Autoestima y otros temas de psicología

El árbol que cura todos los males
Cuentan que el hijo de un magistrado cayó muy enfermo y ningún médico supo encontrar causa ni remedio. Resignados a su muerte, llegaron noticias de un famoso árbol...

Se cuenta que hace dos siglos, cuando Tokio se llamaba Edo, el hijo de un magistrado cayó gravemente enfermo sin que ningún médico supiera encontrar el remedio.

Pese a recibir su nombre de un aguerrido shogun, el joven Tokogawa empezó a padecer dolores por todo el cuerpo, que ya no le abandonarían. Destinado a suceder a su padre, el muchacho tuvo que dejar los estudios de leyes.

Pasaba el día en la cama mirando con melancolía el paso del tiempo por la ventana. Desde que aquella extraña debilidad se había apoderado de él, los mejores médicos de la corte lo habían examinado, llegando siempre a la misma conclusión:

—El chico no tiene nada.

Como Tokogawa no mejoraba, el padre hizo traer de tierras lejanas a dos curanderos, pero tampoco ellos supieron dar con el remedio.

—No se observa enfermedad alguna –dijo el primero.

Tiene que ser una dolencia del alma –dictaminó el segundo–. Lo mejor es que medite día y noche, por si encuentra en una vida pasada el mal que lo consume.

Cuando el magistrado fue a ver a su hijo, lo halló tan agotado que no logró que se incorporara para meditar.

Ya se hacía a la idea de que su único hijo iba a morir, cuando el cocinero real llamó a su puerta con una noticia que encendió en él una débil esperanza.

—En uno de los siete lagos que rodean el Monte Fuji hay una anciana que cuida un árbol único en todo el país –explicó agitado–. Se dice que da un raro fruto que cura todas las enfermedades.

El magistrado organizó sin más demora un carro para llevar a su hijo hasta allí. Cuando las nieves del Monte Fuji empezaron a vislumbrarse en el horizonte, Tokogawa estiró la cabeza fuera del carro y dijo:

—Es un consuelo ver la montaña sagrada antes de morir.

—No morirás –repuso su padre–. Todos cuentan que ese fruto prodigioso cura todos los males.

Prosiguieron el viaje hasta llegar a un pequeño terreno junto a un lago, donde había una modesta cabaña frente a un árbol pelado.

—Es aquí –dijo el guía de la expedición–. Según el mapa, ese debería de ser el árbol y ahí dentro vivirá la anciana.

—¡Imposible! –se enfureció el magistrado–. Tiene que haber un error. De ese árbol no cuelga un solo fruto.

Para salir de dudas, fueron a llamar a la puerta y les abrió una vieja encorvada que sostenía una taza de té. Al ser preguntada por el árbol curativo, para sorpresa de todos dijo:

—Es este, sí. No encontraréis otro igual en todo el país.

—Pero... ¿dónde está ese fruto que debe comer mi hijo para sanar? –se impacientó.

La anciana escrutó el carromato con sus ojos plagados de arrugas y, al ver el cuerpo yacente de Tokogawa, dijo:

—Dejad al chico aquí y marchaos. El árbol da un solo fruto, que brota sin previo aviso de la noche a la mañana. Hay que comerlo entonces porque se marchita con la misma rapidez que ha crecido. Vuestro hijo debe esperar aquí el momento oportuno.

Finalmente el magistrado entregó el muchacho a la anciana, junto con diez monedas para costear su manutención, y se marchó cabizbajo a atender sus obligaciones en la corte.

Aquella noche, Tokogawa tuvo un sueño largo y profundo. Al despertarse, la silueta del árbol pelado se dibujaba en su ventana.

—Sal de la cama y ve a montar guardia bajo el árbol –le ordenó la anciana–. Necesita la compañía humana para animarse a dar su fruto.

El joven estaba tan sorprendido que sin darse cuenta se levantó y se vistió para hacer lo que le pedían. Luego ocupó un sencillo asiento que ella había colocado bajo el ramaje.

—Te traeré té y un poco de arroz. Vas a estar cada mañana aquí hasta que, una noche, el árbol te dé lo que has venido a buscar.

En su primera guardia, Tokogawa sintió que le dolía todo el cuerpo, pero había demasiado en juego para abandonar, así que resistió hasta el mediodía y luego se metió en la cama.

El día siguiente estuvo bajo el árbol hasta bien entrada la tarde, y al otro las estrellas salieron sin que se hubiera movido de allí.

Mientras esperaba que el misterioso fruto despertara, el joven disfrutaba del aire fresco, de las bandadas de pájaros y de la luz cambiante sobre el Monte Fuji.

Pasaron los días y las noches, hasta que una mañana la anciana lo despertó con estas palabras:

—Creo que el fruto está listo.

Tokogawa saltó de la cama con el vigor de un tigre y salió disparado de la casa. Sin embargo, al mirar el árbol se quedó pasmado.

—¡Aquí no hay ningún fruto! –gritó bien fuerte.

—Sí lo hay, lo que ocurre es que no puedes verlo. Ha crecido mientras estabas aquí y ahora ya es tuyo. No volverás a enfermar –dijo ella.

Por primera vez, Tokogawa tomó conciencia de que estaba totalmente restablecido. Aun así, la curiosidad le llevó a preguntar:

—¿Cuál es el fruto que no se ve y que ha crecido sin que yo me dé cuenta?

—Es el fruto de la paciencia. Lo has tomado sin saberlo una jornada tras otra y eso te ha curado. El aire fresco y la belleza del paisaje han hecho el resto.

Por Francesc Miralles
 
Cómo deshacernos de las corazas emocionales
Para sobrevivir al desamparo infantil, nos refugiamos en personajes: el guerrero, el enfermo, el fantasioso... La buena noticia es que ya no los necesitamos.

Madurar significa trascender las máscaras que nos creamos a modo de coraza para entender que los demás –y sobre todo nuestros hijos– tienen sus propias carencias y necesitan de nuestra disponibilidad emocional.

Una coraza contra el desamparo
Hay algo que tenemos en común todas las personas: todos hemos nacido de una madre, todos hemos tenido una infancia y todos hemos vivido un abismo entre aquello que esperábamos recibir en confort, brazos, leche, presencia, mirada, disponibilidad, cuidado y atención… y aquello que realmente experimentamos.

Todos, cuando fuimos bebés y luego como niños pequeños, nos vimos obligados a desplegar ciertas estrategias de supervivencia, incluso en situaciones de carencia afectiva, de desamparo emocional, de falta de amor o comprensión sobre la realidad del niño que fuimos.

Esa ‘estrategia’ la desarrollamos a través de actitudes, comportamientos y formas de relacionarnos que nos fueron útiles: algunos fuimos más aguerridos para ganar las primeras batallas; otros, más pasivos para generar compasión; otros recurrimos a las enfermedades, o a llenarnos de comida, o a evadir la realidad y vivir en una burbuja de fantasía...

Todas estas actitudes tenían un claro propósito: obtener amor para sobrevivir al desamparo y sin sufrir demasiado.

Así fuimos creando nuestro “personaje”, con el que hemos afrontado las circunstancias de la vida. Todos nosotros hemos usado –y seguimos usando– ese “personaje”, que cuidamos como si fuera nuestro mayor tesoro; el personaje –o “máscara”– ha sido nuestro principal refugio, y no es poca cosa cuando somos niños. Es nuestra coraza contra el desamparo.

El problema es que nos convertimos en adultos y seguimos creyendo que debemos hacer frente al mundo con las mismas herramientas infantiles que nos fueron útiles en el pasado.

Y por esto último nos aferramos aún más a nuestra coraza.

  • Si somos la “amazona” que defiende las causas justas a capa y espada, estaremos subidas a cualquier causa, propia o ajena.
  • Si somos el “débil enfermo” de asma, afrontaremos los acontecimientos desde la debilidad y el no poder hacernos cargo de nada.
  • Si somos el “adicto a la evasión”, allí iremos con nuestras sustancias tóxicas para estar por encima de la realidad.
Lo llamativo es que, siendo personas adultas, continuamos jugando al mismo juego de cuando éramos niños.

Y resulta que, cuando descubrimos que ese personaje con el que nos hemos vinculado y esas corazas que llevamos siempre pegadas para no sufrir nos los pusieron mamá, papá, el abuelo paterno o quien sea..., creemos que la culpa es de ese familiar.

Aquí empieza la tarea más ingrata: reconocer que hemos dedicado gran parte de nuestra energía vital a lustrar, embellecer, adornar y completar la coraza que nos permitió sobrevivir en el pasado, porque en ese momento la necesitábamos más que el aire que respirábamos.

Sin nuestro personaje, sin nuestro “refugio”, no sabíamos vivir. Pero a día de hoy aún no sabemos quiénes somos, ni con qué nuevos recursos contamos, ni sabemos cómo relacionarnos con otros, ni cómo trabajar, hacer el amor o sostener nuestra moral.

Está claro que, sin nuestra coraza, no nos atrevemos ni a abrir la puerta de casa.

Por eso, cuando un terapeuta nos muestra cómo se gestó esa coraza y cómo hemos jugado las escenas familiares que hoy quizá nos producen más sufrimiento que amor, nos enfadamos y empezamos a defender a nuestra madre diciendo: “Algo bueno debe de haber hecho; a fin de cuentas soy un buen ingeniero, tengo tres hijos, una mujer cariñosa y un máster en Estados Unidos”. Sí, claro.

Entender a nuestro personaje
Todo lo bueno que ha hecho nuestra madre está muy bien y se lo agradecemos mucho y por eso la queremos, pero estamos tratando de identificar los beneficios que obtuvimos de la coraza para comprender por qué nos resulta tan difícil deshacernos de ella, así es que volvamos a lo nuestro.

Lo que necesitamos ahora es detectar nuestra coraza, su funcionamiento y, sobre todo, para qué nos sirvió en el pasado.

Solamente entonces podremos vislumbrar todo lo que esa misma coraza nos impide hacer hoy. Las ventajas y las desventajas de ese personaje infantil.

  • Si soy la “amazona” –o el “guerrero”– y esa coraza me permitió no tener miedo cuando fui niña o niño, hoy ese mismo personaje impide que me relacione cariñosa y suavemente con los demás. Acostumbro a desconfiar y a estar siempre en pie de guerra incluso con mis hijos. Tal vez me queje de que nadie se compadece de mí. Pero lo que sucede es que para los demás no es fácil detectar una grieta en un guerrero o una amazona.
  • Si de pequeño me refugié en la enfermedad a fin de obtener cuidados y atención permanentes, hoy eso mismo puede restar solidez en una relación de pareja o de amistad. Si tomo conciencia de ello, podré reconocer que no soy capaz de ser generoso ni siquiera con mis propios hijos y que es hora de dar algo positivo y nutritivo a los demás.
  • Si mi mayor refugio han sido las adicciones para aliviar mis pesares, quizás hoy pueda darme cuenta de que en mi mundo no existían más que mis propias satisfacciones y que, si dejo de lado mis corazas, sabré que otros necesitan también ser tenidos en consideración. De no ser así, mis hijos quedarán atrapados en mi vida.
  • Si he vivido construyendo mi propia fantasía para no sufrir, hoy me parecerá que el destino está en mi contra y que en mi entorno suceden muchos acontecimientos que no puedo prever ni comprender, simplemente porque no he tenido la costumbre de mirar a mi alrededor con atención e interés.
De este modo, poco a poco, podemos reconocer el grado de amparo que la coraza nos ha otorgado, pero también la desventaja de permanecer “acorazados”.

Deshacerse de las corazas es tan difícil que los movimientos suelen ir hacia delante y hacia atrás.

Ante situaciones críticas es de esperar que nos aferremos de nuevo a nuestro traje, como si dijéramos: “sí, soy supermán y no me importa lo que piensen los demás”. En los momentos en los que nos sentimos frágiles nos metemos otra vez en nuestra cueva infantil.

Ello significa que nos volvemos a colocar la coraza y nos encerramos. De nada sirve que otros intenten sacarnos de allí. Mejor es comprender que los tiempos son muy personales y que, ahora, necesitamos “regresar al refugio”, pues... ¡qué suerte que lo tenemos! No hay ninguna prisa para hacer movimientos.

Cómo cambiar nuestro personaje
¿Para qué sirve deshacernos de esas corazas infantiles que nos han amparado durante tanto tiempo? En verdad, se trata de una decisión personal, relacionada con nuestra intención de madurar.

Cumplir años no significa necesariamente convertirnos en personas más maduras. Pero mirar con honestidad a nuestro pasado, reconocer nuestras fragilidades, ser conscientes de a quién podemos estar haciendo daño si permanecemos en nuestros refugios infantiles y tomar la decisión de priorizar también las necesidades o los deseos de los demás… eso es madurez.

Nadie está obligado a ser maduro, pero sí podemos afirmar que este mundo necesita personas responsables.

Lamentablemente, somos muchos los adultos que seguimos viviendo desde el miedo emocional que tuvimos cuando fuimos niños. Y si continuamos así, buscando siempre amparo, protección y comprensión, no dejaremos lugar a quienes son niños hoy.

Nuestro desafío es comprender el desamparo vivido de pequeños y reconocer que contamos con recursos emocionales que no teníamos entonces para dejar obsoletas esas corazas.

Por Laura Gutman
 
¿La felicidad tiene precio? Expertos ya tienen la cifra
La investigación fue realizada por la Universidad de Purdue, Estados Unido.


Muchas veces hemos escuchado que la felicidad no tiene precio, sin embargo, un estudio realizado por la Universidad de Purdue, en Estados Unidos, sugiere que para ser felices también se requiere de dinero que nos ayudará a alcanzar esa felicidad y por lo tanto, algunos factores que son determinantes para saber cuántos es lo que se necesita (económicamente hablando) para ser felices son: el estilo de vida, el género y la educación.

Este estudio fue publicado en la revista Nature Human Behavior, y refiere que el precio de la felicidad va a variar dependiendo del continente, por tal motivo se realizó una encuesta a más de 1.7 millones de personas de 164 países para poder observar qué es lo que les hace feliz y de qué manera consideran que obtienen la felicidad.

Así que esta investigación comprobó que la felicidad sí tiene un precio puesto que mantener cierto nivel de vida hace que la gente sea feliz y en América Latina se necesita alrededor de 35 mil dólares de ingresos anuales por persona, algo así como más de 650 mil pesos.

Y por increíble que parezca, este estudio también encontró que quienes ganan más de 95 mil dólares al año, tienen una insatisfacción material, pues entre más se tiene, más se quiere, ya que generalmente cuando los ingresos son mayores se adopta un nuevo estilo de vida al que se acostumbra y por tal motivo siempre se busca tener algo más.

Cada país tiene una cifra distinta porque el nivel de vida es diferente en cada caso ya que pone de ejemplo que el dinero que se requiere en Finlandia no es el mismo que el necesitan los habitantes de Brasil. De ahí que en Europa occidental, Norteamérica y el este de Asia, el nivel de vida es más exigente y por lo tanto los habitantes requieren de más ingresos para sentirse felices.

Incluso para mantener una estabilidad emocional, las personas buscan tener un mismo ingreso mes con mes, pues eso les da certeza de poder vivir cómodamente a diferencia de quienes tienen un ingreso variable porque deben adaptarse a su ingreso y su nivel de vida también cambia ya que muchas veces deben apretarse el cinturón para no tener problemas financieros o hay quienes viven endeudados.

Otro dato importante es el género, pues según con lo estipulado por este estudio, a nivel mundial es más barato que los hombres sean felices con 89 mil dólares al año, ya que las mujeres requieren de 99 mil dólares para diversos gastos personales como maquillajes, ropa, zapatos, accesorios, en pocas palabras para comprar aquello que se les antoje pues estrenar les da un sentimiento de bienestar y felicidad ¿A quién no?

Y el nivel educativo también tiene un precio pues quienes tienen un grado de educación superior, requieren de 113 mil dólares, mientras que las personas con estudios menores son felices con 70 mil dólares anuales, esto porque saben muy bien que dependiendo del nivel educativo tendrán un mejor salario.

Los especialistas indicaron que esas cifras pueden variar porque no en todos los países se tiene el mismo salario y no todas las personas pueden acceder a esos recursos anuales, ya que la situación socioeconómica no es la misma.

Finalmente comentando que la felicidad es variable para cada persona, y que si bien muchos dicen que no tiene precio, su estudio reveló que si bien la felicidad no se alcanza con el dinero, sí ayuda bastante para que una persona se sienta feliz con su estilo y nivel de vida.

Por Itzel Fernandez Garcia
 
¿Que es el acoso?

El acoso es una acción repetida o anormal que amenaza u hostiga y que:


(a) se dirige repeditamente hacia un individuo específico


(b) se considera intrusa o no invitada


(c) provoca sentimientos de miedo o preocupación


Algunos ejemplos del acoso son: seguir a alguien, merodear cerca, vigilarlo/la, y enviarle mensajes o regalos no deseados. El acoso puede terminar en un ataque físico, asalto sexual, o hasta en el homicidio.





¿Estoy siendo acosado/a?


El acoso es un comportamiento desconcertante que afecta las vidas de muchas personas, y suele pronosticar violencia creciente. Esta sección del sitio le ayudará a identificar si Ud. está siendo acosado/a.





¿Cómo se comprueba el acoso?


(a) Intento del acosador: El acosador tiene el intento o el conocimiento que sus acciones provocarán en la víctima o en uno de sus parientes el miedo de la muerte de daño físico. Las amenazas pueden ser obvias (por ejemplo, decir que va a matar a la víctima) o insinuadas (por ejemplo, herir a una mascota). Las amenazas deben estar dirigidas hacia una persona específica; no pueden ser amenazas ambigüas. Las amenazas se pueden comunicar mediante el acosador o por alguien que lo/la representa.


(b) Conducta del acosador: La conducta debe de ocurrir en más de una ocasión y debe ser dirigida hacia la víctima, su familia, o un miembro de su hogar. No se requiere más de un reporte policial. Los actos pueden incluir contacto amenazante por el correo, el teléfono, o por daño a la propiedad de la víctima.





¿Por qué estoy siendo acosado/a?


Los acosadores se pueden clasificar en varios grupos de acuerdo a la motivación para su comportamiento. Cualquier acosador puede o no caer en las categorías presentadas aquí y más información en los motivos típicos, personalidades características, y los comportamientos de distintos tipos de acosadores. Inclusive, y ayuda a prevenir las consecuencias negativas del acoso y predecir las acciones de un acosador.



Tipos de Acosadores





Acosador Rechazado:

Motivación
(a) Comienza a acosar después de que su compañero (romántico o amigo íntimo) termina su relación o indica que piensa terminarla.
(b) Quiere estar en una relación con la víctima otra vez o busca vengarse contra la víctima. Los motivos del acosador pueden variar, dependiendo en la reacción de la víctima.

Personalidad
(a) Puede tener niveles altos de estas características:
- narcisismo
- celos
(b) Puede tener:
- sentimientos de humillación
- sobre-dependencia
- deficiencia en sus aptitudes sociales y como resultado una red social deficiente

Comportamientos acosadores
(a) Suele ser el tipo de acosador más persistente e intruso.
(b) Es más probable que utilice amenaza y ataque en perseguir a la víctima. No es raro que haya habido violencia en el pasado de la relación.

Duración y Criminalidad
(a) Este tipo de acosador es típicamente el más resistente a los esfuerzos que intentan terminar su comportamiento acosador.





Acosador Resentido:

Motivación
(a) Quiere asustar y preocupar a la víctima.
(b) Acosa a la víctima para vengarse contra alguien que lo ha ofendido.
(c) Ve a la víctima como alguien similar a aquellos que lo han oprimido y humillado en el pasado.
(d) Puede verse a sí mismo como una víctima luchando como un opresor.

Personalidad
(a) Suele ser paranoico.


Características de la Víctima
(a) Acosa a víctimas que pueden haberlo ofendido directamente o que representan un grupo ante el cual se siente ofendido.
(b) Puede acosar a alguien que conoce o a un desconocido.

Comportamientos Acosadores
(a) Puede ser el tipo de acosador más obsesivo y duradero.
(b) Es el más probable a amenazar verbalmente a la víctima.
(c) Es uno de los menos probables a asaltar físicamente a la víctima.

Duración y Criminalidad
(a) Es probable que deje de acosar si se le enfrenta con sanciones legales desde un principio. Cuanto más dure el acoso, menos efectivas serán las sanciones legales.





Acosador Predador :

Motivación
(a) Acosa a la víctima como parte de un plan para atacarla, generlamente de forma sexual.
(b) Se motiva con la promesa de gratificación sexual y de poder sobre su víctima.

Personalidad
(a) Suele tener autoestima baja y es desviado sexual.
(b) Suele ser deficiente en sus relaciones sociales, especialmente románticas.
(c) Puede tener baja inteligencia.

Características de la Víctima
(a) Puede acosar a alguien que conoce o a un desconocido.

Comportamientos Acosadores
(a) Generalmente no molesta ni trata de hacer contacto con la víctima mientras la acosa. No es probable que de indicios de su plan para atacar a la víctima.
(b) Puede demostrar comportamientos como:
- Vigilar a la víctima
- Llamadas de teléfono obscenas
- Exhibicionismo
- Fetichismo
- Voyeurismo (Peeping Tom)
- ped*filia
- Masoquismo sexual y sadismo
- Asfixiación parafílica

Duración y Criminalidad
(a) Puede acosar por menor tiempo que otros tipos de acosadores.
(b) Es más probable que tenga convicciones criminales en su pasado, probablemente por crímenes sexuales, que otros tipos de acosadores.
(c) Es muy probable que cometa un asalto sexual.





Busca Intimidad:
Motivación
(a) Busca establecer una relación íntima y amorosa con la víctima.
(b) Puede creer que la víctima está enamorado/a de él o ella. Esta es una ilusión.
(c) Cree que la víctima es la única persona que puede satisfacer sus deseos.
(d) Cree que la víctima es un compañero ideal.
(e) No es un amante potencial. Ya ama a la víctima.
(f) Puede interpretar cualquier reacción de la víctima, aún una negativa, como alentadora.
(g) Puede creer que la víctima le debe su amor a cambio de todo el esfuerzo y tiempo que él ha dedicado a acosarla.
(h) Se resiste a cambiar sus creencias acerca del amor de la víctima por él.
Personalidad
(a) Suele ser una persona tímida y aislada.
(b) Suele vivir solo sin ningún tipo de relación íntima en su vida. Puede nunca haber tenido una relación íntima.
(c) Probable que tenga un trastorno mental como:
- Esquizofrenia
- Erotomanía
- Afección Narcisista de la Personalidad
Características de la Víctima
(a) Puede acosar a alguien que conoce o a un desconocido.
Comportamientos Acosadores
(a) Si se da cuenta que la víctima lo está rechazando, puede ponerse amenazador o violento.
(b) Puede demostrar comportamientos como:
- Escribir cartas a la víctima
- Hacer llamadas telefónicas a la víctima
- Envias regalos a la víctima
(c) Puede ponerse celoso si la víctima comienza o continúa una relación amorosa con otro.
Duración y Criminalidad
(a) Es uno de los acosadores más persistentes, y acosa por más tiempo que qualquier otro menos el Acosador Rechazado.
(b) Generlamente no responde a sanciones legales porque las ve como desafíos que debe sobrepasar para probar su amor por la víctima.





Galán Incompetente:

Motivación
(a) Lo motiva un deseo de entrar en una relación romántica o íntima con la víctima.
(b) Sus aptituded sociales son deficientes y no sabe hacer la corte.

Personalidad
(a) Puede estar aislado de los sentimientos de la víctima (falta de empatía) y creer que cualquier mujer debería sentirse atraída a él.
(b) Puede tener baja inteligencia.

Características de la Víctima
(a) Generalmente acosa a conocidos, pero puede acosar a un desconocido total.

Comportamientos Acosadores
(a) Típicamente demuestra comportamientos como:
- Invitar a salir repetidamente a la víctima, aún después de ser rechazado.
- Llamar repetidamente por teléfono a la víctima.
- Tratar de tocar o besar a la víctima.

Duración y Criminalidad
(a) Acosa por tiempos más cortos que otros tipos de acosadores.
(b) Probable que haya acosado a muchas otras en el pasado.
(c) Probable que acose a muchas otras en el futuro.
(d) Deja de acosar si se le enfrenta con sanciones legales o después de terapia.





Erotomaníaco y Encaprichado Morboso:

Motivación
(a) Cree ser amado por la víctima. Cree esto aunque la víctima no ha hecho nada para sugerirlo, y aún puede haberle dicho que no lo ama y nunca lo amará.
(b) Reinterpreta lo que dice y hace la víctima para apoyar su creencia que ella lo ama.
(c) Su romance imaginado con la víctima es la parte más importante de su vida.
(d) Cree que el romance imaginado se convertirá en una unión permanente.

Personalidad
(a) Puede sufrir de uno o más de los siguientes problemas sicológicos:
- Paranoia
- Ilusiones
(b) Estos problemas sicológicos pueden ser el resultado de varias formas de trastornos mentales, como esquizofrenia, afección bipolar, y afección de personalidad dudosa.

Características de la Víctima
(a) Típicamente elige una víctima de un nivel social más alto.

Comportamientos Acosadores
(a) Intenta repetidamente de acercarse a su supuesto amante y comunicarse con él/ella.

Duración y Criminalidad
(a) En ocasiones, puede responder bien a ayuda sicológica con medicamentos y discusión.
(b) Típicamente no responde a amenazas de acción legal al menos que sea la amenaza de pasar tiempo en prisión. Sin tratamiento sicológico, es probable que continúe acosando a la víctima después de salir de la cárcel.





Cualquier persona puede ser una víctima





L@s Ex-Íntimas:

De Relaciones de Largo Plazo
(a) Mujeres/Hombres que antes tuvieron una relación romántica con el acosador.
(b) L@s ex-íntimas son el tipo de víctima más común. El 71% de mujeres que reportan ser víctimas del acoso indican que su acosador había sido un amante.
(c) El 76% fueron abusadas físicamente mientras estaban en la relación con su amante.
(e) El 29% reportaron ser abusadas sexualmente por el acosador.
(f) Las ex-íntimas suelen tener entre 18 y 29 años cuando empieza el acoso.
(g) La mayoría fueron perseguidas por su acosador por al menos 1.5 años. Más de un tercio fueron perseguidas por 2 o más años.
(h) Para las ex-íntimas, el asalto físico es 4 veces más probable y el asalto sexual es 6 veces más probable que mujeres que no son acosadas por un amante previo.
(i) Están expuestas a la mayoría de los métodos del acoso, por ejemplo:
- Llamadas telefónicas repetidas
- Persisten en seguir a la víctima
- Amenazas de violencia
- Violencia actual
- Asalto sexual
(j) Las ex-íntimas están sometidas a acoso muy persistente.
(k) Suelen ser el objeto de envidia del amante previo que las acosa.
(l) Las ex-íntimas son más probables a buscar ayuda de la policía y comenzar terapia.

De Relaciones Cortas y Pololeo:
(a) Las ex-íntimas son menos probables a ser víctimas de violencia si las acosa alguien con quien tuvieron una relación corta y casual que una de largo plazo.
(b) Pueden alentar comportamientos acosadores al aceptar citas aunque no ven ningún futuro para la relación, por miedo de ofender o herir al hombre.
(c) Si tratan de terminar la relación, el hombre típicamente responderá de manera infantil y patética. Esto puede hacer que la víctima se sienta culpable y acepte continuar algún tipo de relación con el acosador. Nuevamente, esta decisión puede alentar al acosador.
(d) Las ex-íntimas son unas de las más probables para buscar ayuda de la policía y comenzar terapia.





Amigos y Conocidos:



(a) La víctima puede ser acosada por alguien que busca intimidad o un galán incompetente motivado por el deseo de entablar una relación romántica con la víctima.
(b) Puede ser acosada por un acosador resentido, típicamente un vecino, quien puede estar en desacuerdo con la víctima por algo como ruido, la posición de un árbol, o sus mascotas.
(c) El resentimiento del acosador puede escalar a:
- amenazas ante su persona
- quejas a la policía y municipalidad
- daño a la propiedad
- robo o matanza de mascotas
- cartas o notas en la casa o automóvil de la víctima
- entrar en la casa o apartamento de la víctima
- vigilar las acciones de la víctima
- asaltar físicamente a la víctima
(d) El acosador resentido también puede dirigirse hacia la familia y amigos de la víctima
(e) Involucrar a la policía es difícil cuando el acosador es un vecino ya que su residencia está tan cerca a la víctima
(f) Muchas víctimas se mudan a otro lugar como una forma de evadir al acosador. Aunque esta acción sea drástica, generalmente es una solución efectiva.





Colegas del Trabajo:



(a) Los acosadores pueden ser supervisores, colegas, proveedores de servicios, clientes, u otros que aparecen en el trabajo de la víctima.
(b) Casi la mitad de todos los acosadores aparecen en el trabajo de la víctima.
(c) Las víctimas típicamente son acosadas por acosadores resentidos o acosadores rechazados, pero pueden también incluir a aquellos que buscan intimidad y galanes incompetentes quienes señalan a un colega como el objeto de sus afecciones.
(d) Los comportamientos acosadores que dirigen a la víctima pueden ser:
- Acoso sexual
- Asalto físico o sexual
- Robo
- Asesinato
- Empleados contrariados, generalmente acosadores resentidos, son los responsables por la mayoría de los homicidios en el lugar de trabajo.
(g) Tienden a no realizar bien su tarea, tener gran cantidad de ausencias, y un pasado de amenazas y enfrentamientos con gente en su trabajo.
(h) Las víctimas muchas veces no les hablan a sus colegas o superiores acerca del acoso porque temen las acciones del acosador o sienten vergüenza hablando de temas tan personales con sus colegas del trabajo.





Los Desconocidos:

(a) Son víctimas que no tienen conocimiento de ningún contacto previo con el acosador.
(b) Son víctimas que típicamente tienen un nivel de prestigio en su comunidad o grupo social.
(c) Generalmente son acosados por uno que busca intimidad y galanes incompetentes, pero también pueden ser acosados por predadores sexuales o acosadores resentidos.
- Estos acosadores pueden esconder su identidad de la víctima al comienzo, y revelarse luego de haber acosado a su víctima por algún tiempo para poder acercarse a ellos.
- Aunque aquellos que buscan intimidad son menos probables a asaltar físicamente que los otros tipos de acosadores, son igual de probables a hacer amenazas verbales.
- Las víctimas pueden sentirse halagadas al comienzo cuando el acosador se acerca a ellas, y pueden responder con simpatía. Pueden incluso aceptar una cita con el acosador, después de intentos repetidos.
(d) Esto puede tener el efecto involuntario de alentar al acosador, y llevarlo a creer que la víctima lo ama tanto como él la ama a ella.
(e) Los predadores sexuales típicamente acosan a sus víctimas por períodos cortos.
(f) Pueden llevar a cabo muchos actos contra la víctima, incluyendo:
- comportamientos abusivos sexualmente
- llamadas telefónicas obscenas
- violación
- asesinato sexual
- Los acosadores resentidos eligen a un desconocido para su víctima porque identifican a la víctima como representativa de algún grupo que los ofende.
(g) Su objetivo es intimidar y causar miedo en sus víctimas.
(h) Sus comportamientos acosadores pueden incluir:
- destrucción de la propiedad de la víctima
- amenazas verbales
- llamadas telefónicas acosadoras
- asalto físico, aunque esto ocurre raramente





El Efecto del Acoso en las Víctimas


(a) El 93% de las víctimas del acoso indican que ser acosados/as tuvo un impacto negativo significativo en sus relaciones sociales.
(b) De las víctimas en relaciones románticas, el 71 % indicaron que el acoso creó conflicto en sus relaciones, y en la mayoría de los casos el novio/a estaba celoso/a del/la acosador/a.
(c) El 63% de las víctimas del acoso mencionaron conflicto en sus amistades como resultado de ser acosados/as. El conflicto solía basarse en la desgana de la víctima para atender ocasiones sociales donde el acosador podría aparecer, y la frustración del amigo al creer que la víctima no estaba desalentando suficientemente a su acosador/a.
(d) Casi el 38% de las víctimas del acoso reportaron una pérdida de tiempo en sus estudios o trabajo como resultado del acoso. Algunas indicaron que habían cambiado de empleo o se habían transferido a otra escuela para escaparse de el terror constante que sentían.
(e) La mayoría de las víctimas del acoso declararon no saber que acciones podían tomar para terminar su victimización. La mayoría de las estrategias que probaron aparentaban empeorar la situación.
(f) Muchas de las víctimas dijeron que vivían con un miedo perpetuo que algo condujera a su acosador a asaltarlos/las física o sexualmente o a asesinarlos/las.


http://www.singlesmadrid.es/profiles/blogs/estoy-siendo-acosado-a
 
Última edición:
10 cosas que la gente feliz no hace:)


No te quedes atrapado en una de estas trampas de la negatividad
La felicidad es algo que todos nos esforzamos por tener y aún así, alcanzarla puede ser una lucha. Las circunstancias, sin mencionar los genes, pueden tener un gran impacto en nuestro estado de ánimo. Pero las investigaciones demuestran que gran parte de nuestra felicidad depende de las pequeñas decisiones que tomamos a diario. Aquí en livehappy.com hemos narrado muchas de las prácticas que la gente feliz realiza de forma regular. Pero ¿qué hay de las decisiones potencialmente desastrosas que quitan la alegría y en las que algunos caemos sin siquiera darnos cuenta? Pensamos que sería igualmente importante aprender los hábitos más importantes que la gente más feliz no tiene.


1. La gente feliz no se preocupa demasiado de lo que piensan los demás

La persona feliz sigue siendo un ser humano y a todos nos preocupa un poco lo que piensan los demás. Pero la diferencia radica en que la persona feliz no se queja ni se obsesiona con lo que los demás opinen de ella. Valora las opiniones de la gente y es flexible a recibir consejos y sugerencias pero la persona feliz en última instancia sigue siendo fiel a sus principios y no se aparta de ellos, aún cuando eso signifique no llevarse bien con todo el mundo.


2. La gente feliz no pierde tiempo haciendo cosas que le disgusta

Aunque siempre habrá cosas que no nos guste hacer (lavar la ropa, pagar impuestos, etc.), la gente feliz no pierde tiempo en actividades que no tiene por qué hacer y que tampoco disfruta. La gente feliz no pasa tiempo mirando programas de TV que no adora; no concurre a eventos que le producen ansiedad; no permanece en profesiones que no la colma de alegría. Uno de los mayores secretos de la gente feliz es saber lo que no disfruta y no pierde tiempo en eso por temor, por inercia ni por obligación.


3. La gente feliz no intenta manipular o cambiar a los demás

La gente feliz sabe que el cambio es un trabajo interior y que la única manera de cambiar es cuando uno quiere. Este conocimiento es esencial para vivir feliz porque eso significa no perder el tiempo intentando manipular a otros. A mucha gente feliz no le cuesta compartir su opinión o idea pero también sabe que no puede forzar la transformación en los demás (y que el intento sólo será una pérdida de tiempo). En cambio, prefiere dedicarse a hacer lo que está a su alcance para salir de una situación negativa.
4. La gente feliz no se permite quedar atascada en el pasado


Centrarse demasiado en el pasado es una de las maneras más rápidas de ser infeliz y esto es algo que la gente feliz sabe, por naturaleza, que es cierto. Mientras que la gente feliz tiene en cuenta y se esfuerza por aprender de las cosas que le han ocurrido anteriormente, tampoco dedica demasiado tiempo a reflexionar o quejarse por aquello que fue. La gente feliz sabe que el presente es mucho más valioso que el pasado y dedica la mayor parte de su atención al momento actual.


5. La gente feliz no se obsesiona con lo que podría pasar en el futuro

Es importante hacer planes para el futuro pero obsesionarse y preocuparse por lo que podría ocurrir es perjudicial. La gente feliz sabe que hay una cantidad inmensa de cosas que no puede controlar y el futuro es una de ellas. En lugar de preocuparse por lo que podría


salir mal, la gente feliz se esfuerza por prepararse lo mejor que puede y entonces vuelve a centrar su atención en el presente.


6. La gente feliz no se esfuerza por lograr la perfección absoluta

El perfeccionismo es enemigo de la felicidad y la gente feliz tiene plena conciencia de esto. Aunque se esfuerza por hacer lo mejor de sí y apunta alto con sus metas, la gente feliz no se queda inmersa en llevar una vida “perfecta” ni ser el esposo, el compañero de trabajo o el padre “perfecto”. No intenta comparar su vida real con la de esas imágenes “tan destacadas” que aparecen en Instagram o en Facebook. A veces todo tiene su límite.


7. La gente feliz no olvida agradecer lo que tiene

Una de las maneras más rápidas de acceder a un sentimiento de felicidad más duradero es alimentar una actitud de gratitud. La gente feliz pasa más tiempo pensando en lo afortunada que es por lo que tiene y mucho menos tiempo deseando aquello que no tiene. Busca y encuentra el lado bueno de las cosas en una mala situación y puede recordar cuán afortunada es.


8. La gente feliz valora más las experiencias que las cosas materiales

La investigación científica ha demostrado que las personas que utilizan su dinero para comprar experiencias, como viajar, hacer actividades deportivas o salir al cine, disfrutan un sentimiento de felicidad mayor y más extenso que quienes gastan su dinero en objetos. La gente más feliz parece haberse dado cuenta de eso; valora las actividades como dedicar tiempo a los amigos y a la familia, viajar a nuevos lugares y salir de sus zonas de confort.


9. La gente feliz no busca la realización en el lugar equivocado

Para la gente feliz la realización no surge del tamaño de su cuenta bancaria, de la cantidad de ‘Me gusta’ que recibe en las redes sociales o del tipo de auto que maneja. La gente feliz encuentra la realización en cosas significativas, como en vincularse con otros, en la espiritualidad y el sentido de la vida y en una trayectoria profesional gratificante. Sabe que los símbolos de estatus no son tan valiosos a largo plazo como el sentido de pertenencia y retribución a la comunidad y al mundo en general.


10. La gente feliz no permanece mucho tiempo en situaciones negativas

Tal vez lo más importante de todo es que la gente feliz no se queda inmersa en situaciones negativas ni tolera en su vida a la gente negativa. La gente feliz encuentra la manera de abandonar cualquier situación, profesión y relación que genere mucho estrés. Evita pasar su tiempo junto a personas que se detienen en lo negativo. Y bajo ningún aspecto tolerará el maltrato emocional o físico.


Mientras algunas personas tienen, por naturaleza, temperamentos más alegres que otras, la felicidad es algo que requiere dedicación y mucho trabajo. Si estás buscando más felicidad en tu vida no pienses solamente en las prácticas como la meditación, el ejercicio físico y los buenos hábitos del sueño: considera también esta lista de cosas menos convenientes para no caer en las trampas de la negatividad.

Por Dani DiPirro
 
Cambia tu historia, cambia tu vida


3 pasos para poner tu narrativa personal en un marco positivo.
Todos tienen una historia. Nuestra narrativa personal tiene un papel determinante en cómo abordamos las situaciones en la vida, cómo nos acercamos a la gente y cómo encaramos nuestra autoestima. Nuestra historia contiene innumerables fragmentos de información, en parte aleatorios e insignificantes, otras veces, llenos de significado. Aunque las circunstancias de nuestra propia historia sean inmutables, la forma en la que reaccionamos ante ellas y las incorporamos a nuestra narrativa personal no lo es. Cuando comenzamos a sentir la necesidad de hacer cambios en nuestra vida es importante saber que siempre podremos reescribir o volver a revisar nuestra historia en cualquier momento. Es una oportunidad para reinventarnos, para volver a empezar y comportarnos de una forma nueva y diferente.


El comienzo de un nuevo año es un buen momento para pensar en reescribir nuestra historia, recordando el pasado y decidir qué cambiar en el futuro. Muchas veces nuestras historias se encuentran conectadas con acontecimientos de nuestro pasado. Los capítulos positivos, como el haber tenido una infancia feliz, una carrera profesional brillante o relaciones sanas, pueden repercutir de forma estimulante y alentadora en nuestras historias personales. Esos acontecimientos felices pueden hacernos más amables, pueden imprimirnos una actitud más positiva e incluso, mejorar nuestra autoestima.


Por otro lado, los acontecimientos adversos de la vida, entre otros, traumatismos, adicciones, enfermedades o divorcios, pueden tener consecuencias negativas en nuestra historia. Son esas experiencias que muchas veces nos hacen sentir aislados, deprimidos e inquietos. Afectan nuestra forma de tratar a las personas y también la forma como enfrentamos las situaciones en la vida adulta. Los capítulos más dolorosos y difíciles pueden complicarnos la tarea de reescribir nuestra historia porque nos sentimos atascados en el pasado, impotentes e incluso incapaces de cambiar.


Tú puedes transformar tu historia.

El Dr. Timothy Wilson, psicólogo social de la Universidad de Virginia, es especialista en lo que él denomina «edición de historias», una manera de revisar y corregir nuestra propia historia reescribiendo el camino que estamos por emprender. —Nuestra experiencia del mundo se configura en función de las historias que nos contemos a nosotros mismos y las sucesivas interpretaciones que hagamos de ellas; en ocasiones llegan a ser tan distorsionadas y destructivas que pueden paralizar por completo nuestra capacidad de llevar una vida equilibrada, resuelta y feliz. Por tanto, la clave de la transformación personal es la transformación de la propia historia —dice Wilson.


1. Analiza quién eres.

El primer paso para reescribir tu historia es evaluar quién eres, cómo te has estado sintiendo y comportando últimamente y qué situaciones han afectado tu vida. Pregúntate, «¿Cuál es mi historia y qué me gustaría cambiar de ella?» Tómate el tiempo necesario para averiguar quién eres, aquello que te falte o lo que estés pasando por alto, qué aspectos necesitas mejorar y cómo quisieras ser en el futuro. Algo importante de este paso es darte cuenta que puedes ser resiliente y sobreponerte a los tiempos difíciles y a un pasado complicado, adoptando medidas para iniciar cambios positivos.


2. Identifica los cambios que quieres hacer.

El segundo paso es comenzar a trabajar en los cambios necesarios para reescribir tu historia. Tengo un cliente a la que llamaré Lisa. Lisa es una mujer inteligente y sabe conjugar la vida laboral con la familiar. Es una persona responsable, culta y de buen corazón. Sin embargo, debido a su infancia difícil, Lisa siempre ha sido la clase de persona que se ve muy envuelta en su propia vida. En su círculo solo figuran su esposo e hijos. En consecuencia, las compañeras de trabajo y amigas sienten que no pueden contar con la orientación o el apoyo de Lisa. Ella es la «amiga divertida» pero no es alguien con quien se pueda contar.


Si bien ha disfrutado de ser conocida por su facilidad para reír, eso fue algo que siempre le ha molestado. Tras largas horas de reflexión, Lisa decidió reescribir su historia y coordinar mejor sus esfuerzos para ser, además de divertida, lo que ella denomina una «amiga del alma». Una «amiga del alma» es alguien que se mantiene en contacto con sus amigas cuando sabe que han pasado momentos difíciles, ofrece su ayuda en caso de necesidad y sabe escuchar las historias de lucha y dolor de los demás. Si bien le tomó algún tiempo, Lisa lo ha logrado y hoy no solo es una amiga atenta sino que también se siente más equilibrada en la vida y más capaz de buscar apoyo cuando lo necesita.


3. Continúa reviendo tu historia sobre la marcha.

Por último, al reescribir tu historia, tómate tu tiempo de forma periódica para recordar que siempre podrás adoptar medidas para cambiar tu conducta, tu camino e incluso tu vida. Cuando olvidamos que tenemos esa facultad, tendemos a sentirnos atascados. Pero cuando recordamos que tenemos el poder de cambiar la trayectoria de nuestro propio relato de vida, nos sentimos fuertes, esperanzados y en general, mucho mejor.

Por Stacy Kaiser
 
"El entusiasmo es el mejor abono para nuestro cerebro"
Músico, compositor, lutier, periodista y asesor educativo, es autor del libro "Yo nunca fui a la escuela", que hace tambalear tópicos sobre la educación y el aprendizaje.

Su padre, Arno Stern, es uno de los especialistas mundiales en dibujo infantil, descubridor de la teoría de la formulación: los trazos libres y espontáneos que, bajo ciertas condiciones de respeto, realizamos niños y adultos, son expresión de la memoria orgánica de la especie; dibujarlos nos ayuda a reconocer y afirmar nuestra propia existencia, única y singular.

Las ideas de Arno, fruto de la observación de miles de personas durante más de sesenta años, se materializaron en Le Closlieu (El lugar cerrado), un espacio de regeneración de la espontaneidad abierto en París a finales de los 50. Este es el contexto donde, en los años los 70, nace y crece André, sin
escolarizarse y sin ser nunca juzgado ni comparado con otros.
Aquí desarrollará su particular trayectoria vital.

A sus 43 años, ha tenido oportunidad de ejercer distintas profesiones: bailarín, guitarrista, lutier, compositor, periodista... Es padre de familia y, desde la publicación de su primer libro en 2009 (que va por la sexta edición en Alemania), imparte conferencias y asesora a organizaciones sobre los beneficios de una educación basada en la confianza en las personas. Sus reflexiones también pueden encontrarse en su página web.

Entrevista a André Stern
¿Dirías que has tenido una infancia “normal”?
La gente cree que soy especial, me consideran una excepción. Pero se equivocan. Mi vida ha sido de lo más natural, como cuando metes una pepita de aguacate en el agua y echa raíces. nada extraordinario. Cualquier niño en las mismas condiciones viviría con idéntica intensidad.

¿Quieres decir sin ir al colegio?
Muchas familias no podrían permitírselo. Eso no significa que los niños deban quedarse en casa. Mi propuesta no es la educación en el domicilio. Se trata más bien de no encerrarlos, de sacarlos del gueto, de dejarles abrirse al mundo... No estoy en contra de la escuela, pero si me ofreces un acuario perfecto, igualito que el mar de verdad, con todos los detalles, yo prefiero el océano. De hecho, cuando unos científicos colocaron allí una pecera gigante, los peces se pusieron a nadar en cuadrado y, al retirarla, continuaban haciéndolo.

Entonces, ¿cuáles son esas condiciones?
Todos tenemos una inclinación natural y espontánea al aprendizaje que me gusta llamar nativa, indígena y endógena. Se ve perfectamente en una criatura de año y medio: la curiosidad con que se abre al mundo, su voluntad de exploración, de experimentación... Está convencida de ser perfecta y de tener capacidades y posibilidades infinitas.

Es la etapa del egocentrismo.
Tal vez, pero lo importante es que en un momento dado, muy pronto, el niño deja de creer en sí mismo, empieza a perder la confianza. ¿Por qué? Yo diría porque percibe en los adultos una señal muy clara: “no eres perfecto”, seguida de otra: “Si quieres serlo, debes hacer lo que yo te diga”. Por ejemplo, si llora, tratamos de hacerle callar; si se mueve demasiado, le decimos que se esté quieto; si se mancha, hay que limpiarle... Y como somos importantes para él, termina por acomodarse, apaga el síntoma, se olvida de lo que realmente necesita.

Debe ser doloroso...
Mucho. La sensación de no estar bien, de no ser lo suficientemente “bueno”, activa en el cerebro los mismos circuitos que los de un daño físico muy intenso. Para aliviarlo, el niño no puede cambiar la opinión de los demás. La única opción es modificar su propia percepción. Este es el principio del fin de un ser auténtico, conectado con sus necesidades.

El niño deja de creer en sí mismo muy pronto porque percibe en los adultos una señal muy clara: ‘no eres perfecto’.

¿Qué ocurre cuando es plenamente amado y aceptado?
Entonces va a la escuela y allí le piden que deje de jugar para aprender... Supone un grave problema porque en su cabeza no existe diferencia alguna entre juego, vida y aprendizaje: para él, los tres van juntos. Hasta en las peores circunstancias, en situaciones de miseria, de guerra o incluso cuando están muy enfermos, los niños juegan. Es una necesidad innata; y si no les interrumpiéramos nunca, jugarían durante horas, días, semanas..., concentrados y muy serios, a las cosas más complicadas. Al impedírselo, estamos matando su inclinación natural al aprendizaje.

También les enseñan juegos didácticos...
Las actividades dirigidas no sirven. El juego ha de ser espontáneo, partir del deseo del niño, no de la obligación ni del deber. te pongo un ejemplo: mi hijo Antonin, de tres años, quiere pasar el cortacésped. Su intención no es fingir que lo hace, sino vivirlo realmente. Para ello, es capaz de ponerse de puntillas y correr durante 30 minutos detrás de un aparato potente y ruidoso, mucho más grande que él. Pero sería inútil intentar impedírselo, porque todo su ser quiere conducir esa máquina; es un impulso muy fuerte que viene de su interior. Si le digo: “Antonin, debes aprender a cortar el césped” y le muestro cómo hacerlo, entonces solo le queda el esfuerzo.

¿Y nunca se ha desanimado?
No, porque está entusiasmado con la cortadora: ese es el ingrediente que le da alas y le empuja a superar todas sus limitaciones. Es lo que marca la diferencia entre una persona realmente hábil en una actividad y otra que lo es menos.

El entusiasmo.
Exactamente. Hace unos años, los neurobiólogos descubrieron que, debido a la proliferación de los juegos electrónicos, la región del cerebro responsable de los movimientos del pulgar está hoy mucho más desarrollada en los jóvenes que hace cuarenta años. Pensaron que podrían crear entrenamientos específicos para potenciar otras áreas de la misma manera. Pero eso no funciona, porque nuestro cerebro se desarrolla exclusivamente ahí donde lo utilizamos con entusiasmo. Si analizamos el proceso químico, el entusiasmo sería como una especie de abono: cuando nos apasionamos con algo, nuestros centros emocionales se activan y vierten una tormenta de sustancias neurotransmisoras en las neuronas. En el cerebro de un niño de dos o tres años se observa una tempestad de entusiasmo cada tres minutos; en el de un adulto, apenas unas tres o cuatro veces al año...

O sea, que sus intereses van cambiando...
Emergen y desaparecen al azar de los encuentros o fruto de necesidades imperiosas. Es imposible controlarlos.

En el cerebro de un niño de dos años se observa una tempestad de entusiasmo cada tres minutos; en el de un adulto, apenas tres al año.

¿Es así como aprendías de pequeño? ¿Simplemente jugando y entusiasmándote?
Así fue como asimilé todo lo que sé. Por ejemplo, construyendo coches con Lego adquirí conceptos matemáticos fundamentales como el número pi, nociones de aerodinámica, a calcular la fricción de las ruedas sobre la carretera... Descubrí la historia del automóvil más rápido del mundo y que la relación entre distancia y duración equivale a la velocidad. Y aún sigo haciéndolo. No puedo diferenciar el juego del aprendizaje, por eso todavía me considero un niño.

También hubo algunos maestros...
Es cierto. A lo largo de mi vida, he tenido oportunidad de aprender junto a otras personas: un artesano del cobre, un lutier, una fotógrafa, mi propio padre... Sin embargo, los veo más como compañeros de ruta, con quienes compartí un entusiasmo, que como “maestros” en el sentido académico convencional. Todos me aportaron muchísimas cosas, pusieron sus conocimientos a mi disposición, pero nunca me los impusieron. Recuerdo lo primero que me dijo Werni, el maestro lutier, cuando entré en su taller: “no puedo enseñarte esta profesión, solo puedo mostrártela”.

Un aprendizaje orgánico como el que describes, ¿no resulta un tanto caótico?
Quizá lo ves así porque significa darle la vuelta a lo que estamos acostumbrados. Por lo general, buscamos el éxito y la competencia, deseamos que nuestros hijos consigan diplomas y se conviertan en grandes profesionales. Pero estos son efectos secundarios del entusiasmo. Cuando vives una pasión, cuando te interesas sinceramente por algo, te conviertes en un imán, magnetizas la información y las oportunidades, el mundo conspira contigo. Eres como la embarazada que ve “barrigas” por todas partes, o el enamorado que escucha continuamente el nombre de su amada. Para mí lo primero es el entusiasmo. Lo demás viene solo.

Yo nunca fui a la escuela
“Hola, me llamo André, soy un niño, no me gustan los caramelos y no voy a la escuela.” Así solía presentarse el pequeño Stern, mientras crecía sin currículo, sin programas ni horarios, sin exámenes ni deberes.

Más que una crítica a la escuela, la obra es un canto a la libertad y la diversidad de los seres humanos, una llamada a confiar en las capacidades innatas de los niños.


Por Heike Freire
 
10 hábitos que me ayudaron a superar la depresión
Decidí no tomar medicación para la depresión y conseguí más armonía conmigo mismo. Eso me ayudó a saber qué era exactamente lo que me hacía sentir mejor.

Uno de los síntomas clave de la depresión es que no se ve esperanza alguna. Pero, al menos en mi caso, hubo una serie de pequeñas (o grandes) cosas que me ayudaron a superarla.

Lo que me ayudó cuando estaba deprimido
Estas son algunas de ellas:

1. La luz natural
Sol, ventanas con persianas abiertas.

2. Viajar
En tu habitación no hay nada nuevo que debas observar. Ninguna potencial amenaza externa, solo las internas. Al meterte en un nuevo espacio físico, preferentemente en otro país, acabas por concentrarte un poco más en el mundo de fuera de tu cabeza.

3. Los libros
Leía y leía y leía con una intensidad que nunca antes había conocido. Los libros eran, en sí mismos, razones para seguir viviendo. Cada vez que leía un buen libro sentía que estaba leyendo una especie de mapa, un mapa del tesoro, y el tesoro al que me dirigían era en verdad yo mismo.

Pero cada mapa estaba incompleto, y yo solo podría localizar el tesoro si leía todos los libros, y así, el proceso de encontrar mi mejor yo era una búsqueda interminable.

4. Salir a correr
Nunca había sido muy deportista, de modo que correr me resultaba bastante duro. Dolía. Pero me convencí de que mediante el entrenamiento del cuerpo también entrenaba mi mente.

Una especie de meditación activa. Ir a correr todos los días es como librar una batalla contra uno mismo. Salir una mañana fría de febrero te da una gran sensación de logro.

5. Practicar yoga
Yo siempre fui un yogafóbico, pero ahora soy un converso. Es grandioso porque, al contrario que otras terapias, trata la mente y el cuerpo como parte del mismo todo.

6. Respirar a un ritmo más lento
No con desesperadas aspiraciones profundas. Suaves. Cinco hacia dentro, cinco hacia fuera. Cuesta sostenerlo, pero es muy difícil que irrumpa el pánico cuando uno respira de forma relajada. Muchos síntomas de ansiedad (mareos, hormigueos, cosquilleos...) guardan relación directa con la respiración superficial.

7. Meditar
No necesitas canturrear mantras ni nada de eso. Solo siéntate cinco minutos y trata de pensar en una sola cosa tranquilizadora. Un barco amarrado en un mar resplandeciente. La cara de alguien a quien amas. O simplemente concéntrate en tu respiración.

8. Aceptar
No luches con las cosas; siéntelas. La tensión es producto de la oposición; la relajación se logra cuando te dejas llevar. Mi truco consiste en hacerme amigo de la depresión y la ansiedad. Darles las gracias, para poder manejarlas mucho mejor.

Y la manera que yo encontré para hacerme su amigo fue darles las gracias por mi sensibilidad. Odio la depresión. Le tengo miedo. Me aterra, en realidad. Pero, al mismo tiempo, me ha hecho quien soy. Y si para mí es el precio de poder sentir la vida, es un precio que siempre vale la pena pagar. Uno necesita sentir lo aterrador de la vida para poder sentir sus maravillas. Y... ¿acaso no estamos aquí para sentir?

9. Vivir en el presente
Esto dice el maestro de meditación Amit Ray: “Si quieres conquistar la ansiedad de la vida, vive el momento. Vive en cada respiración”. Desprenderse del yo, y a la vez abrirse a la atención plena, parece ser una buena solución cuando el yo se intensifica y nos causa sufrimiento.

10. Amar
Anaïs Nin definió la ansiedad como “el mayor asesino del amor”. Pero, por fortuna, también es cierto lo contrario. El amor es el mayor asesino de la ansiedad. Es nuestro camino para salir de nuestros terrores, porque la ansiedad es una enfermedad que nos envuelve en nuestras propias pesadillas.

Nos hace sentir cosas que no podemos ignorar. Cosas que apuntan las flechas hacia dentro. Pero contar con personas que nos quieren y a las que queremos es una gran ayuda.

No tiene por qué ser un amor romántico, ni siquiera familiar. Obligarte a ver el mundo a través de la mirada del amor puede resultar sanador. El amor es una actitud hacia la vida. Puede salvarnos.

Por Matt Haig
 
6 señales de que estás discutiendo con un psicópata


La palabra psicópata podría recordarnos a la mayoría de nosotros a la película clásica de Hitchcock “Psicosis”, a los asesinos en serie, pero también a alguien que conocemos o incluso a nosotros mismos.

Los psicópatas no necesariamente necesitan lastimarte físicamente. Pueden ser astutos, manipuladores y causar daño con la intención de hacerlo, sin sentirse culpables por ello ni siquiera asumir ninguna responsabilidad por ello. Son siempre los últimos culpables, haciendo que siempre sea la culpa tuya.


¿Cómo son los psicópatas como seres sociales?

Exteriormente pueden mezclarse con cualquier situación social y son muy amistosos, creando una imagen pública perfecta para ellos mismos; la gente no suele creer que son capaces de cometer cualquier fechoría. Hablan muy bien a la gente.


Interiormente, sin embargo, tienden a ser inseguros, aburridos y siempre realizan acciones preventivas calculadas en caso de que se sientan amenazados. Algo así como una especie de la telaraña de una araña, donde serás empujado hacia argumentos generalmente arraigados en algo que han hecho ellos realmente, ya sea hiriente o inapropiado. Pronto terminarás defendiéndote y sintiéndote culpable.


Por lo general, sus acciones son impulsadas por los deseos de dinero, s*x*, y esencialmente popularidad o ser el centro de atención.


¡No te preocupes! Se dice que sólo son alrededor del 1% de la población. A continuación se dan algunos comportamientos comunes y consejos sobre cómo saber si estás discutiendo con un psicópata y cómo interactuar o lidiar con ellos de manera efectiva.




1. Medias verdades, mentiras y excusas

Las personas se equivocan. Pero con los psicópatas, siempre te encontrarás escuchando excusas. Te dejan con falsas promesas, palabras y acciones que no coinciden; se sienten sorprendidos cuando logran seguir adelante con algo; y te manipulan para que pienses que algo básico era importante.


2. Provocan reacciones

Siempre quieren tener ventaja y ganar, cueste lo que cueste. Inicialmente aparecen tranquilos y calmados, después se burlarán y te provocarán para hacerte reaccionar. Por último, cuando tengas tu arrebato, simplemente sonreirán, te pedirán que te calmes y te mirarán como si estuvieran molestos, pero en realidad están felices de poder jugar con tus emociones tan fácilmente.


3. Usan la hipocresía como un derecho de nacimiento

Los psicópatas no se avergüenzan de juzgar, señalar y apretar tus botones emocionales durante una discusión, con características de las que ellos mismos son culpables. Los psicópatas sólo quieren pintarte con sus propios defectos, para enfadarte lo suficiente como para llamarte “loco” y hacerte parecer el culpable delante de los demás.


4. Personalidades múltiples/divididas

Aquellos que están demasiado familiarizados con estas personas habrán reconocido un patrón en el comportamiento. En el momento en que dejas de reaccionar y retrocedes, los ves intentando disculparte y felicitarte. Si no te mueves, ellos usarán esas mismas palabras para insultarte en cuestión de minutos, dejándote desconcertado y tal vez incluso asustado.


5. Siempre son la víctima y la reina del drama

Cuando se les pregunta sobre su comportamiento, siempre hacen responsable a un pariente, a una mala experiencia o a un ex, lo que despierta la simpatía hacia ellos cuando hacen algo malo. Pero en realidad usan eso como un cebo para distraerte y llevarte hacia ellos. Ellos son siempre los que gritan “abuso” cuando reaccionan a cómo los tratan, pero en realidad, tú eres del que están abusando.



6. Incapacidad para comprender las emociones humanas básicas

Tiendes a verte a tí mismo explicando las reacciones emocionales más básicas a tales personas, como la bondad o la empatía. A medida que les explicas la razón principal de algo que hiciste o cómo te sentiste, lo usarán para hacerte sentir peor o para decirte que esas emociones no son normales.


Debes estar atento…

Al discutir con ellos, te sentirás emocionalmente exhausto, e incluso puedes pasar días reflexionando sobre una sola discusión. Cualquiera que fuera la respuesta que obtuvieras, te manipularon para que lo dijeras con el fin de victimizarte, provocarte o culparte.


La larga experiencia con estas personas puede dejarte extremadamente inestable, ya sea en tu carrera, en tu vida romántica o con tu familia. Inevitablemente ganan porque usan sus reacciones frustradas como armas para mostrar a todos que tú eres el loco, escapando sin ninguna responsabilidad.


Si alguna vez te ves atraído hacia los pequeños juegos mentales de estas personas, no te involucres. Sólo sonríe, asiente con la cabeza y vete lejos. Muchos han tratado de ver lo bueno en ellos y probablemente todavía lo hacen porque están encantados con su falso exterior.


A diferencia de una persona verdaderamente ingenua, los psicópatas tratan de lastimarte a propósito, sin que te des cuenta. Así que entre pelear o huir, elije volar siempre que sea posible y distanciarte de esas personas tóxicas; no merecen una segunda oportunidad.

Por Cure Joy
 
Cuando se acumulen las coincidencias, estás en el buen camino

Cuando estás en el buen camino, lo sabes. Las coincidencias empiezan a trazarse una tras otra en el horizonte, el corazón se llena de satisfacción y de ese prudente entusiasmo donde entender que todo esfuerzo está trayendo sus precisos resultados. Al fin y al cabo, cuando la mente se focaliza en aquello que desea con firmeza y apertura las cosas no suceden por casualidad, sino por determinación.


Todos, en algún momento, hemos experimentado una sensación semejante. Esa donde casi sin saber cómo, empiezan a sucederse pequeños eventos casuales que guardan cierta relación entre sí; esos que de algún modo, parecen ajustarse a nuestro plan.




Ahora bien, los matemáticos Persi Diaconis y Frederick Mosteller, de la Universidad de Berkeley, explicaban en un estudio de 1989 que no debemos prestar excesiva atención a las coincidencias, porque no son más que eventos raros con baja fiabilidad y que casi nunca nos ayudan a predecir algo.


No obstante, desde finales de aquellos años 80 el enfoque sobre el aspecto de las coincidencias ha cambiado bastante. Así, Bernard Beitman, psiquiatra de la Universidad de Virgina, escribió un libro muy interesante titulado Connecting with Coincidence (Conectando con las coincidencias) donde nos explica que a veces estos eventos del azar trazan nuestros propios destinos.


Edmund Halley, astrónomo inglés del siglo XVIII, por ejemplo, se dio cuenta de que los registros que otros astrónomos habían hecho sobre la aparición de ciertos cometas en la órbita terrestre y que habían clasificado como “meras coincidencias” no lo eran en absoluto.


Halley se aventuró a predecir que aquellos patrones respondían a un solitario cometa que aparecía cada 75 años, y acertó. Él mismo lo vio pasar según sus cálculos la noche de Navidad de 1758.






A veces, la concatenación de varias coincidencias nos da la pista de algo, de algo que solo con apertura, confianza y empeño podremos determinar.

La determinación, el movimiento y las coincidencias

Cuando estás en tu camino tienes un objetivo prefijado. Uno donde orientas tus objetivos y donde poco a poco todo adquiere armonía. Estudiar para una oposición, buscar recursos para un proyecto, hallar la estabilidad en una relación afectiva, superar un problema personal… Todo ello requiere de una serie de movimientos muy precisos encaminados en una misma dirección.


En diferentes puntos de nuestro ciclo vital cada uno de nosotros estamos obligados a realiza un esfuerzo para delinear ese plan en el que deseamos formar parte en felicidad y estabilidad. Es parte de nuestro sentido de autorrealización y también del crecimiento personal. Así, un aspecto que tampoco podemos ni debemos descartar en este tránsito es el aspecto de las coincidencias.




Josh Tenenbaum, científico y psicólogo cognitivo del Massachusetts Institute of Technology (MIT), nos explica que aunque en ocasiones estos eventos carezcan de cualquier lógica y no sean más que actos azarosos, otras veces, las coincidencias son tan reveladoras como indispensables en nuestras vidas.


Las coincidencias, la mente y nuestro crecimiento personal

Las coincidencias, explica el doctor Tenenbaum, impulsan y favorecen muchas de las inferencias que hacen nuestras mentes. De hecho, nuestro cerebro está programado para detectar cualquier estímulo anómalo y casual e intentar hacer asociaciones para entenderlo y favorecer nuevos aprendizajes.


  • David Spiegelhalter, estadístico de la Universidad de Cambridge, lleva años estudiando el tema de las coincidencias y el resultado de sus trabajos han quedado recogido en el espacio de dominio público Atlantic. Así, y según este profesor, las coincidencias solo pueden entenderse con un adecuado análisis estadístico.
  • Es a través de este método cuando nos damos cuenta de un aspecto: las coincidencias más llamativas tienen que ver con nuestras relaciones sociales. Un ejemplo de ello es coincidir en diversos lugares con la que será finalmente nuestra pareja. Otra es conocer a alguien que casualmente nos sugiere nuevos proyectos de los que acabamos formando parte (justo en el momento en que más necesitamos un cambio). Una más es percibir cómo vamos avanzando en nuestros proyectos personales gracias a conectar con otras personas que comparten nuestras mismas ilusiones.

Por otro lado, un aspecto interesante del trabajo del profesor Spiegelhalter es que donde se evidencia poca correlación es cuando alguien desea algo y espera que ese evento suceda sin involucrarse en él. Es decir, solo cuando nos movemos y propiciamos situaciones nuevas se generan esas coincidencias que podemos usar a nuestro favor.


“En todo lo que nos rodea y en todo lo que nos mueve debemos advertir que interviene en algo la casualidad”.
-Anatole France –

Cuando estás en tu camino lo sabes…

Tal y como hemos podido deducir, las coincidencias son el resultado del azar… pero también de ese impulso que nosotros mismos generamos con nuestra disposición personal y psicológica. Todo ello nos anima a entender determinados aspectos sobre los que merece la pena reflexionar.


  • Cuando estás en tu camino se entremezclan esos eventos que uno mismo propicia y esos otros que acontecen por una casualidad relativa, pero determinante a la vez. Un ejemplo de ello es la labor de los científicos e investigadores. En su tarea diaria de análisis y experimentación suelen dar a menudo con hechos casuales que les permiten llegar a un descubrimiento asombroso.
  • Estás en tu camino también cuando tu mente está abierta a todo aquello que acontece en tu entorno. Solo una mirada despierta y un cerebro curioso que busca aprender y hallar estímulos que estén a su favor logran ver las auténticas coincidencias. Esas que a veces se suceden una tras otra, hasta llevarnos ahí donde deseamos.
  • A su vez, otro aspecto a considerar es que hay ocasiones en que acontecen coincidencias de índole negativa. Caer enfermo justo el día en que tenemos la oposición, tener un fallo técnico durante la presentación de nuestro proyecto, etc. Dentro de lo azaroso que nos puedan resultar estos eventos fatales, cabe recordar que por probabilidad también entran dentro de lo posible, incluso por estadística de lo normal.
  • Una coincidencia puede ser positiva, negativa o neutra, pero lo que cuenta al fin y al cabo es cómo decidamos manejar ese acontecimiento. El modo en que lo hagamos, la respuesta, el enfoque mental y el comportamiento que apliquemos detrás de ese hecho será el que verdaderamente determinará nuestro destino.
Para concluir, decía Albert Einstein que la vida misma es una casualidad maravillosa. Ahora bien, saber vivirla del mejor modo requiere de una firme voluntad y de un saber hacer donde ser receptivos a través de un enfoque mental positivo y esperanzador. Permitámonos, pues, aplicar esta visión personal, no ignoremos ni giremos el rostro a todas esas posibilidades que cada día gravitan a nuestro alrededor.

Por Valeria Sabater
 
Poner distancia: relativizar las cosas para hallar nuevas perspectivas

A veces lo necesitamos: poner distancia, pero no para alejarnos de todos y todo. Lo hacemos para vernos a nosotros mismos desde otra perspectiva, para desapegarnos de ese “yo” algo erosionado, tocado por la apatía. Necesitamos darnos un nuevo impulso, hallar desde el vacío o la distancia esas fortalezas ocultas que deben ser nuevamente despertadas y reorientadas.


Para entender esta idea, pensemos en algo muy simple que hacemos cada día: levantar la mirada y dejar nuestros ojos en un punto determinado del cielo, de nuestra ciudad, de un parque. En la distancia. Los expertos en ergonomía del trabajo nos recuerdan, por ejemplo, que es recomendable que cada 15 o 20 minutos apartemos los ojos de nuestros ordenadores y alcemos la mirada por encima del propio monitor.




Esa distancia visual genera descanso. Asimismo, poner distancia de nosotros mismos, en un momento determinado, también genera bienestar psicológico y emocional. Sin embargo, ¿cómo se hace eso de distanciarse del propio ser? Vayamos donde vayamos, nuestros pensamientos, esencias y el peso de toda nuestra existencia sigue ahí, como un exceso de equipaje sofocante, como un rumor incansable que nos impide pensar con claridad.


No hay que viajar al Tíbet ni hacer un retiro de una semana en completo silencio para hallar nuevas perspectivas, para desapegarnos del propio yo y tener una conversación con él…

Poner distancia para reencontrarnos

Hay quien piensa que poner distancia es irse de vacaciones. Que los problemas pierden fuelle e intensidad con una semana en un balneario, con unos días a orillas de una playa de aguas turquesa. Bien, lo que hacemos a menudo con estos intervalos de plácido descanso es simplemente escapar, pero nada se resuelve poniendo la vida en pause en un escenario paradisíaco donde limitarnos a no pensar.


Poner distancia no significa huir ni poner kilómetros de por medio ante aquello que nos disgusta o nos quita la calma. No si al final regresamos al mismo punto que dejamos con anterioridad. Lao Tse solía decir que, en realidad, no hay mayor distancia que la que nosotros mismos establecemos entre nuestra cabeza y nuestro corazón. Es decir, entre lo que nuestra mente se obstina en hacernos creer frente a lo que nos pide el corazón.


Así, algo que hacemos con mucha frecuencia es empeñarnos en dar continuidad a situaciones que, lejos de enriquecernos personalmente, nos arrebatan la oportunidad de ser felices. Un trabajo, una relación, un entorno familiar, todo ello son contextos donde a menudo quedamos encallados, apegados a dinámicas negativas. Hemos puesto tanta distancia entre nosotros mismos y nuestras auténticas necesidades que aquello que necesitamos con urgencia no es un viaje o una escapada puntual. Necesitamos reencontrarnos con nosotros mismos.

Aprender a mirarnos con perspectiva

Debemos aprender a poner distancia para reencontrarnos, para ver la vida con perspectiva. Vicktor Frankl, padre de la logoterapia y superviviente de varios campos de concentración alemanes, nos explica esto mismo en su libro The Doctor and the soul. De vez en cuando, es necesario dar forma a una especie de desapego de lo que nos rodea para recobrar nuestro sentido de libertad, nuestro potencial y a su vez, recordar cuáles son nuestros propósitos.


La mayor parte del tiempo somos prisioneros de los propios pensamientos. Ese escenario es casi como una cárcel sin ventanas, un entorno hostil donde resulta muy difícil saber qué hay fuera. Por ello, y para facilitar ese desapego antes citado, hay que tomar contacto con nuestras emociones para hallar el impulso suficiente como para generar un cambio.


Estos serían algunos pasos para conseguirlo, para dar forma a ese distanciamiento personal desde el que encontrar una mayor claridad interior.


Establecer distancia de uno mismo para tomar decisiones

Establecer una posición de observación sobre uno mismo es una estrategia terapéutica que nos puede ser de gran utilidad. Consiste en subir unos peldaños sobre nosotros mismos para mirarnos desde arriba de un modo amoroso, cálido y humilde. Es como un juego donde nos convertimos en auto-observadores para reflexionar sobre en qué punto de nuestra vida nos encontramos y qué queremos hacer con ella.


  • Súbete al balcón de tu conciencia para mirarte desde arriba, desde la distancia. Valora si lo que ves te agrada, pregúntate si dentro de un año te gustaría verte de igual modo.
  • Reflexiona sobre tus creencias y tus juicios sin las clásicas defensas del ego, sin esas certezas que otros nos han inculcado y que de algún modo, nos han limitado desde hace tiempo.
  • Revisa el estilo de tus pensamientos, coloca un detector de negatividad para advertir si el enfoque que aplicas a tu realidad se caracteriza por el malestar constante, por la desesperanza, por el mal humor y la apatía.
Si lo que vemos desde esa posición de distancia no nos agrada, si solo advertimos el rumor de la negatividad y la infelicidad, será momento de pensar en ciertos cambios. Ahora bien, esos cambios deberán estar orquestados por nuestros propósitos. Tal y como nos decía Viktor Frankl, debemos ser capaces de hallar un significado a nuestra existencia y reconducirla hacia ese objetivo.


No dudemos por tanto en poner distancia de vez en cuando de todo aquello que nos rodea para alcanzar nuevas perspectivas. Para recordar quiénes somos y qué nos motiva.

Por Valeria Sabater

 
La energía que desprenden nuestras relaciones



La energía que desprenden nuestras relaciones nos determina. Vivimos en un mundo donde quedamos contagiados por las emociones ajenas, ahí donde el magnetismo de los gestos, palabras y movimientos de los otros nos pueden cautivar o incomodar. Los seres humanos estamos cableados por esas fibras invisibles que nos condicionan de muchos modos, pero que no siempre percibimos.


Puede que a simple vista estas ideas nos resulten tan extrañas como fascinantes. Cabe decir que en los últimos años, y con el avance en el estudio de las emociones y la kinestesia están apareciendo nuevos campos de interés que merecen ser nombrados. Un ejemplo de ello son los trabajos sobre lo que se conoce ya como “Body Intelligence” o inteligencia corporal.




“Cuando eres entusiasta sobre lo que haces, sientes energía positiva”.
-Paulo Coelho-

Según esta teoría, las personas deberíamos ser más conscientes de nuestra energías internas, esas que se adhieren a nuestro cuerpo y que no siempre reconocemos. Así, y al hablar de “energías” nos referimos ante todo a esos estados emocionales que nos limitan o nos expanden como seres humanos, y que de algún modo, proyectamos también en los demás.


Ahora bien, hay un aspecto interesante que nos señalan desde esta perspectiva teórica. La mayoría de nosotros no sabemos que vivimos en un mundo habitado en exclusiva por estos campos de energía emocional, mental y corporal. Más allá de la materia, más allá de un escenario laboral con sus trabajadores y mobiliario, más allá incluso de un bonito hogar con ciertos lujos y comodidades, hay una red de emociones que lo impregna todo…

La energía que desprenden nuestros estados anímicos

Cada célula, fibra nerviosa, red neurológica y cada tejido de nuestro cuerpo necesita energía para funcionar. Los seres humanos estamos orquestados por toda una red de impulsos. Es ahí donde nuestras neuronas se comunican las unas con otras conformando ciertas ondas eléctricas cerebrales en base a lo que hacemos, pensamos o sentimos en cada instante.


Por otro lado, hay algo que resulta más que evidente. Nuestros estados anímicos dejan “improntas” en el escenario en el que nos encontremos. Hablábamos hace un momento de los escenarios laborales y de algunos hogares. Todos hemos notado alguna vez cómo al cruzar el umbral de alguna casa de un amigo o al empezar un trabajo nuevo en un determinado lugar, hay algo imperceptible que nos incomoda, que nos apaga el humor.


Las emociones, y en especial las que se desprenden del estrés, la tensión y la ansiedad se contagian con mucha facilidad. Los psicólogos lo llaman la “ley del intercambio” y se caracteriza por una alteración en nuestro estado mental y anímico originado por la actitud y los estados emocionales de aquellos que nos rodean. Esa “temperatura” anímica puede ocasionarnos más costes que beneficios: agotamiento físico, baja motivación, pensamientos distorsionados, malestar…

La energía que desprenden nuestras relaciones crea una atmósfera determinada. Partiendo de cómo sea ese campo energético (enriquecedor o invalidante) determinará sin duda nuestro bienestar o nuestra incomodidad. Los psicólogos expertos en este campo nos indican que el objetivo sería trabajar en la ley del intercambio de la energía uniforme. Es decir, crear una reciprocidad emocional donde todos nos beneficiemos.


Este objetivo es sin duda lo más deseable en toda organización laboral, en toda familia, relación de pareja, entorno escolar, etc. Ahora bien, para lograrlo, debemos partir de nosotros mismos, y es ahí nos puede ayudar también la inteligencia corporal.


La energía que desprenden nuestras relaciones, claves de bienestar

Algo que todos queremos es disfrutar de unas relaciones satisfactorias, fluidas y significativas. Sin embargo a veces encontramos ciertas fricciones. Puede que últimamente la comunicación con nuestra pareja, hijos o compañeros de trabajo nos resulte algo más complicada. Puede que en nuestras tareas y acciones del día a día también nos percibamos menos productivos, menos creativos incluso.


La energía que desprenden nuestras relaciones no se limita solo a otras personas. Nuestra relación con el trabajo y con nuestra actividad física o mental también es otra dinámica que requiere de mucha energía (motivación, interés, actitud positiva…) Por tanto, la idea es usar toda nuestras emociones y estados mentales a nuestro favor para disfrutar de lo que hacemos. Queremos también mejorar nuestras relaciones personales, impactar en positivo a los demás y crear entornos de energía enriquecedores.

Aprende a comprender tu cuerpo para usar la energía a tu favor

  • Cuando te levantes por la mañana, toma conciencia de cómo te sientes. La inteligencia corporal nos recuerda que muchos de nuestros estados emocionales se somatizan en nuestro cuerpo: tensiones, dolor de estómago o de cabeza, dolor muscular…
  • Ten en cuenta que ese malestar físico a menudo se acaba proyectando en el estilo de nuestro lenguaje y actitud ⇔ me levanto cansado/a, no tengo ganas de nada y lo acabo proyectando en mi pareja contestándole mal o dirigiéndole un comentario poco apropiado.
  • Lo ideal es tomar conciencia de ese estado emocional y hallar la raíz del problema. No vale aplazarlo, no vale con tomar un analgésico y limitarnos a funcionar porque esa emoción, ese malestar sigue latente y puede mermar la calidad de nuestras relaciones.
  • Cambiar el polo de la energía. Es muy posible que nada más levantarnos por la mañana no tengamos mucho tiempo para llevar a cabo técnicas de relajación o de gestión del estrés. Es algo que deberemos aplazar pero no descuidar. Así, y para cambiar el flujo de esa energía negativa interna sería recomendable aplicar sencillas estrategias que nos propicien un rápido bienestar:
    • Un desayuno saludable.
    • Escuchar música relajante mientras vamos al trabajo.
    • Caminar mientras practicamos la respiración profunda.

Por último, y no menos importante, hay un detalle que no podemos olvidar. La energía que proyectemos en los demás es la misma que acabaremos recibiendo. Si ofrezco tensión, incomodidad, malos gestos y desinterés, me acabará llegando lo mismo. La energía que desprenden nuestras relaciones parte de lo que cada uno ofrezca al otro. Invirtamos primero en nosotros mismos para dar lo mejor a los demás.

Por Valeria Sabater

 

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