Autoestima y otros temas de psicología

Mi paz interior no es negociable



Esa mañana se levantó como cualquier otra pero, al ir a lavarse la cara, algo había de ser diferente. Estaba frente al espejo y algo desde dentro, como una fuerza profunda, tenía un mensaje para ella: soy tu paz interior y tienes que empezar a cuidarme.

Había pasado unos meses francamente malos desde el punto de vista anímico y había perdido las ganas por cualquier regalo o gesto agradable que pudieran ofrecerle los días. Sin embargo, sabía que esa voz interna comenzaba a tener razón: era la hora de establecer prioridades, de re-definir una jerarquía: de la que manejaba hasta esa mañana se había borrado hacía tiempo.

Es posible que hubiera a su alrededor millones de obstáculos impidiéndole desarrollar al arte de cuidarse, pero por fin había entendido que mirar por ella y para ella, al menos una vez al día, le haría ganar en bienestar. Además, sería un “posit” en su memoria en el que pusiera: “es el momento del día en el que toca salir de la zona del bosque en la que te encuentras, subir en el globo y verlo desde arriba”.

Para todos los frenos, alas
A lo largo del día fue reflexionando poco a poco. Primero comenzó a ser consciente de lo complicado que era seguir el propósito que se había marcado: vivimos en una sociedad que nos obliga a relacionarnos y que nos mantiene continuamente ocupados, haciendo que nuestra mente no contemple nuestros intereses de una manera explícita. Como si velar por ellos, de manera consciente e intencionada, fuera un pecado: el mejor indicador de que somos unos egoístas.

Aunque no era solo eso. Había peleado con los monstruos más terribles que existían y que habían hecho que el miedo, la ansiedad y la tristeza se apoderaran del mando de su vida. Ellos habían ocasionado llantos, nostalgias y rupturas internas.


También había tenido que hacer frente a decisiones erróneas, circunstancias delicadas, momentos duros que escapaban de sus manos. Entre sus dedos, como si fueran agua. Tampoco podía olvidarse de las veces que había caminado con los ojos tapados por culpa de personas que querían vivir dos vidas, una de ellas la suya.

No obstante, los mejores propósitos de la vida no son fáciles así que este tampoco tenía por qué serlo: el dolor había sido inevitable y hasta valeroso, pero ya era el momento de que el sufrimiento le dejará de hacer perder un tiempo que no volvería jamás.

Elige lo que quieres ser
En ese instante recordó algo que había leído hacia un tiempo: que somos lo que pretendemos ser y que, por lo tanto, tenemos que elegirlo muy bien. Era justamente lo que necesitaba para lograr establecer prioridades: hacerlo supondría actuar acorde con ellas y alejar la disonancia que produce que la mente y los actos estén “desintonizados”.

Comenzó por una decisión: dejar atrás lo que la ataba al suelo, por decirse un poco más que era especial y por mantener junto a ella la luz que había dejado de ver. Al fin y al cabo ella era la defensora de sus sueños, la mejor aliada de su autoestima y tenía consigo gente que con su cariño no dejaban de alumbrarla.

Quería ser alguien que comprendiera que su paz interior pasaba por encontrar su lugar en el mundo y por mantenerse conectada a él: sonriendo a la panadera que vivía dos manzanas cuando fuera a comprar, agradeciendo los pequeños detalles, repartiendo cariño a los suyos. Solo así el equilibrio volvería y los monstruos ya no harían tanto ruido.

La paz interior no es una posibilidad, es un derecho
En los días sucesivos se dio cuenta de lo que de verdad quería decir aquella profunda voz que había escuchado: tenía derecho a estar bien y eso no era una posibilidad a negociar. Tenía que luchar por su serenidad, por su calma y paz interior, dado que solo así sería capaz de ir encontrando un poco de felicidad entre tanta sobra.


“Los malos momentos vienen solos,

pero los buenos hay que buscarlos”

-Dulce Chacón-

Merecía la pena encontrar la forma de conseguirlo, sobre todo porque el estado de bienestar le permitiría ver que la paz interior es “un habitar en uno mismo”, sabiendo que eres feliz con lo que tienes, con lo que haces y con lo que compartes. A partir de entonces, prometió no dejar de mirarse al espejo cada mañana, así nunca lo olvidaría.

Por Cristina Medina Gomez


 
Adoro la gente que te mira con los ojos y ve con el corazón

Me gusta la gente sencilla y trasparente, las personas que son capaces de darte el auténtico reflejo de lo que son con corazón, y que a su vez, te permiten ser tú mismo en cada instante. Sin lugar a dudas no es pedir demasiado, y por ello, antes de preocuparnos también en encontrar personas auténticas, debemos preocuparnos también en serlo nosotros mismos. No es adecuado esperar que nos ofrezcan sin saber ofrecer primero.

Las personalidades que viven la vida desde el corazón son aquellas que no ocupan espacios, son hábiles constructores de puentes. Tampoco llenan vacíos, porque son artífices de las emociones más íntegras, de la humildad más auténtica.

Si en tu día a día conoces a alguien que enriquece la vida de la forma que sea: mediante el conocimiento, el apoyo diario, o esa complicidad que no se puede explicar con palabras, no la dejes ir.

No es fácil encontrar personas que de verdad conecten con nuestra esencia, y a su vez, nos hagan la vida más fácil sin pedir nada a cambio. Es preciso cuidarlos como el mejor de los tesoros, como el bien más preciado, porque quien vive una vida desde el corazón, solo puede ofrecer honestidad y reciprocidad.

Habitantes del corazón, artesanos de la integridad y la empatía

Llevar una vida íntegramente desde el corazón no es fácil. Requiere en primer lugar haber recorrido un largo trayecto interior para adquirir un adecuado autoconocimiento. Solo así logramos aceptar a su vez a los demás como a nosotros mismos.


Quien no se acepta a sí mismo, carga frustraciones e inseguridades en su interior. Un alma habitada por múltiples vacíos no resueltos solo es capaz de ver en los demás sus propios defectos, sus propias carencias.


Como puedes intuir no es sencillo poder ofrecer esa apertura, esa sinceridad en la cual nos dejamos envolver recibiendo esa mirada de quien nos sabe atender, de quien entiende el lenguaje de la comprensión y de los pequeños detalles. Ahora bien ¿Qué características están implícitas en estas personalidades?

  • Hay quien piensa que las personas sinceras y auténticas “vienen de fábrica”, que nacen con esa luz propia.
  • En realidad, muchas de ellas han pasado un largo recorrido en la vida del cual, han aprendido a hilar su interior, a crecer, a madurar en emociones, prudencia y entendimiento.
  • La base de quien sabe vivir desde el corazón es aquel que sabe mostrar empatía.
  • La empatía es el mejor tributo que nos ha ofrecido nuestro cerebro social. Yo soy capaz de reconocer emociones en los demás porque a su vez, reconozco y gestiono de forma adecuada las propias.
  • Quien es capaz de ofrecer esa apertura tan íntegra, ahí donde la mirada no atiende solo un rostro sino que sabe leer más allá del envoltorio físico, es capaz también de sentir en su propia persona lo que nosotros sufrimos, lo que nosotros vivimos.
Este tipo de “conexiones” tan excepcionales aparecen muy pocas veces. Ahora bien, al igual que es posible que dispongas de una o dos personas con estas características en tu círculo social, puede que también tú seas así: alguien que vive la vida desde el corazón.

Vivir la vida desde el corazón es sentir las heridas del mundo
En ocasiones, resulta más fácil vivir una existencia con una venda en los ojos y el corazón lleno de parches, evitando que sienta, protegiéndonos a su vez de sentimientos dolorosos. De algún modo, sería como seguir esa famosa premisa de " no sentir para no sufrir".

Ahora bien, en realidad, siempre encontrarás mayor autenticidad en la gente que sigue su camino con pies seguros y sonriéndole al mundo, con fuerza y entereza, sin importarle si tiene rotos los huesos de su espíritu.

Podríamos decir que el verdadero conocimiento recae en esas personas que han sufrido en algún momento de su vida, y han sabido actuar con resiliencia obteniendo un aprendizaje, sabiéndose ahora más fuertes. Ahora bien, pero en ocasiones, esa fortaleza interior no significa en absoluto que seamos invulnerables al dolor ajeno.

  • Quien ha vivido algún suceso doloroso, ya sea una pérdida, una decepción o cualquier hecho traumático es más sensible a las heridas del mundo, a las emociones ajenas.
  • Sus miradas son más sabias y más hábiles a la hora de intuir, de notar, de percibir en nosotros ciertas inquietudes.
  • Si es tu caso, si eres una de esas personas acostumbradas a sentir en una alta intensidad el dolor ajeno, empatizando con quien te rodea, sabrás que el día a día puede no resultar tan fácil como muchos piensan.
La vida desde el corazón es más intensa, más pura y más noble, pero en ocasiones también duele. No es tu tarea salvar al mundo entero, no es tu obligación sanar más corazones que el tuyo…

Ahora bien, tampoco podemos olvidar que a veces, no hay mejor bálsamo que el sentirse escuchado, atendido y comprendido. Si como dicen, el universo empieza siempre en nosotros mismos, la mejor forma de ofrecer amor es empezando por la comprensión. Vale la pena.

Por Valeria Sabater



 
Hay “personas mágicas” rodeándonos por todas partes

Hay “personas mágicas” rodeándonos por todas partes. Son aquellas con las que conoces la felicidad, aquellas que te ayudan a volar, a brillar y a descargar tu mochila. Ellas, personas con las que compartes la complicidad, la permanencia.

A veces no hace falta decir “estoy a tu lado” porque sobran las palabras. A veces encajas con una persona y como de la nada te guías por la melodía del “quiéreme bien”. Es un vínculo sano, claro en contenidos, abierto a experiencias. La amistad es de esas de miradas sinceras que aligeran pesares y nos ayudan a deshacernos de los obstáculos que se nos presentan.


“Hay personas mágicas. Te lo prometo, las he visto. Se encuentran escondidas por todos los rincones del planeta. Disfrazadas de normales. Disimulando su especial forma de ser. Procuran comportarse como los demás. Por eso, a veces, es tan difícil encontrarlas. Pero cuando las descubres ya no hay marcha atrás. No puedes deshacerte de su recuerdo. No se lo digas a nadie, pero dicen que su magia es tan fuerte que si te toca una vez, lo hace para siempre”.
-Autor/a desconocido-


Los verdaderos amigos se cuentan con los dedos de una mano. Esta es una gran verdad que probablemente nadie puede negar. Esto es natural, pues no podemos cuadrar expectativas, sentimientos, emociones, pensamientos y aficiones con cada persona que pasa por nuestra vida.

Hay gente con la que conectamos de manera especial y las experiencias nos vinculan, sirviéndonos de esto para sustentar uno de los planos más importantes de nuestra vida: el social. Como dijo Aristóteles, somos animales sociales y, por lo tanto, necesitamos de estas uniones para sentirnos completos.


Las “personas mágicas” son aquellas que tienen grandes cualidades sociales y emocionales, las que nos brindan su apoyo, nos rescatan y nos encaminan. En otras palabras, las que poseen inteligencia social, prima hermana de la inteligencia emocional.


La inteligencia social se define como la capacidad de las personas para relacionarse. Según Daniel Goleman esta tiene dos ingredientes clave para lograr un buen sabor del plato principal:


  • La conciencia social: es la capacidad de ser sensibles al estado interno de otra persona, de percibir las señales emocionales no verbales y comprender sus sentimientos, pensamientos e intenciones. Se trata, por tanto de:
    • Sintonizar y escuchar de verdad.
    • Dar lugar a que el otro diga lo que quiere decir.
    • Dar la posibilidad de que la conversación siga un curso determinado para todos.
    • Para esto es esencial un conocimiento verdadero de cómo funcionamos a nivel social, pues sin este no podremos decodificar las señales sociales que se revelan.
  • La aptitud social: es la habilidad que nos permite establecer buenas relaciones y vincularnos teniendo en cuenta las necesidades de los demás. O sea que además de ser consciente socialmente, tenemos que saber cómo construir intercambios fluidos y eficaces. Para ello hay que:
    • Aprender a presentarse.
    • A preocuparse por las necesidades de los demás y actuar en consecuencia.
En resumen, la inteligencia social no es solo tomarnos tiempo para escuchar sino sintonizar profundamente con los sentimientos ajenos y dar pie a un contacto más íntimo que sostiene. Las “personas mágicas” son inteligentes social y emocionalmente, lo cual les concede ese estatus, un don de expresividad que atrae a los demás.

En este sentido, como venimos diciendo, hay relaciones que se forjan y potencian la posibilidad de compartir lo que nos conmueve. Esas uniones nos enganchan a la vida, nos animan a ser mejores y a destapar las zonas oscuras que ensombrecen nuestra alma.

Realmente, aunque quizás nos pueda parecer lejano, la inteligencia social y emocional es algo que está a nuestro alcance. Por eso, no descartes cruzarte con “personas mágicas” hoy mismo y, sobre todo, no descartes la posibilidad de desprender magia tú para alguien.

Por Raquel Aldana
 
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Cuanto más gruesa es la armadura, más frágil es el ser que la habita



Ser una persona frágil supone tener una sensibilidad especial, que vamos protegiendo mediante una coraza, añadiendo capas ante cada decepción y sentimiento frustrado. Hasta la persona más sensible puede volverse fría cuando se siente amenazada por una situación por la que no está dispuesta a pasar.

Hay situaciones que a todos nosotros nos resultan difíciles de afrontar, asumir y encajar como las de abandono, rechazo, desprecio, culpa, etc. En las situaciones donde nos sintamos especialmente vulnerables haremos un repliegue con el fin de protegernos. Esto es algo fundamental para preservar nuestra integridad.


El carácter y temperamento de cada persona influirá en su comportamiento ante este tipo de situaciones que pueden provocar un gran dolor emocional. Por eso hay quienes se exponen a situaciones dolorosas sin protegerse, y con cierta tendencia al masoquismo, hasta quedar fuertemente magullados y heridos.

Otro tipo de personas en cambio se mantienen precavidas: cuando anticipan una situación similar a la de alguna experiencia anterior, son capaces de poner barreras y volverse impermeables, indiferentes a cualquier emoción o sentimiento.

“Sin duda, tu coraza te protege de la persona que quiere destruirte. Pero si no la dejas caer, te aislará también de la única que puede amarte.”
-Richard Bach-

Ser frágil no significa ser débil
Ambos tipos de personas descritas anteriormente estarían en polos diferentes, aunque siendo dependientes de su misma fragilidad. Ni tirarse al vacío es una opción sana, al igual que tampoco lo es atrincherarse para insensibilizarse.

La fragilidad es comúnmente relacionada y confundida con la debilidad: ser frágil me indica la intensidad de mis emociones, mi sensibilidad para experimentar mis sentimientos y la dificultad que tengo para mostrarme tal y como soy por miedo a que me hieran.

Siendo frágil puedo ser fuerte ante las circunstancias, avanzando y conquistando mis temores. Sin embargo, no permito mostrarme sensible, aunque internamente esté sufriendo, pasándolo mal y sintiéndome solo. Quiero aparentar fortaleza colocándome mi armadura, haciéndome creer que no me afecta, cuando la realidad es que me afecta tanto que siento no poder soportarlo.

Somos capaces de comprobar nuestra fortaleza cuando seguimos confiando a pesar de las traiciones, cuando avanzamos a pesar de nuestros miedos y nuestra tristeza, cuando mostramos nuestra vulnerabilidad y sensibilidad a quien lo merece.

Mostrándome tal y como soy
Cuando reprimimos las emociones, cuando levantamos muros ante todo lo que sentimos, permitimos que solo nos puedan ver de forma superficial, e incluso tratamos a las demás personas de igual manera, teniendo así relaciones superfluas sin especial compromiso.

¿Podemos así conocernos tal y como somos? ¿Damos la oportunidad de que nos puedan conocer de verdad? Añadir capas a nuestra armadura tiene estas consecuencias, nos perdemos quienes somos. Vivimos atrapados por el miedo, con el fin de mantenernos cerrados al dolor.


“Si quiero conocerme a mí mismo, todo mi ser, la totalidad de lo que soy y no solamente una o dos capas, entonces es obvio que no debo condenar, debo estar abierto a cada pensamiento, a cada sentimiento, a todos los estados de ánimo, a todas las inhibiciones.”
-Krishnamurti-

Cuando somos especialmente sensibles, desarrollamos nuestra capacidad para evitar estar en nosotros, nos enfrentamos al mundo desarrollando con diversos perfiles, que son diferentes dependiendo de nuestro carácter: los tímidos y vergonzosos, retraídos, bordes, complacientes, cuidadores, los que siempre están para los demás, etc.

De alguna manera, todas estas son nuestras máscaras con las que nos protegemos, adoptando un rol determinado. Y así eludimos, siempre que podemos, hablar de nosotros mismos y entrar en quienes realmente somos.

Aprendiendo a conocerme dando paso a mis emociones
Es seguro que volveré a sentir la traición, me volverán hacer daño y las cicatrices de mis heridas se abrirán de nuevo. Es algo que no puedo evitar, porque forma parte de la vida misma, de mi paso por ella. Si realmente quiero vivirla, aprender a conocerme y a conectar con los demás, he de exponerme a que todo esto pueda suceder aunque me sienta frágil.

Mi insensibilidad, frialdad, mi armadura; la coraza y los muros que levante no son la solución. Esconderme fusionándome con los demás es mi autoengaño, el rol que ejerzo para sentirme seguro. Todo es una falsedad, una triquiñuela que me impide reconocerme.

Anestesiamos nuestra sensibilidad impidiendo que se exprese, porque cuando, en el pasado, hemos tenido la sensación de haber encontrado a la persona con quien poder compartirla, hemos sido traicionados. Al abrirnos, hemos perdido nuestro propio rumbo y amor, para poder ir aceptándonos, construyendo de nuevo un amor aún más real.

Este proceso es el de mayor vulnerabilidad, ya que estamos reconstruyendo nuestra identidad dando un paso al frente, aprendiendo a explorar e ir reconociendo la sensibilidad que hemos ocultado con cerrojos. A la vez que estamos más expuestos hay mayor probabilidad de que nos hieran, porque estos cambios suponen a su vez una trasformación en la relación con otra persona y en los roles establecidos.

Los desengaños por los que pasamos tanto de nosotros mimos como con las demás personas, nos ayudan a ver con más claridad con qué tipo de personas queremos estar. Vamos seleccionando a través de cuestiones más profundas como los valores, la honestidad y la autenticidad.

Al fin y al cabo todo este trayecto tiene sus aprendizajes a cada paso que vamos dando. Dejando así que se manifiesten nuestras emociones, por dolorosas que resulten, facilitamos el encuentro con nosotros mismos, y la conexión profunda con el resto del mundo.

Por Rafa Aragón

 
El encuentro más íntimo no es el sexual, es el desnudo emocional


El encuentro más íntimo entre dos personas no es el sexual, es el desnudo emocional. Un intercambio que se produce cuando se vence el miedo y nos damos a conocer al otro tal y como somos en cada una de nuestras vertientes.

No es fácil de lograr. De hecho, un desnudo emocional no es algo que se consiga a la ligera ni con cualquiera. Hace falta tiempo, fuerza y ganas de escuchar, sentir y abrazar emociones. Autoconocimiento y heteroconocimiento, es decir, el conocimiento de uno mismo y el de la realidad del otro.


Visto así, no parece casual término que los escritos bíblicos utilizan para hablar de amor sexual o del establecimiento de la intimidad es CONOCER. De conocernos y desnudarnos en pasiones, en sentimientos y en historia emocional va a tratar este artículo…

El desnudo emocional comienza por uno mismo
El desnudo emocional comienza por uno mismo. Es decir, es muy importante que las personas nos identifiquemos con lo que sentimos y nos demos cuenta de cómo nos sentimos cómodos o incómodos, qué pensamos y cómo podemos utilizar nuestras emociones al servicio de nuestros pensamientos.


Escucharnos, conectar y conocer nuestra herencia emocional, es decir, escanear nuestro cuerpo emocional es imprescindible para destapar nuestros miedos, nuestros conflictos, nuestras inseguridades, nuestros logros, nuestros aprendizajes, etc.


Conocer nuestra filosofía emocional, explorar nuestras vulnerabilidades permanentes, ser conscientes de lo doloroso y que eso fluya, es imprescindible para poder contemplar la imagen que nuestro espejo emocional nos proyecta al quitarnos las prendas que nos “visten”.

El autoconocimiento de nuestras vulnerabilidades emocionales no hace que estas desaparezcan, pero tener una concepción más profunda sobre ella implica que cada vez que aparezca en nuestra vida podamos identificarla y actuar sobre ella, impidiéndole que ahogue nuestras conexiones emocionales.


Nuestra herencia emocional, la clave para conectar
Nuestra herencia emocional ejerce un fuerte impacto tanto en nuestra capacidad de conectar emocionalmente con los demás como en las ocasiones que tenemos de hacerlo. Es precisamente este bagaje, esta piel, la que nos hace matizar y actuar sobre nuestras sensaciones, sentimientos y emociones de una determinada manera.



Exponernos a nuestros recuerdos y a aquellas sensaciones que pueden resultarnos desagradables no es fácil y muchas veces ni siquiera se contempla como útil. Sin embargo, existen muchas razones por las que resulta recomendable quitarse las prendas:

  • Si queremos tener relaciones más significativas, es importante que nos detengamos a mirar al pasado y a sanar las heridas emocionales de nuestra infancia.
  • El cableado de conducción que transporta nuestros mensajes emocionales debe ser descubierto para que nuestras reacciones no nos manejen. Por ejemplo, cuando decimos que “nuestro hermano nos saca de quicio”, realmente estamos teniendo la sensación de que sabe en qué tecla tocar para enfadarnos.
  • Conocer estas pautas de reacción emocional y comunicarlas nos ayuda a regenerar nuestros pensamientos y nuestro estado de bienestar general.
  • Así, cuando realizamos una labor de autoconocimiento, nuestro diálogo interno puede lograr cambiar de “Las personas son peligrosas para mí” a “La forma en que me trataron me hizo daño, pero ya soy consciente y procuro que eso no influya”.
  • Cuando accedemos a nuestra herencia emocional y comprendemos cómo los sentimientos del pasado matizan las experiencias del presente, podemos ser más hábiles a la hora de establecer fuertes y sanos lazos de unión con quien nos rodea.
  • Ser conscientes de los filtros emocionales, de los abrigos y de las corazas que nos ponemos contribuye a hacernos hábiles lectores e intérpretes tanto de los intentos de conexión de los demás como de los propios.
No es fácil desnudar a una persona herida
Desnudar emocionalmente a las personas muy marcadas por su pasado puede resultar difícil, pues hace falta lidiar con las corazas, con las prendas que le vuelven inaccesible, las desilusiones que envuelven a la persona, los miedos al rechazo, al abandono, a la soledad…

Para hacerlo se necesita ser inteligente, amar a la persona y abrir los oídos, los ojos y la piel desterrando los prejuicios y la actitud de juzgar. Es decir, una escucha activa emocional a través de todos los sentidos sin “peros” ni comas fuera de lugar.

Para hacer esto debemos saber que un desnudo emocional no se crea en cualquier tipo de ambiente sino que deben darse las condiciones idóneas para generar emociones, sentirlas, manipularlas, examinarlas y usarlas.

Los escenarios emocionales ideales para el desnudo son aquellos en los que prima la escucha desde el interior, la empatía y la inteligencia emocional. Escenarios en los que se potencia la comunicación y la comprensión con una gran base de respeto y tolerancia.

Solo así lograremos crear un ambiente emocionalmente distentido en el que realmente pueda darse en el encuentro íntimo, el desnudo de los miedos, de las inseguridades y de la verdad emocional. Solo así lograremos esos abrazos que rompen los miedos, que cierran nuestros ojos y que nos entregan al 200% en cuerpo y alma.

Por Raquel Aldana
 
Me gusta la gente que llega a tiempo y no cuando tiene tiempo



El tiempo es ese duro escultor que se lleva la juventud, nuestros sueños aún no cumplidos y que pauta nuestros días. En él, inscribimos nuestras obligaciones y valoramos a su vez, cuáles son nuestras prioridades.

Sabemos también que no siempre es posible distribuir el tiempo tal y como desearíamos. Dedicarlo más a los hijos en lugar de a tantas horas de trabajo. No obstante, y dejando a un lado el deber laboral, podemos hablar de ese otro tiempo tan relativo al cual poder dedicarlo a las personas que nos son significativas.


Para lo que uno valora como importante, no existe el tiempo, las alambradas o los enfados. El corazón que es noble sabe priorizar lo que es acorde a su esencia, a su bondad natural.
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Son muchos los padres que echan en falta a los hijos cuando los necesitan. Son muchos los amigos que sienten el vacío de esas personas que una vez consideraron hermanos del alma , y que una vez, no llegaron a tiempo cuando los necesitaban.

En realidad, no se trata “de ser puntuales”, se trata de saber ofrecer reciprocidad y saber que hay momentos en que de verdad somos necesitados. Y aún más, tampoco basta sólo con estar, se tratar de “estar presentes” con autenticidad, cariño y apertura. Nunca por mera obligación.

En ocasiones, la falta de tiempo es falta de interés

Las personas tenemos obligaciones en el día a día, y todos hemos de respetar y reconocer que en ocasiones, no siempre es posible dejarlo todo para ir junto a alguien. Entender esto también es esencial. Ahora bien, llegan instantes en que uno sabe juzgar muy bien cuando en realidad lo que hay, es “falta de interés” y no falta de tiempo.

Una amistad termina siempre por dos razones: cuando aparece el interés egoísta por parte de alguien o cuando hace acto de presencia esa brisa fresca que trae la falta de interés.

Estamos seguros de que también tú habrás experimentado en piel propia alguna de estas dimensiones. No obstante, hemos de tener en cuenta que también nosotros podemos llegar a dejar de invertir tiempo y mostrar desinterés en personas de las que al final, descubrimos que no nos son significativas. Que no nos aportan nada positivo. Veamos ahora los 3 principios que construyen esas relaciones positivas donde de verdad, el tiempo adquiere auténtico significado.


El principio de la reciprocidad
Yo invierto tiempo en quien forma parte de mi esencia, en quien enriquece mi identidad y me ofrece emociones y aprendizajes positivos que favorecen mi crecimiento personal.

  • La reciprocidad se basa en saber corresponder a quien me hace bien, y en la obligación libre y sincera de dar a la vez que recibir.
  • La reciprocidad se basa también en el reconocimiento. Yo reconozco a mi familia como un pilar importante en mi vida y les dedico tiempo porque lo merecen y porque los quiero.
  • En la reciprocidad no hay egoísmos, son sentimientos libres que se dan porque forman parte de nosotros. Es una fuerza interior que no solo nos hace llegar a tiempo, provoca que sepamos “intuir” cuándo se nos necesita.
El principio de la autenticidad
Lo que yo ofrezco es auténtico. Nadie me coacciona o me manipula para que deje de lado lo que estoy haciendo y vaya a su lado. Lo hago porque ese hilo invisible que me une a otras personas, es como una arteria que me impulsa y me guía.

  • Las personas auténticas viven de modo consciente y saben muy bien lo que quieren, y quienes deben formar parte de su vida.
  • Lo positivo de rodearnos de personas auténticas es que en todo momento sabremos que lo que dicen y hacen es sincero, porque para ellos no existen los engaños o los egoísmos. Saben muy bien cómo son y lo que desean en la vida.
  • La autenticidad es un valor que edifica las relaciones positivas.
El principio de la libertad
Ninguna relación, ya sea afectiva, familiar o de amistad, puede vivir bajo la coacción
. Si elegimos invertir tiempo en alguien es porque lo hacemos en completa libertad y porque así lo deseamos, porque así lo sentimos.

Una amistad es aquella que te permite en todo momento ser tú mismo, un buen padre es aquel que da libertad a su hijo para que elija su camino cuando está preparado.

Todo lo que no se hace con libertad de sentimientos no será auténtico. Cuando alguien nos llama porque nos necesita e intuimos cierta coacción o chantaje implícito, jamás iremos a su lado de buena gana. Jamás sentiremos auténtica cercanía en quien nos controla o somete.

Eres libre de elegir en quien deseas invertir tu tiempo y en quien no. Es algo que deberá juzgar tu corazón, pero jamás sientas remordimiento por no dedicar tus horas o tus días en quien no te merece. La vida hay que vivirla en plenitud y no con sufrimientos o chantajes.

Lo más común es que siempre lleguemos a tiempo cuando esa persona a quien queremos de verdad, nos necesita. Y lo haremos porque cuando alguien nos importa, intuimos que debemos estar a su lado antes de que lo exprese.

El cariño sincero no necesita palabras ni hay distancias lo bastante largas para acercar dos corazones que siempre laten al mismo ritmo.

Por Valeria Sabater

 
No hay nada imposible



No hay nada imposible. Si piensas lo contrario, te encontrarás toda la vida incapaz de moverte, de crear, de evolucionar, de ver cumplidos tus sueños, de ser feliz, de tener cuanto siempre imaginaste. Si crees que algo es imposible, nunca lograrás nada y no verás tus sueños hechos realidad.

Lo imposible como dicen, solo tarda un poco más en llegar, tanto como te empeñes en intentarlo y esforzarte. Tienes que querer hacerlo y conseguirlo. Tienes que poner todo tu empeño y lanzarte, con miedos o sin miedos, pero dirigirte hacia ello. Sino, nunca sabrás los resultados.



Creer en lo imposible
Si somos capaces de creer en lo imposible, conseguiremos que se haga realidad. La única forma que el ser humano conoce de avanzar en su vida, buscar el triunfo y ser uno mismo, es creyendo en todo cuanto parece inalcanzable e irrealizable. De otra forma, nunca lograremos nada, y nos quedaremos a las puertas de todo.

¿Qué crees que te hubieran dicho Bill Gates o Steve Jobs hace unos años, cuando no eran más que dos chicos jóvenes con ilusión? Creyeron en ellos mismos, en sus capacidades para tirunfar y su fuerza de voluntad y talento para ver hecho realidad su sueño. Y lo lograron.

“Lo imposible es el fantasma de los tímidos y el refugio de los cobardes… La palabra imposible no está en mi vocabulario”
-Napoleón Bonaparte-

No obstante, no hace falta irse tan lejos. En nuestra propia vida diaria tenemos ejemplos de cuanto creemos que es imposible y no nos atrevemos ni a pensar. Hay cientos de personas que viven existencia insustanciales, anodinas e infelices, que sueñan con superarse y salir del laberinto en el que se encuentran, pero no son capaces porque no creen en lo imposible.

Si en tu vida todo es estrés, pesar, dolor o infelicidad, no pienses que salir de ahí es imposible, porque es el primer paso para no hacer nada. Inventarás excusas para no moverte. Te dirás que así estás más seguro, que de esta forma eres aceptado por la sociedad, que la soledad es mucho peor, que haces lo que tienes que hacer… pero en realidad estás asustado y eres incapaz de reaccionar, creer en ti y hacer realizable lo imposible.


Olvidar el miedo al fracaso
Solo hay un tipo de personas que nunca fracasan, y son los que no se arriesgan. Aquellos seres que creen que lo imposible es irrealizable y se quedan viviendo una existencia de falsa seguridad, nunca meterán la pata, no se equivocarán, pero tampoco beberán las dulces mieles del éxito, la felicidad y el ver los retos y las metas superados.

Los seres que no son capaces de hacer realidad lo imposible, son identificables. Hay en ellos un gran miedo al fracaso. La envidia les corroe porque son incapaces de arriesgarse, y sienten rencor hacia quienes sí se atreven. Les escucharás criticando e insultando, pero, en realidad, son insustanciales, está aterrorizados, han olvidado sus sueños y no saben cómo reaccionar, por lo que se escudan en la seguridad que ofrece la turba.

Si crees en lo imposible, no te dejes llevar por la masa enfurecida que te dice cómo debes actuar, cuáles han de ser tus metas, qué objetivos te tienes que marcar y cuál es tu límite. No debemos pensar en dónde están las fronteras, sino cómo superarlas.

Una persona con sueños, es capaz de hacer realidad lo imposible. No se asusta por un fracaso y el qué dirán, y se levanta una y otra vez hasta ver cumplido su objetivo. Y, una vez alcanzado, busca nuevas metas que pongan sus límites y capacidades a prueba constantemente, porque solo así se siente vivo y feliz.

Las personas que creen en lo imposible mueven el mundo
Si echas la vista atrás, ¿cuántas personas ves que han creído en lo imposible y triunfaran por ello? Antes hablábamos de Steve Jobs o Bill Gates, pero no son los únicos. Hipatia de Alejandría, Galileo Galilei, Marie Curie… han sido tantas las personas que durante miles de años creyeron en sí mismas y en lo irrealizable, que es increíble pensar en algo diferente.

No lo olvides nunca. No dejes de soñar porque crees que es imposible. Tú tienes la fuerza, el talento y los recursos necesarios para hacer realidad cuanto deseas en tu vida. Nunca dejes que nadie te diga que no puedes, porque no es real. Los seres humanos somos capaces de dar lo mejor de nosotros mismos siempre para realizar lo irrealizable.

Por Pedro González Núñez


 
Mientras yo sepa quien soy, no tengo nada que demostrar

Aquellos que nos quieren saben cómo somos, por lo que no tenemos necesidad de demostrar nada. Conocen nuestros límites, y que su libertad acaba donde empieza la nuestra

La necesidad de demostrar a los demás determinadas cosas para conseguir aceptación o reconocimiento es una fuente de estrés poco adecuada.

Si nos paramos a pensarlo y analizamos durante un momento este aspecto, nos daremos cuenta de que lo practicamos con demasiada frecuencia: para demostrar que queremos a nuestra familia o amigos, por ejemplo, acabamos haciendo cosas que no nos apetecen o que no deseamos.


Ahora bien, queda claro que para convivir, en ocasiones, no tenemos más remedio que llevar a cabo determinadas acciones con las cuales fortalecer el vínculo o, sencillamente, cumplir con la propia sociedad.

No obstante, siempre hay un límite, que son los valores propios y, sobre todo, la dignidad personal. Cuando nos alejamos de estos puntos y nos vemos obligados a demostrar cosas que no son auténticas, corremos el riesgo de sufrir una crisis de identidad o una depresión.

Te invitamos a reflexionar sobre ello.


Demostrar autenticidad es una forma de libertad y de bienestar
Un “NO” supone en ocasiones temer hacer daño a alguien, o aún más, decepcionar a una persona que queremos. A pesar de ello, esta palabra es esa llave capaz de abrirnos infinitas puertas y oportunidades.

Porque un “NO” a tiempo es un “SÍ” en el instante más adecuado. Pensemos en un sencillo ejemplo. Mantenemos una relación de pareja muy complicada y, a pesar de que hay amor, lo único que conseguimos son lágrimas e infelicidad.

Un “NO” en el momento justo, aunque nos cueste y sea algo muy duro, es darnos una oportunidad para empezar de nuevo y dejar de hacernos daño. Sin embargo, en caso de continuar con ello, lo que estaremos haciendo será alejarnos de nosotros mismos y caer cautivos del sufrimiento inútil.

La valentía de demostrar quiénes somos y lo que deseamos
Demostrar quién eres y lo que quieres es una técnica de supervivencia muy necesaria. Es como marcar un territorio, ahí donde los demás deben saber hasta donde pueden llegar y qué es lo que se van a encontrar en caso de sobrepasar esas líneas.

  • Dejar muy claro desde el inicio cuáles son nuestros valores y qué es lo que estamos dispuestos a soportar y qué no es una información muy necesaria para quienes nos rodean. Facilita las cosas y, por supuesto, la convivencia.
  • Las personas que no llegan nunca a marcar límites, dejan paso para que los demás sobrepasen esas líneas pidiendo un poco más, esperando que siempre estén a su disposición sin respetar siquiera sus derechos o necesidades.
  • Lejos de ver este tema como una especie de acto egoísta que nos aísle del mundo, hemos de verlo más bien como “una celebración de nosotros mismos”.
En el momento en que tenemos claro lo que somos, lo que queremos y lo que no estamos dispuestos a permitir, aparece una adecuada tranquilidad interior, y nos relacionamos mucho mejor.

Además, somos plenamente conscientes de que también los demás tienen todo el derecho a ser auténticos, espontáneos y a mostrarse ante nosotros con sinceridad y sin falsedades.

Nadie debe sentirse obligado a aparentar algo que no es.

Sé quien soy y me siento libre
La indecisión, la inseguridad y una baja autoestima nos aboca a una continua búsqueda de aceptación exterior con la cual sentirnos bien. No es lo adecuado.

Quien busca la aprobación de los demás cae en una espiral de infelicidad muy peligrosa. Son esas personas que buscan agradar o complacer siempre a sus parejas “porque solo así se sienten bien”.

  • Son personalidades incapaces de dar una negativa a la familia, aunque ello vaya en contra de sus principios, porque temen por encima de todo decepcionar o dar una imagen diferente de la que sus padres, por ejemplo, tienen de él.
  • Todo ello nos puede hacer caer en una falta de autoestima tan grave que dejemos de tener una imagen positiva, fuerte y auténtica de nosotros mismos. Nuestra mirada está tan puesta en el exterior, que dejamos de atendernos y, quien no se atiende, se descuida y se pierde.
Podríamos decir que la vida es, ante todo, un reencuentro con nosotros mismos donde, una vez alcanzamos esa “conexión interior”, podemos ser capaces de establecer relaciones más satisfactorias con los demás.

Es entonces cuando nos encontramos los unos a los otros en libertad, siendo conscientes de los derechos de cada uno, de la magia de construir proyectos en común sintiéndonos libres pero intensamente unidos a la vez.

No es algo fácil de llevar a cabo, no hay duda. Por ello vale la pena ir poco a poco, y llegar a ese punto donde encontrar un adecuado equilibrio en el que dejar de aparentar cosas que no somos o no sentimos.

La valentía de decir “no” es siempre un acto de liberación que merece la pena practicar más a menudo.

https://mejorconsalud.com/sepa-quien-no-nada-demostrar/
 
Pasión: condimento de la vida

La pasión es un sentimiento muy intenso, que involucra el deseo y el entusiasmo por algo. Refleja un interés particular por una causa, idea, actividad, persona u objeto. Decimos que alguien se apasiona por algo cuando establece una relación de afinidad muy fuerte con ese algo. Hay pasiones que enaltecen la condición humana y constituyen el condimento que nos lleva a materializar los logros más grandes.

La pasión es una realidad que nos autodefine, es decir, que expresa un rasgo significativo de nuestra identidad, de nuestra personalidad. Es importante distinguir entre una pasión y un pasatiempo, ya que son términos que tienden a homologarse. Por ejemplo, una cosa es ser un “trompetista”, lo cual constituye una “pasión” y otra cosa es “interpretar la trompeta”, lo que podría tomarse simplemente como un “pasatiempo”.

“Si la pasión, si la locura no pasaran alguna vez por las almas… ¿Qué valdría la vida?”
-Jacinto Benavente-

Las actividades que conllevan verdadera pasión requieren cantidades enormes de tiempo y energía. Son convicciones auténticas, frente a las que nunca nos sentimos completamente satisfechos. Recabar información, involucrarnos en diferentes ámbitos o horas y horas de práctica nos permiten encauzar nuestras pasiones por el sendero de la excelencia.

Tipos de pasión
Existen distintos tipos de pasión según la causa que las motive. Es así como unas pueden ser positivas o armónicas y otras negativas u obsesivas. Las pasiones positivas se caracterizan por ser de elección libre. Son placenteras, dejan tiempo para otras actividades y no pretenden opacar a alguien, como tampoco satisfacer los deseos de otro, en detrimento de los propios.

La segunda modalidad, es decir, las pasiones negativas, se distinguen fundamentalmente por ser inmanejables para las personas que las “padecen”. No las controlamos, por el contrario, ellas nos controlan. Buscan satisfacer los deseos de otros, generan sentimientos de culpa, pérdida de autoestima y ansiedad. Por tanto, son muy autodestructivas y requieren orientación y tratamiento psicológico en la mayoría de los casos.

En algunas situaciones, la pasión positiva puede desaparecer por la interferencia de otros. Por ejemplo, cuando los padres buscan desarrollar o afianzar los talentos de sus hijos. Aunque bien intencionados, les recuerdan permanentemente asumir las responsabilidades adquiridas con su tarea deportiva o artística predilecta. Así generan una pérdida paulatina de interés en dicha actividad. Recordemos que la pasión es de libre práctica y elección.

De otro lado, hay costumbres que llevan a dejar de lado los compromisos adquiridos para dedicar la mayor parte del tiempo a actividades que aportan poco. Es el caso de los videojuegos, las redes sociales o los avances del equipo de futbol favorito. Este tipo de aficiones pueden resultar adversas en la calidad de vida. Es por eso que debemos permanecer atentos para orientar y canalizar el tiempo y la energía dispuestos, en actividades que en verdad aporten algo positivo.

Claves para vivir con pasión
Cuando algo nos apasiona no nos importa dedicar mucho tiempo y esfuerzo en ello. Por el contrario, la dedicación a lo que nos gusta es gratificante y rinde sus frutos. Por eso, es importante descubrir con qué tenemos afinidad, qué despierta un interés especial en nosotros. Eso que nos ilumina el corazón, lo que sin importar cuánto tiempo nos exija, no nos cansamos de hacerlo.

Para alimentar la pasión en nuestras vidas es de vital importancia indagar en nuestro interior y encontrar aquello que nos sacude el alma. No basta con que nos resulte entretenido, debe ser algo que realmente nos conmueva. Luego debemos preguntarnos a dónde queremos llegar en ese terreno; así encontraremos la motivación suficiente para desplegar nuestra energía.

Una estrategia que no falla es la de partir de aquello en lo cual tenemos habilidad. Esto es fundamental a la hora de emprender cualquier proyecto. Enfocarnos hacia ello no solo amplía nuestro horizonte, sino que nos acerca a quienes tengan intereses similares. Esto generará un panorama en el que hay grandes posibilidades de éxito.

Para tener en cuenta
El conformismo es el principal enemigo de nuestras pasiones
. Por eso, es mejor asumir una actitud humilde, pero ambiciosa al mismo tiempo y tomar ejemplo de los grandes hombres que se han jugado a fondo por sus ideales. No podemos poner límites a nuestros sueños, muchas pasiones desaparecen cuando nuestros temores afloran. Por tanto debemos ser tenaces y arriesgar.

Es imperioso alejar de nosotros todo lo que sea negativo. Recuperar la actitud soñadora y curiosa que teníamos de niños y apartar toda limitación mental que ponga límites a lo que deseamos lograr. No podemos continuar desperdiciando nuestro tiempo y energía en cosas que no correspondan a lo que verdaderamente nos estremece en la vida.

Pocas cosas son tan estimulantes como compartir nuestra pasión con otros. Nos permite reconectarnos con nuestro interior y dar lo mejor de nosotros mismos. Pero no solo eso, es posible que podamos despertar la pasión que dormita en otros. Incluso es probable que nuestros destinatarios se conviertan en nuevos estimuladores de la pasión en los demás.


Por Edith Sánchez
 
Deja que la vida te despeine




Todo lo bonito de esta vida despeina, correr por la playa despeina, subir a una montaña rusa despeina, hacer el amor despeina, bailar despeina, reírte a carcajadas despeina, montar en bici despeina, besar a la persona que amas despeina. Así que deja que la vida te despeine.

¿Te has fijado en la expresión de la mayoría de la gente que camina por la calle? ¿A que dan ganas de despeinarles? Seguro que no han dejado todavía que la vida les despeine, seguro que no se han parado a pensar en que este día no se va a volver a repetir y que hay que disfrutar cada minuto y exprimir todo el jugo de la vida.

Decide y deja que la vida te despeine
No quiero ser una mujer impecable, peinada, que camina siempre recto, que siempre está seria, que hace ejercicio regularmente, que se pone a régimen para estar más delgada, que siempre llega puntual, que siempre dice lo que se espera que tiene que decir y hace lo que se supone que tiene que hacer. He decidido darme la orden de ser feliz y vivir la vida que despeina.

Enamórate
¿Cuándo fue la última vez que te dejaste llevar? Quizás ha pasado de demasiado tiempo y ya ha llegado el momento de desatarte de los prejuicios que te limitan, para vivir con intensidad este momento.

Si alguien te gusta díselo, si quieres besar a esa persona que te gusta tanto bésala, si necesitas decir “te quiero” dilo. Nadie puede controlar de quién se enamora y amar a alguien siempre es un riesgo. Sé valiente y vive lo que deseas vivir.

“He amado hasta llegar a la locura; y eso a lo que llaman locura, para mí, es la única forma sensata de amar”
-Françoise Sagan-

Llora con o sin razón
Si cuando se cae una hoja de un árbol las lágrimas se asoman a tus ojos, déjalas caer. Si te emocionas delante de alguien, expresa tus sentimientos. Puedes llorar de alegría o de pena, nadie le puede poner límites a tus lágrimas. Déjalas salir y sé tú mismo.


Canta y baila como si nadie te viera
Si escuchas una de tus canciones preferidas y quieres cantar, hazlo, deja volar tu pelo, deja que la música te despeine, baila y canta como si nadie te viera, no importa si lo haces bien o mal, eres tu disfrutando tu vida y tu canción. Es la melodía de tu vida la que se escucha.

Besa con pasión
Besa con todo tu cuerpo, con todo tu corazón, siente como la emoción de un beso inunda tu corazón. Despeina con tus besos y que los besos te despeinen. Siente tus labios, cómo se deslizan al borde de un beso que es tuyo, que lo entregas con toda tu pasión.

Abraza con toda tu alma
Entrega abrazos, con toda tu alma, siente la fuerza de tus brazos al rodear a otra persona y apoyarte en su hombro, siente cómo te protegen con esa abrazo que es calor, que es vida. No importa el momento o el lugar, abraza cuando te lo dicte el corazón.

Siente tus emociones
A veces sentirás rabia, otras miedo, alegría, tristeza, ilusión… Lo importante es que aprendas a sentir esas emociones, a escuchar lo que te dice tu alma, a saber entenderte y estar en paz contigo misma. Expresar lo que sientes no te debe avergonzar, es liberar lo que eres, es dejar salir lo que hay en ti. No importa que te sientas vulnerable, emocionarte es ser valiente, es atreverse a abrir el alma a los demás y a nosotros mismos.

Y si la vida te despeina…
Si después de cada abrazo, cada beso, cada baile, cada canción, te miras al espejo, verás una mujer despeinada y con una sonrisa de ilusión por la vida, por esa vida que hace que seas tú misma. Deja que la vida te despeine, así sabrás que has vivido y que has sido muy feliz.

“Haz el amor, entrégate, come rico, besa, abraza, baila, enamórate, relájate, viaja, salta, acuéstate tarde, levántate temprano, corre, vuela, canta, ponte linda, ponte cómoda, admira el paisaje, disfruta, y sobre todo, deja que la vida te despeine. Lo peor que puede pasarte es que, sonriendo frente al espejo, te tengas que volver a peinar”
-Quino (Mafalda)-

Por Arantxa Alvaro Fariñas



 
Alguien como tú no puede tener dueño, le perteneces a la vida



Amas la libertad por encima de cualquier otra cosa, te deshaces de los lazos, de las cadenas, de la posesión. No dejas que otras personas te aten y no te permitan continuar en el camino hacia tus deseos. No tienes dueño, sólo tú eres tu dueño, sólo tu dominas tu vida.

No quieres jefes, ni personas que te controlen, has aprendido a decir que no a lo que no te gusta, a lo que no te hace feliz, por fin has logrado ser libre y quieres cuidar esa libertad, esa conquista de tu vida, de cada uno de los aspectos de tu existencia.


“Que no sea de otro quien puede ser dueño de sí mismo”
-Paracelso-

Amar sin perder la libertad
Deja libre a quien amas, que sea la persona que quiere ser y que te permita a ti desarrollar tu personalidad tal y como tu deseas, recuerda que todos pertenecemos a la vida. Muchas veces hemos escuchado frases como: “No puede vivir sin ti”, “Sin ti no soy nada”, “Si te vas me muero”. Son frases que pueden sonar muy románticas pero si pensamos fríamente en lo que transmiten, realmente se trata de un amor que no es sano.

Tal y como sostiene el psicólogo Walter Riso, es mucho más bonito decir: “No te necesito, pero elijo estar contigo”, “Puedo compartir la vida contigo, pero no por necesidad, sino por libre elección”, o la que engloba todo lo anterior: “Te amo, pero no te necesito”. Necesitar no es bueno, ya que se relaciona con estar sometido a otra persona y el amor es libertad.

“Amo la libertad, por eso dejo las cosas que amo libres. Si vuelven es porque las conquisté. Si no vuelven es porque nunca las tuve”.
-John Lennon-

Sé dueño de tu voluntad, aprende a decir que no
¿Cuántas veces has dicho que sí a algo queriendo decir que no? Es hora de perder el miedo a decir que no. No es algo malo, es algo saludable. Tememos las reacciones de los demás o las consecuencias de nuestras negativas pero ¿Te has parado a pensar lo que ha ocurrido las veces que has dicho que no? Seguramente nada malo.


“El 99% de todo lo que preocupa a la gente, son cosas que no han pasado nunca, ni pasarán.”
-Emilio Duró-

Puedes probar a decir no acompañado de una alternativa que te resulte atractiva. Utiliza tus habilidades para ser asertivo y no resultar muy duro al negarte. Pero mantente firme en tu negativa. Pregúntate cómo te sentirás si accedes a hacer algo que no te hace feliz.



Sé fiel a tus sueños, a tu vida
A veces para lograr alcanzar nuestros sueños tenemos que superar lo que nos impide avanzar y una forma de hacerlo es dejar de hacer lo que haríamos siempre, de esa forma cambiamos radicalmente nuestra manera de actuar, nuestros parámetros y nos arriesgamos a ver las cosas de una forma diferente.

La vida que quieres vivir es la que te imaginas, no la que otros piensan que debe ser. A algunas personas les gusta la idea de tener una pareja para toda la vida, a otras les gusta disfrutar de las personas y compartir momentos sin ataduras.

Hay personas a las que les atrae la idea de un trabajo fijo y hay otras que prefieren tener libertad de elegir en cada momento lo que desean hacer. Todas las opciones son válidas y respetables, siempre y cuando sean tu elección.

Por lo tanto, sé fiel a lo que deseas, a lo que sueñas, a lo que te apasiona, porque cuando haces algo que realmente te satisface y te emociona nada te podrá parar, todos sentirán tu entusiasmo y serás dueño de tu vida. Sigue tu instinto, tu intuición y tu corazón, deja que te lleven, que sean tus consejeros.

“Tu tiempo es limitado, de modo que no lo malgastes viviendo la vida de alguien distinto. No quedes atrapado en el dogma que es vivir como otros piensan que deberías vivir. No dejes que los ruidos de las opiniones de los demás acallen tu propia voz interior. Y lo que es más importante, ten el coraje para hacer lo que te dicen tu corazón y tu intuición”.
-Steve Jobs-

Por Arantxa Alvaro Fariñas

 
Que nada ni nadie te arrebate tu magia

Tu magia es única. Tu forma de ser es una obra de arte esculpida a base de encuentros, desengaños, incredulidades y a base a virtudes y defectos llevándote en ocasiones a ser irresistiblemente caótico, impredecible y auténtico.

Evidentemente, no siempre sentimos como la magia está presente en lo que hacemos. A veces nos sentimos lúgubres, fuera de lugar, pesimistas, asténicos, apáticos; pero esto ocurre para saber detectar si un nuevo vendaval de pura vida se acerca hacia nosotros.


En el transcurso de nuestra vida, podemos vivir decepciones, podemos sentir que ya somos demasiado viejos y concluir “que cualquier época pasada fue mejor”. No te das cuenta de que no es lo que pasa en tu vida lo que te arrebata o no la magia, sino que eres tú el único que permite perderla por el camino.

La única forma de recuperar la magia es poner a rodar la que ya tienes
Olvídate por tanto de los recuerdos bonitos si lo único que hacen es creer que jamás volverás a tenerlos. Si tienes miedo, abrígate de él. Cuándo tenemos miedo es señal de que en nuestra vida pueden pasar cosas interesantes. Y no mires al futuro con los mismos parámetros con los que lo hacías en el pasado. Tú ya no eres el mismo. Es un error de cálculo en la mirada:

“El error es mirar lo de ayer con ojos de hoy,
querer que las cosas vuelvan a ser igual
cuando tú ya no eres el mismo,
como si se pudieran reciclar los suspiros
o dar un mismo beso por segunda vez.
Los mudos no gritan, los sordos no ven la música,
con las cinco letras que se escribe tarde
no puedes escribir ahora,
el amor que fue, ese ya nunca vuelve.”

-Marwan-


Tu magia son los ojos del lobo que acechan una nueva oportunidad
Como vas a poder volver a creer en cosas bellas cuando te refugias en el regazo confortable de la melancolía, cuando te arrinconas con recuerdos y negación en el túnel de tu propio olvido. Cuando le niegas a tu alma poder poner en práctica esa magia tuya con otras personas y en otras situaciones.

La melancolía hace poemas, escribe canciones, pinta cuadros, escucha quejas y seca lágrimas…pero no reconstruye vidas. Así que plántate en un nuevo punto de partida, herida pero sabia, y lleva como estandarte a lo que vayas a vivir un ligero equipaje: fe, magia, esperanza y voluntad.


“La esperanza tan dulce
tan pulida tan triste
la promesa tan leve
no me sirve
no me sirve tan mansa
la esperanza
la rabia tan sumisa
tan débil tan humilde
el furor tan prudente
no me sirve
no me sirve tan sabia
tanta rabia.”

-Mario Bennedetti-


La melancolía solo sirve cuando te incita a vivir el futuro
Así que si vas ligero de equipaje pero con el corazón lleno de esperanza, otra época dorada vendrá. No de esas que te harán rico, el centro de las miradas o en la que por fin consigas poner todo en orden. Si tienes confianza y fe en que te lo mereces, vas a tomar partido por tu vida y ella te lo devolverá con creces.

Volverás a conocer personas que saquen de ti lo que ni tú mismo imaginabas que tenías. Tus recursos para saber desenvolverte estarán otra vez a prueba, al igual que tus viejas inseguridades, esas que te han sacado de tantos apuros después al saber superarlas.

Esas que han hecho de ti una persona bella, no otra persona más entre la masa. Que emanan de ti y te hacen seguir pareciendo inocente aunque las arrugas ya se hayan posado en tu rostro. Pero tener una mente inquieta que duda con algunos pasos no es un lastre, es como tener un libro abierto dispuesto a llenarse con nuevas páginas de emoción y sentimiento.

Lo que aprendes de la vida es que nunca es tarde para aprovechar tu magia
A lo largo de la vida uno aprende que cuando parece tenerlo todo controlado, algo falta. Que los finales inacabados suelen ser los más bellos. Que los errores acumulados no te convierten en un torpe o en un amargado, si no en alguien que busca una nueva oportunidad para demostrar la gran cantidad de cosas aprendidas.Ahora eres más sabia.

También aprendemos que la aventura es peligrosa, pero que la rutina es mortal. Que a veces buscamos volver a un lugar seguro como viejos guerreros que después de tanto recorrido buscan que le laman sus heridas, escuchen sus logros y sus lamentos.

Pero así es la vida, una sucesión de estados y de vivencias por las que debemos pasar no con estado melancólico, sino con ganas y actitud, la melancolía vendrá luego, y otra vez y otra vez, pero tu magia no consiguió pararse cuando llevando a cabo el primer plan pensado te llevaste una decepción.

Siempre hay que tener un plan A,B,C,D y dentro de todos ellos varias rutas. ¿Pero qué es eso para ti? Si mantienes la magia viva, pasarás por todos ellos y te habrá encantado el viaje. Así que si estás arrinconado en esa esquina pensando que la magia ya nunca vendrá, mírate en un espejo, y la encontrarás. Solo queda, que la eches a rodar.


Por Cristina Roda Rivera



 

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