- Registrado
- 29 Abr 2019
- Mensajes
- 94
- Calificaciones
- 814
En general soy introvertida y algo tímida que también tiene que ver con mis malas experiencias del pasado (ambiente familiar tóxico, trastornos como TSA y TCA en mi adolescencia que quedan secuelas en mi caso) pero según qué contextos muy concretos no me ocurre, por ejemplo, si tengo que dar una exposición en clase, no me cuesta sacarlo adelante.
¿No os pasa a veces que los roles que os toque (por ejemplo, una profesión) seáis una persona distinta, como una transformación?
Tenía trabajos que prácticamente tenía que atender al público como camarera de una cafetería. Mucha gente conocida se sorprende cuando lo digo. Ser camarera sabía qué tenía qué hacer, la relación entre camarera y cliente, la comunicación y las formas, mi mente se prepara, como una anticipación, ante posibles escenarios que puedan surgir de parte de la clientela como los pedidos, las quejas, algunas observaciones... lo mismo con mis compañeros, me preparo si me van a pedir un cambio de turno, si atender al cliente de tal, salir a la terraza a recoger, a limpiar, a cerrar, etc. En el trabajo me encontraba bien, con los límites establecidos, pero fuera de esto, vuelvo a ser la misma persona. Me acuerdo de algunas compañeras que querían quedar a tomar algo después de cerrar o salir a comer juntas en el descanso, me sentí muy incómoda así que lo rechazaba, no quería esto, no sabía ni quería "socializar a la fuerza", me gustaba estar sola, comer sola, disfrutar de mi descanso sola, ser yo misma… a veces me trajo problemas como que me tomen por antipática, rarita, borde, incluso mi jefe me preguntó si tenía algún problema con ellos.
Tengo varias anécdotas de este tipo, pero con los clientes. En este caso como recepcionista bilingüe de empresa que tenía que atender clientes, la mayoría eran serios y extranjeros, me gustaba muchísimo este trabajo porque el ambiente era muy formal, me daba tranquilidad. Con el tiempo, se hacen conocidos los clientes más habituales y a veces se traspasaba el límite de lo profesional con lo personal, no me daba cuenta. Pues un día cualquiera me topé en la calle con un matrimonio que eran clientes asiduos de la empresa, me saludaron con alegría y empezaron a tratarme como si fuera una amiga… me quedé totalmente sorprendida, muy incómoda, empecé a notar una ansiedad fea en este momento ? no sabía qué hacer, solo podía devolverles el saludo e irme deprisa. Volví a coincidir con ellos en la empresa y actuaron como si no hubiera pasado nada, menos mal.
¿No os pasa a veces que los roles que os toque (por ejemplo, una profesión) seáis una persona distinta, como una transformación?
Tenía trabajos que prácticamente tenía que atender al público como camarera de una cafetería. Mucha gente conocida se sorprende cuando lo digo. Ser camarera sabía qué tenía qué hacer, la relación entre camarera y cliente, la comunicación y las formas, mi mente se prepara, como una anticipación, ante posibles escenarios que puedan surgir de parte de la clientela como los pedidos, las quejas, algunas observaciones... lo mismo con mis compañeros, me preparo si me van a pedir un cambio de turno, si atender al cliente de tal, salir a la terraza a recoger, a limpiar, a cerrar, etc. En el trabajo me encontraba bien, con los límites establecidos, pero fuera de esto, vuelvo a ser la misma persona. Me acuerdo de algunas compañeras que querían quedar a tomar algo después de cerrar o salir a comer juntas en el descanso, me sentí muy incómoda así que lo rechazaba, no quería esto, no sabía ni quería "socializar a la fuerza", me gustaba estar sola, comer sola, disfrutar de mi descanso sola, ser yo misma… a veces me trajo problemas como que me tomen por antipática, rarita, borde, incluso mi jefe me preguntó si tenía algún problema con ellos.
Tengo varias anécdotas de este tipo, pero con los clientes. En este caso como recepcionista bilingüe de empresa que tenía que atender clientes, la mayoría eran serios y extranjeros, me gustaba muchísimo este trabajo porque el ambiente era muy formal, me daba tranquilidad. Con el tiempo, se hacen conocidos los clientes más habituales y a veces se traspasaba el límite de lo profesional con lo personal, no me daba cuenta. Pues un día cualquiera me topé en la calle con un matrimonio que eran clientes asiduos de la empresa, me saludaron con alegría y empezaron a tratarme como si fuera una amiga… me quedé totalmente sorprendida, muy incómoda, empecé a notar una ansiedad fea en este momento ? no sabía qué hacer, solo podía devolverles el saludo e irme deprisa. Volví a coincidir con ellos en la empresa y actuaron como si no hubiera pasado nada, menos mal.