Una de las últimas que recuerdo (eso no quiere decir que sea la última, por supuesto, que las habré liado muchas y muy gordas después) fue cuando cambié el microondas.
microondas en un alto, por detrás y dentro de un armario pasa el cable hasta el enchufe. Como no llego, aviso a mi hermano. Aparece. corta los cables para poderlos poner en el enchufe porque no entraba el nuevo y yo como una histérica: ESPERA, ESPERA, QUE QUITO LA LUZ. él mirandome con cara de qué hace esta loca, porque quité la luz, claro, hasta que me dijo a ver, bonita, que ESTÁ DESENCHUFADO.
Yo ya tengo asumido que los mecánicos, electricistas, albañiles y demás hombres de oficios de éstos (para mi por supuesto) super difíciles, me miran como diciendo "no sabes nada de la vida por mucho que tengas estudios", mi mecánico se descojona y se frota las manos a partes iguales cuando me ve llegar. Para mi son como los cirujanos que operan a corazón abierto, sólo ellos saben cuál es el diagnóstico, cuando usar esas herramientas, dónde ponerse a trajinar con esos cacharros. Por eso siempre digo que mi hombre ideal, si algún día me caso o algo así, debe ser mecánico, albañil, fontanero, pintor, ebanista, incluso fisio (que una va teniendo una edad)...hombres útiles a los que conviene tener cerca.