Amantes, Seducción y Sufrimiento

Supongo. Tiene 47 @ños y lo compagina con otros. En el fondo me da envidia. Hace lo que muchos hombres
cético, en su afán de obtener sus objetivos era capaz de componer de manera brillante roles diversos. Diplomático, soldado, médico, religioso, filósofo y hasta agente secreto. También fue un prolífico escritor. Pero su arma más filosa fue, en cada acto de su vida, la seducción. Cautivó a monarcas, autoridades eclesiásticas, pensadores y burgueses. Aunque su predilección fueron las mujeres, en las que siempre encontró cobijo, cualquiera fuere su orden social: la enorme mayoría sucumbía ante él.

Aquellas conquistas amorosas, las que el propio Giacomo contabilizó con la impactante cifra de 132, llevaron a que su apellido trascendiera a la historia como sinónimo de libertino, dada su obsesión por el s*x* opuesto y los placeres mundanos.

La historia también lo rescata como a un hombre que supo tejer un entramado tan inteligente como efectivo de relaciones. Sus vivencias serían volcadas luego al papel con suma maestría, en una memorable autobiografía titulada La Historia de mi vida, obra celebrada como una genial descripción de su época, aunque, por transgresora, fue censurada hasta pleno siglo XX.

La historia de Giacomo Casanova comenzó en Venecia, cuando esta ciudad ostentaba autonomía. Nació el 2 de abril de 1725, tuvo cuatro hermanos y sus padres fueron actores de teatro de poca relevancia. El propio Giacomo se describió en sus memorias como un niño con pocas luces. Pero a la edad de los 9 años, debió viajar a la vecina Padua a raíz de una enfermedad respiratoria y allí, donde permaneció muchos años, comenzó a ser educado mostrando muy buenos dotes para el aprendizaje, tanto en las materias humanísticas como en las orientadas a la ciencia.

El incomparable Casanova
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Solía comerse cincuenta ostras al desayunar, a menudo en compañía, dentro de una bañera construida para dos. Normalmente seducía a las esposas o hijas de sus amigos, a veces dos a la vez, si hay que darle fe.

Casi siempre jugaba al aventurero: espía condenado a prisión que se evade saltando el muro, amante que lucha en duelo con un marido ultrajado, jugador que consigue varias fortunas y se las gasta en mujeres y en vino. Siempre vivió de su cerebro.

Giovanni Jacopo Casanova de Seingalt fue un hombre de muchos talentos: fue sucesivamente periodista, narrador, soldado, gastrónomo, predicador, filósofo, violinista, alquimista, hombre de negocios, diplomático y amante. La incomparable filosofía que guiaba los pasos de Casanova está expresada en un pasaje poco citado que aparece a la mitad de sus Memorias: «Los instantes en que el hombre se ve obligado a ceder a la desgracia o al sufrimiento son instantes robados a su propia vida; pero multiplica por dos su existencia si tiene el talento de multiplicar sus placeres, de cualquier clase que sean».

Así se comportó Casanova a lo largo de toda su vida, desde la edad de 16 años, cuando le expulsaron por conducta inmoral de un seminario de Venecia, su patria, hasta su muerte en Bohemia —donde era bibliotecario del conde Von Waldstein— en el castillo de Dux, si los 73 años, en 1798.

Entre estas dos fechas hubo más de lo que un otro hombre hubiesen podido escribir. Las célebres memorias de Casanova totalizan aproximadamente 1.500.000 palabras, y sin embargo sólo llegan hasta sus 49 años. Se hizo famoso por primera vez cuando, encarcelado en Venecia, en 1755, por haber actuado de urente secreto, escapó a Francia: la historia indudablemente exagerada de este episodio le convirtió en un héroe romántico en toda Europa. Los franceses le nombraron rápidamente jefe de las loterías nacionales, un cargo que le valió su primera fortuna, pero en lugar de establecerse reemprendió sus viajes.

Florencia le expulsó; aunque parezca raro, el Papa le concedió la orden de la Espuela de Oro; también le expulsaron de Madrid; de 1774 a 1782 fue espía para los inquisidores estatales de Venecia. Allí donde iba no dejaba nunca de buscar nuevos placeres.
Se dice que la famosa autobiografía de Casanova es digna de fe en líneas generales, como un cuadro del siglo XVIII, pero no en sus detalles, aunque actualmente nos parece ya bastante morigerada, y los detalles no son tan licenciosos o picantes como antes parecían.

El ingenio elegante de Casanova, reflejado en estas páginas, le convirtió en el huésped bienvenido de gigantes como Voltaire y Federico el Grande, pero incluso en estos casos no pasaba de ser considerado como un homme a bonnes fortunes. Como es lógico, se le recuerda principalmente como un gran amante, y su nombre sólo es igualado por Don Juan como sinónimo de mujeriego promiscuo.

Dijo que las mujeres eran su cocina, y se dedicó a conocer e inventar toda clase de trucos para atraerlas al banquete de su cama —desde estratagemas como el «juego de las ostras» (él y la probable candidata comían las ostras cada cual de la boca del otro, y a menudo las ostras caían entre dos «globos de alabastro») hasta las historias exageradas de sus proezas en cualquier campo—.

Este famoso amante es un ejemplo típico del seductor neurótico, cuya necesidad de gustar constituye la razón misma de su vida, pero fue tanto un caballero como un sensual, combinación que rara vez se da.

https://historiaybiografias.com/amantes2/[/QUOTE]
 
Lo que quiero decir es que ella adopta posturas masculinas. Yo al principio no la entendua, ahora sí!!! Vaya que si la entiendo
 
Los 3 libros de las mujeres infieles

En las novelas supuestamente sexys de látigo y látex nos están colando mucho machismo. Los libros nos son inocentes, nos trasladan los valores de su época.

Queridas Mentes Insanas,

Vengo con tres recomendaciones literarias para el verano de esas que no están de moda porque ya sabéis que yo de las modas paso bastante, pero que son tres maravillas que deberíamos recuperar todas las mujeres feroces e insanas que andamos por ahí.

¿Por qué recuperarlas? Porque nos están colando mucho machismo con novelas de esas supuestamente sexys donde la cosa va de azotes y mazmorras y látex pero, vaya casualidad, el que azota es un señor y la azotada que se viste de látex es una chiquilla, donde le consentimiento se lo pasan por el forro, donde el tío es el que parte la pana y ella la que intenta salvarlo de sí mismo, qué pereza, majas.

De verdad que para acabar haciendo lo mismo de siempre no vale la pena dejarse el sueldo en trajes de látex. Con la bata y la rebequita de toda la vida ya sirve.

Total. Que la literatura, como todo, no es inocente, sino es portadora de los valores de su época. Y estamos en una época bien machista, para qué nos vamos a engañar, donde el feminismo está pegando caña y ya no se puede ignorar pero sí se puede neutralizar convirtiéndolo en una pantomima de sí mismo, y poniéndole al machismo de siempre un poco de látex para que parezca que es otra cosa.

Por eso propongo que leamos tres obras clásicas y maravillosas sobre mujeres infieles: las historias de Emma y de las dos Anas. ¿A que así no os dice nada? Pues no. Porque han pasado a la historia por los nombres de sus maridos, menuda guasa. Ellas son Madame Bovary, Ana karenina y La Regenta.

Los tres libros fueron escritos por hombres: Flaubert, Tólstoi y Clarín, y los tres sobre el siglo XIX.

La gracia de estas novelas, a parte de que son maravillosas, es que lanzan un mensaje para todas nosotras: las mujeres infieles acaban mal. Y tu vas leyendo así inocentemente una joya de la literatura y el mensaje te va calando y te vas construyendo unos fantasmas muy raros que no sabes de dónde salen pero que no solo los tiene tú hay, sino que son compartidos con un montón de mujeres en el mundo. No es casual, pues.

Otra cosa también común a estos tres libros es que todas ellas están casadas con buenazos que acaban pagando el pato también de haber sido tan majos y haberse enamorado de mujeres malas. El mito del calzonazos, también muy extendido. Los peligros de ser un hombre majo y dejar la cuerda muy suelta a tu parienta. Y así vamos.

Que retraten una época no quiere decir que debamos desestimar estos libros, todo lo contrario. Precisamente porque son buenos libros, porque están bien escritos, son capaces de pasar de lo concreto a otra cosa que nos toca a ti y ya mí, y en la que vemos reflejadas un montón de historias que conocemos.

Pero hay que saberlos situar, y entender de dónde vienen y a dónde van. Y disfrutarlos, y odiarlos, y reírnos con ellos. Y reivindicarlas a ellas, que son nuestra genealogía también, las mujeres que a pesar de todo, a pesar incluso de sus autores, quisieron saltarse las normas y lo pagaron, sí, pero lo hicieron.

¡Feliz semana, Mentes!

Por Brigitte Vasallo
 
Stop flechazos: Cupido es para las niñas buenas

Uno de los mitos del amor romántico que pasa más desapercibido es el del flechazo, el del enamoramiento espontáneo, predestinado, inevitable e ineludible.

Queridas Mentes Insanas,

La semana pasada os dejé con el alma en vilo esperando la segunda parte de mi defensa a ultranza de las apps de ligue, así que allá voy. Y lo hago, atención, un 15 de febrero. ¿Creéis que es casualidad? Pues no… aquí todo está calculado.

Si hoy es 15 ayer fue 14 y aún andáis todas las Mentes Amorosas de resaca post-San Valentín, resaca de exceso o de defecto. O empalagadas de arrumacaros con vuestra AlmaGemelaDeTurno® porque ayer tocaba empalagarse sí o sí. O con el corazoncito arrugado por no haberos podido arrumacar con nadie o quién quisierais, o agobiadas del delirio general que se monta en este día y que hace difícil quedarse al margen e indiferente.

Sea como sea, San Valentín ya sabéis, porque es imposible no enterarse, que se representa por un niño rubio que anda por ahí con un arco y una fecha y sin licencia de armas.

Se supone que tu vas por el mundo y ¡chas! te parte la flecha del amor y punto pelota. Pero que tú no tienes nada que ver con ello, porque el amor (romántico) es espontáneo, viene predestinado y es inevitable e ineludible. Y que tú, simplemente, pasabas por allí y te llegó el destino.

El flechazo, el último mito del amor romántico
Creo que las apps de ligue incomodan porque rompen ese mito: que tú pasabas por allí. Porque nadie pasa por una app de ligue, sino que te haces un perfil y ahí se te ve el plumero de la intencionalidad.

Hay gente (especialmente mujeres) que afirman que están allí para nada, pero eso tiene más que ver con el patriarcado y con la pesadez de algunos señores que con las apps. Pero el “pasar por allí” es un mito ligado al amor romántico, no es tan cierto como parece y es, además, un privilegio de algunos y algunas. Os cuento.

Por mucho que queramos creer que no es así, nuestros enamoramientos están muy condicionados socialmente. Los gustos de cada época son los que determinan de quién nos enamoramos y en quién nos fijamos menos, sin contar que las personas que son consideradas socialmente más guapas reciben más enamoramiento que las demostradamente majas, lo cual es claramente una estupidez muy acorde con los tiempos del márketing y poco acorde con el amor y sus bondades.

Nos enamoramos cuando estamos de humor para enamorarnos (y si no habéis visto la película “Deseando amar” de Won Kar-Wai os la recomiendo urgentemente porque es una maravilla). Cuando tenemos ganas de enamorarnos hacemos cosas como salir más, vestir de determinadas maneras y propiciar encuentros. Aunque lo neguemos, porque hay algo de vergonzoso en querer ligar y porque las mujeres tenemos que irnos con cuidado porque a la primera de cambio nos violan y dicen que lo andábamos buscando…

Cuando se dan todas estas circunstancias propicias, San Valentín puede lanzarnos sus flechas en el supermercado, en el trabajo, en el autobús, en la cola del cine, en el gimnasio… qué sé yo… siempre y cuando seas heterosexual, cisgénero, tengas una sexualidad medianamente respetable y vivas en una ciudad, entre otras cosas.

Enamorarse no es cosa del destino
Yo, que ya os he contado que no practico el ligue con señores, no recibo flechas tan fácilmente en cualquier lugar inesperado por la simple ley de la oferta y la demanda.

Las personas heterosexuales son el mogollonazo por ciento de la población en cualquier lugar, así que las demás, para juntarnos entre iguales, tenemos que buscar espacios propios. Y esto mismo aplica a muchas otras categorías, como por el ejemplo la sexualidad kinki, hacer cositas de esas que se salen de lo común, por ejemplo, que te ponga mirar pelis del oeste mientras comes huevos fritos con tu churri atado en la habitación de al lado, y que tampoco te encuentras a alguien por casualidad si no lo buscas en sitios con posibilidad de encontrarlo.

Así que esperar el flechazo y que este tenga posibilidades de ser recíproco es también un lujo que no todo el mundo puede permitirse. Tengamos eso en cuenta al pensar en las apps de ligue.

Y yo ya, dicho esto, os recuerdo que los amores que se construyen através de flechazos, sucedan donde sucedan, me parecen el infierno en la tierra.

Por Brigitte Vasallo
 
¿Cómo se enamora nuestro cerebro?

Bienvenida a la neurociencia del amor: descubre la cascada química que genera el enamoramiento en nuestro cuerpo y en nuestra mente.


El amor es un huracán de sentimientos tan caótico y difícil de describir a través de definiciones convencionales que la mayoría de las personas lo conoce más por experimentarlo directamente que por otra cosa.

Sin embargo, la universidad de la vida no es el único lugar en el que es posible conocer aspectos relevantes sobre los mecanismos que hay detrás de el amor.

De hecho, en el ámbito de las neurociencias cada vez se sabe más acerca de la lógica que guía nuestra afectividad. Las investigaciones que se realizan desde este campo de la ciencia no nos hablan sobre el amor como lo hace la poesía o el cine: reduce este conjunto de sentimientos a sus elementos más básicos que pueden ser encontrados en nuestro cerebro (y en nuestro sistema nervioso en general).

El objetivo aquí es tratar de extraer conclusiones sobre este que se puedan aplicar a prácticamente cualquier persona, independientemente de cuál haya sido su historia.

El resultado de esta manera de investigar sobre el amor nos permite descubrir cosas fascinantes acerca de nuestro lado más romántico.

El amor entendido como una droga
Uno de los descubrimientos más chocantes de los muchos que se han realizado sobre la neurociencia del amor es que, en nuestro cerebro, el enamoramiento tiene un efecto muy similar al de una droga.

Si alguna vez has pensado que el amor hace que nos volvamos adictos a alguien en concreto es porque has experimentado un fenómeno que los neurocientíficos han comprobado en ambientes de laboratorio.

Cuando nos quedamos prendados de alguien, nuestro cerebro aprende a segregar por sí mismo una gran cantidad de sustancias que producen un estado de éxtasis agudo, que llega de repente.

Estas sustancias son la oxitocina, la serotonina y la dopamina, elementos que nuestro cerebro utiliza constantemente en mayor y menor medida para hacer que nuestras neuronas se comuniquen entre sí.

Cuando notamos la presencia de la persona a la que queremos, estas partículas microscópicas inundan amplias zonas de nuestro cerebro, alterando por completo el equilibrio químico de nuestra mente.

Oxitocina
La oxitocina, por ejemplo, aparece en gran cantidad en momentos de intimidad en los que se establecen relaciones amistosas o de protección.

De hecho, algo tan simple como mirarse a los ojos durante unos cuantos segundos hace que los niveles de esta sustancia crezcan mucho.

Esto ocurre incluso cuando miramos a los ojos a un perro doméstico (¡y también pasa en los niveles de oxitocina del perro!).

Dopamina
Pero la dopamina es la que está más involucrada en esa sensación de euforia que nos inunda cuando nos relacionamos a alguien de quien nos estamos enamorando. Su liberación en grandes cantidades nos llena de bienestar y hace que en el futuro intentemos repetir la experiencia.

¿Y qué partes del cerebro se ven más afectados por estos cambios repentinos? Curiosamente, son exactamente los mismos que están implicados de un modo más directo en el efecto que las drogas como la heroína tienen en un cerebro humano.

Este conjunto de regiones cerebrales se llama sistema de recompensas.

El sistema de recompensas
Ubicado en el seno del sistema límbico, que es la parte de nuestro cerebro responsable de generar emociones, el sistema de recompensa es, básicamente, lo que hace que orientemos nuestras acciones hacia ciertas metas y no hacia otras.

Aquello deseable es lo que hace que el sistema de recompensa nos regale sensaciones de placer, mientras que otras situaciones neutras no nos producirán ningún estado de bienestar e especial y otras producirán dolor.

En el consumo de drogas, el sistema de recompensas queda "pirateado" por sustancias que se supone que no deberían estar ahí, y esto hace que confundamos el uso de estas sustancias con necesidades básicas a causa de la sensación placentera que generan a corto plazo.

Por supuesto, en el caso del enamoramiento no hay ninguna sustancia proveniente del exterior que se entrometa en el funcionamiento del sistema nervioso, y por consiguiente el efecto del enamoramiento no perjudica la salud.

Sin embargo, uno de los elementos negativos de las drogas también está presente en este fenómeno tan natural.

Se trata de la abstinencia que sufrimos cuando notamos que algo nos separa de la persona amada.

El síndrome de la abstinencia amorosa
Un cerebro que ha sido expuesto al amor termina acostumbrándose a tratar la experiencia de los momentos que se comparten con la persona querida como si fuesen verdaderos hitos vitales.

La reacción en cadena que producen las sustancias químicas que aparecen en gran cantidad cuando estamos cerca de esa persona no solo producen un placer; también generan una sensación de recompensa.

Es por eso que no solo disfrutamos de los momentos compartidos con ese alguien especial; también nos acostumbramos a anticipar estos momentos. Cuando fantaseamos con estas situaciones no estamos haciendo más que ensayar mentalmente lo que se siente al recibir la recompensa de la compañía del ser amado.

Sin embargo, esta nueva manera de encontrar bienestar en actos sencillos y cotidianos tiene una cara menos amable. Si el conjunto de partes de nuestro cerebro que se activan con el consumo de drogas y con la presencia de la persona amada se llama "sistema de recompensas" es justamente porque de ellas depende establecer qué consideramos que es una meta y qué carece de interés a nuestros ojos.

Y, al igual que las drogas más adictivas pueden hacer que todas nuestras metas vitales se reduzcan al consumo de drogas para poder experimentar bienestar otra vez (aunque sea fugazmente), el enamoramiento también crea un tipo de dependencia parecido.

En poco tiempo podemos ver cómo todo aquello a lo que le damos valor está relacionado con una vida en la que la persona amada está a nuestro lado.

Es por eso que, si después de habernos enamorado de alguien, esta persona desaparece o deja de estar tan disponible como habíamos anticipado, permanecemos un tiempo no solo tristes, sino incapaces de experimentar momentos de bienestar significativo.

La brújula de nuestro sistema de recompensas sigue apuntando hacia esa persona, a pesar de que por circunstancias externas al funcionamiento de nuestras neuronas no podemos dar a nuestro cerebro lo que quiere.

La habituación del amante
De todos es sabido que el amor no se experimenta igual durante los primeros meses que durante el resto del recorrido de la relación. Al principio los momentos juntos producen "inyecciones" de bienestar más intensas y repentinas, mientras que pasados unos años la situación se normaliza.

Esto también tiene que ver con la neurociencia del amor: es un síntoma de que nuestro cerebro se ha acostumbrado a la presencia de la otra persona y ha logrado construir un nuevo equilibrio químico que ofrece estabilidad a nuestro sistema nervioso cuando estamos cerca de esa persona.

De algún modo, nuestro cuerpo ha empezado a dar por sentado que esta situación seguirá formando parte de nuestra vida y se adapta a ello para que nuestra vida emocional no vaya dando volantazos constantemente, algo que resultaría agotador y nos alejaría de otros objetivos.

Así pues, el paso del tiempo hace que las metas a las que podamos aspirar se amplíen y vayan más allá de pasar tiempo con la pareja. En este punto, el amor se diferencia de las drogas convencionales, que tienden a monopolizar cada vez más nuestra atención dejándonos cada vez menos espacio para ser personas autónomas.

Pero... ¿significa esto que la adicción al amor ya ha terminado? En absoluto: si el amor perdura, los efectos de un alejamiento de la persona amada volverían a traer el caos y la inestabilidad al funcionamiento bioquímico de nuestro cerebro. En eso consiste, fundamentalmente, el duelo que se experimenta al perder una forma de contacto considerada normal con una persona querida.

Viendo más allá de la química del amor
Por supuesto, el amor no tiene por qué ser entendido solo como una serie de reacciones química que se producen en nuestra cabeza. El enamoramiento puede ser guionizado, retratado en imágenes o narrado de viva voz por quien lo experimenta, y el hecho de que se necesite un cerebro (y su consiguiente sistema de recompensas) para experimentarlo no significa que todas estas sensaciones no sean más que una reacción en cadena de moléculas que interactúan con neuronas.

La neurociencia del amor nos aporta una interpretación más acerca de lo que vivimos cuando nos enamoramos y, como siempre, la definición definitiva de lo que es el amor solo puede ser imaginada por cada uno de nosotros: los amantes que lo experimentan.

Por Bertrand Regader
 
Infidelidad virtual, un problema serio y en aumento

Estas facilidades para fomentar la infidelidad han sido ampliamente analizadas en el libro “In bed with the Web: Internet, le nouvel adultere” (En la cama con la red: Internet, el nuevo adulterio), escrito en Francia por el doctor en Psicología Loic Roche y el experto en la red Yannick Chatelain.

La red mundial de información se ha convertido en nueva forma de generar vínculos románticos que, si bien no implican contacto físico —al menos en el inicio—, no dejan de contener fuerte carga sexual. ¿Qué lleva a las personas a crear lazos virtuales?


El psicólogo Juan Antonio Barrera Méndez, director y terapeuta de la clínica Atención y Tratamiento Psicológico, ubicada en la Ciudad de México, responde que “son múltiples los motivos; por ejemplo, poseer escasa habilidad en las relaciones personales, tener relación de pareja conflictiva, sentirse solo, ser tímido, estar desempleado, no sentirse comprendido por la actual pareja, ser adicto u obsesivo con el uso de la red o por diversión, por mencionar algunos”.

De acuerdo con el sitio de Investigación y Desarrollo ID; en efecto, los affaires on line suelen implicar el mismo tipo de pensamientos y emociones que cualquier otra relación, lo cual incluye secretos, fantasías, entusiasmo, frustraciones, negación y/o racionalización; por tanto, tienen potencial devastador para otras relaciones que se mantengan al mismo tiempo, sean amorosas, familiares, laborales o de amistad.

Con el tiempo, el mundo de fantasía que se presenta en la web puede hacer que la persona inmiscuida vea a la vida real como monótona, aburrida y en la que resulta imposible acceder a la increíble cantidad de intimidades y privacidad que se pueden encontrar on line.

Algunos cónyuges usan las redes sociales y foros para contactarse con otros y engañar virtualmente a sus parejas, ya sea con palabras, pensamientos, fantasías y hasta relaciones sexuales a distancia, oyéndose y viéndose a través de las pantallas con ayuda de una webcam. Así, la seducción comienza en la red, y muchas veces puede continuar en la realidad.

Estas facilidades para fomentar la infidelidad han sido ampliamente analizadas en el libro “In bed with the Web: Internet, le nouvel adultere” (En la cama con la red: Internet, el nuevo adulterio), escrito en Francia por el doctor en Psicología Loic Roche y el experto en la red Yannick Chatelain.

Según los autores, cada vez más personas sucumben a las relaciones virtuales, pues al conectarse a Internet “resulta muy sencillo establecer relaciones virtuales (la mayoría de las veces bajo identidad falsa), así como crear estado de búsqueda permanente y dependencia”.

De esta manera, conocer a distintas personas por medio de la red se ha convertido en un estilo de vida, porque “da la ilusión afrodisiaca de ser todopoderoso; es algo similar a lo que ocurre con el alcohol en las fiestas de adolescentes, es decir, funciona como desinhibidor”, afirma el doctor Loic Roche.

“Cuando alguna persona detrás de la computadora comienza a compartir información con un@ amig@ o compañer@ potencial, se da un interesante fenómeno en el que se crea la ilusión de ser comprendido por alguien desconocido, ya que se empieza a hablar de problemas que sólo compartiríamos con gente de confianza. Esto sucede debido a lo fugaz que resulta comentar nuestras fantasías o problemas de fondo a alguien que no nos conoce”, refiere el doctor Barrera Méndez.

¿Fantasía o amor real?


De acuerdo con la doctora Marlene Maheu, de origen estadunidense y autora de “Internet infidelity” (Infidelidad en Internet), 75 millones de personas en el mundo sostienen actividad sexual por medio de la red. Esto levanta una serie de preguntas como: ¿es posible enamorarse de alguien a quien no se ha visto en persona? y ¿realmente se le es infiel a la pareja o la infidelidad sólo cuenta si hay contacto físico?

Para responder estas interrogantes, primero es preciso definir qué es, exactamente, un affaire cibernético. Según la investigadora estadunidense Kimberly S. Young, en un estudio difundido por la publicación “Sex Addiction & Compulsivity” (Adicción Sexual y Compulsividad), dicho concepto se define “como cualquier relación romántica o sexual iniciada a través de la comunicación en línea. Puede ser única y monógama, o consistir en una serie de encuentros con varios usuarios”.

Por su parte, señala el director de la clínica Atención y Tratamiento Psicológico, “alguna persona puede tener la fantasía de ‘estar enamorada’ de alguien sin siquiera conocerle, pues esta ilusión hace suponer a quien está del otro lado de la red que es comprendido en lo más profundo de su ser por alguien que nunca ha visto en su vida”.

Ello se debe a que la imaginación genera fantasías que llenan de ilusión y deseo a ambas partes, a la vez que pueden convertirse en amor ideal que en innumerables casos llena el vacío de la soledad. Al mismo tiempo y, dado que se está interactuado a través de una máquina, se eliminan las inhibiciones y afloran sin máscaras las más bellas o perversas intenciones.

“Además, es importante tener presente que, como seres humanos, tenemos la necesidad de amar y ser amados, y ello nos hace probar todos aquellos caminos disponibles para encontrar a nuestra contraparte”, agrega el especialista.

Peligros y consecuencias


Cuando se presenta infidelidad por Internet, quien la practica cree que mientras no sea física no hay engaño y, por ende, no está haciendo nada indebido con su pareja. Sin embargo, la persona traicionada se siente igual de mal, aunque con la duda de si lo perdona o no porque sólo fue engaño virtual. Lo cierto, es que el vínculo que se ha creado on line está lleno de intimidad, sentimientos y emociones, lo que puede ocasionar el surgimiento de amantes auténticos y permanentes.

“En la práctica terapéutica es cada vez más común que los pacientes lleguen por haber encontrado rastros de que la pareja les está siendo infiel; las evidencias pueden ser recabadas en el teléfono celular o correos electrónicos, que por error vieron. Otros terapeutas señalan al respecto que algunos pacientes empiezan a hablar sobre sus relaciones obsesivas a través de la red y su adicción a Internet, e incluso hay quienes transformaron sus comportamientos obsesivos, como atracones de comida, en obsesión por los canales de conversación dedicados al s*x*”, acota el doctor Barrera Méndez.

Las consecuencias de este fenómeno son innumerables y muchas aún insospechadas; así, en los tribunales de Estados Unidos, por ejemplo, la infidelidad electrónica es ya causal de divorcio. Y es que para las víctimas del engaño no es tan complicado comprobar el adulterio cibernético, pues es fácil conseguir copias de los correos electrónicos que intercambian los ciberamantes.

Las relaciones por Internet tienen muchas posibilidades de fracturar o destruir totalmente un matrimonio, aunque esa no fuera la intención original de quien se inmiscuye en una relación on line.

Y viéndolo en retrospeciva, muchas personas que terminaron su relación formal con sus parejas para establecer relaciones reales con aquellas que conocieron virtualmente, reconocen que podrían o deberían haber sabido el problema en que se meterían, pero no lo hicieron porque estaban deslumbradas por la novedad.

Salvo que se esté en una crisis terminal con la pareja, lo ideal para comenzar a revivir la pasión interior sería volver a replantear todos los aspectos de la relación. Lo anterior permitirá determinar otros caminos que podrían llevar a que ambos se sientan mejor y más vivos, pero siempre arraigados en la realidad antes que en la virtualidad o la fantasía.

http://www.mvsnoticias.com/#!/noticias/infidelidad-virtual-un-problema-serio-y-en-aumento-823
 
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