Situaciones incómodas, anécdotas de “Tierra trágame” e historietas varias.

Me estoy acordando de una cosa que nos pasó en un taxi a mi hermana y a mí. Estábamos parados en un semáforo en el Pº de la Castellana un día de verano sobre las 2 del mediodía. El taxi llevaba las ventanillas subidas por el aire acondicionado. En esto que el taxista, de repente baja la ventanilla y escupe. A continuación escuchamos un: "¡ostias, la dentadura!" Justo cambia el semáforo y empiezan a pasar coches, pero el táxi, parado con los intermitentes y ya le preguntamos qué pasaba, que por qué no seguíamos. Y nos dice que al escupir se le ha ido la dentadura junto con el escupitajo y que estaba esperando a que dejasen de pasar coches para cogerla. Mi hermana y yo intentando que no se nos notara la risa. Vuelve a cambiar el semáforo, se paran los coches, el taxista abre la puerta, sale y se pone a mirar por el suelo. Se agacha y le oímos soltar varias palabrotas y me cago en ... Sube al taxi, le preguntamos si ya ha recuperado la dentadura y nos dice que no, que por culpa del calor y los coches pasando, se ha quedado incrustada en el asfalto.
 
Me estoy acordando de una cosa que nos pasó en un taxi a mi hermana y a mí. Estábamos parados en un semáforo en el Pº de la Castellana un día de verano sobre las 2 del mediodía. El taxi llevaba las ventanillas subidas por el aire acondicionado. En esto que el taxista, de repente baja la ventanilla y escupe. A continuación escuchamos un: "¡ostias, la dentadura!" Justo cambia el semáforo y empiezan a pasar coches, pero el táxi, parado con los intermitentes y ya le preguntamos qué pasaba, que por qué no seguíamos. Y nos dice que al escupir se le ha ido la dentadura junto con el escupitajo y que estaba esperando a que dejasen de pasar coches para cogerla. Mi hermana y yo intentando que no se nos notara la risa. Vuelve a cambiar el semáforo, se paran los coches, el taxista abre la puerta, sale y se pone a mirar por el suelo. Se agacha y le oímos soltar varias palabrotas y me cago en ... Sube al taxi, le preguntamos si ya ha recuperado la dentadura y nos dice que no, que por culpa del calor y los coches pasando, se ha quedado incrustada en el asfalto.
Jajajajaajajajaja

también te digo que eso es el karma, la próxima vez seguro que no escupe:ROFLMAO::ROFLMAO:
 
Voy a contar dos anécdotas que me pasaron con mi suegra, que es una señora muy peculiar y con mucho carácter.

Antes de casarme con su hijo nos fuimos a Londres una semana de rebajas después de unas navidades porque ella no quería ir sola y mi entonces novio me pidió casi de rodillas que la acompañase. Iba con todos los gastos pagados porque si no, no habría ido, que ya conocía su carácter. Nos alojamos en un hotelito, en la misma habitación. A ella le molestaba tener una tetera eléctrica y una bandeja con las tazas de té sobre la mesa. así que les dije a las dos recepcionistas que por favor lo retiraran y ellas me aseguraron que sí, que no había problema. Nos fuimos a ver tiendas y almacenes y, al volver por la noche resulta que no habían retirado el servicio de té. A la mañana siguiente repetí en recepción que se lo llevaran y por la noche seguía ahí, así que mi suegra sacó todo al pasillo y lo dejó en el suelo, frente a la puerta de la habitación. Al día siguiente, cuando volvimos por la noche, ahí que estaban de nuevo la tetera, la bandeja y las tazas. Mi suegra lo volvió a sacar todo al pasillo, pero lo dejó delante de la puerta de otra habitación. Y al día siguiente, lo mismo. Volvemos por la noche y nos encontramos con la tetera, la bandeja y las tazas. Coge mi suegra y se lo lleva todo al comedor del hotel, dejándolo en una mesa. Pasa otro día, venimos por la noche y oooootra vez que están ahí la tetera, la bandeja y las tazas. Esta vez coge todo y me dice que la acompañe. Bajamos a recepción y les monta un pollo impresionante a las recepcionistas, en español porque no sabe inglés y me dice a mí que la traduzca. Que si se estaban cachondeando de ella y que ya estaba hasta el toto, que no quería volver a ver la p*t* tetera en la habitación, llamando a una que estaba llenita "gorda de las pelotas", a la otra, "mosquita muerta", que eran unas sinvergüenzas, que no iba a pisar ese hotel nunca más, que los ingleses eran peores que la peste. Y las recepcionistas, que yo creo que no estaban entendiendo nada de lo que las decía porque yo no estaba traduciendo (además, que no sé cómo se dice "gorda de las pelotas" -¿"fat of balls"?-), venga a sonreir y a medio reírse, no sé por qué, lo cual cabreaba todavía más a mi suegra, que iba calentándose cada vez más. La gente que entraba al hotel se quedaba petrificada ante el espectáculo. Por fin conseguí llevármela a la habitación tirando de ella. A la mañana siguiente hicimos la maleta, pagó y nos buscamos otro hotel. Menos mal que en éste no había tetera y tazas en la habitación.

Adora a los perros y uno de los dos que tenía hace años lo había recogido de un albergue. A este perro lo habían atropellado y no le quedaron bien las patas de atrás, por lo que cuando ya era viejito se quedó paralítico. Le encargó un carrito con ruedas para que lo usara en casa y le compró también un cochecito de bebé, de los que son una cuna horizontal con capota para sacarlo de paseo. El día del estreno del cochecito de bebé era un domingo y me pidió que la acompañase mientras yo paseaba a mi perro. Cuando nos cruzábamos con alguien que la conocía, enseguida la preguntaba que si estaba paseando a algún nieto y se asomaba rápidamente al cochecito a verle la carita, antes de que a ella le diese tiempo a explicar la historia. Imagináos el respingo de susto que daba esa persona cuando, en vez de encontrarse con la cara redonda y sonrosada de un bebé se encontraba con una cara hocicuda, peluda y renegrida. Es que nos tronchábamos literalmente.
pero qué problema tenía tu suegra con la tetera y las tazas??? con lo bien que sienta muchas veces cuando llegas y te duchas tomarte un te o café relajadamente. Eso si no ha pasado antes mi hermana y se ha pillado todos los sobres y los tiene ya en la maleta. así que me quedo yo con cara de tonta diciéndola tranquila, da igual. Lo más gracioso es que ella no toma té, que coge los sobres para mí, pero en el hotel se conoce que no me tiene que apetecer
 
pero qué problema tenía tu suegra con la tetera y las tazas??? con lo bien que sienta muchas veces cuando llegas y te duchas tomarte un te o café relajadamente. Eso si no ha pasado antes mi hermana y se ha pillado todos los sobres y los tiene ya en la maleta. así que me quedo yo con cara de tonta diciéndola tranquila, da igual. Lo más gracioso es que ella no toma té, que coge los sobres para mí, pero en el hotel se conoce que no me tiene que apetecer
Eso iba a decir yo, ¿qué problema tenía con la tetera para que le molestara tanto????

Estar en una playa en la otra punta de España, paseando por la orilla en tanga. A eso hay que sumarle que yo en verano en lugar de hacer operación bikini hago operación nutria. A quién veo venir en frente de mí sino a la arpía del trabajo que no puede ocultar que me odia. Tengo que añadir que yo en el trabajo voy echa un pincel. Cuando me reconoció se vino hacia mí como si fuéramos amigas del alma mientras me daba un repaso visual de arriba abajo y se paró a hablar conmigo muy falsa. Para colmo de males noto como me voy empitonando lentamente y al mismo tiempo me pongo roja como un tomate. Un cuadro. Yo quería que me tragara la tierra. Los cinco minutos que debió durar la conversación me duraron como cinco horas. No me cabe duda de que cuando por fin nos despedimos se dio la vuelta para estudiarme bien por delante y por detrás en todo mi esplendor. A partir de ese día cuando la veía en el trabajo yo bajaba la vista, porque no podía evitar pensar que ella estaba pensando "Como pierden esos cuerpos sin ropa".
A una amiga mía le pasó, ir por una playa nudista y encontrarse a nada más y nada menos que a una de sus jefas, como Dios la trajo al mundo, tumbada en la arena con su igualmente desnudo marido (mi amiga iba en bikini). Se vieron, se miraron dos segundos pero hicieron como que no se conocía. No sé cuál de las dos se sintió más violenta. Fijaos si tuvo mala suerte la mujer, que esto sucedió en una playa como a 40 km de donde ambas vivían.
Dijo mi amiga que si una vez le tocara su jefa en un amigo invisible del curro le iba a regalar un paquete de cuchillas Gillette :ROFLMAO: .
 
Estaba buscando este hilo anoche. No lo encontré y me tiré un buen rato.
El tema, es que ya no recuerdo que era tan urgente de escribir.:X3:
 
Hola pris!. En mi edificio son todos más estirados que para qué, pero hay un matrimonio en concreto que parecen del mismísimo centro de París. El muy serio, muy abogado,muy de traje siempre y ella "insufrible porque yolovalgo".

Bueno, pues ésto que vuelvo yo un día a casa después del trabajo, con la cabeza como un bombo pensado en una cosa que había pasado por la mañana. Salgo del ascensor, meto la llave y nada, que no abre.
Pensé que la canguro había dejado la llave puesta y me puse a dar timbrazos. En ésto que se abre la puerta y aparece mi vecino el estirado, en mangas de camisa y con la corbata puesta. Yo no entendía nada, me quedé con la boca abierta e incapaz de decir nada. En ésto que se me ocurre mirar el cartel del rellano y estaba tres pisos más abajo de mi casa!!. Había salido antes del ascensor y ni me había enterado.
Mi vecino la verdad es que fue muy majo y no le dió importancia pero yo estaba que me fundía de la vergüenza, roja fluorescente.
Ahora procuro evitarle en la medida de lo posible porque me sigue dando un corte que te mueres y cada vez que me cruzo con su mujer sudo tinta porque no sé si su marido se lo contó o no, un show todo!
 
Esto me pasó cuando tenía 12 ó 13 años, en plena edad del pavo.

Todos los años íbamos la familia unos días a finales de agosto a pasarlos a un hostal de un pueblo de la sierra después de los días de playa. En ese hostal siempre nos juntábamos los mismos, así que ya nos conocíamos, por lo que ya habíamos hecho pandi los chicos y chicas que veraneábamos allí todos los años y nos dedicábamos a hacer el tonto todo lo que podíamos.

Resulta que ese año apareció un familia nueva. Eran un matrimonio con 2 hijos gemelos de unos 25-30 años muy poco agraciados y que encima tenían orejas de soplillo. Para nosotros fue maravilloso. Ya teníamos novedad y entretenimiento. Les pusimos el mote de "los orejones", pero para que no se dieran cuenta de que hablábamos de ellos yo decidí que les llamáramos "los oréganos". Y cada vez que los veíamos, en el hostal o en alguno de los sitios en los que solíamos coincidir los veraneantes, como por ejemplo las piscinas naturales del río, ya teníamos tema de conversación y cachondeíto: que si "los oréganos" tal, "los oréganos" lo otro, venga a rajar de de los pobres chicos y venga a reírnos.

Una noche estabamos sentados fuera del hostal tomando el fresco los padres y gente mayor que se alojaban en el hostal en tumbonas que sacaban fuera y la chavalería enfrente, sobre un murete. También estaban "los oréganos" y sus padres. Nosotros, como de costumbre, cuchicheando, mirándolos y riéndonos. En esto que se levanta el padre, se viene hacia nosotros como una furia y empieza a preguntarnos que por qué siempre nos estamos riendo de sus hijos. Nos callamos todos, avergonzados, mirando al suelo y con cara de culpabilidad. El padre seguía preguntándonos y se empiezan a acercar otros padres preguntando qué pasa. Por fin una de las niñas del grupo, que tendría por aquel entonces unos 9 ó 10 años, rompe el silencio y cuenta que es que tienen las orejas como Dumbo y que les llamamos "los oréganos" para que no se den cuenta que les llamamos "los orejones" y que lo de "los oréganos" se me había ocurrido a mí. Y va el padre, me agarra de una oreja, me empieza a tirar de ella, me tengo que levantar del muro y me dice que vaya donde sus hijos y les pida perdón. Mis padres mirando asombrados sin enterarse de nada de lo que pasaba, la niña volviendo a contar la historia a gritos a ver si los mayores se enteraban. Les pedí perdón a los chicos y por fin el padre me soltó la oreja. Y después me tocó aguantar la bronca de mis padres delante de todo el mundo, pero, aunque pasé una vergüenza tremenda aquello me vino muy bien porque me quitó mucho la tontería. A partir de ese día, cuando volvía a ver a los chicos ya no me reía, sino que los saludaba, agachaba la cabeza y me iba rápidamente.
 
Jajajajaajajajaja

también te digo que eso es el karma, la próxima vez seguro que no escupe:ROFLMAO::ROFLMAO:

Sí, eso también lo pensamos, que eso le había pasado por guarrete. El taxista era un tío joven y después nos contó la historia de la dentadura. Resulta que de chaval se había partido varios dientes superiores al darse estrellarse con un ciclomotor contra una pared, se los extrajeron y le pusieron una dentadura provisional, pero por aún no había ido a que le pusiesen los dientes fijos y la dentadura provisional se le había aflojado y a veces se le salía y ya se había caído varias veces, una vez en el cine, otra vez en una piscina pública, teniendo que vaciar la piscina hasta que la encontraron en el desagüe.

Hablando de dentaduras me acuerdo cuando a mi suegro le pusieron una fija. Yo no podía evitar reírme cada vez que le veía con esos dientes tan grandes y tan deslumbrantemente blancos. Pasaron meses hasta que me acostumbré a verle con la dentadura nueva y pude dejar de reírme. Menos mal que el hombre se lo tomaba con buen humor, pero es que me resultaba imposible no reírme.
 
Esto me pasó cuando tenía 12 ó 13 años, en plena edad del pavo.

Todos los años íbamos la familia unos días a finales de agosto a pasarlos a un hostal de un pueblo de la sierra después de los días de playa. En ese hostal siempre nos juntábamos los mismos, así que ya nos conocíamos, por lo que ya habíamos hecho pandi los chicos y chicas que veraneábamos allí todos los años y nos dedicábamos a hacer el tonto todo lo que podíamos.

Resulta que ese año apareció un familia nueva. Eran un matrimonio con 2 hijos gemelos de unos 25-30 años muy poco agraciados y que encima tenían orejas de soplillo. Para nosotros fue maravilloso. Ya teníamos novedad y entretenimiento. Les pusimos el mote de "los orejones", pero para que no se dieran cuenta de que hablábamos de ellos yo decidí que les llamáramos "los oréganos". Y cada vez que los veíamos, en el hostal o en alguno de los sitios en los que solíamos coincidir los veraneantes, como por ejemplo las piscinas naturales del río, ya teníamos tema de conversación y cachondeíto: que si "los oréganos" tal, "los oréganos" lo otro, venga a rajar de de los pobres chicos y venga a reírnos.

Una noche estabamos sentados fuera del hostal tomando el fresco los padres y gente mayor que se alojaban en el hostal en tumbonas que sacaban fuera y la chavalería enfrente, sobre un murete. También estaban "los oréganos" y sus padres. Nosotros, como de costumbre, cuchicheando, mirándolos y riéndonos. En esto que se levanta el padre, se viene hacia nosotros como una furia y empieza a preguntarnos que por qué siempre nos estamos riendo de sus hijos. Nos callamos todos, avergonzados, mirando al suelo y con cara de culpabilidad. El padre seguía preguntándonos y se empiezan a acercar otros padres preguntando qué pasa. Por fin una de las niñas del grupo, que tendría por aquel entonces unos 9 ó 10 años, rompe el silencio y cuenta que es que tienen las orejas como Dumbo y que les llamamos "los oréganos" para que no se den cuenta que les llamamos "los orejones" y que lo de "los oréganos" se me había ocurrido a mí. Y va el padre, me agarra de una oreja, me empieza a tirar de ella, me tengo que levantar del muro y me dice que vaya donde sus hijos y les pida perdón. Mis padres mirando asombrados sin enterarse de nada de lo que pasaba, la niña volviendo a contar la historia a gritos a ver si los mayores se enteraban. Les pedí perdón a los chicos y por fin el padre me soltó la oreja. Y después me tocó aguantar la bronca de mis padres delante de todo el mundo, pero, aunque pasé una vergüenza tremenda aquello me vino muy bien porque me quitó mucho la tontería. A partir de ese día, cuando volvía a ver a los chicos ya no me reía, sino que los saludaba, agachaba la cabeza y me iba rápidamente.
Hoy en día se monta la marimorena entre los padres
 

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