Autoestima y otros temas de psicología

Tenemos diferentes culturas pero un mismo corazón


A lo largo de las diferentes épocas de nuestra historia hemos ido forjando culturas, lenguas, costumbres y valores diversos en todo el mundo. Ante esta realidad, parece inevitable hacernos una pregunta, ¿por qué lo diferente a menudo nos asusta? Si la diversidad cultural nos aporta aprendizaje, nuevos puntos de vista y riqueza emocional, ¿cómo podemos reconciliarnos con lo desconocido?

“Conocer nuevas formas de relacionarnos nos pueden aportar mucha riqueza emocional a nuestra vida” .

¿Por qué lo desconocido nos asusta?
Lo que no conocemos nos da miedo y ante esta emoción puede surgir el rechazo y los prejuicios. Mucho de lo que desconocemos nos generan inseguridad y nos encierra en nuestro mundo interior. Pensar en personas diferentes, distintas costumbres y maneras nuevas de hacer las cosas nos puede llevar a querer sobreproteger lo que sentimos como propio. Incluso podemos considerar que esto que es propio está siendo amenazado.

Cuando sentimos miedo, podemos tener 3 reacciones diferentes: la huida, el ataque o la paralización. Las tres maneras de comportarnos son estrategias de defensa ante lo que nos asusta. Por tanto, la respuesta natural al miedo es la protección. ¿Y cómo nos protegemos de lo diferente? En ocasiones, mediante el rechazo y la disciminación. Entonces, nos podemos encontrar con personas que cierran su corazón a lo diferente por miedo a ser atacados o invadidos.

Preferimos la zona conocida
En la zona de confort o zona conocida se sitúan aquellos procedimientos o situaciones que de alguna manera tenemos dominados y que se encuentran lejos de desafiar nuestras capacidades. Por esto mismo, movernos en esta zona no suele generarnos mucha tensión. Lo que es desconocido y puede llegar a asustarnos se encuentra fuera de esta zona. Uno de los temores que aparecen cuando nos planteamos salir de nuestra zona de confort es la sensación de que lo nuevo invalida lo de siempre.

Cuando en realidad, puede ser justo lo contrario, los nuevos aprendizajes enriquecen y suman bagaje en vez de restar. Conocer nuevas formas de relacionarnos, de cocinar, de enseñar, de vivir, independientemente de dónde sea su procedencia, nos pueden aportar una gran riqueza emocional a nuestra vida.

Aceptar la diversidad abre el corazón
Los diferentes idiomas, las diferentes culturas, nos abren la posibilidad de un aprendizaje inmenso hacia cosas que ni hubiéramos imaginado conocer. ¿Te imaginas descubrir que no eres tan diferente de los demás? ¿Te imaginas averiguar que tu ADN está compuesto de muchas procedencias dispares? Esto es lo que les pasó a los chicos que dejaron que les realizaran un análisis de su ADN. Encontraron que en realidad, no eran tan diferentes de los demás como habían pensado, tenían muchas más cosas en común de lo que imaginaban.

"Nuestros orígenes no son tan diferentes, porque en lo esencial, sólo somos un ser humano intentando conectar con otro ser humano”.


Las diversidad cultural nos enriquece
Las diferencias nos permiten por tanto, dar lo mejor de nosotros mismos. Nos llevan a descubrir aspectos inimaginables de nuestro ser, las diferencias con otras personas nos permiten por ejemplo:

  • Conocer nuevas maneras de enfocar una situación, ampliando los puntos de vista desde los que la consideramos y dando espacio a nuevas formas de pensar, incluso de sentir.
  • Reconocer que cada persona tiene su historia. Cada persona y cada cultura tiene su historia que contar, y es importante respetarlos y escucharlos, antes de lanzarnos a juzgar.
  • Dar espacio a poder viajar y conocer las maravillas del mundo, para conocer nuevos paisajes y personas que nos aporten nuevas ideas y más perspectiva de las situaciones.
  • Recordar que no estamos solos, hay más gente que nos acompaña en este mundo. Esto nos permite dejar pensar que nuestra cultura es la única válida, y la única merecedora de explorar.
  • Aprender que todas las culturas pueden aportarnos algo, incluso aunque no tenga nada que ver con nosotros.
Diferentes culturas un mismo corazón
Al final, por muchas diferencias que nos separen, todos tenemos un mismo corazón que late día a día y minuto tras minuto. Si empezamos a ver lo que nos une y no lo que nos separa, vamos averiguar que el otro nos da mucha paz y serenidad aún con sus diferencias. Nuestros orígenes no son tan diferentes, porque en lo esencial, solo somos un ser humano intentando conectar con otro ser humano, qué grande y qué sencillo a la vez.

La vida va mucho más allá de nosotros. La sensibilidad y el amor nos unen y nos hacen únicos como seres humanos. Reconciliarnos con las personas de origen cultural diferente al nuestro nos permite darnos cuenta que tenemos la oportunidad de crecer emocionalmente a través de otras personas y costumbres.

Por Adriana Reyes Zendrera


 
Reducir la negatividad del entorno

Pocos cosas nos afectan tanto como la negatividad del entorno, ya sea en casa, en el centro de trabajo o en el lugar de estudios. La negatividad nos resta energía, desvía nuestra atención y reduce nuestro rendimiento. Esta negatividad empieza poco a poco a filtrarse en nuestra vida y nos hace cada vez más infelices.

Intentar reducir la negatividad en nuestro entorno es importante para conseguir ser más productivos y más felices. Pero también lo es para que los que estén a nuestro alrededor se sientan también mejor y juntos podamos crear un ambiente agradable y positivo que fomente las buenas relaciones, la creatividad y que, en definitiva, nos ayude a ser un poco más felices.


“El pesimista ve dificultad en toda oportunidad. El optimista ve oportunidad en toda dificultad.”
-Winston Churchill-

Algunos consejos para reducir y evitar la negatividad en el entorno
En primer lugar, es importante no imponer a ninguna persona “porque sí”, lo que tiene que hacer, sin pensar antes en ella y sin hablarlo previamente. Esto es fundamental para aquellas personas que tienen responsabilidades sobre otros, como jefes ante sus empleados o subordinados, profesores antes sus alumnos, padres antes sus hijos, etc.

Las personas se sienten mucho mejor cuando hacen algo que han decidido hace voluntariamente, aunque sea su obligación. En esta línea, pedir las cosas por favor, solicitarlo como una petición y no como una imposición y dar las gracias son pequeños gestos que hacen más agradable el día a día con las personas a nuestro cargo.

En relación a lo anterior, darle a los otros la oportunidad para que decidan acerca de lo que tienen que hacer y cuándo hacerlo favorece la comunicación y fomenta la responsabilidad. Algo que a la larga mejora el ambiente, puesto que las personas hacen las cosas que tienen que hacer porque quieren. El entorno que se crea por personas responsables es siempre más positivo que el que se crea por aquellas que esperan pasivas órdenes.

Respeto y sentimientos
Otra manera de reducir la negatividad en el entorno es dar la oportunidad a las personas de expresar sus opiniones sobre lo que se tiene que hacer y dejar que expresen cómo se sienten. En este sentido, es importante adelantarse observando la actitud de los demás, así como su lenguaje no verbal para intentar mejorar lo posible para que se sientan mejor y, por lo tanto, sean más positivos.

Por otra parte, una forma eficaz de aumentar el ambiente positivo en nuestro entorno es tratar a los demás con respeto como lo que son o queremos que sean, así como ser coherentes entre lo que decimos y hacemos. En esta línea, también es importante no creerse mejor o más que los demás simplemente porque se ocupa cierta posición sobre los otros o en otros aspectos de la vida.

Otra forma de reducir la negatividad del entorno es hacer que los demás se sientan que forman parte del todo que los mantiene es ese ambiente, que son importantes. Para ello deben ser partícipes de lo que pasa, tomar parte en las decisiones que les incumben y ser capaces de expresarse con claridad y sinceridad.

Enfrentarse a la negatividad
En el caso de que seamos “víctimas” de un entorno cargado de negatividad, es importante hacer lo posible para que no nos afecte, siendo responsables con lo que tenemos que hacer, preocupándonos por mejorar día a día y centrándonos en nuestros objetivos personales.

Además, es importante transmitir alegría y optimismo para que, en la medida de lo posible, podamos compensar la negatividad existente. Por supuesto, es fundamental evitar, siempre que se pueda, que los demás “laven sus trapos sucios” con nosotros. Muchas personas se sienten mejor compartiendo sus problemas y sus malos humores, pero es un gran error, porque con eso solo se consigue crear aún peor ambiente.

“El mundo es lo que creemos que es. Si podemos cambiar nuestros pensamientos, podemos cambiar el mundo.”
-H.M. Tomlinson-

Es importante tomarse tiempo para analizar en qué medida cada uno puede ayudar a mejorar su entorno para que sea más positivo y asumir su parte de responsabilidad para que todos los miembros de un grupo estén en un entorno mejor.

Por Eva Maria Rodríguez

 
Hay quien discute por todo y quien te hace reír con todo



Hay quien tiene el arte de desenredar el nudo de toda dificultad y de hacerte reír hasta que te duela el estómago. Lo hacen porque sí, porque la vida para esa persona tiene música, tiene rima y es sencilla. En cambio, otros discuten por nada y se ofuscan por todo, solo ven muros donde otros vemos puentes, traen tormentas en días de calma y enfados sin sentido que gestan distancias.

¿Por qué son tan complejas las relaciones humanas? Podríamos decir aquello tan manido de que en nuestro día a día, siempre será mejor evitar a quienes gustan de alterar nuestro equilibrio psicológico para quedarnos solo con quienes nos regalan alegrías. Sin embargo, este principio de salud elemental no siempre puede cumplirse, porque para convivir hay que saber entender perspectivas ajenas y ante todo, hay que aprender a sobrevivir en todo escenario, esté habitado por seres nobles o dragones iracundos.

En ocasiones, quienes discuten por todo pueden estar atravesando un proceso depresivo. Otras veces, quienes se ríen de todo aplican en realidad un humor agresivo o incluso auto-destructivo. Todo estilo comportamental tiene sus extremos y tiene por encima de todo sus significados. Debemos entenderlos, debemos ser sabios lectores y traductores de esos mundos ajenos que orbitan a nuestro alrededor influyéndonos con sus eclipses y sus mareas…


Los que nos hacen reír por todo…. ¿son siempre personas felices?
Peter McGraw es un psicólogo de la Universidad de Colorado, famoso por haber creado el “laboratorio del humor”. En este departamento se estudia, por ejemplo, el impacto del humor como terapia y el uso de la risa como “fármaco” para mejorar la calidad de vida de enfermos crónicos o enfermos de cáncer. La ciencia apoya estas iniciativas, aunque se ha demostrado eso sí, que más que la risa, lo que mejora el día a día de estos pacientes es su actitud, su optimismo y su fuerza interna.

Asimismo, el doctor McGraw ha establecido en su teoría la diferenciación de 4 tipos de humor. Porque en ocasiones, muchas de esas personas que nos hacen reír por todo, no siempre son felices, no siempre son el reflejo de un adecuado bienestar interior. Vale la pena ahondar en estas categorías para comprender mejor este tipo de dinámicas que vemos en nuestro día a día.

  • Humor agresivo. Esta práctica es muy común en quienes nos hacen reír a través de la ironía y del sarcasmo más cínico, ahí donde se cosifica o ridiculiza a terceras personas.
  • Humor como auto-mejora. Este tipo de humor es de los más saludables puesto que resulta muy útil a la hora de gestionar el estrés. Es cuando alguien es capaz de reírse de sí mismo para relativizar un mal día, un error cometido, para ironizar con un defecto que no logra mejorar o incluso para quitar tensión a un momento dado.
  • Humor auto-agresivo. Sería sin duda la otra cara de la moneda del humor que busca mejorarse. En este caso, se utiliza la agresividad contra uno mismo, bien por una notable baja autoestima, por la impronta de una depresión o porque uno busca victimizarse y llamar la atención de quienes le envuelven.
  • Humor afiliativo. Por último, tenemos la expresividad del humor más vivificante, útil y maravilloso, es ese que procede de alguien que nos hace reír con el fin de unir más el vínculo entre nosotros, para construir una complicidad, para aportar felicidad, conexión y un bienestar real.



“La vida hay que tomarla con amor y con humor. Con amor para comprenderla y con humor para soportarla”

Así, y vista la clasificación anterior, nos queda claro que cuando decimos que alguien tiene un “gran sentido del humor” necesitamos saber realmente qué tipo de humor practica y de qué manera impacta en los demás. Todos hemos experimentado ese instante en que alguien nos hace reír, pero la sensación que nos impregna es extraña e incómoda, como si advirtiésemos al instante una sombra malintencionada.

Los que discuten por todo… ¿disfrutan tanto complicando la vida a los demás?
Tal Ben-Shahar, profesor de Psicología positiva en Harvard es conocido por ser el “gurú de la felicidad”. Sus numerosas publicaciones sobre las emociones y los estados de ánimo son siempre una interesante referencia a la hora de comprender mejor determinados comportamientos, como por ejemplo, ¿qué hay detrás de esas personas que discuten por todo y que parecen disfrutar tanto complicándose y complicando la vida a los demás?

La respuesta es sencilla: infelicidad. Ahora bien, tras esta desoladora palabra -nadie merece experimentar tal abismo- se halla todo un caleidoscopio de dinámicas mal gestionadas, mal afrontadas, mal resueltas. Por ejemplo: escasa capacidad para tolerar la frustración, pobres estrategias para resolver los problemas, expectativas poco realistas, visión de túnel, falta de pensamiento reflexivo, baja autoestima, una inteligencia emocional bajo mínimos…

Todos podemos pasar por un momento así, complejos instantes vitales donde uno o varios detonantes acaban debilitándonos para empezar a ver problemas a cada instante, para bajar las persianas de nuestra positividad y trasformar cualquier conversación en una discusión. Todos podemos caer en las lagunas del desánimo y en las tuberías del malestar, es respetable y comprensible. Sin embargo, lo que es obligatorio es emerger de estas aguas tóxicas para ser nosotros mismos de nuevo.

Para lograrlo necesitamos voluntad y autocontrol. No hay que caer en el victimismo, se trata solo de recoger los pedazos rotos y como si fuera una precisa artesanía, reparar cada rincón con el pegamento de la autoestima y el barniz de la motivación. De este modo, comprenderemos también que no todos los que se ríen son felices ni los que discuten por todo son causas perdidas. Todos podemos sanarnos, todos podemos hallar el equilibrio y la felicidad.

Por Valeria Sabater


 
Una fábula sobre el amor


Si nos pusiéramos a contar las canciones, los poemas, las novelas, las películas, las pinturas y todas las demás formas de expresión que se han referido al amor de pareja, no terminaríamos nunca. Se trata de un tema que parece inacabable, porque siempre aparece una nueva forma de entenderlo, de decirlo. Desde las cándidas manifestaciones del romanticismo, hasta las controvertidas revelaciones del Marqués de Sade o de Anais Nin.

En la actualidad ha hecho carrera la idea del amor como “una tabla de salvación” a que aferrarse, en tiempos donde todo se hunde y todo se renueva como si nada. El amor de pareja es el oasis prometido, aunque se convierta en un campo de batalla.


También es la reafirmación del propio yo, aunque suponga perderse un poco en ese otro yo que amamos. Es a veces la ocasión para desencadenar nuestro cinismo o nuestro sarcasmo, frente a una vida que consideramos infeliz. O nuestro nihilismo, si creemos que no vale creer.

El amor de pareja es considerado una de las metas esenciales de la vida

¿Qué hay de enigmático en un sentimiento que apenas hace unos cuantos siglos no le despertaba la curiosidad a nadie?

La leyenda de Carlomagno
Si me lo preguntas, mi relato favorito sobre el amor lo hizo Italo Calvino, en forma de una pequeña leyenda y referido al gran guerrero de todos los tiempos. Dice así:

“El emperador Carlomagno se enamoró, siendo ya viejo, de una muchacha alemana. Los nobles de la corte estaban muy preocupados porque el soberano, poseído de ardor amoroso y olvidado de la dignidad real, descuidaba los asuntos del Imperio.


Cuando la muchacha murió repentinamente, los dignatarios respiraron aliviados, pero por poco tiempo, porque el amor de Carlomagno no había muerto con ella. El Emperador, que había hecho llevar a su aposento el cadáver embalsamado, no quería separarse de él. El arzobispo Turpín, asustado de esta macabra pasión, sospechó un encantamiento y quiso examinar el cadáver.

Escondido debajo de la lengua muerta encontró un anillo con una piedra preciosa. No bien el anillo estuvo en manos de Turpín, Carlomagno se apresuró a dar sepultura al cadáver y volcó su amor en la persona del arzobispo. Para escapar de la embarazosa situación, Turpín arrojó el anillo al lago de Constanza. Carlomagno se enamoró del lago Constanza y no quiso alejarse nunca más de sus orillas”.

Es evidente la intención de Calvino de darle una nueva lectura a los ardores del amor. Ni siquiera le pone nombre a la afortunada damisela que fue inicialmente objeto de semejante pasión. “Una muchacha alemana”, dice apenas. Luego se pierde por los laberintos de lo absurdo: un celebérrimo guerrero que venera un cadáver y lo hace embalsamar.


¿Nos sugiere que el amor no responde a las exigencias prácticas de la razón? ¿Que desatiende los límites de la cordura y se comporta como la entrada ineluctable en el mundo de lo irracional? ¿De lo inconsciente, tal vez?

Finalmente, nos entrega la mayor revelación: el amor se inscribe en el orden de lo mágico. Y tiene más que ver con nosotros mismos y con nuestros demonios internos, que con el objeto hacia el cual dirigimos el sentimiento.

Las coordenadas del amor
Si te defines como romántico y eres un eterno nostálgico del amor, es probable que en este punto te sientas incómodo. El amor es mayormente cierto sufrimiento, pero “un sufrimiento rico” del que nadie se quiere desprender.

Florentino Ariza, personaje de la novela El amor en los tiempos del cólera, rechazaba con ahínco a todo el que quisiera protegerlo de la brasa en la que cada vez quería consumirse más. En esa lógica se mueve el amor y por eso hace temblar los cimientos de nuestra vida, cuando se presenta como quien no quiere la cosa…

Si algo tiene de valioso este sentimiento es que nos deja justo al borde del abismo donde a veces se nos antoja caer. Nos permite mirar el vacío cara a cara y nos recuerda que “si Dios nos dio la vida solamente para quitárnosla, en cambio nos dio el amor para que podamos plenificarnos” (mal parafraseando un poema de Juan Manuel Roca).

¿Dónde queda entonces la leyenda que con tanta maestría diseñara Italo Calvino? Quizás en la gran paradoja que nos habita. En la infinita soledad que cada uno de nosotros lleva como una marca y en la ilusión de superarla, con la que se dibuja.

En la verdad de nuestro destino como individuos y en la promesa jamás cumplida de ser uno solo con otro ser humano. Tal vez en la misma sentencia enigmática con la que Pablo Picasso dilucidó la razón de ser del arte: “una mentira que nos acerca a la verdad”.

Por Edith Sánchez


 
3 hermosas fábulas chinas



Casi todas las fábulas chinas, especialmente las más antiguas, son pequeñas historias que encierran grandes enseñanzas. Se han ido transmitiendo de generación en generación y muchas de ellas sobreviven hoy en día, corriendo de boca en boca o, como en este caso, de artículo en artículo.

Las fábulas chinas son una forma de literatura popular. Muchas de ellas no han sido escritas, sino que circulan a través de la tradición oral. Representan una manera didáctica de transmitir los principales valores de la cultura oriental a las nuevas generaciones.


En esta ocasión traemos tres fábulas chinas tradicionales. Cada una de ellas se enfoca a mostrar con un ejemplo la forma como los valores o la falta de ellos lleva a determinadas consecuencias. Aquí están para que las disfrutes.

1. La gaviota y la bondad, una de las fábulas chinas más hermosas
Se cuenta que en un viejo reino había un hombre adinerado y poderoso que amaba a las gaviotas. Todas las mañanas se levantaba y miraba hacia el mar, que estaba cerca de su mansión. Se quedaba por horas, extasiado, contemplando esas aves blancas que lo maravillaban.

Un día cualquiera encontró una gaviota en la terraza. Conmocionado por el hallazgo se acercó con cuidado a ella y notó que estaba herida. Con la mayor dulzura la tomó entre sus brazos y ordenó a sus médicos que la curasen. La herida no era muy profunda y la gaviota se curó muy pronto.

Extasiado con ella, el hombre quiso agasajarla. Mandó preparar las mejores comidas para ella… Faisán, carnes exóticas, frutas deliciosas y manjares de todo tipo. Sin embargo, la gaviota no comía nada. El hombre intentaba convencerla, pero ella no accedía. Así pasaron tres días, después de lo cual la gaviota murió.

Esta es una de las fábulas chinas que nos enseñan cómo a veces el amor, en realidad, no es amor, sino egoísmo. El hombre de esta historia creyó que a la gaviota le complacería lo que le complacía a él, no lo que ella necesitaba.

2. El hombre que no vio a nadie
En el antiguo reino de Qi hubo una vez un hombre que tenía una sed insaciable de oro. Desafortunadamente era muy pobre y su trabajo no le permitía obtener grandes riquezas. Apenas contaba con lo justo para sobrevivir. Aún así, vivía completamente fascinado por la idea de obtener oro.

Este hombre sabía que en el mercado había varios comerciantes que ponían hermosas figuras de oro en sus puestos de venta. Tales objetos reposaban sobre un hermoso manto de terciopelo. Los hombres ricos de la ciudad iban allí y los tomaban en sus manos para observarlos. A veces los compraban y a veces no.

El hombre de nuestra historia ideó un plan para apoderarse de una de esas figurillas que brillaban bajo el sol. Así que un día se puso sus mejores ropas y sus mejores adornos. Luego fue al mercado y fingió observar las piezas de oro. Después, sin pensarlo dos veces, tomó una de ellas y salió corriendo. No avanzó más de dos calles cuando fue atrapado.

Los guardias le preguntaron cómo se le había ocurrido robar el oro así, a plena luz del día y con cientos de testigos a su alrededor. El hombre contestó que no había pensando en nada de eso. Solo pensó en el oro y no vio nada más. Esta es una de las fábulas chinas que nos habla sobre la ceguera que acompaña a la codicia.

3. El señor que amaba a los dragones
Este era un hombre llamado Ye, que tenía una afición obsesiva por los dragones. Admiraba su forma, la manera como miraban. Se extasiaba al ver las láminas que los representaban echando fuego por la boca y sometiendo a todos los enemigos con los que se enfrentaban.

Era tal su admiración por los dragones que conocía todas las leyendas que los mencionaban. También mandó pintar gigantescos dragones en su casa, tanto en las paredes como en los techos. Su casa parecía un templo dedicado a los dragones.

Una noche, cuando menos lo esperaba, por una de las ventanas irrumpió la cabeza de un dragón. Sin darle tiempo a reaccionar, comenzó a echar fuego por sus fauces y el hombre amante de los dragones corrió y gritó por todas partes. El señor Ye solo atinó a huir como pudo y casi se vuelve loco de la impresión. Esta es una de las fábulas chinas que nos enseña a amar las realidades concretas, no aquellas que están en nuestra mente.

Las fábulas chinas tienen y tendrán un encanto incomparable. Son la muestra de una cultura milenaria, en la que desde tiempos remotos se le ha dado gran importancia a los valores más sociales.

Por Edith Sánchez

 
¿Qué es el amor platónico?



El amor platónico es una expresión utilizada con gran frecuencia en el argot popular para hacer referencia a un amor imposible o inalcanzable. A pesar de que lleva el adjetivo ¨platónico¨ que lo relaciona con la visión filosófica de Platón, veremos que el postulado de este filósofo, respecto al amor, iba por otra línea.


Sabemos que el amor siempre ha sido un tópico que ha dado mucho de qué hablar. Ha sido y sigue siendo fuente de inspiración para muchos poetas, escritores, pensadores y filósofos desde tiempos memorables, no siendo una excepción este conocido filósofo de la Antigua Grecia llamado Platón.


Puntualizaciones sobre Platón
Platón fue un filósofo griego discípulo de Sócrates y maestro de Aristóteles. Realizó múltiples escritos, entre ellos se encuentran el Banquete y el Mito de las Cavernas. En el primero de estos es donde Platón desarrolla su concepción del amor, que es de donde se tomará la base para definir el amor platónico.

El amor para Platón es la motivación que nos lleva a conocer y contemplar la belleza en sí. Sin embargo, la belleza contemplada desde el dualismo, que es uno de los hilos conductores de su filosofía. Esta corriente filosófica -el dualismo- se basa en el postulado de que la realidad esta conformada por dos sustancias independientes y que jamás se mezclan: el espíritu (forma) y la materia.

Estas dos sustancias pueden juntarse, pero no mezclarse. Platón consideraba que el ser humano estaba compuesto por alma y cuerpo, donde el alma pertenecía al plano de las ideas y el cuerpo al material. Por tanto, el alma coexiste con el cuerpo, en el que precisamente se encuentra atrapada; siendo independientes, eso sí, las dos realidades.

A partir de esta concepción filosófica, Platón desarrolla su concepto de amor. Malentendido por muchos, llegando a plantear que la noción del amor platónico proponía un amor abstemio o espiritual, cuando no era tal. El amor que proponía este filósofo, caminaba por la senda intermedia; evitando la promiscuidad, pero también la abstinencia, ya que para él la moral significaba contención.

El amor
La gran cantidad de usos, significados y sentimientos que abarca este concepto hace que la tarea de redactar una definición no sea fácil. Así, una de las características vertebradoras del amor es que se trata de un concepto universal que alude a la afinidad entre seres humanos.

En castellano, la palabra amor abarca una gran cantidad de sentimientos diferentes. Va desde el deseo pasional y de intimidad del amor romántico hasta la proximidad emocional asexual del amor familiar. También incluye la profunda devoción o unidad del amor religioso.

Sea cual sea el tipo de amor del que se esté hablando, las emociones que están presentes son sumamente poderosas, y si se quiere podrían ser catalogadas como irresistibles, siendo imposible huir de ellas. Es en sí un importante facilitador de las relaciones interpersonales; por lo que es fuente de inspiración de las artes y objeto de estudio para la psicología.


“Lo que se hace por amor está más allá del bien y del mal”.

-Friedrich Nietzsche-

¿Qué plantea el amor platónico?
El adjetivo “platónico” adherido al concepto de amor alude a la doctrina de este filósofo griego. Platón, en el discurso de Sócrates, apunta que el amor es la motivación o impulso que nos lleva a intentar conocer y contemplar la belleza en sí. En amar las formas o ideas eternas, inteligibles, perfectas y que van más allá de la belleza física que se puede apreciar -sin embargo, no la excluye-.

En otras palabras, para este filósofo el amor surge del deseo de descubrir y admirar la belleza. El proceso se inicia cuando alguien aprecia la belleza física y después progresa hacia la belleza espiritual. Teniendo como estadio máximo la admiración pura, pasional y desprendida de la esencia de la belleza.


Así, el amor platónico no tiene que ver en sí con un amor inalcanzable o imposible. Tiene que ver con un amor que trasciende las fronteras de la belleza física, siendo tal vez eso lo difícil de alcanzar. No hay en absoluto elementos sexuales, sencillamente porque el auténtico amor para Platón no es el que se dirige a una persona sino el que se orienta hacia la esencia trascendente de la belleza en sí.

En la obra ¨El banquete¨ de Platón se expone este postulado de esta forma:

“[…] Debe considerar más valiosa la belleza de las almas que la del cuerpo, de suerte que si alguien es virtuoso del alma, aunque tenga un escaso esplendor, séale suficiente para amarle, cuidarle, engendrar y buscar razonamientos tales que hagan mejores a los jóvenes, para que sea obligado, una vez más, a contemplar la belleza que reside en las normas de conducta y a reconocer que todo lo bello está emparentado consigo mismo, y considere de esta forma la belleza del cuerpo como algo insignificante”.

La belleza y el amor en Platón
Según Platón, al encontrarnos con la belleza surge en nosotros el amor, que puede definirse como el impulso o la determinación que nos empujan a conocerla y contemplarla. Se trata de una serie de fases que se dan de forma gradual. Apreciando en cada una de ellas un tipo de belleza particular:

  • Belleza corporal: es la primera fase. Inicia con el sentimiento de amor hacia un cuerpo bello en particular que evoluciona a apreciar la belleza en general.
  • Belleza de las almas: después de supera la barrera de apreciar y enamorarse del aspecto físico de una persona, comenzamos a enfocarnos en el interior de esta; teniendo que ver con lo relacionado al plano moral y cultural de la persona. En esta fase del amor se trasciende de lo corporal, lo físico a lo interno, el alma.
  • Belleza de la sabiduría: el camino de apreciar la belleza del espíritu, del alma, conduce inequívocamente al amor por los conocimientos, las ideas; esto va más allá de la persona amada.
  • Belleza en sí misma: cuando se ha sido capaz de superar las tres fases anteriores, se abre una nueva y última puerta que es la posibilidad de experimentar el amor por la belleza en sí misma, desprendida de cualquier objeto o sujeto. Viene a ser el nivel de amor supremo, el más grande.
Este último paso se caracteriza por conocer de forma apasionada, desinteresada y pura la belleza. Contempla un sentimiento que no se corrompe ni altera con el paso del tiempo. Por lo tanto, no se trata de un amor imposible en sí, sino de uno que se basa en la apreciación de las ideas y las formas perfectas, inteligibles y eternas.

¿Por qué se relaciona al amor platónico con un amor inalcanzable?
La expresión ¨amor platónico¨ fue utilizada por primera vez por Marsilio Ficino en el S.XV. Siendo que, el amor platónico era un amor centrado en la belleza del carácter y en la inteligencia de una persona, y no en su apariencia física. No obstante, es un amor únicamente presente en el mundo de las ideas, donde se considera perfecto e incorruptible.

Según Platón, en la realidad no es posible alcanzar la pureza de este sentimiento debido a que el amor no se basa en intereses, sino en la virtud. Es decir, vendría a ser un amor perfecto y la perfección es en sí solo una ilusión en el mundo real -no existe nada perfecto,- solo puede ser posible en el mundo de las ideas de forma perfecta.

Para simplificar el tema, se puede decir que se entiende por amor platónico a aquel que se idealiza y que no abarca el deseo sexual. Por extensión, en el lenguaje coloquial se menciona el amor platónico como el sentimiento romántico que se tiene por una persona que, por algún motivo, resulta inalcanzable. Por ende, dicho amor no puede incluir un vínculo sexual.

En este sentido, la expresión tiene congruencia con lo que plantea este filósofo respecto al amor; sin embargo, solo está abarcando un espacio ínfimo de a lo que la concepción de amor platónico se refiere, por lo que convierte a la expresión en un error de uso coloquial y frecuente.

¿Qué contempla el amor platónico?
Según Platón, lo Bello es igual a lo Justo, a lo Bueno, a lo Verdadero. Así, el amor busca, porque lo necesita, lo Bello, lo Justo, lo bueno, lo Verdadero, lanzándose tras de ello. En resumen, el amor platónico alude a la tarea de buscar y encontrar la parte del alma que nos falta, en una persona, sí, pero en una persona que representa para nosotros todo lo bueno, todo lo bello, todo lo verdadero, todo lo justo.

Por tal motivo, el amor platónico no es realmente un amor imposible o inalcanzable. Es un camino medio que evidentemente puede incluir lo sexual, mas no es su punto central. Se puede generar y fecundar más que el cuerpo, es poder enamorarse de las ideas, del alma de ese otro ser y ello no implica necesariamente la exclusión de lo corporal, lo sexual. Implica una inclusión, pero a su vez trascender a la misma.

Por Daniela Alós

 
Hay personas que dan su opinión como si fueran “verdades universales”



Hay personas así, de las que nos regalan su indiscutible opinión sin que se la pidamos, de las que proclaman su sinceridad porque con ella dicen ayudar a los demás diciéndoles aquello que supuestamente necesitan. Son perfiles con el ego encumbrado que nos venden sus opiniones como si fueran verdades absolutas, haciendo siempre uso de la crítica más mordaz o del lado más negativo.

“Está claro que siempre buscas las parejas menos acertadas, ya te digo yo que esa persona te va engañar en cuanto le sea posible”. “Te lo digo por tu bien. Será mejor que te quites ese objetivo de la cabeza porque esa idea te viene grande”. “Estas cosas te pasan porque no tienes carácter y porque está claro que nunca vas a aprender de tus errores”…

Este tipo de frases, más que opiniones son rotundas sentencias. Puesto que muchos de nosotros hemos sufrido en más de una ocasión los efectos de dichas situaciones, es importante recordar que aunque todos tengamos pleno derecho a dar nuestra opinión, lo que no es concebible es que se use para hacer daño, para humillar o despreciar. Aún más, es necesario saber que las opiniones son meras expresiones personales, simples reflejos del mundo emocional y cognitivo de las personas que la emiten.

Sin embargo, tal y como decía Leonardo Da Vinci, el peor de los errores del ser humano es llegar a creerse el engaño de sus propias opiniones, porque no hay peor ignorancia que la de quien llega a pensar que sus valoraciones personales son verdades universales.

Nuestra opinión puede actuar como un grillete
Nuestras opiniones pueden ser en muchas ocasiones nuestros propios grilletes. Pensemos en ello por un momento: cuando alguien opina sobre nosotros lo hace desde su propia realidad, su experiencia y sus valores. Hasta aquí todo normal, es lo esperable y lo comprendemos. Sin embargo, también se aplica en este proceso lo que en psicología se llama “sesgo de atención”/”sesgo de confirmación”.


Es decir, hay quien percibe solo lo que desea ver, quien se limita a observar solo ciertos aspectos y no otros para emitir juicios inexactos y tremendamente sesgados. Así, la llamada teoría de la elección racional nos dice también que muchos de esos heurísticos que aplicamos a nuestros pensamientos y opiniones responden a meras "intuiciones", a valoraciones simplistas que nos hacen caer en más de un error.

Todo ello nos lleva sin duda a entender por qué ciertas personas se aplican sus propios grilletes mentales al concluir en hechos tan cuestionables como que “las mujeres son débiles por naturaleza”, “los niños necesitan mano dura para aprender” o “todos los que practiquen una religión diferente a la mía son "terroristas".

Debemos ir con mucho cuidado por tanto ante quienes hacen uso de sus opiniones como si fueran verdades únicas, excluyentes y universales, porque no hay nada que defina tanto a una persona como sus propios comentarios.

Por otro lado, y esto también lo habremos notado en más de una ocasión, quien suele hacer uso de estas opiniones tan determinantes y dañinas suele reaccionar de forma muy negativa, incluso llevan dolo al terreno personal, cuando intentamos rebatir sus argumentos aportando principios lógicos y razonables. No las aceptarán ni las escucharán, porque esos grilletes mentales dan forma a un pensamiento muy rígido. De hecho, no falta quien define a este tipo de personas como nuestros “trolls” de la vida real.

Si vas a darme tu opinión, que sea útil por favor
Todos podemos y debemos dar nuestra opinión sobre aquello que deseemos. Sin embargo, es necesario hacerlo desde el escalafón respeto, no desde el trono de la ofensa. No importa que sea una verdad y que esta duela, si nos es útil y decisiva, bienvenida sea.

Intentaremos por tanto controlar esas valoraciones que, aunque no nos demos cuenta, nos llegan directamente desde la amígdala cerebral, ahí donde prima en exclusiva emociones como el miedo, el odio o la furia, ahí donde uno opina con el fin de hacer daño, de etiquetar o menospreciar a los demás con el deseo expreso de estar por encima del resto.

Por otro lado, en esta sociedad donde abundan en exceso esas opiniones fuertes pero débilmente sostenidas traducidas en frases como “votadme o el mundo será un caos”, “comprad este producto y seréis "felices" o “adelgaza, vístete así, haz esto y tendrás éxito social”, es necesario que aprendamos a practicar otro tipo de pensamiento, de enfoque personal.

Aprendamos a desapegarnos un poco de nuestras opiniones para permitirnos ver qué hay más allá. Antes de decirle a nuestra amiga, por ejemplo, que ese vestido que lleva es horrible, preguntémonos primero si lo lleva porque le gusta y porque su estilo de vestir es simplemente, diferente al nuestro. Asimismo, nunca está de más recordar también el siempre útil filtro de las tres verdades de Aristóteles:

  • ¿Estás completamente seguro de que lo que vas a decir es cierto?
  • ¿Lo que vas a decir es bueno?
  • ¿Esa opinión que vas emitir puede ser útil para esa persona en concreto?
Si la respuesta a esas tres preguntas es positiva, hagámoslo, demos el paso de dar nuestra opinión para mejorar así la convivencia, garantizar el respeto entre nosotros, creando así relaciones más válidas y significativas.

Por Valeria Sabater



 
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El amor no todo lo soporta



El amor es una cosa esplendorosa. Todos tenemos esa película favorita donde los protagonistas se juran amor eterno y luchan contra un sinfín de obstáculos con tal de seguir con el amor de su vida y ser felices para siempre. Pero en realidad, en la vida diaria el amor no es así.

“Amar no es solamente querer, es sobre todo comprender.”
-Françoise Sagan-

El gran error en la concepción del amor
Las relaciones son hermosas, pero también pueden dejar de serlo y convertirse en una especie de esclavitud. Si empiezan a causar envidia las relaciones ajenas o si descubres que se han puesto límites que no había antes (cómo vestir, a quién ver, etc.), posiblemente se habrá caído en una relación tóxica.

Las relaciones tóxicas son mucho más frecuentes de lo que creemos, ya que en las telenovelas, en las películas y hasta en las revistas nos dicen que cuando uno ama de verdad a alguien “todo lo tolera, todo lo acepta y todo le parece bien”, pues si no, no es amor de verdad, y ese es un GRAN ERROR.

Pensar, como pareciera esperarse, que sin esa persona “tu vida no tiene sentido” es muy peligroso. Una relación bajo una perspectiva de este tipo puede ir minando tu autoestima por permitir que el otro imponga límites en tu vida. Hacer bromas pesadas que causen malestar en el otro, ser frío emocionalmente o manipular bajo la consigna de “es lo mejor para ti” entran en esta categoría.


Pues bien, si te has identificado, calma. Lo importante es que ahora lo sabes y podemos dar marcha atrás.



“Una relación sin querellas es aburrida, y una relación con demasiadas querellas es tóxica. Lo deseable es que la relación tenga un grado óptimo de conflictos.”
-Gregoy Bateson-


¿Cómo salir de una relación tóxica?
Lo primero e imprescindible es que te de cuenta de ello
. Es importante que seas consciente de que en realidad tu pareja no te está dejando ser libre y de que, en lugar de ayudarte a mejorar, te está “orientando” como si fueras incapaz.

En segundo lugar, valórate. Reconoce que eres una persona llena de virtudes y características que son valiosas por el simple hecho de ser tú. Tienes sueños, y la persona que esté a tu lado debe apoyarte en ellos y ser tu compañero, no un obstáculo más que sortear.

Y en tercer lugar, sé independiente, no necesitas a nadie. Todo está en ti, todo lo que necesitas y puedes querer de la vida, todo se te ha dado en ti mismo. De ti dependen tus sueños, tu vida y tus deseos, repítelo cuantas veces te sean necesarias y de preferencia ante un espejo.

“Nunca por encima de ti, nunca por debajo de ti, siempre a tu lado.”
-Walter Winchell-

¿Y si no lo puedo arreglar?
Si no hay forma de hacerle entender a tu pareja de que eres una persona por ti misma y que no tiene por qué ponerte límites u obligarte a pensar diferente; si no puede dejar de hacerte sentir mal con sus menosprecios ¡corre!

Lo más importante es que te alejes completamente (en esos casos) y cortes todo contacto para que dispongas del tiempo suficiente para sanar las heridas que te han dejado. Quizás te enfrentes a un síndrome de abstinencia, pero analiza si ha bajado tu ansiedad o inseguridad, pues ya no hay nadie que te minusvalore.

Piénsalo, y poco a poco ve desprendiéndote de eso que te ata y te oprime. Además, siempre recuerda todo lo que te hacía sentir mal tu expareja. Si es más que los buenos momentos, créeme, hiciste la mejor decisión.

Por Lorena Díaz Morales

 
5 secretos sobre el poder curativo de la amistad


Cuando te encuentras mal y compartes tus sentimientos con un amigo, te sientes más arropado, entendido e incluso logras ver las cosas desde otro punto de vista. Somos animales sociales y para ser felices necesitamos relacionarnos con otras personas. Es difícil ser plenamente feliz sin relacionarse con nadie. Es difícil ser plenamente feliz sin haber experimentado la amistad de verdad.


Un amigo es alguien que no pertenece a tu familia pero que percibes como a un hermano, un padre, una madre. Es alguien que puedes sentir más cercano a veces que a tu propia familia. Así es la amistad.


“La amistad es un alma que habita en dos cuerpos, un corazón que habita en dos almas”

-Aristóteles-

Los efectos de la falta de amigos
En la Universidad de Brigham Young (Estados Unidos) se llevó a cabo un estudio que llegó a la conclusión, tras estudiar a trescientas mil personas durante siete años, que la falta de relaciones personales equivalía a fumar quince cigarros al día o a tomar seis vasos de bebidas alcohólicas.

Por lo tanto, la falta de amigos, es peor para la salud que una vida sedentaria o que el alcoholismo.

Distancia frente a los falsos amigos
Hay personas que se ponen la máscara de amigos, que se consideran nuestros amigos, pero que nos juzgan, nos tratan con indiferencia o nos dejan de lado. Esas personas no son amigos, son gente que es necesario apartar de nuestra vida, para dejar entrar a otras personas que nos aporten alegría y plenitud, personas de las que aprendamos cosas cada día, que nos apoyen.

A un amigo falso lo puedes detectar fácilmente con estas sencillas claves:

Amistad rápida
Una buena amistad se forja con el tiempo, con años de relación a lo largo de nuestra vida. Un amigo que surge de un día para otro no es realmente un amigo. Es necesario que transcurra el tiempo, que sucedan cosas buenas y malas y ver cómo evoluciona la relación de amistad.

Amistad interesada
Aquellas personas que se consideran amigas pero que desaparecen cuando las cosas van mal y reaparecen cuando van bien, no son amigas.

Un amigo de verdad siempre está ahí, para celebrar tus alegrías y abrazarte y darte aliento en los malos momentos

Crítica destructiva
Un amigo no te hace una crítica para hundirte, sino para ayudarte, y sabe hacerla con empatía, poniéndose en tu lugar. Una persona que te critica de forma deliberada, a tus espaldas y que te hace daño, no es tu amiga.

En cualquier situación en la que sospeches de las intenciones de un supuesto amigo, fíate de tu intuición, pregúntate: ¿Cómo te hace sentir esa persona? Si piensas que una persona no te aporta nada, no cortes la relación radicalmente pero date un tiempo para observar cómo evoluciona.

“No pases el tiempo con alguien que no esté dispuesto a pasarlo contigo”
-Gabriel García Márquez-

Beneficios de la amistad
La amistad de verdad, sincera y desinteresada, nos hace sentir plenos y nos alienta a seguir adelante. Una amistad puede durar años o toda una vida y aportarnos muchos beneficios.

Previene el sentimiento de soledad
La soledad a veces es una buena compañera que nos permite conocernos y aceptarnos, pero en algunas ocasiones es necesario superar el aislamiento y salir ahí fuera a relacionarnos con nuestros amigos. Los verdaderos amigos nos harán sentirnos acompañados, acunados, arropados. Al igual que haremos nosotros con ellos cuando se sienta mal.

Mejora la salud mental
William Bukoski publicó una investigación en Development and Psychopathology en la que demostró que la depresión en la infancia está directamente relacionada con la ausencia de amigos. Se ha comprobado además, que los niños realizan más actividades físicas cuando juegan con amigos.

Aumenta las expectativas de vida
Durante diez años, varios científicos australianos, realizaron un seguimiento a mil quinientas personas, por el que concluyeron que en las personas con un amplio círculo de amistades las posibilidades de fallecer se reducen en un 22%. Por lo tanto, tener buenos amigos y rodearte de ellos, apoyarte en ellos, alarga la esperanza de vida.

Protege nuestro corazón
Un estudio realizado por la Universidad de Duke (Estados Unidos) realizado entre mil personas solteras con enfermedades del corazón, reveló que transcurridos cinco años, sólo sobrevivían el cincuenta por ciento de los afectados que no contaban con un amigo de confianza. Frente al ochenta y cinco por ciento de supervivientes entre los que tenían al menos una amistad.

Ayuda a desarrollar la autoestima
El concepto que tenemos de nosotros mismos, nuestra autoestima, se nutre también del cariño y el apoyo de nuestros amigos. La amistad es muy importante para sentirnos bien.

Nuestros amigos conocen nuestros defectos y nuestras virtudes y están a nuestro lado en los buenos y en los malos momentos

¿Qué piensas tú sobre la amistad? ¿Es algo indispensable en tu vida?


Por Arantxa Alvaro Fariñas
 
Vive la vida con pasión


Muchas personas viven su vida con monotonía y sin pasión. Se levantan cada día, van al trabajo, regresan a casa para ver la televisión algunas horas, se van a la cama y repiten este proceso cada día por varios años. No sé tú qué pienses, pero para mi eso no es vivir.

Puedes repetir este proceso por mucho tiempo pero llegará un momento en el que no te será suficiente. Quizás te sientas vacío o simplemente los motivos para reír parecen menos cada día. La solución a esta sensación es cambiar el camino que estás siguiendo y comenzar a vivir la vida con pasión.


No me refiero solo a encontrar la carrera que ames o un pasatiempo que te distraiga algunas horas del día. Hablo de tener una vida satisfactoria en la que cada momento sea más motivador que el anterior ¿Crees que no es posible? Sigue los consejos que te doy a continuación y verás que sí se puede vivir con pasión.

1. Convéncete de que es posible vivir con pasión
El primer paso es creer que realmente es posible tener una vida donde la pasión sea el punto central. Algunas veces, las personas comienzan el proceso de buscar una mejor vida con muchas dudas y sin creer en ellos mismos. Esto solo dificulta el proceso y hace que sea más sencillo darse por vencido.



Cambia tu pensamiento y comienza buscando la pasión igual que cualquier tarea obligatoria: con compromiso. Encuentra cosas que te apasionen de forma consciente. Piensa en ellas, búscalas y reconócelas. Si adoptas la idea de que vivir con pasión es una opción, probablemente termines aceptando que no lo necesitas.

2. Reconoce el valor de vivir la vida con pasión
Mucha gente cree que vivir la vida con pasión es tonto, poco realista o muy idealista. Aleja esa idea de tu mente si realmente quieres generar un cambio profundo en ti mismo y en la forma en que vives. Hay quienes creen que buscar un objetivo en la vida es una pérdida de tiempo y no se conforman con eso, sino que buscarán convencerte de lo mismo. La única persona que puede definir lo que es importante o no en tu vida eres tú mismo.

Si estás decidido a vivir con pasión no permitas que los comentarios negativos te detengan. Sigue adelante cada día.

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3. Define los valores que te rigen
Cada uno tiene su propia escala de valores muy particular y personal. Para tener una vida dirigida por la pasión primero necesitas definir cuáles son los valores que te rigen. La forma en que organizamos nuestra escalada de valores nos permite identificar el camino para llegar a una vida apasionada.

Una persona que tenga por principal valor la libertad sentirá que vivir con pasión incluye tener tiempo para sí mismo. En cambio, una persona cuyo principal valor sea el amor necesitará estar rodeado de sus seres queridos para sentir que vive con pasión.

4. Enfrenta tus miedos y arriésgate
Si permites que tus miedos te ganen no puedes tener una vida apasionada. Las personas que viven con pasión son capaces de reconocer lo que les genera miedo y enfrentarse a ellos. No niegan que ese temor existe, pero sí se niegan a ser una víctima. La pasión conlleva tomar el control de tu vida y esto no es posible si te riges por los miedos.


Quienes viven la vida con pasión entienden que arriesgarse es vital para llegar al siguiente nivel. No se permiten ser controlados por los miedos, sino que los ven de frente y se arriesgan.

5. Sonríe a la vida
Siempre te encontrarás motivos para enojarte, estar triste o darte por vencido. Pero vivir la vida con pasión requiere de que te obligues a sonreír cada día. No se trata de tener una sonrisa falsa que engañe a los demás, sino de sonreír porque estás vivo. Agradece que has despertado a un nuevo día y que tienes la oportunidad de hacer algo importante.

La personas que viven con pasión están agradecidas por cada día que pueden ver. Viven a plenitud porque saben que quizás no haya un mañana y disfrutan el hoy a pesar de lo malo que pueda pasar en el mundo. A veces creemos que vivir la vida en toda su esencia es solo parte del argumento de una película o libro. Lo cierto es que es una decisión de vida.


Por Okairy Zuñiga





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Sonrisas que florecen en la oscuridad


Las sonrisas que florecen en la oscuridad pueden durar toda una vida. Esos pequeños y preciosos gestos que aparecen cuando menos te lo esperas, en el momento en que todo es triste, sombrío y tenebroso, quedarán en tu memoria grabados a fuego como muestras de cariño y optimismo que siempre irán contigo allá donde fueres.

No tengas dudas de que la oscuridad no es eterna. Por muy manido que parezca el dicho, no hay mal que cien años dure. Todo depende de nosotros, de nuestro esfuerzo, de nuestra necesidad de ser felices, de nuestra capacidad para esbozar una pequeña sonrisa cuando todo parece estar errado.


“Una sonrisa significa mucho. Enriquece a quien la recibe; sin empobrecer a quien la ofrece. Dura un segundo pero su recuerdo, a veces, nunca se borra”
-Anónimo-


Sonrisas que alumbran al mundo
Una sonrisa puede ser de muchos tipos, pero siempre tendrá unas posibilidades enormes. Y es que el buen humor, la simpatía, la amabilidad y todo cuanto se asocia a una cara agradable es un gesto que todos, en mayor o menor medida, agradecemos.

Existen casos en que una sonrisa ha sido capaz de abrir las puertas más pesadas y opacas del mundo. Con un simple gesto amable, mucha gente parece plegarse y dejarse irradiar por el buen humor y la educación atractiva que acompaña a algo tan sencillo.

¿No te has encontrado nunca frente a una persona hastiada, harta de su trabajo o su situación, siempre en guardia para el enfrentamiento y los pocos amigos, presa de la amargura y la batalla diaria? Pues prueba a responderle con una simple sonrisa. Contraataca con educación, simpatía, amabilidad y buenas formas, sin perder jamás la buena cara, verás como te sorprenden los resultados.

Y es que no cabe duda de que las sonrisas son capaces de alumbrar al mundo. Por muy nublado que esté el cielo, plagado de nubes que parecen querer caer sobre nuestras cabezas, unas simples risas pueden animar al sol a aparecer e iluminar el devenir de nuestros días.


Sonrisas que iluminan la noche
Para todas esas personas que creen vivir en la amargura de la noche eterna, sin ser capaces de ver la luz en ningún momento del día, hay una receta muy aconsejable que rara vez falla. Usa las sonrisas para abrirte camino entre la oscuridad, verás como poco a poco, tu senda se aclara, y todo estará más cristalino y luminoso en tu existencia.

Si por el contrario conoces a personas que sufren una constante tristeza, incapaces de salir del círculo vicioso que les retiene en un mundo anodino y salpicado de desgracia y pena, jamás dejes de mostrarles tu sonrisa, porque eso es pura vida para los seres cabizbajos.

Si no te sientes capaz de salir del atolladero en que te has metido, y sientes que el túnel de tu vida es excesivamente largo, sin capacidad para vislumbrar el final con su luz cristalina y clara en el otro extremo, acércate a esas personas luminosas que marchan por el mundo siempre sonriendo, con el buen humor, la solidaridad y la bondad por bandera. Un simple gesto alegrará cada uno de tus momentos más amargos.

Aprendamos a sonreír para iluminar al mundo
Un buen ejercicio que todos deberíamos practicar a diario es la sonrisa. Aprendamos a esbozarla en todo momento para hacer un mundo más luminoso, feliz y agradable. Mostremos al resto de habitantes de este planeta nuestro buen humor y simpatía.

Si un día amanece nublado, recíbele con una sonrisa. Si una persona está amargada, dedícale la mejor de tus sonrisas. Si alguien está triste, regálale una bella sonrisa dibujada en tu rostro. Si crees que todo es negativo, pinta una sonrisa sobre tu barbilla.

Pequeños gestos como las sonrisas, los actos de generosidad, los momentos divertidos, plagados de simpatía y buen humor, producen situaciones tan simples y pequeñas, que rara vez somos capaces de olvidar, y, además, nos alegran el día.

No podemos iluminar el mundo de golpe, pero sí somos capaces de alegrarlo con nuestras sonrisas y nuestra predisposición positiva. Entre todos, tenemos la potestad de hacer de esta vida un espacio agradable para vivir. ¿Por qué no intentarlo?


Por Pedro González Núñez



 
El poder de la mente en la salud


Nuestra mente es la gestora del funcionamiento de todos nuestros mecanismos internos, es decir, del funcionamiento de nuestros órganos, incluso de los más automáticos e instintivos. Por ello, si en ella reside la capacidad de dirigir, gestionar, coordinar y hacer que todo nuestro organismo funcione, esta tiene mucho que hacer para nuestra salud.

“La mente se estira por una nueva idea o sensación, y nunca se contrae de nuevo a sus antiguas dimensiones.”
-Oliver Wendell Holmes-

Las dos mentes
Podríamos decir que tenemos “dos mentes”, la “consciente”, racional y analítica, y aquella otra, a la denominamos “subconsciente”.

Es por esto que a veces queremos estar bien, pero parece que nuestro deseo no se corresponde con nuestro estado interior, y por el contrario, comenzamos a sentirnos mal, pareciendo que no tenemos control sobre nuestra mente, nuestros pensamientos o nuestro cuerpo.

Mientras que la mente consciente quiere que todo vaya bien, en la mente subconsciente, sin embargo, se activan todos los sistemas de alerta, miedo y reacciones que nos hacen sentirnos fuera de todo control y fracasados ante el propósito inicial de que todo vaya bien.

En la mente subconsciente se guardan las experiencias emocionales fuertes, y estas activan recuerdos, emociones, bloqueos e interferencias frente a situaciones que nos recuerdan a experiencias previas o traumáticas vividas, aunque no seamos conscientes de ello.


Cuando vivimos experiencias emocionalmente intensas, nuestra parte subconsciente reconocerá otras situaciones relacionadas con aquellas como peligrosas, y activará todos los sistemas de alerta, sintiéndonos desbordados, generando malestar y sufrimiento, a pesar de que en el presente la situación no sea realmente peligrosa.

La salud del bienestar
Desde nuestras mente, tenemos la capacidad de generar bienestar o malestar, aunque no seamos conscientes de que lo estamos haciendo. La salud es un estado en el que nos sentiremos bien, tanto física como psicológicamente.

Y sentirnos bien depende de cómo nuestra mente gestione y afronte la vida y las circunstancias que ésta nos ofrezca, de la forma más eficaz posible.

La programación mental

Nuestras mentes se van programando a sí misma, con mensajes que recibimos desde la infancia, así como los que nos vamos diciendo a nosotros mismos a lo largo de la vida.


Y de esta programación, depende nuestro malestar o bienestar, ya que hemos aprendido a reaccionar y a sentirnos de una determinada manera ante situaciones determinadas de la vida y de las relaciones.

Con frecuencia, la programación mental queda guardada en el subconsciente y desde allí se generan problemas que somatizamos en nuestro cuerpo.

Tomar las riendas de nuestra salud supone adentrarnos en los dominios mentales. Ya que la mente subconsciente no es accesible de una forma fácil, es importante, utilizar el acceso que nos permite la mente consciente, lógica y analítica, a la misma vez que observamos las emociones que afloran en el proceso.

Para comenzar, es importante que la comunicación con nosotros mismos sea a través de mensajes positivos y realistas con nuestras capacidades del presente:

  • “Yo puedo conseguirlo”
  • “Sé hacerlo”
  • “Voy a sanar”
  • “Mi cuerpo sabe restablecer el equilibrio”
Y de forma consciente, lógica, racional e intencionadamente estos mensajes guiarán nuestras mentes hacia el camino del bienestar, a la misma vez que nos devolverán el poder que tenemos para dirigir nuestra mente, descubriendo y recordándonos las capacidades internas para volver al equilibrio de la salud.

Por Dolores Rizo




 

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