Amantes, Seducción y Sufrimiento

La sincera y directa carta de una amante a la esposa: "No soy especial"

Una mujer ha decidido escribirle una carta abierta a la pareja del hombre que ambas comparten. Sus líneas te ayudarán a entender qué hay detrás de las relaciones secretas

M. PALMERO
Ser amante no es fácil. Si es un lío de una noche no hay problema, pero si una mujer se convierte en 'la otra' la cosa cambia. Los sentimientos comienzan a jugar un papel fundamental en la relación, y el hecho de compartir al hombre comienza a pesar. Hay muchas féminas que no aguantan su condición de concubinas y deciden acabar con la relación, pero hay otras, la mayoría, que esperan meses, incluso años, a que su amado deje a su pareja por ellas, algo que casi nunca sucede.

La socióloga Marie-Carmen García, autora del libro "Amours clandestines" (Ed. Pul), asegura que en general son ellas las que rompen la relación porque están cansadas de esperar a que esta deje de ser clandestina, porque ya no aman al hombre o porque sufren demasiado con la situación. "No obstante, y por norma general, pasa mucho tiempo hasta que ellas pierden la esperanza de que su relación pueda convertirse en formal, lo que retrasa la aparición del sufrimiento", detalla.

"No tienes ni idea de que el tipo al que amas está diciéndome lo que quiere hacerme cuando nos veamos. Soy la amante"

Un sufrimiento que conoce bien una amante clandestina anónima, quien ha decidido escribirle una carta abierta a la novia del hombre que ambas comparten. La misiva ha sido publicada en 'Cosmopolitan'. De la pluma de 'la otra' solo se percibe dolor, insatisfacción y confusión. Son líneas sinceras que muestran cómo una chica normal puede acabar enredada en un trío sin apenas quererlo, y cómo no conocer a la otra mujer mitiga el sentimiento de culpa por completo. Lo mejor es que la leáis íntegra. Reproducimos algunas de sus líneas:

Carta abierta de la amante a la novia
"Son las once de la noche, y estoy ahora mismo enviando un mensaje a tu novio. No tienes ni idea del tipo al que amas está diciéndome ahora mismo lo que quiere hacerme cuando nos veamos. Soy la amante.

No soy una put*, aunque quizás quieras llamarme así. Ni siquiera soy una perra. En realidad soy una persona muy agradable. Tengo amigos y familiares que me quieren, y no encajo el estereotipo de 'la otra'. Ya sabes la que quiero decir, que no soy la típica con cabello largo y bonito, con curvas y con todo bien puesto. Confía en mí cuando te digo que no tengo nada que ver con eso.
No soy especial. No soy más guapa que tú, o más divertida que tú, o mejor en la cama que tú. Yo no soy una 'guarra'. No salgo de fiesta con el objetivo de llevarme a alguien a casa. Soy bastante normal, de verdad. A pesar de todo ello, al menos cinco de mis últimas relaciones han sido con hombres que están ya en otras relaciones.

Tengo amigas que no podrían ser 'la otra'. Nada más escuchar que el hombre que les gusta tiene novia, pasarían del tema, pues hay unos límites que no sobrepasarían y, por tanto, ni siquiera tendrían la idea de empezar algo. No sé por qué yo no. No sé por qué me atraen los tíos con pareja. Uno de mis mejores amigos me ha dicho que es porque tengo 'problemas de compromiso'. Su teoría es que si un chico no está disponible, él se vuelve más atractivo para mí al instante, porque en el fondo sé que la relación no va a ninguna parte. Fui a un terapeuta hace tiempo; me dijo que todo se reduce a mi inseguridad, y a la necesidad de reafirmación de mi valor, etc.

Sinceramente, creo que las películas de amor han deformado mi mente. Creo firmemente en la idea de que un romance de verdad puede superar todos los obstáculos. La historia del 'felices para siempre'.


Lo que nunca deja de sorprenderme es la cantidad de hombres que están tan dispuestos a engañar (...) Solo son tipos normales que aman a sus novias, pero por alguna razón les hago entrar en el reino de la infidelidad. Tal vez los seres humanos no están hechos para ser monógamos.

Lo que quiero decir con todo esto es que no estoy aquí tratando de romper tu relación. Pero es cierto que no puedo sentir empatía por ti. No eres real para mí. No te he conocido. No te conozco. Y de alguna manera eso me permite hacer esto. Me permite mantener relaciones con él sin culpa, solo con la frustración de no poder verlo más a menudo.

A veces pienso que estoy maldita porque engañé a mi primer novio serio. Mierdas sobrenaturales a un lado, la realidad de ser amante es emocionante y halagador al principio, pero luego las cosas se vuelven feas. Luego vendrá el próximo novio de alguien, y así continuará el círculo vicioso. Hasta que encuentre mi felicidad, claro está".

 
La verdad sobre la vida que llevas cuando tienes dos o más amantes

Aunque muchas personas se declaren seguidores para poder engañar a sus parejas, el poliamor no es eso. Varias personas que viven en relaciones poli explican en qué consiste y cómo vivir con ello.

ALBA RAMOS SANZ

mer O’Toole comenzó su adolescencia manteniendo al menos cuatro relaciones con chicos “serias” –creyendo firmemente que había encontrado en todas y cada una de ellas el amor verdadero– pero al poco disfrutó de una relación polígama teniendo a la vez novio y novia: “Con 19 años estuve saliendo con dos personas, ambas conscientes de la situación y contentas de salir conmigo de todos modos”, relata en The Guardian.

Las presiones sociales y la falta de entendimiento hicieron que con los años volviese a tener relaciones monógamas. “A menudo los celos eran un problema. Hubiera preferido algo más abierto, pero esta opción no estaba sobre la mesa. Acabé cediendo a las necesidades de mis parejas porque me importaban y porque me sentía culpable por querer algo diferente”, confiesa la autora.

Tras un periodo de soledad y ligues de una sola noche, se marchó a vivir a Montreal, donde conoció a otras muchas personas que, como ella, han escogido vivir en relaciones sentimentales abiertas en las que comparten. Su historia y la de algunos de sus amigos más cercanos ayudan a explicar en qué consiste el poliamor y cómo se vive la vida cuando se tiene más de un amante.

Lo que no es el poliamor
Cuenta O’Toole que hace unos meses en el cumpleaños de un amigo suyo un tipo le estuvo preguntando sobre el poliamor. “Me contó que él era una persona poli en el corazón pero que como sabía que su pareja nunca lo aceptaría la engañó”. Al parecer, el hombre nunca había hablado con su mujer sobre qué tipo de relación era la que él verdaderamente quería porque “ella era demasiado tradicional y cerrada de mente como para entenderlo”. A la pregunta: ¿qué sentirías si fuese ella quien tuviese una relación con otra persona? Él invitado curioso respondió convencido que “eso era imposible” porque “ella simplemente no haría nunca algo así”. Claro, seguro.

“A pesar de que mi interlocutor utilizó una identidad poli como excusa para tratar a su novia como la mierda, la conversación me sirvió para plantearme un par de preguntas interesantes: ¿Qué es el poliamor? ¿Realmente todas las personas pueden ser poli?”, comenta la autora: “No siempre es fácil definir exactamente lo que es, pero es bastante fácil decir lo que no es: el poliamor nunca es hacer trampa ni engañar. No significa mentir, nunca se traduce en un desprecio con los acuerdos establecidos con las personas a las que amas, y no, tampoco es posicionarse en contra de la gente monógama ni pensar que están menos evolucionados que tú”, resume.

'Muchas personas no dicen que son poli porque temen que la sociedad les juzgué e incluso que tenga repercusiones negativas en su carrera profesional'

Por ejemplo, Layla y Dylan, una pareja poli a miga de O’Toole, siempre lo hablan cuando tienen sentimientos hacia otras personas y nunca coquetean sin que el otro esté de acuerdo: “Somos adultos racionales", explica Layla, “y esta es la manera para que esto funcione bien entre nosotros”.

“Se describe generalmente como la poligamia ética”, explica O’Toole. El poliamor implica el consentimiento y conocimiento de todos los involucrados pero no es una ciencia exacta: “hay infinitud de formas de aceptarlo y vivirlo” y no todas las relaciones polígamas siguen los mismos principios ni exigen conocer los mismos datos sobre lo que hacen o dejan de hacer sus diferentes parejas cuando no están junto a ellos, continúa.

¿Se nace o se hace?
Mientras algunas personas afirman “sentirse poli de corazón”, otras defienden la monogamia como la única y respetuosa forma de mantener relaciones. ¿Estas actitudes forman parte intrínseca de nuestra forma de ser o son creencias aprendidas?

“Creo que con el tiempo las acciones que realizamos se convierten ennuestras identidades. No hay están ‘en el fondo’ ni ‘en el corazón’. Más bien, cómo actúas es cómo acabas siendo”, explica O’Toole poniendo un sencillo ejemplo: “si actúas amablemente, eres amable”.

De acuerdo con esta teoría de la identidad, todo el mundo puede ser potencialmente monógamo o decantarse por el poliamor, pero la autora plantea que muchas personas desechan la segunda opción por estar socialmente sancionada, lo que hace que produzca desconfianza y haya permanentes juicios de valor en torno a la idea de tener varias parejas. “Muchas personas no dicen que son poli porque temen que la sociedad les juzgué e incluso que tenga repercusiones negativas en su carrera profesional”, comenta Layla.

Pero no se puede explicar sólo mediante un acto de rebeldía social o ir en contra de la norma establecida. “Tal vez, como ocurre con las orientación sexual, hay un componente genético en las preferencias por el poliamor. Ciertamente –ya sea por las experiencias vividas, nuestra identidad biológica o una combinación de ambas– algunas personas están más atraídas que otras”.

1, 2, 3. Probando, probando
Cuenta O’Toole que cuando se vio inmersa en su primera relación polígama recibía burlas de todos sus amigos. El pueblo en el que se crio, Galway, lo veía como algo raro –“la mayoría me habrían prescrito un exorcismo de manera inmediata y urgente”, bromea la autora– e incluso ella misma lo percibía como algo extraño: “Después de todo, no había tenido ningún tipo de información: nunca había visto relaciones poli en la televisión o en la vida real”, comenta.

“Mirando hacia atrás, ojalá hubiera tenido alguna palabra de apoyo o lugares en los que leer y aprender sobre el tema como actualmente está Kimchi Cuddles” (un webcomic pensado para divulgar el conocimiento sobre poliamor y otras cuestiones de género situadas fuera de lo comúnmente aceptado de un modo divertido e irónico), “supongo que a esas edades ocurre igual con las relaciones monógamas, pero en mi caso simplemente no podía imitar los patrones que veía a mi alrededor”, explica O’Toole.

Dados los prejuicios sociales no es sencillo conseguir que una relación polígama funcione bien y que la comunicación sea constante con las parejas sentimentales. “Después de lograr que algo funcione bien para ti y para las personas a las que amas, toca enfrentarse con el juicio constante de la sociedad”.

¿Está de moda el poliamor?
Según las últimas investigaciones, al menos el 5% de la población estadounidense está inmerso en algún tipo de relación amorosa no-monógama esto es, como venimos explicando, consentida, conocida y respetada. Puede sonarnos a una galaxia muy muy lejana, pero viviendo en un país en el que, según los últimos datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de 2008, el 20% de los españoles, hombres y mujeres, han tenido alguna relación sexual extra-matrimonial. ¿Por qué nos parece tan raro que haya parejas donde las relaciones extramatrimoniales estén permitidas explícitamente?

Se tacha de relaciones antinaturales, son pocas las legislaciones que permitan la poligamia y muchos acusan a la gente poli de libertinaje total juzgándoles. Es curioso que se respete más ser fiel sin avisar que mantener relaciones con diferentes personas siendo conscientes nuestras parejas. Actitudes o creencias sociales que nos llevan a plantearnos qué es verdaderamente la confianza o el significado real de la fidelidad.

“No estoy tratando de convertir a nadie”, defiende O’Toole, pero igual que una relación monógama ofrece una serie de beneficios que la poligamia no puede dar, el poliamor conlleva implícitos ciertos valores positivos: “Hay algo directamente relacionado con la honestidad y el esfuerzo emocional en el poliamor que hace que se fomente el autoconocimiento, la confianza y la comprensión. No estoy diciendo que no se pueda conseguir el mismo nivel de intimidad en relaciones monógamas, sólo que gran cantidad de personas poli encuentran precisamente el verdadero afecto en una comunicación emocional honesta en la que no se juzgan las experiencias que hayan tenido o tengan una u otra parte”, comenta.

'Acabé cediendo a las necesidades de mis parejas porque me importaban y porque me sentía culpable por querer algo diferente'

Sin embargo, una vez aceptado, no todo es un camino de rosas. Como cuenta Sage, las relaciones poli pueden resultar altamente estresantes y hay que estar seguros de que las parejas de las que uno se rodea son capaces de dar el apoyo y comprensión que se necesita: “Cuando he pasado por épocas en las que mi salud mental no estaba del todo bien, el poliamor puede añadir tensión”. Después de todo, conlleva mucho esfuerzo emocional y a veces pueden faltar recursos –y paciencia– para afrontar las distintas necesidades de varias personas y de uno mismo. “En ocasiones, si necesitas sentirte estable, es más fácil mantener relaciones monógamas”, añade Sage.

Aunque muchas personas tengan la percepción de que mantener relaciones poli es divertido y libertino, no se trata de ir de fiesta sexual en fiesta sexual. Hace años que Kelly y su pareja primaria comenzaron a tener relaciones con otras personas. Cuando él se marchó a vivir a otra ciudad y empezaron a verse menos, explica que la transición de la teoría a la práctica es emocionante pero complicada: “Ahora me doy cuenta de que se necesita mucho más tiempo y energía de lo que inicialmente me esperaba, pero eso no quiere decir que la relaciones poli no puedan funcionar”, comenta Kelly.

Las relaciones del futuro hoy

“El poliamor es la forma de entender las diferentes opciones individuales y puede ser el camino hacia estructuras sociales más amplias”, explica O’Toole. Desde hace décadas, las formas de organización familiar están cambiando. Nos rodean familias reconstruidas, gays, monoparentales y, aunque menos común que cualquiera de las anteriores, familias poli.

Ejemplo de este nuevo formato familiar es el caso de Yuli. Padre de tres niños pequeños, se separó de su ex hace poco más de un año y al tiempo encontró una nueva relación que le ha dado algo más que amor: ahora tiene una familia poli. Se enamoró de Hellen, quien mantenía una relación estable y feliz con Sam quien a su vez tenía una pareja secundaria llamada Bea. Actualmente Yuli se siente apoyado y ha encontrado una madre, un amante y una amiga. “Aunque ya había tenido relaciones no-monógamas en el pasado, esta es la primera experiencia genuinamente poli de Yuli y se siente feliz, agradecido y seguro de que ahora sabe lo que es el amor”, explica O’Toole.

“Tal vez estas no sean resultado de las elecciones de los individuos sino una señal de que los fundamentos económicos de nuestra sociedad están en proceso de cambio”, explica la autora: “Quizás estamos en (o nos acercamos a) un período de capitalismo tardío, y el poliamor es una de las señales”.

'El poliamor es la forma de entender las diferentes opciones individuales y puede ser el camino hacia estructuras sociales más amplia'

Desde que se trasladó a vivir a Montreal –“una ciudad llena de extrañas relaciones de poliamor, artistas, activistas, anarquistas, veganos y fanáticos del yoga”, describe– O’Toole se siente plenamente libre para entender el amor libremente sin ningún prejuicio social y practicarlo y compartirlo según sus necesidades y las de la gente que la rodea: “En lugar de sentirme como si estuviera viviendo dentro de un conjunto de normas restrictivas que se dedican a juzgar los deseos secretos y hacernos sentir cumpables, me siento como si estuviésemos escribiendo las reglas del juego juntos”.

 
Bueno, el caso es que la gente cambia de pareja, se separa, encuentran la felicidad en otra persona y el discurso de la madurez, la fidelidad, el compromiso pues está muy bien, pero al final cada uno hace lo que le parece. La gente se junta, se separa, cambia de casa, cambia de trabajo, de amigos, hasta de religión, porque la vida es así por muchos discursos que se hagan.


Si. Obviamente. Pero lo que estamos debatiendo ambos tiene puntos de encuentro y desencuentro.
Y ojo, yo he estado en ambas posiciones. Y soy firme defensora de la pasion, la piel y todas esas cosas que nombras. Pero inevitablemente acaba creando conflictos.
 
Si. Obviamente. Pero lo que estamos debatiendo ambos tiene puntos de encuentro y desencuentro.
Y ojo, yo he estado en ambas posiciones. Y soy firme defensora de la pasion, la piel y todas esas cosas que nombras. Pero inevitablemente acaba creando conflictos.
El matrimonio también termina creando conflictos, y es más difícil salir de el.
 
La infidelidad: el segundo problema más importante en las relaciones de pareja

Pese a que el proceso es lento y difícil, el 50% de las parejas consigue superar una infidelidad.

La fidelidad es una de las bases sobre las que se construye la inmensa mayoría de los matrimonios y parejas estables, por lo que no es de extrañar que uno de los motivos principales por los que las parejas demandan ayuda psicológica sea la superación de una infidelidad. En diversas encuestas nacionales el 61.7% de los hombres y el 43.4% de las mujeres afirmaron haber protagonizado alguna infidelidad a lo largo de su vida, llegando a ser el segundo problema más importante en una pareja después del abuso físico.

Pero, ¿qué se considera infidelidad?, ¿es necesario el contacto sexual o basta con que se produzca una unión emocional?, ¿los contactos puntuales suponen falta de fidelidad?… Son muchas las preguntas que se generan en torno al tema y también muchas las parejas que acuden a terapia en busca de la respuesta definitiva que solucione todas sus dudas.

¿Por qué es tan difícil distinguir entre lo que es y lo que no es una infidelidad?

En la práctica es muy difícil definir qué comportamientos suponen una infidelidad, ya que los límites admisibles se establecen de forma implícita dentro de cada pareja de acuerdo a las ideas de cada miembro, a sus experiencias anteriores, a las costumbres de la familia de origen y al contexto social en el que vive. Por tanto, es muy normal que lo que se considera infidelidad en una pareja no lo sea en otra y viceversa.

Al mismo tiempo, hombres y mujeres desarrollan ideas diferentes sobre la infidelidad: mientras que muchas mujeres tienden a asociar cualquier intimidad –ya sea o no sexual- con infidelidad, los hombres son más propensos a negarla, a menos que haya habido relaciones sexuales recurrentes.

A esta variabilidad de definición hay que unir las nuevas tecnologías, elemento que incrementa más aún la ambigüedad del concepto y hace más difícil para la pareja la superación del conflicto. Y es que la mejora de los medios de comunicación ha provocado que actualmente sea más accesible y fácil la infidelidad, basta un móvil o un ordenador para establecer fuertes relaciones emocionales o de contenido sexual con alguien ajeno a la relación, sin que sea necesario invertir un tiempo excesivo que haga sospechar a la pareja.


Entonces, ¿cómo definimos el concepto de infidelidad?

Dejando a un lado todas estas dificultades y en un intento de acotar una posible definición, podemos entender por infidelidad toda aquella situación en la cual una persona, con una relación de pareja estable, está implicada en un contacto intenso con alguien que no es su compañero habitual. En este contacto pueden darse o no relaciones sexuales, lo que nos permite distinguir entre una forma de infidelidad centrada en la relación sexual y otra en la que ésta no es más que un aspecto secundario al vínculo afectivo.

En el primer caso, la insatisfacción sexual en la pareja es el motor para el establecimiento de nuevas relaciones, mientras que en el segundo se trata de una insatisfacción más global y compleja la que impulsa a transgredir los pactos de fidelidad.

Más infidelidades pero por las mismas razones

La frecuencia real de relaciones extramatrimoniales es cada día más elevada, incrementándose sobre todo entre la población femenina. Este cambio comportamental se relaciona principalmente con la disponibilidad de anticonceptivos eficaces, con el cambio de rol social de la mujer y con su integración en el mundo laboral, que ha provocado que las mujeres tengan más contacto con personas ajenas a su vida en pareja y que haya disminuido su miedo a un posible embarazo no deseado.

Por otra parte, es necesario mencionar que ambos sexos exponen las mismas razones, año tras año, para iniciar y mantener una relación de estas características. Hombres y mujeres infieles hablan de la vivencia de una relación de pareja penosa, monótona y vacía y de una falta de respuesta positiva ante sus demandas sexuales y emocionales. Estas afirmaciones muestran que una infidelidad en muchos casos indica la necesidad de “algo más” o “algo diferente” en su interacción y en su vida de pareja que, en muchas ocasiones, les impulsa a buscar aquello que sienten que les falta.

¿Se puede superar una infidelidad?

Tras conocer todos estos datos muchas parejas se preguntarán si es posible recomponer la relación tras una infidelidad, a lo que las estadísticas responden que sólo el 50% de las veces se consigue superar el problema. Esta probabilidad de supervivencia aumenta si quien ha sido infiel es el hombre y si la infidelidad sólo ha sido de índole sexual.

Por lo tanto, a la hora de plantearse una posible reconciliación tras una infidelidad es necesario valorar los pros y contras de la relación y tener en cuenta que no todas las parejas infieles se separan. En muchos casos no sólo es posible la reconciliación sino que la misma infidelidad hace que la pareja se plantee sus problemas, los supere y continúe su relación con una intimidad reforzada. Eso si, nunca hay que olvidar que el proceso de reconciliación es lento y difícil, y que debe pasar inevitablemente por pedir perdón y perdonar de forma sincera, para lo que en muchas ocasiones es necesaria la intervención terapéutica como guía y apoyo a la pareja.


Por
Lorena Pérez
Psicóloga social

Licenciada en Psicología por la Universidad de Salamanca. Especializada en Psicología Social. Máster en Psicología Forense y Criminal por la Universitat de Barcelona. Título de Psicóloga-Formadora de la DGT por el INTRAS de la Universitat de València.

https://psicologiaymente.net/pareja/infidelidad-problema-relaciones-pareja
 
Los 9 tipos de infidelidad y sus características

Hay diferentes maneras de traicionar a una pareja, y algunas de ellas son poco tenidas en cuenta.
por Juan Armando Corbin

La infidelidad es considerada la mayor traición que se le puede cometer contra el otro miembro de la relación amorosa. Cuando tenemos pareja, en la mayoría de los casos (a excepción de las parejas abiertas), inconscientemente firmamos un contrato implícito que implica lealtad, exclusividad y respeto.

La fidelidad es uno de los pilares básicos en los que se sustenta una relación de pareja tradicional, y cuando queda comprometida, es complicado volver a recuperar la estabilidad y conseguir que la relación funcione igual que antes. Ahora bien, complicado no significa imposible, pues hay parejas que superan esta situación tan delicada.

Eso sí, superar estas crisis depende en buena parte de cuál de los tipos de infidelidad se ha cometido. En este artículo hablaremos sobre ellos.

La infidelidad es cosa tanto de hombres como de mujeres
Cuando la mayoría de nosotros piensa en la infidelidad, seguramente lo primero que nos viene a la mente es el s*x*. Sin embargo, la infidelidad física no es el único tipo de adulterio que existe. Según explican un grupo de investigadores noruegos que realizaron un estudio que se publicó en la revistaPersonality and Individual Differences, una infidelidad nos duele igual aunque no se haya producido el acto sexual. Y es que cuando nos engañan, ya sea con s*x* o no, sentimos que la confianza se ha perdido. ¿Cómo podemos confiar en esa persona que decía querernos con todo su corazón?

En los últimos años las infidelidades están en aumento, y seguramente las nuevas tecnologías tengan algo que ver. Gracias a Facebook, WhatsApp o las diferentes apps para ligar, cada vez es más fácil tener relaciones fuera de la pareja. También es cada vez mayor la tentación de llevar a cabo infidelidades.

Ahora bien, la infidelidad no es exclusivamente un problema de los hombres. Según un estudio realizado por el Instituto Francés de Opinión Pública (IFOP), una de cada tres mujeres engaña ha engañado a su pareja alguna vez, por lo que no existen diferencias entre sexos en este sentido.


Tipos de infidelidad
No todas las clases de infidelidad son iguales. Pero…¿qué tipos de infidelidad existen? Las relaciones fuera del matrimonio o de la pareja amorosa pueden clasificarse de diferentes maneras.

1. Directa
La infidelidad directa es aquella en la que el infiel tiene en mente engañar a su pareja. Es decir, antes de que la infidelidad ocurra la persona ya ha hecho movimientos para poder tener relaciones con otra persona. En definitiva, es deliberada y planificada.

Por ejemplo, cuando un individuo se apunta a un portal como Ashley Madison (que tiene como función que los usuarios lleven a cabo relaciones extramatrimoniales) y queda con una persona ajena a su relación amorosa con el objetivo de ser infiel, está cometiendo una infidelidad directa. Su idea era ser infiel desde el primer momento y ha llevado a cabo su plan a la perfección.

2. Indirecta
Una infidelidad es indirecta cuando se da el caso contrario al anterior.

En este tipo de infidelidad no existe una intención inicial de ser infiel, sino que los deseos o el acto de ser infiel surgen de forma repentina. Por ejemplo, se da cuando una persona está mal en su relación pero la cercanía con alguien a quien le cuenta sus problemas acaba en una infidelidad. En estos casos, la persona que tiene pareja puede llegar a arrepentirse.

Online o virtual

La infidelidad online es muy común en la actualidad, pues con la inclusión de las nuevas tecnologías en nuestras vidas, muchas personas emplean Internet para ser infieles. Las ventajas de la infidelidad online son numerosas. La persona puede conectarse en cualquier momento (incluso con la pareja en casa) y los medios sociales digitales son una manera de evadirse de la realidad del mundo físico bajo un aparente anonimato.

Quienes cometen una infidelidad virtual no siempre llegan a quedar con su compañero o compañera de infidelidad de manera física.

4. Física
La infidelidad física es aquella que no se comete de manera virtual. Por ejemplo, las personas pueden conocerse en una cafetería y, tras entablar una relación a escondidas, acaban consumando el acto. La infidelidad física es lo contrario a la infidelidad online.

5. Afectiva
Algunas personas consideran que la infidelidad no necesariamente incluye s*x*, sino que el solo hecho de sentir algo por otra persona fuera de la pareja es una traición.

La infidelidad afectiva es aquella en la que la persona que tiene pareja “siente algo” por la otra persona. También recibe el nombre de infidelidad romántica, y puede haber o no s*x*. Es más propia de las mujeres que de los hombres.

6. Sexual
La infidelidad sexual es un tipo de infidelidad en la que hay acto sexual, y las personas involucradas no experimentan un profundo apego emocional necesariamente. Este tipo de infidelidad suele llevarla a cabo sobre todo por hombres.

7. Obligada
La infidelidad obligada es considerada como aquella que realizan las personas con baja autoestima y que no se sienten queridas en su relación, por lo que buscan en la infidelidad lo que en realidad no tienen en su matrimonio. El miedo a romper una relación tóxica favorece este tipo de infidelidad. Sin embargo, la existencia de este tipo de infidelidad es muy debatido, ya que puede ser utilizado para responsabilizar a la víctima.

8. Por adicción sexual
Son infidelidades de tipo sexual en las que lo único que desea la persona es satisfacer su necesidad erótica obsesiva. La adicción sexual se manifiesta por un patrón de descontrol en la conducta sexual, alternándose con períodos de relativa calma.

9. De aprobación
Este tipo de infidelidades las cometen las personas que están acabando su relación y no tienen la fortaleza para dejarla definitivamente. Necesitan tener a alguien ahí que les ayude a pasar el mal rato, y utilizan a la otra persona para no sentirse solas.

Los usuarios de este tipo de crisis afectiva pueden prometerles el oro y el moro a su compañero o compañera de infidelidad, pero en realidad es una manera de evitar la posibilidad de una separación a solas.

https://psicologiaymente.net/pareja/tipos-de-infidelidad
 
La mujer amante: qué perfil te describe mejor

Al mejor estilo Glenn Close persiguiendo a Michael Douglas en Atracción Fatal, muchas mujeres enloquecen al encarar "algo" con un casado. No es fácil ser amante, no es sencillo tener una relación prohibida, oculta y estigmatizada por el entorno. Con humor, la autora nos explica cómo somos las mujeres, qué nos lleva a establecer este tipo de amores y cómo reaccionamos frente a las diferentes situaciones.



Desesperadas. Algunas por dinero, otras por s*x* y el resto por escapar de una soledad que las agobia, las mujeres que eligen salir con un hombre casado están desesperadas y, muchas veces, un tanto desquiciadas. Estos son algunos de los casos más típicos.


Las trepadoras. Son mujeres que se sienten atraídas por hombres que representan valores como poder, riqueza, status social y autoridad. En realidad, quieren estar cerca de ellos para recibir algo de su aura ganadora, ya sea por ósmosis o por el sistema de quitarle la billetera mientras duerme. Estar con un hombre poderoso tiene un encanto indudable: pudiendo tener miles, la eligió a ella. Eso le levanta la autoestima a cualquier mujer sola y solitaria. Y si no le levanta la autoestima, acostarse con el jefe quizás sirva para que le levanten el sueldo.


Las vengadoras. Cuando se descubrió el affaire del presidente Clinton con su pasante, siguió un resonado juicio en torno al vestido azul (manchado de Clinton) de Monica Lewinsky, donde tuvo que declarar su amiga Linda Tripp. Y Linda declaró que Mónica le había contado que tuvo un romance con el presidente estadounidense sólo por tratar de quitarse de la cabeza a Andy, un hombre casado de la costa Oeste que la había seducido y abandonado. ¡Imaginá cómo se mandará la parte ese tal Andy diciendo que su ex amante tuvo que tener un affaire con el presidente de los Estados Unidos para poder olvidarlo! Pero abundan las mujeres que juegan con hombres casados para darle celos a un novio, por despecho hacia otro, o para olvidar un viejo amor. Las campeonas en este rubro son las recién separadas, desesperadas por s*x* después de años de abstinencia forzada con un marido indiferente. En realidad, ellas no quieren ligar con casados, pero están tan apuradas por quitarse la bombacha que no investigan mucho si es cierto que él “se está separando”, como le dijo, o está más casado que tu padre con tu madre.


Las competidoras. Son las que crecieron compitiendo con las hermanas o la madre por la atención de papá, y luego se pasa la vida tratando de ganarse la atención del papi…¡De otra gente!


Las semi–bisexuales. Hay un componente homosexual en esto de querer estar en el medio de una pareja en la que la esposa oficial siempre esta presente de algún modo, ya sea en las quejas del infiel o en los recaudos para que no sospeche nada. Porque todos siguen teniendo s*x* con su esposa, y miente el que jura “a ella no la toco desde hace un año”. En cierto modo, se trata de un interesante menage a trois entre La Mujer Maravilla (vos), Superman (él) y la Mujer Invisible (la esposa).


Las aterradas. La inmensa mayoría de las mujeres que salen con casados son muchachas que les tienen terror al compromiso y pánico a los hombres... Muchas temen perder poder y libertad junto a un hombre que las domine, y lo ideal es buscarse un hombre inaccesible: ¿qué mejor que un casado?


Las nostalgiosas. Quizás “la otra” no es una mujer nueva, sino alguien que reaparece del pasado de tu marido. Son las más peligrosas, porque él no gusta de ella por quien es ella, sino por quién era él veinte años atrás, cuando la conoció a ella. Y ella también se frota contra él, como si fuera la Lámpara de Aladino, esperando que de adentro salga el genio que le devuelva su juventud.


Si alguna vez te tocó ser "la tercera en discordia", ¿qué tipo de amante fuiste?

Por Ana von Rebeur
 
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¿SABES DIFERENCIAR EL AMOR DE LA LUJURIA?

Del amor y el encoñe

¿Pero cómo no confundirse si la lujuria en ocasiones acompaña al amor? Aunque estos dos son impulsos distintos desde la perspectiva cultural, muchas veces no sabemos identificar el uno del otro por las diferentes concepciones de amor que tenemos (visión oriental vs. visión occidental), además que bioquímicamente poseen un perfil muy semejante marcado en nuestra necesidad ancestral de propagar genes.

En una investigación hecha hace unos años por antropólogos, psicólogos, neurólogos y hasta radiólogos de Nueva York y Nueva Jersey, se descubrió que en el cerebro humano hay cuatro pequeñas áreas que forman el circuito del amor:

  • El área tegmental ventral (ATV): se encuentra en el tronco cerebral y consiste en vías de dopamina (dopaminérgicas), que parecen ser centros del placer (felicidad).

  • Núcleo Acumbes: grupo de neuronas que tiene un papel importante en la recompensa, la risa, el placer, la adicción y el miedo.

  • Pálido ventral: se asocia con el cariño y las hormonas que disminuyen el estrés.

  • Núcleo dorsal del rafe: bombea serotonina, que ''estimula una sensación de calma'', según uno de los expertos del estudio.
Helen Fisher, profesora de investigación de la Rutgers University de New Jersey y antropóloga de este grupo de científicos, afirma que el cerebro humano y el cuerpo identifican de diferentes formas los comportamientos de lujuria, atracción, apego y enamoramiento.

Los investigadores del Albert Einstein College of Medicine de Nueva York estudiaron asimismo los cerebros de personas que llevan 20 años de casadas y siguen tomándose de la mano y comportándose como si acabasen de conocerse. En los cerebros de estos hombres y mujeres se iluminaron todas las cuatro áreas, cosa que no pasa en la atracción o en la lujuria.

Se concluyó por un lado que la lujuria es producto de la testosterona, que es la causante del impulso inicial que nos hace buscar pareja. Que la atracción se le atribuye en parte a los bajos niveles de serotonina y a la dopamina, neurotransmisores cerebrales que se relacionan con la sensación de bienestar, de seguridad, comodidad y paz. Y que la unión o el apego es el sentimiento más duradero, mucho más que la lujuria o el enamoramiento, aunque este también responde a reacciones químicas del cerebro y es como una adicción a una droga. ''El amor romántico puede ser adictivo; es una adicción muy bonita cuando las cosas marchan bien, y horrible cuando van mal'', expresó Fisher.

Además del evidente contraste científico, el enamoramiento y el ‘encoñe’ difieren también en sus ‘responsabilidades’. La Real Academia Española ofrece al menos diez significados del amor, en los que se destacan palabras como sentimiento, energía, entrega, suavidad y unión sexual. Mientras que de lujuria solo da dos: vicio y exceso. “Cuando hay amor hay compromiso, respeto, deseo desinteresado, afecto, respaldo y se puede experimentar lujuria. Pero la lujuria por si sola es simplemente algo físico, genital y satisfactorio”, nos explicó Luis Fernando Fajardo, psiquiatra de la Universidad Javeriana y parte del comité de la Fundación Colombiana de Juego Patológico.

Eso sí, la lujuria no tiene nada malo, es más dicen que la energía que produce tiene sus beneficios. Pero si es estabilidad lo que buscas y tu prioridad en la relación es lo genital, lo sentimos pero allí no hay amor. “No se puede decir que está mal tener una relación lujuriosa, simplemente que esta no va a ser una relación madura. Significa que no hay una madurez emocional y que no se es capaz de recibir afecto y apoyo de otros", agregó Fajardo.

Y si todavía no sabes qué tipo de relación tienes, solo debes hacerte la pregunta básica: si tu pareja llegase a engordar, a desfigurarse o a quedar incapacitado, ¿cambiarían tus sentimientos por él/ella? Si así es, lo más probable es que tu relación esté basada en lujuria y no en amor.

Por: Ana Isabel Gómez Vera
 
Los hombres se dividen en dos…

by javierdemiguel

A grandes rasgos, podríamos dividir al género masculino en dos: los hombres que son calzonazos (y lo saben) y los que son calzonazos (y no lo saben).

El término calzonazos lo utilizamos entre nosotros, generalmente, para referirnos a esos colegas que un buen día se echan novia y automáticamente desaparecen del mundo. He de matizar que, si bien es cierto que al principio uno está emocionado con la relación y lo único que quiere es pasar tiempo con la pareja (los dos primeros meses), el calzonazos mantiene ese estatus de “desaparecido en combate” durante todo el periodo que dura la relación.

Yo me identifico dentro del grupo de los que somos conscientes de nuestro “calzonerismo” y, voluntariamente, nos dejamos manipular. Digamos que, si nuestra novia nos plantea algo, habría otras opciones que preferiríamos antes pero, por no discutir y por ahorrarnos esa discusión en la que siempre pierde el mismo (nosotros), cedemos

Cosas como no llevar nunca la contraria a tu chica en público (pese a que claramente esté equivocada), concederle un porcentaje de caprichos, mayor al 70% pero menor al 85%, y salir más veces al mes con sus amigas que con los tuyos denota un nivel de calzonerismo alto pero no preocupante. Sin embargo, cuando tienes que consultarle -y pedirle permiso- para salir con tus colegas, o cuando es ella la que decide año tras año, de forma autónoma y sin posibilidad de réplica, el destino de las vacaciones, se es un calzonazos de bandera. Si encima consigue convencerte hasta el punto de que coges manía a algunos de tus propios colegas, se está en un nivel de calzonazos grado David Beckham. Ya más allá estaría el nivel Brad Pitt, al que creo que desde que está con Angelina nadie ha oído una sola palabra salir de su boca.

El calzonazos que no sabe que lo es, NO SE RESISTE ante el registro eventual de su móvil. Cree que darle contraseñas, códigos y passwords a su chica es lo normal y lo que hace todo buen novio. Nosotros, en cambio, los calzonazos que lo somos pero LO SABEMOS, nos resistimos… al principio. Pasados un par de envistes, nuestras sólidas defensas y férreos argumentos (del tipo “es mi vida privada, cariño”,”tengo derecho a la privacidad,¿ no?”) se caen y nuestras parejas terminan teniendo acceso a toda nuestra vida presente y pasada, a nuestra intimidad y a elegir el color de nuestros gayumbos. Pero la diferencia es esa, que unos nos resistimos y los otros lo aceptan desde el minuto uno.

Pero ojo, no hay que imaginarse a novias sargento que manipulan y maltratan a sus novios a la voz de “¡AR!”, no. Más bien son sutiles encantadoras de serpientes que, con mimo y seducción se camelan a su víctima a base de encantos y sutilezas.

Yo os pongo ejemplos prácticos:

Nuestra casa la ha decorado entera mi novia. Ella, si le preguntan, dirá que no, que ha sido cosa de dos, pero nada más lejos de la realidad. Básicamente ella elegía las cosas y, de vez en cuando, me preguntaba mi opinión sobre algo. Por supuesto era siempre pregunta trampa y cuya respuesta -la mía, digo- no importaba. Básicamente la situación era algo así:

— Javi, he pensado en que pintemos las habitaciones con bandas azul clarito y blancas y el salón de algún color terroso, ¿qué te parece?

— Emmm… ¿qué significa terroso? Yo preferiría blanco, así, como el de toda la vida. ¿No puede ser blanco?

— Anda, peque, que si no va a quedar muy soso, ¡ya verás como te gusta!

— Pero…

— ¡Gracias!

Otra treta es escoger algo que le gusta y enseñarme dos versiones de lo mismo para que me crea que estoy teniendo capacidad de decidir algo. Nada más lejos de la realidad, la decisión ya está tomada. Hecho real:

— Mira este juego de tazas. ¿Cuál te gusta más? (Me enseña unas color crema y otras rosa claro con puntos blancos)

— Errr.. creo que ninguna. ¿No pueden tener el logo de Batman o dibujos manga?

— Javi, ¡mira! No seas hortera. Venga, cuál prefieres.

(Aquí, claro, habiéndome tachado de hortera, quedo totalmente desacreditado en cuanto a gustos estéticos y lo mejor es ceder y elegir una. El mal menor, se llama).

Esto me ha pasado varias veces. La situación es en casa de un amigo -mío- un sábado por la noche:

—Peque, estoy cansada. ¿Nos vamos?

—Hombre, hemos llegado hace 20 minutos, un rato más…

—No, venga, que estoy cansada, además mañana quería que subiéramos a La Sierra a comer…

—Mira, media horita, que están viniendo Boro y David…

—Bueno, quédate tú, no pasa nada, me voy yo en taxi a casa y nos vemos ahí. (Esta es la clave, esta es la frase en la que “te la cuela” y donde tú cedes y te desmoronas)

—No, hombre, no. Cómo te vas a ir en taxi teniendo yo el coche aquí… Bueno, venga, me despido y nos vamos…

Otros calzonazos de antología son Leonard de The Big Bang Theory, Adán (con Eva) y Bustamante (con Paula Eche)

Besos y abrazos…

http://blog.hola.com/hot-shots/2014/02/los-hombres-se-dividen-en-dos/
 
Hombres: Pistas para reconocer si tu chico es un calzonazos
Hombres: Pistas para reconocer si tu chico es un calzonazos. Te damos algunas claves para que termines tu relación antes de que termines volviéndote loca por su falta de personalidad.

Hombres: Pistas para reconocer si tu chico es un calzonazos. Todas las mujeres necesitamos hombres que nos quieran, nos mimen, nos sorprendan y nos hagan regalos románticos, pero también queremos que nos lleven la contraria de vez en cuando, o que impongan un poco sus propias normas, es decir, una de cal y una de arena. Queremos tener a nuestro lado un hombre con carácter que no siempre responda con un ‘sí’ rotundo a todo lo que le digamos, o que nos pida permiso para salir con sus amigos, en definitiva, lo que normalmente llamamos un calzonazos. Te damos algunas señales para que reconozcas si tu chico es uno de ellos.

Normalmente cuando buscamos pareja, las mujeres pedimos unos requisitos mínimos que nuestro chico debe cumplir; los más comunes es que sea cariñoso, atento, romántico y sobre todo fiel, pero además de todas esas características, existen otras que ninguna suele decir, como que tenga carácter, iniciativa y personalidad, es decir, que no sea un verdadero calzonazos.

A todas nos gusta que nos lancen piropos, que nos hagan regalitos o tener la razón en alguna ocasión, pero si esto es constante, llegará el momento en que terminaremos cansándonos, porque una discusión de vez en cuando también es necesaria.

Si te has planteado alguna vez si tu chico es un buen ejemplo de ello, o si quieres saber cómo reconocerlo antes de que sea demasiado tarde, ten en cuenta estas claves, ya que seguramente ese hombre no sea para ti.

  • Siempre te da la razón: Si has notado que hasta cuando no la tienes, tu chico siempre te da la razón en todo, haz que espabile, que tú no eres ninguna sabia griega para que constantemente te baile el agua.
  • Te pide permiso: Si cada vez que sale con sus amigos (las menos) te pregunta si te parece bien, hazle saber que también debéis tener vuestra propia vida fuera de la pareja, ya que si no terminaréis cansados el uno del otro.
  • Te tiene miedo: Si cada vez que te alteras ves que se va haciendo pequeñito por momentos y que te hace quedar como si fueras un monstruo, ese chico realmente no sabe hacerte frente, así que ya puedes tomar nota de las mejores formas de romper con tu pareja, y escapar.
  • Te suplica en la cama: Los hombres también tienen derecho a decir que no quieren tener relaciones en determinados momentos, exactamente igual que nosotras, pero si cuando tú quieres él lo hace y cuando no quieres, te suplica, eso no funciona.
Seguramente si continuas o comienzas una relación con un calzonazos, termines cometiendo una infidelidad, uno de los problemas de pareja más difíciles de solucionar, así que evítalo cuanto antes.

https://www.ellahoy.es/pareja/artic...econocer-si-tu-chico-es-un-calzonazos/123987/
 
La relación con un hombre casado es tan normal como con uno que no lo está, es un placer, un entendimiento, un lo que sea.
Cuando eso ocurre, la amante pasa a ser la primera y la esposa pasa a ser la segunda, lo sepa o no lo sepa, le guste o no le guste.
Esa imagen del hombre rico, poderoso, triunfador que puede elegir a la mujer que desea y esa mujer solitaria, triste, necesitada que se siente como una reinona por enamorar a un hombre casado son propias de los culebrones del siglo pasado. En la actualidad, los casados que se enamoran de otra mujer pueden ser electricistas, bomberos, reponedores de supermercado o empleados de banca decepcionados con su matrimonio y las amantes son mujeres que tienen un trabajo, un piso, un coche, amigos, amigas, que practican deporte o pintan cuadros, que salen, que se visten con jeans y con zapato plano para andar cómodas.
En muchos casos, la amante es una antigua novia o antigua amiga que se reencuentra después de mucho tiempo y con la que se retoma la confianza, con la que se hace muy fácil el camino.
 

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