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Irán: La vida bajo el velo
Atefeh, 21 años, vendedora de perfumes; Asal Sarmadi, ingeniera informática; Mona Qanbarian, estudiante de Bellas Artes; Mina Joshaghani, 25 años, periodista; Sadaf, enfermera de quirófano en un hospital de fecundación in vitro. (Fotos: ZAHIDA MEMBRADO)

ZAHIDA MEMBRADO
Actualizado: 09/08/2014 00:11 horas8
«Una de mis fantasías es bañarme en una piscina con mi familia. Nadar todos juntos, con mi marido y mi hijo», relata Sadaf, enfermera de quirófano en un hospital de fecundación in vitro de Teherán. A 25 años de la muerte del ayatolá Jomeini, algo tan corriente como esto está prohibido en Irán. Las mujeres solo pueden acudir a piscinas femeninas y alejadas de la vista de cualquier posible voyeur. Por eso, el país está lleno de instalaciones abandonadas, envejecidas, vacías desde hace demasiado tiempo, ante el riesgo de que una mujer se bañe en ella y sea vista por un vecino. «A veces siento que me cuesta respirar. Me gustaría quitarme el pañuelo cuando hace calor, llevar ropa ligera, porque hay días en los que me ahogo. Me encantaría salir a 'clubs' con amigos, bailar y divertirme», comenta esta joven madre tras una larga jornada laboral.

Como tantas otras en Irán, desarrolla un trabajo cualificado pero mal retribuido. Tras pasar por la universidad, donde ya representan el 60% de los estudiantes, algunas mujeres ocupan cargos destacados en empresas, laboratorios, universidades, hospitales. Su rol en la sociedad ha dejado de ser pasivo y en la actualidad la mujer iraní de 20 a 35 años persigue un objetivo profesional ambicioso. Pero, además de estatus social, busca conquistar la independencia de un hombre para vivir. No todas, claro. Existe una parte de la población, importante en tamaño y con un fuerte arraigo tradicional, que defiende que el lugar de la mujer está en casa. Pero el resto, ese porcentaje que lucha por ser autosuficiente y reclama el reconocimiento de la igualdad de género, no deja de crecer. La legislación, inspirada en la Sharia (Ley islámica), es discriminatoria y represiva con el s*x* femenino. Las mujeres no pueden ser juezas ni candidatas en unas elecciones presidenciales. Tampoco divorciarse sin pasar por un largo proceso burocrático.

Neda, nombre ficticio, tiene 34 años y es profesora de Biología en la universidad. Pide anonimato porque teme perder el empleo tras esta entrevista. «He sacrificado mi vida sentimental y mi maternidad por llegar adonde estoy. Si me caso será porque estoy enamorada, pero no temo vivir sola si ello me permite continuar mi carrera profesional». En Irán no es común que una mujer viva sin marido. Según la zona, los vecinos pensarán que es prost*t*ta o una mala persona por haber «abandonado» a su familia. Pero Neda lo tiene claro: «No quiero que un hombre me controle. Mis padres me apoyan y respetan mi decisión porque saben que solo así seré feliz. No deseo ser solo madre y esposa».

Como muchas de las iraníes de su generación, Atefeh rechaza la religiosidad que inunda el país. "Nos quita todo lo que nos da energía, lo que nos divierte y nos hace felices", afirma.

La conquista de los derechos civiles de las mujeres es una lucha que varias organizaciones llevan a cabo desde hace ya algunos años en Irán. Gracias al trabajo de estas valientes activistas, que se atreven a levantar la voz aunque las conduzca en algunos casos a prisión, existe cada vez una mayor concienciación social sobre el derecho a la igualdad. Aun así, «muchos hombres se sienten atraídos al principio por esta clase de mujeres, modernas y decididas, pero después, en la intimidad del hogar, no lo aceptan», apostilla Neda.

En la última década, los divorcios se han triplicado en Irán, pasando de 50.000 en 2000 a 150.000 en 2010. Mientras tanto, los matrimonios han caído un 4,4% en el último año del calendario persa (marzo 2014). El actual presidente del país, Hassan Rouhani, elegido en junio de 2013, atrajo durante la campaña electoral el voto femenino con un programa en donde defendía la igualdad. Pero las mujeres que creyeron en él ven cómo sus políticas languidecen en un Parlamento de mayoría conservadora. Entre los pocos pero significativos logros se encuentran la designación de algunas mujeres al frente de gobiernos provinciales o permitir de nuevo su acceso a carreras consideradas apropiadas solo para hombres, como algunas ingenierías.

Pero, ¿cuál es la percepción que Occidente tiene de las iraníes? ¿Conoce su realidad, su tesón por ser independientes, por ascender en la escala social? «Definitivamente no», responde Mina Joshaghani, periodista de 25 años. «Se tiene una idea falsa de la situación de la mujer en Irán, a causa de la información sesgada de los medios. La gente solo sabe acerca de la opresión femenina, pero desconoce nuestro día a día». Y es que el de Mina es «completamente normal, como el de cualquier mujer». «Voy al gimnasio (solo para mujeres), trabajo, hago la compra y regreso a casa», afirma.

Esta joven periodista defiende que lidia con los mismos problemas que cualquiera de las jóvenes del mundo. «Hoy en día, las familias animan a sus hijas a ser más independientes. Hay mujeres en todos los sectores y ocupan cargos importantes en la Administración pública. El rol ha cambiado completamente y los hombres lo están entendiendo. Quiero vivir en Irán y ser una buena periodista, que mi trabajo sea reconocido, y para conseguirlo sé que debo trabajar duro». Y por último, añade: «Nos gusta la moda, maquillarnos y arreglarnos tanto o más que a las occidentales. Tenemos estilo, aunque vivamos aquí».

Sentada en una cafetería dibuja a lápiz un boceto. Se llama Mona Qanbarian. Estudia Bellas Artes en la universidad. «Es muy difícil ser pintora en cualquier parte del planeta, pero en Irán todavía más». Sus padres no aprueban que haya escogido este camino. Pero ama la pintura y tiene claro qué trata de expresar a través de ella: «De una artista iraní se espera una obra política, propagandística. No seré yo quien la haga. Intento encontrar un discurso que me permita transmitir mi identidad. Este es el reto». La gente se ríe cuando cuenta que quiere ser artista, pero lo tiene tan claro que nada la aparta de su camino. «No pretendo ser famosa fuera de Irán, quiero que mi pintura sea reconocida en mi país, que aporte algo a la gente de aquí». ¿Estudiar fuera? «Sí, por qué no, pero luego volveré. No podría vivir alejada de esta calle», afirma mientras señala una avenida poblada de árboles en pleno centro deTeherán.

Gracias al trabajo de estas valientes activistas, que se atreven a levantar la voz aunque ello las conduzca en algunos casos a prisión, existe cada vez una mayor concienciación social del derecho de la mujer a la igualdad.

Asal Sarmadi trabaja como ingeniera informática. Es la única mujer de su departamento y asegura que los hombres la respetan. Aunque está sobradamente preparada y tiene un trabajo cualificado, su verdadera pasión es el arte. Ya en la adolescencia quería estudiar música, pero sus padres no se lo permitieron. Ahora, ya adulta, planea ingresar en la universidad dentro de dos años, cuando haya reunido el dinero necesario.

A diferencia de Mona, siente que no encaja en la sociedad. «Existe mucha censura, debemos superar bastantes filtros y esto es muy duro». Asegura que no es una «buena chica» para Irán, pero no prevé empezar a serlo. Igual que Mina, opina que en Occidente la gente cree que todas visten 'chador' y solo se dedican a rezar. «No soy religiosa en absoluto y en los últimos años las mujeres hemos evolucionado mucho. Eso es algo que se nota en todas partes». Cuando pueda, se marchará a vivir a Canadá, o «a cualquier parte del mundo donde exhibir un desnudo en un lienzo no esté prohibido».

En una de las principales arterias de la capital, Atefeh, una joven de 21 años, vende perfumes para contribuir a la economía familiar. Expresa el mismo deseo que el resto de las de su edad por prosperar y llegar a trabajar algún día en el sector del comercio internacional. E, igual que Asal, rechaza la religiosidad que inunda el país, porque «nos quita todo lo que nos da energía, lo que nos divierte y nos hace felices». Atefeh cree que las chicas de su edad de los barrios acomodados de Teherán lo tienen mucho más sencillo que ella, porque pueden saltarse las normas con mayor facilidad. Pero aún así, no ceja: «Quiero ir a la universidad y salir adelante. Si puedo, me marcharé a vivir fuera, pero luego volveré. Eso siempre».
http://www.elmundo.es/yodona/2014/08/08/53e34384268e3e64188b456c.html
 
El hembrismo: Un mito producto de los miedos machistas
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Por: Vanessa Rivera de la Fuente



11 de agosto, 2014
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En la mitología griega una gorgona era un despiadado monstruo femenino. Su poder era tan grande que cualquiera que intentase mirarla quedaba petrificado. Las gorgonas son a veces representadas con alas de oro, garras de bronce y colmillos de jabalí. Llevaba un cinturón de serpientes entrelazadas como una hebilla y confrontadas entre sí. La única manera de matarla era cortándole la cabeza

¿Espeluznante, no? Pues la misma sensación genera en las personas el mito moderno asociado al desarrollo del feminismo: La hembrista. Siendo un mito “comme il faut” nunca nadie la ha visto, pero todos y todas le tienen terror. Es la suma de todos los miedos del patriarcado y de las mismas mujeres a otras.

Sin embargo, si analizamos la cuestión en estricto rigor, ni la hembrista (ni la feminista radical, ni la femi****) existe como ser diabólico que deambula por ahí tratando de petrificar hombres con la mirada o exterminarlos en cámaras de gas. Son leyendas urbanas pertenecientes a la mitología patriarcal, rebozada en el caldo de la ignorancia supina.

Definiendo el hembrismo

Al googlear el término “hembrismo” la mayoría de las definiciones son bastante escuetas al señalarlo como opuesto al machismo. Bueno, respetando la definición, el hembrismo sería lo opuesto al machismo, ergo, para saber de qué se trata, hay que ver qué es el machismo.

El machismo, expresión derivada de la palabra “macho“, se define en el DRAE como la “actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres”. El machismo engloba el conjunto de actitudes, conductas, prácticas sociales y creencias destinadas a justificar y promover el mantenimiento de conductas percibidas de manera tradicional como heterosexualmente masculinas y discriminatorias contra las mujeres.

Si el hembrismo es lo contrario del machismo, sería tentativamente: “un conjunto de actitudes y creencias destinadas a justificar y promover el mantenimiento de conductas percibidas como heterosexualmente femeninas y también, discriminatorias contra los varones”. ¿No es esto extraño? Para ser un movimiento tan poderoso que subyuga o pretende subyugar a los hombres y los violenta en la casa, el campo y los juzgados, su desarrollo teórico es muy básico y, oh casualidad, se define por ser reflejo opuesto del machismo, así como lo femenino ha sido definido, desde siempre, como el reflejo opuesto de lo masculino.

Machismo son actitudes, ideas y conductas socializadas, ampliamente aprendidas, con un fuerte refuerzo cultural, por lo tanto, aceptadas y normalizadas. El machismo, entonces, cuenta con un sistema que permite su reproducción. ¿Dónde está el sistema cultural, la práctica social, el respaldo de la tradición, la estructura de apoyo que permite la reproducción de supuesto hembrismo? ¿Quien dice que “las mujeres son así, es normal, es su naturaleza” cuando exhiben conductas que les ganan la etiqueta de hembristas.

Como dice Beatriz Gimeno sobre el mismo concepto: “¿Hay un movimiento, una ideología, un pensamiento, una teoría, unos textos…que defienda que los hombres deben ser sometidos a la desigualdad en la que nos hayamos las mujeres? ¿Que deben ser despojados de sus derechos económicos o políticos, que deben cobrar menos, que se merecen ser objeto de violencia por parte de las mujeres; que deben ser recluidos en sus casas, salir del mundo laboral, del espacio público?”

¿En qué lugar existe un sistema de dominación destinado a subyugar a los hombres, apoyado por las leyes, financiado por la banca global, controlando el poder político y los medios de comunicación para cosificar a los hombres y violentarlos por ser tales? El hembrismo, supuestamente, contribuye a mantener conductas heterosexualmente femeninas; sin embargo, siempre que se califica a alguien de hembrista lo hacemos porque esa mujer ha mostrado conductas asociadas a lo masculino: violencia, agresividad, sentido de la competencia, ambición de poder, etcétera. La contradicción evidente de esto confirma la impronta machista en la raíz del concepto.

¿Qué sistema, ideología, teoría, defiende el mantenimiento de conductas heterosexualmente femeninas? ¿Qué sistema está en la posición privilegiada de definir qué es femenino o no, qué es masculino o no y qué es hembrista o no?

Es penoso que todavía tengamos que dañarnos unas a otras con etiquetas inventadas por el patriarcado. Como si no nos bastara con las canónicas de: santa, madre, virgen, bruja, loca y put*. Ahora está de moda decir “yo soy feminista y quiero la igualdad, no como esas hembristas/feminazis”. Esto es equivalente a decir “yo soy una dama, no como esas mujeres sueltas que andan por ahí” . O sea, “las otras son más malas”. Esto es patriarcado introyectado de alta pureza. Destaco la palabra “otras”, porque es este tipo de elaboraciones lo que nos mantiene en la situación de alteridad que nos impide construir un “nosotras”.

¿Para qué analizar este concepto de hembrismo? Porque a las mujeres nos han educado históricamente para desconfiar de nuestro propio poder y descalificar el poder de las otras mujeres y para confrontarnos por la aprobación masculina. El hembrismo es un invento machista para que las mujeres rechacemos la emancipación de otras, cuando ellas no complacen al patriarcado. Nos hace creer que es malo rebelarse ante la discriminación de género y que existen mujeres rebeldes buenas y malas, de acuerdo al grado de aprobación que el sistema les concede.

El hembrismo es usado para reforzar la socializacion negativa de las mujeres. Hemos aprendido que sólo bajo la protección y guía de la autoridad masculina estamos seguras que debemos desconfiar de otras mujeres (porque como decía mi abuela, son roba maridos, porque traicionan, porque las mujeres somos volubles y es sólo sometiéndonos que logramos balance, control y tranquilidad). Entonces las hembristas son un peligro para el sistema, porque no buscan su aprobacion y amenazan la socializacion negativa que permite dividir y controlar a las mujeres.

Las mujeres que no tienen sororidad con sus pares o compiten por el poder sin escrúpulos, tienen una lógica patriarcal en su manera de ver el mundo, pero no son hembristas. Son reproductoras del machismo, tanto como aquellas que las acusan de hembrismo. Por lo tanto, lo cuestionable en este caso es el patriarcado y sus modelos de naturalización de las relaciones humanas desiguales, pero no el feminismo.

Descalificar los procesos de autonomía de otras mujeres, es ejercer violencia simbólica con un estereotipo que demoniza la conciencia del poder de las mujeres, como una conducta agresiva extrema. Llamar hembrista a otras mujeres es estar de acuerdo que el patriarcado tiene aún el derecho de definir y decirnos qué feminismos aceptar, que procesos de emancipación son más legítimos o no, qué mujeres son buenas y cuáles malas dentro de los movimientos o no. Implica admitir que es correcto excluir mediante etiquetas y estereotipos a aquellas mujeres cuyo tránsito hacia su propia liberación parece más amenazante que el de las otras.

La hembrista, si es que existiera, no sería jamás un peligro para las mujeres que buscan autonomía, sino para el sistema de opresión, sus opresorxs y reproductorxs. El hembrismo es el mito inventado por el machismo para no admitir su miedo a la mujer sin miedo.


Vanessa Rivera de la Fuente

Comunicadora Institucional y Periodista de Género. Especialista en Gerencia de Proyectos Sociales y Educadora socio-comunitaria. Ha desarrollado Programas de Educación de Género e Interculturalidad en Ecuador, Perú, Argentina, Marruecos y el Reino Unido. Sus artículos pueden leerse en: The Huffington Post (USA, Canada y España) Women News Network, Feminism and Religion, Global Press Institute, Web Islam, Revista Furias, Le Monde Diplomatique, United Explanations y El Mostrador, Investigadora en Género, Islam y Teologías. Pionera en América Latina del Feminismo Islámico. BA (c) en estudios islámicos en Islamic Online University, Qatar. Su trabajo se centra en tres ejes: Género, Identidad y Comunicación. Sharia y Ciudadanía. Sexualidad, Violencia de género y Fundamentalismos religiosos.
 
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De playas, celulitis y gaznápiros
Me pregunto cuántas niñas, adolescentes, jóvenes y señoras habrá ahora mismo en una playa sufriendo por su cuerpo

ROSA MONTERO 31 AGO 2014 - 00:00 CEST
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Escribo este artículo en mitad de agosto. Desde la ventana del lugar donde tecleo, veo muy a lo lejos la línea amarilla de una playa que, aunque ahora resulta casi indistinguible, sé que está llena de gente. Y me pregunto cuántas niñas, adolescentes, jóvenes y señoras habrá ahora mismo en esa playa sufriendo de una manera u otra por su cuerpo; pensando que están gordas; que se les ven hoyos de celulitis en las nalgas; que les retiemblan demasiado los brazos; que la barriga les impide ponerse biquinis; que no tienen pecho suficiente; que tienen demasiado pecho; que sus rodillas son demasiado gruesas; que sus rodillas son demasiado picudas; que carecen de espaldas y parecen una pera; que sus espaldas son anchísimas y parecen un jugador de rugby; que su horrible cabello es tan fino y tieso que no pueden hacer nada con él; que su horrible cabello es tan grueso y rizado que no hay manera de sacarle partido. En fin, la lista de pequeños accidentes físicos, de supuestas catástrofes corporales con las que puede obsesionarse una mujer es infinita.

La mayoría cree que se preocupan tanto por los michelines a causa de los hombres, para gustar a los hombres, porque los hombres no van a quererlas si no son perfectas. Pero están equivocadísimas, porque, en general, los varones normales no tienen esa maniática fijación con las menudencias del cuerpo. Van más a la masa, a lo sustancial; a la suavidad de la piel, al calor y la química, como es natural en los animales que también somos. Vamos, que la inmensa mayoría de los hombres ni se han fijado en esos dos malditos hoyitos de celulitis que tienes y que te impiden estar a gusto en la playa. Por eso muchas mujeres no se ponen en traje de baño, o desarrollan unas estrategias complicadísimas de pareos, falditas, pañuelos, pantalones cortos, camisolas. Creo que algunas hasta serían felices bañándose con burka.

Somos nuestras mayores tiranas, y a menudo también las mayores tiranas de las demás mujeres. Porque no sólo nos contemplamos a nosotras mismas con ojos que, más que de rayos X, son de resonancia magnética con contraste, sino que también solemos aplicar esa mirada implacable, deformada, microscópica y patológica a las pobres prójimas con las que nos cruzamos, y siempre con afán comparativo: “Pues esa tiene las caderas más anchas que yo y mira los pantalones tan apretados que lleva… A esa, en cambio, se le ven unos brazos estupendos, es mayor que yo y los tiene más firmes”. Y así de loquinarias vamos todo el día, unas más y otras menos, pero todas cayendo alguna vez en la tontería. La mujer que no haya mirado de reojillo alguna vez la silueta de otra mujer comparándola con la propia que tire la primera piedra.

¿Y por qué nos sucede esta desgracia? Pues no porque seamos idiotas, desde luego (véase a esa maravillosa iraní de 37 años, Maryam Mirzakhani, que acaba de recibir la medalla Fields, que es como el Nobel de las matemáticas), sino porque, en efecto, existe una delirante y enferma convención social que impone un modelo de mujer imposible. Chicas anoréxicas y bellezas perfectas nacidas del Photoshop. Y lo peor de todo es que nosotras nos tomamos esos modelos como un mandato divino, mientras que los hombres, que desde luego contribuyen a crear la presión, luego no se toman tan en serio la existencia de estas ninfas. Me parece que no terminan de considerarlas reales (con razón: no lo son) e incluso he podido comprobar más de una vez que, cuando una mujer es muy bella, los hombres suelen asustarse.

De modo que, en la intimidad, creo que los varones nos aceptan más de lo que nos aceptamos nosotras mismas; pero lo malo es que, socialmente, los prejuicios sexistas siguen funcionando de manera feroz y todo el rato se nos mide por lo físico, como si fuéramos terneras en una feria de ganado. Y así, se habla de la apariencia y de la guapeza de las ministras (de los ministros, normalmente horrorosos, nunca se dice nada), o, de repente, llega un nuevo fichaje al Real Madrid, James Rodríguez, y en Twitter se dedican a meterse con su mujer, la colombiana Daniela Ospina, antigua jugadora de voleibol, atlética y divina, y a decir que es fea. Qué mísero, qué estúpido. Me gustaría ver a los energúmenos que escribieron esos mensajes: me gustaría ver sus tripas cerveceras, sus piernas torcidas, sus culos escurridos y sus espaldas peludas. Porque esa es otra: a la mayoría de los hombres parece importarles un pimiento su propia apariencia. A esos sí que los ves en la playa tan tranquilos, paticortos, culibajos y con unos barrigones que dan miedo, paseando tan orondos por la orilla. Chicas, menos obsesionarnos con nuestra celulitis y más exigirles a esos gaznápiros que hagan un poco de ejercicio. @BrunaHusky
 
UNICEF Informe mundial

Una de cada 10 niñas ha sufrido abusos antes de cumplir los 20 años
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Niñas hindúes leen libros sagrados durante el Festival de Navratri en la India. RAMINDER PAL SINGH

CLARA MARÍNMadrid
Actualizado: 09/09/2014 05:35 horas0
"La violencia es una constante en las vidas de los niños del mundo de los más diversos orígenes y las más variadas circunstancias". Así lo refleja el informe Ocultos a plena luz, con el que UNICEFpretende poner cifras a la violencia contra los niños en todo el mundo. Los datos revelan que los abusos sexuales siguen siendo una gravísima amenaza para la infancia, a los que hay que sumarle los homicidios, el bulliyng y la disciplina violenta.

Se trata del informe más exhaustivo que se haya publicado hasta la fecha sobre abuso infantil, un tema muy complicado de investigar por lo incómodo que resulta para víctimas y agresores. "A ningún país le gusta hablar de esto", señala en conversación con EL MUNDO Paloma Escudero, directora de comunicación de UNICEF. Precisamente por eso, desde la organización advierten que los datos representan una estimación mínima de la magnitud del problema: "Las cifras son aterradoras y devastadoras, pero también incompletas", advierte.

Esas cifras, por citar sólo algunas, son que 120 millones de niñas en todo el mundo han sufrido abusos sexuales, que una quinta parte de los homicidios en nuestro planeta son de niños y adolescentes, que uno de cada tres niños sufre acoso escolar y que seis de cada diez sufre castigos físicos por parte de sus cuidadores. Los niños sufren estos abusos de manos de sus familiares, sus parejas, sus maestros y vecinos, así como de extraños y otros niños.

"La violencia contra la infancia es algo que está omnipresente", dice Escudero, que señala que ésta se da independientemente de las circunstancias económicas, sociales, culturales, étnicas o religiosas. Y los datos así lo confirman: una de cada 10 niñas ha sido violada o asaltada sexualmente en los primeros 20 años de su vida. En países como la República Democrática del Congo, la prevalencia de la violencia por parte de la pareja es del 70%.

"El problema de la violencia -explica Escudero- es que en muchos sitios está aceptada socialmente". Es por esto que la mayoría de las víctimas la mantiene en secreto y no solicita ayuda. Concretamente, siete de cada 10 niñas de entre 15 y 19 años que han sufrido abusos alguna vez nunca han pedido ayuda, ya que muchas ni siquiera se percataban de que sufrían una forma de violencia. Y es que, tal y como refleja el informe, existe un grave problema en la justificación de los abusos: casi la mitad de las niñas -unos 126 millones- creen que en algunas ocasiones está justificado que los hombres peguen a su pareja.

Cabe destacar el círculo vicioso de la violencia, que se transmite de una generación a la siguiente. "El niño que sufre abusos tiene más probabilidades de reproducir esa conducta", cuenta Escudero. El informe hace especial hincapié en la importancia de la educación, señalando que los adultos que han recibido poca o ninguna tienden a creen en la necesidad del castigo físico en mayor medida que los que sí la tienen, algo que se da en el 51% de las madres de Yemen que nunca han ido a la escuela.

Pero la violencia contra los niños no se produce sólo en los países en desarrollo. Tal y como explica Escudero, los países con altos ingresos tampoco se libran de esta lacra: es así como el 38% de los adolescentes daneses ha sufrido agresiones psicológicas por parte de sus padres en el último año. En nuestro país, el 55% de los padres encuestados reconoce haberle dado una bofetada en la cara a su hijo alguna vez, el 7% haberlos golpeado con algún objeto y el 4% haberles dado una paliza (porcentaje que en Francia asciende al 12%). "España es un país más, el principal problema es que éste es un tema que no se ha puesto sobre la mesa", opina Escudero.

Otro gran problema para los niños en los tiempos que corren es elciberacoso. En Suiza, por ejemplo, la forma más común de violencia tanto para las niñas como para los niños es la victimización a través de Internet. "Una niña que está siendo ciberacosada en Madrid no se da cuenta de que su acosador está en Vigo, para ella está en la puerta de su casa y eso la aterroriza", explica Escudero.

La organización también pone el foco en los colegios, ya que elbullying representa un serio problema para muchos adolescentes y niños del mundo. Se trata de una violencia "de par a par", esto es, de niño a niño: uno de cada tres estudiantes de entre 13 y 15 años en todo el mundo sufre acoso escolar, y en España, el 20% de los adolescentes de entre 11 y 15 años ha admitido haber acosado a compañeros de clase en los últimos meses.

Como se observa, la violencia contra la infancia tiene distintas pieles, aunque en todas sus formas se cumple una constante: quese produce en entornos en los que los niños deberían sentirse seguros (sus comunidades, sus casas o sus escuelas). ¿Y qué consecuencias tiene para los niños haber sido víctimas de violencia durante su infancia o adolescencia? "Es algo que les afecta de por vida, a nivel físico y a nivel psicológico. De hecho, este informe ha demostrado que se pueden observar secuelas en niños que nacen de madres que han sido maltratadas durante el embarazo", apunta Escudero.

Pero el objetivo de UNICEF con esta publicación va más allá de poner los datos sobre la mesa, señala su directora de comunicación. "No queremos que estas cifras nos paralicen,tenemos que pasar a la acción y para ello hacemos una serie de recomendaciones a los países afectados", explica Escudero.

La primera de ellas es educar y apoyar a las familias, ya que la educación se ha revelado como algo decisivo en este asunto. La segunda es informar a los niños y adolescentes sobre dónde pueden pedir ayuda. Además, proponen trabajar en los colegios con profesores, niños y padres. "Todo tiene que hacerse a nivel municipal, la gente no va a ir a la capital a denunciar", explica Escudero.

"También es importante el cambio político, que los Gobiernos establezcan como prioridad la lucha contra la violencia hacia los niños", señala Escudero a este periódico, apuntando el ejemplo de China, que se ha marcado este objetivo para los próximos cinco años. La siguiente recomendación es un cambio en la legislación, ya que sólo el 8% de los países tienen prohibido en sus leyes el castigo corporal a los niños (entre ellos España). "La impunidad es un auténtico problema: sólo el 3% de los casos denunciados acaban en juicio", explica Escudero.

Finalmente, también es necesario recopilar datos sobre el tema para poder tener estadísticas que diagnostiquen la situación en cada momento. "El objetivo es sacar a la luz el maltrato, y para eso hay que investigarlo, porque lo que no se investiga no se ve", concluye Paloma Escudero.
http://www.elmundo.es/salud/2014/09/09/540df8c822601df4408b4596.html
 
Gracias Ambers y a todas por mantener este hilo abierto y con informacion tan valiosa.

Pongo este videito que me llego por email sobre la violencia de genero, buscan se haga viral y llegue al billón de reproducciones.
Contiene ,ademas de una buena presentacion, unas imagenes fuertes.
No creo que SC lo elimine, es real.


 
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