Autoestima y otros temas de psicología

El Camino de la Autorrealización


Todos tienen la necesidad de la autorrealización una vez que sus necesidades básicas se han satisfecho; pero no siempre el cumplimiento de un objetivo en la vida significa lo mismo que ser feliz.


Una vez que hemos cumplido nuestros deseos materiales, ya no parecen tan atractivos como cuando aún no los habíamos alcanzado y volvemos a sentirnos vacíos por dentro.



Aprendemos que la autorrealización no es un logro que por si solo justifique nuestras vidas para siempre, sino un camino de sucesivos sueños cumplidos que hay que transitar y que la búsqueda nunca se termina.


La película “View From the top” desarrolla este tema con humor, mostrando que la motivación tiene una fuerza arrolladora, que toda meta tiene piedras en el camino que hay que saber sortear, que la envidia puede ser cruel, que el amor tiene su oportunidad que no hay que perder y que el destino nos lleva siempre al mejor lugar para nosotros que nuestros propósitos no nos dejan ver.




Donna es una chica provinciana con una familia de personas sin ambiciones quienes tratan de destruir sus aspiraciones de lograr una vida mejor.


Cuando ya estaba convencida que no valía nada y que era inútil cualquier esfuerzo, ve en la televisión a una exitosa azafata promocionando un libro de autoayuda en el que relata las propias experiencias que la llevaron al éxito y donde estimula a los jóvenes a hacer lo mismo.


Donna compra el libro y se identifica plenamente con la autora, por lo que decide proponerse la misma meta: llegar a ser azafata de primera clase internacional París-New York.


La traición de su mejor amiga, que le cambia el examen, hace que sea destinada a una aerolínea de cabotaje de bajo nivel donde deberá trabajar durante un año para volver a realizar otro examen y tener otra oportunidad.


Su trabajo la obliga a vivir en Cleveland, una ciudad chica que le recuerda a la suya y le moviliza las ansiedades. Sin embargo allí conoce a alguien importante y se enamora.


Finalmente logra ser reconocida por sus méritos y accede al puesto que anhelaba, la primera clase de una prestigiosa aerolínea internacional.


Se produce entonces el conflicto, el amor o el trabajo, disyuntiva que la descoloca porque la enfrenta a dos opciones igualmente anheladas, pero finalmente decide cumplir su destino por lo que tanto había luchado.


Los amantes se separan y Donna recorre el mundo desempeñándose en forma sobresaliente.


Disfruta un tiempo de su nueva vida, hospedándose en hoteles de lujo, conociendo ciudades y rodeada de gente de alto nivel; pero no se siente feliz porque su corazón está triste y anhela estar con la persona que ama.


La vida está hecha de todas estas cosas. Nos aferramos a nuestros sueños pero cuando se hacen realidad nos damos cuenta que pueden costarnos la felicidad tal vez para siempre.


Sin embargo es necesario responder al llamado de nuestras motivaciones, porque si no intentamos satisfacerlas, quedarán como asignaturas pendientes ensombreciendo nuestro horizonte el resto de nuestras vidas, y propensos a responsabilizar a los otros por nuestras decisiones.


Porque vivir es la posibilidad de cumplir un proyecto, de sentir que somos capaces de proponernos metas, que somos más que las definiciones que hicieron de nosotros todos aquellos que nos conocen y que autorrealizarnos sólo depende de nosotros.

Por Malena
 
Autoconfianza: descubre las 7 claves para mejorarla
¿Cómo ganar autoconfianza para alcanzar tus objetivos?

En un mundo en el que cada vez se nos exigen más cosas, trabajar en mejorar los niveles de autoconfianza sigue siendo la gran asignatura pendiente. Tener déficits en este aspecto no sólo causa dolor emocional, sino que nos predispone a actuar como personas que no se fían de sí mismas. Y eso, además de ser una fuente de problemas, hace que los demás nos traten como si necesitáramos ayuda para cualquier cosa.

Consejos para trabajar tu autoconfianza
Contra esta dinámica destructiva, aquí tienes algunos puntos de partida para mejorar los niveles de autoconfianza y autoestima y hacer que la imagen que tienes de ti mismo/a se ponga a trabajar a tu favor.

1. Considera fríamente tus opciones
Distanciarte de tu propia persona y analizar las cosas que haces como si fueses un observador externo te ayudará a reconocer aquellas situaciones y hábitos en los que te haces auto-sabotajes. Si hace tiempo que te notas con poca autoestima, es muy probable que hayas entrado en un círculo vicioso ansiedad y mala autoimagen del que es difícil salir sin proponérselo. Por eso, tomar un punto de vista en tercera persona te ayudará a ver este círculo vicioso al completo y será más fácil tomar cartas en el asunto.

¿Cómo hacer esto? Muy sencillo. Cuando notes que hay algo que te crea angustia y que mina tu autoconfianza, párate a pensar en las distintas opciones con las que puedes afrontar esta situación y elige la que crees que vaya a beneficiarte a medio o largo plazo.

La clave: superar la tendencia a permanecer en tu burbuja
Vigila que tu concepción de lo que es "mejor" a largo plazo no se vea influida por tus ganas de decantarte por la solución cómoda. Si quieres hacer las cosas distintas a como las sueles hacer, tendrás que salir de tu zona de confort. Por ejemplo, si crees que uno de tus trabajos académicos ha recibido una puntuación más baja de lo esperado, la opción más fácil puede ser no hacer nada, pero si acudes a la revisión de la corrección para que la persona que te lo ha corregido te explique en qué has fallado es probable que aprendas cosas, aunque el hecho de enfrentarte a tus errores pueda resultar algo incómodo.

2. Haz lo mismo con tus hábitos negativos
Este punto de vista distanciado no debería actuar sólo a la hora de considerar tus posibilidades de acción, sino también como método para detectar aquellos pensamientos que menoscaban tus niveles de autoconfianza. Tener una buena imagen de uno mismo no consiste en tener una imagen objetiva de uno mismo (eso resultaría imposible, con la cantidad de cosas que sabes sobre tu persona), sino en tener una autoimagen que te resulte útil.

Lo que marca la diferencia a la hora de construirte una autoimagen positiva es la atención selectiva. Cuando no te tienes en muy buena consideración, toda aquella información sobre ti y tus acciones te llegan habiendo pasado por un filtro que haces que lo veas todo en clave pesimista. De este modo, tendrás propensión a prestarle mucha atención a las cosas que te salen mal, mientras que tus méritos te pasarán desapercibidos. Ya que este sesgo va a estar ahí hagas lo que hagas, ¡sácale partido! Detectar aquellos pensamientos sobre tu persona que son injustos y reconocerlos como tales te ayudará a restarles importancia.

Cambiando tus pensamientos para que jueguen a tu favor
A la vez que vas viendo la cantidad de pensamientos negativos poco realistas acerca de tu propia persona, serás más consciente de tu capacidad para participar activamente en la construcción de unos niveles de autoconfianza adecuados, porque te darás cuenta de que lo que sabías de ti estaba sesgado por tu estado de ánimo. También podrás darle un vuelco a la situación contraatacando con pensamientos positivos y prestando más atención a las cosas que hablan bien sobre ti. Esto no cambiará sólo tu percepción sobre tu personalidad, sino que además hará que actúes de manera diferente y, como efecto final, mejorará tus niveles de autoconfianza.

3. Deja de compararte siempre con las mismas personas
Debes dejar de compararte con otras personas. Si no puedes evitar compararte, es porque probablemente no las conoces lo suficiente. Hoy en día las redes sociales y los medios de comunicación hacen que sea muy fácil que personas concretas ofrezcan sólo su mejor lado y guarden bajo candado muchas otras cosas. Y todo esto, con o sin un asesor de imagen a sueldo.

La importancia de sentirse a gusto con uno mismo
Piensa, por ejemplo, en el tiempo que le has dedicado a elegir las fotos que vas a subir en tus perfiles virtuales, o en la meticulosidad con la que escoges ciertas frases. Eso mismo es lo que hacen constantemente un buen montón de personas sobre las que te llegan noticias cada día, y es muy posible que muchas de ellas aún se preocupe más que tú en asegurarse que todas estas noticias hablen sobre una personalidad fascinante. Por eso, trabajar en tu autoconfianza debería incluir una fase en la que pasas de idealizar a estas personas a humanizarlas, es decir, considerar sus defectos o la falta de información sobre ellos.

Si nuestra propia manera de pensar ya lleva incorporada unos patrones de atención selectiva, los mass media e Internet hacen que este acceso restringido a unos pocos datos sea aún más definitivo. Lo cual nos lleva al siguiente punto.

4. Reconoce los efectos que la propaganda ejerce sobre tu autoestima
La autoconfianza y la autoestima están íntimamente relacionados, y por eso deberías fijarte en ambos si quieres intervenir sobre tus posibilidades de cambiar de actitud y de estilo emocional. Sin embargo, existen poderosísimos aparatos propagandísticos y publicitarios que se encargan casi exclusivamente de ofrecer nichos de mercado a grandes organizaciones por la vía de crearle inseguridades a la gente. Si eres mujer, por ejemplo, te habrás dado cuenta de que hay una gran presión mediática para presionar a las mujeres con el ideal de belleza femenina, algo que en última instancia no existe. Algo similar ocurre con prácticamente todos los elementos de nuestra vida: la arquitectura, los coches, la personalidad de los héroes de película, etc.

Desintoxícate de los ideales del cine y la televisión
Darse cuenta de que la autoestima, sea positiva o negativa, es algo que puede aprenderse y desaprenderse y en lo que influyen elementos mediáticos y culturales sirve para ver de que una autoimagen negativa no refleja nuestra propia naturaleza. Por lo tanto, considerar las presiones sociales que influyen en nosotros es imprescindible para conservar la autenticidad y no dejar que la publicidad nos hunda emocionalmente.

5. Cuida de tu salud
Aunque la autoconfianza es algo subjetivo, es más fácil hacer que esta sea positiva si introduces pequeños cambios objetivos en tu vida. Mantener unos buenos hábitos de ejercicio regular, alimentación adecuada e higiene es algo sencillo de conseguir y, además de aportarte beneficios de todo tipo, puede mejorar tu autoestima de manera indirecta.

Mens sana in corpore sano
Cuando nuestro cuerpo funciona mejor, lo nota todo el mundo (y también uno mismo). Hay múltiples estudios que relacionan el bienestar físico con el mental, así que no deberías infravalorar este punto.

6. Duerme bien
No sólo por lo que ya se ha dicho en el punto anterior, sino porque es totalmente esencial. No dormir adecuamente produce cansacio y estrés, lo cual afecta nuestra manera de interpretar las cosas y, cómo no, también tiene un efecto sobre las posturas que adoptamos. Es difícil confiar en uno mismo cuando se anda todo el día con la cabeza agachada.

7. Enfréntate a retos realistas y cúmplelos
Si quieres trabajar tu autoconfianza deberías enfocar tus acciones pensando en la repercusión que van a tener sobre tu autoestima. De algún modo, debes dejarle recados a tu yo del futuro para que sea este quien se lea a sí mismo con unos ojos más amables (en parte, en eso consiste lo explicado en el primer punto).

El arte de proponerse objetivos ambiciosos pero asequibles
Por eso, deberías ver qué metas u objetivos, lejos de resultar útiles, no hacen más que dañar tu autoimagen por ser poco realistas. Si quieres hacer avances en este sentido, céntrate en los objetivos que puedas abordar y lánzate a ellos, sin dejarlo para el día siguiente.

Por Bertrand Regader
 
El miedo se nutre de la ignorancia



El miedo es una emoción básica y positiva, en tanto forma parte de nuestro equipo de herramientas para la supervivencia. Aunque experimentarlo es desagradable, su aparición es una señal de salud mental. Eso sí, siempre y cuando responda a un peligro real. En cambio, cuando surge a partir de una amenaza imaginaria corresponde a un síntoma neurótico y adopta principalmente la forma de angustia.


Como otras emociones, el miedo también puede alcanzar diferentes niveles de intensidad. Va desde un simple recelo hasta el pánico. En los temores de menor nivel la situación se sortea con relativa facilidad, mientras que cuando esta emoción tiene una alta intensidad puede llegar a anular la autonomía de un ser humano. De hecho, hay casos de parálisis totales por miedo. Son casos en los que la emoción deja literalmente paralizado al individuo.




Los miedos neuróticos a veces llegan a ser bastante complejos y enrevesados, e incluso se mantienen una vez que ha desaparecido el estímulo que los ha despertado. Además hay formas de ser y planes de vida que se construyen totalmente en torno al miedo. Se actúa o se deja de actuar, siempre en función del temor a algo o a alguien. Y existen también los miedos inculcados socialmente para quebrar la libertad de las personas y hacerlas más manipulables.


El miedo a lo desconocido

Uno de los miedos fundamentales, que está presente en todos los seres humanos, es el temor a lo desconocido. Si un objeto o una situación son demasiado extraños para nosotros, le tememos, aunque no sea una amenaza para nosotros. Si en este momento te topas con una persona que tiene cuatro brazos, y además lo hace de repente, seguro que pegas un salto hacia atrás. Si no tienes ningún conocimiento de biología, el miedo puede ser mucho mayor. En últimas, más que el desconocimiento, lo que alimenta el temor es la imposibilidad de entender.




Lo familiar nos genera tranquilidad y lo exótico nos asusta en diferentes grados. Lo que entendemos nos aproxima al sentimiento de familiaridad, mientras que lo raro, lo extraño, pero especialmente lo que vemos como incomprensible, nos asusta.




Si nos enfrentamos a una situación nueva, pero en ella hay elementos que podemos reconocer, nos sentimos más tranquilos. Por ejemplo, cuando visitamos una ciudad que no conocemos, pero también tiene casas, edificios y calles como la ciudad en la que vivimos. En cambio, si vamos hacia un paisaje completamente distinto y desconocido, la situación puede ser diferente. Por ejemplo, estamos en la Antártida y aparece un animal que nunca hemos visto. Una de las reacciones naturales será el miedo.




La ignorancia y el miedo

Así como conocer y comprender nos tranquiliza, desconocer e ignorar nos pone en un estado de alerta. No necesitamos ir a la Antártida para experimentar esa sensación. En el mundo actual vivimos rodeados de peligros anónimos y bastante serios, como la llamada “inseguridad” pública. En determinadas zonas y países, sales a la calle y no puedes saber qué va a pasar. Si te dicen que esa calle es peligrosa, aunque aparentemente esté en calma, vas a tener miedo cuando la cruces.


Lo mismo pasa con el fenómeno llamado "terrorismo". Causa terror precisamente porque ignoramos cuándo, dónde o cómo va a aparecer. Al no poder ubicarlo en un espacio determinado, entonces está en todas partes. Se convierte en una amenaza omnipresente que da origen a un miedo constante. Tanto en este caso, como en el anterior, lo que hay es un desconocimiento. La imposibilidad de prever o ubicar una amenaza que presentimos que existe o que tenemos pruebas de que existe pone a funcionar nuestros mecanismos de alerta.




El comportamiento de esos fenómenos es impredecible, porque no contamos con la información, ni los conocimientos que nos permitan organizar una respuesta coherente. Todas esas “amenazas mundiales” nos vuelven más o menos ansiosos y contribuyen a que eventualmente veamos con buenos ojos a los líderes autoritarios. Representan el control que no tenemos. De una u otra manera, nos salvan de esas incertidumbres frente a los peligros.


Así como los hombres primitivos temían al rayo porque no sabían qué era, ni cómo defenderse de él, también los seres humanos modernos tememos a esas ráfagas de peligro. Lo hacemos precisamente porque pueden hacernos mucho daño antes de que tengamos tiempo de poner los medios para salir de su radio de influencia.


Igual que épocas pasadas inventábamos dioses para obtener protección, actualmente se le otorgan cualidades extraordinarias a algunos líderes que prometen conjurar el peligro. De esta manera, igual que el conocimiento nos libera y nos vuelve más capaces, la ignorancia nos condena a la esclavitud del miedo.

Por Edith Sánchez
 
El día en que dejé caer mis complejos me sentí libre



Pocas sensaciones pueden ser más catárticas, satisfactorias y liberadoras como dejar ir nuestros complejos. La expresión del propio ser y ese “me quiero tal y como soy” actúan como auténticas armas de poder, como caricias para nuestra autoestima y como férreos escudos ante las críticas vacías y los comentarios destructivos.


Hasta no hace mucho el tema de los complejos era un territorio propio y distintivo de la jerga psicoanalítica. Un lugar donde términos como “el complejo de Edipo”, “el complejo de Bovary” o “complejo de Electra” daban forma a una especie de comodín o cajón desastre, donde intentar clasificar cualquier comportamiento o rasgo de personalidad.




“No deberíamos eliminar nuestros complejos, sino llegar a un acuerdo con ellos, comprenderlos y evitar que dirijan nuestra conducta”
-Sigmund Freud-

La palabra “complejo” fue introducida por Carl G. Jung y popularizada más tarde por el psicoanálisis freudiano. Sin embargo, bajo toda esta espesa arboleda de terminologías e intentos de categorizar el comportamiento humano hay una raíz central indiscutible: el sentimiento de inferioridad.


Dentro de los objetivos más elementales de la psicología, el poder detectar y comprender el origen de esas respuestas que genera la mente ante los “supuestos” defectos o carencias autopercibidas es casi como quitar los clavos que sujetan la puerta de un sótano que lleva tiempo cerrado. Hablamos de un espacio privado donde se respira una atmósfera que necesita ser ventilada, oxigenado por nuevos enfoques y por la luz de una buena autoestima.


Cabe decir que no es fácil. El proceso para romper o reformular esos esquemas de pensamiento tan autodestructivos requieren tiempo y mucha delicadeza terapéutica. Al fin y al cabo, como dijo el propio Freud una vez, en ocasiones bajo un complejo determinado puede esconderse un auténtico trauma.


Analicemos este tema en detalle.





El origen de los complejos: un laberinto vivencial

Resulta curioso ahondar en la etimología de esos términos que utilizamos tan a menudo. La palabra “complejo” deriva del latín “complectere”, y significa abrazar, abarcar. Así, hablamos de una especie de abrazo de oso, donde quedar atrapados entre sus fieras garras para formar un solo ser, una misma entidad donde conviven depredador y presa.




Asimismo, otro dato que nos llama la atención es que en cualquier definición de manual se nos dice que los complejos se alimentan de nuestros propios pensamientos irracionales. Frases como “soy como una ballena por todos estos kilos de más”, “soy un cobarde, una avestruz que esconde la cabeza” o “valgo menos que un “0” a la izquierda” son frases que retroalimentan de forma implacable el sentimiento de inferioridad.


Ahora bien, hay matices que es necesario aclarar: esos pensamientos irracionales llegan muchas veces de situaciones reales, puntuales y dolorosamente específicas. La mayoría de nuestros complejos tienen su origen en la infancia. Una familia que infravalora a sus hijos, que los lastima verbalmente a través de la ironía o el desprecio, genera profundos traumas.





Más tarde, esos traumas se afianzan en la adolescencia. La falta de autoestima y de estrategias útiles para defenderse y encarar, hace que el joven quede abrumado ante ese mundo casi selvático de algunos colegios e institutos. Lugares donde toda carencia, particularidad física, comportamental o incluso “genialidad” es muchas veces cosificada y cruelmente señalada.

Decir adiós al sentimiento de inferioridad

El sentimiento de inferioridad es ese virus ante el cual es bueno desarrollar una adecuada inmunidad. Caminar por nuestros senderos vitales con una autoestima frágil y el autoconcepto escondido en el sótano de nuestra mente, genera graves consecuencias. Las relaciones afectivas, por ejemplo, pueden trasformarse en auténticos vínculos de cautividad, ahí donde uno tiene el poder y el otro calla y asume.




“Las personas nos diferenciamos de los animales en nuestra posibilidad de sentir complejos, ya sean de superioridad o inferioridad”
-Fernando Savater-
https://twitter.com/intent/tweet?te...avillosa.com/deje-caer-complejos-senti-libre/

Nadie es más que tú y tú no eres más que nadie. Este uno de los mejores lemas para tener presente en nuestro día a día, sin embargo las zarpas de es oso que nos abraza gusta de recordarnos una y otra vez lo insignificantes que somos, los defectos que nos mancillan y que quien se refleja ante tu espejo, no merece sonreír.


No es lo adecuado: es necesario confrontar estos esquemas de pensamiento.

Claves para el cambio: sí a recuperar mi autoestima

No hay un camino fácil. Para recuperar nuestra autoestima es bueno ascender por un sendero zigzagueante y pedregoso, donde solo la voluntad y la valentía nos permitirán alcanzar una cima. Un alto en el que por fin, poder gritar “me quiero tal y como soy, estoy bien, soy una persona hermosa, capaz y digna de construir mi felicidad”.


  • Los complejos se nutren de la propia infravaloración. A veces ese sentimiento de inferioridad está inoculado por una familia, por una infancia o adolescencia compleja. Otras veces, puede ser innata, vinculada a un tipo de personalidad.

  • Saber por qué pensamos como pensamos y qué hizo que desarrolláramos esa atribución personal tan destructiva es siempre de gran ayuda.

  • Asimismo, debemos tener muy claro un aspecto: la persona que no se quiere y se infravalora es infravalorada. Hay que cambiar el discurso, la actitud, el tono y el trato. Para ello, lo primero que haremos es dejar de compararnos con los demás: la única referencia válida a la que hacer caso eres TÚ MISMO.

  • Exprésate. Encuentra un canal donde te sientas bien, donde puedas reafirmarte, descubrirte y quererte. El baile, el deporte, la pintura o la escritura son escenarios maravillosos donde canalizar emociones.

  • Reflexiona ahora sobre los escenarios y las personas a las que estás vinculado/a. ¿Te respetan? ¿Te permiten ser tú mismo? ¿Te hacen sentir bien?… En ocasiones, “reciclar”escenarios y personas es un modo de recuperar la autoestima y dejar caer muchos complejos que otros solían reforzar en nosotros.

Para concluir, recuerda siempre que no estamos en este mundo para sufrir o para encerrar nuestra maravillosa esencia vital en la cárcel de los complejos. Merecemos ser libres, felices y auténticos, y ante todo vivir nuestra propia realidad, no la que otros nos marcan.

Por Valeria Sabater
 
Cada día me siento más ligera, más ilusionada y menos perfecta



Cada día me percibo a mí misma menos perfecta, y esa sensación, lejos de preocuparme me enorgullece y me permite ser más mucho libre: más yo. Ahora, avanzo más ligera, sin pesos ajenos, sin espinas en el corazón y sin piedras bajo el zapato que entorpezcan mi avance ilusionado, mi caminar lleno de armonía y de múltiples posibilidades.


Todas estas ideas se resumen en un término que está muy de actualidad: crecimiento personal. La industria editorial pone a nuestro alcance múltiples enfoques, estrategias y afinadas habilidades para que demos el paso: para que propiciemos una inversión auténtica en nosotros mismos. Ahora bien, hallar esos talentos ocultos, potenciarlos y mirar el horizonte con la mente más clara y el corazón encendido no es algo precisamente fácil.




Asimismo, un aspecto que vale la pena destacar, y que su vez tiene muy claro el mercado editorial, es que el público que más demanda este tipo de lecturas sobre desarrollo y crecimiento personal son mujeres. El género femenino busca sobrepasar fronteras de sus propios contextos para crecer, y a su vez, transformar sus realidades y una sociedad donde los cambios siguen siendo muy lentos, y donde lo masculino sigue llenando aún la mayoría de las esferas.


No es sencillo. Vivimos en un mundo donde, curiosamente, el crecimiento es un imperativo fundamental en cualquier organización. Todo negocio se rige sobre una ley esencial: o se crece o se perece. Sin embargo, a nivel humano esta necesidad no es tan explícita. Porque a veces, “crecer” implica dejar de tener miedo a levantar la voz, implica también atreverse a desafiar lo establecido para demostrar todo aquello de lo que somos capaces. Un aspecto que el género femenino está consiguiendo ya a pasos agigantados.


Te proponemos reflexionar sobre ello con nosotros.




El crecimiento personal también implica “ir más allá de nosotros mismos”

La mayoría de nuestros lectores conocerán sin duda la famosa pirámide de necesidades de Abraham Maslow. Esta teoría enunciada en 1940 ponía sobre su cúspide el concepto de autorrealización como el reflejo de una persona que, en apariencia, había logrado por fin su auténtico desarrollo personal.


Ahora bien, lo que no todo el mundo sabe es que el propio Abraham Maslow se dio cuenta dos décadas después de que su teoría fallaba. Había algo incorrecto. La búsqueda de la autorrealización implica que centremos todos nuestros esfuerzos, habilidades y energías sobre nuestra propia persona en exclusividad. Ansiamos ser capaces, independientes, creativos, valientes y por encima de todo autoabastecernos en casi cualquier aspecto.


Maslow percibió que la mayoría de personas interpretaban la cumbre de su pirámide como la corona que se le otorga a un individuo engrandecido que se percibe así mismo como alguien hábil, fuerte y a su vez, desconectado de su entorno. Parecía no existir por tanto un bien común, un propósito más elevado. Su enfoque no era correcto. De ahí, que introdujera otra dimensión que fuera más allá de esa autocomplacencia, de esa entropía personal para alcanzar un propósito mayor: lo llamó autotrascendencia.







Curiosamente, esa necesidad de autotrascendencia es lo que caracteriza a la gran mayoría de mujeres que cada día se interesan por cultivarse en el mundo del desarrollo y el crecimiento personal. La mujer de hoy tiene muy claras cuáles son sus identidades, cuáles sus potencialidades. No necesita “exaltar” lo que ya es, no quiere autocomplacerse, busca ante todo trascender, ir más allá de los límites que otros le han impuesto para tomar contacto con su entorno y cambiarlo.

Menos perfecta y libre de las expectativas ajenas

La mujer no necesita ser perfecta para dar lo mejor de sí y alcanzar el éxito. Necesita solo ser ella misma. La doctora Saskia Sassen, una conocida socióloga y escritora holandesa conocida por sus trabajos sobre las “ciudades globales”, nos explica que la mayoría de nosotros estamos obligados a adaptarnos a un mundo que, sencillamente, no funciona.


No esperes nada de nadie, las expectativas siempre duelen
-William Shakespeare-

El género femenino, por tanto, debe tener muy claro un aspecto esencial: antes de propiciar ese ansiado desarrollo personal o esa autotrascendecia debe “liberarse”. Es necesario romper con los estereotipos, los mandatos invisibles, los prejuicios y esas expectativas caducas hacia las cuales, muchas se sienten aún prisioneras.


No es necesario ser perfecta para ser validada como persona. No existen los cuerpos perfectos, las profesionales perfectas e infalibles, ni las madres perfectas, ni las perfectas amigas, ni aún menos las hijas ideales o las ideales esposas.

Somos lo que somos y aspiramos a ser lo que sin duda, merecemos. Para lograrlo, es necesario tener un enfoque de vida, una ilusión, unos objetivos, unas pasiones que colocar en nuestro horizonte para luchar por ellas cada día, a cada instante. En segundo lugar, debemos dejar a un lado las expectativas ajenas para asumir las propias: son las únicas que valen de verdad.


La tercera y no menos valiosa, es ser siempre nosotras mismas, sin contradicciones, sin falsos enfoques, sin sesgos que contradigan nuestras propias esencias. Solo así viviremos en armonía, solo así nos atenderemos como merecemos dando a su vez a los demás y a este mundo, lo mejor de nuestro ser para hacerlo un poco más respetuoso, más digno.

Por Valeria Sabater
 
No necesito que nadie me diga cómo debo ser feliz


La felicidad no se oculta tras fórmulas mágicas ni aún menos en la sabiduría de quienes creen saberlo todo, y se ven con el derecho de decirnos qué camino tomar y qué personas evitar. Ser feliz es cuidar de uno mismo para ser auténticos artífices de nuestros destinos, en libertad y en responsabilidad.


Todo lo que somos, todo lo que tenemos acontece tras una serie de elecciones personales. Escuchar o dejarse aconsejar siempre es positivo pero, si permitimos que sean siempre los demás quienes pauten todas las decisiones, nos convertiremos en actores secundarios en el teatro de nuestra propia existencia.




Yo elijo cómo ser feliz, soy yo el único responsable de esos mapas personales que dibujan mi esencia, en los que cada error cometido o logro alcanzado es el reflejo de todas mis responsabilidades.
https://twitter.com/intent/tweet?te...cesito-que-nadie-me-diga-como-debo-ser-feliz/
A modo de curiosidad, te diremos que en los años 40 se llevó a cabo el estudio más conocido y prestigioso sobre la felicidad. Las conclusiones a las que llegó el "Grant Study" nos revela algo que casi todos intuimos: amar y ser amado suele ser para la mayoría, la clave de la felicidad.


Ahora bien, por nuestra parte, queremos que reflexiones en algo más: en la necesidad de querernos a nosotros mismos para ser capaces de elegir y construir nuestros propios caminos en libertad.





Ser feliz es un sutil equilibrio entre el control y la libertad

Lo que a tus padres o a tus amigos les hace feliz, no tiene por qué hacerte feliz a ti. Cada persona es un mundo y en cada mundo rigen sus leyes, sus formas sentir, de pensar y enriquecerse emocionalmente. La clave está en encontrar nuestro propio “elemento”, esa motivación cargada de significado para hacerla nuestra.


Deja fluir: no te aferres a los demás, asume que todo tiene su momento y que es mejor caminar libre que encadenado a lo que nunca puede ser: avanza tranquilo, seguro de ti mismo…
https://twitter.com/intent/tweet?te...cesito-que-nadie-me-diga-como-debo-ser-feliz/
Mihaly Csikszentmihalyi es un referente muy clásico en el estudio de la felicidad. Según él, más que aspirar a ser felices deberíamos centrarnos en lo que él llama la “experiencia óptima”, es decir, en ese bienestar en el que se armoniza nuestra mente y nuestras emociones teniendo pleno control de la situación y donde, sencillamente, nos dejamos llevar o fluir.




Lo analizamos en detalle.





La felicidad es control y libertad a la vez

  • Las experiencias óptimas son aquellas en las que disfrutamos al tener un pleno control sobre una actividad determinada. Nos sentimos competentes y guiados por una elevada motivación intrínseca.

  • A lo largo de esas experiencias óptimas pueden aparecer errores, imprevistos o giros inesperados, no hay duda, pero la sensación de que “somos libres” para volver a empezar nos confiere una grata sensación de autoeficacia y… felicidad.



La capacidad de dejarnos “fluir”

Csíkszentmihályi es el máximo representante del estado “flow”, fluir, un estado de conciencia emocionalmente positivo caracterizado por lo siguiente:


  • Fluir es un estado en el cual nos sentimos comprometidos en mente y corazón con lo que hacemos en el “aquí y ahora”.

  • El ego queda desactivado y gozamos de un gran equilibrio interior al realizar y sentir cosas que nos definen de verdad, que quedan armonizadas con nuestras facultades, emociones y conocimientos.

  • Ahora bien, esta calma se romperá de inmediato si perdemos el control y nos dejamos llevar por los mandatos u opiniones de otros. Entonces, en lugar de fluir permanecemos encallados. No hay movimiento ni equilibrio, lo que sentiremos es una total desconexión con nosotros mismos, con nuestra esencia.
Lo que NO necesitas de los demás para ser feliz

Si reducimos nuestra búsqueda de la felicidad solamente a la aspiración de amar y ser amados, desarrollaremos un apego insano en el que cualquier decepción, ausencia o desengaño, deriva en una grave crisis personal.


Una vez más, hemos de hablar de equilibrio, de establecer relaciones maduras y conscientes donde permitirnos también " fluir“, libres de férreas ataduras, dependencias y temores. Porque si hay algo que debemos tener claro es que la felicidad es ante todo, ausencia de miedo.


Puesto que la mayoría sabemos lo que buscamos en las personas para sentirnos bien, reflexionemos ahora sobre lo que NO necesitamos de los demás para ser felices.


  • No necesitas su aprobación, es un fuente innecesaria de sufrimiento.

  • No dejes que te “inoculen” miedos ajenos. Las actitudes limitantes pueden proyectarse de padres a hijos o entre parejas, de forma que llegan a hacernos creer que no somos capaces o aptos para la vida.

  • No pongas en tu horizonte metas que no son tuyas. Las aspiraciones de otros no te definen, no son tuyas, así que siempre será mejor encontrar tu “elemento”, tu motivación y hacer de ella el motor que da fuerza a tus sueños y esperanzass cotidianas.

Ser feliz no es un sentimiento, sino la decisión de caminar sin miedo y en armonía con los demás mientras cuidamos de nosotros mismos.

Por Valeria Sabater
 
He cambiado, ahora doy a cada persona el valor que merece


Casi siempre y por fortuna, las experiencias que vivimos nos cambian, nos ayudan a restablecer nuestras prioridades y nuestros conceptos, así como a “darnos cuenta”, a no dejar que nos pisen, que se aprovechen de nuestras ideas o que nos hagan sentir pequeños. En definitiva, nos ofrecen la posibilidad de otorgar a cada persona el valor que se merece.


Priorizar y darle a cada persona la posición que le corresponde en nuestra vida significa construir, hacer sólidos los cimientos de nuestra autoestima, fortalecer el concepto que tenemos de nosotros mismos y conseguir discernir qué es positivo y qué es negativo para nosotros.




Para hacer esto debemos asumir que no todo el mundo debe tener voz y voto en nuestra vida. La confianza y la prioridad son dos privilegios que “se ganan” y “se construyen”, por lo que es de ley que nos reservemos el privilegio de aceptar que alguien tenga peso en nuestro día a día.

Madurar es sinónimo de crecer y priorizar

Con el paso del tiempo nos hacemos expertos en “darnos cuenta” de lo que en realidad nos interesa. Hablamos de vínculos sanos e insanos, de personas que nos enriquecen y personas que nos dañan, de costumbres y de expectativas, etc.


Nos obsesionamos por agradar a todo el mundo y porque todo el mundo nos agrade, lo cual nos acaba generando la sensación de que estamos rodeados por cantidad más que por calidad. Habitualmente esto cambia con el tiempo y bien sea por los años o por los daños, comenzamos a darle prioridad a quienes consideramos importantes en nuestra vida.




No se trata de perdonar errores o de no hacerlo, tampoco se trata de intentar estar libres de decepciones o de buscar brazos que nos protejan de los rechazos, del abandono o de los bandazos que damos en nuestro viaje.
No es cuestión de tener amigos eternos o parejas para toda la vida. No es cuestión de querer alcanzar la perfección en una persona. Se trata más bien de reconciliar nuestras prioridades haciéndonos conscientes de nuestros afectos y enriqueciendo nuestro bagaje relacional.

No vivas de las apariencias, siempre cambian

La necesidad de aparentar se hace patente en la consideración que hacemos de nuestras relaciones a través de las redes sociales. También por no alejarnos de aquello que no nos agrada o que prioriza otro bienestar que no es el nuestro.




En este sentido, para dejar ir y HACER MARCHAR a aquellas personas que no nos hace bien primero tenemos que dejar de albergar la idea de que el dolor emocional es una parte inherente a nuestras relaciones.


Las personas que tienen valor en nuestra vida las elegimos nosotros, así como la prioridad que les damos. Las etapas por las que pasamos determinan de manera peligrosa las máscaras que nos ponemos y las máscaras que los demás se ponen. Por eso, para desenmascarar egoísmos y falsas compañías, debemos primero enjuagar nuestros ojos y darnos cuenta del suicido que supone pretender ser como los demás esperan y ansían que seamos.


La importancia de conocerse y dar valor a nuestras inquietudes

Cada uno somos como somos y el abanico de cualidades que nos caracterizan debe pertenecernos, no responder a las imposiciones, prioridades e intereses que los demás manifiestan sobre nosotros. Es difícil hacer este autoexamen, pero no debe asustarnos.


Para conseguir este tipo de libertad tenemos que examinar nuestro pasado y nuestro presente emocional, valorar qué tipo de prioridades vamos acumulando y a qué (y a quienes) corresponden. Esto es importante a la hora de limpiar la suciedad que habita en nuestra vida.


Habitualmente no le damos importancia a esto y dejamos que se acumule el dolor de “aquellas concesiones” que ofrecimos a costa de nuestra identidad. No reflexionamos sobre eso y eso, sin duda, nos hace sentirnos en la necesidad de escapar de nosotros mismos.


Pero esto es un sinsentido, pues es como si un alérgico metiese debajo de la alfombra todo el polvo de la casa pensando que así no le afectará a su salud y que no le dificultará algo tan vital como la respiración. Visto así no cabe duda de que aquellas cuestiones y personas que resultan negativas para nosotros se acaban adueñando de nuestro presente.


Esto resta espacio a lo positivo y duele. Duele mucho. Por eso, cuando has aprendido lo suficiente del dolor de otorgar prioridades inadecuadas, miras a tu interior, te sanas y subes un escalón más. Un escalón desde el que gritas: ¡¡Basta!! No daré a los demás el valor que no se merecen.

Por Raquel Aldana

 
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Los 4 tipos de amor: ¿qué clases distintas de amor existen?



¿Qué clases diferentes de amor existen? En este artículo repasamos los tipos de amor y sus teorías.

El fenómeno del amor es, sin duda, el más estudiado, complejo, incomprendido y multidimensional que existe. Es un fenómeno que ha engendrado infinidad de obras artísticas: pintura, escultura, literatura, poesía… Pero también es algo muy complejo. Tanto, que muchas veces en vez de hablar sobre el concepto del amor en sí se habla acerca de los tipos de amor diferentes que existen.


La idea es que en nuestra cultura el amor no tiene una definición completa, sino que posee muchos significados diferentes, y es un concepto que se emplea en contextos y relaciones muy variables. El amor tiene matices, y estos hacen que, si queremos entender bien este fenómeno, debamos clasificarlo según una serie de criterios. Eso hace que renunciemos a la posibilidad de entender el amor como algo único, muy bien definido y fácil de comprender, pero a cambio nos permite entender mejor sus manifestaciones desde un punto de vista práctico.


Amor: un sentimiento complejo

El estudio psicológico ha realizado esfuerzos constantes con el objetivo de acotar el significado y las implicaciones del concepto amor (por qué amamos, a quién amamos, cómo amamos), aunque lo cierto es que esta tarea siempre se ha visto envuelta en dificultades debido a que hay miles de concepciones, opiniones y maneras de enfocar dicha temática. Además, las opiniones que tienen las personas acerca de lo que es el amor también influyen en el modo en el que estas lo experimentan, por lo que no se puede realizar un análisis "puro" sobre lo que conforman los diferentes tipos de amor.


Los psicólogos canadienses Beverly Fehr y James A. Russell [1] dedicaron muchos años de su vida a indagar sobre el concepto del amor. Elaboraron conjuntamente un estudio en el año 1991, donde pedían a una serie de participantes que redactaran una lista con tantas clases distintas de amor como se les ocurrieran en ese momento. Este experimento sirvió para crear una gran lista con 93 clases distintas de amor. Posteriormente, a otros participantes se les cuestionó sobre cuán típico les parecía cada uno de los prototipos de amor descritos en la lista, esto es, en qué grado pensaban que representaba mejor la esencia del amor.


Los resultados de esta encuesta revelaron que el amor considerado como más prototípico fue el amor maternal. Correlativamente, los siguientes tipos de amor más prototípicos y conocidos fueron el amor paternal, la amistad, el amor de hermana, el amor romántico y amor de hermano. Otras tipologías de amor, como por ejemplo el apasionado, el sexual o el amor platónico, fueron razonadas como amores menos prototípicos según los resultados del estudio.

Elementos del amor

Las investigaciones de Fehr y Russell no son, ni de lejos, las únicas que inquieren sobre cómo percibimos los distintos tipos de amor. Los psicólogos P. Shaver y J. Schwartz [2] realizaron en 1992 una serie de estudios empleando un procedimiento parecido. Analizaron detenidamente los juicios de parecido o semejanza entre distintas palabras vinculadas a las emociones, descubriendo que amor, cariño, afecto, atracción y cuidado constituían un bloque bastante uniforme. En consecuencia, los estudios de Shaver y Schwartz concluyeron que la concepción que tenemos del amor resulta muy compleja, y no existe una delimitación manifiesta entre el amor y sentimientos o emociones parecidas.


La clasificación más importante y que congrega a un mayor número de expertos acerca de cuáles son los tipos de amor es la Teoría Triangular de Sternberg [3]. Esta categorización se construye en base a tres dimensiones o elementos esenciales en el amor, que son éstos:


1. Pasión

La pasión es el estado de excitación física y mental descrita durante siglos por escritores, poetas y filósofos, pero también por científicos. La atracción entre dos cuerpos y el deseo sexual son sus partes básicas. Algunos investigadores, como Bratslavsky y Baumeister, definieron la pasión en el amor como un agregado de sentimientos de gran intensidad enfocados a la atracción hacia otra persona, caracterizados por la activación biofisiológica y la aspiración de unirse a ella a todo nivel (sexual, sentimental…).


Sin embargo, hay que señalar que, en caso que la persona sea deseable como pareja sexual, la pasión incorpora dos elementos: la atracción y el apetito sexual. En cambio, pueden existir sentimientos de pasión carentes de estos dos elementos, como la pasión hacia un hijo.


2. Intimidad

Este elemento constitutivo del amor se expresa como un sentimiento de unión, proximidad y afecto hacia la otra persona, así como la preocupación para incrementar su bienestar, para proporcionar y recibir apoyo sentimental y comunicar las opiniones y emociones personales, así como escuchar y atender a las del otro. Los investigadores reportaron que este elemento del amor engloba una concepción de empatía mutua, actitudes amables y benévolas hacia la otra persona, y la comunicación permanente del afecto compartido.


3. Compromiso

El compromiso puede expresarse a corto plazo como la decisión explícita de querer compartir tiempo y espacio, o a largo plazo como el compromiso de cuidar y alimentar ese amor. Estos dos componentes no tienen por qué darse siempre conjuntamente. El compromiso es un elemento que puede manifestarse a pesar de que intimidad y pasión hayan desaparecido.


Algunas veces, la relación que hay entre dos personas puede ir progresando a lo largo del tiempo, y la pasión y la intimidad ir deteriorándose. En este caso, solo permanecería el compromiso, entendido como la voluntad de proseguir en la relación. En el caso de culturas en que se llevan a cabo matrimonios de conveniencia pactados entre dos familias, el componente del compromiso se manifiesta al inicio de la relación, y el tiempo dirá si pasión e intimidad también aparecerán.

Por Bertrand Regarder

 
10 trucos para ser más sociable y divertido

Te explicamos 10 claves para dejar a un lado la timidez y empezar a ser más comunicativo.

Ser una persona con capacidad para comunicarse con los demás, saber hablar en reuniones y conocer gente nueva es lo que define a las personas sociables.

Si además de estas cualidades, le sumamos cierto desparpajo, espontaneidad y ganas de vivir, podemos estar ante una persona sociable y divertida: ese tipo de personas que nos hacen pasar buenos ratos y que logran despertar la simpatía de casi todo el mundo.

Ser sociable: una ventaja para distintos ámbitos de la vida
Además de las claras ventajas que ser sociable puede acarrear en entornos de ocio, cabe destacar también que, cada vez más, las empresas valoran la sociabilidad y las capacidades comunicativas.

En un mundo donde las máquinas sustituyen el trabajo humano, va cobrando importancia la virtud de saber comunicar bien y conectar con los interlocutores, y es por esta razón que las corporaciones buscan perfiles profesionales que gente empática y abierta de mente que les ayuden a conocer los gustos de sus potenciales clientes o que sepan conectar con resposanbles de otras empresas.

https://psicologiaymente.com/inteligencia/inteligencia-interpersonal
10 trucos para ser más sociable, divertido y empático
Si eres una persona un poco tímida o reservada, debes saber que las habilidades sociales y comunicativas se pueden aprender. De hecho, el conectar con otras personas es una de las capacidades más entrenables que tenemos. Somos seres sociales por naturaleza, y si pones en práctica estos consejos y trucos podrás mejorar en este aspecto.

1. La importancia de confiar en ti mismo
Esto puede ser fácil de decir, pero no es tan fácil de llevar a la práctica si partes de una autoestima un poco mermada o bien te has habituado a pensar que eso de conocer a personas no es lo tuyo. Tienes que saber que todos tenemos cosas que nos hacen únicos y especiales, historias curiosas y una visión de la realidad que nos distingue.

Si eres capaz de valorarte a ti mismo, podrás acercarte a esas personas que quieras conocer con seguridad, y será mucho más fácil poder conectar personal y emocionalmente.

2. No tengas miedo a conversar con desconocidos
Una de las cosas que te ayudarán decisivamente a mejorar tus habilidades sociales es lanzarte al ruedo y empezar a conversar con personas que no conozcas mucho. Por ejemplo, puedes intentar hablar con personas que te generen más confianza, sobre temas que te resulten cómodos, como alguna noticia de actualidad o algo que genuinamente te llame la atención sobre tu interlocutor. Verás como la gran mayoría de personas reaccionan positivamente a tus preguntas.

Poco a poco, si practicas este punto, notarás que cada vez te cuesta menos inciar conversaciones y te atreves a hablar con individuos que antes te imponían más.

3. Mira a los ojos de tu interlocutor
Es importante que te acostumbres a tener contacto visual con la persona con quien hables. No solo transmitirás mayor seguridad en ti mismo sino que te permitirá conectar y generar empatía con tu interlocutor.

Ten en cuenta también que es muy positivo que puedas tener toques de humor. Seguro que la persona con quien converses valorará tu humor y empatizará más contigo. Eso sí, no es buena idea exceder ciertos límites en el humor. Por lo menos en los primeros contactos, usemos un tipo de bromas agradable y que no puedan causar malestar.

4. Interésate genuinamente por tu interlocutor
¿Te gusta que otra persona se interese genuinamente por ti? Es muy probable que respondas que sí a esta pregunta. Nos gusta sentirnos valorados, y por tanto nos sienta bien que haya otros seres humanos que quieran conocernos mejor.

Si a ti te gusta que otros individuos se interesen por ti, a las demás personas les pasa exactamente igual. Por tanto, es buena idea que seas tú quien propicie la interacción. Sin necesidad de que parezca que las estás interrogando, una comunicación fluida y amena puede dotarte de herramientos para ser más sociable y divertido. Sobre todo, toca temas que puedan uniros, como intereses en común.

5. No te limites a interactuar con tu círculo cercano
Deberías animarte a entablar conversaciones no solo con las personas que están a tu alrededor la mayor parte del tiempo, sino también con personas con las que coincidas en contextos y situaciones más informales. Si siempre te rodeas y hablas con el mismo círculo de gente, tenderás a permanecer en tu zona de confort.

Busca sitios y situaciones en que puedas conocer gente nueva y poner en práctica tu sociabilidad y tu capacidad para comunicarte y empatizar.

6. Mantén el contacto
Si conoces a alguien con quien te gustaría volver a encontrarte en otra ocasión, no dudes en pedirle alguna forma de contacto (facebook, teléfono, email…). De este modo, tendrás una vía rápida para volver a saber de esa persona y, si ambos queréis, podréis volver a quedar en algún sitio y retomar la amistad.

En nuestra época de tecnologías y redes sociales, muchas amistades pueden mantenerse vivas en el tiempo gracias a este medio. Aprovéchate de ello.

7. Únete a actividades que se realicen en grupo
Si realizas actividades junto a más personas (como cursos formativos, deportes de equipo, tertulias sobre algún tema que te interese…), te obligarás a conocer a gente nueva y a cooperar.

Esto puede ser muy útil si en tu vida diaria no dispones de lugares donde expandir tus horizontes. Seguro que unirte a uno de estos grupos, o incluso ir al gimnasio, puede serte de mucha ayuda a la hora de desarrollar tu sociabilidad.

8. Sé alguien con quien sea agradable estar
No subestimes la importancia de sonreír, de ser gentil y de tener buenos modales con las demás personas. Es fácil deducir que todos nos sentimos atraídos hacia aquellas personas que nos hacen sentir bien.

Este es uno de los consejos más importantes si quieres desarrollar tu sociabilidad y tu empatía, porque si eres amable notarás que los demás empiezan a dispensarte el mismo buen trato de vuelta.

9. Practica siempre que puedas
Tu círculo familiar y tus amigos más cercanos pueden ser un buen banco de pruebas para abrirte y sociabilizar. Todas las técnicas y trucos antes mencionados los puedes poner en práctica con ellos: interésate por sus vidas, mantén el contacto si no los tienes cerca, empatiza con ellos, haz actividades fuera de lo habitual…

Si tienes una vida apasionante y activa, no solo serás más sociable e interesante sino que atraerás a más personas a querer conocerte.

10. No te preocupes si alguna interacción no sale como esperabas
Perder el medio a relacionarse con los demás también implica aceptar que no todo sale siempre como queremos. De hecho, tienes que tener en cuenta que, algunas veces, las personas con quienes intentarás interactuar no estarán de humor. Nos pasa a todos alguna vez y no hay que darle más vueltas.

¡No pasa nada! No te responsabilices por ello. Por cada persona que no esté en un estado mental abierto hacia ti, encontrarás varias que sí querrán conocerte. Aprender a ser más sociable y divertido también pasa por combatir la timidez y ser más abiertos con los demás, incluso aunque alguna vez alguien pueda no ser muy amable con nosotros. Esto no nos debe afectar.

Si eres amable, abierto y simpático, irás conociendo a personas que te irán aportando cosas positivas a tu vida. Esto no es un sprint de 100 metros, sino una actitud que has de plantear a medio y largo plazo. Notarás como tu vida cambia a mejor conforme avanzas.

Por Xavier Molina

 
Los 15 tipos de actitudes, y cómo nos definen



Diferentes maneras de comportarse y de sentir, unos patrones psicológicos que nos definen.

Existen numerosos factores que pueden alterar el éxito o fracaso de una acción. Y es que aunque tengamos la posibilidad real de lograrlo, no es lo mismo hacer algo que hacerlo bien: nuestra disposición a hacerlo afecta a la motivación y la consecución, grado o incluso percepción de la tarea o situación.

No estamos hablando de algo que sea o A o B, sino que existen gran cantidad de tipos de actitudes, pues es de esto de lo que estamos hablando, de lo que pueden tener al respecto.


¿Qué son las actitudes?

Antes de entrar a valorar diferentes tipos de actitudes, es necesario tener en cuenta qué podemos considerar actitud en sí.


En este sentido, recibe el nombre de actitud al efecto del conjunto de creencias y valores relativamente estables a lo largo del tiempo en la disposición o tendencia a actuar de determinada manera o acometer algún tipo de acción. Se trata de un aspecto determinante a la hora de llevar a cabo una acción y el tipo de emoción que genera dicha actividad o manera de interactuar ante una situación o estímulo concretos.


Una actitud puede ser más o menos generalizada, pudiendo hacer referencia a un ámbito extenso o incluso a un tipo de estímulo concreto (es lo que ocurre por ejemplo con los prejuicios étnicos o raciales).


La actitud hacia el mundo surge de la interacción entre factores biológicos y hereditarios (al igual que las aptitudes o los rasgos de personalidad, parte de ellas son favorecidas por la genética de cada sujeto) y los factores ambientales tales como el aprendizaje a lo largo de la vida del sujeto.


Asimismo, pueden modificarse activamente mediante el entrenamiento o la mera exposición hacia el tema que genera la actitud, por ejemplo asociándose la actividad en cuestión con refuerzos positivos o negativos en base a la experiencia.


Funciones de las actitudes

La presencia de una actitud determinada tiene cuatro funciones básicas, tal y como propuso Katz en 1960.


En primer lugar tienen una función utilitaria o instrumental, en el sentido de que permiten acometer y acercarse al cumplimiento de las metas de quienes las tiene.


Otra de sus funciones es la de conocimiento, ya que permiten tanto procesar como incluso percibir selectivamente la información disponible en el entorno.


La tercera de las funciones básicas de las actitudes es la de expresión de valores, permitiendo mostrar las creencias detrás de la propia actuación.


Por último y vinculada a la anterior destaca la función de la defensa del yo, vinculada a la preservación de la autoestima y el autoconcepto al permitir la autoafirmación y autojustificación de los propios actos.


Los tipos de actitudes

Es posible encontrar una gran variedad de tipos de actitudes, clasificados según diversos criterios y sin que sean mutuamente excluyentes. Entre ellas podemos observar las siguientes.


1. Según su valencia afectiva

Una de las posibles formas de clasificar las emociones es a través de su valencia afectiva, en el sentido de cómo permiten valorar el entorno y la situación. Podemos encontrar los siguientes tres tipos de actitudes.


1.1. Actitud positiva

Uno de los tipos de actitud más favorecedores es la actitud positiva, a través de la cual se visualiza la situación o exposición a un estímulo de manera que se favorece la interpretación positiva y optimista independientemente de que se afronten dificultades, acercando al sujeto a la estimulación o acción y a la búsqueda de la consecución de los objetivos de manera sana, confiada y generalmente disciplinada. Suele ser contagiosa.


1.2. Actitud negativa

Tipo de actitud que genera una visión negativa y pesimista de la realidad, generalmente maximizando la experiencia aversiva y dando poco valor o directamente no viendo los aspectos positivos de la situación. Suele generar una evitación de la actuación o una conducta quejumbrosa más allá de lo racional, haciendo difícil la consecución de metas. Al igual que la positiva suele ser contagiosa.


1.3. Actitud neutra

Podemos considerar como actitud neutra aquella en que el juicio y el pensamiento no está teñida por una emocionalidad ni positiva ni negativa. Se trata de uno de los tipos de actitud menos frecuentes y suele ser propia de personas que pretenden ser imparciales en sus juicios.


2. Clasificación según su orientación a la actividad

Otro tipo de clasificación, no reñida con la anterior, hace referencia a la manera en que las disposiciones individuales generan una aproximación u orientación concreta hacia la idea de llevar a cabo una conducta o actividad. En este sentido y podemos destacar las siguientes.


2.1. Actitud proactiva

Un tipo de actitud en la cual se prioriza la actuación y la búsqueda autónoma y activa de una mejoría en la realización o desempeño de la actividad o de una búsqueda autónoma de la solución de problemas que puedan surgir. Se trata de un tipo de mentalidad que promueve la creatividad y la generación de valor añadido, así como la persecución de la consecución de los objetivos presentes e incluso buscando nuevos retos a alcanzar tras ello. Es muy cotizada en el mercado laboral.


2.2. Actitud reactiva

Este tipo de actitud se vincula también a la actuación y puesta en marcha de conductas, pero con una mentalidad más pasiva y dependiente de lo establecido. Una persona reactiva dependerá en gran medida de instrucciones y recursos y tendrá más dificultades para afrontar problemas imprevistos, no siendo autónomos. Predispone al conformismo y a la no acción si no hay nada que obligue a ella.


3. Clasificación según la motivación para actuar

Otro tipo de actitudes que pueden considerarse surgen no tanto de cómo nos orientemos hacia la actividad sino lo que nos motiva a hacerlo. En este sentido podemos encontrar los siguientes tipos de actitudes.


3.1. Actitud interesada

Este tipo de actitud implica que lo que busca en sujeto en su acción es la consecución de sus propios objetivos individuales, no teniendo en cuenta o valorando en muy poco las necesidades ajenas.


Se busca el propio beneficio, sea de forma directa o indirecta y pudiendo ser ello más o menos evidente. Puede buscar también el beneficio de los demás, pero siempre ha de reportar algún tipo de beneficio personal (aunque sea a nivel de consideración social). Promueve otro tipo de actitud que veremos posteriormente, la manipulativa.


3.2. Actitud desinteresada/altruista

El sujeto con este tipo de actitud lleva a cabo sus actos con el propósito de generar un beneficio para los demás o independientemente de que pueda no generar ganancias o incluso que pueda provocar pérdidas. Es poco habitual, pues la mayoría de acciones genera de manera secundaria beneficios al propio sujeto aunque sea a nivel psíquico.
4. En función a la relación con los demás


Además de en los propios objetivos, las actitudes pueden también clasificarse en función de cómo se interactúe con los demás.


4.1. Actitud colaboradora/integradora

Un tipo de actitud de gran utilidad, promueve la interacción con los demás de cara a que todos puedan lograr sus objetivos y alcanzar sus metas tanto compartidas como individuales.


4.2. Actitud manipuladora

Este tipo de actitud es la que tiene quien utiliza de manera voluntaria y consciente a los demás, cosificándolos de cara a obtener sus propios objetivos, favorecer sus intereses o dirigir la situación hacia un punto deseado por ellos.


4.3. Actitud pasiva

Se trata de un tipo de actitud derivado de una visión negativa de la realidad, en la que se presenta una ausencia de iniciativa y actividad, no buscando la aproximación a la acción sino su evitación. A nivel personal pueden llegar a supeditar sus deseos a los de los demás, siendo dependiente y no defendiendo sus derechos.


4.4. Actitud agresiva

Una manera de actuar y tomar las situaciones de tal manera que se defienden los propios derechos independientemente de los de los demás, llegando a ignorarlos o minusvalorarlos si son contrarios a los del propio sujeto.


4.5. Actitud asertiva

Un tipo de actitud en la que el sujeto defiende sus propios opiniones y derechos de forma consistente, pero respetando las de los demás y siendo flexible de tal manera que se respeta al otro y se da espacio para la negociación.


4.6. Actitud permisiva

Este tipo de actitud se vincula en gran medida a la propensión a ser flexible en grado sumo, permitiendo y valorando desviaciones de la norma.


5. Según el tipo de elementos que se utilizan para valorar los estímulos

Otro tipo de actitudes se vincula a nuestra manera de procesar la realidad o al tipo de aspectos que se emplean para valorar cada situación.


5.1. Actitud emocional/emotiva

La actitud emocional o emotiva es la que tienen aquellas personas que tienden a basarse en lo emocional y valorar los afectos propios y ajenos. Suelen ser más.generosos, románticos y afectivos tanto en sus interacciones como a la hora de valorar las situaciones (a veces de manera incluso contraria a la racionalidad).


5.2. Actitud racional

La tienen personas que se basan en el uso de la lógica y la razón a la hora de valorar la realidad, a menudo ignorando aspectos irracionales o emocionales.


Por Oscar Castillero Mimenza
 
Los 16 tipos de sentimientos y su función psicológica

Clases de sentimientos: ¿cuáles expresas en tu día a día?

Los seres humanos experimentamos multitud de sentimientos casi sin darnos cuenta: me siento contento, aburrido o confiado son algunos ejemplos. El término sentimiento puede confundirse con emoción, y aunque éstos están relacionados, no son exactamente lo mismo.

En este artículo hablaremos sobre qué son sentimientos y cómo podemos reconocerlos.

Diferencia entre emociones y sentimientos
Algunos de vosotros os habréis preguntado qué diferencia a una emoción de un sentimiento. Pues bien, para entender esta diferencia podemos extraer un fragmento del libro "El error de Descartes" de Antonio Damasio. El autor es un investigador que ha prestado mucha importancia a las emociones y los sentimientos en el comportamiento social e incluso en el razonamiento.

Para Damasio: “Cuando experimentas una emoción, por ejemplo la emoción de miedo, hay un estímulo que tiene la capacidad de desencadenar una reacción automática. Y esta reacción, por supuesto, empieza en el cerebro, pero luego pasa a reflejarse en el cuerpo, ya sea en el cuerpo real o en nuestra simulación interna del cuerpo. Y entonces tenemos la posibilidad de proyectar esa reacción concreta con varias ideas que se relacionan con esas reacciones y con el objeto que ha causado la reacción. Cuando percibimos todo eso es cuando tenemos un sentimiento.”

Así pues, los sentimientos son el modo en el que nos relacionamos con esa vertiente emocional de nuestra mente, las narraciones que establecemos sobre ella y el modo en el que respondemos ante estas situaciones experienciales.

De manera teórica, pues, los sentimientos y las emociones se encuentran diferenciadas entre sí por las relaciones diferentes que ambos tienen con la consciencia y con los procesos psicológicos superiores: los sentimientos parten de las ideas abstractas y el pensamiento dirigido de forma consciente, mientras que las emociones no.

Un ejemplo sobre emociones y sentimientos
En pocas palabras, la emoción sería la primera reacción que experimentamos frente a un estímulo y que tiene que ver con el sistema límbico. Y el sentimiento sería el resultado de una emoción, y tiene su origen en el neocórtex, concretamente en el lóbulo frontal. La respuesta a un sentimiento puede ser física y/o mental, y está mediada por neurotransmisores como la dopamina, noradrenalina y la serotonina. Asimismo, los sentimientos duran más que la emoción, pues su duración proporcional al tiempo en que pensamos en ellos.

En nuestra vida cotidiana, los sentimientos se manifiestan todo el tiempo, por ejemplo: Estamos en el trabajo, se acerca nuestro jefe y nos dice le acompañemos a la oficina. Allí, nos comunica que desde la dirección no les gusta nuestro trabajo y nos despiden. Casi constantemente el miedo se apodera de nosotros, lo que sería la emoción.

Justo después, analizamos la situación y nos planteamos una serie de cuestiones: “¿Por qué yo? ¿Qué habré hecho mal?” y comenzamos a experimentar tristeza y lástima por tener que abandonar el puesto de trabajo, enfado, inferioridad, incertidumbre por el futuro, etc. Esta segunda reacción modificada por nuestros pensamientos conscientes, sería un sentimiento.

Los componentes de la emoción
Cabe decir, pero, que el debate entre sentimiento y emoción viene de lejos y ha sido un tema controvertido, pues son términos que se suelen confundir y utilizar de forma indistinta. Uno de los primeros autores que habló sobre los emociones y los sentimientos fue Richard S. Lazarus, qué afirmo que que estos dos conceptos están interrelacionados. El sentimiento formaría parte de la emoción, pues es su componente subjetivo, es decir, cognitivo.

Las emociones ,que se originan en el sistema límbico del cerebro, son estados complejos en los que intervienen distintos componentes:

  • Fisiológicos: Son procesos involuntarios, la primera reacción: aumenta el tono muscular, la respiración, se producen cambios hormonales…
  • Cognitivos: La información se procesa, tanto a nivel consciente como inconsciente que influye en nuestra experiencia subjetiva.
  • Conductuales: Movimientos del cuerpo, del tono de voz, de la cara...
Para Carlson y Hatfield. El sentimiento es la experiencia subjetiva de la emoción. Es decir, el sentimiento sería la combinación de la emoción instintiva y breve, junto con el pensamiento que obtenemos de forma racional de esa emoción.

16 sentimientos que experimentamos
Son muchos los sentimientos que experimentamos los seres humanos. A continuación os presentamos una lista con 16 sentimientos muy frecuentes:

Sentimientos positivos
Estos sentimientos llevan a una conducta más positiva:

1. Euforia: Este sentimiento nos hace sentir en subidón y nuestra percepción de la vida es magnífica.

2. Admiración: cuando contemplamos a algo o alguien de forma positiva.

3. Afecto: Es una sensación placentera al conectar con alguien.

4. Optimismo: Percibimos la vida de manera positiva y sin miedo a hacerle frente.

5. Gratitud: Sentimos agradecimiento por alguien.

6. Satisfacción: Una sensación de bienestar por algo que ha ocurrido.

7. Amor: Un sentimiento complejo que expresa lo mejor de nosotros mismos.

8. Agrado: Algo nos produce gusto.

Sentimientos negativos
Son sentimientos que experimentamos de forma desagradable:

9. Enfado: Es un sentimiento de disgusto o mala disposición hacia alguien o algo

10. Odio: Un fuerte sentimiento de repulsa hacia una persona

11. Tristeza: Un estado negativo que provoca malestar con tendencia al llanto

12. Indignación: Malestar ante algo que se considera injusto

13. Impaciencia: Sentimiento de necesitar algo ahora.

14. Envidia: Sentimiento que se produce al desear algo que no se tiene y que posee otra persona.

15. Venganza: Ganas de hacer venganza, pero no necesariamente hay que llevarla a cabo.

16. Celos: sentimiento que surge al pensar que va a perder a alguien que ama.

La importancia de la gestión de los sentimientos para la salud emocional
Uno de los temas más importantes de la psicología en la actualidad es la inteligencia emocional. Aunque se suele hablar de emociones, en realidad hace referencia los sentimientos. La correcta gestión de los sentimientos, es decir, por ejemplo, el autoconocimiento o la regulación aportan muchos beneficios para las personas tanto en su bienestar mental como en su rendimiento ya sea laboral, educativo o deportivo.


Por Juan Armando Cobin

 

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