Autoestima y otros temas de psicología

Mente abierta sí, pero sin que se te caiga el cerebro

8 octubre, 2018

Este artículo fue redactado y avalado por el psicólogo Sergio De Dios González

hombre-cabeza-globo.jpg





Los niños muestran de manera natural algunas habilidades que a los adultos no dejan de asombrarnos. Una de ellas es que son capaces de mirar al mundo con una cantidad muy reducida de ideas preconcebidas, lo que hace que su resistencia al aprendizaje sea mucho menor. En este sentido, representan el paradigma de la mente abierta.
Los adultos, por el contrario, trabajamos con esquemas ya elaborados que vamos modificando, puliendo, perfeccionando. Estos esquemas hacen que el mundo sea más predecible, pero en ocasiones también hacen de resistencia frente a lo nuevo, alimentando el miedo frente al cambio. La ciencia quizá sea un perfecto escaparate de esta idea. Copérnico, Galileo o el propio Einstein experimentaron la fuerza que puede desplegarse a partir de un punto de apoyo equivocado, pero vigente.
Por otro lado, según el estudio de Sierra y Pérez Vega (Universidad Nacional Autónoma de México), estos esquemas influyen en aspectos tan importantes como las prácticas en la crianza y los posibles problemas en el comportamiento infantil que se derivan de ellas.
Cerebro con alas

Mente abierta y primeras impresiones

Volviendo al nivel microscópico, al personal, vemos lo difícil que es cambiar la primera impresión que nos formamos de una persona. ¿Por qué? Porque a partir de esa primera impresión comenzamos a inferir intenciones o hipótesis sobre lo que ocurre a su alrededor. Un castillo de arena que supone un esfuerzo (inversión) cognitivo que nos resistimos a despreciar, como el jugador de póker que se ha tirado un farol y al que le han seguido el juego hasta el final.
De esta manera, nos gusta ver a los demás como seres consecuentes, apartando de un manotazo una de nuestras principales certezas: somos pura contradicción. Seres interesados cuyo interés varía. Seres emocionales cuyo estado de ánimo cambia. Seres con una personalidad, que aprenden y tratan de adaptarse.
Somos seres interesados cuyo interés varía. Seres emocionales cuyo estado de ánimo cambia. Seres con una personalidad, que aprenden y tratan de adaptarse.
Así, permanecer con nuestra mente abierta significa renunciar en parte a una posición en la que nos sentimos cómodos. Significa cuestionar lo que ya conocemos y sobre lo que ya hemos construido. Si hemos pensado que Pedro es generoso, tenderemos a interpretar sus actos como un interés por los demás. Por otro lado, si pensamos que es una persona egoísta, tenderemos a interpretar un acto de generosidad como, quizás, una manera de lavar su conciencia.

Alguien podría pensar que esto en el fondo da igual, porque Pedro es el que es. Sin embargo, nuestra interpretación del mundo en base a ideas preconcebidas tiene consecuencias importantes. Por ejemplo, en nuestra forma de tratar a los demás. Aceptaremos la ayuda de un Pedro al que le atribuimos generosidad y sospecharemos de la que nos brinde un Pedro al que asociamos con egoísmo.
En este sentido, mantener una mente abierta posibilita un mente flexible, dispuesta a realizar esquemas con los que ya ha trabajado. Por los ejemplos expuestos, seguro que se nos ocurren muchos ejemplos de ello. Sin embargo, ¿en qué sentido un exceso de apertura nos puede perjudicar?
Cerebro con una jaula encima


Mente abierta, pero sin dejar a un lado la capacidad de análisis
Lo puede hacer frente a esas nuevas corrientes que se vuelan de boca en boca, de juglar en juglar y que se disuelven cuando las miramos bajo la lupa, inquisidora y audaz, de la ciencia. Son muchos los fenómenos que fueron encontrados en un primer estudio y que después ningún estudio ha sido capaz de replicar. También son muchos que nacieron de una experiencia personal y bajo los que después solo ha actuado el favorecedor sesgo de confirmación.
Además, todos los años encontramos alguna noticia en los medios de personas que han abandonado un tratamiento médico, depositando toda su fe y esperanza en un tratamiento alternativo con un gran marketing, pero nula eficacia. Personas con una menta abierta a lo nuevo, con necesidad de un punto de apoyo; una necesidad que hace que terminen depositando todo su futuro en este tipo de intervenciones que no tienen detrás ningún estudio serio que las respalde.
En este sentido, contar con una mente abierta puede enriquecernos, ayudarnos a encontrar soluciones, pero de poco sirve si por el camino nos dejamos la voluntad, la actitud y la capacidad de ser críticos, junto a la prudencia, con aquello nuevo que adoptamos y que puede tener consecuencias desastrosas.

 
El test de orientación vital para medir el optimismo



1 diciembre, 2019

Este artículo fue redactado y avalado por la psicóloga Elena Sanz

El Test de Orientación Vital es una herramienta valiosa en la práctica clínica porque nos proporciona, en poco tiempo, información sobre el estilo atribucional de una persona en relación con su estilo de afrontamiento.

chica-sonriendo.jpg





El optimismo ha sido un concepto olvidado dentro de la psicología hasta hace relativamente poco tiempo. Afortunadamente, durante las últimas dos décadas el interés por el estudio científico de este constructo ha crecido notablemente. Si hablamos de su evaluación, el test de orientación vital constituye hoy en día el máximo referente.
En este artículo vamos a conocer en profundidad su estructura, su utilidad y sus posibilidades de aplicación. Además conoceremos en qué consiste el optimismo y qué aspectos del mismo mide el test que hoy nos ocupa.
Mujer optimista

Optimismo atribucional y optimismo disposicional
Se pueden adoptar dos definiciones diferentes de optimismo: una centrada en el estilo atribucional y otra enfocada en las expectativas. La centrada en el estilo atribucional tiene mucho que ver con cómo la persona identifica causas para diferentes eventos. En este sentido, para aquellos que son negativos, las personas optimistas tenderían a hacer atribuciones más externas, temporales y específicas.

Por el contrario, los pesimistas suelen considerar que los eventos desagradables están directamente relacionados con su propia persona. En concreto, con características inmutables que harán que no puedan evitarlos de nuevo en un futuro.
Por el contrario, quien sostiene un estilo de atribución optimista manifiesta una tendencia a juzgar que lo ocurrido ha sido originado por un factor externo frente al que en el futuro sí podrá intervenir o por un factor interno pasajero, como puede ser el cansancio.
Pero no es esta la definición de optimismo que se busca medir con el instrumento del que hoy hablamos. Como su propio nombre indica, este test pretende medir la orientación vital. Es decir, la tendencia general a tener expectativas positivas o negativas sobre lo que ocurrirá en el futuro. A esto se le denomina optimismo disposicional.
Desde esta perspectiva las personas optimistas son las que tienden a considerar que los eventos que ocurrirán en adelante serán positivos. Por otro lado, los sujetos pesimistas suelen esperar sucesos negativos y desfavorables.
El test de orientación vital
Es precisamente este optimismo disposicional lo que se mide con el test de orientación vital. Se trata de un instrumento de evaluación muy sencillo y rápido de aplicar. Consta únicamente de 10 ítems (cuatro de ellos de relleno) con enunciados acerca de distintas formas de ver la vida.
La persona ha de seleccionar su grado de acuerdo con cada enunciado utilizando una escala tipo Likert que oscila entre 1 (completamente en desacuerdo) y 5 (completamente de acuerdo). Las respuestas a todos los ítems se interpretan de forma conjunta para establecer el optimismo disposicional. No obstante, el test presenta una estructura de dos factores:

El primero de ellos mide la orientación pesimista
. Los enunciados del test que representan esta variable son los siguientes:
  • Si algo malo me puede pasar, estoy seguro de que me pasará.
  • Rara vez espero que las cosas salgan a mi manera.
  • No espero que cosas buenas me sucedan.
El segundo factor evalúa directamente la orientación optimista. Las cuestiones que abarca se presentan a continuación:
  • En tiempos de incertidumbre, tiendo a pensar que me va a ocurrir lo mejor.
  • Siempre soy optimista en cuanto al futuro.
  • En general, pienso que me van a suceder más cosas buenas que malas.
Persona haciendo test


Utilidad del test de orientación vital
Este instrumento, a pesar de su sencillez, ha mostrado ser útil a la hora de medir el optimismo disposicional, destacando también por su capacidad discriminativa. Pero, además, se ha demostrado que existe una relación entre esta medida y las estrategias de afrontamiento empleadas por las personas.
Analizando la literatura, podemos identificar tres estilos de afrontamiento. El primero de ellos, focalizado en el problema, se caracteriza por tratar de disminuir la demanda ambiental que está generando el estrés. Es decir, intenta solucionar el problema o, al menos, tratar de reducir su impacto.
El estilo de afrontamiento focalizado en las emociones implica esforzarse en eliminar o minimizar los sentimientos negativos que se están experimentado. Por último, el afrontamiento de evitación conlleva tratar de evadir el problema y distraerse con otras actividades para no pensar en él.
Se ha demostrado que las personas que puntúan alto en optimismo disposicional suelen utilizar estrategias de afrontamiento dirigidas al problema, logrando así un mayor éxito. Por el contrario los individuos pesimistas tienden a centrarse en sus emociones negativas y a distanciarse mentalmente del problema. Por ello, de forma adicional, el test de orientación vital se puede utilizar para identificar estilos de afrontamiento.


 
¿Crees que tu hijo te desafía?

21 septiembre, 2019

Este artículo fue redactado y avalado por la psicóloga Cristina Roda Rivera

shutterstock_270716843.jpg






Todos los padres quieren el bienestar de sus hijos, pero conseguirlo constituye toda una carrera de fondo y en algunos momentos, nos podemos encontrar sobrepasados por ciertas actitudes desafiantes, risas poco oportunas o desobediencias que pueden resultar malintencionadas.
Debemos tener gran cuidado con eso, pues generalizar un mal comportamiento demasiado y etiquetarlo como «indomable», nos puede acarrear muchas más desventajas que beneficios.
Hay muchos programas conductuales dentro la psicología para ayudar a mejorar el comportamiento disruptivo de tu hijo, pero en este artículo queremos señalar las evidencias de las neurociencias, que dejan » en evidencia» muchas de las sospechas de que tu hijo sólo quiere molestarte una y otra vez.

Aquello que ves de tus hijos también presenta una conexión profunda en cuanto a puntos de maduración cerebral se refiere, y que evidentemente afectan a su comportamiento.

11025764_800390993329401_9104789591248070977_n
Aquí os dejamos algunas claves:
El comportamiento de los niños está siempre al servicio de sus necesidades, y no en contra de nosotros. Carencia o exceso. Su actitud no es más que una reacción a una necesidad que se encuentra no bien resuelta.
El amor no es una recompensa para ellos, el amor actúa como un motor para ellos, ¡no te quedes corto en demostrárselo! Un beso, un abrazo, una caricia o tan solo una mirada de complicidad para transmitírselo, servirá.
El niño puede tener alguna acción agresiva a causa del estrés. Un contacto cálido de tan sólo 20 segundos, segregará en él oxitocina, conocida comúnmente como la hormona del amor, la cual resulta esencial para la estabilidad emocional de nuestro cerebro, y favorecerá el cambio de su comportamiento.
A la edad de los dos años, para un niño hacer alguna acción prohibida puede ser una manera de utilizar su inteligencia sensorial para asimilar tu demanda. Es cuando debemos reformular la orden de manera positiva: «Bien cariño, ya has tocado eso, ahora déjalo como te he dicho: cerrado por favor «.

A partir de dos años y medio, va a ser capaz de inhibir una acción. Pero siempre va a ser mejor realizar las órdenes en positivo, no en negativo : Cambiar «No te salgas de la carretera » por «Continúa por esta cera «, es lo más adecuado. Las formulaciones en negativo «le tientan».

Enfado
A los 7 años, el cerebro está suficientemente desarrollado, aunque la zona prefrontal que le permite afrontar y reflexionar, continuará su maduración ¡hasta los 25-28 años!
Entre los 9 y 11 años, el niño empieza a aprender más fácil de sus errores, por lo que las explicaciones que le ofrezcas serán claves para él.
Es mejor decir «stop» que «no». Cuando decimos que no, todo el cuerpo se resiente.
Los caprichos son en realidad, respuestas del cerebro del niño ante situaciones muy complejas. Todavía sus representaciones mentales de la realidad no son claras, por lo que no sabemos si es una petición legítima del niño o un capricho. A partir de los 4 años, si podemos hablar más claramente de caprichos si nos fijamos en su desarrollo cognitivo.
A los 7-8 años se pueden observar reacciones de rechazo a la comida (como querer vomitar sin hacerlo), por ejemplo con la carne; ya que el órgano vómeronasal se hiperactiva.
De los 6 a los 11 años puedes observar que quizás tu hijo no reacciona cuando le hablas. Una razón científica de este hecho es que, el hemisferio izquierdo del lenguaje se desarrolla más tarde en los chicos y la recepción verbal tarda en estar bien conectada. Intenta dirigir la conversación a un único tema, y el niño no estará obligado a movilizar su cerebro frontal para reconstruir la conversación.

Por tanto, tener todos estos puntos del neurodesarrollo del niño te ayudará a comprenderlo mejor, empatizar y desarrollar respuestas más ajustadas a sus necesidades.

Porque la ciencia no sólo sirve para el laboratorio….

 
¿Conoces este truco para reducir la ansiedad antes de hacer algo importante?

Edith Sánchez · 7 mayo, 2017

Este artículo ha sido verificado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas el 7 mayo, 2017

truco-para-la-ansiedad.jpg




Son muchas las situaciones importantes capaces de elevar nuestra ansiedad hasta niveles que pongan a prueba nuestra capacidad de control. Entre ellas están, por ejemplo, una entrevista de trabajo, una presentación pública, un examen o el primer día de un nuevo proyecto. En esas ocasiones, casi todos necesitamos una dosis extra de confianza en nosotros mismos, y a veces no la encontramos.
Para algunos simplemente se trata de una tensión adicional, que sortean con relativa facilidad. Para otros es un momento de inestabilidad que a duras penas sobrepasan. También hay los que ven estos episodios de gran tensión como una experiencia que raya en lo traumático. Lo cierto es que casi nadie logra pasar por esos instantes previos a un acontecimiento importante sin que se le mueva un nervio.
La mayoría de las personas gastan más tiempo y energía en hablar de los problemas que en afrontarlos”.
-Henry Ford-

Algún grado de temor es inevitable cuando tenemos que enfrentarnos a una situación importante. Sin embargo, hay un truco, o más bien un método, que eventualmente nos ayuda a evitar que la ansiedad nos traicione. Fue diseñado por expertos de la Universidad de Harvard y su eficacia está probada. Enseguida te contamos de qué se trata.
Un experimento para evaluar el control de la ansiedad
El método fue ideado por los psicólogos de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard. Lo establecieron a partir de una serie de estudios sobre esas crisis momentáneas. Según sus conclusiones, lo que debe hacerse en esos casos es un ritual, es decir, una secuencia de acciones con alto valor simbólico.
respirar


Los expertos comprobaron que cuando una persona crea y realiza un ritual para sortear la ansiedad, generalmente funciona muy bien. Para verificar su hipótesis con datos realizaron un curioso experimento. Querían que un grupo de personas se pusieran muy nerviosas. Para lograrlo, les dijeron que en pocos minutos tendrían que cantar una canción difícil frente a un público numeroso.
Notaron que muchos de los participantes tenían por sí mismos una especie de ritual. La mayoría de ellos se repetían en voz alta: “¡Cálmate! O “No es para tanto”. O el clásico “Tú puedes”. Lo hacían con la intención de reducir la ansiedad que sentían. Sin embargo, esas acciones no parecían ser muy eficaces.
Los investigadores seleccionaron a un grupo de personas en las que aplicaron una estrategia diferente. Les pidieron que hicieran un dibujo que mostrara cómo se sentían en ese momento. Luego, tenían que romperlo en mil pedazos y arrojarlo a la basura. Los que realizaron ese sencillo ejercicio lograron manejar mejor su ansiedad.

Controlando la ansiedad en momentos difíciles

Los psicólogos dijeron que recordarse a uno mismo la obligación de mantener la calma no es lo más adecuado. Indicaron que lo que conseguimos con esta estrategia es lo mismo que lo que muchas veces logramos cuando le pedimos que se calme a alguien que está fuera de casillas. A veces lo que se logra es todo lo contrario: irritar más a ese alguien. Lo mismo ocurre con la ansiedad propia. Te dices a ti mismo “Cálmate” y te pones más nervioso porque además tienes que lidiar con la frustración de no conseguir lo que pretendes.
Chica pensando con ansiedad


Lo que más ansiedad genera, en los momentos previos a ese momento importante, es la anticipación de falta de control. No saber qué va a ocurrir ni conocer una manera de controlar todas las variables que pueden producir un resultado negativo. Así un ritual automatizado, como el propuesto en el estudio, nos ayuda a eliminar esa sensación de falta de control sobre lo que viene. Además, si la secuencia de acciones tiene un significado especial para nosotros, resulta ser todavía más eficaz.
En conclusión, crear y realizar un ritual antes de enfrentar una situación estresante reduce la ansiedad. Para que sea ritual debe realizarse siempre de la misma manera. Los cantantes, a veces, simplemente calientan la garganta antes de una presentación. Los futbolistas tocan el césped de la cancha, se santiguan o entran al campo de juego haciendo algún movimiento particular. Algunas figuras del espectáculo toman té o duermen cinco minutos antes de enfrentar un programa en vivo.
Ejemplos de rituales eficaces pueden ser los que enumeramos a continuación. Hacer una serie de ejercicios respiratorios mientras rescatamos de nuestra memoria momentos simbólicos de nuestra capacidad o llevar con nosotros y mirar las fotografías de personas que nos puedan inspirar, incluso puede ser una fotografía de nosotros mismos en una etapa diferente de nuestras vidas.
Si es propia, lo mejor es que esa foto nos recuerde un momento parecido al que vamos a vivir. También teníamos un reto complicado, sobre el que no teníamos todo el control, y sin embargo fue suficiente para que lo consiguiéramos.
También vale escribir en un papel el mayor miedo, masticar ese papel y luego escupirlo. Nada de esto tiene que ver con magia o hechizos. Este tipo de rituales simplemente están dirigidos a las fuerzas conscientes e inconscientes. En cualquier caso, lo mejor es que crees tu propio ritual simbólico. Por absurdo que parezca, es un gran freno para la ansiedad y los pensamientos negativos que la alimentan.
Papeles de colores representando ideas


 
Cuando siento amor y odio a la vez

Raquel Lemos Rodríguez · 4 junio, 2019

Este artículo ha sido verificado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González el 4 octubre, 2017

Cuando-siento-amor-y-odio-a-la-vez.jpg




Sabemos lo que es sentir amor y, también, lo que es sentir que odiamos a alguien. Pero, ¿qué ocurre cuando estos dos sentimientos se sienten al mismo tiempo? ¿Por qué podemos sentir amor y odio por alguien a la vez? Estas emociones totalmente opuestas se encuentran en todo ser humano.
Seguramente, tú alguna vez hayas padecido este tipo de sentimientos encontrados con respecto a alguien. No podemos explicarlo y nos confunde bastante, porque son emociones que se encuentran en dos extremos diferentes.
Pero, aunque nos pueda resultar extraño, realmente sentimos emociones opuestas en más de una ocasión ¿Te has sentido alguna vez feliz, pero triste, al mismo tiempo? Quizás sí…
«El amor y el odio no son ciegos, sino que están cegados por el fuego que llevan dentro»

-Nietzsche-
Por ejemplo, cuando debemos dejar nuestro hogar por una nueva oportunidad laboral; o cuando un ser querido se va, pero sabemos que ha sido lo mejor porque estaba sufriendo. Es entonces cuando el amor y el odio entran a formar parte de un mismo sentimiento.
Sentimientos de amor odio

Yo sufro ambivalencia emocional
La ambivalencia emocional forma parte de nosotros, no podemos evitar sentir amor y odio, aunque ello nos provoque malestar
Cuando tenemos sentimientos de amor y odio podemos empezar a considerarnos ambivalentes emocionales. Esto no significa que primero sintamos odio y después amor, o viceversa. La ambivalencia emocional se caracteriza porque estas dos emociones, el amor y el odio, no se sustituyen, sino que pueden convivir juntas sin desplazarse la una a la otra.
¿Se puede considerar la ambivalencia un trastorno psicológico? En muchas ocasiones, esta ambivalencia se presenta en personas que sufren algún trastorno mental. Por ejemplo, las personas con depresión, esquizofrenia, psicosis o neurosis pueden mostrar un comportamiento ambivalente.
Pero, la situación más habitual es la que se produce esta ambivalencia es cuando sufrimos celos. En estos, amamos a la persona que está a nuestro lado, pero al mismo tiempo la odiamos por relacionarse con otras personas o ser atractiva para los demás.
Los celos son una de las causas naturales que provocan que el amor y odio sean un único sentimiento
La ambivalencia emocional es normal, pero puede causarnos varios problemas cuando nos relacionamos, pues ni nosotros mismos sabríamos definir lo que sentimos. Y qué decir si estamos en una relación de pareja. La ambivalencia puede confundirnos y provocar que la relación no vaya todo lo bien que quisiéramos.
En la piel del ambivalente
Si nunca te has encontrado en esta situación, probablemente no sepas cómo se puede sentir una persona cuyos sentimientos de amor y odio se encuentran compartiendo la misma emoción.
  • El ambivalente siente atracción y repulsión hacia una persona.
  • El ambivalente ama a una persona, pero odia ciertas actitudes que tiene.
  • El ambivalente puede querer hablar y no hablar al mismo tiempo.
  • El ambivalente puede querer actuar y, al mismo tiempo, permanecer pasivo.
Todos estos sentimientos contradictorios que sufre la persona ambivalente provocan algo que, muchos, odiamos: cuando nos quedamos paralizados sin saber cuál es el camino que debemos escoger.

La ambivalencia emocional


Consecuencias de ser ambivalentes emocionales
Cuando el ambivalente se encuentra entre dos polos opuestos que confluyen en uno solo, las emociones lo paralizan causándole confusión
La ambigüedad es una de las características de las personas ambivalentes, que ven su autoestima lastimada a causa de su incapacidad para decidir entre dos sentimientos que se oponen. La propia persona se siente extraña a sus propias emociones. No sabe cómo actuar y cómo dejar de sentir dos emociones que nunca deberían confluir en una sola.
Esta situación de desconcierto provoca que su autoestima sea muy baja, pues no logran mantener un equilibrio emocional saludable. El ambivalente empieza a desconfiar de sí mismo, realmente ya no sabe lo que siente o deja de sentir. Esto da lugar, en ocasiones, a la ansiedad y la soledad que puede desembocar en una profunda depresión.
«¡Qué triste era amar y odiar al mismo tiempo!»
-León Tolstói-
La ambivalencia emocional no es un estado que dure mucho tiempo. En determinados momentos nos sentimos confundidos por esta fusión de emociones, pero es algo pasajero y que no ocurrirá siempre. A menos que, como ya hemos visto, suframos algún tipo de trastorno psicológico.
Y tú… ¿eres ambivalente? ¿Te mueves entre el amor y odio?

 
Vínculos afectivos, ¿cuál es tu estilo?

Mar Pastor · 7 enero, 2016

Este artículo ha sido verificado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas el 27 abril, 2018

pareja-acariciandose-1024x857.jpg




El ser humano alberga una necesidad biológica orientada a la formación de los vínculos afectivos ya que, entre otras funciones, cumplen la de aportar seguridad a nivel psicológico. Así, las relaciones de pareja constituyen, en la edad adulta, uno de los vínculos que proporcionan mayor sensación de protección y equilibrio emocional. Pero, ¿de qué depende la calidad de los vínculos afectivo en la pareja?
Hasta mediados de los años 80, con las investigaciones de Hazan, Shaver y Bradshaw, no se alcanzaron teorías sólidas sobre los estilos afectivos adultos. Los resultados indicaron que los vínculos amorosos vendrían determinados por diferentes estilos de apego, cuyo objetivo es buscar protección y seguridad emocional. Así, la calidad del vínculo de apego dependería de las estrategias que nos fueron útiles en la infancia para lograr esta sensación seguridad con nuestros padres o cuidadores.
Hasta la fecha, se han identificado cuatro estilos de apego que influyen de forma determinante en la dinámica de las relaciones de pareja y los vínculos afectivos que se establecen con el resto de personas: apego seguro, preocupado, huidizo (alejado o temeroso) y desorganizado; ¿te gustaría saber cuál es el tuyo?
Vínculo afectivo de apego seguro
Las personas que establecen un vínculo con su pareja a través del tipo de apego seguro son autónomos en diferentes áreas de su vida y se sienten seguras porque confían en sí mismas y en la respuesta positiva de los demás.
Las personas seguras no desconfían de sus «figuras de apego» (padres, amigos, pareja), cuentan con la certeza de que les ayudarán cuando lo necesiten.
Así, las características de los vínculos afectivo de apego seguro fundamentales son:
  • Los recuerdos de los vínculos afectivos de la infancia son en su mayoría positivos.
  • Son abiertos, fáciles de conocer, autónomos, con alta autoestima y una imagen positiva de los demás.
  • Carecen de problemas interpersonales graves y muestran confianza en los demás.
  • Disfrutan de un equilibrio entre las necesidades afectivas y la autonomía personal.
Pareja dándose un abrazo

Vínculo afectivo de apego preocupado
El apego preocupado, también denominado ambivalente o dependiente, se caracteriza por sentir inseguridad respecto a la disponibilidad de las figuras de apego, en este caso de la pareja.
La persona preocupada desarrolla un estado de ansiedad e ineficacia que le hace sentir que no es suficientemente querida, por lo que constantemente busca la confirmación de que es amada por la otra persona y, al mismo tiempo, sufre temor al posible rechazo o abandono. Así, otras de las peculiaridades de este tipo de vínculos afectivos son:
  • Falta de autoestima que conlleva una actitud dependiente y un deseo desmedido por conseguir la aprobación ajena.
  • Alta preocupación en sus relaciones.
  • Demandas constantes de atención.
Vínculo afectivo de apego huidizo alejado
Las personas con este estilo de apego mantienen relaciones basadas en la distancia afectiva y frialdad emocional. En las personas huidizas alejadas, la aparente autosuficiencia emocional actúa como mecanismo de defensa ante el posible rechazo que pudieran experimentar. Las características de las personas que presentan estos tipos de vínculos afectivos son:
  • Idealización de las relaciones con los padres, donde las únicas experiencias recordadas se basan en el rechazo y la frialdad de sus progenitores
  • Anteponen la valoración de sus logros y niegan la existencia de necesidades afectivas
  • Mantienen alejados a los demás para conservar su coraza y no desequilibrar sus emociones
  • Tienen un modelo mental positivo de sí mismo pero negativo de los demás
  • Se sienten incómodos en la intimidad y consideran las relaciones interpersonales como algo secundario en su vida
  • Pueden mostrar un estado de desapego ante situaciones de separación o pérdida mediante la supresión de sus emociones
Vínculo afectivo de apego huidizo temeroso
Las personas que establecen un vínculo afectivo a través de un tipo de apego huidizo temeroso también funcionan con un modelo mental negativo hacia sí mismos y hacia los demás, falta de asertividad, baja confianza y autoconcepto, además de un potente miedo al rechazo.
La diferencia con el tipo huidizo alejado reside en que los temerosos obtienen su fuente de seguridad a través de la aprobación de los demás.
Asimismo, cumplen con los siguientes patrones en sus relaciones:
  • Su temor al rechazo les impide iniciar relaciones íntimas, por lo que su red social es mínima.
  • Combinan al mismo tiempo dependencia extrema y evitación, por lo que fácilmente se ven afectados por la soledad, frustración y depresión.
  • Su comportamiento es pasivo.
Hombre sujetando un paraguas amarillo detrás de una mujer mientras llueve


Vínculo afectivo de apego desorganizado
Este estilo de apego tiene su origen en una infancia de maltrato o abusos en la que los cuidadores representaban al mismo tiempo una figura de temor o malestar por lo que los niños no podían recurrir a ellos como fuente de apoyo y/o seguridad.

El patrón de sistema de apego desorganizado es el más disfuncional porque las personas buscan cercanía física al mismo tiempo que distancia mental, lo que causa gran desorientación, además de:
  • Condicionar su valía a través de acciones defensivas basadas en una extrema necesidad de agradar y cuidar a otros de forma controladora.
  • Incapacidad para valorar las situaciones consideradas amenazantes.
  • Estrés y aumento de cortisol.

Cambiar el modo de relacionarnos
En este sentido, los estilos de apego inseguro se han instaurado cuando en la infancia, la búsqueda de proximidad no se ha resuelto y se han utilizado otras estrategias para conseguirla. En el adulto, estos sistemas se mantendrían en el tiempo por la resistencia al cambio de los modelos mentales de relación. Es decir, estas creencias rígidas sobre las relaciones ya conforman la personalidad y el concepto de uno mismo.
Asimismo, los patrones de relación se automatizan, activando la conducta repetitiva de forma inconsciente y filtrando todos los indicios que no los sustentan. Una solución consistiría en ser consciente de cuál de estos modelos de relación o vínculos afectivos se está fomentando para poder revisarlo y valorar si sigue siendo válido para nuestro bienestar.
Es muy importante practicar la flexibilidad mental
y fortalecer la confianza en uno mismo y los demás, además de admitir la posibilidad de relacionarse con la pareja de una manera más segura, relajada y placentera.


 
Los celos y la agresividad pasiva: el desgaste silencioso


25 noviembre, 2019

Este artículo fue redactado y avalado por la psicóloga Valeria Sabater

Querer no es poseer y aún menos controlar. Sin embargo, la persona celosa acaba aplicando comportamientos pasivo-agresivos, ahí donde la hipervigilancia, la desconfianza e incluso el chantaje va generando un profundo desgaste.

pareja-enfadada.jpg




Los celos y la agresividad pasiva van habitualmente de la mano. Estas dimensiones son, desde un punto de vista psicológico, un tipo de emoción tan compleja como letal, ahí donde confluye desde el miedo al abandono, el sentimiento de humillación y por supuesto, la ira. Así, el hecho de sentir celos es algo que, como bien sabemos, no sabe de edad, género o cultura y que genera, a su vez, situaciones tan peligrosas como destructivas.
Algo que, sin duda, llama la atención en las obras de Shakespeare cuando profundizamos en ellas es su habilidad para retratar todo ese caleidoscopio de emociones, rasgos y situaciones que tanto definen al ser humano. Así, uno de sus legados más llamativos sigue siendo Othello, destacando por encima de todo el personaje de uno de los villanos más singulares a la vez que maquiavélicos: Yago.
El hábil y malicioso servidor de Othelo fue el responsable de que este último acabara perdiendo la cabeza al hacerle creer que Desdémona, su esposa, le era infiel. Yago venía a simbolizar esa voz interna obsesiva y perniciosa que alimenta el fuego de la celotipia.
Representaba a la perfección nuestra mente obsesiva y desconfiada, un eco mental que da forma al filo de esos celos que, poco a poco, se abren paso de manera persistente y caen hasta el precipicio de la fatalidad.

William Shakespeare, de hecho, debió considerar a Yago como uno de sus personajes más decisivos: le dedicó cerca de 1097 líneas, casi tantas como las que llegó a tener Hamlet o Ricardo III.
Experimentar celos es, como decía Michel de Montaigne, una enfermedad del espíritu y nuestro peor enemigo.
Mujer con celos


Los celos y la agresividad pasiva: la voz interna que devora
Los celos y la agresividad pasiva son dos dimensiones que orbitan juntas por un hecho muy concreto. Las personas celosas no demuestran esta emoción de forma directa y abierta. Es decir, uno no se acerca a su pareja y le indica con total asertividad que se siente ofendido cuando habla con otros, que experimenta rabia y humillación cuando sonríe y pasa tiempo con otras personas.
En su lugar, lo que se hace, con frecuencia, es aplicar la agresividad pasiva, ahí donde en lugar de palabras, se utilizan reproches, chantajes encubiertos, amenazas sibilinas, desprecios continuos, castigos indirectos donde recurrir al silencio, a la indiferencia…
Es un tipo de agresividad que al inicio se sirve en frío, pero que en ocasiones puede ir madurando hasta derivar en una agresividad más activa y por supuesto, lesiva.
Veamos más datos a continuación.
Los celos y el alter ego

Hay un hecho llamativo que el propio William Shakespeare representó a la perfección con los personajes de Yago y Othelo. Los celos resuenan en la persona como un alter ego, como una voz exterior a nosotros que se instala y nos secuestra.
Esa figura alimenta el miedo a ser abandonados y traicionados. Nos inyecta la desconfianza y nos alerta de peligros inexistentes, de engaños, sitúa nuestra mirada en señales y da por ciertas ideas descabelladas que de pronto se vuelven razonables.
Así, estudios como el llevado a cabo por el doctor David DeSteno, de la Universidad de California nos indican que esa voz simboliza el «yo amenazado», esa parte de nosotros mismos que se siente vulnerada y que, poco a poco, acaba desplegando comportamientos pasivo-agresivos.
Hombre con pájaros en la mente representando los Los celos y la agresividad pasiva



Los celos y la agresividad pasiva, ¿son un componente genético en el ser humano?
Hay teorías que hablan, efectivamente, de una base genética en este tipo de comportamientos. Los celos y la agresividad pasiva conforman un tipo de lógica oscura que, según una parte de la psicología y la antropología, estaría en nuestros genes. Según este enfoque, el ser humano es el resultado de esa evolución que se ha basado en la supervivencia y el apareamiento.
La competitividad social, sumada al miedo a ser traicionados y quedarnos solos, es un tipo de alarma que activa toda una serie de emociones y pensamientos. La mente se vuelve hipervigilante, obsesiva y dimensiones como la ira toman el control. De ahí que aparezca la agresividad comportamental y el evidente riesgo que ello conlleva.
Manejar y reducir los celos, ¿es posible?
La clave para lidiar con los celos pasa por entender un hecho muy claro: la fidelidad absoluta y perdurable no existe. Podríamos decirle a la persona celosa aquello de que amar es confiar, que querer no es poseer y que el afecto saludable deja a un lado la ira, la necesidad de dominación y la hipervigilancia.
Sin embargo, en ocasiones podemos estar ante un comportamiento basado en unos celos patológicos (celotipia), ahí donde aparecen una serie de perturbaciones ligadas a delirios. En estas situaciones es imprescindible recurrir a terapia psicológica. Así, a la pregunta de si los celos pueden reducirse, cabe entender un sencillo aspecto: cada persona es única.
Podemos focalizar la terapia en reducir las conductas de control (como ver el móvil de la pareja) también en desactivar los pensamientos obsesivos y en fortalecer la autoestima y la ansiedad derivada del miedo al abandono. Sin embargo, se requiere, por encima de todo, de la clara voluntad del paciente hacia el cambio, hacia la clara concienciación de que los celos no son compatibles con una relación de pareja. Tengámoslo presente.


 
Escala para evaluar tu relación de pareja

Fact Checked

15 noviembre, 2019

Este artículo fue redactado y avalado por la psicóloga Valeria Sabater

Comunicación, gestos de afecto, capacidad para llegar a acuerdos... La escala de ajuste diádica de Graham B. Spanier nos permite evaluar estos y otros aspectos para conocer el grado de cohesión en una relación de pareja.

pareja-amor-hombre-mujer-manos-corazon.jpg




La escala de ajuste diádico (DAS) es la herramienta psicológica más utilizada para evaluar la calidad de una relación de pareja, así como su ajuste, satisfacción, compromiso, etc. Es un recurso que está al alcance en cualquier escenario de terapia de pareja y también en el ámbito de la investigación. Gracias a él obtenemos una información fiable y válida sobre el vínculo afectivo de dos personas.
Es posible que el término «ajuste» nos genere algo de dudas. ¿A qué nos referimos exactamente cuando hablamos de esta dimensión? Bien, en realidad, la sola palabra ya nos hace visualizar dos piezas determinadas que por su forma y características tienen más o menos probabilidades de encajar la una con la otra y, por tanto, funcionar. A nivel de pareja, como ya sabemos, sucede lo mismo.
Ajuste es, por ejemplo, tener unos mismos valores, saber llegar a acuerdos, saber manejar en conjunto las situaciones difíciles, disfrutar el uno del otro, el respeto mutuo, la reciprocidad… Asimismo, cabe destacar que este tema ha sido siempre de gran interés tanto para el mundo de la psicología como para la sociología.
Estudiar el ajuste de las parejas nos ayuda a entender, por ejemplo, las tasas de rupturas o divorcios en una sociedad, también el grado de satisfacción o cómo se comportan las nuevas generaciones en comparación con las anteriores en esta materia. Así, tal y como podemos intuir, la escala de ajuste diádico es un recurso más que indispensable en muchos escenarios cotidianos.

Por otro lado, es interesante saber que desde que el sociólogo de la Universidad de Pensilvania, Graham Spanier lo desarrollara en 1976, se ha convertido en un cuestionario mundialmente utilizado por su sencillez y excelentes resultados psicométricos. Conozcamos por tanto en qué consiste esta escala para evaluar tu relación de pareja.
«Nunca por encima de ti, nunca por debajo de ti, siempre a tu lado».
-Walter Winchell-
Pareja mirándose en el agua representando la Escala de Ajuste Diádico


Escala de ajuste diádico: finalidad y características
La escala de ajuste diádico tiene como objetivo evaluar el grado de armonía o ajuste global de los miembros en una relación de pareja. El propio profesor Spaniel, responsable de este cuestionario, señaló ya en su día que su propósito con esta prueba era el siguiente:
  • Medir el ajuste diádico de una relación partiendo de dimensiones como las posibles diferencias entre la pareja, las tensiones, la presencia de ansiedad en la relación y su intensidad, el grado de satisfacción, la cohesión y la facilidad o dificultad a la hora de llegar a acuerdos.
Asimismo, un aspecto que los profesionales de la actualidad aprecian de este instrumento, es su neutralidad. Es decir, puede aplicarse a cualquier perfil de pareja (heterosexual, homosexual, casada o no, etc). No importa que hayan pasado ya más de 40 años desde que Graham Spaniel la introdujera; sigue siendo una escala útil, práctica e interesante.
Las cuatro áreas del la escala de ajuste diádico
La escala de ajuste diádico consta de 32 ítems que se establecen en base a cuatro subescalas. Son las siguientes:
  • Consenso: capacidad, recursos y habilidades para llegar a acuerdos. Con este cuestionario podemos saber el grado en que dicha pareja llega a consensos en su día a día.
  • Satisfacción. Esta dimensión es clave en todo vínculo afectivo; nos informa del nivel de bienestar, de felicidad, de compromiso…
  • Cohesión. Con este término nos referimos al grado de implicación de un miembro de la pareja con el otro. Es el interés, la apreciación, la capacidad por generar soluciones a los problemas, de buscar instantes para compartir tiempo…
  • Expresión de afecto. Esta subescala es una pieza indispensable para valorar el ajuste de una pareja. Se refiere a esos gestos cotidianos que demuestran el amor, el cariño. Se relaciona a su vez con la vida sexual y su satisfacción.
Pareja sonriendo mientras toman café representando la Escala de Ajuste Diádico


¿Qué cuestiones valora la escala de Spanier?

Tal y como hemos señalado, la escala de ajuste diádico de Spanier consta de 32 ítems. Las respuestas siguen el estilo likert, es decir, cuatro opciones que van desde «siempre de acuerdo» a «nada de acuerdo».
Este cuestionario sigue un formato autocorregible, de manera que podemos tener los resultados rápidamente. Además, lo más útil es poder comparar cada dato en ambas partes de la pareja para comprender dónde están los puntos fuertes de cada uno, dónde los problemas y cuáles las áreas en que deberíamos trabajar.
  • 1. Manejo de finanzas familiares
  • 2. Diversiones
  • 3. Cuestiones religiosas
  • 4. Demostración de afecto
  • 5. Amistad
  • 6. Relaciones sexuales.
  • 7. Convencionalismos
  • 8. Filosofía de la vida
  • 9. Relaciones con suegros
  • 10. Objetivos, fines, valores
  • 11. Cantidad de tiempo que pasamos juntos
  • 12. Toma de decisiones importantes
  • 13. Tareas domésticas
  • 14. Intereses y actividades realizadas durante el ocio
  • 15. Decisiones en relación con el trabajo
  • 16. ¿Con qué frecuencia habéis pensado en el divorcio o en la separación?
  • 17. ¿Con que frecuencia te vas de casa tras una pelea?
  • 18. ¿Cada cuánto piensas que las cosas os van bien como pareja?
  • 19. ¿Confías en tu pareja?
  • 20. ¿Lamentas estar junto a tu pareja?
  • 21. ¿Con qué frecuencia tenéis discusiones?
  • 22. ¿Con qué frecuencia sientes que perdéis los estribos?
  • 24. ¿Participáis juntos en actividades fuera de la relación?
  • 25. ¿Intercambiáis ideas estimulantes?
  • 26. ¿Os reís juntos?
  • 27. ¿Soléis discutir con calma?
  • 28. ¿Trabajáis juntos en un proyecto?
  • 29. Casi siempre estoy cansado para tener relaciones sexuales.
  • 30. Hay ausencia de demostraciones afectivas.
  • 31. Valore el grado de satisfacción de su relación
  • 32. ¿Cémo ves el futuro con tu pareja?
Persona haciendo el inventario de depresión de Beck



¿Es fiable la escala de ajuste diádico para evaluar tu relación de pareja?
Estudios como el llevado a cabo por el doctor Michael Carey de la Universidad de Boston, Estados Unidos, nos señalan que efectivamente, la escala desarrollada por Spanier en 1976, sigue siendo válida y fiable. Sus cuatro escalas continúan siendo internamente consistentes, con lo cual, se alza aún como un recurso que nos puede dar información muy importante.
No solo podemos ver el grado de ajuste de una pareja. Gracias a ella, también es posible valorar aspectos de la personalidad de los evaluados e incluso la probabilidad de que ese vínculo se mantenga o no en el futuro. Estamos ante un cuestionario de gran interés tanto para la intervención psicológica como para el campo de la investigación.
 
Técnicas asertivas para la resolución de conflictos

Fact Checked

23 noviembre, 2019

Este artículo fue redactado y avalado por la psicóloga Elena Sanz

Aplicar la asertividad en nuestras interacciones con los demás nos ayudará a evitar conflictos. Además, podremos hacerlo protegiendo nuestros intereses y sin dañar los derechos de los demás.

amigas-enfadadas.jpg




Son muchas las ocasiones en que la comunicación no fluye tal como habríamos deseado. Se producen malentendidos y conflictos que enturbian las relaciones, dando paso a la frustración. En este contexto, las técnicas asertivas son procedimientos simples que nos ayudan a proteger nuestros derechos y a no lesionar los de los demás.
Conocer y practicar estas sencillas técnicas hará que pasen a formar parte de nuestro repertorio natural de respuestas. En un principio, seguramente, el uso de las mismas nos resulte un tanto artificial, pero esta sensación, como decimos, se difuminará con la práctica.
Mujeres hablando

¿Qué es la asertividad?
La asertividad es un estilo comunicativo en que la persona es capaz de expresar sus deseos, necesidades y opiniones sin dañar al interlocutor. Podemos entenderlo mejor si tenemos en cuenta que existen tres tipos básicos de comunicación:
  • Pasivo: en este caso la persona es incapaz de expresar sus opiniones o defender sus derechos. No suele mostrar desacuerdo por miedo a generar una confrontación. Su elevada necesidad de agradar con frecuencia les lleva a sentirme manipulados e incomprendidos por los demás.
  • Agresivo: en el polo opuesto nos encontramos con las personas que se dirigen al otro de un modo imperativo y sin mostrar interés en su punto de vista. Tratan de imponer su criterio y suelen utilizar la intimidación, las acusaciones o el enfado.
  • Asertivo: este estilo de comunicación es el más adecuado y se caracteriza por la capacidad de discrepar y expresar las propias opiniones respetando el punto de vista de los demás. Es propio de persona con una buena autoestima y deriva en una interacción satisfactoria para ambos.
Técnicas asertivas para la resolución de conflictos

Lejos de tratarse de un concepto abstracto, la asertividad puede y debe aplicarse en la práctica de nuestra relación con los otros. Para ello existe una secuencia básica que podemos utilizar cuando queramos abordar una situación conflictiva:
  • Comienza relatando hechos concretos, en lugar de generalidades. En vez de decir: «ya nunca pasas tiempo conmigo», prueba a decir «en las últimas semanas sólo nos hemos visto en dos ocasiones».
  • Expresa cómo te hace sentir a ti la situación, en lugar de recriminar o etiquetar al otro. Decir «esto me hace sentir triste» es más adecuado que afirmar «eres un egoísta».
  • Realiza una propuesta en términos concretos. Por ejemplo: «me gustaría que pudiéramos elegir un día a la semana para vernos».
  • Explica cómo mejoraría eso la situación. «Así podríamos pasar más tiempo juntos y dejaríamos de discutir.»
Técnica del disco rayado
Consiste en repetir tu afirmación una y otra vez, en un tono calmado y sin entrar en provocaciones.
» -Siempre llegamos tarde por tu culpa.
-He tenido que salir más tarde del trabajo porque tenía una reunión.
-Es que siempre haces lo mismo.
-Te repito que he tenido que salir más tarde del trabajo debido a la reunión
«
Técnicas asertivas: el banco de niebla
Esta técnica se utiliza cuando la otra persona nos critica o aconseja con una única y perversa intención, la de manipularnos.
En este caso, daremos en parte la razón a nuestro interlocutor, pero dejando la decisión final de nuestra mano.
«– Ya nunca sales con nosotros, estás dejando de lado a tus amigos
-Tienes razón, ya no salgo nunca con vosotros, pero mi nuevo horario de trabajo no me lo permite
«.
Hombre teniendo encuentro con una chica

Técnica del acuerdo asertivo
En esta situación aceptaremos lo erróneo de nuestra conducta, pero no de nuestra persona. Es decir, nos desharemos de la etiqueta que el otro trata de imponernos, a pesar de aceptar nuestro fallo.
«– Siempre lo dejas todo sin ordenar, eres un desconsiderado.
– Es verdad, no he recogido la casa porque he salido con prisa esta mañana, pero en otras ocasiones no es así
«.

Técnica de ignorar
Esta técnica suele emplearse cuando la otra persona está excesivamente alterada o enfadada. Se trata de ignorar el motivo de la discusión y aplazarlo hasta otro momento más idóneo.
«-Siento que ahora mismo estás muy enfadado y podemos terminar haciéndonos daño con las palabras. Es mejor que hablemos del tema más adelante, cuando estemos más calmados«.
Estos son solo algunos ejemplos de las múltiples técnicas que existen para implementar la asertividad en nuestra vida.
Como vemos, la clave reside en mantener un tono calmado, sosegado y respetuoso, evitando entrar en provocaciones pero defendiendo nuestro punto de vista. Con la práctica, la asertividad puede convertirse en nuestra mejor aliada a la hora de comunicarnos.

 
¿Una desgracia es más llevadera cuando es compartida?

Fact Checked

9 noviembre, 2019

Este artículo fue redactado y avalado por la psicóloga Elena Sanz

¿Crees que puede existir consuelo en conectar con personas en nuestra misma situación? En este artículo tratamos de encontrar una respuesta.

mujer-llorando-abrazada-a-su-pareja.jpg




Existen varios dichos populares que abordan, desde diferentes perspectivas, la cuestión de si una desgracia es más llevadera cuando es compartida. Por un lado «mal de muchos, consuelo de tontos» hace referencia a la insensatez de creer que si una desgracia afecta a más personas (y no solo a mí) me sentiré aliviado. En realidad, tus problemas no se resolverán por el hecho de que otros se encuentren en tu misma situación.
Sin embargo, otros refranes como «desgracia compartida, menos sentida» abogan por el elemento reconfortante de saber que no somos los únicos atravesando una situación difícil. ¿Puede esto tener algo de realidad? La respuesta es sí. Son muchas las situaciones cotidianas en que encontramos este fenómeno.
Cuando un estudiante suspende un examen, el impacto negativo se amortigua al conocer que la mayoría de sus compañeros han corrido la misma suerte. Igualmente, los grupos de apoyo para personas con algún trastorno psicológico constituyen una enorme ayuda por el simple hecho de conectar con personas que pasan por lo mismo.
Pero, ¿cuál es la base de todo esto? ¿Acaso nos alegramos de la desgracia ajena? ¿Somos intrínsecamente malos? En absoluto. Existen diversos motivos que explican la existencia de este proceso.

Hombre abrazando a su mujer

El impacto de la comparación social
Las investigaciones en psicología social llevan muchos años dando cuenta de la presión que ejerce el grupo social sobre los individuos. Gran parte de nuestra identidad se forja en la relación con los otros y, por ende, su influencia en nuestra autoimagen es elevada.
Todos los seres humanos tendemos a compararnos con el resto a fin de medir nuestra valía y adecuación
. El resultado de esta comparación tendrá un impacto en nuestro autoconcepto. Por ello, cuando nos sucede una desgracia, la balanza comparativa se inclina en nuestra contra. Nos sentimos diferentes e inferiores y comenzamos a inundarnos de emociones negativas.
Encontrar a otras personas en la misma situación permite que la comparación nos sea más favorable. Esto, de algún modo, protege nuestra autoestima: ya no somos los únicos que «han fallado».
No es una desgracia, solo parte de nuestra humanidad
La clave del alivio que proporciona saber que una situación difícil no nos atañe únicamente a nosotros, radica en que nos recuerda nuestra humanidad compartida. Cuando un hecho negativo e inesperado nos sobreviene, el choque emocional puede ser elevado.

Si suspendemos una prueba importante, si nuestra pareja nos es infiel, si padecemos un trastorno de pánico…. Todas estas situaciones nos colocan inicialmente en una posición de desventaja. Sentimos que hemos fracasado personalmente, que no somos adecuados, que algo ocurre con nosotros.
Tomar conciencia de que no somos los únicos amplía nuestra perspectiva. Nos recuerda que todos somos humanos, que todos experimentamos acontecimientos positivos y negativos. Que, finalmente, el dolor forma parte de la experiencia tanto como el placer. El éxito y el fracaso, ambos son contingentes a la aventura de la vida.
Nos ayuda a aquietar la mente, a silenciar el diálogo interno que nos acusa y a normalizar nuestras emociones como un proceso pasajero y asumible. Adicionalmente, ver cómo otras personas afrontan circunstancias similares nos puede motivar a poner en marcha nuestros propios recursos. Además, de ellos podemos tomar ideas para hacerlo mejor.
Mujer llorando por duelo


Toma acción
A pesar de encontrar alivio en compartir circunstancias con otros, es importante no perder de vista que la clave siempre será tomar acción. Si has suspendido un examen deberás estudiar más o de mejor manera para el siguiente. Que muchos otros compañeros hayan obtenido también malas calificaciones no mejorará tu expediente.
Igualmente, si tu relación de pareja ha terminado tendrás que poner en marcha tus recursos de afrontamiento y salir adelante. No es recomendable unirte a quienes pasan por lo mismo para regocijaros en el sufrimiento, sino para motivaros a salir adelante. Que encontrar personas en tu misma situación no te lleve a acomodarte en el victimismo, el rencor o la rabia.
Siempre serán tus acciones las únicas que lograrán sacarte de donde estás y conducirte hacia donde quieres ir. Por ello, si vas a fijarte en otros que sea para inspirarte a continuar. Que sea para observar cómo aceptan el error como parte de la vida y sacan de él un aprendizaje. Apóyate en los demás para reparar tus alas y emprender de nuevo el vuelo.
 
Sentir envidia: la toxicidad de un sentimiento oscuro

Fact Checked

3 diciembre, 2019

Este artículo fue redactado y avalado por el psicólogo Marcelo Ceberio

La envidia es un sentimiento que puede generar un gran desgaste emocional, además de aliarse con el autoengaño. El doctor en psicología Marcelo Ceberio nos habla sobre ello.

mujer-sintiendo-envidia-de-otra.jpg




La historia de la humanidad confirma que somos seres sociales. Desde la aparición de los primeros homínidos hasta el desarrollo de las diferentes especies , hombres y mujeres nos unimos para convivir. Nuestro entorno afectivo fundamenta nuestro funcionamiento en redes.
El descubrimiento del fuego no solo permitió ver en las noches oscuras, protegerse del frío o cocinar la carne, sino que generó reuniones en torno a la fogata y favoreció el contacto, la cercanía, las miradas y el nacimiento de los primeros guturalismos como forma primitiva de diálogo.
La vulnerabilidad y la resiliencia -esa capacidad de resurgir frente a la adversidad- son construcciones que cobran sentido en un contexto y que forman una coreografía que va de la estabilidad a la inestabilidad más disruptiva y por supuesto al cambio. Y no solo eso, sino que llevarán a las personas a que desarrollen acciones a partir de los distintos significados que les atribuyan a los acontecimientos que surjan mientras experimentan la vida.
Amigos hablando en una cafetería

Los juegos de comunicación

Es en esa coreografía donde se desarrollan diferentes juegos de comunicación: los estilos de personalidad, las características propias de cada interlocutor, la forma de expresión verbal, paraverbal o no verbal, el contexto en el que se desenvuelve el diálogo y el contenido de la conversación.
Así, dentro de la comunicación humana, coexisten tanto juegos interaccionales nutritivos y afectivos, como aquellos que poseen una gran toxicidad.
Cuando dos personas intentan comunicarse existen ciertas reglas de comunicación que se van desenvolviendo según el diálogo evoluciona; sin embargo, cuando la cantidad de interlocutores aumenta, también lo hace la complejidad y todo es más proclive a malos entendidos.
Entre estos juegos, los triangulares (de tres personas) son una cantidad fatídica.
Se establecen alianzas que se transforman en coalición contra un tercero. El famoso dos contra uno, en en el que el tercero deberá soportar la segregación y descalificación de los otros dos: broncas, maltrato, insultos, manipulaciones, ironías, provocaciones, entre otras. Sin duda, un juego tóxico.
Un ejemplo de relación de tres son los celos. Una relación de dos es interferida por un tercero real o imaginario, donde uno de los dos se siente relegado porque cree que su pareja mantiene ciertos comportamientos de acercamiento afectivo con otra persona. Este juego genera angustia, agresiones culpas, broncas, desesperación y otros sentimientos contaminantes.
La envidia, un pecado capital
Uno de los juegos más tóxicos es sentir envidia. De hecho, el catolicismo considera a la envidia como uno de los sietes pecados capitales además de la lujuria, la gula, la pereza, la avaricia, la soberbia y la ira.
Este sentimiento oscuro es detonado porque los logros y éxitos de alguien próximo y con cierta relación al envidioso, le muestran la propia incapacidad o aptitud para ese logro.
Entonces, el envidioso inicia una serie de descalificaciones hacia el envidiado en el intento de destruirlo. Tan minúsculo se siente, tan impotente frente al éxito del otro, que necesita socavarlo hasta reducirlo y dejarlo de rodillas para sentirse superior.
Ahora bien, sentir envidia no solo es codiciar lo que tienen los demás. Lo que más y mejor caracteriza a la verdadera envidia es el deseo de que el envidiado no tenga lo que tiene, de que no sea real su éxito.
Entendida de esta manera, es posible concluir que la envidia es la madre del resentimiento, un sentimiento que no busca que a uno le vaya mejor sino que al otro le vaya peor.
El envidioso se convierte en un satélite del envidiado y lleva por dentro su dolor, puesto que si lo hiciese explícito declararía su inferioridad.
La envidia es el sentimiento de desagrado por no tener algo y además el afán de poseer ese algo hasta lograr privar al otro de ese algo.
Mujer envidiando a una compañera de trabajo

A veces, el envidiado ni se entera de los sentimientos dolientes del envidioso. Nadie dice: «¡yo te envidio!». La persona envidiosa intenta ocultar sus emociones y prefiere no demostrar su minusvalía y operar con sarcasmo y desvalorización por el éxito de su interlocutor. Manifestar o explicitar la envidia sería un síntoma de salud.
En el ámbito laboral, cuando el jefe envidia a su subordinado (el superior sobre el inferior), las conductas envidiosas son mas complejas y ensortijadas, más aún cuando el subordinado es lindo, atractivo e inteligente, todas virtudes que a los ojos del envidioso se halla amplificadas.
Un recurso del envidioso consiste en señalar que el envidiado llegó hasta donde llegó por conexiones políticas, porque sale con el gerente o que detrás de su apariencia de persona inteligente, hay un drama familiar. Por ejemplo, un futbolista envidioso no pierde ocasión para descalificar como juega el envidiado o incluso de manera tímida o inocente darle una buena patada
La envidia implica no respetar la lejanía ni la cercanía afectiva. Además, la envidia entre amigos o hermanos es una apuesta doble a esos sentimientos oscuros.

Sentir envidia favorece el deseo de que el adversario de la persona envidiada se quede con el trofeo, juegue mejor el partido, sea elegido para el cargo laboral o le vaya bien el examen. Sentir envidia de esta manera es lascivo y traicionero porque mientras que el envidioso hace como que es feliz por los logros de su amigo, por detrás desea profundamente que fracase. Así, detrás de la felicitación del envidioso, esta el deseo de destrucción.
La alegría maliciosa
El hecho de sentir envidia está asociado a una actitud maliciosa, deshonesta e inmoral, sentimientos que son la base de estrategias para derrotar al envidiado. El envidioso trata por todos los medios de autoconvencerse de que el éxito del envidiado no es tal e infravalora y descalifica tanto a la persona como al contenido de su éxito.
Puede decir: «es mucha suerte la que tiene, más que capacidad«, «no es tan inteligente como parece«, «seguro que le dura poco su triunfo…» o «todo apariencia, ¡es un vende humo!«.
Si el envidioso logra convencerse de que lo que dice sobre el envidiado es así, se autoengaña y eso posiblemente le haga sentir mejor, aunque no es un bienestar auténtico.
Sin embargo, el epicentro de la gloria para el envidioso radica cuando el envidiado fracasa, le salen mal sus proyectos, lo desaprueban, cae en depresión, le rechazan la publicación del artículo, valoran en el trabajo al competidor o cualquiera de estas situaciones que muestran la caída del envidiado.
Sentir envidia puede derivar en autoengaño.
En esos momentos, los deseos silenciosos del envidioso se concretan en la realidad y es allí cuando se posiciona por arriba del envidiado, porque se siente superior al fin y recupera su paupérrima autoestima (aunque es una falsa valoración personal, no una auténtica y profunda). Este período de regodearse y alegrarse por el fracaso del otro se denomina alegría maliciosa.
Una de las actitudes más manipuladora del envidioso -como muestra de su falsedad e ironía- es cuando su enemigo se encuentra triste por su fracaso y se acerca amigablemente a él y en pleno regocijo interior, se muestra condoliente y ofrece palabras contenedoras: «¡Qué lástima que no te fue bien…» o «qué rabia, no sabes como te entiendo«.
Cuando el envidioso envidia, lo invade un sentimiento irrefrenable e incontrolable: habla mal del envidiado o intenta hacerle cualquier tipo de daño como negarle cosas, marginarle, difamarlo, ofenderle, maltratarle psíquica o físicamente, actuar con sarcasmo, burla, ironía o con palabras con doble sentido.
Mujer con envidia abrazando a su amiga


Cambiar la envidia por la admiración
Si no somos envidiosos crónicos, seguramente que en algún periodo de nuestra vida hemos experimentado esta emoción, ya que está muy arraiga en la naturaleza humana.
Ahora bien, detrás de una persona que experimenta envidia, se encuentra una persona desvalorizada que en lugar de valorarse, se encarga de despreciar al envidiado para equilibrar su autoestima. Sin embargo, esta forma tan precaria de valoración no lleva a ninguna parte del territorio de la autoestima, solo fortalece la desvalorización.
Lo cierto es que si un envidioso se diese cuenta de su desvalorización, posiblemente cesaría en su envidia. Es realmente increíble que un sentimiento tan complicado como la envidia, pueda más que la admiración por el otro.
La admiración es un sentimiento noble y limpio, una forma de valorar y resaltar los logros del compañero, del amigo, del familiar. Se trata de expresarlo y hacérselo saber. Es, además, un sentir fácil, simple, no complejo, pero para sentirlo debemos estar equilibrados con nosotros mismos, valorados y dispuestos a calificar positivamente los logros del otro.
La admiración nos permite preguntarle al otro qué fue lo que hizo para obtener el logro y de esta manera obtener la fórmula del éxito.
 
La admiración en la pareja: una sinergia llena de poder
Fact Checked

29 septiembre, 2019

Este artículo fue redactado y avalado por la psicóloga Valeria Sabater

Decir «te admiro» es tan importante como decir «te quiero». La admiración en la pareja configura un nutriente tan esencial como el propio afecto y el cariño cotidiano, ahí donde la inspiración mutua nos ayuda a crear un vínculo más poderoso y satisfactorio.

pareja-1.jpg




La admiración en la pareja conforma esa energía de ida y vuelta donde se consolida un amor más maduro. Así, cuando vemos en el otro virtudes o capacidades que nos agradan, también nosotros nos sentimos reconfortados, porque quien admira se siente inspirado y pocas sensaciones son más enriquecedoras como motivantes. Es, en esencia, uno de los sentimientos que más nutren una relación.
«Tú me haces querer ser mejor persona». Esta frase es la que le dijo Jack Nicholson a Helen Hunt en Mejor imposible cuando esta le pide que le diga algo bonito. Dentro de las limitaciones y defectos que presentaba el personaje, no pudo elegir una respuesta más adecuada. Porque con esas palabras se contiene no solo un amor auténtico, sino también, algo que a todos nos agrada: ser valiosos y especiales para la otra persona.
Ahora bien, cuando esto no aparece (o desaparece con el tiempo) o más aún, cuando el sentimiento de admiración es unilateral y no bilateral, surge la fricción y la desavenencia: cuando perdemos el brillo ante los ojos del otro, el vacío que puede aparecer es enorme. Si no admiramos a quien amamos, quedan solo los rescoldos de la rutina, la ceniza de un aprecio discreto que no enriquece a nadie, el mismo que en muchos casos puede derivar en desprecio.
«Dime quién te admira y quién te ama, y te diré quién eres».

-Antoine de Saint-Exupéry-
manos con corazón de luces simbolizando la admiración en la pareja


La admiración en la pareja, una energía que nos hace crecer entre dos
Decía el poeta Theophile Gautier que amar es admirar con el corazón y admirar, por su parte, es amar con la mente. Sea como sea, en el seno de una relación de pareja deben darse ambos procesos, tanto el amor como la admiración. Ahora bien, tal y como podemos imaginar, para que estas dimensiones tengan auténtico sentido deben ser recíprocas en todo momento.
Así, es común que en ocasiones se dé un hecho. Hay quien admira a su pareja, mientras, la otra parte, lejos de sentir lo mismo, se limita solo a dejarse admirar y halagar porque ese refuerzo es lo que necesita para validar su personalidad. Es un «necesito que me admires y te sientas orgulloso de mí para fortalecer mi autoestima, pero no esperes que haga lo mismo contigo porque aquí, quien importa verdaderamente en la relación soy yo».
Estas dinámicas son altamente destructivas. Debemos tenerlo claro: la admiración en la pareja es la piedra angular de la relación, y esta, debe conformar a su vez un tándem, ahí donde uno valore las cualidades del otro y a la inversa. No olvidemos por ejemplo esos pilares en todo vínculo feliz y estable de los que nos habló en su día John Gottman y su esposa.
No importa los baches por los que estén pasando dos personas, nos decían. En realidad, los desafíos o dificultades siempre se acaban superando cuando existe la admiración mutua. El amor, sumado al cariño y esa valoración de las cualidades del otro, configuran una sinergia poderosa e indestructible.

chico y chica riendo y simbolizando la admiración en la pareja


Admira, pero no idealices
La admiración en la pareja es la mejor vitamina. Ahora bien, la idealización, por su parte, un contaminante. Y lo peor de todo es que es algo común, algo en lo que caemos casi sin darnos cuenta. Idealizamos al otro porque proyectamos deseos propios, porque el amor a veces es ciego y magnifica potenciales, capacidades y comportamientos que no son reales.
Tarde o temprano abrimos los ojos, es cierto, pero por el camino puede haberse desprendido parte de nuestra dignidad y autoestima. La admiración por la persona amada debe estar focalizada en hechos concretos. Debemos verla, sentirla, ser ese rasgo que tanto nos gusta, nos ayuda y nos inspira.
Pareja en la playa simbolizando la admiración en la pareja


Si admiras, dilo en voz alta, verbaliza lo que te gusta de la otra persona
Decir «te admiro» es tan importante como decir «te quiero». Es un ejercicio de bienestar que a menudo descuidamos y que, sin embargo, tiene una relevancia inmensa. No es lo mismo decir «te quiero o me gustas» que «te quiero porque te preocupas por las personas y porque admiro el modo en que hablas, te expresas y solucionas las cosas». Si verbalizamos realidades concretas, damos refuerzos más poderosos y significativos.

La admiración en la pareja revierte en nuestro bienestar y felicidad
Tener a alguien a quien admirar y que nos admiren revierte en nuestro bienestar. Este sentimiento de ida y vuelta (tú me inspiras a ser mejor y yo te inspiro a superarte) es un ejercicio altamente nutritivo en el ser humano. Es más, estudios como el llevado a cabo en la Universidad de Manchester, Reino Unido, nos señalan que la admiración en la pareja, así como en nuestras relaciones de amistad y de familia, contribuyen al bienestar psicológico y a la satisfacción vital.
Para concluir, no descuidemos nunca esta dimensión en el amor. El afecto, el querernos mucho y bien es algo sensacional, no hay duda. Sin embargo, hay otros pilares que son auténticos anclajes para que ese vínculo funcione y sea estable en el tiempo: admirar y ser admirados, desear y ser deseados, son ingredientes que nos hacen más fuertes y por supuesto, más felices.
 
Back