Verde de billetes de dolarEl actual modelo energético "verde", tan "verde" que para implantarse tiene que destrozar parajes naturales y las posibilidades de turismo rural de los pueblos. Cuando puede hacerse de otra manera.
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Verde de billetes de dolarEl actual modelo energético "verde", tan "verde" que para implantarse tiene que destrozar parajes naturales y las posibilidades de turismo rural de los pueblos. Cuando puede hacerse de otra manera.
Llevas razón en lo que dices. Actualmente algo como salir a dar un paseo o ir a algún sitio, no sé, la playa, el monte, el campo y estar ahí una hora, dos horas, parece un acto de rebeldía. Y por supuesto, parece que todo lo que hacemos ha de estar documentado y registrado, como en el trabajo.El tener que ser productivo a todas las horas, tanto en el trabajo como en el tiempo libre. Si el vecino está haciendo mil planes en su tiempo de ocio y por supuesto alardea de ello en RRSS, tú no vas a ser menos.
No existe el descansar y desconectar, estamos hiperconectados y recibiendo información 24/7/365.
Somos gemelas separadas al nacerA mí lo que más me molesta actualmente es lo infantilizada que está y la falta de responsabilidad individual (aunque diría que ambas cosas están ligadas).
Lo primero, personas que se empeñan en comportarse como eternas adolescentes a partir de ciertas edades. Ojo, que no critico que alguien se sienta joven por dentro y le guste divertirse, sino que me refiero a los que, teniendo ya cierta edad, repiten patrones negativos que se suelen cometer de joven por falta de experiencia vital. Ejemplo, personas de 40 y pico años lanzando indirectas en redes sociales a sus "enemigos", subiendo fotos poniendo morritos, sintiendo la necesidad de "competir" con personas más jóvenes que ellos, montar pataletas, crear dramas innecesarios en tus grupos de amistades, enfadarse por tonterías, etc. También la infantilización que rodea el mundo de la crianza y la educación (por ejemplo, la gilipollez esta de decir ahora "papis y mamis" o "papás y mamás" en vez de "padres y madres").
Lo segundo, que casi nadie se responsabiliza de sus actos, desde el adolescente que miente a sus padres, hasta el político al que han pillado con el carrito de los helados y se niega a renunciar o a asumir su error. Muy poquísima gente reconoce que ha cometido un error, pide disculpas y trata de enmendarlo, sino que sempre prueban primero a echarle la culpa a otros a ver si cuela. A veces me siento imbécil cuando la cago, admito que he cometido un error y trato de arreglarlo, porque veo que la gran mayoría no lo hace. Y aunque sé que estoy haciendo lo correcto, no puedo evitar preguntarme si los demás me verán como alguien débil por reconocer mis errores y por eso me respetarán menos.
Creo que si esto fuera algo más generalizado, no tendría ese temor.