EL PAÍS 40 Aniversario
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MADRE DE DYLAN KLEBOLD | MASACRE EN EL INSTITUTO COLUMBINE
Cómo vivir con la culpa de haber criado a un hijo asesino de masas
Susan Klebold, madre del autor de la matanza de Columbine, cuenta en un desgarrador libro cómo se vive con la pena, la culpa y el odio
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MIGUEL ÁNGEL BARGUEÑO
3 MAR 2016 - 10:29 CET
Susan Klebold, madre del asesino Dylan Klebold, posando el 23 de febrero de 2016. Getty
Lo más terrible que puede ocurrirle a un padre o una madre es perder a un hijo. A Susan Klebold le sucedió: su benjamín, Dylan, murió con 18 años recién cumplidos. Con una particularidad: él mismo se quitó la vida, minutos después de habérsela robado a otras 13 personas. El 20 de abril de 1999, Dylan Klebold y su amigo Eric Harris abrieron fuego contra sus compañeros del instituto Columbine,en Colorado (EE. UU.), matando a 12 estudiantes y un profesor. Otras muchas personas resultaron heridas. Las imágenes de la matanza —la más terrible cometida hasta entonces en un centro escolar en Estados Unidos— dieron la vuelta al mundo; el hijo pequeño de Susan Klebold fue uno de los asesinos de la tristemente famosa “masacre de Columbine”.
The Guardian. “He conocido a varias madres de asesinos de masas, y ellas son tan dulces y agradables como cualquiera. Uno sería incapaz de saber, si nos viera juntas en una habitación, qué es lo que tenemos en común”.
¿Conocemos (de verdad) a nuestros hijos?
Madres amorosas que, sin embargo, pasaron por alto que tenían un monstruo en casa. Y eso que Dylan daba pistas. De niño tranquilo y feliz, el chico se convirtió en un problemático adolescente. En su tercer año de instituto, él y su amigo Eric fueron detenidos por robar en una furgoneta materiales electrónicos. Poco después, Dylan fue multado y expulsado temporalmente por rayar la puerta de una taquilla de vestuario. Ni siquiera cuando pidió a sus padres como regalo de Navidad una escopeta —un año antes del crimen— ella ató cabos. “Sorprendida, le pregunté para qué la quería, y me dijo que creía que ir de vez en cuando a un campo de tiro podría ser divertido”, evoca en el libro. “Dylan sabía que soy enemiga acérrima de las armas, así que la propuesta me dejó de piedra (…) Y como nunca habría permitido un arma bajo nuestro techo, su petición no despertó en mí ninguna alarma”. Como su madre se negó a comprarle la escopeta, él por su cuenta y a escondidas se hizo, junto con su amigo, con un arsenal.
que unas grabaciones de otro Dylan, el músico Bob. “No teníamos ni idea de que esos vídeos existieran”, escribe Susan. “Mi corazón casi se rompe cuando vi a Dylan y escuché su voz: aparecía y sonaba justo como lo recordaba, el chico al que tanto echaba de menos (…) [Sin embargo] nunca había visto esa expresión de burlona superioridad en su cara. Me dejó boquiabierta el lenguaje que usaban: abominable, lleno de odio, racista, con palabras despectivas que nunca había escuchado en mi casa”.
Las cintas del sótano impactaron aún más en esta madre que el atentado perpetrado por su hijo. Lo explicaba en estos términos para The Guardian:“Pienso que Dylan fue víctima de alguna clase de disfunción de su cerebro. El Dylan que conocí y crié era una persona amable, considerada, por eso me resulta tan difícil de entender. Pido disculpas a quien le ofenda, pero no odio a mi hijo, ni le juzgo, porque es mi hijo y, además, sea lo que fuese que mató a los otros, también lo mató a él”.
ABC News. “Estoy completamente segura de que sentiría exactamente lo mismo que ellos”.
Vida después de la muerte
Su vida, como es natural, cambió por completo. Destrozada, Susan pensó en marcharse a vivir a otra ciudad, cambiar su apellido (recuperando el de soltera) y empezar de cero. “Muchas veces”, admitió en una entrevista para la edición estadounidense de Marie Claire. “Todavía podría hacerlo, pero debería tener una buena razón. Me doy cuenta de que realmente no puedo escapar de esto. Puedo cambiar mi nombre, mudarme, pero aún tendría que vivir con el hecho de que mi hijo mató a otras personas”.
(Bowling for Columbine, 2002)y Gus Van Sant rodó una película (Elephant, 2004). En 2000, Marilyn Manson publicó el álbum Holy wood (in the shadow of the valley of death) como reflexión tras aquella tragedia (en su día se dijo que las canciones de este músico de rock habían podido instigar a los dos muchachos a llevar a cabo su plan, y Manson llegó a escribir un artículo defendiéndose en Rolling Stone). Una repercusión que Susan ha llevado mal. “Para mí, Dylan me pertenecía. Y cuando veo películas, obras de teatro o escucho canciones dedicadas a aquello tengo la sensación de que alguien me lo está arrebatando, que está reclamando la propiedad de algo de lo que no saben nada en absoluto”, dijo a The Guardian.
Lo que no ha mutado en estos 17 años ha sido su alergia a usar el verbo “matar” en relación a lo que hizo su hijo. “No pasa un día sin que piense en la gente a la que Dylan hizo daño. Para mí es más fácil decir ‘hacer daño’ que ‘matar’, incluso después de tanto tiempo”, dijo a ABC News. “Es muy duro vivir con el hecho de que alguien a quien amaste y criaste mató brutalmente a gente de ese modo horrible”.
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MADRE DE DYLAN KLEBOLD | MASACRE EN EL INSTITUTO COLUMBINE
Cómo vivir con la culpa de haber criado a un hijo asesino de masas
Susan Klebold, madre del autor de la matanza de Columbine, cuenta en un desgarrador libro cómo se vive con la pena, la culpa y el odio
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MIGUEL ÁNGEL BARGUEÑO
3 MAR 2016 - 10:29 CET
Susan Klebold, madre del asesino Dylan Klebold, posando el 23 de febrero de 2016. Getty
Lo más terrible que puede ocurrirle a un padre o una madre es perder a un hijo. A Susan Klebold le sucedió: su benjamín, Dylan, murió con 18 años recién cumplidos. Con una particularidad: él mismo se quitó la vida, minutos después de habérsela robado a otras 13 personas. El 20 de abril de 1999, Dylan Klebold y su amigo Eric Harris abrieron fuego contra sus compañeros del instituto Columbine,en Colorado (EE. UU.), matando a 12 estudiantes y un profesor. Otras muchas personas resultaron heridas. Las imágenes de la matanza —la más terrible cometida hasta entonces en un centro escolar en Estados Unidos— dieron la vuelta al mundo; el hijo pequeño de Susan Klebold fue uno de los asesinos de la tristemente famosa “masacre de Columbine”.
The Guardian. “He conocido a varias madres de asesinos de masas, y ellas son tan dulces y agradables como cualquiera. Uno sería incapaz de saber, si nos viera juntas en una habitación, qué es lo que tenemos en común”.
¿Conocemos (de verdad) a nuestros hijos?
Madres amorosas que, sin embargo, pasaron por alto que tenían un monstruo en casa. Y eso que Dylan daba pistas. De niño tranquilo y feliz, el chico se convirtió en un problemático adolescente. En su tercer año de instituto, él y su amigo Eric fueron detenidos por robar en una furgoneta materiales electrónicos. Poco después, Dylan fue multado y expulsado temporalmente por rayar la puerta de una taquilla de vestuario. Ni siquiera cuando pidió a sus padres como regalo de Navidad una escopeta —un año antes del crimen— ella ató cabos. “Sorprendida, le pregunté para qué la quería, y me dijo que creía que ir de vez en cuando a un campo de tiro podría ser divertido”, evoca en el libro. “Dylan sabía que soy enemiga acérrima de las armas, así que la propuesta me dejó de piedra (…) Y como nunca habría permitido un arma bajo nuestro techo, su petición no despertó en mí ninguna alarma”. Como su madre se negó a comprarle la escopeta, él por su cuenta y a escondidas se hizo, junto con su amigo, con un arsenal.
que unas grabaciones de otro Dylan, el músico Bob. “No teníamos ni idea de que esos vídeos existieran”, escribe Susan. “Mi corazón casi se rompe cuando vi a Dylan y escuché su voz: aparecía y sonaba justo como lo recordaba, el chico al que tanto echaba de menos (…) [Sin embargo] nunca había visto esa expresión de burlona superioridad en su cara. Me dejó boquiabierta el lenguaje que usaban: abominable, lleno de odio, racista, con palabras despectivas que nunca había escuchado en mi casa”.
Las cintas del sótano impactaron aún más en esta madre que el atentado perpetrado por su hijo. Lo explicaba en estos términos para The Guardian:“Pienso que Dylan fue víctima de alguna clase de disfunción de su cerebro. El Dylan que conocí y crié era una persona amable, considerada, por eso me resulta tan difícil de entender. Pido disculpas a quien le ofenda, pero no odio a mi hijo, ni le juzgo, porque es mi hijo y, además, sea lo que fuese que mató a los otros, también lo mató a él”.
ABC News. “Estoy completamente segura de que sentiría exactamente lo mismo que ellos”.
Vida después de la muerte
Su vida, como es natural, cambió por completo. Destrozada, Susan pensó en marcharse a vivir a otra ciudad, cambiar su apellido (recuperando el de soltera) y empezar de cero. “Muchas veces”, admitió en una entrevista para la edición estadounidense de Marie Claire. “Todavía podría hacerlo, pero debería tener una buena razón. Me doy cuenta de que realmente no puedo escapar de esto. Puedo cambiar mi nombre, mudarme, pero aún tendría que vivir con el hecho de que mi hijo mató a otras personas”.
(Bowling for Columbine, 2002)y Gus Van Sant rodó una película (Elephant, 2004). En 2000, Marilyn Manson publicó el álbum Holy wood (in the shadow of the valley of death) como reflexión tras aquella tragedia (en su día se dijo que las canciones de este músico de rock habían podido instigar a los dos muchachos a llevar a cabo su plan, y Manson llegó a escribir un artículo defendiéndose en Rolling Stone). Una repercusión que Susan ha llevado mal. “Para mí, Dylan me pertenecía. Y cuando veo películas, obras de teatro o escucho canciones dedicadas a aquello tengo la sensación de que alguien me lo está arrebatando, que está reclamando la propiedad de algo de lo que no saben nada en absoluto”, dijo a The Guardian.
Lo que no ha mutado en estos 17 años ha sido su alergia a usar el verbo “matar” en relación a lo que hizo su hijo. “No pasa un día sin que piense en la gente a la que Dylan hizo daño. Para mí es más fácil decir ‘hacer daño’ que ‘matar’, incluso después de tanto tiempo”, dijo a ABC News. “Es muy duro vivir con el hecho de que alguien a quien amaste y criaste mató brutalmente a gente de ese modo horrible”.