Autoestima y otros temas de psicología

¿CÓMO SABER SI TE TOMAN EL PELO?



Cómo detectar mentiras.
Lo de detectar mentiras es tal vez lo que más atrae y llama la atención del lenguaje no verbal. Hemos visto tantas películas y series de televisión en las que el sagaz investigador sabe que el sospechoso miente por la forma en que desvía la mirada o por una desafortunada microexpresión en la boca…

Voy a hacer caer el mito, lo siento. En la vida real es más complicado y hacer un buen diagnóstico depende de muchos factores. El primero y más importante es que cada persona es un mundo. No podemos juzgar un gesto de forma arbitraria y universal, no al menos una expresión de este tipo, llamada delatora.

A menudo, vemos a alguien que se frota las manos y deducimos que está nervioso cuando en realidad puede que tenga frío.

Con las mentiras, sucede lo mismo.

Para detectar mentiras hay que conocer a esa persona y tener muy claro el contexto.
Lo más importante es la experiencia. Cuantas más caras analizamos, más fácil es reconocer qué nos transmiten. Y, sobre todo, usar la intuición. Cuando doy clase de oratoria o lenguaje corporal siempre les digo a los alumnos que no mientan, que sean coherentes. La razón, a parte de la honestidad con uno mismo, es el hecho de que incluso la persona menos instruida de su público sabrá que mienten. ¿Por qué?

Porque nacemos con un detector de mentiras instalado.
A veces, no sabemos decir por qué, pero no nos fiamos de alguien. En menos de un segundo, esa persona que nos la está “intentando colar” hace un gesto con la boca o con la cabeza que no nos resulta coherente. Cuanto más conocemos a la persona, más fácil es saber que miente.

Cuando mentimos nos ponemos nerviosos sin razón aparente.

Hablo de personas que parecen contener la respiración y no parpadean hasta que no asientes a lo que dicen.

Personas que te ofrecen todo tipo de explicaciones y excusas. Que de repente, se ponen a sudar y mueven las manos de forma distinta a la habitual, de forma incongruente.

Hay que prestar atención especial a dos zonas. Una son los pies, se mueven sin control, es una de las zonas más difíciles de gestionar en general y más cuando estamos en falso. Y la otra son los ojos.

No hay nada que no comuniquen tus ojos.
Los ojos que engañan son esquivos y huyen de la mirada ajena. Se desvían hacia arriba a la derecha para inventar historias, no aguantan la mirada y buscan con las pupilas la puerta o la manera de huir de la situación.

Y la posición del cuerpo, que se inclina en posición contraria a ti, con los pies y las piernas preparados para salir volando tan pronto como sea posible.

Los mentirosos no profesionales hablan sin convicción y con voz temblorosa. Bajan la voz al final de las frases, carraspean, parecen pensar mucho cada palabra que dicen para no delatarse y se tocan las manos y la cara.

A veces, tienen picores momentáneos y necesitan rascarse porque su propio cuerpo les delata.

Lo más importante es siempre fijarse en el cuerpo, porque cuando alguien miente, a no ser que sea un buen actor, sus palabras dicen sí y su cuerpo dice no…



Si quieres saber más sobre el poder del lenguaje corporal, no dejes de leer el artículo “El lenguaje no verbal es tu carta de presentación” escrito por Mercè Roura
 
Si dice más de dos mentiras al día, tiene un problema

Narcisistas, manipuladores, inseguros, maquiavélicos y hasta sociópatas. Estos son los perfiles, según la ciencia, de las personas que más embustes nos cuentan

La mentira forma parte de nuestra realidad cotidiana, ha inspirado narraciones, canciones y películas, y aun así nos sigue desconcertando: nunca es fácil descubrir una trola bien contada. Todos en algún momento recurrimos a ella —un estudio de la Universidad de Virginia (EE UU) determinó que la mayoría soltamos dos mentiras al día, mientras que otro, de la universidad Estatal de Michigan (EE UU), tras analizar a 1.000 ciudadanos, estableció una media de 1,65 embustes diarios—, pero no cabe duda de que unos recurren a la falsedad con más frecuencia que otros. Psicólogos y psiquíatras han trabajado para desenmascarar a estos mentirosos habituales, tanto que es posible dibujar un retrato robot y enumerar sus motivaciones.

Por qué mentimos
Para desenredar el ovillo, es preciso conocer qué tipos de mentiras existen y qué motivación hay detrás de ellas. “Existen mentiras descaradas, exageraciones, mentiras sutiles; otras que persiguen el beneficio personal pero no quieren dañar aunque dañen; las que sí esconden el interés de perjudicar o las que, por el contrario, llamamos altruistas o generosas porque intentan evitar algo desagradable e inútil a los demás”. explica la psicóloga María Jesús Álava Reyes, autora de La verdad de la mentira. “Están las mentiras sociales, más inocuas, o las narcisistas, que pretenden eludir el sentimiento de vergüenza, las más psicopáticas, que gratifican al que miente, las patológicas de aquellos que rechazan visceralmente la realidad, las que se dan en situaciones críticas y persiguen salvar la vida, las que se cuentan para dar pena y manipular a los demás, las egoístas, las mentiras falsas y las que forman parte del trabajo, en el caso de los espías o las mentiras de quienes están sometidos a la exposición pública, como los políticos”.

En 2015, investigadores de la Universidad de Ciencias Sociales y Humanidades de Breslavia (Polonia) estudiaron las motivaciones que hay detrás de las mentiras. Partieron de dos: las relacionadas con la protección (evitar castigos, pérdida de relaciones, angustia en la otra persona o anticiparse a la crítica por la verdad) y aquellas movidas por un deseo de obtener beneficios. Estos los dividieron en beneficios egoístas (materiales), autodefensivos, ganas de agradar y de proteger a la otra persona. Finalmente, concluyeron que las motivaciones que más se repetían en el grupo de 83 personas analizadas eran las egoístas, las autodefensivas, el temor a la pérdida de una relación y el deseo de protección hacia la otra persona.

Quiénes mienten más
En 2010, desde la Universidad Estatal de Michigan (el estudio citado al principio) pidieron a un millar de ciudadanos estadounidenses que contaran el número de mentiras que decían en 24 horas. Entre las conclusiones halladas, el trabajo afirma que los jóvenes mienten más: cuanto mayores nos hacemos, más sinceros somos. Claro que este tipo de estudios, en los que el propio individuo reporta sus mentiras, no dejan de tener cierta ironía: nunca es posible saber cuándo el resultado es sincero.

En el estudio The Many faces of lies (“Las muchas caras de las mentiras”), Bella M. DePaulo, psicóloga de la Universidad de California (EE UU), encabezó uno de sus apartados con la pregunta: “¿Qué tipos de personas mienten más fácilmente?”. Y, a modo de respuesta, explicaba: “Pensamos que las personas que dicen muchas mentiras pueden ser especialmente sociables, pues uno de los objetivos que motivan sus mentiras —como causar buena impresión o halagar a otros— pueden ser especialmente importantes para gente a la que le gusta pasar tiempo con otras personas”. Y aunque reconoce que hay una amplia variedad de mentirosos, afirma que “las personas que dicen muchas mentiras son en realidad más manipuladoras e irresponsables que la gente que dice menos mentiras. También se preocupan profundamente de lo que otros piensan de ellos, y son más extrovertidos”.

Sin embargo, la sociabilidad del mentiroso no está del todo clara. En otro estudio, la mencionada psicóloga Bella M. DePaulo defiende que “la gente que dice menos mentiras estaba más altamente socializada y reporta mejores relaciones con las personas de su s*x*. Personas manipuladoras, menos sociables y con relaciones con su mismo s*x* menos gratificantes son más propensas a decir mentiras”.

Como dice Judit Bembibre, especialista en Psicología Clínica, profesora de la Universidad de Granada y coautora de un artículo sobre el tema en la revista Psicothema, “la mentira es una conducta que se asocia a una emoción que no siempre es la misma”. Los expertos señalan que existe también una triada oscura formada por personas narcisistas, que mienten porque buscan justificarse a toda costa; maquiavélicas, que solo buscan su propio beneficio; y sociópatas e inadaptados que mienten por desprecio a los demás. Sin embargo, la mentira no es una estrategia que empleen en exclusiva personalidades como estas; de hecho está también muy presente en quienes tienen baja autoestima y mienten para encubrir sus fracasos. En personas inseguras que mienten para caer bien a los demás. Los introvertidos buscan mentiras muy elaboradas, sofisticadas y evitadoras de situaciones que les resultan incómodas.

Compulsivos: la mentira patológica
Otro grupo de embusteros estaría formado por aquellos que no pueden evitar mentir: los compulsivos. Practican lo que la ciencia denomina pseudología fantástica, mitomanía o mentira patológica, que, según un estudio de Bryan H. King, psiquiatra de la Universidad de California Los Ángeles (EE UU), tiene como características esenciales que las historias no son del todo improbables, son duraderas, no se cuentan para obtener un beneficio y tampoco son delirios, ya que el mentiroso sabe distinguirlas de la realidad. En sus resultados, el doctor King determinó que un 40% de los mentirosos compulsivos tienen una disfunción en el sistema nervioso central, de la cual la impostura es un efecto secundario.

¿Y quiénes formarían el 60% restante? Otro estudio, de la psicóloga Katie Elizabeth Treanoer, de la Universidad de Wollongong (Australia), describe que serían aquellos que han sufrido a lo largo de su vida “profundas perturbaciones psicológicas, tales como la pérdida de un progenitor prematuramente”, y en los que la mentira patológica “representa un mecanismo de respuesta inmaduro y primitivo, propio de alguien que escapa de la realidad en vez de buscar el modo de acomodarse y ajustarse a ella”. Persiguen dos tipos de defensa, añade: narcisista (que busca un beneficio) y victimista (que busca refugiarse de la responsabilidad).


Por María Garrido
 
CUANTO MÁS BUENO ERES, MÁS TE TOMAN POR TONTO

Yo creo que muchos de los que leen mi blog se sentirán identificados cuando digo que hay momentos en los que uno se cansa, acaba harto de hacer todo lo posible para que todos los que nos rodean estén bien, para evitar que sufran, les ayudamos en todo lo posible que está en nuestras manos, y una vez conseguido nuestro objetivo, no vemos ni una pizca de agradecimiento, sentimos a veces la indiferencia de aquel al que hemos ayudado, como ya están bien no nos necesitan, y también pasa a veces que lo que una vez hacemos como favor, se acaba convirtiendo sin querer en una obligación. Si está situación ocurre más de lo que nos gustaría, nos sentimos utilizados, manipulados, impotentes, decepcionados, inferiores, ridículos... y si estos sentimientos son constantes y se alargan en el tiempo, las consecuencias pueden ser graves, y acabar con una gran depresión y ansiedad. Y dicho esto, vamos a hacer algunas reflexiones para evitar que esto ocurra.


Lo primero que hay que tener en cuenta, es que cuando hagamos algo por alguien tiene que ser de manera altruista sin esperar nada a cambio, solamente nuestra propia satisfacción personal. ¿Y por qué? Pues muy fácil, solamente te decepcionas cuando esperas demasiado de alguien, y al ver que no llega, es cuando viene la frustración. Si en cambio, nos mentalizamos que la mejor recompensa para todo es sentirse bien con uno mismo, al saber que has hecho algo útil y necesario por alguien, cuando la persona ayudada te de las gracias, ese "gracias" será mucho más valiosos que cualquier otra cosa, y lo mejor es que sí hay veces que recibimos algo más que un "gracias", pero como siempre queremos algo más, no lo percibimos. Aparte de todo esto piensa, que de entre todas las personas del mundo que había con capacidad para ayudar a una persona en concreto en una situación concreta, el "elegido" has sido tú, tú has sido el que ha dado el paso mientras los demás miraban el problema y el sufrimiento de otro y se hacían los indiferentes. Eso te convierte en una persona muy valiosa y muy necesaria en este mundo. Siéntete orgulloso siempre y no cambies.



También hay otro problema, y es cuando hacemos buenas acciones por las personas, pero ya nos pasamos de buenos y llegamos a ser tontos, los demás lo perciben, detectan quien es el que va a estar siempre disponible, y acudirán siempre a ti. A veces acudirán personas egoístas que lo hacen a posta porque eres el blanco fácil para sacar provecho, y otras veces, lo harán por inercia, puesto que como siempre ayudas, directamente sus mentes te recuerdan cuando necesitan algo, y no significa que sean malas personas, simplemente es a lo que les has acostumbrado. Si a ti te ocurre esto que acabo de explicar, déjame decirte que el único culpable eres tú, que tienes una necesidad grande de ser aceptado y de estar siempre agradando a todo el mundo. Lo digo siempre, si vives por conseguir la aceptación de los demás, siempre estarás decepcionado, y cuanto más decepción, más necesidad de agradar, así hasta que llegue el punto que te tomen por el tonto de turno. Cuando te aceptes a ti mismo, con tus virtudes y tus defectos, y te sientas orgulloso de ser quien eres, lo transmitirás sin querer, y los demás sin darse cuenta se acercarán a ti, pero no para aprovecharse de ti, sino porque les aportas algo positivo que ellos necesitan, y esa es la mejor manera de ayudar.

¿Y qué pasa cuando tú necesitas ayuda? Nada, te tienes que buscar la vida para solucionarlo. Y ahora piensa ¿cuando necesitas apoyo de alguien lo pides, o das por hecho que como tú en su momento lo diste, te lo van a devolver sin que lo pidas? Pues no, te equivocas. Nadie en este mundo tiene la obligación de saber que pasa por nuestras mentes cuando estamos con problemas, con lo cual, muchas veces estarás mal, pero nadie se dará cuenta, ¿Y así como crees que te van a ayudar? Piénsalo.



Igual que a ti a lo mejor te cuesta pedir ayuda, tienes que comprender que a otros muchos les cuesta dar las gracias, porque nos han hecho creer desde pequeños que sentirte débil, con limitaciones y necesidades, es vergonzoso, y también nos han hecho creer que pedir ayuda es de cobardes. Esto es una creencia arraigada que tenemos que aprender a deshacernos de ella, dejarla atrás y decirle adiós. Sentirte débil es un aviso de que necesitas fortalecerte, y si para hacerlo tienes que apoyarte en alguien, es lo mejor que puedes hacer, lo importante que al acabarse el problema, has sido capaz de salir de él ¿crees que esto es vergonzoso o humillante? Claro que no lo es, pero por desgracia muchos seguirán pensando que sí. Con esto te quiero decir que muchas veces no recibirás muchas muestras de agradecimiento, porque la otra persona se siente muy avergonzada de haber tenido que pedir ayuda Así que perdona, comprende y ya está. Recuerda que primero siembras y luego recoges, con el tiempo tendrás tu recompensa, de la manera que menos lo esperes.

Por nadieesmasquenadie
 




No te preocupes por quien te contradice, preocúpate por quien siempre te da la razón


Las personas que nos rodean suelen llamar nuestra atención, en muchos sentidos se hacen parte de nuestra vida, aprendemos a relacionarnos y a simpatizar con muchas de ellas, y por su parte tratamos en lo posible de llevar una relación cordial con los demás.


Es curioso: a veces te preocupas un montón por algo que al final resulta no ser nada. RJ Palacios








Aprendemos a confiar, nos hacemos cómplices, de nuestros amigos, familias, parejas, cada persona representa un escenario distinto de nuestra vida y los más afines ocupan muchos de esos espacios en nuestra vida, más allá de la relación que desarrollemos con tal o cual persona, siempre es un tanto conflictivo para nosotros lidiar con esas personas que naturalmente siempre nos contradice, nos llevan la contraria, es difícil lograr estar de acuerdo con esas personas y nos causan preocupación, especialmente si se trata de un espacio laboral donde la competencia es evidente o bien cuando hablamos de amistades cercanas, pues esta rebeldía de caracteres puede poner la relación en cierta tensión.


Hay dos maneras fáciles de moverse por la vida: creerlo todo o dudar de todo. Ambas nos evitan pensar. Alfred K.








Sin embargo, muchos sabios dicen que de los enemigos siempre es pertinente aprender, especialmente porque son los únicos que honestamente nos dicen nuestros defectos en nuestra cara, pero es natural para el ser humano sentirse amenazado, especialmente cuando se habla con cierta verdad, las personas que nos contradicen no representan realmente una alerta en nuestra vida, por el contrario nos enseñan a prepararnos, a argumentar, a defender nuestras ideas y en muchos casos a reflexionar hasta poder cambiar de opinión.


Son más bien esas personas que no suelen rebatirnos nada, que siempre nos dan la razón, las que realmente deben alertarnos, en un sentido muy simple, pueden estar llevándote la corriente, lo que de alguna manera desvirtúa la relación, pues siempre necesitamos un intercambio con los demás, o puede ser también una manera muy inteligente de ganar tu confianza y simpatía.


Para los débiles, dudar es desplomarse; para los fuertes, dudar es creer. Sólo nos acercamos a la verdad mientras dudamos. Rafael Barret








Observamos personas que pueden hablar de muchos temas en la vida, con quien sea, y siempre le darán la razón a todo lo que se dice, aunque cambie el tema en el próximo instante, ellas también cambiarán su percepción del tema, suelen ajustarse a casi todas las personas y pareciera que no tienen un criterio fijo o una posición determinada sobre determinadas situaciones.


No actuar desde el conflicto con nadie, es una buena elección, pero no tener ideas propias, enfoques, ni la capacidad de manifestar cuando no se está de acuerdo con algo, es una razón para estar atenta a esa persona, pues de la misma manera en que te dio la razón, se la dará al que actúe en tu contra, generalmente evitan situaciones de confrontación, esto las lleva a dejarse arrastrar continuamente por el parecer de los demás.


No gastes tus energía generando atención hacia el lado equivocado, aprende a visualizar de dónde te sopla el viento…

Por Sara Tibet

 
Cómo hablar con alguien que siempre cree tener la razón


¿Las conoces verdad? Y digo “las”, porque a lo mejor conoces a más de una.

Esas personas que, hables de lo que hables con ellas, siempre tienen la razón, o eso creen ellas. Y no hay manera alguna ni de convencerlas de que pudieran estar equivocadas; ni de que escuchen tu explicación siquiera.

Estas personas suelen tener algún que otro problema con sus relaciones personales; porque, o bien la gente de su entorno huye de ella, o bien terminan siempre discutiendo con alguien. Tengan o no argumentos para ello.

Por lo general, las personas que no admiten ninguna otra opinión y creen que siempre tienen la razón, son personas inseguras que necesitan a toda costa tener razón. Para de esta forma, reforzar la poca seguridad que tienen. Por tanto; si se les dice que no tienen razón, o que están equivocados, se van a sentir atacados; y se defenderán.

Pero, también podría ser que se hayan movido desde pequeños en un entorno en el cual, dijeran lo que dijeran, siempre se les daba la razón. Con lo cual, han desarrollado una intolerancia a que se les lleve la contraria.

Sea como sea; el caso es que la mayoría de las veces, terminas discutiendo con ella y enfadado por su obstinación. Aunque, otras veces, ni te apetece verla y prefieres evitar encontrarte con esa persona.

¿Cuál es la mejor forma de hablar con alguien que cree que siempre tiene la razón?
Primero que nada; tendrás que valorar cuál es tu intención a la hora de discutir con alguien sobre cualquier tema.

Puede ser que sólo quieras hablar un rato sobre lo que sea. Tal vez te interese saber cuál es su opinión, o quizás sólo quieras dar la tuya sin más.

Pero también podría ser que tu intención sea hacerle cambiar de opinión, dándole otro punto de vista; o por lo menos que se cuestione la opinión que tiene.

Desde luego, lo ideal sería que tú pudieras expresar tu opinión sobre un tema; y que, al mismo tiempo, puedas conocer la opinión de otra persona de una manera tranquila y civilizada.

Pero, si esto no es posible y entras a discutir, será mejor que te plantees cuánto te interesa dar tu propia opinión y cuánto te interesa mantener la relación con esa persona. A veces una discusión, puede deteriorar la relación. Y a lo mejor, no merece la pena.

Sin embargo, es necesario ser inteligente. Si por ejemplo, la persona que cree tener siempre la razón, es tu jefe; casi mejor te callas y no discutes.

Te paciencia y presta atención
Dicho esto: cuando estés hablando con esa persona que ya conoces y que sabes que siempre cree tener la razón, ármate de paciencia y escúchale.

Tómate el tiempo que haga falta para escuchar todo lo que tiene que decir, pero, escúchale atentamente, sin estar pensando en lo que dirás tú a continuación. Que es muy frecuente que lo hagamos. Si haces esto, no podrás escucharle del todo.

Procura no interrumpirle. Da señales activas de que estás escuchando; como por ejemplo asentir con la cabeza, hacer algún comentario como un “ya”, o un “entiendo”. E incluso, de vez en cuando, puedes hacer un breve resumen de lo que está diciendo, como por ejemplo, “entonces tu crees que….”.

También es muy importante tu lenguaje corporal. Aunque no lo creas, eso también le da información a la otra persona de si le estás escuchando o no. Por ejemplo; si mientras te habla, tú miras hacia otra parte y no le miras a la cara, lo más probable es que sienta que no le haces ni caso. Tampoco mantengas los brazos cruzados; este gesto es un indicador de que no estás receptivo a lo que te cuentan, o de que no te importa.

Quizás esa persona no se exprese con toda la claridad del mundo, así que, también puedes hacerle alguna pregunta sobre lo que está diciendo. Esto, no sólo te ayudará a ti a entender mejor su postura, sino que además, le dará información a ella de que efectivamente le estás escuchando. No es necesario hacer preguntas complejas, puede valer con un simple “por qué”.

Una vez hayas escuchado, plantea tus argumentos
Una vez que haya terminado su exposición con tranquilidad y sin interrupciones, estará más receptiva y predispuesta a escucharte a ti. Así que, te toca expresar lo que opinas; y si realmente le has escuchado con atención, es probable que haya alguna parte de lo que ha dicho, por pequeña que sea, en la que estés de acuerdo.

Si es así, lo mejor es que se lo hagas saber antes de dar tu argumento, “estoy de acuerdo contigo cuando dices que….”.

Si por el contrario, no estás de acuerdo en absolutamente nada; podrías empezar tu turno diciendo algo así como, “ahora entiendo tu postura, pero yo opino que…”, o bien algo como, “es interesante tu opinión, pero yo opino algo diferente a ti….”. Si empiezas con algo que le resulte agradable de oír, estará más dispuesta a escuchar tu punto de vista.

Eso si, procura no decir expresiones demasiado tajantes que puedan molestarle. Como podría ser eso de, “estás totalmente equivocado”, o “no tienes razón en absoluto”. Con frases tan radicales como estas, por supuesto que no querrá escucharte; y además, puede sentirse molesta.

Cómo hacerle ver que está equivocada
Hasta aquí, si lo que quieres es mantener una conversación civilizada y tranquila con alguien con quien normalmente no puedes; porque no escucha.

Ahora bien; si lo que te interesa es que esa persona se dé cuenta de que está equivocada, en todo o en parte, la mejor forma es hacerle preguntas que hagan que se cuestione su propia opinión. O bien, ofrecerle una alternativa.

Por ejemplo, “cómo llegaste a esa conclusión?”. O bien algo así como, “no has pensado alguna vez en…?

Estas preguntas pueden hacer que se plantee su opinión y que pueda contemplar otra opción. Claro que el principio debe ser el mismo, es decir; debes escucharle primero con tranquilidad para poder llegar a este punto.

Recuerda que, una retirada a tiempo, muchas veces es una victoria. Así que, si ves que puedes entrar en una discusión que no lleve a ninguna parte, más que a que los dos se enfaden; y a que ese enfado pueda afectar a la relación, casi mejor te retiras.

Para retirarte puedes decirle algo como, “veo que no vamos a llegar a un acuerdo, así que mejor lo dejamos aquí”. O “no nos vamos a poner de acuerdo, así que será mejor que cambiemos de tema”. Esta alternativa muchas veces es la más inteligente.



Por Rosa Armas
 
EL ENGAÑO Y AUTOENGAÑO EN ROBERT L. TRIVERS


Introducción


Para los psicólogos, que nos dedicamos a la psicoterapia es fundamental contar con teorías científicas exhaustivas del autoengaño, ya que la sintomatología clínica que presenta los pacientes está estrechamente relacionada con este proceso. Una teoría explicativa en psicología debe fundarse en la teoría evolucionaría, en la epistemología evolutiva o en las ciencias naturales. Por ejemplo, Maturana explica el conocimiento desde la biología con su teoría biológica del conocer.
Vittorio Guidano, consecuente con este planteamiento propone una teoría explicativa del autoengaño -desde su modelo del sistema del Self procesal- fundada en la epistemología evolutiva. Para Guidano, el autoengaño está fuertemente conectado con los mecanismos de la consciencia del Sí-mismo (Self) y del lenguaje. Sostiene que la conciencia es una actividad auto referencial, que tiene como finalidad el mantenimiento de la identidad del sistema y el desarrollo del Sí-mismo. Al narrar, vale decir el poner en secuencia la experiencia se pueden poner en evidencias contradicciones, que pueden afectar la coherencia interna del sistema del Self. Si esto sucede aplanamos los rasgos que son inaceptables para el mantenimiento de nuestra continuidad interna por medio de los mecanismos de autoengaño, atribuyendo estos rasgos a los otros o bien a los eventos o a las circunstancias. Desde esta perspectiva, como dice Guidano no hay conciencia de uno mismo sin autoengaño. Es decir, el auto engaño es una actividad normal en los seres humanos. No obstante, en los pacientes con síntomas clínicos se encontrará que se auto engañan demasiado.
Para Guidano, el autoengaño entonces, es entendido como la modalidad de manipular la experiencia de Sí en curso, de modo que resulte consistente con la propia continuidad interna, lo cual es la actividad básica de la capacidad auto referencial ligada al lenguaje.


Robert Trivers, por su parte ha desarrollado una sub-teoría del autoengaño, dentro de su teoría evolutiva del sistema social, en la que explica que la selección natural puede haber favorecido el autoengaño. Postula que la mentira es una práctica profundamente arraigada en los sistemas vivos y que ha sido seleccionada en el proceso de la evolución. No solamente los seres humanos mienten. Las investigaciones muestran un gran número de ejemplos en que los seres vivos emplean la mentira con el único fin de sobrevivir.


Como define el autoengaño


Trivers describe, el autoengaño como el acto de mentirse a uno mismo o como un flujo de información dentro de un individuo, análogo a la mentira entre los individuos.Trivers sostiene que la clave para definir y explicar el autoengaño, es considerar que la información verdadera es preferencialmente excluida de la conciencia y que si esta información es mantenida totalmente, es relegada y mantenida en el inconsciente.


El autoengaño está al servicio de la mentira


Según Trivers, el estudio de la mentira, desde la perspectiva evolutiva, ha dado lugar a ciertas premisas, como por ejemplo, ante una misma comunidad, si el mentiroso miente en forma repetida, las víctimas de la mentira pueden identificar el engaño y desarrollar respuestas contra el mentiroso pasando este a ser víctima de su propio engaño. Pero, desde la emergencia del lenguaje, los humanos vivimos en un mundo altamente complejo formado por mentirosos y por personas que son engañadas por mentirosos, de tal forma, que los procesos de identificación y de provocación del engaño están coevolucionando al mismo tiempo en términos de complejidad y eficiencia.
El autoengaño entonces permite el ocultamiento de la mentira, por lo tanto, al ocultarse la mentira a uno mismo, la hace invisible ante los ojos de los otros produciendo entonces una fragmentación interna; la verdad es excluida de la conciencia y es relegada al inconsciente y es la mentira la que accede a la conciencia. Esta es la llave explicativa del autoengaño, que según Trivers puede aparecer al menos en las siguientes situaciones:
Negación de la mentira en curso. Trivers afirma, que los humanos cuando detectan la mentira reaccionan con hostilidad y agresividad, así si uno no es consciente que está mintiendo, los demás no pueden detectar las señales que indicarían la mentira, como el movimiento de los ojos, la sudoración, la calidad de la voz que denota y otros signos de tensión que acompañan la mentira. Por lo tanto ser inconsciente del engaño en curso permite ocultar más profundamente el engaño.
Según Trivers, otra instancia en que puede aparecer el autoengaño tiene que ver con la autopromoción, o la exageración del lado positivo y la negación del lado negativo de uno mismo, todo esto con el fin de producir una imagen benefactora, es decir, la imagen que beneficiamos a los otros y que somos efectivos cuando lo hacemos. También la construcción de teorías sociales sesgadas es otra fuente de autoengaño, de acuerdo a Trivers. Todos creamos teorías sociales que están al servicio de nosotros mismos. Otra fuente de autoengaño es la construcción de narrativas sesgadas de la conducta en curso con el fin ocultar las verdaderas intenciones.
Estas actividades de autoengaño anteriormente mencionadas, permiten que, el flujo de información sea ampliamente sesgado, así la mente consciente se dedica en parte a construir una falsa imagen y al mismo tiempo no se es consciente de que se está infringiendo el comportamiento y las evidencias
Para Trivers, el costo del autoengaño es la aprehensión distorsionada de la realidad, especialmente de la realidad social, y el mantenimiento de un sistema mental ineficiente y fragmentado.


El problema de la conciencia


Trivers nos recuerda que la mente humana no está dividida en conciente e inconciente, sino que se pueden reconocer diferentes grados de conciencia. Nos dice que, podemos negar la realidad y luego negamos la negación y así sucesivamente, hasta el infinito. La conciencia humana deviene en muchos grados y formas. Por ejemplo, nos sentimos deprimidos, pero luego no sabemos porque percibimos que algo no anda bien, no sabemos lo que es y tampoco sabemos porqué y así sucesivamente.


Evidencias de la práctica del auto engaño


Trivers sostiene que a lo largo de la evolución, se incrementaron las posibilidades de engaño y autoengaño, en los humanos, y que la selección natural favoreció el engaño en las especies sociales por ciento de millones de años y que en este proceso pudo haber seleccionado para la especies humana la práctica del autoengaño.
Trivers señalan muchos estudios en el campo de la psicología social que evidencian la constante práctica del autoengaño. Por ejemplo, tendemos a tener opiniones más positiva sobre nosotros mismos que sobre los demás. La memoria está sesgada y recordamos con mayor viveza aquello con lo que salimos beneficiados.
En la esfera social, ocurre también algo parecido, especialmente cuando evaluamos a los líderes de nuestra comunidad en la que generalizamos los aspectos positivos de ellos.


Otro estudio que evidencia de la práctica del autoengaño que señala Trivers, es un experimento realizado en Estados Unidos en un grupo de individuos de s*x* masculino en el que se les evaluó desde el punto de vista psicológico el grado de homofobia asociado a cada uno de ellos. Tras dividir a los sujetos en homófobicos y no-homófobicos estudiaron el grado de excitación que experimentaban, midiendo la dilatación del pexx, mientras se les proyectaba por algunos minutos una película pornográfica para gays. Resultó que los homófobicos se excitaban muchísimo más que los que se definían como no-homófobicos, los cuales casi no se excitaban. Además, tras realizar el ejercicio, preguntaban a los sujetos cual había sido su impresión durante la proyección y todos (incluso los que habían empíricamente experimentado excitación) afirmaban que su pexx no se había alterado ante el estímulo gay.


Según Trivers el auto-engaño es una práctica común y peligrosa, porque nos aleja de la realidad y nos lleva hacia una construcción que nuestra mente identifica como real. Sostiene que el precio que pagamos por vivir en el engaño es muy alto. Las guerras y otros desastres humanos en que se encuentra presente el autoengaño son las peores consecuencias derivadas de esta práctica tan habitual.


El autoengaño en la interacción con otros sistemas humanos


Trivers señala que el conflicto interno y el flujo de información sesgada en el individuo, probablemente tiene múltiples fuentes biológicas, pero el auto-engaño evolucionando al servicio de engaño tiene sólo una. El considera las siguientes fuentes alternativas con especial atención a las interacciones. Los conflicto padre-hijos. El conflicto genético interno. La selección de suprimir los rasgos negativos y las ilusiones positivas.


Los procesos psicológicos al servicio del autoengaño


Según Trivers la negación y la proyección son procesos psicológicos básicos que están al servicio del autoengaño aunque presentan dinámicas diferentes. Señala que la negación genera la negación de la negación y requiere un nivel aumentado de la activación neurovegetativa, para atender mejor a los hechos que se necesitan negar y desviarlos de la consciencia. La proyección, al contrario, a menudo puede ser una actividad más relajada.


Los peligros de las falsas teorías


Trivers señala, que el engaño y el autoengaño siempre confrontados con una teoría distinta de la realidad que sea confiable y frente a la cual comproprobar el auto engaño. Sostiene que la teoría evolucionaria, pretende proveer justamente esto.
Para Trivers, los peligros de una falsa teoría de la realidad son ilustrados por las fallas de las teorías del auto engaño de Marx y Freud


Señala, que aunque Freud fue capaz de describir fenómenos tales como la negación, la represión y la proyección, su propia teoría no fundada el del desarrollo humano lo condujo a él a negar una cosa y a proyectar la otra. Por ejemplo, Freud negó que los avances sexuales de los parientes consanguíneos o parientes políticos hombres fueron un problema común para las mujeres, y proyectó en estas mujeres, exactamente el deseo de tales encuentros sexuales. Un enfoque evolucionario no es compatible con la noción de que las mujeres tienen un deseo sexual innato por encuentros con parientes hombres cercanos. Por el contrario, por una asimetría crítica los hombres probablemente son más beneficiados genéticamente de tales endogamias que lo que son las mujeres. Sostiene aquí, que la ausencia de Freud de cualquier visión plausible del desarrollo humano, de alguna manera le permitió torcer su argumento del autoengaño. Marx a su vez proveyó un análisis de las mentiras y el autoengaño de la burguesía, pero su ingenua teoría de la evolución económica inevitable solo estimuló el autoengaño socialista.


La carga cognitiva en la detección de la mentira.


Otro aspecto que Trivers aborda posteriormente en su teoría del autoengaño, es el siguiente:
Nos dice que al mentir conscientemente resulta muy demandante desde el punto de vista cognitivo, ya que ocultar la verdad y construir una falsedad y mantenerla para que no sea descubierta por el oyente exige tiempo y concentración, lo cual consume energía y crea una contradicción interna que reduce las capacidades para realizar tareas cognitivas


El autoengaño y los desastres humanos


Trivers no tiene dudas de que el auto-engaño hace una contribución a los desastres humanos, especialmente por la forma equivocada de las políticas sociales, donde las guerras es el ejemplo de más alto costo.
Señala que dado que el coste general de la auto-engaño es la idea errónea de la realidad, especialmente de la realidad social, el auto-engaño fácilmente puede generar grandes costos sociales.
Advierte, que aunque los desastres son estudió en retrospectiva, lo que hace que la evidencia aún no sea científica, pero que la conexión con el auto-engaño, es ciertamente sugerente.
Muestra a través de ejemplos cómo el análisis del autoengaño individual se puede extender a los grupos. A pares de individuos, como por ejemplo, el accidente del vuelo 90 de Air Florida en 1982. En organizaciones, por ejemplo, el desastre del Challenger y en gran parte de la sociedad -en la que concluye- que es probable que el auto-engaño esté presente especialmente en la guerra..


Robert Trivers (1). Profesor de Antropología y Ciencias Biológicas de la Universidad de Rutgers. Su trabajo científico se ha concentrado en la teoría social basada en la selección natural (de la cual una parte es la teoría del autoengaño) y la biología de los elementos del gen egoísta. Sus trabajos ofrecen teorías unificadoras en altruismo recíproco, inversión parental, conflicto padres-descendencia, la proporción de s*x* y engaño y autoengaño.


Fue citado por la Revista Time como uno de los 100 pensadores y científicos más grandes del siglo XX.


Steven Pinker Profesor del Departamento de Psicología de la Universidad de Harvard dijo “Considero a Trivers uno de los grandes pensadores en la historia del pensamiento Occidental. No sería demasiado exagerado decir que ha proporcionado una explicación científica de la condición humana: la intrincadamente complicada e infinitamente fascinante relaciones que nos unen a los otros”

Por Inteco
 
Limerencia, la magia del enamoramiento



Quizás esa palabra no nos produzca ninguna sensación, y ni siquiera sea romántica, pero es lo que nos ocurre cada vez que experimentamos el amor. El término limerencia trata de explicar que emociones y pensamientos aparecen de forma involuntaria e inconsciente al enamorarnos.

Dorothy Tennoy fue la primera psicóloga en ponerle nombre a lo que nos sucede cuando “cupido nos da un flechazo” en su libro Love and Limerence: the experience of being in love (Amor y limerencia, la experiencia de enamorarse) y de ello te hablaremos en este artículo.




Limerencia: las señales del amor


La limerencia es el estado inicial que atraviesa una persona al encontrar el amor. Es decir, de qué manera actúa, cómo habla y qué siente en ese momento tan hermoso que muchos comparan con “estar en las nubes”.

La idealización del otro, la dicha inexplicable, las ganas de estar con el ser amado o la falta de percepción del peligro son todos síntomas de la limerencia.


Esta especie de "síndrome” desparece a los pocos meses de comenzada la relación, aunque en algunas personas continua in eternum y se convierte en una patología. Esto es así porque estos efectos de entrega total, esta excitación constante, al final termina dejando grandes repercusiones en la vida cotidiana.

La diferencia entre la limerencia y el amor es simple. La limerencia funciona por sus propios medios y no requiere de ningún esfuerzo para lograrla. Lo único que debemos hacer es dejarnos llevar por esas promesas de amor para siempre.



En el caso del vínculo amoroso, este sí requiere algo de nuestra parte: compromiso, ciertos cuidados y sobre todo trabajo diario. Por ello, muchos quieren pasarse la vida en estado de enamoramiento y nunca pasar a una relación seria.

La limerencia o “perder la cabeza por amor”


Básicamente eso es lo que nos sucede cuando nos enamoramos o contactamos con alguien que nos atrae mucho. La agitación de la respiración, la velocidad aumentada de los latidos del corazón y las mariposas que vuelan en el estómago forman parte de un proceso más que hermoso y por el que todos hemos pasado alguna vez.

El amor nos puede llevar a cometer muchas locuras, algunas de ellas inofensivas, pero otras perjudiciales e irreversibles. Pensemos por ejemplo en la historia de Romeo y Julieta. Los jóvenes prefirieron morir antes de estar separados.


Perder la cabeza por amor es no tomar decisiones acertadas o pensar con claridad.


Las hormonas están agitadas, transpiramos a mares, decimos incoherencias o nos ruborizamos. ¡Es tan lindo sentirse así! Sin embargo, para todo hay un freno y no podemos pretender que esas sensaciones nos gobiernen durante años.

La limerencia puede convertirse en obsesión en un abrir y cerrar de ojos. No está estipulado cuánto tiempo dura el enamoramiento inicial, pero se estima que a lo sumo es de un año. Lo que sucede después ya es irregular y vale la pena analizarlo.

La limerencia y el amor no correspondido


Seguro has visto películas donde el protagonista se vuelve loco al no conseguir la aceptación de la persona amada y hace lo posible para retenerla a su lado u obligarla a que se enamore de él. Más allá de la trama ficticia de la historia, son muchos los casos en que la limerencia se convierte en una especie de adicción de la que es difícil escapar.

Esto suele suceder en aquellos que no son correspondidos en el Amor. Enamorarse de alguien casado, de un amigo o de un actor de cine puede tener consecuencias graves para la salud mental y derivar en una enfermedad que no permite llevar una vida normal.

Cuando el enamoramiento solo se da en una de las personas las consecuencias pueden ser nefastas. En este caso, perder la cabeza por amor se vuelve un flagelo y no algo lindo por lo que atravesar y disfrutar.

De la limerencia al amor
La primera etapa es vital para luego mantener una relación a largo plazo. Sin el enamoramiento no habría parejas que se amen a pesar de todo. No siempre resultan las relaciones donde la limerencia ha sido tan intensa pero, en su justa medida, es una experiencia hermosa y sobre todo enriquecedora.

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El amor va más allá del nudo en el estómago o las palpitaciones. Es compartir, tener sueños, dar y recibir, convivir y conocerse. El príncipe azul y las doncellas indefensas hay que dejarlos para los cuentos. En la vida real el tiempo, la dedicación y la atención son los ingredientes necesarios para una pareja feliz y plena.

El enamoramiento suele ser ciego, sordo y mudo. Mientras que el amor nos ayuda a analizar, a tener una perspectiva diferente, a pensar un poco más. Durante la limerencia los impulsos biológicos y emocionales no le dan permiso a los mentales para expresarse. Cuando la pareja ya está formada, los sentimientos pueden explicarse con facilidad y la comunicación parte del conocimiento mutuo.

Por supuesto que es hermoso estar enamorado, pero más bonito aún es compartir la vida con esa persona especial. Dejemos la locura del enamoramiento para los primeros tiempos y para las novelas románticas. Vivamos un amor sano, puro y real que nos acompañe hasta el fin de nuestros días.

Por Yamina Papa
 
11 Rasgos de una mujer inolvidable


La belleza de una mujer no está en la ropa que lleva puesta, la figura que tiene o en la forma en que peina su cabello. La belleza de una mujer se ve en sus ojos, porque esa es la puerta de entrada a su corazón, el lugar donde reside el amor. La verdadera belleza de una mujer se refleja en su alma. Es el cuidado que ella amorosamente da, la pasión que muestra. La belleza de una mujer sólo crece con el paso de los años.“~ Audrey Hepburn

11 Rasgos de una mujer inolvidable


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La belleza de una mujer no está en la ropa que lleva puesta, la figura que tiene o en la forma en que peina su cabello. La belleza de una mujer se ve en sus ojos, porque esa es la puerta de entrada a su corazón, el lugar donde reside el amor. La verdadera belleza de una mujer se refleja en su alma. Es el cuidado que ella amorosamente da, la pasión que muestra. La belleza de una mujer sólo crece con el paso de los años.“~ Audrey Hepburn




Hay mujeres maravillosas por todas partes – y muchas de ellas siguen solteras o carecen de amistad.

¿Por qué?

Bueno, no podemos hablar por todas las mujeres, pero lo más probable es que estén cansadas. Cansadas de salir con chicas y hacer amistad con una persona mediocre tras otra. Probablemente están hartas de que se aprovechen de ellas, les mientan y les falten al respeto.

Las mujeres que tienen esta cualidad suelen ser las de buen corazón y confianza, dos características que, desgraciadamente, con demasiada frecuencia se explotan.

Una mujer inolvidable es aquella por la que sus ex compañeros y amigos se dan patadas por dejarlas ir o perderlas.




Las cualidades extraordinarias no son apreciadas por la gente común y corriente – una desafortunada verdad evidente a lo largo de la vida. La gente feliz es despreciada por los infelices. El silencio es burlado por el ruido. Los que no alcanzan los objetivos son detestados por los que no los alcanzan, y así sucesivamente.

Las mujeres excepcionales no son diferentes en este aspecto.

EN HONOR DE TODAS LAS HERMOSAS Y EXTRAORDINARIAS MUJERES QUE HAY POR AHÍ, AQUÍ HAY 11 CARACTERÍSTICAS QUE VENERAMOS:
1. TU CLASE

Tu bondad es evidente en todas partes. No importa cuántas veces tu consideración, generosidad y amistad hayan sido ignoradas, siempre perseveras.

Eres amada por la gente que has tocado más de lo que las palabras pueden expresar.

2. TU INDEPENDENCIA
Si has encontrado a la persona correcta, es probable que se haya enamorado de tu naturaleza independiente. Nos encanta que no valores el patrimonio de una pareja, sino las cualidades únicas y extraordinarias que se mantienen fieles a tu corazón.




3. TU GENEROSIDAD
Una mujer inolvidable siempre da más de lo que recibe. Piensa en una o dos de las mujeres más influyentes de tu vida; la mujer que amas más que a nada en el mundo. Ahora hazte esta pregunta: ¿ha puesto ella las necesidades de los demás antes que las suyas?

Pregúntate lo mismo de cualquier mujer que haya dejado este mundo como un lugar mejor.

4. TU GRACIA
Las mujeres inolvidables parecen siempre estar llenas de gracia. ¿Has visto alguna vez un documental sobre Jacqueline Kennedy o la Princesa Diana? Eran la encarnación de la elegancia y la clase. No es de extrañar que también fueran victimas por su desdén hacia todos los “tabloides”.

Admiramos cómo personificas la humildad y la gracia.

5. TU PASIÓN
Nos encanta tu entusiasmo e ilusión por las cosas importantes para ti. Admiramos que tu pasión sea casi siempre tu propósito. Otra cosa que nos encanta es tu pasión por las cosas grandes y pequeñas – una característica poco común hoy en día.

6. TU APOYO
Ya sea que se trate de un amigo, familiar o pareja romántica, tu apoyo nunca se finge y parece que nunca cesa. Aunque no siempre estés de acuerdo con nosotros, siempre nos respaldarás al 100%.

7. TU INTUICIÓN
Sabes en lo que somos capaces de convertirnos, aunque no lo hagamos. Aunque no siempre apreciemos tu perspicacia, entendemos que tu sabiduría merece una profunda contemplación.

8. TU ENERGÍA
Amamos tu energía y afán por enfrentarte al mundo que te rodea. Aunque no seas muy ruidosa, nosotros sentimos y apreciamos sinceramente tu actitud positiva y maravillosa energía. Nos encanta cuando nos sentimos deprimidos; ¡tú estás “justo en el momento” para levantar nuestro espíritu!

9. TU HONESTIDAD
Puede que seas dulce, pero no tienes miedo de mezclarte con algo agrio si es necesario. A veces, esto “agrio” viene después de que alguien actúe como un tonto o confunda tu bondad con debilidad.

En su mayor parte, tus palabras honestas se entregan en partes iguales de dulzura y seriedad.

10. TU PERSISTENCIA
Como se ha dicho, no es fácil ser una mujer extraordinaria hoy en día. Es sorprendente que hayas sido capaz de llegar hasta este punto. Muchas buenas personas han sido arrastradas por la sociedad moderna – ¡algo que habla de lo inolvidable que realmente eres!

11. TU AMOR
Por último, pero no menos importante: gracias por tu amor. Gracias por todas las veces que has llamado y respondido al teléfono; por las veces que nos prestaste tu oído y tu corazón; nos dijiste lo que necesitábamos oír, y por permitirnos ser parte de tu hermosa vida.

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7 rasgos de las personas emocionalmente fuertes



Los rasgos de las personas emocionalmente fuertes no tienen nada que ver con la dureza del carácter, la inflexibilidad o la tendencia a imponerse a los demás. Todo lo contrario. La fortaleza emocional no se expresa a través de gestos de fuerza, sino, principalmente, de resistencia y autocontrol.


Por eso, todos los rasgos de las personas emocionalmente fuertes están relacionados con el concepto de moderación y equilibrio. Venimos al mundo sin lo uno y sin lo otro, aunque con la potencialidad para desarrollar ambos. De cada quien depende lograrlo.




La fortaleza crece en proporción a la carga”.


-Thomas Wentworth Higginson-


Ahora bien, el autocontrol es la palabra clave. Este no tiene nada que ver con la represión, sino con la habilidad para tramitar lo que sentimos, de modo que no se desborde y nos lleve a actuar de manera que nos hagamos daño a nosotros mismos o a los demás. Los rasgos de las personas emocionalmente fuertes nos hablan de autocontrol. Estos son siete de ellos.


1. No buscan llamar la atención

Uno de los rasgos de las personas emocionalmente fuertes es que se validan a sí mismas. Esto quiere decir que no dependen de la opinión de los demás para pensar o sentir que lo suyo es válido o adecuado. Se guían por su propio criterio.







Por el contrario, una de las características de fragilidad emocional es esa excesiva dependencia de lo que piensen los demás. Esto significa que no se le otorga valor a lo propio, por sí mismo, y que son los demás quienes tienen el control sobre la vida de uno.


2. La reafirmación, uno de los rasgos de las personas emocionalmente fuertes

Este rasgo se encuentra estrechamente relacionado con el anterior. Uno de los rasgos de la fortaleza emocional es la capacidad para afrontar el rechazo y tramitarlo sin que haga daño, deje huellas o condicione las actuaciones.


Por supuesto, a todo el mundo le duele el rechazo de otros. Sin embargo, cuando esto origina un miedo excesivo, terminamos diciendo “sí” cuando queríamos decir “no”, por temor a que nos excluyan o nos cuestionen. Hay fortaleza emocional cuando enfrentamos ese miedo y lo gestionamos adecuadamente.


3. Hacen lo que desean

Hacer lo que uno desea no significa actuar arbitraria y caprichosamente, como un niño. El querer infantil es diferente al deseo adulto. En el primer caso es el resultado de un impulso, en el segundo, un fruto del autoconocimiento y el autocontrol.


Una persona emocionalmente fuerte es capaz de decidir qué desea, después de un proceso de reflexión. También tiene la voluntad suficiente como para ir tras ello y no cejar en su empeño por lograrlo.




4. No buscan perjudicar a los demás

El deseo de dañar a otros solo nace cuando dentro de nosotros hay algo que está desestructurado o mal resuelto. Los seres humanos, en todas las circunstancias, necesitamos de los demás. Somos seres interdependientes.


Una persona saludable emocionalmente sabe esto y por eso ve a los otros como iguales. Los respeta y los valora, tanto como desea ser valorado y respetado. Sabe que la cooperación y la comprensión son vías para llegar a una vida más plena.




5. Eligen a sus amistades

Uno de los rasgos de las personas emocionalmente fuertes es que son selectivas con las personas que dejan entrar a sus vidas. Saben que no se le pueden abrir las puertas del corazón, de par en par, a todo el mundo.


También comprenden que una parte del bienestar depende de la calidad de relaciones que establezcan con los demás. Por eso rechazan los vínculos abusivos, conflictivos o desgastantes. Buscan, básicamente, relaciones humanas sanas.


6. No temen al cambio

No tenerle miedo al cambio es una señal inequívoca de fortaleza emocional. Si somos, o nos sentimos, frágiles, lo normal es que busquemos rutinas rígidas como una manera de protegernos. Sentimos que esto nos da seguridad, aunque nos prive de una vida más plena.


Cuando nos percibimos como personas emocionalmente fuertes, se aviva el deseo de explorar, de cambiar. Por eso buscamos nuevas experiencias. Lo nuevo siempre genera algo de temor, pero también es la única forma de avanzar en muchos momentos de la vida.


7. No son influenciables

Alguien que es fuerte emocionalmente cuestiona la información que recibe. Antes de aceptarla, la digiere y la evalúa. Le tiene sin cuidado seguir tendencias o aferrarse a las modas, físicas o mentales, del momento.





Esto, por supuesto, exige suficiente confianza en uno mismo. Pero, sobre todo, exige comprender que cada uno de nosotros, y solo cada uno de nosotros, sabe lo que es bueno para sí mismo. Por eso lo masivo o mayoritario es tema de examen.


Estos son solo algunos rasgos de las personas emocionalmente fuertes. Una manera didáctica de ilustrar una realidad que es mucho más compleja. Lo importante no es si cumples o no con estas características, sino que tomes esta información como punto de referencia para cuestionarte positivamente.

Por Edith Sánchez
 
7 mitos sobre el poliamor


Mucha gente cree que los mitos sobre el poliamor no son tal, sino realidades. Sin embargo, cuando observamos investigaciones que muestran que hasta un 5% de la población norteamericana vive relaciones no monógamas, igual deberíamos hacer un esfuerzo por encontrar respuestas claras a ciertas cuestiones.


Decía Oscar Wilde que “amarse a uno mismo es el comienzo de una aventura que dura toda la vida”. ¿Es posible compartir este amor con más de una persona, y que tenga una naturaleza similar al que se comparte con una pareja, y no un hermano o una madre? ¿O realmente el poliamor en sí es un mito, el mayor de todos lo que le rodean? Vamos a comprobarlo.




Los mitos sobre el poliamor

Como bien decíamos al comienzo, parece ser que muchas de las ideas que imperan de alguna manera en el consciente y en el inconsciente colectivo sobre el poliamor son en realidad mitos. De hecho, en los últimos años, han surgido voces, como la del doctor Eric Anderson, que afirma que no es natural la monogamia en el hombre, que no dejaría de ser una norma meramente cultural.





El poliamor lo practican monógamos

Una vez expuesto el tema, dirijámonos a desmontar algunos mitos. Es el caso de aquel que afirma que quien practica el poliamor, mantiene una pareja principal y luego disfruta de otras relaciones fuera de esta pareja.


Para el psicólogo Bjarne Holmes, esto es un mito. Según sus investigaciones, este hecho es cierto únicamente en el 30% de las relaciones entre tres o más personas. De hecho, en la mayor parte de grupos no suele haber una jerarquía marcada: amor principal frente a amores secundarios.




El ser humano es monógamo por naturaleza

Otro mito, o así lo afirman Judith Eve Lipton y David P. Barash. Tras varias obras al respecto, argumentan que la naturaleza humana no es monógama, sino todo lo contrario.


Esta pareja de científicos entiende que el ser humano va contra las leyes de la biología. Al parecer, estamos dotados, como gran parte de las criaturas, para ser polígamos, pero intentamos mantener un vínculo social exclusivo entre hombre y mujer, aunque esta no sea nuestra verdadera inclinación evolutiva.


El poliamor solo es practicado por personas insatisfechas

Otro de los mitos del poliamor que desmontan psicólogos, como Melissa Mitchell. De hecho, esta psicóloga considera que es un prejuicio sin base alguna. Así al menos se desprende de sus estudios.




La búsqueda de segundos o terceros compañeros nada tiene que ver con la insatisfacción con una primera pareja. De hecho, en general, este tipo de relaciones, en el marco del poliamor, son bastante independientes unas de otras.


Las personas que practican el poliamor tienen problemas psicológicos

Vamos a desmontar uno más de los mitos sobre el poliamor. En este caso, si nos atenemos a las enseñanzas de Tristan Taormino, sostiene que una relación polígama no tiene por qué ser más o menos disfuncional que una monógama. Para tal afirmación, se basa en investigaciones que incluyen pruebas psicológicas estándar.


De hecho, los estudios demuestran que una persona con tendencia a las relaciones abiertas suele ser más creativa y menos conformista. Es decir, es alguien que se estimula con la complejidad, la inventiva, lo no convencional y el caos, pero no muestra problemas psicológicos.





El poliamor perjudica a los niños

Nuevo mito del poliamor que parece fácilmente desmontable. Muchos consideran que este tipo de relaciones perjudica especialmente a los más pequeños, que no tendrán un desarrollo adecuado.


En este caso, la profesora Elizabet Sheff ha entrevistado a niños criados en familias que practican el poliamor y cuyas edades van desde los 5 a los 17 años. ¿Resultado? En contra del mito, ha encontrado ventajas. Los adultos tienen más ayuda para cuidar de los chicos, y los pequeños siempre tienen una persona mayor de confianza con la que compartir juegos e inquietudes.


El poliamor lo practican las personas confundidas

Nuevamente nos acercamos a las tesis de Tristan Taormino, quien considera que una persona no monógama no está confusa ni tiene miedo al compromiso. De hecho, es todo lo contrario, suele tener muy claro lo que quiere y cómo lo quiere.


El poliamor esconde un perfil promiscuo

Otro de los mitos que desmonta Taormino en su obra. En este caso, relacionado con la promiscuidad. Sin embargo, afirma que una vida activa en cuanto a s*x*, con dos o más personas, no tiene en realidad nada de negativo.


Después de leer esto, ¿crees todavía en los mitos sobre el poliamor? La propia ciencia va desmontando poco a poco las creencias antiguas o al menos abriendo un debate interesante con argumentos a considerar. La realidad es que muchos científicos defienden que hay razones sólidas para pensar que somos capaces de amar a más de una persona.


“Todo lo que sabemos del amor es que el amor es todo lo que hay”
-Emily Dickinson-

Por Edith Sánchez
 
¿Qué es eso del poliamor?


Quizás hayas oído hablar del poliamor, una tendencia creciente en el mundo, que cada día cobra mayor fuerza. Para muchos, se trata de una verdadera desvergüenza, una legitimación de la poligamia. Para otros es una expresión que termina con la hipocresía de la fidelidad de una vez por todas.


Hay personas que jamás han podido mantener la fidelidad en una relación. Saben que a veces hacen daño con ello, pero les parece imposible amar a una sola pareja. Por más que se esfuerzan, nunca pueden fijar los ojos solo en una persona. ¿Están mal? ¿Son perversos, inmorales o terriblemente egoístas?




La promiscuidad es una servidumbre genética. Y ni la monogamia ni la poligamia han resuelto la intensa compulsión sexual que avergüenza al ser humano desde que organizó la sociedad con castrantes normas morales y rígidos criterios éticos”.


-José Luis Rodríguez Jiménez-


Quienes practican el poliamor dicen que no. Que hay que distinguir a quienes gozan jugando con los sentimientos de varias personas, de quienes aman sinceramente a más de una pareja a la vez. Esta postura desata controversias, pero lo único cierto es que, aunque no hay estadísticas, se sabe que cada vez son más quienes se suman a esta corriente.




El poliamor y la fidelidad

Los adeptos al poliamor no se consideran personas infieles. Todo lo contrario. Hacen gala de su gran sinceridad y la lealtad a sus parejas. Generalmente tienen muchas, algunas en físico y otras en el mundo virtual. Se definen como una nueva y vanguardista manera de entender el amor y de ser más felices.


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También argumentan que la fidelidad, en la mayoría de los casos, no es más que hipocresía. Se sabe que hay millones de parejas que terminan divorciadas por causa de la infidelidad. También se sabe que detrás de muchos matrimonios estables también hay historias que involucran a terceros. Por eso piensan que el estado natural del ser humano no es el de tener una sola pareja, sino muchas.


Para los poliamoristas la infidelidad sí hace daño. En cambio, tener varias parejas a la vez, con el consentimiento de todas ellas, es un acuerdo honesto y saludable. Aseguran que la monogamia se sostiene solamente sobre la base de prejuicios y culpas, pero no de verdadero amor.




La monogamia en la sociedad

Muchas de las personas que se definen como monógamas, solo lo son por un tiempo. Esa es una realidad que comprobamos día a día. Quizás algunos no participen de triángulos amorosos, pero tampoco permanecen con una sola pareja toda la vida. Hacerlo sería ser completamente consecuente con el concepto de monogamia.





La relación exclusiva entre dos personas fue un invento del romanticismo. Nuestros antepasados humanos eran completamente polígamos. Quizás existía más estabilidad en las relaciones donde había hijos, pero esto no se entendía como un compromiso de exclusividad.


La monogamia se instauró socialmente para organizar adecuadamente el tema del patrimonio y las herencias. El matrimonio era básicamente un contrato legal, que aseguraba los bienes para la descendencia común. Sin embargo, en principio, no implicaba un juramento de amor eterno. Esto no se popularizó hasta hace poco más de dos siglos, cuando el amor comenzó a verse de una forma idealizada.


¿Funciona el poliamor?

Hay pocos estudios al respecto, pero quienes han dado su testimonio a distintos medios de comunicación aseguran que el poliamor funciona mucho mejor que la monogamia. El secreto está en la confianza, la sinceridad y la aceptación de las múltiples relaciones que puede tener cada uno. Ya no se habla de “parejas” como tales, sino de “multiparejas”.





Quienes creen en el poliamor aseguran que el afecto que sienten por cada una de sus parejas es completamente sincero. Cada uno de esos amores tiene su propia dinámica y su propia forma de expresarse. Se equivocan los que piensan que simplemente se trata de tener relaciones sexuales con varias personas. Muy al contrario, en este tipo de relaciones se tiene un compromiso afectivo fuerte con cada pareja que se tiene.


En el libro “Más de dos”, de Eve Rikcet, uno de los poliamorosos que da su testimonio dice: “He estado comprometido en relaciones largas durante décadas. Hay formas más sencillas de tener s*x*, si es eso lo que a uno le interesa”. Así mismo, otro de los consultados agrega: “Nuestras relaciones son mucho más exigentes”. Por lo tanto, el poliamor no es un ejercicio de placer ilimitado, sino una postura diferente frente al amor que nace del corazón.


Los estudiosos del tema aseguran que estamos en mora de que el poliamor se reconozca como opción, así como se ha reconocido el amor homosexual. Quizás haya que inventar nuevas opciones de uniones legales para involucrar a más de dos personas. Tal vez también sea necesario que se fomente un gran debate en todas las sociedades para identificar si es hora de que comencemos a mirar el mundo de la pareja de una manera diferente o por lo menos a no juzgar las opciones que otros eligen conociendo sus consecuencias.

Por Edith Sánchez
 
El amor está en los pequeños detalles


Las parejas sanas han aprendido a aceptar sus diferencias y han utilizado esas dificultades que aparecen en el día a día para fortalecer su relación
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Los pequeños detalles son los que marcan la diferencia en cualquier orden de la vida. Estos cobran especial relevancia en una relación de pareja, pues son los que nutren la permanencia del cariño y del cuidado diario.


No es el amor lo que sustenta una relación, sino que es el modo de relacionarse lo que sustenta el amor. Y es que, para que no morir, necesita del respeto y del cuidado, como un huerto para no secarse y dar frutos.






El amor está en pequeños detalles que se cultivan día a día. En abrazarse. En besarse. En protegerse. En apoyarse. En cuidarse. En dormir juntos. En ver películas. En pasear de la mano. En los “te quieros” inesperados. En los besos furtivos. En las cosas sin importancia.





Sin todo esto el amor no sería amor, sería la nada y no podríamos vivir de esta forma. La razón por la que esto es así no es relevante porque el amor no necesita ser comprendido, necesitas ser demostrado, cada día y en cada instante.


Son esas chispas las que mantienen viva la llama, pero no la de la pasión, sino la de la verdadera grandeza de ese sentimiento. Podemos vivirlo de manera mucho más sencilla, pues nos han vendido que tenemos que complicarnos la existencia cuando en realidad no es así.


“Al final te das cuenta de que lo pequeño siempre es más importante. Las conversaciones a las tres de la mañana, las sonrisas espontáneas, las fotos desastrosas que te hacen reír a carcajadas, los poemas de diez palabras que te sacan una lágrima. Los libros que nadie más conoce y se vuelven tus favoritos, una flor que te pones en el cabello, un café que te tomas solo… Eso es lo que verdaderamente vale la pena; las cosas diminutas que causan emociones gigantescas”.


Entre letras y cafeína


El verdadero amor

El amor se hace día a día con detalles, atenciones, preocupaciones y, a veces, hasta con corajes… Hacer el amor significa despertarse cada día con una sola persona en la mente, hacerla feliz, cuidarla, sacarle lágrimas de risa y felicidad, hablarle bonito y darle prioridad.






Al verdadero amor no se le conoce por lo que exige, sino por lo que ofrece. Querer y amar no son sinónimos de sometimiento ni de dependencias, sino de libertad y de disfrute.


De todas maneras, es importante que no nos equivoquen con los términos que se usan en la actualidad. Lo ideal no es el desapego, sino el apego saludable. Es decir, el apego seguro como una inclinación afectiva libre de inseguridades y de exigencias a la que tenemos que aspirar.


Sin embargo, desapegarnos significa desvincularlos, no querer, ni preferir, lo que no es para nada deseable.





Por otro lado, tenemos que deshacernos de las ideas superrománticas, las de las historias clásicas de Disney o las películas de Hollywood.




Hemos absorbido que los principios de una relación deseable tienen como base el hiperapego, lo que no es más que una fuente de dependencias emocionales, de exigencias y de expectativas irreales.


El amor verdadero no es aquel que es perfecto, sino el que se constituye con la sinceridad, la confianza y el respeto como base. El que desde sus orígenes acaricia las miradas cómplices y besa las caricias. El que no juzga. El que deja espacio.


El amor durará tanto como lo cuides y lo cuidarás tanto como lo quieras. Que está hecho de pequeños detalles es la parte de la teoría que todos controlamos; sin embargo, la realidad es que no sabemos llevarlo a la práctica. Reflexionemos sobre ello…


¿Qué tienen en común las parejas duraderas?

El amor ideal es solo una construcción mental a la que le atribuimos determinadas características con las que suponemos que nos gustaría vivir. Pero la realidad es otra, pues no existe una fórmula mágica para crear una relación de pareja sana y duradera.





Sin embargo, el investigador John Gottman destacó cinco pilares fundamentales que compartían las parejas que sostienen su amor con mayor eficacia:


1. La admiración

Las parejas estables y duraderas son capaces de valorar de manera positiva lo que define al otro miembro de la relación. No consiste en expresar de manera cándida y ensimismada las cualidades del otro, sino en manifestar buena consideración.


2. La formación de un equipo

Lo importante es percibir la relación como un “nosotros” en vez de “tú por un lado y yo por otro”. Esto se lleva hasta las últimas consecuencias; o sea, los dos miembros de la pareja son responsables de lo que acontece en ella.


3. El conocimiento profundo del otro y de la relación

Las parejas exitosas saben expresar qué despierta interés en sus compañeros y qué no lo hace. Además, se expresan abiertamente y sin temores.


4. El aprendizaje de las dificultades

Las parejas duraderas hablan de haber superado sus dificultades cooperando y trabajando de manera conjunta, por lo que se expresan de manera positiva.


5. La aceptación

Estas parejas son conscientes de que hay dificultades que se pueden superar y otras que no, por lo que han acordado convivir con ello. De hecho, ser diferentes les parece una ventaja más que una desventaja.


No tenemos que buscar un amor perfecto, sino un amor verdadero, sencillo y satisfactorio. Tener una buena relación de pareja no significa no discutir nunca, sino saber resolver las diferencias y convivir con aquellas que no se pueden solucionar.


Las parejas estables y felices no son aquellas que tienen menos diferencias que el resto, sino las que han alcanzado la capacidad de comprenderse, aceptarse y cuidarse. En definitiva, las que trabajan los pequeños detalles que alimentan su amor cada día.

Por Raquel Aldana
 
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