Abro este hilo porque aunque aún me faltan unos años para llegar a esa edad, pues estoy viviendo muy de cerca la tercera edad de otras personas de mi familia. Ya no tengo padres pero aún tengo tíos y pienso en las cosas que me parecen aciertos y errores que no quisiera cometer.
Una cosa que me agobia cuando voy a casa de mi tía viuda, sin hijos, es la cantidad de cosas que tiene en su casa que solo hacen ocupar sitio y coger polvo. El ropero lleno de vestidos que se puso una vez para ir a una boda, o que ya no se llevan, zapatos de tacón que ya nunca más va a usar, bolsos antiguos, hasta sombreros, porque ella era muy de llevar sombrero a las bodas. Capítulo aparte es su vestido de novia que ocupa una gran caja de madera y algunos vestidos de primera comunión de algunas sobrinas que quiso guardar. Todavía sigue teniendo ropa de su marido que murió hace trece años. Una máquina de coser de aquellas antiguas, utensilios de cocina que ya no usa porque ahora le llevan la comida a casa a diario. Y un ciento de libros que si ya no ha leído, no creo que los vaya a leer ya.
En el aparador del comedor aún guarda mantelerías que le regalaron cuando se casó, juegos de café que nunca ha usado ni usará. A eso hay que añadir todo tipo de adornos por la casa, maceteros, jarritas, jarrones, figuritas, sillas, sillones, mesitas, cajas, cajones.
A mi me agobia ver una casa tan abarrotada de cosas inutiles. Creo que una persona mayor debería vivir en una casa sin obstáculos, quitar algunos muebles, quedarse con lo necesario para vivir y podría incluir otras cosas que serían más útiles como algún aparato para ejercitar las piernas los días que no puede salir, ayudas técnicas que le faciliten el día a día, un andador para esos días que el reuma le aprieta, cambiar el antiguo sofá por uno articulado.
Yo ya me voy adelantando y cada cosa que sé que nunca más voy a usar, la regalo o la tiro.
Una cosa que me agobia cuando voy a casa de mi tía viuda, sin hijos, es la cantidad de cosas que tiene en su casa que solo hacen ocupar sitio y coger polvo. El ropero lleno de vestidos que se puso una vez para ir a una boda, o que ya no se llevan, zapatos de tacón que ya nunca más va a usar, bolsos antiguos, hasta sombreros, porque ella era muy de llevar sombrero a las bodas. Capítulo aparte es su vestido de novia que ocupa una gran caja de madera y algunos vestidos de primera comunión de algunas sobrinas que quiso guardar. Todavía sigue teniendo ropa de su marido que murió hace trece años. Una máquina de coser de aquellas antiguas, utensilios de cocina que ya no usa porque ahora le llevan la comida a casa a diario. Y un ciento de libros que si ya no ha leído, no creo que los vaya a leer ya.
En el aparador del comedor aún guarda mantelerías que le regalaron cuando se casó, juegos de café que nunca ha usado ni usará. A eso hay que añadir todo tipo de adornos por la casa, maceteros, jarritas, jarrones, figuritas, sillas, sillones, mesitas, cajas, cajones.
A mi me agobia ver una casa tan abarrotada de cosas inutiles. Creo que una persona mayor debería vivir en una casa sin obstáculos, quitar algunos muebles, quedarse con lo necesario para vivir y podría incluir otras cosas que serían más útiles como algún aparato para ejercitar las piernas los días que no puede salir, ayudas técnicas que le faciliten el día a día, un andador para esos días que el reuma le aprieta, cambiar el antiguo sofá por uno articulado.
Yo ya me voy adelantando y cada cosa que sé que nunca más voy a usar, la regalo o la tiro.