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Bueno, pues yo me voy a abrir un poco.
He vivido ambas situaciones, percatarme de que despierto algunas envidias y sentirla yo misma.
La primera, cuando las cosas me iban sobre ruedas, la carrera, multitud de amistades, una vida 'guay'. Me acuerdo que hubo gente que me dio de lado, comentarios con inquina y a directamente no avisarme de planes. Dejarme de hablar y demás, todo muy maduro por su parte.
Tardé años en darme cuenta que ahí algo de envidia había. Las cosas se empezaron a torcer y mi vida ya no era la que había sido, obviamente esa gente o desapareció o se cachondeaban de mi situación. Vamos, nadie me tendió la mano, solo querían quedar para 'quedar por encima' comparándose y contarme lo fantástica que era su vida (cuando la mía estaba desmoronada).
En los momentos en los que estaba más en el pozo en los que me sentía más vulnerable he sentido envidia. Eso sí, nunca deseando el mal ajeno, ni he tenido un comportamiento (ni por asomo) parecido al que habían tenido conmigo. Yo levantaba la cabeza y 'palante'. Pero luego, en mi soledad, me daba cuenta de lo qué sentía.
En fi, después de este TOCHO, hoy quiero confesar (como dice la Panto) que he sentido envidia, y todavía estoy aprendiendo a manejarla.
He vivido ambas situaciones, percatarme de que despierto algunas envidias y sentirla yo misma.
La primera, cuando las cosas me iban sobre ruedas, la carrera, multitud de amistades, una vida 'guay'. Me acuerdo que hubo gente que me dio de lado, comentarios con inquina y a directamente no avisarme de planes. Dejarme de hablar y demás, todo muy maduro por su parte.
Tardé años en darme cuenta que ahí algo de envidia había. Las cosas se empezaron a torcer y mi vida ya no era la que había sido, obviamente esa gente o desapareció o se cachondeaban de mi situación. Vamos, nadie me tendió la mano, solo querían quedar para 'quedar por encima' comparándose y contarme lo fantástica que era su vida (cuando la mía estaba desmoronada).
En los momentos en los que estaba más en el pozo en los que me sentía más vulnerable he sentido envidia. Eso sí, nunca deseando el mal ajeno, ni he tenido un comportamiento (ni por asomo) parecido al que habían tenido conmigo. Yo levantaba la cabeza y 'palante'. Pero luego, en mi soledad, me daba cuenta de lo qué sentía.
En fi, después de este TOCHO, hoy quiero confesar (como dice la Panto) que he sentido envidia, y todavía estoy aprendiendo a manejarla.