Mujeres.

La maestra y enfermera Elisabeth Eidenbenz (1913-2011) falleció un 23 de mayo

Dando a luz en la oscuridad, Elisabeth Eidenbenz (1913-2011)

Una maestra suiza, con fuerte carácter y dispuesta a ayudar a los demás a costa de su propia vida si era necesario. Aquella mujer se llama Elizabeth Eidenbenz. Falleció en 2011 pero su historia no se ha perdido.
eidenbenzpaismw4484.jpg

.
La maestra solidaria
Elisabeth Eidenbenz nació el 12 de junio de 1913 en la ciudad suiza de Wila. Elisabeth estudió magisterio y ejerció su profesión como maestra primero en Suiza y más tarde en Dinamarca.
Mujer de profundos ideales sociales y pacifistas seguía atentamente los terribles acontecimientos que asolaron Europa en aquellos años.

Elisabeth era una joven maestra de poco más de veinte años cuando en España se vivía una terrible guerra civil.
Fue en ese conflicto donde decidió dar rienda suelta a sus sentimientos solidarios y de ayuda a los más desfavorecidos.
Así, después de recibir una básica formación sobre primeros auxilios, Elisabeth se unió a los voluntarios de la Asociación de Ayuda a los Niños de la Guerra que tenía como misión actuar en ayuda de la población civil en la zona republicana.

El 24 de abril de 1937 la maestra convertida en enfermera llegaba a Madrid con el resto de voluntarios dispuesta a ayudar sobre todos a las madres y los niños que se encontraban en peligro de malnutrición y se veían abocados a una muerte segura.

La maternidad de Elna .
Finalizada la Guerra Civil Española, en la que Franco salió victorioso y se erigió como dictador de España, fueron muchos los exiliados fieles a la república que huyeron más allá de los Pirineos.
Los miles de personas que se instalaron en los campos de refugiados del sur de Francia colapsaron a las autoridades francesas.
Las mujeres embarazadas debían parir en establos, en un espacio carente de cualquier garantía sanitaria. Después de dar a luz, y sin esperar en ningún momento a la recuperación de la madre y el recién nacido, eran devueltos a los barracones de los campos de refugiados.

Elna.jpg

La maternidad de Elna

En aquellas condiciones infrahumanas no es extraño que la práctica totalidad de bebés y muchas de sus madres no sobrevivieran. Elisabeth no se resignó a ver cómo cientos de mujeres y bebés sucumbían al hambre y al frío delante suyo.

En su búsqueda desesperada por encontrar una situación a aquel drama humano, Elisabeth encontró un palacete abandonado junto al campo de Argelès-sur-Mer, en una localidad llamada Elna. A pesar de estar en ruinas, para ella fue la solución.

Con la ayuda de hombres voluntarios que reformaron como pudieron aquel casón viejo y medio derruido, Elisabeth consiguió organizar una maternidad que estaría en activo desde 1939 hasta 1944 y que llegaría a salvar la vida de unos 600 niños y otras tantas mujeres.

Elisabeth no era matrona ni enfermera de profesión pero con su voluntad y decisión ayudó a que las mujeres embarazadas que llegaban a los campos de refugiados pudieran parir con cierta dignidad y, sobre todo, con unas mínimas garantías de supervivencia.

La maternidad de Elna se mantuvo primero gracias a las donaciones que llegaban de toda Europa y más adelante por su filiación a la Cruz Roja. Este hecho ayudó en el aspecto económico pero no en el humano.

En un primer momento las mujeres que llegaron a la maternidad venían de la España republicana, alrededor de 400.

Pero con la subida al poder de Hitler, los refugiados llegados de Alemania, en su mayoría judíos, fueron cada vez en aumento. Se calcula que fueron unos 200 los bebés judíos que nacieron en la maternidad de Elna.

Considerados como refugiados políticos, supusieron más de un dolor de cabeza a Elisabeth pues la Cruz Roja obligaba a todas las instituciones a ella adherida a seguir los dictados de su política sobre neutralidad.
Por ello, Elisabeth no dudó en falsificar muchos documentos de aquellas madres.

Pronto llegaría también a oídos de la omnipresente Gestapo, la policía secreta del Tercer Reich, las actividades que se realizaban en aquella maternidad perdida en el sur de Francia. Pero a pesar de que las amenazas fueron constantes e incluso Elisabeth fue detenida en una ocasión, el centro continuó con su trabajo humanitario.

Los nazis consiguieron su propósito y en 1944 conseguían cerrar la maternidad de Elna.

A pesar de todo, Elisabeth podía sentirse orgullosa. En cinco años había salvado más de un millar de vidas y, lo más importante, había devuelto la esperanza a aquellas personas que veían en el horizonte un futuro oscuro y sin esperanza.

Elisabeth Eidenbenz pasó el resto de su vida en su hogar cerca de Viena hasta que falleció en Zurich, el 23 de mayo de 2011, a la edad de 97 años.



Su historia permaneció oculta hasta que, al final de su vida, llegaron los reconocimientos públicos.
En 2002 la localidad de Elna de dedicó un homenaje y el estado de Israel le entregó la Medalla de los Justos Entre las Naciones.

En años posteriores recibió otros reconocimientos como la Cruz de Oro de la Orden Civil de la Solidaridad Social otorgada por el Gobierno de España, La Cruz de San Jorge, de la Generalitat de Cataluña y la Legión de Honor, concedida por el Gobierno Francés.

Si quieres leer sobre ella
Assumpta Montella, La maternidad de Elna, Ara Llibres, 2007

RESUMEN: La maternidad de Elna es el testimonio emocionante de unas mujeres que, estando a punto de dar a luz, fueron rescatadas de los campos de concentración republicanos de Sant Cebrià de Rosselló, Argelers y Ribesaltes, donde vivían en lamentables condiciones, y fueron acogidas en una maternidad que fundó la maestra suiza Elisabeth Eidenbenz. Allí pudieron ver nacer y alimentar a sus bebés en condiciones excepcionales. La maternidad de Elna es pues la heroica historia de una mujer que salvó a 597 recién nacidos de una muerte segura.

«Había una madre que no tenía leche y el niño lloraba de hambre día y noche. Cuando se agotaba de tanto llorar, se dormía y ella le daba calor con su cuerpo. Cuando salía el sol, enterraba al bebé en la arena hasta que le dejaba fuera sólo la cabecita. La arena le servía de manta. Pero al cabo de unos días el niño se murió de frío y de hambre. Yo estaba embarazada y con sólo pensar que mi hijo nacería en aquel infierno me desesperaba.»



 
La maestra y enfermera Elisabeth Eidenbenz (1913-2011) falleció un 23 de mayo

Dando a luz en la oscuridad, Elisabeth Eidenbenz (1913-2011)

Una maestra suiza, con fuerte carácter y dispuesta a ayudar a los demás a costa de su propia vida si era necesario. Aquella mujer se llama Elizabeth Eidenbenz. Falleció en 2011 pero su historia no se ha perdido.
eidenbenzpaismw4484.jpg

.
La maestra solidaria
Elisabeth Eidenbenz nació el 12 de junio de 1913 en la ciudad suiza de Wila. Elisabeth estudió magisterio y ejerció su profesión como maestra primero en Suiza y más tarde en Dinamarca.
Mujer de profundos ideales sociales y pacifistas seguía atentamente los terribles acontecimientos que asolaron Europa en aquellos años.

Elisabeth era una joven maestra de poco más de veinte años cuando en España se vivía una terrible guerra civil.
Fue en ese conflicto donde decidió dar rienda suelta a sus sentimientos solidarios y de ayuda a los más desfavorecidos.
Así, después de recibir una básica formación sobre primeros auxilios, Elisabeth se unió a los voluntarios de la Asociación de Ayuda a los Niños de la Guerra que tenía como misión actuar en ayuda de la población civil en la zona republicana.

El 24 de abril de 1937 la maestra convertida en enfermera llegaba a Madrid con el resto de voluntarios dispuesta a ayudar sobre todos a las madres y los niños que se encontraban en peligro de malnutrición y se veían abocados a una muerte segura.

La maternidad de Elna .
Finalizada la Guerra Civil Española, en la que Franco salió victorioso y se erigió como dictador de España, fueron muchos los exiliados fieles a la república que huyeron más allá de los Pirineos.
Los miles de personas que se instalaron en los campos de refugiados del sur de Francia colapsaron a las autoridades francesas.
Las mujeres embarazadas debían parir en establos, en un espacio carente de cualquier garantía sanitaria. Después de dar a luz, y sin esperar en ningún momento a la recuperación de la madre y el recién nacido, eran devueltos a los barracones de los campos de refugiados.

Elna.jpg

La maternidad de Elna

En aquellas condiciones infrahumanas no es extraño que la práctica totalidad de bebés y muchas de sus madres no sobrevivieran. Elisabeth no se resignó a ver cómo cientos de mujeres y bebés sucumbían al hambre y al frío delante suyo.

En su búsqueda desesperada por encontrar una situación a aquel drama humano, Elisabeth encontró un palacete abandonado junto al campo de Argelès-sur-Mer, en una localidad llamada Elna. A pesar de estar en ruinas, para ella fue la solución.

Con la ayuda de hombres voluntarios que reformaron como pudieron aquel casón viejo y medio derruido, Elisabeth consiguió organizar una maternidad que estaría en activo desde 1939 hasta 1944 y que llegaría a salvar la vida de unos 600 niños y otras tantas mujeres.

Elisabeth no era matrona ni enfermera de profesión pero con su voluntad y decisión ayudó a que las mujeres embarazadas que llegaban a los campos de refugiados pudieran parir con cierta dignidad y, sobre todo, con unas mínimas garantías de supervivencia.

La maternidad de Elna se mantuvo primero gracias a las donaciones que llegaban de toda Europa y más adelante por su filiación a la Cruz Roja. Este hecho ayudó en el aspecto económico pero no en el humano.

En un primer momento las mujeres que llegaron a la maternidad venían de la España republicana, alrededor de 400.

Pero con la subida al poder de Hitler, los refugiados llegados de Alemania, en su mayoría judíos, fueron cada vez en aumento. Se calcula que fueron unos 200 los bebés judíos que nacieron en la maternidad de Elna.

Considerados como refugiados políticos, supusieron más de un dolor de cabeza a Elisabeth pues la Cruz Roja obligaba a todas las instituciones a ella adherida a seguir los dictados de su política sobre neutralidad.
Por ello, Elisabeth no dudó en falsificar muchos documentos de aquellas madres.

Pronto llegaría también a oídos de la omnipresente Gestapo, la policía secreta del Tercer Reich, las actividades que se realizaban en aquella maternidad perdida en el sur de Francia. Pero a pesar de que las amenazas fueron constantes e incluso Elisabeth fue detenida en una ocasión, el centro continuó con su trabajo humanitario.

Los nazis consiguieron su propósito y en 1944 conseguían cerrar la maternidad de Elna.

A pesar de todo, Elisabeth podía sentirse orgullosa. En cinco años había salvado más de un millar de vidas y, lo más importante, había devuelto la esperanza a aquellas personas que veían en el horizonte un futuro oscuro y sin esperanza.

Elisabeth Eidenbenz pasó el resto de su vida en su hogar cerca de Viena hasta que falleció en Zurich, el 23 de mayo de 2011, a la edad de 97 años.



Su historia permaneció oculta hasta que, al final de su vida, llegaron los reconocimientos públicos.
En 2002 la localidad de Elna de dedicó un homenaje y el estado de Israel le entregó la Medalla de los Justos Entre las Naciones.

En años posteriores recibió otros reconocimientos como la Cruz de Oro de la Orden Civil de la Solidaridad Social otorgada por el Gobierno de España, La Cruz de San Jorge, de la Generalitat de Cataluña y la Legión de Honor, concedida por el Gobierno Francés.

Si quieres leer sobre ella
Assumpta Montella, La maternidad de Elna, Ara Llibres, 2007

RESUMEN: La maternidad de Elna es el testimonio emocionante de unas mujeres que, estando a punto de dar a luz, fueron rescatadas de los campos de concentración republicanos de Sant Cebrià de Rosselló, Argelers y Ribesaltes, donde vivían en lamentables condiciones, y fueron acogidas en una maternidad que fundó la maestra suiza Elisabeth Eidenbenz. Allí pudieron ver nacer y alimentar a sus bebés en condiciones excepcionales. La maternidad de Elna es pues la heroica historia de una mujer que salvó a 597 recién nacidos de una muerte segura.

«Había una madre que no tenía leche y el niño lloraba de hambre día y noche. Cuando se agotaba de tanto llorar, se dormía y ella le daba calor con su cuerpo. Cuando salía el sol, enterraba al bebé en la arena hasta que le dejaba fuera sólo la cabecita. La arena le servía de manta. Pero al cabo de unos días el niño se murió de frío y de hambre. Yo estaba embarazada y con sólo pensar que mi hijo nacería en aquel infierno me desesperaba.»
Hay mujeres excepcionales,pero qué triste ha sido la vida para muchas.
 

Charlotte Reiniger


Nombre de nacimiento
Charlotte Reiniger
Nacimiento 2 de junio de 1899
30px-Flag_of_the_German_Empire.svg.png
Imperio alemán
Fallecimiento 19 de junio de 1981 (82 años)
30px-Flag_of_Germany.svg.png
Alemania Occidental

images



Fue una cineasta alemana (posteriormente nacionalizada británica), famosa por sus películas de animación con siluetas, especialmente Las aventuras del príncipe Achmed (1926).





Consiguió convencer a sus padres para que le permitieran entrar en el grupo de teatro de Max Reinhardt, al que pertenecía Wegener (1916-17).

En un intento de llamar la atención de su héroe, distante y muy ocupado, se dedicó a confeccionar las siluetas de los otros actores del grupo en sus respectivos papeles. Logró el efecto deseado, y pronto empezó a trabajar con Wegener, realizando siluetas para los rótulos intercalados de las películas: Rübezahls Hochzeit ("La boda del gigante Ruebezahls", 1916) y Der Rattenfänger von Hameln ("El flautista de Hamelín", 1918); así como los decorados y accesorios de la película Die schone prinzessin von China ("La bella princesa de China", 1916).

Gracias al éxito de su trabajo y a la recomendación de Wegener, consiguió ser admitida en el Institut für Kulturforschung (Instituto de Innovaciones Culturales), un estudio berlinés dedicado a las películas de animación experimentales.

220px-Lotte_Reiniger_1939.jpg


En dicho estudio conoció también a Carl Koch, con el que se casaría en 1921, y que colaboraría con ella en casi todas sus películas
Reiniger se anticipó en una década tanto a Walt Disney como a Ub Iwerks en utilizar la cámara multi-plano para ciertos efectos.

images


En 1949, Reiniger y Koch pudieron por fin trasladarse a Londres. Tras realizar algunos proyectos para la Oficina General de Correos, crearon la empresa Primrose Productions. Carl Koch murió en 1962, pero Lotte Reiniger siguió trabajando. Durante esta época, realizó veinte películas de siluetas, la mayoría de ellas para la BBC, y casi todas basadas en cuentos de hadas clásicos. En 1976 se desplazó a Canadá, donde realizó la película Aucassin et Nicolette para el National Film Board.

En 1972 recibió el Deutscher Filmpreis y luego en 1979, la Orden del Mérito de la República Federal de Alemania.

Murió en Dettenhausen, Baden-Wurtemberg, Alemania, el 19 de junio de 1981, a los 82 años.
 
Gracias por tanta informaicon interesante.

Hay mujeres y gente en general maravillosa. Son los que hacen la diferencia.
 
Almudena Grandes

UNA MALA MADRE

“Hace tres meses y una semana mi hijo apareció muerto. Yo tendría que haberle ayudado, tendría que haber tirado de él, pero estaba tan cansada…”.

ActualizadoDomingo 29 de mayo de 201601:24

TODOS los sábados son el mismo sábado.

Todos los sábados, Carmela se despierta sin la ayuda del despertador a las seis en punto de la mañana y se pone una bata de felpa rosa, muy desgastada ya.

Todos los sábados va a la cocina, se hace el desayuno, y al volver a su dormitorio para vestirse entra en el cuarto de su hijo pequeño y comprueba que las persianas están levantadas, la cama hecha, intacta. Como aquel sábado.

No le dio importancia.

No era la primera vez ni, pensó entonces, sería la última.

Jonathan acababa de cumplir 17 años y no le conocía. No sabía quién era aquel muchacho huraño y bronco, amargado, infeliz, en el que se había convertido su niño pequeño, el cuarto bebé que había parido antes de cumplir 40 años.

Claro que durante muchos años tampoco había sabido muy bien quién era ella misma, ni en qué desagüe se había escurrido su vida.

Porque al principio todo había ido bien.

Su novio la había dejado embarazada a los 19, pero era un buen chico, amable, trabajador, y muy enamorado.
Ella no pensaba casarse tan pronto, pero le quería, y fue feliz con él durante más de 10 años.
Tuvieron otra hija, se compraron un adosado en Getafe, se apuntó a un gimnasio, entró a trabajar como dependienta en la tienda de su cuñada… y empezó a aburrirse.
Lo tenía todo, pero ese todo le aburría mucho, tanto que se las arregló para echarlo todo a perder. Y se acabó el aburrimiento.

Abandonó a su marido por un chico muy joven, muy guapo, muy descerebrado, con el que se divirtió muchísimo durante una larga temporada. Hasta que volvió a quedarse embarazada y todo salió al revés que la primera vez. Él no se casó con ella, no compartió casa, ni gastos, ni tiempo, nada. La dejó sola y sin más remedio que volver a casa de sus padres.

Todavía era muy joven, muy guapa, y tenía muchas ganas de divertirse, mucha rabia, energía de sobra para seguir echándolo todo a perder mientras su madre lloraba, y se desesperaba, e intentaba en vano reconocer la niña pequeña en aquella egoísta desaprensiva, mientras su padre la miraba, y callaba, y madrugaba todos los días para llevar a sus nietos al colegio.

Por las noches, al acostarse, ella se daba cuenta de que no podía seguir así y lloraba sin hacer ruido.

Por las mañanas se prometía a sí misma cambiar de una vez y para siempre.

Al atardecer se duchaba, se arreglaba, se maquillaba, se iba a la calle. Así hasta que se quedó embarazada por cuarta vez, sin saber de quién, y nació Jonathan

Entonces aprendió que la diversión no es el único enemigo del aburrimiento.

Sus padres murieron pronto, el Estado se ahorró sus pensiones, le recortaron su mísero sueldo de cajera de hipermercado y se buscó otro trabajo, y luego otro, y otro más.

El cansancio extirpó al mismo tiempo la memoria del aburrimiento y la de la diversión.

A Jonathan le criaron sus hermanas mayores hasta que se fueron de casa, primero una, enseguida la otra.
Carmela quería que estudiara, que fuera a la universidad, como ellas, pero no era un niño fácil, nunca lo fue. Mal estudiante, mentiroso, violento, rodeado siempre de mala gente, su madre pensaba en él a todas horas, pero no pudo hacer nada para ayudarle, no supo.
Sentía que Jonathan había heredado lo peor de sí misma, que al amamantarle le había transferido una maldición. Intentaba hablar con él, pero nunca lo encontraba, porque cuando llegaba a casa ya era tarde.

Al salir del híper, limpiaba por horas pisos y oficinas; los sábados por la mañana, los cristales de una empresa pequeña, en un polígono de Valdemoro. Hasta aquel sábado. Nunca más.

–Buenos días, me llamo Carmela y soy una mala madre –así empiezan ahora todos sus sábados, en la terapia de grupo del centro cívico de su barrio–.

Hace tres meses y una semana, un día como hoy, mi hijo Jonathan apareció muerto en el rellano de una escalera, en un edificio del centro. Le acuchilló un amigo suyo, todavía no sé por qué, aunque la culpa es mía. Yo tendría que haberle ayudado, tendría que haber tirado de él, pero estaba tan cansada…


Todos los sábados son el mismo sábado, y nunca logra consumir los 10 minutos que le concede el terapeuta para contar su historia. Todos los sábados se echa a llorar antes de tiempo.

http://elpaissemanal.elpais.com/columna/una-mala-madre/?id_externo_rsoc=FB_CM
 
Emilia 'la canastera' la primera gitana mártir
14662474421390.jpg

Dio a luz entre rejas. Emilia Fernández Rodríguez tuvo a su hija sobre una estera de esparto, en la cárcel de las Gachas Colorás. Una presa bautizó a la niña DIÓCESIS DE ALMERÍA
1 Comentarios
En la Guerra Civil la dejaron morir ,entre rejas, tras el parto por no desvelar quién le enseñó a rezar el rosario

De su niña Ángeles, alumbrada sobre el suelo de la celda, nunca más se supo...

22/06/2016 03:47
La joven es alta, esbelta y de piel morena. Lleva el cabello negro recogido en un moño bien peinado y calza unas alpargatas. Sus ojos son grandes y negros. Las manos, carne agrietada de fabricar canastos. Cuando el 21 de junio de 1938, cayendo la tarde, llega en un camión a la cárcel de las Gachas Colorás en Almería, tiene 24 años y una niña creciendo dentro de la falda. Los primeros días ni siquiera hablará. Se acurrucará en una esquina, llorando. Su nombre es Emilia. No sabe leer ni escribir. Ni puede imaginar que, casi 80 años después, lo que le ocurra en esa cárcel hará historia. Emilia la Canastera,criada en las grutas de Tíjola, es la primera mujer de etnia gitana en todo el mundo a la que la Iglesia católica convertirá en mártir.

La desconocida historia de Emilia Fernández Rodríguez se esconde en la lista de 115 nombres que la diócesis de Almería lleva desde los años 90 promoviendo como candidatos a la beatificación por sufrir la persecución religiosa durante la Guerra Civil española. "Los mártires de Almería", los llaman. Son 95 sacerdotes y 20 laicos, todos asesinados o dejados morir entre 1936 y 1939. Esta semana, el Papa Francisco les ha dado su visto bueno y sólo queda que la propia diócesis organice una ceremonia. Detrás hay más de 20.000 páginas de investigación, con declaraciones de testigos y otras pruebas presentadas ante el Vaticano.

Un equipo de historiadores y expertos canónicos impulsado en Italia por la Pastoral Gitana de Milán y en España, en estos últimos años, por el delegado episcopal para las Causas de los Santos, José Juan Alarcón Ruiz, han realizado las pesquisas sobre Emilia. Los expertos han podido reconstruir sus últimos siete meses de vida en aquella cárcel, aunque no han dado con ninguna fotografía suya. De la gitana sólo existe una recreación, un cuadro a óleo que un pintor andaluz llamado J. Rubio donó a la diócesis. Muestra a Emilia en su celda, con la niña que alumbró sobre el suelo helador antes de morir enferma, y agarrando el rosario que le costó la vida.

Su tragedia empieza de recién casada. Emilia, segunda de tres hermanos, ha nacido en 1914 y se ha criado en las casas-gruta que los gitanos pueblan en la parte alta de Tíjola, a unos cien kilómetros de Almería ciudad. Cuando a los cuatro años la gripe se lleva por delante a medio centenar de niños del pueblo, Emilia sobrevive. Cuando a la familia le falta el pan, también. Sus padres le han enseñado el oficio: desde niña fabrica cestos de mimbre que después vende en el mercado de los sábados de Tíjola y en otros pueblos cercanos.

Emilia se casa cuando la guerra ya ha estallado también en la provincia de Almería, que desde la sublevación de Franco hasta el final de la contienda será territorio republicano. En Tíjola se cierra la iglesia. El ayuntamiento decreta un bando para expulsar a los gitanos. Van y vienen camiones con víveres, con combatientes, con heridos, con muertos. Como en toda España, en el pueblo se instala el miedo. Pero en febrero o marzo de 1938, suena el cante flamenco y el taconeo gitano en las cuevas. Emilia se casa con Juan Cortés, pariente suyo y un año menor, por el rito gitano. Pero la alegría les dura poco. Pronto los milicianos republicanos entran en el poblado en busca de hombres e interpelan a Juan. Él, como Emilia, observa la guerra como algo ajeno. No quiere ir al frente. Y ella hará lo posible por no separarse de su marido. Está embarazada.

Así que urden un plan, como Romeo y Julieta. Aunque en vez de una pócima para que la enamorada parezca muerta durante un tiempo, Emilia prepara un líquido azulado con cardenillo -la pátina venenosa que se forma sobre superficies cobrizas como la Estatua de la Libertad y que servía para sulfatar los campos- y le echa al enamorado unas gotas en los ojos. La trampa funciona: durante un tiempo, Juan queda ciego. Pero los milicianos regresan, comprueban que el joven ve perfectamente y se llevan a la pareja. Él ingresa en el Ingenio, una antigua azucarera mutada en cárcel. A ella, por ayudarlo, la trasladan a las Gachas Colorás.

Llamaban así a esta cárcel de mujeres porque en la zona hubo una taberna cuyo plato más frecuente era esta pasta de cereales con caldo de pimentón. Pero no fueron gachas colorás lo que Emilia comió en la cárcel. Su compañera de prisión María de los Ángeles Roda Díaz ha dejado testimonio de cómo transcurrían los días entre aquellas paredes: por las mañanas recibían "agua sucia"(café) y un pedazo de pan; al mediodía, "lentejas con gusanos, habas cocidas con sus cáscaras y una torta de arroz cocido"; de cena, pan y agua.

"Allí dentro todas nosotras estábamos más bien delgadas y desnutridas, pues el alimento que nos daban era apenas suficiente para vivir. A la gitana le daban la misma ración que a las demás, sin tener en consideración que llevaba un hijo en el seno. Algunas de nosotras en las comidas le pasábamos algo de los víveres que nos traían las familias. Lo mejor que nos llegaba de casa era para ella".

Atardecer en la cárcel de mujeres
En aquel cuadrilátero de 60 metros por 60, dos plantas y hombres armados hasta en el patio, Emilia se entera de que un juez la ha condenado a seis años entre rejas. Allí conviven por entonces unas 40 reclusas que, al atardecer, lloran, cantan y rezan. Emilia, que no habla con nadie y que, cuando habla, suelta expresiones en caló incomprensibles para sus compañeras, empieza a abrirse con una chica de su misma edad que se compadece de ella, Dolores del Olmo Serrano. Tras algunas tardes, la gitana pide a Lola que le enseñe a rezar y a hacerse correctamente la señal de la cruz. Emilia -"una persona muy buena, humilde y religiosa", una mujer "fascinante", cuenta Ángeles- aprende el padrenuestro, el avemaría y el Gloria, aunque no acierta a memorizar las letanías en latín y sólo repite "Ora pro nobis"(ruega por nosotros).

Los días pasan con la niña creciendo en su vientre, hasta que la suerte de Emilia se tuerce del todo. La directora de la cárcel, Pilar Salmerón Martínez, se entera de que la joven gitana ha aprendido a rezar el rosario y llama a Emilia para que delate a su catequista. A cambio le ofrece varias recompensas: la alimentará mejor, intercederá por su libertad, intentará sacar a Juan de prisión. Pero Emilia decide callar. Nunca delató a Lola. Su castigo: una celda de aislamiento. Aquí empieza el martirio que reconoce la Iglesia.

El invierno llega en aquella celda solitaria y la salud de la joven se resiente. Emilia pide al gobernador civil que la liberen por su embarazo y su delicado estado; no recibe respuesta. El 13 de enero, a las dos de la madrugada, en la estera de esparto sobre la que duerme, la Canastera da a luz con la sola ayuda de varias reclusas que logran entrar en aquel agujero. El milagro es una niña, que Lola bautiza esa tarde como Ángeles. Por la noche, madre e hija son trasladadas al hospital. Las graves hemorragias de Emilia no impiden que cuatro días después ambas regresen a la misma celda. Y Emilia empeora. El 25 de enero, una carroza de caballos lleva su cuerpo casi sin vida al hospital. La hermosa gitana se está muriendo. Aquella mañana, a las nueve y media, respiró por última vez. El certificado médico señala una infección fruto del parto, añadida a un cuadro de bronconeumonía.

"La Iglesia no considera mártir sólo a aquel que fue asesinado por vivir su fe, sino a quien, como Emilia, fue castigada dejándola morir", subraya José Juan Alarcón.

El religioso sonríe estos días: está viendo cumplido un sueño que empezó en 1995, cuando arrancó el proceso de canonización de los "mártires de Almería". Con ellos ya serán por encima de un millar los españoles beatificados por su persecución y muerte durante la Guerra Civil. Hay más iniciativas en marcha, desde que Juan Pablo II abriera el camino que cerró Pablo VI para no interferir en la Transición. La Iglesia española calcula hasta 7.000 mártires...

¿Y qué fue de Emilia? Su sepultura figura en el libro de ingresos del cementerio municipal de Almería. Sus restos fueron arrojados a una fosa común, sin nombre. ¿Y Juan? Salió libre cuando las tropas nacionales llegaron a Almería. Se volvió a casar, con la hermana pequeña de la Canastera, Isabel. Ambos han muerto y no constan hijos.

¿Y aquella niña que vino al mundo en una celda? "No hemos encontrado nada", dice Alarcón. Se sabe que figura como acogida en "los establecimientos benéficos de la Diputación almeriense". Se sospecha que fue dada en adopción, quizá a una familia republicana. Pero nunca se supo más de su paradero. Probablemente le dieran otro nombre, distinto al de Ángeles Cortés Fernández. Aquella niña debería tener hoy 77 años y, si vive, lo más seguro es que desconozca que este martes el Papa estampó su firma bajo el nombre de su verdadera madre, la primera calé mártir.

http://www.elmundo.es/cronica/2016/06/22/57652a4922601d414d8b465d.html
 
El hombre que quemó a su mujer rescató al perro antes que a su hijo
14674537717185.jpg

Carlos P., el agresor confeso que quemó a su ex novia, ayer, a su salida de los juzgados de Inca. ATIENZAEFE
16 Comentarios
"¡Matadme, matadme!"

La mujer quemada con gasolina por su pareja escapó de su casa con su hijo de dos años

  • LAURA JURADO
  • Palma
02/07/2016 12:04
Cogió una botella de plástico de la basura y caminó hacia la gasolinera. Con ella llena, se dirigió a la casa de quienes habían sido sus suegros hasta sólo un día antes. Carlos P. buscaba a su ex novia, pero no la encontró allí. Regresó a la finca que ambos habían compartido en el Mal Pas hasta que la tarde antes ella, Xue Sara S., decidió poner fin a su relación y le pidió que se fuera de casa. «Si no es conmigo no es con nadie», defendió ayer en los juzgados tras reconocer que le prendió fuego para matarla. El juez dictó su ingreso en prisión provisional sin fianza por un delito de incendio y dos de homicidio en grado de tentativa: el de su pareja y el de su propio hijo.

Carlos P. reconoció ayer ante el titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Inca -adonde llegó con las piernas vendadas- que tenía intención de quemar la que había sido su casa. De hecho, forzó la puerta para acceder al interior ya que su novia,«por miedo», la había asegurado después de poner fin a su relación y de pedirle que abandonara la vivienda. Xue Sandra S., de 32 años, salió sorprendida de la habitación al escuchar que alguien entraba. Momento en el agresor confeso le lanzó la gasolina previamente comprada y le acercó un mechero hasta prenderla, mientras la mujer le rogaba: «No por favor».

Pronto las llamas comenzaron a alcanzar la habitación contigua, donde dormía el hijo de la pareja, de sólo dos años. Pese a tener más del 80% quemado, la joven consiguió rescatar al menor y salir por la ventana al exterior. Mientras, subraya el juez, Carlos P. se limitó a coger una manta y a salvar al perro, «no llevando a cabo conducta alguna de protección hacia el pequeño». El niño sufrió quemaduras en el 10% y otras heridas.

Pese a la gravedad del estado de la chica, ésta consiguió no sólo pedir ayuda a los vecinos sino también conducir su propio coche hasta casa de sus padres para que les auxiliaran. Tras recibir la primera asistencia sanitaria, fue trasladada en Son Espases antes de ser derivada a la unidad de quemados del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, donde continúa en estado muy grave.

Una vecina de la zona relató que instantes después del suceso el agresor salió de la finca gritando «¡Matadme, matadme!» y se lanzó al coche de la Policía Local en cuanto llegaron al lugar. Los agentes procedieron a su detención inmediata y a su ingreso en los calabozos de las dependencias de la Guardia Civil en Pollença.

Tras declarar ayer en los juzgados -a donde llegó horas antes de la anunciada por la Benemérita, y cuya comparecencia se alargó hasta bien entrada la tarde-, el magistrado dictó su ingreso provisional en prisión, tal como solicitaban la Fiscalía y el abogado de la acusación, Francisco José Pérez. El juez le imputa un delito de incendio y dos de homicidio en grado de tentativa con las agravantes de alevosía y ensañamiento al considerar que dejó a las víctimas «sin posibilidad de defensa» y porque sabía que el método que empleaba «causaría un dolor insoportable».

El titular de Juzgado de Instrucción número 2 de Inca valoró no sólo el riesgo de fuga por las elevadas penas a las que puede enfrentarse el agresor, sino también la protección de las víctimas, ya que la Xue Sandra aún no ha podido declarar debido a su estado. En el auto incluye también la prohibición de comunicarse con ella por si lo intentara desde la cárcel, y otorga la guardia del menor a los abuelos maternos hasta que se resuelva la situación.
 
Demoledor, @AMBERS, y eso sólo se resuelve desde las madres, desde la escuela, desde la sociedad en su conjunto. Pero nosotras parimos y criamos y el hecho de denigrar a una mujer, calificarlas de malas, buenas o mediopensionistas, de mujeres de "pasar el rato", de pendones...de...en fin. Hay que hacérselo mirar.
 




Nettie Stevens, la genetista que descubrió las bases del s*x*
  • Google rinde homenaje a la mujer que halló el sistema XY de los cromosomas por el 155º aniversario de su nacimiento
Google ha decidido que Nettie Stevens (Vermont, 1861-1912) sea la protagonista del día con motivo del 155º aniversario de su nacimiento.

El famoso buscador de Internet ha cambiado este 7 de julio su portada con una ilustración que hace referencia a la genetista estadounidense que descubrió el sistema XY de los cromosomas.

stevensbasic_b1.jpg


Este hallazgo fue clave para explicar por qué una persona nacía hombre o mujer.

Nettie Maria Stevens revolucionó los campos de la embriología y la citogenética junto a los investigadores Edmund Beecher Wilson y Thomas Hunt Morgan. El trabajo de los tres sirvió para descubrir la conexión que hay entre los cromosomas y las características físicas.

Aunque Nettie Stevens fue más allá al constatar que los cromosomas existen como estructuras parejas en las células. Antes se creía que eran largos bucles o hilos y la aportación de esta genetista puso fin a un largo debate.

9bio.gif


La conclusión de Stevens afirmaba que los cromosomas son los encargados de determinar el s*x* de los organismos y que ello dependía de las dos clases de espermatozoides: los que contienen el cromosoma X y los que poseen el Y. Si los primeros son los que logran fecundar el óvulo, de ahí surgirá una hembra, mientras que si son los Y dará lugar a un macho.

Aunque sea un descubrimiento del que aún hoy en día se hable en las escuelas, Nettie Stevens no lo tuvo nada fácil en su momento para triunfar.

Ser mujer a mediados del siglo XIX lo complicó todo.

Aunque fuera la primera de su clase de primaria en Westford, las barreras económicas le dificultaron el camino para acceder a estudios universitarios.

Ella estaba convencida de que la ciencia era lo suyo y no cesó en su empeño.

Trabajó como maestra de escuela y bibliotecaria durante más de quince años para poder ahorrar. Este segundo empleo fue el que le permitió estar al tanto de todas las novedades científicas que iban surgiendo. Finalmente a los 35 años pudo matricularse en la Universidad de Stanford en la licenciatura de genetista.

16253_nettiescopembl.jpg


Tras terminar su tesis doctoral amplió su formación con estudios en fisiología e histología.
Los brillantes resultados que logró en el equipo del biólogo Thomas Hunt Morgan le permitieron viajar por Europa y especializarse en zoología.

Fue precisamente gracias a esto por lo que descubrió la presencia del cromosoma Y en varias especies de insectos como gusanos o escarabajos, los mismos que le acompañan en la portada de Google de hoy.

Stevens desarrolló una carrera breve pero llena de avances irrefutables para la ciencia. Falleció en 1912 a causa de un cáncer de mama, antes de poder tener acceso a la cátedra que se había creado especialmente para ella en Bryn Mawr College.

Nettie-Stevens.jpg
 
Back