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En mi clase había una chica que era bastante mayor que nosotros y siempre iba desaliñada. Un día de mucho calor empezó a oler raro en clase, una mezcla entre campo recién abonado y alcantarilla parada, no se aguantaba. A uno se le ocurrió abrir la ventana para "ventilar", pero fue peor el remedio que la enfermedad, porque la chica se sentaba justo al lado de la misma y se esparció el aroma por toda el aula. Acabamos todo el grupo en la otra esquina, deseando que se acabase pronto la hora para poder escapar. Los únicos que o no sé enteraron (o hicieron como si no notasen el nauseabundo olor) fueron la protagonista y la profesora. Lo he pasado mal en mi vida por culpa de mi olfato hipersensible, pero como ese día NUNCA