Mujeres.

Alarma en Italia por la muerte durante el parto de cinco mujeres en la última semana
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Giovanna Lazzari, una de las mujeres fallecidas estos días. CORRIERE DELLA SERAMUNDO
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Preocupación por una posible desatención durante las fiestas navideñas

La fiscalía de Turín ya ha abierto una investigación

  • MÓNICABERNABÉ
  • Corresponsal
  • Roma
ACTUALIZADO 04/01/201612:37
El Ministerio de Sanidad italiano ha abierto una investigación tras la muerte durante el parto de cinco mujeres en la última semana. En concreto, los fallecimientos tuvieron lugar entre los días 25 y 31 de diciembre en diferentes hospitales del país. Esto ha desatado la alarma de una posible falta de personal y recursos en los centros sanitarios coincidiendo con las vacaciones de Navidad. Sin embargo, de momento la versión oficial es que todo se ha tratado de una fatal coincidencia.

La última muerte se produjo el 31 de diciembre. Giovanna Lazzari, una joven de 30 años embarazada de ocho meses, murió en el hospital de Brescia, en el norte de Italia. Se presentó en urgencias la noche anterior aquejada de fiebre alta y gastroenteritis, pero su estado se agravó de forma repentina y fue necesario realizarle una cesárea de urgencia. El bebé nació muerto y ella falleció poco después.

Otra mujer, Marta Lazzarin, de 35 años, murió el 29 de diciembre en el hospital de Bassano del Grappa, también en el norte del país. Estaba en su séptimo mes de embarazo, y no había tenido ningún problema durante toda la gestación. También llegó a urgencias con fiebre y dolor abdominal. Según las pruebas médicas que le realizaron, la chica sufrió una perforación de la bolsa amniótica y el feto estaba muerto desde hacía un par de días. La mujer sufrió un paro cardíaco mientras intentaban extraerle el feto sin vida.

Ese mismo día, una joven de 23 años murió en su casa en Foggia por causas aún por precisar. La muchacha fue trasladada al hospital Riunti y los médicos consiguieron hacer una cesárea y hacer nacer a la niña tras la el fallecimiento de la madre.

El 25 de diciembre falleció Anna Massignan, de 34 años, en la localidad de San Bonifacio, en la provincia de Verona. La mujer había sufrido un accidente doméstico: se cayó de una escalera. Inicialmente se le dio de alta, pero su estado se agravó después de forma drástica. Los médicos tuvieron que practicarle una cesárea de urgencia, pero no consiguieron salvarle la vida ni a ella, ni a la criatura.

Un día después, el 26 de diciembre, moría en el hospital de Santa Ana de Turín, Angela Nesta, de 39 años, embarazada de nueve meses. Poco antes había dado a luz a su primera hija. Según fuentes del hospital, se trató de una "complicación rarísima e imprevisible". La fiscalía de Turín ha abierto una investigación.

"Cada año mueren cerca de cincuenta mujeres durante el parto en Italia, una media baja si se compara con otros países europeos", destacó Serena Donati, responsable del Sistema de Supervisión de la Mortalidad Materna del Instituto Superior de Sanidad italiano. "No debemos alarmarnos", insistió. Aun así el resultado de la investigación abierta por el Ministerio de Sanidad se dará a conocer en los próximos días.
http://www.elmundo.es/salud/2016/01/04/568a485a46163fc66d8b459e.html

 
La diputada que en 1991 amamantó a su bebé en el Congreso asegura que no lo hizo en el hemiciclo para no exponerlo
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Ángeles Maestro, diputada por IU en 1991, da el pecho a su hijo en el congreso del PCE. EL MUNDO
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Tormenta política en el Congreso por la presencia del bebé de Carolina Bescansa

El gesto de Bescansa al llevar a su hijo al Congreso, ¿reivindicación o postureo?

  • EFE
  • Toledo
ACTUALIZADO 14/01/201620:54
La ex diputada Ángeles Maestro, que en 1991 amamantó a su recién nacido en el Congreso, en el despacho que cedió el presidente de la Cámara Félix Pons, ha dicho que "respeta" la decisión de Carolina Bescansa de llevar a su bebé al hemiciclo, aunque ella no quiso que fuese portada de los periódicos.

La ex diputada Ángeles (Nines) Maestro, que fue la primera parlamentaria en ir al Congreso con su hijo, ha explicado hoy a Efe que no entró con su bebé en el hemiciclo "porque sabía que si te llevas a un niño vas a salir en portada de los periódicos y no me parecía que fuera la manera de hacerlo".

No obstante, ha recalcado que respeta lo que ayer hizo la diputada de Podemos Carolina Bescansa "porque, de alguna manera, se hace visible lo que queda siempre tras las cortinas de una casa y las dificultades a oscuras de las mujeres".

Durante aquel otoño de 1991, la entonces diputada de Izquierda Unida Nines Maestro acudió al Congreso de los Diputados con su bebé de apenas un mes para amamantarlo en una sala cercana -que cedió "amablemente" Félix Pons-, donde el niño estaba al cuidado de la abuela.

Así ocurrió, ha rememorado Maestro, durante las largas sesiones de debate de los Presupuestos Generales del Estado, "que a veces se prolongaban hasta la madrugada y donde había intervenciones a horas intempestivas, lo que era incompatible con la lactancia".

También lo llevó, en diciembre de aquel mismo año, al XIII Congreso del PCE, donde empezó a llorar el niño -ha recordado- cuando salió a hablar Julio Anguita, y un periodista presente "siguió el rastro del llanto y me sacó una foto", que salió publicada y fue muy comentada, incluso con una columna de Francisco Umbral en EL MUNDO sobre 'el camarada más joven'.

En aquel momento, ha explicado Maestro, no había guardería en el Congreso y ya entonces se "empezó a tomar conciencia" de que había muchas mujeres trabajando en la Cámara -desde ujieres hasta limpiadoras- que tenían las mismas dificultades como madres que una diputada.

Maestro inició entonces las gestiones para que hubiera guardería en el Congreso, que fueron "muy complicadas" por falta de espacio en el antiguo edificio, y, de hecho, hasta 2006 no se consiguió.

Nines Maestro ha subrayado que hace 25 años ella reivindicaba "el derecho a intervenir en el pleno" cuando le tocara y "también a que el niño tuviera unas mínimas condiciones".

"No quiero emitir ninguna crítica a Carolina, creo que hizo legítimamente lo que creyó. Yo no lo hice así, pero no me parece criticable", ha asegurado.

Derecho al aborto
Lo que sí ha lamentado Maestro son algunas declaraciones de Bescansa sobre que el derecho al aborto no es una prioridad para Podemos, a lo que responde que "la defensa de los derechos de las mujeres no debe supeditarse a cálculos electorales y de oportunismo".

"No quiero contribuir a criticarla por el hecho de haberse llevado al niño. Yo no lo hice, pero respeto lo que ella ha hecho. Pero considerar que para Podemos no es una prioridad el derecho al aborto por consideraciones de oportunidad electoral no me parece nada bien y le pediría que rectificara y que Podemos asuma los derechos de las mujeres más allá de cálculos de votos", ha dicho.

http://www.elmundo.es/espana/2016/01/14/5697f73746163fc2298b4631.html

 
Shakira no somos todos
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La periodista Carme Chaparro.
@CarmeChaparroACTUALIZADO 31/01/201601:06
Dos hombres se pelean y la víctima es la mujer. Piqué se pica con la afición del Español y acaba resultando que su esposa es una zorra. "Shakira somos todos", escribieron en una gigantesca pancarta exhibida en la grada. A ninguno se le cayó la cara de vergüenza, y ningún responsable del club pensó tampoco en echar del estadio a los responsables. Si hubieran escrito que 'nosequé' jugador era un mono, ¿habrían acabado en la calle? Quizá sí. Y con multa. ¿Cuántos de esos hombres -y mujeres también- presumieron después de su hazaña, ciegos ante lo que de verdad representa ese Shakira somos 'todos'? Que es:

A. La mujer es una cosa.

B. Esa cosa es propiedad de los hombres, como un coche.

C. Son los hombres, por tanto, los que deciden sobre ese objeto.

No fueron ultras los que idearon y exhibieron la pancarta -como justificó el club perico-. No son ultras los que cantan "Shakira es una put*" desde las gradas. No son ultras los que permiten que eso suceda. Son personas que luego reproducen en su vida diaria los micromachismos que siguen perpetuando la brecha entre géneros en pleno siglo XXI. Nuestro cerebro sigue interpretando multitud de actitudes bajo el prisma masculino, sin darnos cuenta del filtro que llevamos en los ojos.

Un filtro que provoca que a nadie le haya llamado la atención ese anuncio en el que dos hombres están viendo por la tele un partido de fútbol mientras sus mujeres, ¡ay sus mujeres!, dan vueltas por la casa admirando los muebles. Toma separación de géneros, para empezar. La dueña de la casa exhibe orgullosa su mobiliario, presumiendo de haberlo comprado en cierta página web. De vez en cuando, ellas pasan por delante de la tele, impidiendo que los hombres puedan dedicarse a lo realmente importante: ver el fútbol. Entonces uno de los maridos se lamenta de que su mujer no sea como uno de los muebles de la casa y no poder devolverla. 'Chimpún'. Una cosa de nuevo. Un objeto. Un mueble.

Resumen: si Piqué les pica, devuélvansela ustedes a él, y no nos metan a las mujeres en medio.

http://www.elmundo.es/yodona/2016/01/31/56aa620522601df5708b45a5.html

La última i-Dieta
YODONA
 
Hombre, varón, de s*x* masculino es el perfil del maltratador. #machismomata
 
Colette; una mujer de escándalo
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Colette, hacia 1900. KEYSTONE
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  • MANUEL HIDALGO
  • Madrid
13/02/2016 11:25
La Iglesia Católica se negó a despedir a Colette con una ceremonia religiosa. La República organizó unos solemnes y concurridos funerales de Estado, por primera vez destinados en Francia a honrar a una mujer, a una pionera que había sido distinguida con las más altas condecoraciones por su innovador modo de abordar la personalidad de las mujeres y la ficción de inspiración autobiográfica ("autoficción", se dice ahora), que la llevaron a ser la primera escritora en ingresar en la Academia Goncourt y la primera en presidirla.

Sus tres matrimonios no fueron la principal piedra de escándalo en un país -no lo olvidemos- siempre muy polarizado entre el conservadurismo a ultranza y las libertades postrevolucionarias. La bisexualidad que Colette ejerció bajo los focos y que reflejó en sus obras -estudiada muy específicamente por Julia Kristeva- sí suscitó el escándalo de los sectores más puritanos. Su vida amorosa fue tan movida y variopinta que las biografías de Colette se leen, como suele decirse -tontamente-, como una novela. Recomiendo dos en castellano, curiosamente debidas a escritores neoyorquinos. Mi preferida es la de Judith Thurman, más detallada, significativamente titulada Secretos de la carne (Siruela), aunque no está nada mal la firmada por Herbert Lottman, gran experto en cultura francesa, que publicó Circe. Hay más.

Su madre y su primer marido fueron figuras clave en el devenir de Colette. Por muy distintas razones. La madre, Sidonie Landoy, había vivido una vida culta y liberal en Bélgica y, con tres hijos a cuestas de su primer matrimonio, se casó en segundas con un excapitán de los suavos -amputado de una pierna- para recalar, degenerando, en un pueblo de menos de mil habitantes, Saint-Sauveur-en-Puysage, donde su marido ejerció de recaudador.

Allí nació Sidonie-Gabriel en 1873, que sería universalmente conocida por su nombre artístico de Colette, tomado del apellido de su padre. La niña tuvo una infancia y adolescencia felices hasta que el padre se arruinó y la familia tuvo que cambiar de ciudad. La madre, librepensadora y atea, mandó a su hija a la escuela pública, le inculcó la lectura y la alejó de las sotanas.

El primer marido de Colette, apodado Willy, fue un alegre calavera, 13 años mayor que ella, de adinerada familia de editores. Henry Gauthier-Villars, como se llamaba, era un vividor diletante, periodista, crítico musical y novelista popular, que aportó -efímeramente- al matrimonio un hijo fruto del adulterio con una muy notable señora casada.

El tal Willy -adúltero compulsivo- era un jeta mundano, amigo de la crema de la intelectualidad parisina, que disponía de una legión de negros para elaborar sus libros. Colette tenía 20 años cuando se casó con él en 1893, y él fue su Pigmalión y su explotador. Viendo en ella condiciones, la animó a escribir sobre sus recuerdos y, cuando Colette escribió, él firmó con su propio nombre los libros de ella.

Así surgió la saga de Claudine, un éxito inmediato, cinco novelas -más una- que evocan la niñez y juventud de Colette, publicadas entre 1900 y 1907. Anagrama, que ahora reedita Dúo, tiene en su catálogo Claudine en la escuela y Claudine en París.

La pareja, instalada precisamente en París, fue derivando hacia la crisis y la ruptura. Willy se iba con mujeres, y Colette también. Colette tuvo innumerables amantes femeninas, de variada tipología, mientras seguía escribiendo y, especialmente, actuando como actriz, bailarina y mimo. Willy y Colette, como estaba cantado, tarifaron.

Después, Colette conoció al periodista Henry de Jouvenel, redactor-jefe de Le Matin. Se casaron en 1912, y Colette inició una carrera de periodista que le llevaría a ser reportera, cronista de guerra y crítica de teatro. Jouvenel, que hizo luego una relevante carrera política -fue ministro-, también tenía hijos, de una pareja anterior y de una amante. Colette y Jouvenel tuvieron una hija en 1913, pero las cosas se torcieron definitivamente -adulterio va, adulterio viene- cuando Colette se lió con un hijo anterior de Jouvenel, Bertrand, que apenas tenía 17 años. Ella ya andaba por los 40. Divorcio.

El caso es que Chéri (1920), una de las más célebres novelas de Colette, trata de la relación de una mujer madura y un joven amante. Chéri fue llevada al cine, por segunda vez, en 2008, con dirección de Stephen Frears e interpretación de Michelle Pfeiffer. Entre el cine y la televisión, hay más de 20 películas realizadas a partir de relatos de Colette, que también escribió teatro y fue adaptada, del mismo modo que escribió guiones originales para el cine, en los años 30, para directores tan importantes en el momento como Marc Allégret y, sobre todo, Max Ophüls.

Colette no necesitó del cine para ser una escritora muy popular y leída, pero lo cierto es que el cine y el teatro multiplicaron su fama. Colette publicó su novela Gigi en 1944: una película francesa, una adaptación teatral con Audrey Hepburn como protagonista y, al fin, la versión cinematográfica dirigida en 1958 por Vincente Minnelli e interpretada por Leslie Caron fueron multiplicando la celebridad y permanencia de Colette, que, por otro lado, ya estaba plenamente consagrada.

Colette fue una mujer muy móvil: distintos pisos en París, viajes por África, Europa, España y Estados Unidos, conferenciante itinerante, residencias y estancias en Saint-Tropez, Montecarlo y Deauville, todo va conformando un talante inquieto y mundano.

Pero también tuvo cierta estabilidad con su tercer marido, Maurice Goudeket, con quien se casó, 10 años después de conocerse, en 1935. Era Goudeket un judío al Colette que salvó de las garras de los nazis gracias a Sacha Guitry. Él estuvo a su lado, con su hija, en su lecho de muerte, cuando Colette falleció en París, en 1954, después de soportar años y años una artritis de cadera que, al final, la mantuvo inmovilizada. ¡A ella!

Anagrama publicó Dúo (1934) hace 33 años y ahora la reedita con prólogo de Milena Busquets. Un hombre descubre una carta que señala la infidelidad de su mujer, un episodio efímero en una relación feliz que tendrá muy graves consecuencias. Puro Colette.


http://www.elmundo.es/cultura/2016/02/13/56be1ada46163f273d8b45c5.html







LITERATURA
 
Escribir y vivir como una leona
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La escritora danesa Karen Blixen, fotografiada en una jornada de caza en su cafetal de Kenia. EL MUNDO
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Karen Blixen fue una mujer contradictoria, fuerte, posesiva y, a veces, cruel.También fue una escritora de un valor casi milagroso.

  • LORETO SÁNCHEZ SEOANE
  • Madrid
13/02/2016 11:32
Tres perspectivas distintas han sido necesarias para poder crear un retrato fiable de Karen Blixen. De aquella mujer que partió a Kenia a principios del siglo XX para, junto a su marido, montar una inmensa plantación de café. Al poco tiempo lo largó con la dureza de quien se descubre contagiada de noches largas y despreocupadas. Sifilítica y ninguneada, aprendió suajili y se hizo cargo de la granja. Se volvió a enamorar, se volvieron a ir, bajó el precio del café, lo perdió todo y escribió Memorias de África.

Dominique de Saint Pern la descubrió en el pueblo danés donde pasó sus últimos años, descansando bajo una colina, oculta entre raíces. "Me llamó mucho la atención su personalidad y, a medida que iba investigando, me daba cuenta de que mi imagen de ella era errónea. No era esa mujer llena de luz que nos imaginábamos, no era tal y como la interpretó Meryl Streep ni como ella se definió en su libro", comenta la autora de Karen Blixen (Circe), una biografía que muestra la verdadera personalidad de la danesa.

Sólo hay que fijarse en su plantación. Los granos de café eran recogidos por esclavos negros a los que Blixen ponía firmes a latigazos. Cuentan que fue de poca mano dura y que eso la llevó a ganarse el desprecio del resto de patronos, pero eso no significa que rechazara las maneras de los colonialistas en África. "Tenía esclavos, con todo lo que eso conlleva, pero el resto de los blancos le retiraron la palabra por ser demasiado buena con ellos", asegura Saint Pern. "Por eso, para explicar esta parte, he creado un personaje ficticio. Me he imaginado que uno de esos esclavos me contaba como era Karen en la realidad".

Fue en esa granja donde conoció a Denys Finch Hatton, un cazador inglés al que, al poco tiempo de divorciarse, convirtió en su amante. Aunque muchos dudaban de la heterosexualidad de Hatton (se le relacionó con un expatriado británico), tardó poco en mudarse a la mansión de Blixen y en sacar rentabilidad a sus tierras. Al final, cogió su avioneta y la abandonó, harto de convivir con el carácter obsesivo y egocéntrico de Karen. Los dos cayeron en la más absoluta desgracia. Meses más tarde él se estrelló sobre tierras africanas y ella perdió su plantación.

Fue en 1931, y Blixen se vio obligada a recoger y volver a su país. El café se había devaluado y su salud empeoró tanto que la consumió y la dejó en 35 kilos. Entre sus manos, tan sólo los recuerdos de lo que ella definió como sus mejores años. "Ya no le quedaba nada. Ella amaba profundamente el continente africano, lo había dado todo por ese lugar y siempre pensó en regresar. Pero llegó la Segunda Guerra Mundial y su sueño se desvaneció", relata Saint Pern.

Quizá la soledad, las pérdidas y la enfermedad dotaron a Blixen de una imaginación dañina, de una mentalidad perversa. Contaba con la capacidad de hacer de los demás títeres de la obra de teatro que era su día a día, manipulaba a todo aquel que se saltaba la distancia de seguridad. "Se creía Dios, hacía y deshacía a su antojo. Hizo de su vida y de las que le rodeaban una fábula en la que ella era el centro de todo".

No es una manera de hablar: Blixen llegó a encerrar al poeta Thorkild Bjornvig durante tres años en su casa. No tenía nada más, había perdido Kenia, era una anciana y, aunque Memorias de África había sido todo un éxito, vivía entre sombras.

"Fue un preso psicológico. Al principio de mi investigación, me topé con un libro escrito por él, El pacto, en el que relataba cómo ella le ofreció un trato: si él accedía a ser su mayordomo, se encargaría de convertirle en un poeta de renombre, en todo un literato. Serían, juntos los dos, unas estrellas. En ese momento ya no pude parar". Blixen estaba totalmente enamorada del poeta, al que sacaba 30 años. Con los meses, Bjornvig comprendió la situación y huyó. Pero el victimismo de Blixen los días pares y las amenazas, los impares, le hicieron volver con Blixen más veces de las que su mujer y sus hijos hubiesen deseado.

Así, uno a uno, cada compañero de viaje de Blixen quedaba al borde de la locura. Despertaba ese respeto autoimpuesto que infunde quien mira desde arriba. Sólo hubo una excepción: Clara Selborn, su fiel secretaria. Su enfermera, su memoria, la que no se separó de ella. "Era fuerte, indomable y traviesa. Una honorable leona", confiesa para el libro. Nunca recibió ni una corona, Karen consideraba que su presencia era pago más que suficiente por cualquier servicio y Selborn no se quejó jamás.

Murió en 1962, a los 77 años. Huesuda, malhumorada y con decenas de escritores aplaudiendo su travesía africana. "Hemingway dijo de ella que tenía 'dos coj*nes', la consideraban y, con razón, una rara avis que jamás abandonó Kenia, por lo menos en alma".

http://www.elmundo.es/cultura/2016/02/13/56be3cecca4741886d8b4650.html

LITERATURA
 
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