Autoestima y otros temas de psicología

Hipersensibilidad emocional: cuando las emociones están siempre a flor de piel


¿Alguna vez te han dicho que eres demasiado sensible? Parece que todo te afecta mucho más que a los demás. Cualquier situación o circunstancia, por intrascendente que pueda parecer, provoca en ti una reacción que muchos considerarían exagerada. Parece que siempre tengas las emociones a flor de piel, quizás poseas hipersensibilidad emocional.

“Nunca pidas disculpas por ser sensible o emocional. Mostrar tus emociones es un signo de fortaleza no de debilidad”


-Ignacio Novo-

Las personas que se enmarcan dentro de esta hipersensibilidad emocional tienen como un sexto sentido, un grado de empatía muy desarrollado con el que logran reconocer diferentes emociones en los demás. Por ejemplo, si alguien está sufriendo lo detectarán antes que nadie, si alguien no es feliz lo sabrán.

El gran problema es que esto les afecta y como sienten mucho más que el resto de personas sufren en sus carnes también el dolor ajeno. Por eso, no es raro que gocen de una impulsividad emocional que sorprenda a los de su entorno.

Todo es una cuestión de perspectiva
Nuestra perspectiva ante las situaciones tiene mucho que ver en el desarrollo de la hipersensibilidad emocional, aunque bien es cierto que hay un claro componente biológico. Al menos así se constató en un estudio realizado por los psicólogos de la Universidad de Stony en Nueva York.


En el mismo se realizaron fotografías del funcionamiento cerebral que dejó en evidencia que las personas más sensibles mostraban una mayor activación de la corteza frontal ante caras alegres o tristes, por ejemplo. Sin duda, captaban y comparaban los detalles con más precisión que las personas menos sensibles.


Pero, a pesar de esto, también el entorno tiene mucho que ver. De hecho, es una combinación de los factores genéticos y ambientales los que darán lugar a la hipersensibilidad emocional. Un ejemplo podría ser el de un niño que nace en un ambiente familiar inestable en el que tiene serias carencias afectivas. A medida que crece desarrollará serios problemas para regular sus emociones y, debido a lo vivido en su niñez, se encontrará mucho más sensible a todo.

A veces te sientes inundado de sentimientos a tu alrededor y esto te impide que puedas escucharte a ti mismo


Este niño puede que desarrolle una gran vergüenza, timidez, inseguridad, etcétera, pero a pesar de todo esto, la perspectiva juega un papel importante. Con esfuerzo y viendo la situación de otra forma diferente se puede mejorar esta circunstancia. De esta manera, aunque se continúe siendo una persona hipersensible, sabremos gestionar nuestras emociones expresándolas y reaccionando a ellas de una manera mucho menos exagerada.

Ver los árboles, pero no el bosque
La hipersensibilidad emocional puede ser muy positiva. Puedes apoyar a aquellas personas que lo necesitan, gozas de una gran empatía y adaptas tu comportamiento a aquellos que no están pasando por un buen momento. Pero, al centrarte demasiado en los detalles puedes dejar de lado una visión más global de todo.

Por eso es tan importante ver las cosas desde diferentes perspectivas. Al centrarte en los detalles, tu perspectiva está influenciada por tus propios sentimientos, focalizada en algo concreto, por lo que le darás demasiada importancia y reaccionarás exageradamente a cosas que los demás no perciben.

Por ejemplo, una palabra o frase dicha con determinada intención puede provocarte una gran agresividad, enfado o rabia, mientras que los demás no se han percatado de la pretensión y, si así fuera, no la consideran tan relevante.


Tu hipersensibilidad se ve potenciada por los problemas pasados. Es decir, si en el pasado has carecido de afecto, te han mentido y hecho daño. Así, el hecho de encontrarte en una situación similar a ésta -o anticiparla- te afectará de una manera mucho más profunda.

¿Puede ser positiva la hipersensibilidad emocional? Por supuesto que sí, de hecho, nos permite conectar mejor con los demás y ayudarles si así lo necesitan. El gran problema es que también existe un lado oscuro cargado de inseguridad, dificultad para gestionar emociones y susceptibilidad.

Siento más que los demás, parece que todo me lo tomo más a pecho. Mis poros supuran emociones que soy incapaz de controlar y gestionar

La ansiedad, el estrés y la depresión son enfermedades que afectan a las personas con hipersensibilidad emocional. La dificultad que les impide sentir menos, dejar de preocuparse en exceso, evitar centrarse en lo que los demás ignoran, provoca que este “don”, considerado así por algunos, se convierta en el peor enemigo para quienes lo tienen.


Por Raquel Lemos
 
5 señales de agresividad encubierta


En materia de agresiones, se destacan dos clases básicamente: la agresividad abierta y la agresividad encubierta. En el primer caso (agresividad abierta), el comportamiento agresor se da de manera directa y palpable: es evidente a todas luces.

En el segundo caso, la agresividad encubierta, el comportamiento agresor se da de una manera más sutil, oculta o, en otras palabras, camuflada y engañosa; es decir, conlleva un importante grado de manipulación.


“Hay tres venenos primordiales: la pasión, la agresión y la ignorancia”

-Pema Chödron-

La diferencia esencial entre una y otra, radica en la forma como se manifiestan las verdaderas intenciones de la persona causante del acto agresor. Enseguida te mostramos cinco de las señales que te permiten identificar la agresividad encubierta

1. La mentira: cuando la verdad “nos queda grande”

Es quizás la modalidad más evidente de agresión encubierta, la manera más común de violentar a otra persona, por el hecho de falsear, en mayor o menor grado, alguna verdad que atañe a ella.

Si se oculta algo a alguien, bien sea diciéndolo o callándolo, es quizás por el temor o el deseo de no querer enfrentar una realidad. Esto, se presume, sin el permiso o el consentimiento dela otra persona, con lo cual se le está agrediendo, de manera grave o leve, según sea la dimensión de la mentira.

De ahí que cuando se conoce la verdad, normalmente lleva a un conflicto, con lo cual se descubre que efectivamente existía una agresión. De otro modo, no habría lugar a malentendidos.


En este se refleja que hay ocasiones en las que la verdad es más grande que nosotros mismos y termina por doblegarnos. Esto es un círculo vicioso que regula un sinnúmero de relaciones sociales y poco a poco las deteriora, incluso, hasta consumarlas.

2. La culpabilidad: ser “víctima” de sí mismo
Es cuando nos ponemos en el papel de “ víctima”, en cualquier situación de conflicto. Sentimos o queremos sentir que, verdaderamente, somos objeto de una “injusticia”, la cual se origina en la otra persona o en el grupo de personas involucradas en la disputa.

Es un modo típico de evadir nuestra responsabilidad, puesto que, al colocarnos en un contexto de indefensión y desamparo, la única vía que vemos posible para “ganar” la contienda, es introducir el sentimiento de culpabilidad;una culpabilidad que termina siendo más contundente que los mismos hechos.

El lema o el guión es: al mostrarme, consciente o inconscientemente, como un “sacrificado” de las circunstancias, las demás personas sentirán compasión de mí y me complacerán hasta los más tontos caprichos

Paradójicamente, el más débil pasa a ser el más fuerte: se hace más fuerte en su debilidad, que el fuerte en su fortaleza. Hacer sentir culpa, evidentemente “funciona”; y es una forma encubierta de agredir a otros, ya que se les manipula.


3. Avergonzar: utilizar el poder para minimizar a otros

Es cuando minimizamos la esfera o la condición humana de alguien, quizás con el fin de sentirnos más que los demás o de ridiculizar a otra persona, ocultando el posible rechazo o rencor que se siente por ella. Es un poder soberbio ejercido sobre una debilidad, error o deficiencia.

Porque siempre que avergonzamos a otra persona pasamos por encima de ese alguien, de manera agresiva y hasta aplastante. Lo anterior, bien por motivos de una necesidad de sentirnos mejores que los demás, o bien por razones de un rechazo hacia esa persona. Inclusive, en varias ocasiones, por ambos motivos.

Por ejemplo, cuando se ridiculiza a alguien en público, burlándose de esa persona, se puede hacer parecer como una simple broma, pero quizás el verdadero trasfondo de las cosas puede ser mucho mayor: la real intención puede ser pasar por encima de ese alguien para agredirlo sustancialmente.

4. Seducir: la falsedad de “jugar” con el ego propio y el ego ajeno

Es cuando adulamos o impresionamos a otras personas para conseguir nuestros objetivos: nos valemos de cualquier debilidad, por lo general relativa al ego de un individuo, para conseguir cualquier tipo de propósito.

La agresividad encubierta está, no en los eventuales detalles “bonitos” que podamos tener con alguien, sino en “jugar” con los sentimientos de otra persona para disfrazar una determinada situación, con el objeto de lograr un fin oscuro o egoísta

Es entrar en la “ambivalencia” del ego propio y del ego ajeno, puesto que muy probablemente parto de una mentira, que la otra persona se cree de algún modo; o incluso, parto de una supuesta verdad, que el otro sobredimensiona

Sin duda, un “juego” absurdo que no prosperará y en el cual ambas personas perderán. Obviamente, la agresividad encubierta viene dada, de nuevo, por la intención, la manipulación y, en consecuencia, por el hecho de utilizar a las personas como si fueran objetos o medios para lograr cualquier finalidad.

5. La ausencia: cuando estando, no estoy
En este último caso, aunque la persona está presente físicamente, mental, cognoscitiva o emocionalmente, parece estar lejos de la situación objeto de conflicto, en un evidente comportamiento de “todo me importa nada”; es decir, “puedes irte con tus opiniones o reclamos a otra parte”.

Esta conducta se ve reflejada, entre otras actitudes, en el silencio, en mirar a otras partes y no a la persona directamente, en el fastidio de escuchar y atender a lo que me están diciendo, o simplemente en responder con frases muy cortas, poco dicientes y sin argumentos, al asunto objeto de controversia.

Finalmente, en este escenario de la agresividad encubierta, vale decir que la conducta de un “buen manipulador” jamás será obvia. Y que quien manipula, algo esconde; y algo necesita, que no puede o no quiere lograr por sus propios medios.

Por Edith Sánchez
 
La vida es cambio constante


La vida es un viaje maravilloso, pero no estático, estamos en constante cambio. Todo tiene un principio y un final y las cosas que ayer estaban, mañana puede que se esfumen de nuestro presente. Aceptar que la vida es cambio nos permite vivir el aquí y ahora más tranquilamente, disfrutar de lo que tenemos entre manos, sin preocuparnos de si lo perderemos o no.


Es importantísimo aprender a cerrar etapas, capítulos o historias de nuestra vida porque precisamente eso es vivir: cambiar, renovarse y no permanecer en la dichosa -y ya famosa- zona de confort más tiempo del necesario.




Cuando uno se queda anclado en una vida que no le está aportando nada por miedo al cambio, en realidad ya está dejando de vivir con plenitud


El miedo a la incertidumbre

El cambio genera incertidumbre y esa incertidumbre nos da miedo. El ser humano tiene mucho deseo de control, pero como seres racionales que somos, es preciso aprender que la seguridad no existe, excepto en el caso de la muerte. Por mucho que intentemos controlar nuestro mundo, habrá ciertas situaciones o circunstancias que sucederán sin que lo esperemos y sin que tengamos ningún poder para modificarlas.


Por lo tanto, deja de intentar controlar, no puedes y te creará mucho malestar. Interioriza la idea, real y verdadera, de que las cosas pueden terminarse y eso estará bien porque es lo normal, forma parte de la vida. Porque la vida es cambio.




No quieras permanecer donde ya no hay que estar por miedo a la incertidumbre. Quizás hoy sufras por haber cerrado un capítulo, pero mañana te alegrarás y volverás a abrir otro y lo más seguro es que sea mucho mejor. Será mejor porque tú lo harás mejor, habrás aprendido de las anteriores etapas, habrás sacado conclusiones y habrás madurado como persona.




Tómate los recuerdos como lo que son e intenta no mezclarlos con sentimientos demasiado exagerados. Lo que se fue ya no volverá y no merece la pena darle vueltas. Ahora tienes ante ti una nueva etapa, para descubrir, para explorar, para conocerte mejor y sobre todo para apreciar y disfrutar.


Toda etapa encierra un placer, algo positivo, algo nuevo, nunca nada es totalmente malo, aunque ahora mismo no tengas la capacidad para darte cuenta de ello


Si reflexionas fríamente, alejado de las emociones, verás que nada es totalmente bueno, ni totalmente malo. Si se acabó tu relación y te toca cerrar esa etapa, puedes pensar que quizá ahora puedas hacer cosas que antes con esa persona no podrías, o que has aprendido lo que no quieres en tu vida.


Es cierto que las cosas buenas que tenías con esa persona también las perderás, pero como hemos comentado antes, vendrán otras cosas buenas a tu vida, se abrirás nuevas puertas, descubrirás nuevos caminos.




Todo cambia, todo pasa, todo se reinventa. Nosotros mismos también, evolucionamos como personas, no nos mantenemos estáticos. La persona que eramos ayer, no es la misma de ahora. Crecemos, maduramos, envejecemos y morimos; ese es el orden natural de las cosas y no tenemos que ir contra corriente ni intentar modificarlo, sino aceptarlo con serenidad.


¿Cómo desprenderse del miedo?

La vida es cambio y cuando rechazamos esto, el miedo puede acecharnos. ¿Cómo podemos desprendernos de este miedo? Para empezar, tenemos que aceptar que la vida es cambio para así poder continuar con los siguientes consejos.


Deja de preguntarte el por qué de las cosas

¿Por qué tuvo que fallecer?, ¿por qué me dejó por otro?, ¿por qué se rompió?, ¿por qué me despidieron? Yo te pregunto: ¿Por qué te preguntas eso?, ¿acaso crees que se va a solucionar tu problema? ¡Qué más da!


El pasado, pasado está, déjalo ir, no te vayas a crear otro problema ni frustraciones innecesarias por averiguar el por qué. Quizás nunca sepas el por qué de nada y si lo sabes tampoco te va servir para nada.


Revisa tu diálogo interno

No te digas cosas como “no es justo que esto termine”, “mi vida no tiene sentido después de mi ruptura”, etc. Son ideas falsas, exageradas y poco prácticas. Te adaptarás al cambio tarde o temprano, pero lo harás mucho antes si aprendes a manejar bien tus ideas y pensamientos.


Para ello, tienes que cambiarlos por frases más realistas -que no positivas- hasta que comiences a creértelas y automatizarlas: “Puede que sea injusto que esto termine, pero la vida es injusta por definición. Podré soportarlo”, “El sentido de mi vida no depende de una persona en concreto, pues tengo más cosas de las que puedo disfrutar”.




Despréndete de cosas que no te aportan nada, sin miedo

Tira lo viejo, borra fotos, rompe documentos, regala ropa, cambia de casa, de pareja o de trabajo… No te quedes anclado en donde no encajas ya mucho tiempo. La vida es cambio y tiene que fluir.


Empieza a construir desde tu presente y proyecta tu futuro. Eso que tu crees que necesitas y que es imprescindible para tu vida, en realidad no lo es. Imprescindible es comer, respirar, dormir, beber…lo demás es solo una rutina, una costumbre y el ser humano es capaz de acostumbrarse y de desacostumbrarse, de habituarse y deshabituarse… puedes hacerlo, ¡ponte a ello, sin miedo!, ¡no va a pasar nada terrible!


Intenta poner en marcha estos tres pasos y ganarás sabiduría, madurez, fortaleza y salud mental. Asume, abraza y acepta los cambios; hazlos parte de ti, de tu vida, de tu mundo


Mira hacia adelante, como cuando vas conduciendo y nunca hacia atrás. El espejo retrovisor solo hay que mirarlo un instante, pero tenemos que conducir mirando hacia adelante, observando y aceptando lo que está llegando y lo que está por venir.

Por Alicia Hidalgo
 
Cantar también nos hace felices según la ciencia


Cantar también nos hace felices. Esta práctica nos regala una dosis de entusiasmo e incluso induce un sentimiento de alegría y positividad en enfermos de Alzheimer y Parkinson.

En la ducha, en casa mientras escuchamos música y nadie nos oye, con amigos… Cantar también nos hace felices, esta práctica tan universal nos llena de serotonina y oxitocina, y es una inyección de entusiasmo sensacional al alcance de todos. Aún más, se ha podido ver que hasta las personas con Alzheimer reaccionan y despiertan con alegría cada vez que se les anima a cantar.


Decía Edith Piaf que cantar es una forma de escapar a otro mundo. Sin embargo, psicólogos y neurocientíficos no están del todo de acuerdo con esta idea; en realidad, la musicoterapia es un canal sensacional para conectar con los demás, para despertar esas emociones que nos ayudan a establecer vínculos más intensos con los demás.




Por ejemplo, en un estudio publicado en The Journals of Gerontology pudo verse que cuando nuestros mayores empiezan a ir a algún coro comunitario para cantar, se reduce la sensación de soledad y su salud mejora. No podemos dejar de lado el hecho de que a partir de los 65 años, es muy común que aparezca entre este grupo poblacional el riesgo de sufrir depresiones asociadas al aislamiento social.


Por tanto, algo tan simple como formar parte de un grupo con el que ser partícipe de la música mejora la interacción y genera cambios muy positivos a nivel emocional, cognitivo y también físico. Asimismo, cabe señalar que prácticas tan cotidianas como cantar en la ducha para nosotros mismos, también actúa como un botón de reinicio capaz de darnos energías, felicidad y una buena dosis de positividad…


“No canto para ser feliz, soy feliz porque canto”.


-William James-






Cantar también nos hace felices porque el cerebro adora la música

La felicidad, al fin y al cabo, se experimenta a través de los actos más simples. Buena compañía, una tarde de descanso, una comida con amigos… Ahora bien, cantar también nos hace felices por un hecho tan básico como fascinante: nuestro cerebro adora la música.


  • Podríamos decir que esa historia de amor con este arte ancestral es algo que siempre ha acompañado a la humanidad, y que la ciencia, por su parte, se esfuerza cada día en explicar.
  • Por otro lado, el teórico musical Leonard Meyer nos explica en su libro Emoción y significado en la música que el cerebro experimenta una especie de shock placentero con cada pieza musical, con cada nota que nos atrevemos a entonar cuando cantamos en voz alta.
  • Es una experiencia que nos desafía al mismo tiempo que nos confiere una grata sensación de seguridad.



Aún más, los científicos nos señalan que en nuestro oídos hay una estructura tan interesante como básica para el canto: es el sáculo. Esta pequeña parte del oído interno responde a las frecuencias que se crean mientras cantamos. Esa respuesta fisiológica nos genera placer, esas vibraciones inducen al cerebro a un estado de calma tan catártico como beneficioso, casi mágico…


Cantar para mejorar nuestro estado de ánimo

Decía Pablo Picasso que para pintar y dibujar hay que cerrar los ojos y cantar. Si nos damos cuenta, esta práctica, la de cantar por lo alto o por lo bajo, musitar o tararear es una costumbre recurrente en muchos de nosotros mientras llevamos a cabo otras tareas. Así, es muy común cantar mientras conducimos, mientras hacemos deporte, ordenamos la casa o incluso cuando trabajamos.


El canto mejora el estado de ánimo. Libera endorfinas, produce serotonina y reduce además nuestro nivel de cortisol, la hormona del estrés. Asimismo, estudios, como el llevado a cabo en la Universidad de Frankfurt; nos revelan que cantar fortalece nuestro sistema inmunitario e incluso mejora la respiración, la flexibilidad del diafragma y la salud pulmonar.


Ahora bien, uno de los beneficios más destacables y del que ya hemos hecho referencia al inicio, es el que genera en las personas con enfermedades neurodegenerativas. Es más, la propia “Sociedad de Alzheimer” de Estados Unidos, por ejemplo, lleva a cabo desde hace años lo que denominan como “Canto para el cerebro”.


Se ha podido ver que cantar mejora el estado de alerta de los ancianos con esta enfermedad. Les ayuda a conectar con los demás de manera positiva, disfrutan, se ríen, son más receptivos a la comunicación y a la interacción, están más concentrados para realizar determinadas tareas y su estado de ánimo mejora.


Por otro lado, otro aspecto que han podido comprobar expertos en el campo de la discapacidad intelectual como Tom Shakespeare y Alice Whieldon, de la Universidad de East Anglia, es que personas con problemas mentales, se benefician enormemente de los talleres de canto. Se reduce el estrés y la ansiedad, ganan en seguridad personal y en habilidades sociales.




Podríamos decir que, de algún modo, cantar es ese ejercicio por el cual nuestro cerebro siempre se va a sentir recompensado. La música es ese otro tipo de lenguaje que actúa como algo más que una producción meramente cultural. Es ese espacio donde todos coincidimos, es ese tipo de comunicación donde no hacen falta palabras.


Es también ese rincón del cerebro que casi siempre permanece intacto ante enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson, y que nos permite tomar contacto con lo más valioso del ser humano: las emociones.

Por Valeria Sabater
 
¿Qué son las fobias y cómo superarlas?


Todo el mundo siente un miedo irracional a algo, pero estos temores son menores,no tienen mayor importancia. Pero cuando los temores son tan graves que causan una enorme ansiedad e interfieren en la vida normal del individuo se llaman fobias.


Una fobia es un miedo intenso a algo, que ciertamente no representa ningún peligro real. Puede ser miedo a estar en espacios cerrados; miedo a la arañas, a serpientes o insectos voladores; miedo a volar o a las alturas, etc. Se pueden padecer infinidad de fobias. La mayoría de ellas se han desarrollado en la infancia, pero también pueden originarse en la edad adulta.




“El miedo está siempre dispuesto a ver las cosas peores de lo que son.”


-Livio-


Qué se siente ante la fobia



El individuo se da cuenta de que su miedo es irracional, pero no puede controlarse. El simple hecho de pensar en la causa del miedo ya le produce ansiedad. Pero, si se expone ante lo que teme, siente un terror abrumador, es una experiencia para él angustiosa y hará cualquier cosa para evitarlo.




El miedo es una respuesta humana de adaptación, que sirve de protección, con una respuesta automática de huida, pero en las fobias el individuo se siente amenazado muy exageradamente, cuando el peligro no es real.


Síntomas físicos y emocionales de las fobias

Las fobias pueden desencadenar toda una serie de síntomas que pueden incluso incapacitar al individuo en algún aspecto determinado de su vida, como en el caso de fobias a espacios abiertos o a lugares llenos de gente.


  • Síntomas físicos: ante una fobia puede aparecer dificultad para respirar y también taquicardias, sensación de opresión en el pecho, temblores, mareo, estómago revuelto, sudoración y sensación de hormigueo, entre otros síntomas.
  • Síntomas emocionales: son, fundamentalmente, ansiedad o pánico abrumador, necesidad de huir, sentirse fuera de sí, miedo a perder el control y volverse loco, sentir que vas a morir e incapacidad para controlar el miedo.

Cómo tratar las fobias








Para tratar las fobias hay diferentes técnicas, desde la exposición a eso que la provoca a métodos de choque o aplicación de puntos de la programación neurolingüística. Pero también puedes poner en práctica algunos pequeños consejos que pueden ayudarte:


Afronta tus miedos

La manera más efectiva para superar una fobia es exponerse a lo que temes de una manera segura y controlada, de forma gradual y repetida. De esta manera aprenderás a controlar la ansiedad y el miedo. Con cada exposición te sentirás más seguro y con más dominio de ti mismo. Pero recuerda: para poder afrontar con éxito tus miedos, deberás de tener planificación y mucha paciencia.


Practica técnicas de relajación

Trata de practicar técnicas de respiración profunda durante cinco minutos dos veces al día. Siéntate cómodamente con la espalda recta, con una mano en el pecho y la otra en el estómago; respira lentamente por la nariz, contando hasta cuatro. La mano sobre el estómago debe levantarse, y la del pecho debe moverse muy poco.


Aguanta la respiración mientras cuentas hasta siete, y exhala por la boca contando hasta ocho; empuja todo el aire que puedas mientras contraes los músculos abdominales. Inhala de nuevo y repite el ciclo hasta que te sientas relajado.


Lucha contra los pensamientos negativos

Los pensamientos de ansiedad que se desencadenan suelen ser negativos y poco realistas. Por ello, nada mejor que escribir cualquier pensamiento negativo que tengas cuando te enfrentes a tu fobia. Trata después de evaluarlos, sacando pensamientos positivos.


“El hombre que tiene miedo sin peligro inventa el peligro para justificar su miedo.”


-Alain Emile Chartier-

Por Gema Diez
 
Enfócate y Logra tus Metas. 5 Pasos Para no Distraerte Hasta Triunfar.



¿Cuántas veces te ha pasado? Lees un libro de superación y te motivas a cambiar:


  • Dejarás de comprar ropa con la tarjeta de crédito
  • Comerás Paleo, para bajar de peso y ponerte los jeans que ya no te quedan
  • Recogerás la ropa sucia que dejas en el baño para que tu casa esté ordenada.
  • Iniciarás tu propio negocio, porque no quieres seguir siendo empleada

Emocionada, anotas tus objetivos en una libreta que dice “La mejor versión de mí” sobre la portada.


El encanto dura exactamente un día. Por una u otra razón pierdes el enfoque y la mejor versión de ti acaba en el fondo del buró, entre recibos de compra viejos, chicles sin empaque y una dudosa bola de pelos que prefieres ignorar.


Frustración total.


Establecer metas es sencillo, pero ¿Cómo le haces para enfocarte y trabajar en ellas?


Necesitas atravesar 5 etapas. Cada una tiene contratiempos que te pueden hacer desistir.


5 Pasos Para Enfocarte y Lograr tus Metas

1) Escribe tu buena intención

Estás en A y quieres llegar a B. Aquí es cuando lees el libro de superación y te das cuenta de que necesitas cambiar. Anotas tu objetivo en la libreta.


  • Quiero bajar de peso
  • Quiero mejorar mi alimentación
  • Me gustaría ser más ordenada

Si tus metas se parecen a estas, están mal planteadas y será difícil ponerlas en práctica ¿Qué significa bajar de peso o mejorar tu alimentación? ¿En cuánto tiempo? ¿En qué consiste ser más ordenada?


Al establecer tus objetivos, debes tener cuatro cosas en cuenta:


  • Que sean específicos. Usa números y describe las acciones concretas que piensas realizar para conseguirlos.
  • Que sean realistas. Si quieres correr en el maratón de la próxima semana, pero te cansas subiendo las escaleras de tu casa, es muy probable que fracases. Considera la cantidad de tiempo, dinero, experiencia y recursos que tienes en este momento. Asegúrate de que sean suficientes para lograr tu aspiración.
  • Que no sean muy grandes pero tampoco muy chicos. Cuando una meta es demasiado ambiciosa, te agobias. Cuando es demasiado pequeña, te aburres. Empieza con algo que te emocione pero que al mismo tiempo creas posible de conseguir. Debe estar sólo uno o dos pasos fuera de la zona de confort.
  • Trabaja en una cosa a la vez: Hacer un cambio es difícil. Hacer tres al mismo tiempo, imposible. Selecciona la meta más urgente. Trabaja en ella hasta que la logres. Una vez que termines podrás continuar con otra.

Algunos ejemplos de metas bien planteadas:


  • Haré 15 min. De ejercicio al día para bajar 1kg
  • Voy a comer una ensalada todos los días
  • Voy a recoger la ropa sucia que dejo tirada en el baño

2) Prepárate para triunfar

Ningún deportista inicia su rutina de ejercicios sin hacer un calentamiento previo.


De igual manera, cuando empiezas a trabajar por tu objetivo atraviesas una etapa de preparación. Investigas recetas de ensaladas, vas al gimnasio a preguntar sobre las membresías o instalas un cesto de ropa sucia en el baño.


Tienes muchas ganas de hacer el cambio y tu motivación está al tope.


El problema, es que la motivación se acaba. Ahorita que tienes el tanque lleno de combustible, debes tomar medidas preventivas. Piensa en los obstáculos que probablemente vas a enfrentar.


  • Piensa en metas que hayas fallado antes ¿Qué sucedió? ¿Cómo puedes evitar que los errores se repitan?
  • ¿De qué manera puedes asegurar tu éxito?
  • ¿Qué obstáculos vas a enfrentar al trabajar por tu meta?
  • ¿Cómo los vas a solucionar?
  • ¿Cómo harás para continuar con tu objetivo cuando la motivación se acabe?
  • ¿Qué harás cuando te de flojera?
  • ¿Vale la pena esforzarte? ¿Por qué?

Es imposible prever todos los contratiempos, pero si te preparas para fallar, será mucho más fácil continuar cuando se presenten. Algunas ideas que puedes usar:


  • Rompe tus metas en pequeñas acciones concretas que vas a realizar.
  • Establece un día y hora a la semana para trabajar por tu meta, por ejemplo: Lunes a las 5pm.
  • Programa alarmas en tu teléfono para recordarte sobre este compromiso que has hecho
  • Queda con una amiga, ya sea para trabajar juntas o para reportar tus avances.
  • Invierte en tu objetivo. Paga la membresía del gimnasio. Compra un recetario de ensaladas o inscríbete a un curso de organización. A nadie le gusta desperdiciar el dinero. Al hacer una inversión, te demuestras que vas en serio y es más probable que cumplas.
  • Contrata a un coach para que te patee el trasero cuando te quieras dar por vencida.
  • Quema las barcas. Haz de tus objetivos la única alternativa y no te quedará de otra más que cumplirlos. Cuando saqué mi primer curso en línea tenía miedo de que no funcionara. Lo postergué por varios meses. Finalmente, lo saqué a la venta (aunque todavía no lo había creado) y varias chicas lo compraron. Al tener a mis clientes esperando, no tuve otra opción más que sentarme a terminarlo.

3) Ouch! Te estampas contra la pared (es inevitable)

Mantienes la dieta por una semana, pero tus compañeros de trabajo se burlan de tu traste con ensalada.


Te inscribes al gimnasio y tomas algunas clases de spinning, hasta que recibes la opinión (no solicitada) de tu tía la metiche y te empiezas a sentir insegura.


Tu baño es un templo de organización. Eso acaba, el día que te levantas tarde y dejas la ropa tirada por toda la casa.


¡Oh mierda! Por primera vez, entiendes la magnitud de lo que intentas hacer. Te sientes al pie de una infranqueable montaña. El agobio se vuelve el pan nuestro de cada día y tu objetivo se vuelve un pendiente más sobre la lista de tareas. Ya no es emocionante.


Aquí es donde surge la distracción. En vez de amarrarte las agujetas para trepar a la cima de la montaña, buscas un árbol con sombra y te tiras a dormir. Justificas tu decisión para no sentirte mal:


  • Las ensaladas no tienen sabor, qué aburrido comer así. Te pierdes uno de los mayores placeres que hay.
  • Hacer ejercicio no es lo mío. Me duele todo. Me veo ridícula usando mallas apretadas en el gimnasio.
  • Reviso mi Facebook una vez más y voy a recoger la ropa del baño. Sólo le doy like a las fotos de mi amiga.

¡Ni siquiera has empezado y ya te estás dando por vencida!


Es normal, a todas nos pasa. La mente odia las cosas difíciles. Cuando te enfrentas con un reto, instintivamente buscas el camino de menor esfuerzo.


Lo interesante empieza cuando callas a la molesta voz que dice “Eres un fracaso, no lo vas a lograr”.


4) Persevera y avanza

Si ignoras el impulso de seguir tirada bajo el árbol y empiezas a subir la montaña, te das cuenta de que no era tan difícil.


Ok, ok, a lo mejor te caes a un hoyo, te sale una ampolla en el pie y te da insolación pero ¡Estás subiendo!


La vista es mucho más bonita. Además el aire es fresco y encuentras unas lindas flores a la orilla del camino.


Con cada paso que das, pierdes miedo y ganas fuerza.


Entonces sucede algo increíble: entras en el flow, un estado donde avanzas sin esfuerzo. Subir la montaña no sólo es fácil, también se siente natural.


Para llegar a este punto sólo necesitas hacer tres cosas:


  • Sé paciente. Mentalízate a trabajar en esto por el tiempo que sea necesario.
  • Sé constante. No dejes que pase un día sin que tengas un pequeño avance.
  • Agradece tu esfuerzo y celebra cualquier pequeño logro.

Estas son algunas de las más grandes y difíciles que he conseguido:


  • Cambié mi alimentación. Crecí en una familia típica Mexicana, donde todos los días comíamos carne, arroz y fríjoles. Ahora soy vegana, no tomo alcohol ni como azúcar. Me tardé seis años en llegar aquí.
  • Terminé la universidad. Me tomó un cambio de carrera y 7 años.
  • De ser una persona súper caótica y desordenada, que desperdiciaba el tiempo mirando Facebook, me he convertido en una obsesiva por la productividad y la organización personal. Ahora sigo un detallado horario y mido cada una de mis actividades con cronómetro. Me ha tomado 4 años.
  • Gané una beca para meditar en Tailandia y conseguí el empleo de mis sueños en la organización que la daba. Me certifiqué como guía de meditación. Me tardé 2 años.
  • Construí un blog que recibía 50,000 mensuales y me generaba un ingreso pasivo (lo cerré hace un año, pero sigue siendo uno de mis mayores logros). Me tomó 3 años.

No comparto esto para presumir, sólo quiero que tengas una visión realista sobre lo que cuesta conseguir las cosas. Estoy segura de que tú misma tienes algunos logros de los que te sientes orgullosa.


Tal vez también terminaste la universidad o tienes a un maravilloso hijo. A lo mejor conseguiste el puesto que deseabas.


Ninguna de ellas apareció en cinco minutos. Aún así, cuando te emocionas por cambiar, esperas ver resultados instantáneos. Una semana después, cuando la cosa parece no avanzar, te das por vencida.


Sé paciente con esto. Trabaja todos los días por tu objetivo y poco a poco empezarás a ver resultados.


Es tedioso, aburrido y cero sexy pero es la única manera en que vas a conseguir lo que quieres.


5) Logra tu meta

Estás en la recta final. Seguirás teniendo obstáculos pero hay una frase que te ayudará a ser perseverante.


Si no duele, no sirve


Lo dice mi instructor del gimnasio, cuando estoy por tirar la toalla (literal).


Por su culpa, hago 10 lagartijas más, aunque sienta que los brazos se me van a caer.


Es la misma frase que uso cuando estoy por rendirme con una meta.


Cuando no duele es porque estás atorada en la zona de confort.


Puedes hacerte tonta y continuar ahí, pero si estás planteando una meta es porque realmente quieres salir ¿O no?


Por Ilse Marel
 
Normopatía: el insalubre deseo de ser como los demás



La normopatía es un término que nos demuestra que no hay nada más anormal que obsesionarnos por ser "normales", por ser siempre como los demás

No somos moldes. No estamos obligados a ser como los demás, a disolvernos como un azucarillo en una taza de café. Nuestra individualidad nos hace únicos y valiosos, sin embargo, a día de hoy estamos siendo testigos -y en muchos casos víctimas- de una normopatía muy marcada. Así, esa necesidad casi obsesiva de ser como el resto, nos convierte a menudo en objetos dentro de una sociedad claramente material.


Podríamos decir que este fenómeno no es nuevo. Y claramente no lo es. Sin embargo, escritores y psicoanalistas, como Christopher Bollas, señalan que el impacto de la tecnología está cambiando nuestro pensamiento e incluso la personalidad. Lo que vemos en la pantalla de un móvil o un ordenador, por ejemplo, tiene de pronto un poder inmenso y desbordante.




En su último trabajo La vida en la era del desconcierto este referente dentro de la teoría psicoanalítica moderna busca advertirnos de un aspecto muy concreto. A nuestro alrededor habitan ya un gran número de normópatas. Son personas que no han profundizado lo más mínimo en su propia identidad, que no han trabajado el autoconocimiento y que viven con un solo objetivo: lograr la validación social.


Esta meta pasa por dejar a un lado la propia individualidad e intentar encajar a la fuerza en lo que ellos entienden por “ser normal”. Así, al imitar casi al dedillo lo que hacen, dicen o piensan los demás en sus grupos en las redes sociales, de whatsapp o en ese círculo, a menudo cerrado, de amigos o de comunidad, obtienen un símil de equilibrio y tranquilidad psicológica.


Salirse de la norma, no poder encajar en ese molde inventado e imposible, les aboca irremediablemente a un gran sufrimiento. Aún más, en todo normópata habita también un sentimiento perpetuo de melancolía, de vacío existencial. Es la huella evidente de una mente que no se ha atrevido a cortar el cordón umbilical, que no ha logrado desarrollar su valiosa personalidad de manera individual.


“La normopatía es el impulso anormal hacia una supuesta normalidad”.




-Christopher Bollas-




La normopatía es un ejercicio insalubre

Hay algo que resulta curioso. Nos gusta que digan de nosotros que somos únicos y especiales. Sin embargo, la mayor parte del tiempo intentamos ser como los demás, encajar en aquello que es “normativo” y esperable. En caso contrario, si optamos por tener voz propia, por actuar de acuerdo a nuestros deseos y motivaciones no tardamos demasiado en ser señalados.




Albert Ellis, el célebre psicoterapeuta cognitivo, solía decir que la clave de la felicidad está en aprender a ser nosotros mismos en un mundo casi siempre injusto. De algún modo, lo queramos o no, estamos obligados a lidiar con las voces críticas, con las dificultades grandes y pequeñas, y por supuesto con las injusticias.


El normópata, por su parte, no lidia con nada, asume y se deja llevar. Él solo imita, obedece y claudica. Porque la normopatía es terriblemente pasiva y llega a racionalizar y dar por válidos actos y dimensiones que en ocasiones son completamente ilógicas. El doctor Christopher Bollas, por ejemplo, habla del caso de un joven que intentó suicidarse solo porque no era tan bueno en el fútbol como sus amigos.


Veamos a continuación más datos que describen la normopatía.




Claves que definen a un normópata

El término normopatía lo acuñó la psicoanalista Joyce McDougall, una de los referentes más importantes en el campo de la esquizofrenia infantil. En su libro Plea for an Measure of Anormality introdujo esta palabra para definir básicamente, al miedo a la individualidad.


  • Son personas anhelan en todo momento la aprobación social dejando a un lado su propia identidad e incluso su dignidad.
  • Casi sin darse cuenta, acaban creando un falso yo. Es una entidad enfocada solo al exterior, a vivir imantada a aquello que acontece en su entorno más cercano: amigos, comunidad, redes sociales…
  • Así, en un estudio llevado a cabo por Howard Gardner y Katie Davis, señalan que algunos de nuestros jóvenes hacen uso de lo que han definido como “mentalidad app” (mentalidad de aplicación).
  • Algunos adolescentes navegan por sus vidas de la misma manera que navegan en sus aplicaciones: con pocas opciones, haciendo uso de las mismas herramientas que utilizan los demás y evitando riesgos inesperados.
  • La normopatía es sinónimo de sufrimiento. Esto es algo que debemos tener claro. Porque el normópata padece, se siente siempre perdido y vacío. Es un iletrado del mundo emocional y no sabe aún cómo tratar la frustración, la decepción, el fracaso…
  • Su pensamiento es operacional. Esa mentalidad app no le permite reflexionar, y aún menos saber cómo se abre esa puerta hacia un interior no solo descuidado, sino inexplorado.

¿Qué hacemos con la normopatía?

La normopatía es una “enfermedad” que se cura con el ejercicio de la individualidad. El normopático es un individuo que reniega de su vida interior para dedicarse en exclusiva al ejercicio de lo superficial, de lo vacío, de la más insensata imitación hasta convertirse en un objeto. Tarde o temprano llegará el sufrimiento, la eterna insatisfacción.


Será entonces cuando este tipo de perfil estará obligado a solicitar ayuda, a iniciarse en ese viaje donde trabajar autoestimas, identidades, valores y personalidades. A continuación acontecerá el momento en que se cortará por fin el auténtico cordón umbilical, para alzarse como un ser libre con su propia impronta, con su propio rumor, cadencia y particularidades. El normópata puede curarse, y lo hará cuando tome plena conciencia de que no hay nada tan anormal como obsesionarse por ser normal.

Por Valeria Sabater
 
3 claves para combatir la necesidad de aprobación


Combatir la necesidad de aprobación (y conseguirlo) puede ser uno de los mejores favores que nos podemos hacer. Esta necesidad puede provocar todo tipo de efectos negativos, como alejarnos de los caminos por los que realmente queremos transitar. Y sin embargo, se trata de una necesidad o anhelo que todos hemos tenido alguna vez en algún grado.


Pero, que sea común, no implica que bajo determinados parámetros su carácter motivador pueda hacernos mucho daño. Por otro lado, es necesario separar el deseo de no ofender del deseo de agradar, al igual que es necesario separar aquellas acciones que agradan a los demás y que no se enfrentan a nuestros verdaderos deseos de aquellas acciones que sí lo hacen.




Pasos para combatir la necesidad de aprobación

Acabar con la necesidad de aprobación no es tarea de un día. Sin embargo, como dijo el filósofo oriental Lao-Tsé, “un camino de mil kilómetros comienza con el primer paso”. Aunque existen cientos de acciones que te pueden ayudar en esta tarea, algunas de las más efectivas han demostrado ser:


  • Identificar las consecuencias de esta actitud.
  • Cuidar de tu autoestima.
  • Generar un locus de control interno.

Veamos cada uno de estos puntos.





1- Identificar las consecuencias de esta actitud

El mayor obstáculo que te vas a encontrar a la hora de combatir la necesidad de aprobación es precisamente reconocer que esta necesidad motiva tu comportamiento. Los estudios nos dice que la mayoría de nosotros no somos conscientes de todo lo que hacemos para agradar a los demás.




Para empezar, te propongo que hagas un ejercicio de análisis e identifiques cómo afecta la necesidad de aprobación a tu vida, hazte las siguientes preguntas. ¿Qué harías diferente si todo el mundo te quisiera hicieses lo que hicieses? Si fueras la última persona sobre la Tierra, ¿a qué dedicarías tu tiempo? Si nadie te fuera a juzgar, ¿cambiarías algo de tu vida?


Este tipo de preguntas te ayudarán a combatir la necesidad de aprobación, identificando qué has hecho movido por esta necesidad. Así, serás capaz de tomar la decisión de seguir con ciertos hábitos, de modificarlos o de eliminarlos.


2- Aumentar tu autoestima

Una valoración pobre de nosotros mismos, junto a los sentimientos derivados de esta valoración, puede hacer que nos volquemos en buscar la aprobación de los demás. Cuando tenemos dudas de nuestra “calidad”, la necesidad de que los demás nos refuercen con su aprobación aumenta. El problema es que, en ocasiones, esto nos llevará a comportarnos de una manera que realmente no nos gusta.




De esta forma, nuestra autoestima seguirá bajando, al sentir que estamos viviendo una vida un tanto ajena. Esto puede llegar a generar un círculo vicioso, en el que cada vez nos sintamos peor mientras buscamos todavía más aprobación de los demás.


Sin embargo, si trabajas para aumentar tu autoestima te darás cuenta de que combatir la necesidad de aprobación es cada vez más fácil. Da igual cómo lo hagas: quererte más a ti mismo debería convertirse en una de tus prioridades a partir de ahora.


“Quiérete como si tu vida dependiera de ello. Porque depende de ello”.


-Kamil Ravikant-





3- Crearte un locus de control interno

Uno de los componentes clave de un buen autoconcepto es el locus de control interno. Este nombre tan extraño se refiere a la creencia de que tienes un poder grande sobre lo que te ocurre. Piensa: cuando te ocurre algo que no te gusta, ¿le echas la culpa a algo externo? O, por el contrario, ¿decides asumir la responsabilidad y trabajar para cambiarlo?


Si tienes un locus de control externo (es decir, crees que tu vida depende de factores sobre los que no puedes actuar), será más fácil que necesites la aprobación de los demás para sentirte bien. Por eso, aumentar la sensación de control volverá más la mirada hacia tu interior y menos hacia los demás. Piensa que hagas lo que hagas, siempre va a haber alguien a quien no le guste. Por eso, ¿por qué preocuparte de lo que piensen de ti?


Una vez que decides tomar las riendas de tu vida, combatir la necesidad de aprobación se vuelve extremadamente fácil. Al fin y al cabo, cuando estás haciendo lo que realmente quieres, las opiniones externas pasan a importar menos.


Las tres claves que hemos visto en este artículo para combatir la necesidad de aprobación se refuerzan mutuamente. Por lo tanto, escoge la que quieras y empieza a trabajarla. En poco tiempo, te darás cuenta de que lo que los demás opinen de ti ya no es una factor tan importante a la hora de decidir.

Por Alejandro Rodríguez
 
5 preguntas para saber si realmente te quieres


Si te quieres a ti mismo, las emociones y la vida en general tienden a equilibrarse. La autoestima hace que tus planes y tus relaciones sean más fluidos. También que seas más fuerte y estés más preparado para asumir los aciertos y los errores.


Si te quieres a ti mismo (amor propio), la vida se vuelve más fácil. En parte porque el amor propio está muy relacionado con la autoestima y la autoestima es un pilar fundamental para gozar de salud mental. Sin embargo, la estima que uno se profesa no es algo que permanezca inmutable. Hay momentos y etapas en las que somos más dados a querernos y otras en las que te cuesta ver tu lado bueno.


Cuando te quieres a ti mismo, la vida fluye con más sentido. Además, es más probable que aciertes en tus elecciones y que las relaciones con los demás ganen en fluidez. Por eso, si las cosas no están saliendo bien, es importante que te preguntes cómo es la relación que tienes contigo mismo.


Hay algunas preguntas que pueden ayudarte a evaluar si te quieres lo suficiente como para que ese amor te ayude. Son una guía y no abarcan todos los aspectos, pero sí los más esenciales. A través de ellas podrás hacer un repaso general de la forma en la que te percibes y te tratas. Cinco de esas preguntas son las siguientes.


Ten fe en lo que existe allí adentro”.


-André Gide-


1. ¿Aceptas tus defectos y limitaciones?

Aceptarte es comprender que cometes errores y que tienes defectos y limitaciones, pero no enfadarte ni inquietarte, ni avergonzarte por esto. No se trata de que seas conformista, sino de que no tengas problema en admitir que, como los demás seres humanos, eres alguien que está en proceso de crecimiento.


La autoaceptación es una evidencia de que te quieres, o al menos de que te das la oportunidad de hacerlo. Para aprovecharla, necesitas primero conocerte. También contar con una visión realista, comprensiva y amplia acerca de lo humano. Implica no compararte con los demás, sino reconocer y otorgarle valor a tu propia historia y tus propias particularidades.




2. ¿Valoras tus virtudes y logros? Una clave para saber si te quieres a ti mismo

Tan importante como identificar los defectos y limitaciones es reconocer las virtudes y los logros. Sobre todo, darles su justo valor. Dicho valor no depende del juicio de los demás, sino de la evaluación propia de lo que significan. Solamente tú sabes cuánto esfuerzo has invertido en alcanzar lo que tienes. Solo tú sabes cuánto has crecido.


El orgullo por lo que has conseguido con tu esfuerzo es una prueba de lo que te quieres. Ese orgullo no es vanidad ni soberbia, sino un sentimiento de dignidad que nace de una percepción objetiva y serena de lo que eres. Valorarte no es vanagloriarte, sino sentirte merecedor de respeto y aprecio.


3. ¿Comprendes y te perdonas los errores?

El tema de comprender y perdonar nuestros errores no es tan fácil como parece a primera vista. Se vuelve sencillo si lo que está en juego no es determinante o si los demás no le ponen mayor énfasis en la equivocación. En cambio, cuando un error nos lleva a una consecuencia importante o quienes nos rodean nos fustigan, deja de ser fácil perdonarnos a nosotros mismos.


A nadie le gusta cometer errores, pese a que son estos los que nos permiten crecer. Lo cierto es que nos gustaría hacerlo y decirlo todo bien. Pero eso no es posible. Si te quieres, será más fácil el proceso entre el reconocimiento del error, la molestia por haberlo cometido y el proceso de aceptación, aprendizaje y perdón.




4. ¿Te permites expresar los sentimientos, aunque disgusten a otros?

Todos nos hemos encontrado alguna vez con alguien que ha cuestionado lo que sentíamos. Hemos asistido a cómo nuestro miedo, nuestra tristeza era puesta en duda y juzgada. Incluso es probable que nosotros hayamos caído también en esta tentación alguna vez.


Si te quieres, la duda o la crítica de los demás no impedirá que expreses lo que sientes. Entenderás que te asiste el derecho de manifestar lo que hay en tu mundo interior y que si los demás no lo aceptan, o no lo toleran, el problema lo tienen ellos y no tú.


5. ¿Cuidas de tu cuerpo y de tu mente?

Una de las más claras manifestaciones de que te quieres es que realizas acciones para cuidar y preservar tu cuerpo y tu mente. Acciones como estar atento a tu nutrición, hacer ejercicio, practicar meditación, hacer deporte, leer, divertirte, etc.


Cuando nos apreciamos a nosotros mismos, es más probable que edifiquemos un estilo de vida que nos favorezca. Le damos importancia al trabajo, pero también al descanso. A las metas, pero también al ocio. Al desarrollo profesional y también a nuestras relaciones sociales y afectivas.


Los seres humanos somos dinámicos y tenemos altibajos constantes. La autoestima sube y baja también, pero cuando trabajamos por fortalecerla, se mantiene en unos niveles adecuados. Vale la pena hacer el esfuerzo porque así sea. Esto hace que nuestra vida sea más tranquila y plena.

Por Edith Sánchez
 
Psicología y cine: ¿qué tienen en común?


¿Qué tiene en común la psicología y el cine? Psicología y cine tienen más cosas en común de las que pensabas. ¡Descúbrelo ahora!

Psicología y cine tienen multitud de puntos en común. Estos enclaves de conexión entre ambas disciplinas ha sido poco explotada. Pero ¿qué comparten exactamente psicología y cine? Quizá hayas pensado que puedes contestar a esta pregunta basándote, por ejemplo, en algunas, de las muchas películas, que están basadas en trastornos psicológicos, por ejemplo.


Las relaciones entre psicología y cine se irán estrechando poco a poco, al igual que ocurrió, por ejemplo, con la hipnosis. Esto hará que se vaya abriendo camino como disciplinas unidas. Al igual que la hipnosis, surgirá una importante expansión e interés por su conocimiento.




Psicología y cine en el siglo XIX

Tanto la psicología como el cine nacieron prácticamente a la par, a finales del siglo XIX. Es obvio que el estudio del ser humano es tan antiguo como la propia historia del pensamiento. Sin embargo, hay una fecha clave en el nacimiento de la psicología científica: 1879.


Fue en 1879 cuando Wilhem Wundt crea el primer laboratorio de psicología experimental. Existe una gran cercanía con otra fecha: el 28 de diciembre de 1895 los hermanos Lumiére crean una serie de imágenes proyectadas. Este hito se considera el origen del cine.


Así, el final del siglo XIX y el principio del XX fueron épocas de gran relevancia, tanto para la psicología como para el séptimo arte. De hecho, en multitud de películas podemos apreciar distintas teorías psicológicas, por no hablar de las emociones que nos puedan generar.


Además, el cine también ha sido precursor de ciertos comportamientos que han sido objeto de estudio de la psicología. Esto es así porque, en sus representaciones, los actores funcionan como modelos sociales. Y es que los actores son admirados y seguidos por una gran cantidad de personas.







Las funciones del psicólogo en el mundo del cine

Adentrándonos en las potencialidades de las que se nutren ambas disciplinas, podemos reseñar cuáles pueden ser las funciones que ejerza el psicólogo en el mundo audiovisual. Veámoslas.


Los psicólogos pueden realizar estudios sobre el guión. Su función sería la de orientar sobre el comportamiento ante diferentes estilos de personalidad o sobre diferentes psicopatologías. De esta forma, el psicólogo actuaría como un consultor experto para mostrar una realidad no distorsionada y acercarla a la sociedad sin magnificarla ni caricaturizarla.




Otra de las funciones de los psicólogos en el cine sería la de orientar a los actores. Orientando la actuación de los actores acerca de ciertos cuadros psicopatológicos se podría prevenir la sobreactuación. Con ello se contribuiría a la mejora de las técnicas interpretativas.


Una función muy importante es la de mediar en la transmisión de valores. Lo que observamos suele llevarnos a considerarlo dentro de la normalidad e influir negativamente. Esto es así especialmente en los jóvenes, aunque también se da en adultos.


Tanto en series de televisión como en algunas películas nos sorprende cómo se normalizan conductas promiscuas o violentas. Sin embargo, no nos muestran con la debida atención las posibles consecuencias de dichos actos.


Como ejemplo podemos citar las reiteradas muestras de estrategias de afrontamiento basadas en el consumo de sustancias potencialmente adictivas por su efecto sobre nuestro circuito de recompensas. Estas son visionadas por la población en la gran pantalla, teniendo consecuencias que son complicadas de acotar.


El psicólogo, además, puede ser un buen crítico cinematográfico. La profesión que mejor entiende el comportamiento humano y sus trastornos es la psicología. Cualquier película muestra comportamientos, actitudes, etc. que pueden ser revisados y comentados por psicólogos especialistas en este tema.


Cuando el cine muestra la profesión de psicólogo

El cine ha servido de promoción para la profesión de psicólogo. Baste recordar a Bruce Willis en la película El sexto sentido. Sin embargo, también ha contribuido a distorsionar su desempeño laboral. El cine ha generado gran cantidad de mitos y concepciones erróneas acerca de las intervenciones clínicas.





De forma casi exclusiva, al contrario de lo que ocurre en la mayoría de consultas de nuestro entorno, el cine nos ha mostrado sesiones de diván con psicoanalistas. Este sesgo en favor de una forma de hacer psicología, que en Europa podríamos considerar como minoritaria, no deja de distorsionar la imagen que buena parte de la sociedad tienen respecto al proceder clínico.


También existen numerosas películas donde actores y actrices han ejercido la función de psicoterapeutas. En la gran mayoría de películas no se diferencian la profesión de psiquiatra y psicólogo. Como hemos visto, las convergencias entre psicología y cine son muchas y variadas, lo que ha supuesto una fuente de valor para ambas disciplinas.

Por Francisco Pérez
 
La casa de papel: ¿héroes o criminales?


La casa de papel evoca la búsqueda por la libertad, la recuperación de unos valores que parecen olvidados. Es el renacer de Robin Hood, un Robin que ya no usa arco y flechas, sino que se ha modernizado. ¿Quieres descubrir las claves del éxito de La casa de papel?

La casa de papel es una de las series españolas que más éxito ha cosechado en los últimos años. Comenzó siendo una serie para televisión, hasta que Netflix la adquirió y la catapultó a la fama internacional. Se estrenaba en 2017 y continúa cosechando éxitos. Parece que La casa de papel ha venido para quedarse, pero ¿a qué se debe su éxito?


Parece que todo aquello que no es de habla inglesa encuentra numerosas trabas en su distribución. Pero gracias a internet y las nuevas formas de difusión, podemos acercarnos a producciones de otros países que, seguramente de otra forma, jamás habrían llegado a nosotros. Por esta razón, podemos asegurar que gran parte del éxito de La casa de papel se lo debemos a Netflix.




Sin embargo, una serie no solo triunfa gracias al medio, sino que tiene que tener unos ingredientes que llamen la atención del espectador. La casa de papel es la historia de un atraco, pero no un atraco al uso, sino un atraco a gran escala: sin robar a nadie, pero robando a los peces más gordos de la pecera. Una serie de atracadores que usan nombres en clave y no se conocen entre sí seguirán las órdenes del cerebro de esta difícil operación: “El Profesor”. Todos ellos, a excepción del Profesor, se adentrarán en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre con la “sencilla” misión de fabricar 2400 millones de euros.


Disponen de 11 días, poseen rehenes y todo está pensado al milímetro. Desde fuera, El Profesor dará las órdenes y negociará con la policía para ganar tiempo. Una serie claustrofóbica y con identidad propia, amenizada por la música partisana de Bella Ciao y por las máscaras de Dalí (reivindicando su procedencia), que no dejará indiferente a nadie.


Robin Hoods contemporáneos

Robin Hood robaba a los ricos para dárselo a los pobres. Hood vivía al margen de la ley, luchaba contra el sheriff (figura de poder y opresión), era el héroe de los pobres. Y es que un forajido no tiene por qué ser un mal hombre, puede perfectamente convertirse en héroe, en el hombre de bien. Existe una concepción clásica del héroe que va estrechamente vinculada al orden; un héroe que se enmarca dentro de las normas y de lo establecido como correcto dentro de la sociedad.


Pensemos, por ejemplo, en muchos de los héroes medievales, como el Cid. El Cid fue desterrado por el rey Alfonso, sufrió injusticias y, sin embargo, nunca se rebeló, nunca se enfrentó o trató de invadir su territorio. Los héroes medievales guardaban lealtad a un rey, a una figura superior y poderosa. La honra y la lealtad eran cuestiones fundamentales en la Edad Media y también en siglos posteriores. Incluso, en la actualidad, se instaura un sistema que se da por bueno y todo aquello que se salga de él será “lo malo”.


Robin Hood se sale de la norma y, sin embargo, lo consideramos bueno, ¿por qué? Porque tomamos el orden como injusto, como un órgano opresor que fomenta la desigualdad. Robin Hood es un héroe que difícilmente encajaríamos en el mismo arquetipo que el Cid, pese a poseer ambos raíces medievales. Este héroe que rompe las reglas posee sus propios parámetros de la justicia y, para Robin, el mal es la figura opresora: el poder y la autoridad.


Desafiando las normas propone una sociedad más justa, más igualitaria y, en consecuencia, atraerá a la masa. Y esto es exactamente lo que vemos en La casa de papel, un grupo de ladrones liderados por un inigualable cerebro que, lejos de ser considerados villanos, generan una esperanza en la sociedad.




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Héroes y villanos

La barrera entre héroe y villano se va difuminando cada vez que el opresor ejerce su poder, cada vez que ahoga al oprimido. ¿Cuál es el núcleo de la vida contemporánea? Sin ninguna duda y sin pensarlo demasiado, el dinero. El dinero es el centro regulador de nuestro mundo, el que determina si podemos vivir mejor o peor y el que otorga a los opresores su poder.


Robin roba a los que más tienen para dárselo a los que más lo necesitan, es un justiciero. Los ladrones de La casa de papel no van a dárselo a los necesitados, pero han hecho lo que todos anhelamos hacer: acceder al centro del poder y, desde allí, destruirlo. No destruirlo literalmente, sino que, al adentrarse en él, demuestran que el poder también puede tambalearse y han burlado al opresor.


En la serie, vemos la influencia de los medios de comunicación, cómo las noticias se manipulan y, aún así, la opinión pública se pone del lado de los ladrones. Estos héroes justicieros que obran al margen de la ley tienen su origen no solo en Robin Hood, sino también en el romanticismo. Existe una corriente romántica que nos trae a personajes marginales que cantan a la libertad.




Un ejemplo de esto lo vemos en Espronceda, concretamente, en sus canciones. Espronceda dibujaba personajes que eran proyecciones del yo, del yo romántico; nos trae a personajes como “La Cautiva”, “El Cosaco”, “El Verdugo”… Y, como no, “El Pirata”.


La canción del Pirata supone la exaltación del héroe romántico absoluto, un pirata cuyo único objetivo es vivir en libertad. Es un héroe individual, justiciero, generoso, que rechaza los valores del mundo y vive en el mar porque no hay ley. Es un personaje muy recurrente en el romanticismo europeo, autores como Lord Byron lo incluirán en sus poemas.


Este pirata que desea vivir en libertad es un reflejo de esta lucha contra lo establecido, del héroe romántico. Gran parte del éxito de La casa de papel se debe a que nosotros, igual que los espectadores ficticios de las noticias de la serie, ensalzamos a estos personajes como héroes dignos de admirar, héroes que luchan por su libertad.


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La casa de papel, el verdadero mensaje

Más allá del robo, lo que propone La casa de papel es dudar de lo establecido. No es casual la elección de la canción Bella Ciao como lema de la serie, pues la canción se corresponde a un canto partisano de la resistencia contra el fascismo en Italia. Mucho se ha hablado de si la canción se ha vuelto mainstream a raíz de la serie y, quizás, en parte así sea, y muchas de las personas que la cantan no sepan qué significa realmente.


Pero lo cierto es que, gracias a la serie y a los medios de comunicación de masas, el mensaje parece, en cierto modo, resucitar. Es decir, a partir de un medio grande y poderoso se pueden recuperar ciertos valores del pasado que parecían adormecidos, tal y como ocurre con la máscara de Guy Fawkes en V de Vendetta.


Incluso la máscara de Dalí parece haber adquirido, en parte, un nuevo significado. Este tipo de manifestaciones están encajando muy bien dentro del formato serie, calan muy hondo en la sociedad y generan un fuerte impacto. Y es que en un mundo tan controlado y dominado por el dinero, a veces, necesitamos creer en héroes que nos rescaten, pero no héroes de capa y espada, sino héroes revolucionarios y que nos inviten a pensar y a recuperar la lucha por la libertad.


La casa de papel es una serie que nos trae precisamente esto, héroes de todo tipo, algunos de dudosa moralidad, pero héroes a fin de cuentas. En ocasiones, la serie peca de lentitud, de tramas quizás demasiado edulcoradas para el clima tan asfixiante que presenta, pero se lo perdonamos por brindarnos un canto a la libertad.


“¿Qué es mi barco? Mi tesoro; ¿qué es mi dios? la libertad; ¿mi ley? la fuerza y el viento; mi única patria la mar”.


-Espronceda-



Por Leah Padalino
 
¿Qué relación hay entre el consumo de drogas y los trastornos mentales?



El consumo de drogas produce una gran cantidad de muertes a lo largo del año en todo el mundo. La ONU realizó en el 2017 un informe global acerca de su consumo. En él se constató que solo el año anterior aumentó un 11’4% el número de muertes derivadas del consumo.


Los efectos placenteros que producen en el cerebro, secuestrando de alguna manera el sistema de recompensa, llevan a la persona a convertirse en adicta. Un consumo prolongado puede llegar a generar deterioros neuronales que afecten a la motivación, las emociones, la cognición y el control ejecutivo. Todo ello, en ocasiones, puede traducirse en la aparición de un trastorno mental.




Pero, ¿qué es lo que se entiende por trastorno mental? Guiándonos por la definición clínica que realiza el DSM-5, se entiende como un síndrome caracterizado por una alteración clínicamente significativa del estado cognitivo, la regulación emocional o el comportamiento de un individuo, que refleja una disfunción de los procesos psicológicos, biológicos o del desarrollo que subyacen en su función mental.


Las drogas y su relación con la dopamina

La dopamina es un neurotransmisor liberado por el cerebro. De entre todas sus funciones, la que más nos importa en estos momentos es la de la recompensa de placer. Es decir, cuando realizamos algo que nos gusta, se libera dopamina, creándonos una sensación placentera. De esta forma, nuestro cuerpo tiende a buscar de nuevo esas actividades “generadoras de buenas sensaciones” para volver a experimentar esa sensación de plenitud.


Tanto la comida y el s*x* son acciones que liberan dopamina. Pero también la droga. Todas ellas van a liberar altas cantidades de dopamina en áreas muy particulares, como por ejemplo, el núcleo de accumbens. Este último va a tener una gran participación en el sistema de recompensa cerebral y en la integración de la motivación y la acción. Esta zona mantiene elevadas conexiones con el sistema límbico y el hipocampo.


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¿Cómo funcionan las drogas en el cerebro?

Las neuronas son las células encargadas del sistema nervioso encargadas de la recepción, trasformación, gestión y almacenamiento de la información. Entre una neurona y otra hay una espacio denominado espacio sináptico. Este espacio es muy importante ya que en él si liberan los neurotransmisores que posibilitan la comunicación química entre neuronas. La dopamina se va a liberar y encontrar en ese espacio sináptico.




Ello implica que, cuando se consume cualquier sustancia susceptible de crear adicción, van a aumentar los niveles de dopamina en el espacio sináptico. En este sentido, las drogas pueden aumentar la liberación de dopamina a este espacio, pero también pueden bloquear parcialmente la recaptación, de manera que el resultado es el mismo. Este aumento de los niveles de dopamina en el espacio sináptico generará efectos placenteros y de euforia.


En el fondo las drogas causan fisiológicamente el mismo efecto que cualquier reforzador natural, como una charla cómplice con un gran amigo. El problema es que la intensidad de su efecto es mucho mayor, de manera que el resto de reforzadores naturales nos terminan “sabiendo a poco” después de probar las sensaciones que nos produce una droga. De ahí su gran atractivo.


Algunas teorías sobre la dopamina y las drogas

Algunas hipótesis que han surgido -aún sin muchos estudios que las apoyen- hablan de que un déficit en los niveles de dopamina -ya sea de manera natural o por una carencia de reforzadores, de fuentes que produzcan placer o sensación de bienestar- nos predispondría al consumo de drogas.


De esta manera, al no conseguir la suficiente liberación de dopamina, la persona podría llegar a abusar de aquellas actividades liberadoras de dopamina para lograr los mismos efectos placenteros. No obstante, no podemos olvidar que, pese a estar empezando a generar un buen volumen de investigaciones, esta es una teoría que todavía necesita de mucho apoyo empírico que la consolide.




Los trastornos mentales

Como ya habíamos anunciado al inicio del artículo, el consumo de drogas puede ser el desencadenante de un trastorno mental. Ya sea transitorio o permanente.


El DSM-V recoge la propia intoxicación por sustancias y la abstinencia como un trastorno en sí mismo. No obstante, existen otro tipo de trastornos mentales inducidos por este tipo de sustancias. Hay algunos que tienen una mayor incidencia que otros, o que aparecen en momentos específicos. Los más característicos, son: trastornos psicóticos, bipolares, depresivos y de ansiedad. Todos ellos se dan no solo en el momento de la intoxicación (los efectos inmediatos de las drogas), sino también durante la abstinencia. Incluso en ocasiones, algunas drogas pueden llegar a producir espectros de esquizofrenia.


En este sentido, los trastornos psicóticos se caracterizan por una alteración en las funciones cognitivas del cerebro, pudiendo llegar a provocar una pérdida de las capacidades intelectuales. Dichas anomalías en los componentes cognitivos van a ser de distintos tipos.





Alteración en la percepción

Son alteraciones que van a afectar a los sentidos.


  • Alucinaciones: se ve un objeto que no existe en realidad (ej. nave espacial).
  • Ilusiones: el objeto existe en realidad, pero se deforma (ej. se cree que una determina persona, real, es el diablo disfrazado).
  • Formicaciones: también denominado como Síndrome de Eckbom. Imaginación de que corren animales, como hormigas, por el cuerpo. La angustia que ello provoca lleva a la persona a decisiones drásticas, como sacárselos de cualquier forma (ej. empleando cuchillos, tijeras, etc.)

Alteración en el pensamiento

Podemos dividirlas en dos tipos:


  • En el curso: pérdida de la atención y de la capacidad asociativa. La persona que presenta como síntoma esta disfunción se caracteriza por una incapacidad de delimitar los estímulos que recibe. Es decir, cuando estamos hablando con una persona, estamos captando diversos estímulos: otras voces, un coche que pasa, las luces de los comercios… Las personas sin esta afección somos capaces de ceñirnos solo a la información que queremos transmitir, sin embargo, una persona con esta alteración no solo transmitirá lo que quiere decir, sino que introducirá en su discurso a las luces de los comercios, el coche que pasa y las voces de otros viandantes.
  • En el contenido: ideas delirantes. Piensan cosas que no son reales, dándoles precisamente naturaleza de realidad. Ese pensamiento se encuentra en un marco de posible realidad (es decir, lo que se piensa puede suceder de verdad; es decir, la persona puede estar convencida de que su pareja le engaña y es verdad que esa persona tiene pareja, y que su pareja tiene amigos, pero no le engaña en realidad), pero se tiene una desorganización del contenido. Es totalmente ilógico. (Ej. la gente me persigue, celotipia, etc.).

Las drogas producen efectos nocivos en distintos planos o niveles de la persona, de ahí que sus efectos sean tan devastadores. No solamente dañan gravemente el estado físico del cuerpo, sino que también, como hemos visto, pueden provocar graves trastornos o limitaciones mentales. El tratamiento para estas personas debe ser individualizado, acorde a la patología concreta que padezcan y atendiendo a las circunstancias sociales, ambientales y psicobiológicas que les han llevado y mantienen el consumo.

Por Cristina Pietro
 
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