Mi hijo mayor esta diagnosticado como súper dotado. Lo que hacemos, básicamente, es no hacer nada, y tampoco esperar nada del colegio ni de sus profesores, sólo comprensión. Lo más importante se lo enseñamos nosotros. En el cole nos basta con que aprenda compañerismo, gestión del tiempo y de la responsabilidad y, sobre todo, que se lo pase bien, que tenga amigos, que juegue mucho.
Le educamos exactamente igual que a su hermano, procuramos fomentar en ambos su curiosidad, su creatividad, su espíritu crítico. Atendemos sus peticiones de información y de formación, pero sólo en la medida en que él nos lo demanda, sin forzarle.
Nunca mencionamos la palabra súper dotado, ni altas capacidades, en su presencia. Casi nadie de nuestro entorno lo sabe, salvo su profesor.
En el cole tiene un rendimiento normal y, curiosamente, en muchos aspectos es un niño infantil, a pesar de que su comprensión del mundo y su capacidad de entender y reflexionar exceden en mucho a la de sus compañeros. También es extraordinariamente despistado y con tendencia a la ensoñación. Suele estar en su universo paralelo, nos reímos de su capacidad de evasión y le pedimos que sea condescendiente y vuelva con nosotros de vez en cuando. Pero, sobre todo, le comprendemos muy bien, sabemos cómo funciona su mente, lo que le preocupa, lo que le asusta, lo que le llena.
Me llena de ternura su cabecita dando vueltas a todo, su capacidad de observación, su sentido de la justicia y su dulzura. Creo que estos niños son lo mejor que una sociedad posee, puede que sean los científicos, los músicos, o los ingenieros, que hagan un mundo un poquito mejor. Pero no tengo interés en forzar sus capacidades para extraer todo su potencial si con ello le debilito emocionalmente. Que su mente siga su curso natural y nosotros siempre a su lado, o detrás, pero no delante marcándole el rumbo.
Le educamos exactamente igual que a su hermano, procuramos fomentar en ambos su curiosidad, su creatividad, su espíritu crítico. Atendemos sus peticiones de información y de formación, pero sólo en la medida en que él nos lo demanda, sin forzarle.
Nunca mencionamos la palabra súper dotado, ni altas capacidades, en su presencia. Casi nadie de nuestro entorno lo sabe, salvo su profesor.
En el cole tiene un rendimiento normal y, curiosamente, en muchos aspectos es un niño infantil, a pesar de que su comprensión del mundo y su capacidad de entender y reflexionar exceden en mucho a la de sus compañeros. También es extraordinariamente despistado y con tendencia a la ensoñación. Suele estar en su universo paralelo, nos reímos de su capacidad de evasión y le pedimos que sea condescendiente y vuelva con nosotros de vez en cuando. Pero, sobre todo, le comprendemos muy bien, sabemos cómo funciona su mente, lo que le preocupa, lo que le asusta, lo que le llena.
Me llena de ternura su cabecita dando vueltas a todo, su capacidad de observación, su sentido de la justicia y su dulzura. Creo que estos niños son lo mejor que una sociedad posee, puede que sean los científicos, los músicos, o los ingenieros, que hagan un mundo un poquito mejor. Pero no tengo interés en forzar sus capacidades para extraer todo su potencial si con ello le debilito emocionalmente. Que su mente siga su curso natural y nosotros siempre a su lado, o detrás, pero no delante marcándole el rumbo.