Autoestima y otros temas de psicología

¡Me aburro!


“Me aburro”, es una expresión casi inconcebible hoy en día. Y es que en la sociedad en la que vivimos, parece no ser admisible el hecho de “no estar haciendo nada”. Nuestra agenda siempre tiene que estar repleta de actividades, tareas y compromisos.


Por ello, es más fácil que nos aburramos al pasar un día entero en casa o hacer por varias horas lo mismo. Pero más allá del aburrimiento en sí, el problema radica en que no estamos satisfechos con nada.




El aburrimiento y la insatisfacción

Imagina esta situación: una persona que trabaja todo el día en una oficina se queja porque no tiene nada de tiempo libre de lunes a viernes. Llega el fin de semana y en lugar de aprovecharlo para sus tareas extras, dice que está aburrida.


Ni que hablar cuando llega el domingo por la tarde y ya ha limpiado, hecho la compra, ordenado, visitado familiares, dormido, salido de copas, ido al cine, etc. ¡Me aburro! ¿y ahora qué hago? Son las dos frases más frecuentes el fin de semana.


Ahora bien, ¿por qué es preciso siempre “hacer algo”? ¿no basta con quedarnos en casa mirando la lluvia caer, cómo juegan nuestros hijos o cuando acariciamos a nuestra mascota? Pues al parecer, no.







El aburrimiento no es simplemente una falta de interés por las cosas a nuestra disposición, sino que existen causas más profundas, las cuáles fueron analizadas por los psicólogos.


Si te sueles aburrir por todo puede deberse a que no estás satisfecho, con tu vida en general o con algo en particular. Por ejemplo, estar en tu casa con tus padres cuando te gustaría estar con tus amigos o estar preparando la cena cuando querrías estar en el cine con tu pareja.




El hecho de estar aburrido habla de que nos hemos acostumbrado a la sobreestimulación. Eso no es bueno para nuestra salud, ni física ni mental.


En algún momento de la jornada el cuerpo y el cerebro necesitan descansar. Si el fin de semana te lo pasas de aquí para allá, entonces no esperes sentirte de buen humor de lunes a viernes.


¿Cuáles son los efectos del aburrimiento?




En primer lugar, afecta la percepción del tiempo. Miras el reloj y son las 12,15. Te quedas acostado mirando el ventilador de techo girar, piensas que ha pasado mucho rato y vuelves a revisar la hora: son las 12,17. ¿Cómo puede ser que solo hayan pasado dos minutos? Si hubieras estado conversando con tu amiga o de compras en el centro comercial, esos 120 segundos no significarían nada.


Haz el ejercicio de “no hacer nada” durante un tiempo y trata de adivinar cuánto ha pasado. ¡No vale contar los segundos! De esta manera, aprenderás a apreciar cada segundo, minuto y hora… regalos maravillosos que nada ni nadie puede devolverte.


En segundo lugar, el aburrimiento estimula la creatividad. No se trata de algo negativo si sabemos aprovecharlo. Los investigadores tienen una respuesta a este fenómeno: estar aburridos es sinónimo de encontrarnos “atascados” en una situación, como que no podemos salir de un pozo en el que nos hemos caído y que nos será muy difícil alcanzar nuestras metas.


Así, podemos asumir una postura más positiva y entusiasta y “sacarle el zumo” a este estado. La mente empezará por sí misma a crear, imaginar y ofrecer alternativas posibles para salir airosa. Muchos escritores han realizado sus mejores obras después de estar varias horas frente a su ordenador o máquina de escribir completamente “trabados”.


Me aburro, ¿qué dice de nosotros esta expresión?

Un último aspecto, el aburrimiento nos desvela un gran secreto: cómo somos en realidad. Solemos creer que está relacionado con la falta de actividades o de “cosas para hacer”, en un mundo tan estimulado como el que vivimos. Sin embargo, algunos estudios revelan que se debe a la falta de conexión con nuestras emociones, es decir, que no nos conocemos realmente.


Las personas que más se aburren son las que más dificultades tienen para reconocer y manejar lo que sienten
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Partiendo de la base de que el aburrimiento es una tendencia a conseguir satisfacción externa, es válido entonces afirmar que quedarnos solos con nosotros mismos conllevaría un problema para conocernos. Por lo tanto, si dices con frecuencia eso de “me aburro”, es un claro signo de que necesitas conectarte con tu mundo interior, pasar más tiempo en compañía de ti mismo y redescubrir qué es lo que sientes.

Por Yamila Papa
 
Vivir sin expectativas


Las expectativas no nos permiten vivir en libertad, aceptando el curso de las cosas, ya que creemos que por el hecho de desear algo en concreto, ya sea aprobación, perfección o comodidad, tiene obligatoriamente que ocurrir. Pero la realidad es que lo que tenga que suceder, va a suceder, estemos o no de acuerdo.


Las personas en muchas ocasiones pretendemos tomar el rol fantasioso de divinidad. Pensamos erróneamente con “deberías”, hacia nosotros mismos, los demás y la vida en general. Nos decimos cosas como “mi jefe debería tratarme bien y no gritarme”, “las cosas me deben salir bien siempre y con poco esfuerzo” o “yo debo hacer mi trabajo bien porque si no significa que soy un gusano”. ¿Qué nos hemos creído?, ¿un juez?, ¿un Dios?, ¿quién puede decir lo que debería o no debería ser?




Cuando vivimos esperando que la vida funcione como queremos, que las cosas salgan como nos gusta o que los demás nos traten como creemos merecernos estamos siendo, en realidad, esclavos de lo que esperamos.
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Vivir con expectativas nos convierte en personas débiles a nivel emocional, ya que esperamos que las cosas sucedan tal y como deseamos y no siempre va a ser así. De hecho, en un porcentaje considerable de veces, la vida va a tomar un giro distinto del que esperábamos y no queda otra que aceptarlo con el mayor sosiego posible.


Si no nos entrenamos bien para soltar las expectativas y abrazar lo que viene, corremos el riesgo de sufrir considerablemente, de deprimirnos o llenarnos de ansiedad. Cada cual elige qué es lo que prefiere pues cada uno es dueño de su propio estado emocional.







¿Cómo me libro de las expectativas?

La clave se encuentra en aprender la diferencia entre lo que es controlable y lo que no. Yo no puedo controlar el pensamiento ni la actitud de los demás, tampoco las circunstancias del mundo y de la vida. Sin embargo si puedo controlar la forma de relacionarme con esto, la forma de pensar sobre ello y de hacerle frente.


Cuando tratamos de controlar lo incontrolable, evidentemente, nos frustramos porque nunca va a ocurrir lo que queremos. Nuestro margen de actuación se reduce a que podemos hacer las cosas de la mejor manera que sabemos o actuar como mejor sepamos, pero eso no quiere decir que se nos vaya a recompensar, ni que todo vaya a ir conforme a nuestras expectativas y deseos. Vamos a quitarnos esta idea absurda de la mente y comencemos a aceptar la realidad.


Piensa, por ejemplo, en que un día alguien te dice: “El cielo debería ser de color verde manzana, porque sí, porque a mi me gusta ese color y espero que algun día sea así” ¿Qué pensarías? Seguramente que esta persona no está muy bien de la cabeza, que tiene un deseo absurdo, que nunca se va a realizar por la sencilla razón de que es imposible y porque por mucho que a mi me guste algo, no significa que obligatoriamente tenga que ocurrir.




De la misma manera, cuando albergamos expectativas en nuestra vida, con nuestros propios asuntos, estamos imponiendo y exigiendo que debe ser, cuando no va a ser y tampoco necesitamos que sea.





Tú no eres ningún Dios

Por lo tanto, cuando te percates que vienen expectativas a tu mente, y tu diálogo interno contenga un "debería", acuérdate de que no eres ningun Dios que puede cambiar el progreso de las cosas, solo un ser humano como otro cualquiera que lo hace lo mejor que puede pero que de eso no se deriva que le vaya a ir bien ni que la vida vaya a ser justa.


También puedes preguntarte ¿Quién dice que las cosas me deben salir bien?, ¿dónde está escrito que tal persona me debería tratar como merezco?, ¿puedo controlar yo el comportamiento del otro de alguna manera?, ¿me sirve para algo pensar en que el mundo está obligado a satisfacerme y esperar que así sea?


Cuando encuentres las respuestas realistas y racionales a todas estas preguntas y cambies tu diálogo interno por “me gustaría, pero quizá no sea así y tampoco lo necesito” o “no espero que menganito me haga un regalo por nuestro aniversario, aunque sería fantástico si lo hiciese”, te darás cuenta de que eres mucho más fuerte y libre.


Te habrás desligado de las expectativas irracionales, de la rigidez, de la obtusidad y comenzarás a aceptar lo que el Universo tiene preparado para nosotros. A veces te gustará, otras no, pero en eso consiste la vida.


Si todo fuese siempre color de rosa y como queremos, esto de vivir tendría poca gracia. No hay alegría sin tristeza, satisfacción sin decepción, éxito sin fracaso… Para sentir el cosquilleo que nos produce el alcance de una expectativa, tenemos que conocer la frustración y tolerarla.


¡Empieza hoy a soltar! Anota en un papel todas tus expectativas, hacia ti mismo, los demás y el mundo y ve modificándolas. Te gustaría que se cumplieran, pero no es obligatorio y pase lo que pase lo aceptarás y soportarás. Practica un diálogo interno más maduro y fuerte, y saldrás ganando.

Por Alicia Escaño Hidalgo
 
El caso Aimée o la paranoia de autocastigo


El caso Aimée es uno de los más famosos en la historia de la psiquiatría y del psicoanálisis. Y lo es por dos razones principalmente. La primera, que este caso fue el fundamento de la tesis de grado de Jacques Lacan. La segunda, que representó un enorme giro en lo que se sabía hasta entonces sobre la “psicosis paranoica”.


Jacques Lacan es quizás el representante más destacado del psicoanálisis, después de Sigmund Freud. Sus postulados han representado un avance definitivo para el psicoanálisis clásico. El caso Aimée fue el que comenzó a catapultarlo como un nuevo y lúcido pensador en este campo.




El caso Aimée también ha desatado la polémica por las condiciones particulares en las que se dio el tratamiento y se presentó a la comunidad científica. También por las consecuencias que llegó a tener con el tiempo en los descendientes de esta famosa paciente. Hablamos, sin duda alguna, un capítulo fascinante en la historia de las ciencias de la salud mental.


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Marguerite Pantaine, la Aimée de Lacan

Marguerite Pantaine pasó a la historia con el nombre de Aimée. Este era el nombre de uno de los personajes de una novela que escribió. También fue el nombre con el que Lacan la bautizó dentro de su tesis de grado. Ella era una mujer nacida en una familia campesina católica de Francia, que, al parecer, comenzó a presentar ideas persecutorias a los 28 años.






Sucedió durante su primer embarazo. Pensaba que querían hacerle daño y por eso desarrolló comportamientos violentos. Su primera hija nació muerta y ella se convenció que una amiga suya había sido la culpable. Luego mejoró, pero durante su segundo embarazo volvieron las ideas persecutorias. Por eso no permitió que nadie más se ocupara de su hijo, Didier durante sus primeros cinco meses de vida.


Sus ideas persecutorias crecen y es entonces cuando es ingresada por primera vez en un hospital psiquiátrico. Una vez que le dan el alta, se va a vivir sola a París. Se hizo a la idea de que una actriz llamada Huguette Duflos era quien quería hacerle daño a su hijo. Le escribía cartas al Príncipe de Gales comentándole sus sospechas. Por fin, en abril de 1931, Margueritte ataca con una navaja a la actriz. Esto la lleva a la cárcel.


El interesante desarrollo del caso Aimée

Al comprobar su estado mental, Margueritte es enviada al hospital mental de Santa Ana, donde es tratada por Jacques Lacan durante 1 año y medio. Desde que fue puesta presa sus síntomas desaparecieron. Esto fue lo que llevó a Lacan a concluir que la suya era una “paranoia de autocastigo”. En otras palabras, el hecho de ser castigada fue lo que le devolvió la cordura. Sostenía una culpa inconsciente y al ser expiada mediante la sanción carcelaria, el delirio ya no era necesario.




Sin entrar en los detalles psicoanalíticos del caso Aimée, lo cierto es que tuvo un desarrollo y un desenlace muy particulares. Jacques Lacan quedó fascinado con ella y con su situación. De hecho, el nombre Aimée significa “amada” y resulta curioso que Lacan la llamara así. No es que haya sostenido una relación amorosa con ella, pero sí encontró en su condición muchas claves para desarrollar su teoría frente a la psicosis.


Margueritte escribía novelas que nadie le publicaba. En el marco de su tratamiento se las entregó a Lacan, quien jamás se las devolvió. Paradójicamente, se volvió célebre para la historia, gracias a los escritos de Lacan. Desde antes de iniciar su tratamiento, Margueritte sostenía que había gente interesada en robarle sus palabras.


Acusó al escritor Pierre Binot de haberle robado sus ideas para hacer sus textos. Finalmente algo así fue lo que sucedió durante su experiencia con Lacan.





Un desenlace inesperado

Según Jacques Lacan, Margueritte se curó simplemente al ser castigada severamente por su tentativa de homicidio. Se sabe que algunos de sus delirios reaparecieron tiempo después, pero también que no le complicaron la vida. Tampoco la llevaron a una nueva hospitalización, con lo cual la tesis básica lacaniana se ha considerado como correcta.


Lo sorprendente de toda esta historia es que el hijo de Margueritte, Didier, decidió hacerse psicoanalista. En su autobiografía señala que una profunda soledad y la problemática de su madre le habían dirigido por este camino. Sin saberlo, Didier llegó al consultorio de Lacan para psicoanalizarse. Ignoraba por completo que el caso Aimée se refería a su madre.


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Jacques Lacan


En un momento dado sospechó que así era. Lo investigó al detalle y luego le reclamó a Lacan por no habérselo dicho. Este señaló que tampoco se había dado cuenta hasta bien avanzado el proceso. Por eso había callado.


Didier intentó recuperar las novelas de su madre, pero le fue imposible. Él mismo se convirtió en escritor. Un bello desenlace. El hijo de una madre delirante se convirtió en psicoanalista. Nunca pudo conocer lo que su madre había escrito, pero terminó haciendo de la pluma su profesión.

Por Edith Sánchez
 
9 extraordinarias frases de Jacques Lacan




1. La verdad y el engaño

Lacan tiene frases aparentemente contradictorias como la siguiente: “La verdad es el error que escapa del engaño y se alcanza a partir de un malentendido”. Para este pensador, lo que circula diariamente entre las personas no es la verdad. No es que cada quien se proponga engañar a los demás, sino que desconoce su propia verdad. Por eso no puede expresarla.

Sin embargo, hay momentos en los que la verdad “se escapa”, por decirlo así. Cuando se comete un lapsus, por ejemplo. O cuando se habla sin pensar. Aparentemente, esto es producto de un error y da origen a un malentendido pero en realidad, es la verdad abriénndose paso a paso y dando luz a la situación.


2. El inconsciente y el lenguaje

Jacques Lacan recibió una fuerte influencia de la teoría del lenguaje, muy en boga a mediados del siglo XX. Al psicoanálisis clásico de Freud, Lacan introdujo conceptos netamente lingüísticos. Uno de los más importantes es: “La estructura del inconsciente es similar a un lenguaje”.


Para Lacan, el inconsciente funciona como si fuera un lenguaje. Esto quiere decir que para conocerlo y comprenderlo se deben emplear pautas similares a las que se utilizarían para descifrar una lengua. Por ejemplo, los sueños deben interpretarse como metáforas o metonimias.




3. Una de las más enigmáticas frases de Jacques Lacan

El amor es uno de los temas más recurrentes en las frases de Jacques Lacan. Su perspectiva al respecto es enigmática y a la vez fascinante. Una de sus sentencias más conocidas dice: “Amar es dar lo que no se tiene a quien no es”.





Para Lacan, el amor, así como mucho de lo que llamamos “realidad”, es un equívoco. Entre quienes se aman hay una promesa que en realidad es falsa: complementarse, darse la felicidad. Aunque este compromiso no se establezca explícitamente, brilla en el fondo de las relaciones amorosas. Por eso Lacan dice que se da lo que no se tiene.


Al mismo tiempo, la otra persona no se percibe de una forma real. A ese otro se le adjudican propiedades que responden a necesidades o marcas inconscientes. No se ama realmente a ese otro, sino a la imagen que nos formamos de él, a nuestros deseos y carencias. Por eso concluye diciendo que se ama a quien “no es”.


4. El amor y la traición a sí mismo

El amor en Lacan es, sobre todo, un tipo de vínculo que nace a partir de la palabra. Si no hay palabra, lo que existe es el enamoramiento. Es decir, una fascinación imaginaria. Mientras que el deseo sexual convierte al otro en un objeto de satisfacción, el amor lo trasciende. Se dirige al otro como ser, no como objeto.


Se ama, entonces, al ser del otro. Se aceptan sus fallos y sus debilidades. Cuando trasciende el simple deseo de ser amado por otro, el amor se convierte en un don activo. Sin embargo, este amor también tiene un límite, que queda establecido en una de las frases de Jacques Lacan: “Cuando el ser querido va demasiado lejos en la traición a sí mismo y persevera en el engaño de sí mismo, el amor no lo sigue más”.


Cuando hay amor, se ama al ser del otro. Ese ser se traiciona a sí mismo constantemente y aún así, se sigue amando. Sin embargo, cuando esta traición llega muy lejos, al punto que se desfigura el ser, desaparece el sentimiento. En otras palabras, se deja de amar a quien se traiciona a sí mismo, se engaña y deja de ser esa persona a quien hemos amado.




5. Otra de las contundentes frases de Jacques Lacan

Una de las frases de Jacques Lacan dice lo siguiente: “Te pido que rechaces lo que te ofrezco porque no es eso”. Esta sentencia se refiere principalmente a la relación que hay entre un psicoanalista y su paciente. Lacan no lo llamaba “paciente”, sino “analizante”, dado que su posición era activa dentro del psicoanálisis.





El analizante no es del todo consciente de lo que va a buscar en un psicoanálisis. El vínculo con el psicoanalista adopta diferentes formas a lo largo del proceso. Las palabras que dice este analizante no son las que describen su verdad. Y esas palabras son lo que él ofrece en ese proceso.


La frase, por lo tanto, tiene que ver con la posición ética del psicoanalista. Lo suyo es rechazar lo que el analizante ofrece. Esto es, un equívoco. Esta es una de las frases de Jacques Lacan que alude al proceso psicoanalítico y que lo enmarca, sobre todo, como un terreno ético.


6. La culpa y el deseo

Las frases de Jacques Lacan no están diseñadas para facilitar la comprensión de los lectores. Por eso muchas de ellas son enrevesadas y parecen herméticas. La mayoría no permiten un análisis literal, sino que sugieren o remiten a otros significados.


“Solo se siente culpable quien cedió su deseo” es una de esas frases de Jacques Lacan que se ha interpretado de diversas formas. Para entender esta sentencia hay que decir primero que para Lacan, en una cara de la moneda está la culpa y en la otra la responsabilidad. La culpa es un reproche del “súper yo”, esa conciencia irracional del deber. La responsabilidad es, ante todo, conciencia del verdadero deseo del sujeto.


Por lo tanto, lo que quiere decir esta frase es que mientras no se tenga conciencia del deseo, siempre aparecerá la culpa. Reconocer lo que en verdad se quiere es un acto de responsabilidad. Si uno se responsabiliza de su deseo, no se niega, ni se cede, siendo la consecuencia la desaparición de la culpa.


7. Sobre la fidelidad

La fidelidad es un tema eterno. Dentro de las frases de Jaques Lacan que se refieren al tema, hay un texto que es muy diciente al respecto: ¿Puede existir algo que justifique la fidelidad, que no sea la palabra empeñada? Sin embargo la palabra empeñada muchas veces es empeñada a la ligera. Si no se la empeñase así, es probable que se la empeñara mucho más raramente”.





La palabra es el eje central en toda la teoría de Lacan. En este caso, liga directamente la fidelidad a la palabra. Parece sugerir que esa fidelidad amorosa no es natural, ni espontánea. Por el contrario, solo se funda o comienza a existir, si se adquiere el compromiso de ser fiel mediante la palabra.


La pareja no debería dar por hecho que la fidelidad forma parte de la relación de forma natural. Tampoco es razonable que empeñe su palabra en ser fiel, si antes no analiza las posibilidades reales de cumplirla.


8. La carencia y el amor

Jacques Lacan dice: “Se puede amar a alguien no sólo por aquello que tiene, sino, literalmente por aquello de lo que carece”. El amor se dirige al ser integral del otro. A su particularidad. A todo lo que es y también a todo lo que le falta. No se ama “a pedazos” o por partes. El sentimiento se experimenta por todo el ser del otro.


En la frase de Lacan la palabra clave es “literalmente”. En principio, esto remite a la diferenciación sexual de ambos géneros. Los hombres tienen aquello de lo que las mujeres carecen físicamente: el falo. Al mismo tiempo, los hombres no tienen lo que sí posee la mujer: su anatomía, su capacidad de albergar la gestación.


Por lo tanto, se ama literalmente la carencia del otro. El hombre a la mujer, porque ella no posee un falo, en términos físicos. La mujer ama al hombre porque carece de lo que sí tiene ella. Aunque esta explicación se puede trasladar al plano de lo simbólico también.


9. El arte en Lacan

El arte es otro de los temas frecuentes en la teoría de Lacan. Para el psicoanálisis, el único mecanismo de defensa inconsciente que resulta exitoso es la sublimación. A través de ella se transforman los impulsos instintivos en productos culturales válidos. Son fruto de la sublimación el arte, la ciencia y toda la actividad creativa.





Frente al arte, Lacan señala: “Todo arte se caracteriza por un cierto modo de organización alrededor de un vacío”. Esto quiere decir que lo que se sublima escapa a la conciencia. Realmente no se sabe qué es. Se trata de algo que es inexpresable con palabras. Un vacío alrededor del cual se organiza la creación.


Aunque ciertamente las frases de Jacques Lacan, así como toda su teoría, no son fáciles de comprender, encierran un profundo conocimiento. Este ha sido un modesto intento de penetrar en esos enigmas, pero claro está que no alcanza a dilucidar uno de los enfoques más brillantes acerca de la mente humana.

Por Edith Sánchez
 
La “ociofobia”, una enfermedad de los tiempos actuales


La palabra ociofobia fue ideada por Rafael Santandreu, un psicólogo español. Este experto ha indicado que con esa palabra pretendía definir el miedo a no tener algo que hacer. Es uno de esos problemas contemporáneos que comenzaron a ganar terreno sin que nos diéramos cuenta. Cuando empezaron a llegar a las consultas los obsesionados con el trabajo o las personas que utilizaban dicha actividad para evadirse de los problemas que no querían afrontar empezamos a verle el rostro a este problema.


Al parecer, actualmente hay muchas personas en el mundo que comienzan a sentir pánico cuando se ven en frente de un tiempo vacío. O un tiempo que no está planificado. O uno en el que ya terminaron todo lo que tenían que hacer y solo pueden ver una larga línea de minutos que no conducen, según quienes padecen de ociofobia, a ninguna parte.




El ocio representará el problema más acuciante, pues es muy dudoso que el hombre se aguante a sí mismo”.


-Friedrich Dürrenmatt-


¿Cómo es posible que hayamos llegado a tenerle miedo al tiempo libre? Nuestros padres o nuestros abuelos lo veían como un regalo. El tiempo de descanso era tiempo de esparcimiento o de reposo. En todo caso, jamás despertaba aversión. Todo lo contrario: se añoraba. ¿Qué ha pasado?




La ociofobia y el aburrimiento

Todo parece indicar que el aburrimiento tomó el estatuto de pecado capital en los tiempos actuales. Quienes tienen ociofobia también sienten terror ante la posibilidad de aburrirse. Este sentimiento les resulta intolerable y les genera, literalmente, pánico. “Perder” el tiempo, haciendo nada, es para ellos como contraer una peste.


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Rafael Santandreu, fotografía de Alvaro Monge


Las personas que sienten de este modo se desesperan cuando no están haciendo algo. Ven el tiempo libre como una poderosa amenaza. Si pudiéramos dibujar lo que sienten, se diría que es como si tuvieran en frente suyo un enorme agujero negro que amenaza con absorberlos hacia un abismo.


Frente a los tiempos de ocio también aparecen algunas fantasías no muy definidas. Es como si tuvieran el presentimiento de que va a ocurrirles algo terrible. Como si el componente del ocio fuera algo desconocido y aterrador a lo que no se quieren enfrentar.




Los síntomas de quienes padecen ociofobia

El síntoma más visible de quienes padecen ociofobia es la ansiedad. Esta se presenta con toda intensidad cuando se quedan “desprogramados”. Cuando se enfrentan directamente al tiempo libre, pero también aparece antes de comenzar un fin de semana en el que no hay planes y se incrementa antes de las vacaciones.


Estas personas están fuertemente influenciadas por las ideologías de eficacia y productividad. Ponen por encima los logros y las realizaciones, antes que su felicidad. Lo peor es que miden sus éxitos en términos cuantitativos, no cualitativos. Se les oye hablar de cuántas tareas han hecho o cuántos objetivos han cumplido. Poco mencionan la calidad real de esos logros.





También resulta grave que este tipo de personas intenten transmitir ese estilo de vida a sus hijos. Son el tipo de padres que matriculan a sus pequeños en cuantos cursos haya. Los quieren hablando alemán a los 10 años y tocando perfectamente el piano a los 13. De una u otra manera, les enseñan a los chicos a ser también ansiosos. Les trasmiten la idea de que el tiempo que no dedican a producir o a aprender es el peor de los ogros. ¡Que viva el ocio! ¡Que viva el aburrimiento!


Rafael Santandreu, padre del concepto de ociofobia, dice que tendríamos que aprender a aburrirnos más. No hay nada malo en ello. No hay nada terrible en quedarte una hora mirando la pared y pensando tonterías. No solo no hay nada malo en esto, sino que es muy necesario. Se trata de una pieza que encaja perfectamente en el concepto de equilibrio. Es bueno trabajar y estar interesados en algo. Pero es igual de bueno descansar y aburrirnos de tanto en tanto.


Santandreu indica que las mentes ociosas son mucho más productivas. Incluso indica que “La proporción ideal sería una hora de negocio y 23 de ocio. Recuerda que los leones cazan solamente una vez a la semana. Y que Cervantes escribió El Quijote en sus ratos de ocio por Castilla. Nada quedó de su trabajo como cobrador de impuestos y en cambio el resultado de su ocio produjo una transformación del idioma y de la literatura universal que nos ha llegado hasta hoy.


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Sería bueno que recuperáramos la capacidad de mirar el paisaje mientras caminamos por la ciudad. Es necesario que bajemos el ritmo, que comencemos a ir más lento. Mejor hacer pocas cosas con gusto, que muchas con estrés. Mejor emplear este corto tiempo que es la vida en amar y crear, que en hacer reportes y cumplir horarios. No es pecado quedarnos sin hacer nada. No es una peste aburrirnos. Todo lo contrario: todo ello nos hace mejores.

Por Edith Sánchez

 
Declarando el perdón en mi vida



Cuando de perdonar se trata, atravesamos una calle que nos coloca al otro lado de la acera, donde nos liberamos, nos reconciliamos y retomamos un camino desde el amor y la compasión con nosotros mismo, ya que sabemos que el perdón no se trata de olvido, no es cuestión de tolerar, ni menos excusar, sino más bien de no recordar de manera negativa los errores y agravios, reconociendo que el rencor y las emociones negativas que nos genera no perdonar solo daña a quien no perdona.



¿Cuándo se trata de perdonarnos a nosotros mismos, somos verdaderamente conscientes de las cosas que debemos perdonarnos? Creo que muchas veces subestimamos la importancia que tiene y las dimensiones que esto trae. Quizás es más fácil ver las acciones como errores que nos han perjudicado, que aquello que hemos dejado de hacer, la falta de coraje o de amor propio. Por ejemplo cuántas veces nos hemos perdonado por no valorarnos, por vivir en el miedo…


Perdonarse a uno mismo es hacer uso de esas gotas de energía y emociones positivas que nos invaden cuando al reflexionar encontramos que concederme el perdón le cambia el sentido a mi vida, la hace más feliz, nos ayuda a avanzar, agradeciendo el aprendizaje y el crecimiento personal que nos permiten las vivencias.



¿Por qué perdonarnos? Mostrar misericordia incluso con nosotros mismos, nos abre al camino de la paz y la tranquilidad, nos llena de emociones positivas, disminuyen nuestras tensiones y hasta nuestra depresiones, el perdón nos cura, sana nuestras heridas, el perdón es un regalo.



Entonces me perdono por buscar la perfección ya que en esa búsqueda me he tropezado con la frustración, incluso exigiéndome a mí más de lo que posiblemente le exijo a los que están a mi lado. Me perdono por no poner los límites que resguardaran mi dignidad, mi respeto y amor propio. Me perdono por ir más allá de mis límites emocionales y tomarme demasiado a pecho la vida. Me perdono por olvidar a veces mis propias necesidades y gustos por complacer a otros. Me perdono por intentar ser lo que otros quieren que yo sea y permanecer en el papel de víctima esperando la aprobación, el amor y el cariño de otros. Me perdono por mi falta de coraje, por vivir a la defensiva, llena de juicios que me han limitado. Me perdono por sentir culpa cuando las cosas no salen bien, porque de alguna manera siempre me he exigido al máximo.


Al perdonarme me permito quitarme el enorme peso de mis críticas. Restituir el daño, es un paso en la acción de perdonar, definir un plan de acción para que no suceda más es también reflexionar sobre aquello que no quiero más en mi vida y cómo me proyecto en mi transformación profunda por alcanzar cada vez más la vida que quiero, avanzar hacia la realización de mis metas, consciente que la felicidad no es ausencia de problemas.


Samantha Ferrer


Sobreviviendo al Duelo

En ocasiones sonreímos mientras dentro llevamos un gran dolor que ya no sabemos donde esconder, a veces porque la mayoría de las personas que nos aman no quieren vernos sufrir y en muchos de los casos, nosotros tampoco los queremos preocupar, por eso ocultamos el dolor hasta casi creernos que lo hemos superado y como resultado de eso somatizamos al punto de enfermar nuestro cuerpo o nuestra alma.
Cuando sufrimos una pérdida, cualquiera que ésta sea, nos negamos a aceptarla como nuestra, creemos que existen heridas imposibles de sanar, encontrar un ambiente donde podamos procesar nuestro dolor sin afectar al mundo, es una tarea casi inalcanzable, porque enfrentar el dolor y digerir aquello que no creemos nos está pasando lleva tiempo…
Vivir el duelo, respetar sus procesos, enfrentar el dolor, permitirte vivir las emociones de rabia, pero también de tristeza, sin que sea el fin del mundo, no es sencillo; lo más sano será́ dejar salir toda energía o sentimiento que naturalmente necesita escapar de nuestro ser y aceptar que las emociones de rabia, tristeza y dolor forman parte importante de nuestro ser tanto como el amor y la alegría.
Es necesario tomar conciencia que al reprimir un sentimiento este permanece atado a nuestro ser hasta ser sanado, sanado no olvidado… Ya que una pérdida significativa es parte importante de ti mismo.
Recuperar la integridad de nuestro ser y tranquilizar nuestra alma no es anestesiar el dolor, romper ese delgado límite entre el acontecimiento psicológico y una enfermedad o un estrés negativo es un verdadero drama que irremediablemente envenenará nuestro ser, luchar contra uno mismo y pretender silenciar lo que grita cada célula de nuestro cuerpo es insostenible.
Solo podremos avanzar en la medida que reconozcamos el dolor y lo enfrentemos, que expresemos lo que realmente sentimos sin acelerar los procesos, a tu propio ritmo, sin amordazar la verdad y descifrando el verdadero lenguaje que clama nuestro cuerpo.

Aprender a vivir con la ausencia te conecta con la recuperación

Samantha Ferrer
 
Trastorno Esquizoide de la Personalidad: Síntomas, Causas y Tratamientos



El trastorno esquizoide de la personalidad es un transtorno de la personalidad por un patrón de desapego de las relaciones sociales y una gama de emociones muy limitada en situaciones interpersonales.


Los demás los podrían describir como “distantes”, “fríos” e “indiferentes” con los demás. Esto se debe a que no desean ni disfrutan de la proximidad de los demás, incluidas relaciones sexuales o amorosas.



Parece que hay algunas personas esquizoides que si son sensibles a la opinión de los demás, aunque no son capaces o no están dispuestos a expresarlas. Para este tipo, el aislamiento social si podría resultar doloroso.

Estas personas se consideran como observadores en lugar de participantes del mundo social, tienen una empatía deficiente y suelen tener un afecto inhibido (ni emociones positivas ni negativas).

Síntomas
Las personas con personalidad esquizoide son solitarias y pueden tener algunos de estos síntomas:

  • Prefieren hacer actividades solitarias que acompañadas.
  • Buscan la independencia y no tienen amistades cercanas.
  • Se sienten confusos sobre cómo responder a las señales sociales y tienen poco que decir.
  • Sienten poca necesidad por tener relaciones personales.
  • Se sienten incapaces de experimentar placer.
  • Indiferentes y fríos emocionalmente.
  • Se sienten poco motivados.
  • Pueden tener bajo rendimiento en el trabajo o colegio.
Causas
Es necesario hacer más investigaciones sobre las causas genéticas, neurobiológicas y psicosociales del trastorno de personalidad esquizoide. Es interesante notar que las preferencias sociales se parecen a las del autismo.

El autismo esta caracterizado por el impedimento de interacción social y la ignorancia de los demás, o la respuesta a ellos sin emociones. Esta indiferencia es muy parecida en las personas esquizoides, aunque estas no tienen problemas con el lenguaje.

Al igual que se han identificado causas biológicas para el autismo, es posible que en este trastorno se de una combinación entre una disfunción biológica y problemas tempranos en las relaciones interpersonales.

En cuanto a la neurofisiología, las investigaciones sobre la dopamina sugieren que quienes poseen una menor densidad de receptores obtienen una calificación elevada en “desapego”. Puede que este neurotransmisor contribuya al distanciamiento social de las personas con este trastorno.


Diagnóstico
Criterios diagnósticos según el DSM IV
A) Un patrón general de distanciamiento de las relaciones sociales y de restricción de la expresión emocional en el plano interpersonal, que comienza al principio de la edad adulta y se da en diversos contextos, como loo indican cuatro (o más) de los siguientes puntos:

  1. Ni desea ni disfruta de las relaciones personales, incluido el formar parte de una familia.
  2. Escoge casi siempre actividades solitarias.
  3. Tiene escaso o ningún interés en tener experiencias sexuales con otra persona.
  4. Disfruta con pocas o ninguna actividad.
  5. No tiene amigos íntimos o personas de confianza, aparte de los familiares de primer grado.
  6. Se muestra indiferente a los halagos o a las críticas de los demás.
  7. Muestra frialdad emocional, distanciamiento o aplanamiento de la afectividad.
B) Estas características no aparecen exclusivamente en el transcurso de una esquizofrenia, un trastorno del estado de ánimo con síntomas psicóticos u otro trastorno psicótico, y no son debidas a los efectos fisiológicos directos de una enfermedad médica.

CIE-10
Según la Organización Mundial de la Salud clasifica esta caracterizado por al menos cuatro de los siguientes criterios:

  1. Frialdad emocional, desapego o afecto reducido.
  2. Capacidad limitada para expresar emociones positivas o negativas a otras personas.
  3. Preferencia consistente por actividades solitarias.
  4. Muy pocas, o ninguna, relaciones personales, y una falta de deseo por tenerlas.
  5. Indiferencia al elogio o a la crítica.
  6. Poco interés en tener experiencias sexuales con otra persona.
  7. Indiferencia a las normas sociales o convenciones.
  8. Preocupación por la fantasía e introspección.
Diagnóstico diferencial
El trastorno esquizoide de la personaliadd comparte algunas condiciones con otras condiciones, aunque hay características que las diferencian:

  • Depresión: a diferencia de las personas con depresión, las personas con personalidad esquizoide no se consideran inferiores a otros, aunque probablemente reconozcan que son diferentes. No tienen porqué sufrir de depresión.
  • Transtorno de la personalidad por evitación las personas con trastorno de personalidad por evitación evitan las interacciones sociales debido a la ansiedad o por sentimientos de incompetencia, las personas con personalidad esquizoide las evitan porque no las disfrutan. Las personas esquizoides también pueden experimentar ciertos niveles de ansiedad.
  • Síndrome de asperger: comparado con la personalidad esquizoide, las personas con el síndrome de asperger tienen problemas con la comunicación no verbal, falta de contacto verbal, prosodia y comportamientos repetitivos.
Subtipos
El psicólogo Theodore Millon identificó cuatro subtipos de personas con personalidad esquizoide:

  • Esquizoide languido (rasgos depresivos): aletargado, cansado, displiciente, nivel de activación deficiente.
  • Esquizoide remoto (con rasgos esquizotípicos de evitación): distante y retirado, inaccesible, solitario, desconectado.
  • Esquizoide despersonalizado (con rasgos esquizotípicos): desapego de los demás.
  • Esquizoide sin afectos (con rasgos compulsivos): frío, indiferente, impasible.
Tratamiento
Es raro que los sujetos cono TEP acudan a terapia por su propia iniciativa, por tanto el tratamiento se vería un tanto complicado, ya que el paciente no muestra la motivación o ganas de cambio necesarias.

Al inicio de la terapia marcaríamos los principales objetivos a conseguir. Estos se basarían sobre todo en las carencias del paciente, que en este caso sería la experimentación de sentimientos como la alegría, el dolor o la ira.

Una vez alcanzados los primeros objetivos , se irán desarrollando junto con el paciente nuevas submetas a conseguir.

Otro de los objetivos que podríamos anotar en este caso sería por ejemplo la disminución del aislamiento social Para ello sería interesante que realizara alguna actividad acompañado de algún amigo o familiar

De esta manera estaríamos mejorando las relaciones interpersonales de las cuáles carece y a la vez aumentando su motivación tan importante para poder seguir superando los objetivos propuestos.

A continuación comentaré brevemente qué técnicas son las más utilizadas para tratar a pacientes con TEP. Todas estas técnicas se pueden usar combinando unas con otras y con un buen conocimiento tanto de la evaluación como de las limitaciones de cada técnica.

Técnicas de modificación del comportamiento
Estas se utilizan para fomentar todo tipo de habilidades sociales y así poder enseñarles a los pacientes como establecer buenas relaciones interpersonales.

Para conseguirlo podemos utilizar tanto la imitación (role playing) como la exposición in vivo, también las grabaciones en vídeo son muy útiles para que ellos mismos se den cuenta de cómo actúan y puedan verse posteriormente para corregir aquellas dificultades que le sobrevengan.

Es necesario destacar que antes de utilizar cualquier técnica debemos conocer muy bien el comportamiento del paciente y realizar una exhaustiva revisión de su historial tanto médico como personal.

Técnicas interpersonales
Este tipo de técnicas pueden llegar a ser incluso un problema para todo aquel que padece TEP, ya que al tener que establecer una relación con el terapeuta le puede resultar difícil o incluso carente de valor.

En caso contrario de que el paciente mostrara una actitud positiva hacia las habilidades sociales se podría intentar llevar a cabo una terapia de grupo, para así motivar y facilitar actitudes sociales y conseguir que se relacione con gente ajena.

También se usa entre otras terapias, la terapia de familia y pareja, sobre todo para que los familiares tengan toda la información sobre la enfermedad, cúal es su evolución y pronóstico, y por tanto poder ofrecerle al paciente la ayuda adecuada.

Por otro parte el uso de las estrategias psicoanalíticas, también nos seria de gran utilidad en este tipo de pacientes porque estos tienen emociones y defensas intrapsíquicas un tanto complejas que es necesario conocer a fondo para una buena recuperación.

Por último hablaríamos del tratamiento con psicofármacos, este sería muy útil sobre todo para fomentar su motivación inicial y su afectividad, a través de estimulantes.


Una vez alcanzada la motivación necesaria para seguir con el tratamiento iríamos reduciendo las dosis hasta llegar a abandonarla por completo.

Es necesario destacar que durante el periodo de tiempo que se prolongue el tratamiento pueden surgir riesgos como el abandono o las posibles recaídas. Para que esto no ocurra el paciente debe estar convencido de que la terapia le ha favorecido y ha conseguido obtener algún valor positivo, también habrá que programar sesiones de seguimiento para conocer la evolución del paciente.

Para finalizar otra de las terapias que hoy día están en auge y la cual ha alcanzado resultados exitosos en diversos trastornos es la terapia cognitivo conductual.

Terapia cognitiva-conductual
Para comenzar, es conveniente que el terapeuta señale la importancia de las relaciones sociales y enseñar las emociones que sienten los demás, para fomentar la empatía.

Es por tanto importante el entrenamiento en habilidades sociales, actuando el terapeuta como amigo o conocido. El role playing permite que el paciente practique las habilidades sociales y las mantenga.

La terapia a largo plazo tiene pocos resultados en estos pacientes. Es conveniente que la terapia se centre en conseguir metas simples como reestructurar los patrones de pensamientos irracionales que influencian en los comportamientos asociales.

Medicación
La medicación no se suele recomendar para este trastorno, aunque se puede usar para tratar condiciones a corto plazo como ataques de ansiedad o fobia social.

Factores de riesgo
Entre los diversos factores que pueden incrementar el desarrollo del TEP nos encontramos con distintos tipos:

Factores genéticos
Después de diversos estudios científicos aún no se puede comprobar que el TEP sea heredado genéticamente, pero sin embargo, sí que existen algunos aspectos biológicos que han podido influenciar en su desarrollo.

Se considera que en el TEP hay un factor de riesgo añadido, y este sería los problemas de relación y apego durante la infancia lo que dará lugar a posibles déficits sociales en la edad adulta.

En cuanto a las estructuras neurológicas de todo aquel que padece un TEP si que podrían existir algunas diferencias debido a la incapacidad que tienen estos pacientes de demostrar sus sentimientos o emociones.

Un dato a tener en cuenta es que si durante la infancia muestran una baja respuesta sensorial, pasividad motora y son fáciles de manejar, esto podría ser un indicador de la inactividad futura que tendrán y de la falta de tono emocional.

Por último los déficits de activación y afectividad pueden estar relacionados también con un desequilibrio adrenérgico- colinérgico. También, pueden surgir problemas por las alteraciones neurohormonales, por excesos o deficiencias de acetilcolina y noradrenalina, lo cual podría provocar una elusión cognitiva o déficits afectivos.

Factores ambientales
Pobreza de estimulación durante la infancia
La falta de estímulos en el cuidado durante la infancia produce una ausencia de aprendizaje emocional y de maduración, imprescindibles para establecer relaciones interpersonales y crear vínculos de apego seguro durante su desarrollo.

Ambientes familiares pasivos
Al aprender el patrón de relaciones interpersonales al que han estado expuestos durante su infancia, los niños desarrollarán un vacío e insensibilidad tanto social como emocional.

Por tanto, será necesario un ambiente familiar donde prime el diálogo y la comunicación entre sus miembros.

Comunicaciones familiares fragmentadas
Los miembros de la familia al utilizar una comunicación escasa y fría, provoca que los patrones de comunicación interpersonales necesarios no se desarrollen adecuadamente. Con lo cual, este niño en la edad adulta no creará vínculos y será tratado de forma aislada, al tener una actitud de indiferencia hacia los demás.

Complicaciones
Las personas esquizoides tiene mayor riesgo de:

  • Desarrollar otros trastornos psicóticos como trastorno esquizotípico de la personalidad o esquizofrenia.
  • Depresión mayor.
  • Transtornos de ansiedad.
  • Pérdida de empleo.
  • Problemas familiares.
Epidemiología
El trastorno de personalidad es esquizoide ocurre mayormente en hombres y es raro comparado con otros trastornos de personalidad, con una prevalencia estimada de menos del 1% en la población general.

Si tienes este “trastorno” de la personalidad quizás te sientas identificado con la frase de Kafka:


Soy una persona retraída, callada, insociable y descontenta. De la vida que llevo en casa pueden sacarse al menos algunas conclusiones. Vivo en medio de la familia, entre las personas más buenas y cariñosas, más extraño que un extraño. Con mi madre no he hablado en los últimos años ni siquiera veinte palabras al día por término medio; con mi padre casi nunca he intercambiado más que los buenos días. Con mis hermanas casadas y mis cuñados no cruzo palabra y eso que no estamos enfadados.-Frank Kafka.

Por Alberto Rubín Martín
 
Franco Basaglia, un psiquiatra que rompió esquemas



Franco Basaglia es uno de esos personajes que se adelantaron a su tiempo. Este psiquiatra italiano propuso y llevó a cabo un nuevo enfoque en la atención psiquiátrica que supuso una gran revolución. La propia Organización Mundial de la Salud toma la experiencia iniciada por Basaglia como uno de los referentes más relevantes para entender la psiquiatría actual.


Junto con Ronald D. Laing y David G. Cooper, a Franco Basaglia se le conoce como uno de los padres de la “antipsiquiatría”. Muchas de sus obras son verdaderos clásicos: han sido traducidas a diferentes idiomas y leídas por varias generaciones.




Franco Basaglia no fue solamente un riguroso científico, sino también un humanista y un activista. Se opuso a la psiquiatría tradicional, no solo por la ineficacia de muchos de sus métodos, sino también por profundas convicciones éticas. Su legado sigue dando frutos.


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Los primeros años de Franco Basaglia

Franco Basaglia nació en Venecia (Italia), en 1924. Provenía de una familia acomodada y tuvo una infancia tranquila. A los 19 años comenzó a estudiar en la facultad de medicina de la Universidad de Padua. Se involucró con el movimiento antifascista de su país y por eso fue encarcelado entre 1944 y 1945. Su paso por prisión marcó definitivamente su postura frente a la reclusión obligatoria.


En 1950, Franco Basaglia obtuvo su título como psiquiatra. Ocho años después se convirtió en profesor de la Universidad de Padua. Apenas tres años más adelante dejó la academia y se trasladó a Gorizia, donde le encargaron la dirección del hospital psiquiátrico local. Fue allí donde descubrió que los internos del hospital recibían un trato similar al que se le daba a los presidiarios en las cárceles.


Para ese entonces, Basaglia ya tenía su propia idea acerca de las enfermedades mentales. No aceptaba que se tratara de enfermedades físicas, sino que en buena parte las interpretaba como una consecuencia de la marginación y de entornos disfuncionales.




Su primer discurso en el hospital aún es recordado hoy en día. Sus palabras fueron toda una declaración de intenciones: “Una persona con una enfermedad mental entra en el manicomio como ‘persona’ para convertirse allí en una ‘cosa’. El paciente, en primer lugar, es una ‘persona’ y como tal debe ser considerado y atendido (…) Y nosotros estamos aquí para olvidarnos de que somos psiquiatras y para recordar que somos personas”.


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La experiencia en Trieste

En agosto de 1971, Franco Basaglia asumió la dirección del hospital psiquiátrico de Trieste, en Italia. A su llegada había 1.182 personas internas. Para la comunidad, el sitio era esa especie de papelera apartada en la que terminaban todos los individuos que no se adaptaban a la sociedad y que por ello, “molestaban”.


En estas circunstancias, Basaglia emprendió un proceso de transformación, tanto dentro como fuera del hospital. Sus ideas lograron el apoyo de profesionales, gobiernos e instituciones de todo el mundo que entendieron sus ideas y la necesidad de la revolución que Basaglia planteaba.




En cuanto a su trabajo dentro de las instituciones, para él fue muy importante el desarrollo de talleres artísticos con los enfermos. También se preocupó por generar oportunidades para que los internos generaran y asumieran iniciativas; la cuestión era que dejaran de ser personas pasivas, que desde el entorno se abandonara la idea de que tenían poco o nada que aportar. El objetivo de las ideas de Basaglia era poner el foco en lo que sí eran capaz de hacer, compensando con ello sus limitaciones.


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Lo más importante de todo fue que creó un sistema de hospital abierto. Los internos del hospital podían salir a la calle, volver a la sociedad. Al mismo tiempo, muchos pudieron regresar a sus casas. Además, Basaglia organizaba asambleas dentro del hospital para conocer la opinión de los internos y buscar alternativas de solución entre todos.


La cuestión era que los manicomios dejasen de ser lugares apartados y marginados de la dinámica social. La otra cuestión era buscar el apoyo de la propia sociedad para que los internos se pudieran reintegrar.


Toda esta experiencia animó a Franco Basaglia a empezar un movimiento que terminara con todos los manicomios y las ideas que indirectamente representaban. Para ello se tuvo que enfrentar con buena parte de la psiquiatría de su época; esa que defendía la intervención en entornos aislados y totalmente controlados. La misma que consideraba que todos los internos estaban ahí porque no eran ni serían capaces de vivir en sociedad.


Pese a no tenerlo fácil, sus ideas triunfaron. Así, terminó instalando el modelo de la “psiquiatría democrática” y consiguiendo que en Italia se promulgara la Ley 180, que prohibió para siempre el internamiento obligatorio de las personas con algún tipo de disfuncionalidad mental.


Un trabajo con proyección

En 1980, el hospital de Trieste ya no se parecía en nada a lo que había sido. Los viejos servicios y los antiguos procedimientos habían sido sustituidos por otros más baratos, humanos y eficientes.


El antiguo manicomio fue reemplazado por 40 servicios diferentes. Se había abandonado la idea del confinamiento o la reclusión. Todo lo contrario. El nuevo enfoque utilizaba nuevos recursos y herramientas, como la atención a domicilio. Los casos agudos se tratan en unos apartamentos en donde se congregan pequeños grupos. Entonces la idea a defender pasó a ser la de la rehabilitación psicosocial.


Franco Basaglica murió en 1980 dejando atrás unas ideas que cambiaron el panorama de la psiquiatría en muchas sociedades. Podemos asemejar su revolución a la de Copérnico cuando se dio cuenta de que ni la Tierra, ni por lo tanto el hombre, eran el centro del universo. De manera paradójica, Barsaglia nos vino a decir que, si bien no éramos el centro del universo, ninguna persona merecía ser denigrada y apartada de la sociedad. Recató el valor de la vida y, por lo tanto, el de su sentido.

Por Edith Sánchez
 
¿Qué puedes aprender de tu árbol genealógico?



El primer uso que tuvo el árbol genealógico fue el de conservar la información sobre el origen familiar. Antiguamente era una práctica que solo realizaban las familias de abolengo para probar la pureza de su estirpe o la grandiosidad de su pasado.


En la actualidad las cosas son diferentes. El árbol genealógico se ha convertido en una herramienta para conocerse. Desafortunadamente no son muchas las familias que conservan las huellas de su pasado y las transmiten a las siguientes generaciones. Por eso, a veces no es nada fácil obtener información acerca de esas raíces familiares.




Nadie existe solo, nadie vive solo. Todos somos lo que somos porque otros fueron lo que fueron”.


-Julio Medem-




El árbol genealógico nos ofrece una gran cantidad de datos que resultan muy valiosos para entender quiénes somos y por qué somos así. La información que nos brinda es integradora, es decir, nos permite establecer los nexos que unen al pasado con el presente y el futuro. Todos venimos de una historia que se ha construido a lo largo de los siglos. También somos un eslabón hacia el futuro. El árbol genealógico nos ayuda a esclarecer todo esto.


El árbol genealógico y la familia

La familia no es un factor más en la vida del ser humano. Está en la esencia de lo que somos, sin importar el tipo de vínculo que se tenga con ella. Estaba ahí antes de que naciéramos y nos sucederá. Todos llevamos su impronta, incluso en aquellos casos en los que la familia abandonó o desapareció. De hecho, esa misma ausencia puede ser una de las mayores marcas para la vida.







El árbol genealógico nos ayuda a construir lo que se llama la memoria emocional. Se trata de un cúmulo de experiencias pasadas que se hacen presentes en infinidad de nuestros comportamientos. Buena parte de esa memoria no está expresada en términos conscientes. A veces se trata solo de impresiones, formas de ver, actitudes… Huellas que se hacen visibles por sus manifestaciones, pero de las que no se conoce el origen.


Las familias transmiten, consciente e inconscientemente, sus culpas, sus temores, sus tabúes, sus brillos. La historia familiar es como una novela, de la cual nosotros somos un capítulo. Pero, ¿cómo entender o darle sentido a ese capítulo, sin haber leído los demás?


Los datos relevantes en el árbol genealógico

El árbol genealógico nos aporta a veces datos insospechados. Otras el asunto no es tan espectacular, pero no por ello resulta menos relevante. Más que elaborar este árbol genealógico, de lo que se trata es de interpretarlo. Y para lograrlo hay algunos datos a los que se les debe prestar especial atención. Estos son algunos de estos datos importantes:


  • El lugar que se ocupa dentro de los hermanos. En esto no hay fórmulas, pero sí es seguro que el lugar que se ocupa dentro de los pares resulta definitivo en la conformación de la estructura psicológica. Básicamente determina la relación que se tiene con el dinero, las posesiones y el territorio (físico y emocional).
  • El doble linaje. Nuestros padres son la confluencia de dos grandes tradiciones familiares, pero en nosotros siempre influye más una de ellas. ¿Por qué? Es un dato relevante. Como también lo es cualquier vacío de información sobre los padres de nuestros padres o los abuelos de ellos. Esas lagunas suelen ocultar elementos importantes. También es muy relevante saber si alguien más en la familia lleva nuestro nombre. Si es así, formamos parte de un conflicto narcisista no resuelto.
  • Elementos que se repiten. Esto incluye edades a las cuales se han casado o han tenido sus hijos nuestros ancestros, labores o cualquier otro hecho que aparezca más de una vez. Por lo general, estas cadenas de repetición son el indicador de un guión inconsciente. Al dejar de repetir se avanza
  • La forma como han muerto los miembros de la familia. Es importante establecer cómo murieron nuestros ancestros. En caso de que existan accidentes o suicidios, se debe valorar muy detalladamente esa información. Las muertes por problemas cardiacos, respiratorios o inmunológicos nos hablan de un fuerte componente emocional en ellas.

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En una novela hay unos hechos que se narran, pero también hay muchos que se ocultan. Palabras que se dicen y otras que se callan. Lo mismo ocurre con las familias. El árbol genealógico constituye una oportunidad para reescribir la historia. Lo importante es otorgarle el sentido que adquiere para quien lo elabora. Descubrir y describir las huellas de su estirpe. Encontrar información que le permita entenderse y explicarse mejor.

Por Edith Sánchez
 
Aprender a amar según las claves de Erich Fromm



El amor, según Erich Fromm, debe celebrarse todos los días como un acto liberador y enriquecedor. Porque quien logra aprender a amar de forma madura y consciente, entiende que el querer no sabe de posesiones o condiciones. El amor es por encima de todo la preocupación activa por la vida, es cuidado y el deseo firme de favorecer el crecimiento de aquellos a quienes amamos.


Es muy posible que el propio Fromm no intuyera nunca la gran trascendencia que iba a tener su libro El arte de amar. Ahora bien, lo que también es probable es que no todo el mundo conozca en qué condiciones dio forma a este fabuloso y siempre interesante trabajo. Quien tuvo la oportunidad de conocer a este psicoanalista y filósofo humanista de origen judío, solía decir que pocas personas dieron un giro tan relevante en sus vidas como lo hizo él.




Hasta llegados los años 50, Fromm, era ese gran erudito del Talmud y psicoanalista marxista que en un momento dado, quiso poner distancia de las bases teóricas de Sigmund Freud. Era un intelectual algo taciturno que se instaló en Estados Unidos una vez terminada la Segunda Guerra Mundial. A sus espaldas dejaba el peso de un divorcio, la muerte de su última esposa por su***dio y el recuerdo de una Europa aún fragmentada y en ruinas.


Fue en esa década cuando decidió trasladarse a México y convertirse en un activista por la paz y los derechos de la mujer. Quiso cambiar su perspectiva vital, quiso abrirse al mundo, a la felicidad y a la lucha por aquello en lo que creía. Se convirtió en un terapeuta muy influyente, entabló amistad con el presidente Kennedy y lo mejor de todo, encontró el amor en una brillante mujer: Annis Freeman.


Aún con el amargo recuerdo de sus anteriores esposas, Fromm se puso un firme propósito: aprender a amar. Quería hacer de aquella etapa la mejor de su existencia y la de Annis Freeman. Y ansiaba a su vez, enseñar a amar también al resto del mundo. De ahí su famoso libro y la felicidad de la que disfrutó en las últimas décadas de su vida.


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Aprender a amar según Erich Fromm

“Amar sin saber amar, hiere a la persona que amamos”. Esta frase de Thich Nhat Hanh resume sin duda una realidad más que evidente. La mayoría de nosotros no somos maestros en este arte, somos más bien neófitos de una realidad en la que nos sumergimos de casualidad y sin saber, llenos de necesidades pero faltos de herramientas. Ahora bien, si a veces nos limitamos a amar como niños y no como adultos, se debe sobre todo a nuestra cultura.


Hemos sido moldeados a través de una serie de esquemas culturales donde ver el amor como un constructor de tintes mágicos e ideales. En nuestro tejido social sigue presente ese “amor cortés” de la Edad Media donde los caballeros enamoran a las damas. Nos gusta pensar que somos víctimas de las flechas de Cupido, que pasión es lo que experimentaron los eternos amantes de Verona de Shakespeare, y que cada uno de nosotros estamos destinados a alguien a través del hilo rojo del destino.




Erich Fromm, destacado psicólogo social, dejó muy claro en El arte de amar, que pocas dimensiones exigen tanta responsabilidad y capacidad de discernir como el amor. Porque amar es tarea de artistas entrenados, no solo de soñadores desvocados. Aprender a amar exige práctica, dominio y un trabajo continuado donde el esfuerzo y el buen hacer no dejan nada al azar o a su suerte.


Veamos por tanto algunas de las claves que nos ofreció en su día Erich Fromm.


El amor en voz activa

Si hay algo que deseamos durante gran parte de nuestra vida es ser amados. Ansiamos ser cuidados, valorados, apreciados, venerados y validados en cada cosa que hacemos, somos o tenemos. Sin embargo, hay algo que debemos entender cuanto antes: el amor en “voz pasiva” no sirve ni es maduro.


El amor no es un lugar de reposo, es un escenario que se conjuga en presente y en voz activa: amarnos el uno al otro, cuidarnos entre sí, respetarnos, valorarnos, crear juntos, proyectar en común…El querer de los buenos artistas implica tener la maestría de quien sabe participar, dar y recibir, construir y ser parte activa de un proyecto donde siempre está presente la mentalidad de crecimiento.






Nuestra eterna preocupación por encontrar a la persona perfecta

Aprender a amar implica también ser conscientes de otro aspecto. A menudo, nos preocupamos en exceso por no encontrar a esa persona ideal que sintoniza con todos nuestros sueños y anhelos. Nos ofuscamos por no hallar “el objeto” que amar sin detenernos a pensar primero si estaremos a la altura del propio amor.


A veces, estamos tan contagiados de idealismos y constructos nutridos del romanticismo que se nos olvida lo más importante: el amor exige trabajo, implica saber afrontar los desafíos que implica una relación afectiva.


El amor como necesidad

Aprender a amar implica primero saber despojarse de todas las necesidades. Porque a quien busca tener una relación para aliviar sus carencias le sucederán dos cosas: que nunca se verá satisfecho y que abocará a la otra persona a un estado de esclavitud permanente.


Erich Fromm nos recuerda en El arte de amar que una relación afectiva saludable y feliz debe ser por encima de todo un vínculo altamente productivo, ese donde cada persona ha superado sus vacíos y dependencias. Es extinguir de nuestro interior la omnipotencia narcisista, el deseo de acumular y de explotar a otros, para llegar hasta el ser amado sin cargas y miedos y poder ofrecernos así en plenitud.


“La función de la nueva sociedad debe ser la de alentar en nosotros la disposición a renunciar a todas las formas de poder y posesión. Asimismo, debe conseguir que cada cual construya un sentimiento de identidad y confianza basados en la fe de lo que uno es, en la necesidad de relacionarse, interesarse, amar, solidarizarse con el mundo que nos rodea, en vez de basarse en el deseo de tener, poseer, dominar el mundo, y así volverse esclavo de sus posesiones”.


-Erich Fromm-





Amar es un acto de creatividad

El amor según Erich Fromm es una energía. Es un impulso que nos anima a movilizarnos, a expresarnos, a crear… Ahora bien (y en relación con lo señalado anteriormente) esa fuerza expansiva y creativa solo emerge cuando tenemos cubiertas nuestras necesidades básicas.


Asimismo, algo en lo que incide Fromm en el Arte de amar, es que dicha energía no basta solo con sentirla. El amor, recordemos, no solo se siente, hay que vivirlo y darle forma. Porque la auténtica pasión, la que se nutre del sentimiento, la madurez y el equilibrio, entiende que la obra más bella exige trabajo diario y dedicación.


El amor es como la música, la pintura, la carpintería, la escritura o la arquitectura. Se necesita comprender la teoría y más tarde, ser maestro en la práctica. Así, al igual que un ingeniero altamente creativo, también nosotros lograremos sortear con imaginación y eficacia cada dificultad, cada reto, cada imprevisto en el camino…





Para concluir, aprender a amar según Erich Fromm exige dejar a un lado muchas de esas visiones infantiles que a menudo nos definen (y que nos han inculcado). Debemos dejar de conjugar el amor en voz pasiva y de verlo como esa chispa que, en un momento dado, une mágicamente a dos personas. Porque el amor es sustancia, es cuerpo y es materia. Una materia prima con la que edificar un buen proyecto, el mejor de nuestras vidas si así lo queremos y nos responsabilizamos de ello…

Por Valeria Sabater
 
Intuición e instinto: dos capacidades poderosas pero distintas



Intuición e instinto no son lo mismo. Mientras el segundo da forma a una conducta orientada a permitirnos sobrevivir, la primera traza un sentido más profundo en nuestra especie dotándonos de una voz interna que nos ayuda a tomar mejores decisiones. Así, aunque ambas dimensiones no tengan un origen común, nos ayudan a responder mucho mejor ante los desafíos cotidianos.


Para comprender un poco mejor esta diferencia pensemos en dos maravillosos personajes literarios. Robinson Crusoe es ese valiente marinero de York que tras quedar 28 años aislado en una isla tras un naufragio, hace uso de sus instintos más básicos para sobrevivir a una azarosa y compleja situación. Por su parte, Sherlock Holmes, es la mejor referencia de una mente habituada a hacer uso de su instinto policíaco, de esas deducciones casi inconscientes, ágiles y certeras con las que resolver los más desafiantes enigmas.




“Hay situaciones que las personas resuelven con su instinto, pero que no pueden comentar con su inteligencia”.


-Alejandro Dumas-


Así, lo más interesante sin duda de estas dos competencias o conductas es que ambas las aplicamos por igual en nuestro día a día sin apenas darnos cuenta. No obstante, solo la intuición es característica del ser humano. Saber usar ambos enfoques del mejor modo, y a nuestro favor, puede ayudarnos a prosperar con mayor seguridad, a gestionar mejor los miedos y el estrés, a valernos de nuestra experiencia y capacidades para tener una vida más significativa. Veamos más datos a continuación.







Intuición e instinto, entre la biología y la percepción

Intuición e instinto no son lo mismo, aunque caigamos en el error de usar ambos términos indistintamente a menudo. Así, es muy común hacer uso de ellos en esos contextos donde nuestras sensaciones o emociones nos orientan en una dirección u otra. Frases como “mi instinto me dice” y “mi intuición me indica” son sin duda el claro ejemplo de ese pequeño error conceptual que vale la pena aclarar por un hecho muy claro: por nuestro beneficio personal.


¿Qué es el instinto?

Desde un punto de vista biológico un instinto es un comportamiento innato. Son nuestras necesidades internas y esas conductas que nos permiten subsistir en un entorno determinado. De este modo, instintos como el de conservación, protección, sociabilidad, reproducción, cooperación o curiosidad son facultades muy básicas que definen no solo a los seres humanos, sino también a gran parte de los animales.




Ahora bien, resulta curioso cómo a partir del siglo XX y con el desarrollo de la psicología moderna, el concepto de instinto empezó a ser visto como algo incómodo. Era como ese vínculo que nos unía a una versión casi salvaje del ser humano, una dimensión que era mejor reprimir o camuflar con otras etiquetas. De este modo, figuras como Abraham Maslow empezaron a popularizar términos como “deseo”o “motivación” para simbolizar esas necesidades internas de cada uno de nosotros.





Ahora bien, llegado el siglo XXI, esta concepción ha cambiado bastante. El binomio intuición e instinto vuelven a ser altamente apreciados, y en lo que se refiera a la última dimensión, la reformulación que se hace del instinto es tan interesante como reveladora. De este modo, nombres como el del doctor Hendrie Weisinger, influyente psicólogo clínico y autor del libro El genio del instinto, nos explica que los instintos no son oscuros ni primitivos. No son algo que reprimir.


Si aprendemos a usarlos a nuestro favor podremos manejar mucho mejor factores como el estrés o el miedo. Aún más, potenciar instintos como la compasión, el cuidado, o la amabilidad nos permitirían crear entornos más enriquecedores y significativos. Porque más allá de lo que pueda parecer, el “instinto compasivo” o de la amabilidad existen en cada uno de nosotros, tal y como nos revela un estudio del profesor Dacher Keltner, de la Universidad de California, en Berkeley.


¿Qué es la intuición?

Hay quien piensa que la intuición son un conjunto de sensaciones que nos dan la pista sobre algo. Bien, cabe decir que esta dimensión no responde a procesos mágicos o a percepciones sensoriales, son más bien “percepciones cognitivas”. El propio Carl Jung definió a la persona intuitiva como alguien que puede anticiparse a ciertos eventos o situaciones usando su propio material inconsciente.


  • Ahora bien, ese material inconsciente es el resultado de todo lo que somos, de todo lo vivido, visto y experimentado. Es la esencia de nuestro ser, un arcón de información comprimida a la que recurre el cerebro para obtener respuestas rápidas, esas que no pasan por el filtro de un análisis objetivo.
  • Así, y por llamativo que nos resulte, los expertos nos indican que guiarnos por lo que la intuición nos dice es tan positivo como recomendable. De hecho, investigadores de la Universidad de Nueva Gales del Sur realizaron un estudio donde demostrar que hacer caso de esa voz interna nos puede ayudar en nuestros procesos de toma de decisiones.
  • Los psicólogos Galang Lufityanto, Chris Donkin y Joel Pearson publicaron sus hallazgos en la revista Psychological Science. En este trabajo se concluye una vez más con algo que el mundo científico y el campo de la psicología ya avanzaba: hacer uso de la información inconsciente nos permite no solo tomar decisiones más rápidas, sino llevar una vida más acorde a nuestras necesidades y personalidad.




Para concluir, sabemos ya que intuición e instinto no comparten un mismo origen: el instinto tiene una base biológica, mientras que la intuición es el resultado de nuestra experiencia y el desarrollo de la conciencia. Sin embargo, ambas tienen en realidad una finalidad común innegable: permitirnos estar más ajustados a nuestra realidad, sobrevivir en ella de forma efectiva, anticipar riesgos y dar forma a una vida más conectada y satisfactoria. Escuchémoslos y pongámoslos a nuestro servicio.

Por Valeria Sabater
 
Lecciones para cazar a los mentirosos


La prueba del algodón es la incoherencia. Si hay algo que delata al embustero es la falta de correspondencia entre lo que dice y hace

Se engaña mucho y en todos los ámbitos de la vida porque no suele haber consecuencias. Las mujeres están más alerta que los hombres

"Todos mentimos. Varias veces al día. En ocasiones, sin necesidad o sentido. Simplemente, por costumbre". Así de tajante se muestra la psicóloga María Jesús Álava Reyes. Tras el éxito de La inutilidad del sufrimiento y después de constatar en su consulta que gran parte del duelo humano está causado por embustes, la psicóloga plasma ahora en La verdad de la mentira (La Esfera de los Libros) las claves para cazar a potenciales Pinochos. No es tan difícil ponerles la cara colorada, como demuestran los casos Lewinsky y Watergate, cuando Clinton y Nixon indignaron a la opinión pública.

Desde pequeños tendrían que enseñarnos a no mentirnos a nosotros mismos y a desactivar las mentiras de los otros, según la profesional. "Conviene que tengamos recursos suficientes para buscar la verdad en nuestras vidas y defendernos así de las personas que tenemos a nuestro alrededor".

Salvo para quien engaña por automatismo, las mentiras propias y ajenas siempre esconden un "beneficio propio". Cada persona tiene su motivación. "Caer bien, agradar, por inseguridad, baja autoestima... Pero, sobre todo, para manipular y obtener alguna ventaja". Hay que instruirse para escapar de estas falsedades pues, insiste, la mayoría no es consciente de hasta qué punto la mentira y el engaño están presentes en sus vidas.

"Quien es generoso y sensible está en inferioridad de condiciones en este mundo lleno de agresividad y mentira. Son muy susceptibles de ser manipulados por personas que hacen del engaño un patrón de vida o un recurso para aprovecharse de ellos. En cambio, las malas personas mienten sin pestañear y viven tan felices".

Desde niños
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Pinocho, el cuento del niño al que le crecía la nariz cuando mentía. | PRESAS

Lo más relevante es que el mentiroso comienza a serlo desde la cuna. "Un niño de tres años que acaba de hacer una trastada delante de ti te dice 'yo no he sido' para eludir responsabilidades, evitar un castigo o una bronca. No pasa factura porque hasta los adultos se ríen de esa situación. Muchos de estos críos crecen y se quedan en esta etapa, así que lo siguen haciendo de forma automática en su adolescencia, como un resorte. Copian en un examen y no pasa nada porque salen recompensados con el aprobado. Se hacen adultos y continúan mintiendo con una impunidad enorme".

Para la experta, si en la sociedad el engaño estuviera penado se mentiría menos. "En el mundo occidental, por lo general, y en España en particular somos muy permisivos. Mentir sale gratis".

Quizá en el terreno de la política es donde mejor se puede apreciar esta declaración. Todos los actos de campaña quedan registrados y resulta sencillo observar cómo las promesas y las afirmaciones categóricas terminan siendo contrarias a las actuaciones posteriores sea cual sea el color. La psicóloga no tenía previsto dedicar un capítulo a la cuestión pero, dada la excepcional situación, no pudo evitar incluirlo. "Tenemos la sensación de que nos consideran bobos. Nos dicen una cosa y hacen la contraria. Utilizan cualquier recurso para tratarnos con desprecio. Cuando un periodista les pregunta por sus incoherencias, le responden 'qué abrigo más bonito'. Desde el sillón de casa te quedas pensando, ¿cómo es posible?".

Recursos habituales en política

"Los políticos están entrenados para mentir", dice Mª Jesús Álava Reyes | GTRES

La psicóloga explica la desafección de la ciudadanía hacia la política porque los ciudadanos perciben "que no hay consecuencias" cuando un político miente. "No pasa nada. La vida sigue". Achaca la falta de protesta a esa tolerancia: "Para el ejercicio de la política exigimos menos requisitos de los que le pedimos al último aprendiz. Somos de un partido como de un equipo de fútbol". Nos cuesta reconocer el engaño porque sólo conocemos a los candidatos a través de los medios de comunicación. "Cuando no existe una relación personal es más difícil cazar mentiras". Se produce un problema añadido, que "les entrenan para mentir y ocultar sus motivaciones". Y tampoco se atacan entre ellos por las debilidades que pueda sacar a relucir el adversario. "Por eso engañan de forma descarada".

Sin embargo, hay un perfil que podemos reconocer. "El más agresivo. Intenta activar nuestros sentimientos para que actuemos más desde la emoción que desde el razonamiento". La psicóloga advierte de esa forma de retorcer la realidad. "Hay que permanecer más atentos a lo que hacen que a lo que dicen y tomar distancia pese a la simpatía. ¡Cuidado con los que aparentan estar siempre en posesión de la verdad! Elevan el tono de voz, utilizan frases negativas, imperativos o paradojas, como 'no queremos apoyar pero tampoco obstaculizar' o 'no hacemos esto, pero no pretendemos lo contrario'".

La infidelidad, a la orden del día
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Fotograma de la película 'Infiel', una mentira habitual en las relaciones. | GTRES

Y si la política es el ámbito donde más se miente, las relaciones de pareja no se quedan atrás. "Alicia sorprende al marido de su mejor amiga con otra mujer. Esa misma noche van a cenar con la pareja. ¿Debe contarlo? Su propio marido insiste con vehemencia en que no lo haga. ¿Por qué? ¿Tiene él algo que ocultar?". Así se despliega La Mentira sobre el escenario del Teatro Maravillas de Madrid, donde Mapi Sagaseta, una de las cuatro protagonistas de la obra, trata de mentir con toda la verdad posible para dar vida a su personaje. "Desde el humor afloran las muchas contradicciones y aristas que conforman a cada pareja. La mentira, en general, suele ser una herramienta de supervivencia que todos utilizamos", cuenta la actriz.

Como en esta obra, los casos reales más frecuentes para Álava son los relacionados con la infidelidad, "a la orden del día y mucho más extendida de lo que se cree"; el despecho, "una de las emociones más innobles y que lleva a mentir a pesar de que los hijos sean los primeros en sufrir las consecuencias", y la sexualidad, "las mentiras más dolorosas y numerosas".

La experiencia le dice que las mujeres suelen ser más observadoras y están más atentas a las señales. Por el contrario, "muchos hombres actúan con enorme ingenuidad". Cuando más se miente es en la primera cita para seducir, aunque más adelante "salga a relucir la auténtica faz". La psicóloga asegura que hay que estar muy fuerte emocionalmente para despertar de un sueño que parecía maravilloso. "Cuando una persona piensa que tiene derecho a ser infiel, la mentira será una constante en su vida. No es tan difícil cazar a un mentiroso, pero la afectividad juega en contra para descubrir la verdad".

La profesional invita a estar alerta con las personas que queremos si se sospecha pero no hay que confundir confianza con esclavitud ni respeto con una relación carente de libertad. "Cuando se ama a una persona hay un mecanismo interno que te hace tolerar todo y menos te quieres dar cuenta de la realidad".

No decir todo lo que hacemos no es mentir, analiza la psicóloga, quien es partidaria de guardar algunos sucesos de nuestra vida en la intimidad en lugar de compartir todo. "Es más difícil vivir con nuestros errores que pedir un perdón que tranquilice".

La disyuntiva es complicada. María Jesús ha aconsejado en su consulta a personas que se han arrepentido de una infidelidad y deciden seguir con su pareja por encima de todo que se lo piensen antes de confesar. "La necesidad de decirlo, ¿es por descargar la culpa? Si con eso lo único que consigues es que el otro se quede hundido en la miseria, ¿qué adelantas con ello? Tú puedes quedarte más tranquilo, pero el hecho de que lo conozca, si quieres seguir con esa persona, ¿en qué medida va a ayudar? Va a generar inseguridad y zozobra".

De aceptarse esta tesis, surgen muchos interrogantes. ¿Es justo que en una pareja una de las partes no tenga toda la información? "Lo que no es justo es que hagamos sufrir inútilmente". Y si más adelante se descubre esa ocultación, ¿no será peor para la relación? "Es el momento de asumirlo en lugar de negarlo y explicarle que el daño estaba ya hecho, del cual nos arrepentimos. Claro que la mayoría de las veces no se descubre. Si la mitad de las mentiras habituales no las descubrimos, las relacionadas con la infidelidad menos porque ponemos cuidado".

Destapar a un infiel


Una vez más, la prueba del algodón es la incoherencia. "Contrastemos las palabras de la pareja con sus hechos, es la mayor prueba". Sus propias contradicciones pueden ayudar a destaparlo. "Alguien que mintió en el pasado es más fácil que vuelva a hacerlo. Personas con agresividad también es más fácil que mientan. Otro patrón es el típico narcisista que está en posesión de la verdad y trata a los demás con desprecio. Ante ambiciosos, estemos alerta, están predispuestos a mentir. Y ojo a la frialdad, con la falta de empatía".

Las nuevas tecnologías son en este sentido un arma de doble filo. Por un lado, pueden resultar muy útiles para descubrir a mentirosos y, por otro, facilitan el que engaña esa labor de llevar una doble vida. María Jesús no es partidaria de convertirse en un policía con la pareja y aconseja respetar una esfera de privacidad. "Hay cónyuges que constantemente se están espiando: se cogen los móviles, miran las redes sociales con las contraseñas del otro o jaquean sus correos. A mí me parece una canallada. El amor no te da derecho a que la otra persona se desnude constantemente". ¿Y si no hay otra manera de comprobarlo? La psicóloga es contundente: "Lo veo humano pero no debemos llegar a ello".

Tampoco funciona eso de 'mírame a los ojos'. "Hay personas que te miran y mienten como bellacos. Hay que tener grandeza para asumir que se ha engañado. Muchos no son capaces de reconocerlo. Van a tratar de desacreditar a quien le descubra".

La respuesta más repetida es negar los hechos, por muy concluyentes que sean las pruebas. Pese al temor por la reacción, cuando descubrimos a un mentiroso, lo peor que podemos hacer es pasarlo por alto. "Hay que enfrentarle a las consecuencias de sus mentiras. No pueden ser que tú te lleves un disgusto enorme, a la otra persona le tiene que afectar en algo porque si no, va a seguir mintiendo".

Si se decide perdonar, toca enfrentarse a la desconfianza. "Te queda una sensación de... ¿Y qué me creo yo a partir de ahora en la relación con esta persona?". Mentiras pasadas nos están anticipando mentiras futuras, advierte Álava Reyes. "La persona que miente, cuanto más lo hace, menos le cuesta mentir. También sucede lo contrario, quien no suele mentir va a pedir disculpas en ese sentido".

Y obviamente, al descubrirse el engaño, la credibilidad hacia esa persona se ve afectada, sea cual sea el vínculo existente: "Puedes llegar a perdonar pero la interrogación te queda durante un tiempo. Tienes que demostrar mucho y durante muchos años para que eso termine superándose porque la relación se empaña. Siempre queda un interrogante".


En el trabajo


Pasamos un tercio de la vida trabajando, por lo que no es de extrañar que las mentiras en la esfera laboral también sean frecuentes, ya sea para conseguir un puesto, encubrir fallos y lograr prebendas o esconder adicciones como alcohol y ludopatía. "La mentira está presente en todas las áreas de la vida. A nivel social, las personas más inseguras, con la autoestima más baja y dependientes de la opinión de los demás, suelen engañar. Uno de los problemas que tienen es que no saben decir no. Entonces, empiezan a inventar excusas en su vida", revela la psicóloga.

En el lado opuesto están las personas que tienen una ambición desmesurada o son envidiosas. "Mienten sin ningún tipo de pudor para intentar poner piedras en el camino a otros que son mejores profesionales. Se dirigen muchas veces a los jefes para conseguir una proyección que seguramente no tendrían por méritos propios. También las típicas personas manipuladoras para las cuales mentir es un recurso que utilizan para la extorsión". María Jesús alarma del éxito de muchos de estos mentirosos en el trabajo. "Suelen ser profesionales de renombre, personas a las que es difícil enfrentarse porque la mayoría de la gente se siente en inferioridad. Hacen un daño tremendo".

Si no pasa nada por mentir, como la psicóloga avisa, habrá gente que busque atajos y que haga de la mentira su medio. "Como sucede con las primeras citas amorosas, en el trabajo mentimos desde el principio". La profesional, siempre ha constatado la desprotección y falta de recursos que sufren los buenos profesionales para enfrentarse a compañeros sin escrúpulos: "Utilizan cualquier mentira, por obscena que sea, para conseguir sus fines".

Quitar importancia es el peor favor que le podemos hacer a quien engaña. "La primera consigna con un mentiroso compulsivo es sorprenderlo y no entrar nunca en sus provocaciones". Respecto a las adicciones, un principio eficaz es observar cómo estas personas se aíslan, viven en un mundo paralelo y gastan demasiado: "Prometen y no cumplen. No hacen lo que dicen".

Mentiras piadosas
Una vez claro que los grandes embustes de la vida empiezan por pequeñas mentiras en nuestro día a día y que no debemos ser ingenuos porque la mayoría miente es momento de no relajarse con lo que suena bien. "Si no estamos atentos a las mentiras, viviremos una irrealidad que, tarde o temprano, nos estallará". Con su manual, María Jesús pretende que las personas no se dejen engañar aunque sí toleraría ciertas mentiras porque no todas son igual de malas. "Hay gente que miente por altruismo y por cariño, y en esos casos estaría justificado".

Habla de las llamadas mentiras piadosas, aquellas que soltamos para no hacer daño. "Los psicólogos decimos que una cosa es mentir y otra no expresar una realidad. No tenemos por qué decir todo lo que pensamos". Otro caso en el que sí vería 'bien' mentir es cuando nos encontramos ante personas enfermas, para no privarles de esperanza. "Si se va a morir dentro de una semana no es necesario decírselo. Quizá sea mejor expresarle que no nos queda mucho tiempo, que disfrute al máximo, que lo viva con ilusión y con ánimo... Todo el mundo tiene derecho a saber la verdad pero sin crueldad".

Por CRISTINA GALAFATE
 
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