Esto me recuerda a una anécdota que me contó un amigo en la universidad. Resulta que un amigo suyo fue de visita a casa de su colega danés y allí sus padres le ofrecieron algo de comer. Él rechazó amablemente, aunque en realidad sí que quería comer, pensando que volverían a ofrecer, insistirían varias veces y finalmente, después de los rechazos reglamentarios que estipula la buena educación en nuestro país, podría comer a placer. Pues no volvieron a ofrecer y allí se quedó el pobre, con cara de tonto, hambriento, y prometiendo con el puño en alto como Scarlett O'Hara que no volvería a decir que no por educación.Lo de ser directos esta bien así no te comes el coco pensando, ellos dicen lo que piensan y a otra cosa.