal que, según el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM IV 297.1, es un subtipo del trastorno delirante relacionado con la esquizofrenia.

A menudo, y sobre todo en las primeras fases de una relación, reconocer a un celoso patológico no resulta nada sencillo. No suele ser hasta que la confianza avanza cuando ven la luz síntomas como una extrema dependencia afectiva, baja autoestima, miedo a la soledad y otras características propias de los sujetos con personalidades más débiles. Es por eso que la celotipia está estrechamente vinculada con el concepto psicológico de complejo de inferioridad.

Dado que los que se reconocen como celosos compulsivos no suelen acudir a clínicas psiquiátricas por voluntad propia, es importante recomendar ayuda médica a aquellas personas de nuestro entorno que presenten los siguientes comportamientos:

Actitudes celópatas
  1. 1. El celoso está completamente convencido de que sus celos están justificados.
  2. 2. Aunque se le demuestre con claridad lo contrario, sigue empeñado en que su pareja le está engañando.
  3. 3. Algunos de los argumentos a los que éste se aferra tienen carácter fantástico.
  4. 4. Presenta síntomas propios de cuadros depresivos.
  5. 5. Su irascibilidad se extiende más allá de la pareja, por todo su entorno social.
No obstante, y dada la necesidad de conocer cuál es el grado de celotipia que tenemos o que tiene nuestra pareja, debe ser un especialista quien lo certifique, para indicar qué tipo de tratamiento debe seguir el paciente en caso de que sea necesario. En algunos casos, éste requiere de la inclusión de medicación para contrarrestar los desequilibrios emocionales.

Síntomas de relaciones tóxicas
  1. 1. Tu pareja quiere saber en todo momento dónde estás.
  2. 2. Controla tus amistades.
  3. 3. Se enfada cuando sales con otras personas.
  4. 4. Trata de cambiar tu imagen.
  5. 5. Impone sus opiniones.
  6. 6. Revisa tu teléfono móvil y/o tu actividad en las redes sociales.
  7. 7. Critica constantemente aquello que haces o dices.
  8. 8. Poco a poco va organizando tu vida hasta que todo queda bajo su control.

Ya lo dijo Miguel de Cervantes: "Si los celos son señales de amor, es como la calentura en el hombre enfermo, que el tenerla es señal de tener vida, pero vida enferma y mal dispuesta".

DIEGO BERMEJO
 
ENFERMEDAD, ORGULLO Y AUTOESTIMA

Es habitual confundir orgullo, egoísmo y soberbia con autoestima. Sentirse superior a los demás, más listo, más capaz, más comprometido, con más recursos, con más dominio sobre un mundo que en el fondo tiende a ser incontrolable. El orgullo magnifica los éxitos y los atribuye a las propias fortalezas. Asimismo, el orgullo reniega de los fracasos y los achaca a factores externos a la propia persona como la mala suerte o la ineficacia de otros. Es la soberbia de considerarse único padre de las victorias y víctima cruel de las derrotas. De dicha soberbia surge la arrogancia, la testarudez y el exceso de control.

Cuando las derrotas se hacen demasiado numerosas o duran demasiado en el tiempo, cuando una mala racha o un problema no resuelto se tornan en algo crónico, la falta de autoestima queda al descubierto y el orgulloso se queda atrapado en su propia trampa. El orgulloso esconde el problema, intenta amordazarlo, quiere dominarlo, repite constantemente aquellos patrones que le dieron éxito en el pasado porque quien tiene un martillo sólo ve clavos. Y el problema se cronifica, muchas veces no porque sea difícil sino porque la solución no está donde el orgullo quiere. El remedio de la arrogancia y de la testarudez es el veneno que intoxica el cuerpo, tanto más que el problema o el fracaso.

Pero el orgullo suele preceder a la caída y habitualmente dicha caída se muestra en forma de enfermedad, de síntoma físico que brota de una baja autoestima no reconocida. Síntomas como ansiedad, tensión, mareos, migrañas, angustia o depresión que desestabilizan al orgulloso y le descolocan. En un principio, les busca un origen meramente físico e inicia los análisis médicos pertinentes para buscar una explicación lógica a lo que le ocurre. Las pruebas son negativas, afortunadamente, y el tratamiento médico se revela útil puntualmente para el síntoma pero no es capaz de resolver la causa real de la enfermedad. El enfermo queda descolocado, pierde el control de lo que le ocurre y se asusta mucho. Puede ser la primera vez en su vida que no pueda escaparse del miedo. Porque la causa no está en el mal funcionamiento de un órgano, sino en la baja autoestima. La enfermedad deja “al emperador desnudo”, manifiesta que en el fondo no se quiere tanto como creía y que no acepta la causa real y la solución a su problema porque da más valor a otras cosas que a su propio bienestar. No busca un remedio que le haga recuperar su salud, busca volver a recuperar el control creyendo que así recuperará su salud.

Sócrates decía que nos abstuviésemos de ayudar a aquel que dice buscar la salud pero no está dispuesto a evitar en el futuro las causas que le hicieron enfermar. Ante problemas laborales, académicos o sentimentales que generan emociones tóxicas y que a todos nos hacen enfermar si se convierten en un conflicto crónico y no lo solucionamos adecuadamente, hemos de apoyarnos en nuestra autoestima. Trabajando sobre la autoestima, valorando estar bien por encima de la opinión de los demás, evitando seguir un plan a rajatabla sin aceptar las señales que indican que algo va mal, sin confundir control y dominio con seguridad y confianza, es cuando el orgulloso superará su enfermedad y el amor hacia uno mismo sustituirá a la soberbia y a la testarudez. El orgulloso construyó su bienestar sobre los resultados y cuando éstos se tornaron en problemas enfermó. La autoestima construye su salud sobre la responsabilidad hacia sí mismo, ningún éxito es más importante que cuidarse.

“Casi todos los hombres mueren de sus remedios, no de sus enfermedades”. Molière

https://www.parentepsis.com/enfermedad-orgullo-autoestima/
 
No he podido leer todos los posts que has publicado, son demasiados, te pido disculpas!!
Yo quería decir que me parece interesante todo lo que dices o decía Osho, no le he leído nunca, supongo que mi edad tiene algo que ver en eso, pero siempre le he sido fiel a lo de reírse de uno mismo, yo soy un claro ejemplo, siempre me río de mí e incluso en clase hago bromas sobre mis orígenes ( soy de Ecuador pero vivo en BCN desde los 2 años ) diciendo en broma muchas tonterías con las que cualquier latino-Americano se podría sentir ofendido, pero yo no me río de ellos, si no de mí y de la mezcla de sangres que corren por mis venas, mis abuelos eran Europeos parece ser jaja.
En fin, no sé, creo que aceptarse a sí mismo es importante, pero creo que reírse de uno mismo también, no?
 
No he podido leer todos los posts que has publicado, son demasiados, te pido disculpas!!
Yo quería decir que me parece interesante todo lo que dices o decía Osho, no le he leído nunca, supongo que mi edad tiene algo que ver en eso, pero siempre le he sido fiel a lo de reírse de uno mismo, yo soy un claro ejemplo, siempre me río de mí e incluso en clase hago bromas sobre mis orígenes ( soy de Ecuador pero vivo en BCN desde los 2 años ) diciendo en broma muchas tonterías con las que cualquier latino-Americano se podría sentir ofendido, pero yo no me río de ellos, si no de mí y de la mezcla de sangres que corren por mis venas, mis abuelos eran Europeos parece ser jaja.
En fin, no sé, creo que aceptarse a sí mismo es importante, pero creo que reírse de uno mismo también, no?

¡Muy buenas Andrejv!
Reírse de uno mismo facilita y mucho el desempeño social y suele ser la mejor manera de afrontar problemas, y asi conseguir que estos no nos afecten.
Pareces tener buena autoestima, un gran logro en la adolescencia, es buen señal.
Conozco adultos que todvia luchan por tenerla y es realmente complicado para muchos de ellos.
El único pero en todo lo que me cuentas, es que no te humilles para dejar a nadie feliz.
No lo hagas para ser acepto en tu grupo, tienes que sumar, para así poder encajarte y ser acepto como eres. Es decir, reírte sanamente de tí, sin que afectes tu autoestima....
Saludos...
 
25 características de las personas con alta autoestima

Los sentimientos que tenemos hacia nosotros mismos influyen de manera determinante en la forma en cómo vivimos nuestras vidas. Las personas que gozan de una alta autoestima, viven la vida de una manera sana y armoniosa, con actitud positiva y sintiéndose capaces de superar los obstáculos que se le presentan; aprendiendo de sus errores y continuando el camino de la vida, sintiéndose merecedores de atraer a sus vidas: personas, acontecimientos y bienes extraordinarios.

Características de las personas con alta autoestima:
  1. Se aman, valoran, aprueban y respetan a sí mismas.
  2. Creen y Confían en sí mismas. Tienen seguridad y así lo expresan. Se sienten bien consigo mismas.
  3. Son capaces de reconocer sus propios logros. Se sienten orgullosos de sus éxitos.
  4. Se sienten capacitados para afrontar los retos, y obstáculos que la vida trae consigo. Los afrontan con optimismo.
  5. Se valen por sí mismas para atender las tareas cotidianas y piden ayuda cuando lo consideran necesario.
  6. Superan los fracasos, viven el duelo y el proceso respectivo. Continuando fortalecidos y con nuevas herramientas.
  7. Conocen sus fortalezas, trabajan sobre sus debilidades y reconocen sus errores.
  8. Tienen la certeza que merecen lo mejor de la vida y trabajan para ello.
  9. Crean y buscan las condiciones para cumplir sus objetivos, sus metas y sueños.
  10. Aceptan las circunstancias que no pueden cambiar y trabajan en el cambio de las que si pueden.
  11. Agradecen a diario.
  12. Identifican sus talentos y los hacen valer.
  13. Expresan su posición ante los acontecimientos propios del ámbito en los cuales se desenvuelven.
  14. Participan en actividades con personas desconocidas. Sienten que tienen ideas que aportar y que recibir, de las personas con las cuales interactúan.
  15. Son creativos y originales. Se interesan por realizar y aprender tareas y actividades nuevas.
  16. Aceptan y le dan la bienvenida a los cambios con optimismo y los ven como nuevas oportunidades. Son flexibles y se adaptan con facilidad.
  17. Están dispuestos a colaborar con los demás. Asumen responsabilidades.
  18. Disfrutan de la vida a plenitud, valorando los pequeños detalles.
  19. Tienen habilidad para perdonarse y perdonar.
  20. Son capaces de tener intimidad en sus relaciones y de mostrar sus sentimientos.
  21. Gozan de una actitud positiva.
  22. Dan la cara y asumen de manera directa y personal sus equivocaciones. Se sienten responsables de sus actos.
  23. Defienden su posición ante los demás, de forma asertiva.
  24. Luchan por alcanzar lo que quieren. Son líderes naturales.
Una persona con alta autoestima, se conoce y se conecta con su interior desde el amor, la aceptación, y el respeto; es consciente de sus cambios y desarrolla y fortalece sus capacidades y potencialidades. Con certeza, se mantendrá siempre en constante superación guiada por el optimismo, la actitud positiva y una elevada confianza en sí mismo.

“Porque nadie puede saber por ti. Nadie puede crecer por ti. Nadie puede buscar por ti. Nadie puede hacer por ti lo que tú mismo debes hacer. La existencia no admite representantes”. ~JORGE BUCAY
 

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