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CÓMIC
Las Brontë nunca decepcionan. Isabel Greenberg tampoco
La autora dedica su tercer cómic, 'La ciudad de cristal', al mundo imaginario creado en la infancia por la saga familiar más famosa de la literatura



Las Brontë nunca decepcionan. Isabel Greenberg tampoco




TEREIXA CONSTENLA
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25 FEB 2020




Isabel Greenberg sorprendió con su primer libro, La Enciclopedia de la Tierra Temprana, por un original imaginario fantástico, que la convirtió en 2013 en una de las autoras de cómic que logró el reconocimiento total (público y crítica: aspiró a dos Eisner) con mayor precocidad. El éxito a los 25 sin pasar por la industria de los influencer, ese vivero de triunfos fulgurantes con o sin mucho trabajo detrás, comienza a resultar una extravagancia. Tampoco la presión de la segunda obra defraudó. Las cien noches de Hero resultó una fábula bastante más oscura que homenajeaba a Las mil y una noches pasada por un tamiz feminista: mujeres que se amaban entre sí y que eran castigadas por aspirar al conocimiento. Las religiones monoteístas, con sus omnívoros patriarcados, en el punto de mira.



Las Brontë nunca decepcionan. Isabel Greenberg tampoco




Una semana antes de la visita de Greenberg a Madrid en 2017 para promocionar aquella segunda novela gráfica, había visitado la rectoría de Yorkshire donde se criaron las hermanas Brontë. Ya tenía en la cabeza su nuevo proyecto: la puesta en escena de la infancia que condicionó a la que acaso sea la saga familiar más literaria del mundo. De aquella excursión y de muchas lecturas ha nacido La ciudad de cristal, el tercer cómic de Greenberg donde sus lectores se reencontrarán con su singular dibujo de falso trazo infantil y grandes alegrías a doble página. Hay, también, más color que en sus anteriores. El color, de hecho, va invadiendo nuevos dominios en cada álbum, desde el bitono del primero hasta el actual, donde recurre a fondos cambiantes para acompañar la trama (grises para las conversaciones entre Charlotte Brontë y su amigo imaginario, rosas para las vidas reales y coloristas para la sucesión de hechos ficticios de los personajes creados por los cuatro hermanos (Charlotte, Emily, Ann y Branwell).


Biografías de las Brontë hay muchas –más si cabe tras el bicentenario del nacimiento de Emily celebrado en 2018- y Greenberg ha demostrado su sutileza esquivando la tentación de realizar una más. En su lugar ha optado por reconstruir los días de su infancia y juventud, donde se arman los pilares sobre los que luego se asentarían sus novelas. Y ni siquiera aquí cae en la mera reconstrucción biográfica de sus años de formación. Aunque está el marco y están los acontecimientos (las muertes prematuras y sucesivas de sus dos hermanas mayores, el libre acceso al conocimiento a través de la biblioteca de su padre o el desapacible paso por varios internados), la dibujante ha elegido ahondar en el mundo de fantasía construido por ellos para entretener sus ocios en los páramos, donde la desolación no solo fluía del paisaje. La ciudad del cristalfue un imaginario mundo real, creado a partir de los soldados que les había regalado su padre, el reverendo Patrick Brontë.


Las Brontë nunca decepcionan. Isabel Greenberg tampoco




Las pugnas entre ellos por el desarrollo de las vidas de sus personajes de ficción (Zamorna, Quashia, Zenobia…) abrirán una brecha entre los hermanos, que se bifurcan en dos bandos creativos: Charlotte y Branwell continuarán con las riendas de Angria, mientras que Emily y Ann crearán una isla de ficción llamada Gondal. Finalmente todo el espacio quedará en manos de Charlotte, erigida en el eje central de este cómic y única superviviente del clan en 1849, punto de arranque de la historia. Una Charlotte obsesionada con la fantasía de Angria, donde la vida podía discurrir con menos limitaciones que las impuestas por la realidad del siglo XIX a una mujer con mucho más talento que dinero como era su caso. El cómic de Greenberg explora esa frontera entre lo que es y lo que podría ser, también la seducción que puede despertar la imaginación en los espíritus inconformistas. La ciudad de cristal fue la claraboya de las Brontë para huir de la realidad. Sin ella probablemente no habrían existido Agnes Gray, Jane Eyre o Cumbres borrascosas.




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Consigue 'La ciudad de Cristal'
Autora: Isabel Greenberg
Traducción: Lorenzo Díaz
Editorial: Impedimenta
224 páginas - 25,95 euros

 
Los años de plomo de Italia y el adanismo que lleva a la lucha armada
Felipe Hernández Cava y Antonia Santolaya firman el cómic 'Del Trastevere al paraíso', una historia sobre la juventud, la manipulación de los ideales y el abandono de los extremismos



Foto: ¡Dispárale!, viñeta de 'Del Trastevere al paraíso'


"¡Dispárale!", viñeta de 'Del Trastevere al paraíso'



AUTOR
PAULA CORROTO
Contacta al autor
02/03/2020



“La espera dentro del coche se me hizo eterna. Notaba cómo el sudor corría por mi pecho hasta concentrarse en las ingles.
- Ahí está… vamos, Valeria, ponte el pasamontañas.
El arma pesaba ahora cuatrocientos gramos
- ¡Dispárale, Valeria! ¡Dispárale!
Antes de que me conminara a hacerlo por tercera vez, Dante ya había abierto fuego.
- ¡Al coche, al coche!
Y entonces el tiempo empezó a experimentar una celeridad sorprendente: la entrada en el coche, el rugido de la aceleración, la maniobra para esquivar un camión, la encrucijada de calles… el campo”

Así es el atentado que narran Felipe Hernández Cava (Madrid, 1953) y la dibujante Antonia Santolaya (la Rioja, 1966) en el cómic ‘Del Trastevere al paraíso’ (Reservoir Books). Un atentado de ficción, pero que podría ser cualquiera de los sucedidos en Italia en los años setenta. O en España en los años del terrorismo de ETA. Una pistola, un pasamontañas, un objetivo, un coche para salir huyendo y mucho idealismo. “Yo estoy muy sensibilizado con el asunto de las víctimas del terrorismo y quería reflexionar sobre esos convulsos años de plomo en Italia. Ese era el contexto del cómic”, explica Hernández Cava a El Confidencial. El guionista ya ha publicado otros libros sobre esta temática como ‘Las serpientes ciegas’, junto a Bartolomé Seguí, y su trayectoria fue galardonada en 2009 con el Premio Nacional del Cómic.
Estoy muy sensibilizado con el asunto de las víctimas del terrorismo y quería reflexionar sobre esos convulsos años de plomo en Italia

Fue hace tres años cuando este proyecto comenzó a tomar forma. Santolaya recibió una beca de la Academia de España en Roma y presentaron esta historia de idealismos, adanismo, chantaje y madurez ideológica en la que tanto el guionista como la dibujante fueron trabajando mano a mano. Así crearon a Valeria, la protagonista, una mujer que crece en el barrio popular del Trastevere en Roma en los sesenta y que en los setenta llega a la universidad y se encuentra con los grupos de estudiantes idealistas que querían cambiar el mundo. Y que, por supuesto, tienen un póster del Che en la habitación.



Antonia Santolaya y Felipe Hernández Cava


Antonia Santolaya y Felipe Hernández Cava


“No es una figura esquemática, sino que tiene una densidad dramática. Le concedí mi edad, porque así me era más fácil comprender los mecanismos en los que pudo verse enredada”, comenta este escritor que junto a la dibujante reconstruye cómo era aquella Italia llena de colores fluor y diseños pintorescos. “Para el dibujo recordé mi infancia con el papel pintado en la pared, pero también cómo se movía entonces la gente porque en la facultad no había tantas mujeres. Ella se viste y está con una aparente libertad, pero en realidad es una mujer en los setenta. Se puede permitir una libertad pero nada que ver con ahora”, señala Santolaya.


Manipuladores, idealistas e ingenuos
Y esos mecanismos en los que se ve enredada tienen que ver mucho con la fácil manipulación de los idealistas, comenta Hernández Cava. Valeria lo es. Procede de una familia de izquierdas -su padre había sido partisano en la II Guerra Mundial, su hermano mayor leía a los marxistas en los sesenta- idolatra la revolución cubana. Y tras unas pintadas en unas paredes contra los poderes fácticos entra en contacto con otros jóvenes que quieren llevar la lucha a otro lugar… mucho menos reflexivo. Un lugar en el que años después nunca quiso estar.
Es parte de esa inocencia, confías en quien tienes al lado y en el ámbito en el que te mueves hasta que alguien te coloca una pistola en la mano
“Ella es super idealista y se deja llevar por ideales. Y siempre hay alguien que maneja eso para llevarlo a otro camino. Hay una manipulación desde el exterior y luego te dejas manipular. Es parte de esa inocencia, confías en quien tienes al lado y en el ámbito en el que te mueves hasta que alguien te coloca una pistola en la mano, y ahí depende en qué situación estés para tomar la decisión”, afirma Santolaya. 'Ahí' es la lucha armada. El terrorismo. También es cierto que se puede decir ‘no’. En este cómic uno de los personajes, igual de idealista que ella, rechaza coger la pistola.



Imagen de 'Del Trastevere al paraíso'


Imagen de 'Del Trastevere al paraíso'


Para Hernández Cava, aunque aquellos años italianos fueron sangrientos -la masacre de la Banca de Milán, el asesinato de Aldo Moro, las Brigadas Rojas, pero también la extrema derecha- y no haya mucha semejanza con la actualidad en este sentido, sí la hay en cuanto al adanismo de los jóvenes. “En la juventud siempre se da una peligrosa mezcla, que es una especie de candidez e inocencia, que nos hace ser más vulnerables a la manipulación y un segundo aspecto que es cierta arrogancia en el sentido de considerar que nuestros padres no hicieron las cosas tan bien como las haríamos nosotros”, comenta el escritor. De ahí que hacia el final del libro, en una manifestación en la época actual aparezca un cartel que dice “La historia somos nosotros”.
Ahora veo a la juventud más encaminada hacia el desconcierto que hacia la alineación con posiciones de extrema derecha

“Todos los jóvenes consideran que antes de ellos no hubo nada. Y por puro adanismo consideran que van a cambiar el sistema por uno mejor”, añade el escritor. ¿Pero no es el idealismo lo mejor que le puede pasar a un joven? “Bueno, cuando esa actitud está radicalizada, la constricción de ese nuevo sistema acaba implicando la destrucción del sistema que tenemos, y ahí uno puede poner en entredicho demasiadas cosas y puede acabar pensando que la violencia es el único medio”, insiste Hernández Cava. ¿Y ahora ve este escritor a la gente joven yendo hacia este lado, o hacia algún extremismo? “La juventud, con esa mezcla de inocencia y arrogancia, es fácilmente manipulable por cualquier extremo. A mí los extremos me resultan preocupantes, y vivimos una época en la que el populismo ha acabado por contaminar todo. Pero ahora veo a la juventud más encaminada hacia el desconcierto que hacia la alineación con posiciones de extrema derecha”.

Cambiar de idea

En el cómic, la juventud de Valeria se entremezcla con su madurez en la que aparece trabajando en una residencia de ancianos, algunos de ellos con alzheimer. Ella es la primera que hubiera querido olvidar lo que hizo cuando era una veinteañera, su entrada en la lucha armada y su posterior vida como proscrita sin poder acercarse nunca más a su familia.
“Claro, ahí la pregunta es ‘para qué’. Para qué valía todo aquello, si me he perdido la vida de mis padres, de mi hermano, de mis abuelos y estoy todo el tiempo huyendo de mí misma”, sostiene Santolaya.



La historia somos nosotros


La historia somos nosotros

Después del atentado, la joven Valeria lee 'La montaña mágica', de Thomas Mann: “Por el bien y por el amor, el hombre no debe dar a la muerte ningún dominio sobre sus pensamientos”. En definitiva, no caer en la tiranía de la ideología. “Una frase que me acompaña desde entonces”, afirma la protagonista.
Cambiar de opinión, de idea, ¿es posible? ¿Es necesario? ¿Es positivo? Para Hernández Cava es algo casi obvio. “La madurez de cualquiera de nosotros debería conllevar someter a juicio muchas ideas que tenemos adquiridas. Me aterra cuando me dicen, ‘yo nací de izquierdas y moriré siendo de izquierdas’ porque eso es una negación de la evolución”, señala. Reconoce, no obstante, que algunos cambios ideológicos tampoco son fáciles para mucha gente. “Para muchos, dejar de pensar exactamente como cuando eran jóvenes sería considerar que tu vida ha estado equivocada y que no tiene sentido. Y eso no es fácil de asimilar”.

Para muchos, dejar de pensar exactamente como cuando eran jóvenes sería considerar que su vida ha estado equivocada y eso es difícil de asimilar
Él cuenta que sí ha hecho ese camino. Ese que en los setenta iba, principalmente, de Sartre -”que me tenía fascinado” - a Camus, ”que es el que tengo en mi salvapantallas fumando un pitillo, como yo. Y nunca me olvido que dijo aquello de ‘si yo descubriera que la verdad es de derechas, sería de derechas’. Lo que hay que hacer es mantener una actitud de apertura mental”, reafirma. Si no, como dice Santolaya, puede ser peligroso: “Una cosa son las ideas y otra que te vincules con una ideología y te separes del otro. Eso nos llevaría a que el otro es simplemente el enemigo, y eso es un pensamiento fascista”.
Ya lo cantaban Los Chunguitos: “Si me das a elegir entre tú y mis ideas, me quedo contigo”.

 
El último crimen de la gran dama del cómic
La británica Posy Simmonds, una de las autoras más veteranas a sus 74 años, publica 'Cassandra Darke', adaptación libre y negra del 'Cuento de Navidad' de Dickens




Posy Simmonds, el 19 de febrero, en su casa de Londres, delante del espejo donde simula movimientos y expresiones para luego dibujarlos.


Posy Simmonds, el 19 de febrero, en su casa de Londres, delante del espejo donde simula movimientos y expresiones para luego dibujarlos.


CARMEN VALIÑO
TOMMASO KOCH
Twitter
Londres
1 MAR 2020

En el despacho de Posy Simmonds habitan cientos de criaturas. Ahí nacen —sobre una mesa iluminada por dos lámparas y una ventana—, crecen y esperan a que una historia las necesite. Algunas, en realidad, no saben todavía ni quiénes son: tan solo lucen un busto, no tienen ni un trazo de piernas para salir a dar un paseo. Otras, en cambio, ya han encontrado incluso a su media naranja, como un lobo trajeado y un entrecot vestido de novia que se funden en un vals. Hay mujeres con velo y prisa, niños vestidos de soldados u hombres con pinta de tramar el enésimo trapicheo. Incluso el dueño pakistaní de la tienda de la esquina ha acabado retratado en unos esbozos. “Pero él no lo sabe”, se ríe Simmonds. Para descubrirlo, tendría que visitar el hogar de la dibujante, descender unas escaleras y acceder al cuarto que encierra su tesoro. No hay cofres amontonados en las estanterías, sino cuadernos. Dentro, la gran dama del cómic británico conserva sus gemas más preciadas: todas sus ideas.

Hace décadas que Simmonds fía a estas páginas sus ocurrencias. Y aquí empezó a dibujarse el camino que la llevó de la granja lechera de su familia en el pueblo de Cookham hasta ser una pionera del tebeo. Porque ya hay muchas creadoras celebradas, pero ninguna tiene 74 años y dibuja desde los sesenta. “Hasta que no coincidí en festivales de cómics con otras artistas que me contaron sus dificultades, no fui consciente de estar fuera de lo ordinario”, asegura la inglesa. Lo cierto es que así es: entre novelas gráficas, libros infantiles y la viñeta que cada semana entregaba a The Guardian, ha acumulado una carrera excepcional. Y todo un manual de sátira sobre la clase media y sus contradicciones.



Cassandra, en una viñeta del cómic.


ampliar fotoCassandra, en una viñeta del cómic.


Un día, hace 11 años, apareció en sus bocetos una anciana merchante de arte, tan rica y culta como intratable. Poco a poco, le puso abrigo, gafas, muchos kilos y una lengua afiladísima. Y la rodeó de un invierno tan gélido como su alma. Debió apartarse de ella, obligada por una larga neumonía. Pero volvió. Y, en cuatro años de trabajo, le dibujó una hermanastra, un exmarido, un perro, una estafa y una pistola. Es decir, un relato. El “más oscuro” de su carrera, ennegrecido por “la coincidencia con el Brexit”. Tituló el tebeo como su personaje principal, ya que su presencia domina cada página. Y, ahora, Salamandra Graphic —que invitó a este periódico a Reino Unido— edita Cassandra Darke en español.


“Camino mucho por Londres. La diferencia entre los barrios pobres y ricos me recordó al Cuento de Navidad de Dickens. Es como si fueran dos sociedades”, explica Simmonds. Así que volvió al viejo Scrooge, aunque se permitió leerlo solo una vez: “La historia tenía que ser mía”. Hace tiempo que la autora se alió con los clásicos para crear nuevos éxitos: en Gemma Bovery, convirtió a la madame de Flaubert en una joven inglés expatriada; en Tamara Drewe, una columnista de cotilleos sustituye a la protagonista de Lejos del mundanal ruido de Thomas Hardy. Ambas obras han sido adaptadas al cine. Y Cassandra Darke va por la misma senda: sus derechos han sido adquiridos para una película o una serie.


Otra viñeta del tebeo.


ampliar fotoOtra viñeta del tebeo.




Esta vez, Simmonds se ha llevado el Cuento de Navidad a 2017: no hay fantasmas, los móviles enganchan más que cualquier villancico y no es tan raro recibir en el teléfono la foto del miembro de un desconocido —“Nunca me ha ocurrido. Para la parte tecnológica, me asesoraron mis nietos”, aclara ella—. Quedan, eso sí, la nieve, una ciudad de tintes grises y luces festivas, y una protagonista huraña como su predecesor. “No está interesada en caerle bien a nadie. Supone lo contrario de lo que se espera de las mujeres, de cómo nos crían”, defiende Simmonds.

“Quería que le gritara a la gente”, agrega. De alguna forma, Cassandra era una venganza. Por un mundo que tolera más que pierda los papeles un hombre. Por aquel señor al que Simmonds pidió que no tirara basura al suelo y que respondió insultándola. Por las heces de perro que cualquiera ha pisado alguna vez. En definitiva, por esos momentos de rabia ciega que la buena educación impide, pero un dibujo es libre de concederse. Y eso que su creadora parece colocarse en el extremo opuesto. Serán sus exquisitos modales, la sonrisa con la que invita a un café, la ardilla dibujada en sus zapatos o quizás un barrio donde los pajaritos cubren el ruido de Londres; pero en casa de Simmonds se contagia una paz casi mágica. Al fin y al cabo, el gran espejo de su despacho crea hechizos todos los días: ante él, la autora simula movimientos, prueba expresiones o sacude objetos. Luego, su lápiz transforma esos ensayos en arte.



Posy Simmonds enseña uno de sus cuadernos, con varias pruebas de dibujos para el personaje de Cassandra Darke.


ampliar fotoPosy Simmonds enseña uno de sus cuadernos, con varias pruebas de dibujos para el personaje de Cassandra Darke. CARMEN VALIÑO




“Lo dibujo todo a mano”, confiesa Simmonds. Suyos son los guiones, los textos y los diseños. Y no solo: la británica suele recrear también la biografía entera de sus personajes, para conocerlos mejor. Por eso, en sus cuadernos, hay bocetos donde la vieja Cassandra apenas es un bebé e incluso sonríe. Mientras la tecnología revolucionaba el mundo, la autora apenas ha cambiado su rutina. Las únicas diferencias llegan a posteriori, cuando su marido escanea las imágenes y mecanografía las letras. Aunque el paso del tiempo sí ha afectado a la autora, que se nota “más lenta”. Lo dice con naturalidad, sin dramas: por eso asume menos proyectos. Aun así, ya tiene al menos dos en marcha. Por un lado, quiere recrear en dibujos su vida en los cincuenta y sesenta. Y, por otro, una hoja en su mesa de trabajo muestra a varios niños enfundados en uniforme de soldado. Es el homenaje que Simmonds prepara a los militares que mueren en conflictos, y a sus familias. Quiere recordarlos como lo hacen sus padres: ninguna máquina de guerra; tan solo su pequeño e indefenso hijo.

 
Muere Albert Uderzo, uno de los creadores de Astérix y Obélix
El dibujante e historietista ha fallecido a los 92 años. La muerte se debe a una crisis cardíaca que no tiene relación con el coronavirus, según ha informado la familia



Albert Uderzo, con figuras de Astérix y Obélix en 2007.


Albert Uderzo, con figuras de Astérix y Obélix en 2007.STEPHANE DE SAKUTIN / AFP


SILVIA AYUSO
París - 24 MAR 2020


Astérix y Obélix se han quedado huérfanos. Sobre todo Obélix, el chouchou, el preferido, de Albert Uderzo, creador junto con René Goscinny de los dos galos más famosos de la historia y del planeta. El dibujante ha fallecido este martes en su casa en París, a los 92 años, de “una crisis cardiaca sin relación con el coronavirus”, se ha visto obligada a precisar su familia en estos tiempos de epidemia mundial.

Hacía casi una década que Uderzo (Fismes, Marne, 1927) entregó el destino de la aldea gala que había asumido en solitario tras la muerte del guionista y compañero de aventuras y cómics Goscinny en 1977 a Didier Conrad y Jean-Yves Ferri, autores de los últimos cuatro álbumes de Astérix. “Confiar Astérix me desgarró un poco”, reconoció a Le Parisien a finales de 2018, en una de las últimas entrevistas que concedió. No es de extrañar. El pequeño guerrero de rubios bigotes y su orondo amigo pelirrojo repartidor de menhires marcaron su vida durante más de seis décadas, desde que nacieron de sus lápices y de la mente de su amigo y guionista Goscinny una calurosa tarde de verano de 1959 en el salón de su vivienda social en Bobigny, en las afueras de París. Nadie entonces imaginaba que esos personajes publicados inicialmente en la revista Pilote traspasarían lenguas, culturas y generaciones, como lo demuestran los más de 380 millones de ejemplares vendidos en 111 idiomas y dialectos.

Las historias de Astérix y Obélix han vendido más de 380 millones de ejemplares en todo el mundo y han sido traducidas a 111 idiomas y dialectos
¿El secreto de su éxito? Ni él mismo estaba seguro. “Es como si me preguntan por la receta de la poción mágica”, bromeó Uderzo en el diario parisino. Astérix y Obélix es un cómic “transgeneracional, tiene un espíritu independiente. "Reconozco que jamás he conseguido explicarme este éxito. ¡Nunca pensé que duraría tanto. René Goscinny decía: ‘Parecemos idiotas que no saben lo que han fabricado’. Pero no habríamos logrado nada sin trabajo. El éxito es, ante todo, horas y horas de trabajo”, sentenció.

De eso sabía Uderzo un buen rato. Autodidacta y amante de los personajes de Walt Disney, desde muy pequeño este hijo de inmigrantes italianos supo que quería ser dibujante, aunque la Segunda Guerra Mundial retrasó sus planes. Sin embargo, tras el conflicto bélico, Uderzo se mete de lleno en el mundo del cómic y crea sus primeros personajes: Flamberge, Clopinard, Zartan o Belloy el Invulnerable…, que poco a poco van afinando su estilo hasta hacerlo inconfundible, especialmente esos héroes de nariz rechoncha y que parecen “inflados con helio”, como solía decir con cariño de sus creaciones, especialmente Obélix. Tras la guerra, Uderzo trabaja como dibujante para France Dimanche y también para dos agencias de prensa, World Press e International Press, donde se encontrará con otros futuros grandes nombres del cómic francés, como Jean-Michel Charlier o Victor Hubinon. En 1951 propicia también el encuentro con alguien que marcará su destino, René Goscinny. “Yo tengo 24 años, él 25 y queremos rehacer el mundo con toda la inconsciencia y toda la audacia de nuestra juventud”, escribió Uderzo en su autobiografía, publicada en 2008 bajo el título Albert Uderzo se cuenta.

Junto con Goscinny y otros compañeros fundará, ocho años más tarde, la revista Pilote. En la página 20 de su primer número, el 29 de octubre de 1959, aparecen las primeras viñetas de Las aventuras de Astérix el galo. El éxito de ventas, 300.000 ejemplares vendidos el primer día, era una promesa de lo que estaba por venir.

En 1977, sin embargo, llega el gran golpe, personal y profesional. Su compañero y amigo, Goscinny, muere a los 51 años durante una prueba de resistencia en un chequeo de salud. Tras el duelo, Uderzo toma una decisión que generó cierta polémica entre los fans que querían que la serie terminase pero que no le restó un ápice de su éxito comercial: asumir íntegramente —diseño y guion— la serie de Astérix, para lo que crea la editorial Albert René. El éxito ininterrumpido le acabó dando la razón. Solo la entrega 35, la primera sin ninguno de los creadores originales, vendió 5 millones de copias en Francia. En España toda la serie ha pasado de los 24 millones.

Al final, solo la edad pudo con sus ganas de seguir dibujando. “Ya no tengo la mano para ello y eso me aflige”, reconocía, según recuerda Le Monde. Aunque no pudiera dibujar más, tuvo, hasta el final, la última palabra sobre Astérix y Obélix. Una de las últimas ideas que validó Uderzo fue la del “malo” del penúltimo álbum de sus sucesores Ferri y Conrad. Era Coronavirus, el campeón de las carreras de carro romanas al que se enfrentaron Astérix y Obélix en “Astérix en Italia”. El auriga no pudo con los irreductibles galos. Tampoco ha sido el virus del mismo nombre —casualidades de la vida— el que ha acabado con el padre de los héroes de varias generaciones.

 
Los dibujantes dan la nota
El cómic vive un aluvión de biografías inspiradas en leyendas de la música con vidas creativas y complejas como Miles Davis, Patti Smith, Camarón o David Bowie


TOMMASO KOCH
Madrid - 23 MAR 2020



Viñeta de 'Miles en París', de Salva Rubio y Sagar, editado por Norma.


Viñeta de 'Miles en París', de Salva Rubio y Sagar, editado por Norma.



Los artistas se atreven cada vez más con un reto colosal: dibujar la música. No paran de multiplicarse, en los últimos años, las novelas gráficas que trazan en sus páginas el talento, la fama y las sombras de leyendas de la canción. Desde David Bowie hasta Camarón, de Patti Smith a Nick Cave, los grandes iconos del jazz, el flamenco y el rock salen, no ya a escenarios, sino en viñetas y relatos ilustrados. El cómic intenta explicar, a su manera, las emociones que estas figuras y sus melodías provocan. No hay límites a la fantasía de un lápiz.


“Y había biografías escritas y libros sobre la mayoría de estos intérpretes. Pero un ensayo visual es mucho más accesible. Alguien que no se leería un texto de 400 páginas, tal vez sí se plantee leer un cómic de 60 páginas. Es una forma de ampliar la pasión por ciertos iconos y acercarse a los sentimientos que producen”, defiende Salva Rubio, coautor junto con Sagar de Miles en París (Norma). Los creadores de estas biografías ilustradas reciben historias complejas, llenas de notas que nunca desafinan: pasión, dinero, drogas, traiciones y gloria. Las editoriales también sonríen: saben que los ídolos del escenario hacen sonar la caja, porque los fans siempre están dispuestos a escuchar cualquier nuevo acorde que hable de sus mitos. Básicamente, esto cómic son música para los oídos de todos.


Boceto de Ana Müshell para la biografía ilustrada de Patti Smith.


Boceto de Ana Müshell para la biografía ilustrada de Patti Smith.LUNWERG (NOMBRE DEL DUEÑO)


“El punto de partida es el aspecto visual. Para mí, tiene que haber imágenes fuertes tanto en la vida como en la obra del personaje. Nunca podría hacer un libro sobre Justin Bieber”, explica Reinhardt Kleist, todo un veterano en este campo, que tras sendos cómics sobre Nick Cave y Johnny Cash (editados por ECC), prepara uno sobre Bowie. El creador cuenta que dibuja escuchando temas de los artistas, a menudo incluso en directo, en medio de algún concierto.
“Visualizar la música es un reto intrigante. Con Johnny Cash decidí ilustrar las canciones como pequeños relatos. Con Nick Cave, opté por mezclar lo que cuenta la letra con la parte de su vida que refleja”, agrega Kleist. Así, un aluvión sumerge a Cave cuando se arranca a cantar Tupelo en el cómic Mercy On Me; y en Johnny Cash. I See A Darkness, el río y sus melancólicos recuerdos rodean al mito mientras toca Big River. El fuego, en cambio, abraza a Miles Davis en la visión de Rubio y Sagar: las notas endiabladas que tocó en París en 1949 hacen arder, literalmente, el escenario.



Viñetas de Reinhard Kleist para 'Johnny Cash. I See Darkness'.


Viñetas de Reinhard Kleist para 'Johnny Cash. I See Darkness'.ECC EDICIONES (NOMBRE DEL DUEÑO)




“Lo más difícil fue resumir a Patti Smith en 170 páginas”, confiesa Ana Müshell, autora de la biografía ilustrada de la madrina del punk She Has the Power (Lunwerg). Tanto que, tras ver su primer guion, la editorial le pidió que no abarcara demasiado. “Para elegir, me guié por la intuición y el sentimiento”, aclara la creadora. Y por la documentación: Éramos unos niños, las memorias de la cantante, resuenan de fondo en el cómic. Y en los textos y dibujos caben la Patti Smith poeta y la fotógrafa, su infancia y sus últimos conciertos, la huida a Nueva York y Horses.

También desfilan por el libro de Patti Smith otros artistas como Bob Dylan, Janis Joplin o Sam Shepard. Al igual que por Miles en París se asoman Charlie Parker, Duke Ellington, Boris Vian y hasta Pablo Picasso. El arranque de esta obra, además, narra la crisis del jazz a finales de los cuarenta, el surgimiento del bebop y la fuga del trompetista hacia un nuevo sonido. Es decir: de alguna manera, además de la historia de legendarios intérpretes, estos cómics pretenden contar la de la música. “Se trata de encontrar un equilibrio entre la divulgación y una buena trama”, resume Rubio, que también es autor de Django, mano de fuego, dedicado al célebre guitarrista gitano, que se editará próximamente en España.

Leyendas y licencias creativas se funden en una partitura que tiene como nota principal los hechos. En I See Darkness, Kleist recorre el ascenso y caída del protagonista mientras narra la evolución del country o el nacimiento del rockabilly en las plantaciones de algodón. Y el mundo cambia junto con el aspecto y el estilo de David Bowie en otro cómic sobre el artista, subtitulado Polvo de estrellas, pistolas de rayos y fantasías de la era espacial, escrito por Michael Allred, Steve Horton y Laura Allred y editado por Norma.

A partir de la investigación, cada cual escoge libremente su camino para acercarse a los ídolos. E imprime a su obra ritmo y tintes más apropiados. Una explosión de colores y dibujos de página entera muestran a Bowie en el cómic. Espacios claustrofóbicos y en blanco y negro comprimen el difícil avance de Cash en I See the Darkness. Y Sagar dibujó Miles en París como si fuera una jam session de jazz. “Atacas con la tinta sin saber lo que va a ocurrir sobre la marcha”, aclara Rubio. Se trata, en el fondo, de pintar una historia coherente y que esté a la altura de la leyenda. Kleist confiesa abiertamente su admiración por Bowie: “Me crié en una ciudad pequeña y sabía que era diferente a los demás. En esa época él significó mucho para mí, y quiero rendir homenaje a eso. De alguna forma, me salvó”. Eso es lo que hacen los mitos. Además de tocar canciones.




Ilustración de Ana Müshell para su biografía ilustrada de Patti Smith.


Ilustración de Ana Müshell para su biografía ilustrada de Patti Smith.LUNWERG


 
La Fundación Miró presenta un ERTE para sus 57 trabajadores y el Salón del Cómic se suspende
La drástica medida tomada por la dirección del centro que vela por el legado del pintor es la primera dentro del mundo de los museos


Fachada principal de la Fundacion Miro de Barcelona.


Fachada principal de la Fundacion Miro de Barcelona.MASSIMILIANO MINOCRI


JOSÉ ÁNGEL MONTAÑÉS
Barcelona -
23 MAR 2020

La Fundació Joan Miró ha sido el primer museo catalán en presentar un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) por la situación sobrevenida por la crisis del coronavirus. Después de cerrar el pasado viernes día 13 de marzo, como el resto de los equipamientos culturales de toda España, los responsables de la Fundación Joan Miró han dado a conocer este lunes un ERTE para la totalidad de sus 57 trabajadores, preludiando un camino que otros muchos centros museísticos tendrán que seguir ante la imposibilidad de abrir sus puertas en un periodo largo de tiempo.

Por su parte, Ficomic, responsable de organizar el Salón del Cómic que este año estaba previsto celebrarse entre el 8 y el 10 de mayo, anunció también este lunes que suspende la 38 edición ante la crisis generada por la pandemia. “Después de la primera semana del estado de alarma y ante la situación actual, la organización y el comité ejecutivo han decidido cancelar el 38 Comic Barcelona", han explicado en una nota. Según los responsables de este salón, que supera cada año los 100.000 visitantes en tres días, "se está ya trabajando con ilusión en las alternativas y, tan pronto como se pueda, presentarán un “plan Z” para el Comic Barcelona.

Desde la Fundación Joan Miró, el principal centro que vela y difunde desde 1975 el legado artístico de Joan Miró, han asegurado que es “la única vía posible” para superar la situación. Lo mismo que le ocurrió al Palau de la Música, que anunció la misma drástica medida el día 20 que afectaba a sus 106 trabajadores, la fuente mayor de ingresos de este centro ubicado en Montjuïc son las provenientes de venta de entradas y librería, los alquileres de espacios y otros recursos propios: un total del 70% de todos los ingresos. Unos recursos que han caído a cero desde que se cerraron las puertas, y que ahora, con la prolongación de la cuarentena dos semanas más, según anunció el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, harán que la situación sea todavía más grave.

Antes de llegar a esta situación la Fundacion ya había, explican en el comunicado, “negociado y/o suspendido los contratos de servicios externos de atención al público y limpieza”. En la nota, aseguran, que se trata de una medida temporal para paliar la falta de ingresos que permitan atender los pagos durante el cierre y que se “espera que se restablezca la normalidad lo amas pronto posible”.

Mientras dure el estado de alarma y, según las necesidades de la Fundación, se podrá “desafectar y reincorporar al trabajo durante el tiempo necesario aquel personal requerido para desempeñar tareas que se consideren indispensables para mantener una mínima actividad de comunicación, necesaria en este contexto, y de mantenimiento y seguridad, para preservar tanto las obras como el edificio”.

Después de un 2019 convulso en el que el centro tuvo que despedir a seis de sus trabajadores, pro su grave situación económica, la Fundación Joan Miró encaraba 2020 con optimismo después de aumentar en un 3% el número de sus visitantes. La institución, siempre en la cuerda floja, en cuanto a los recursos económicos, contaba con un presupuesto continuista de 7,3 millones de euros para todo el curso, que ahora el coronavirus ha dinamitado.

 
Cómic


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Teorías y viñetas. La editorial ECC, que publica en España los contenidos de DC, entre otros, ofrece online para la descarga gratuita su revista, donde presenta habitualmente sus novedades, avanza fragmentos de algunas historietas o reflexiona sobre temas en boga en el mundo de la novela gráfica. De momento, hay ocho números para consultar, pero la página se irá actualizando a lo largo de estas semanas de reclusión.

 
Última edición por un moderador:
La cólera dibujada de Aquiles
Santiago García y Javier Olivares despliegan un relato de enorme poderío visual en su nuevo cómic, inspirado en la ‘Ilíada’, tras el éxito de ‘Las meninas’, premio Nacional

Una página de 'La cólera', de Santiago García y Javier Olivares, editado por Astiberri.


Una página de 'La cólera', de Santiago García y Javier Olivares, editado por Astiberri.


TOMMASO KOCH
Madrid - 31 MAR 2020


Al principio, solo había un hombre. Le rodeaban el cielo y la tierra, nada más. No tenía identidad, pasado ni destino. Y caminaba. ¿Hacia dónde? Aquel día, ante la madrileña estación de Atocha, Santiago García todavía no lo sabía. Pero se lo contó igualmente a Javier Olivares. Le dijo que tenía una idea sobre la cólera, tal vez el comienzo de una historia. Ambos volvían de firmar ejemplares de Las meninas en la Feria del Libro. Y, sobre todo, de meses viajando por España y promocionando el tebeo que les había dado el Premio Nacional de Cómic. Como hacía tiempo que buscaban una nueva aventura, decidieron acompañar aquella figura solitaria. Le dibujaron un yelmo, una lanza y un ejército: poco a poco, la arena se llenó de soldados y tiendas; barcos inmensos atracaron en la bahía. Frente a su protagonista, levantaron una ciudad amurallada y le enviaron a conquistarla. Entonces, descubrieron que todo aquello les sonaba familiar: era la guerra de Troya.

De pronto, por algún motivo, empiezas a tirar del hilo y resulta que tienes a Aquiles. Sumas lecturas, reflexiones, vas tomando notas. Queríamos hacer algo seco, y ligero. Pero luego se te va de madre. Aunque La cólera no es una adaptación de la Ilíada, sino una obra que se basa en ella, entre otras cosas”, aclara García, autor del guion. “La usamos como eco para hablar de nuestra historia actual”, agrega Olivares, encargado de los lápices. Porque la diosa canta también en su tebeo la celebérrima ira del guerrero, la sabiduría de Ulises y los choques furiosos entre griegos y troyanos. El cómic se titula, incluso, con una de las primeras palabras que aparece en el clásico. Pero, a la vez, la novela gráfica (editada por Astiberri) no renuncia a su propia lucha por narrar algo distinto. Y dibujado. En estos tiempos de otros encierros y asedios, además, se multiplican las posibles interpretaciones de la obra, que también alude a la epidemia que diezmó a las tropas griegas.

“Con palabras, muchas cosas ya están contadas por Homero. La imagen te permite apertura, ambigüedad, no sabes hasta dónde llega lo que dices, o si va más lejos. Es esta cosa mágica que tiene el cómic y cómo esas viñetas se combinan una con otra y se suceden”, defiende García. De ahí que la épica de su relato se fíe sobre todo al poderío visual. Trazos y colores invaden el tebeo desde el arranque: el dibujo domina el campo de batalla y la primera palabra se repliega hasta la página 36. Aunque no se trata de una contienda, sino de una alianza. Porque las ilustraciones también hablan. De sangre y pasión, de gritos y silencios, de heridas y esperanzas.



Doble página de 'La cólera'.


Doble página de 'La cólera'.


Juntos, textos y dibujos intentan contar también otro Aquiles. O, por lo menos, uno poco conocido. “Muchos elementos de nuestro libro pueden parecer disquisiciones modernas, pero son ideas que están en la Ilíada”, afirma Olivares. “La conversación en la cultura occidental empieza con Homero. Nos contestamos unos a otros desde aquello que dijo él. Es un texto eternamente actual”, agrega García. Así, en sus viñetas, el héroe pasa más tiempo en su tienda que rompiendo los escudos troyanos. Y se rebela, en su estética y su sexualidad, ante los cánones de la virilidad bélica. Su Aquiles, en definitiva, pelea también por ser moderno. “Buscábamos algo pregénero. Todo lo que ocurre en La cólera sucede en un tiempo mítico, anterior, más puro. Queríamos un personaje a veces sensual, delicado, que no fuera solo una máquina de matar”, explica García. Tanto que el guerrero entona toda una oda al disfrute cotidiano: no concibe muerte gloriosa que supere la belleza de la vida.

El alegato antibelicista, en realidad, también estaba en Homero, como confiesa Olivares: “La Ilíada contiene incluso un listado de los caídos en batalla. Te cuenta la historia de cada uno, personaliza la muerte de una manera muy actual”. Aunque todavía más contemporáneo es el giro que vive La cólera hacia su mitad. Y ahí el aedo griego nada tiene que ver. Sin adelantar demasiado, baste con decir que los artistas, de golpe, ponen a toda su obra del revés. “Queríamos recordar la presencia física del libro, un objeto casi arqueológico. Y que te obligara a usarlo de la forma que él establece”, sentencia García.

Los lectores lo descubrirán una vez lo tengan entre manos. Aunque, de momento, el asunto está complicado. Cuando se celebró la entrevista, hace días, el propio García, que vive en Estados Unidos, todavía no había podido ver su obra en papel. Y Olivares era solo uno de los pocos afortunados en tenerlo. “Te pasas tres años trabajando en algo así, eliges cuidadosamente la fecha de lanzamiento y ocurre esto. He pasado por todas las fases: depresión, rabia, frustración. Ahora tengo resignación. Estos libros requieren mucho esfuerzo y los haces casi vocacionalmente. Pero si no hay respuesta, llega un momento en que ya no te metes a estas empresas. Si La cólera pincha, nos va a afectar a lo siguiente que hagamos. Es difícil comprometerse con algo así si no tienes el respaldo del público”. De momento, el coronavirus le ha doblado la rodilla a Aquiles. Pero mucho dependerá del regreso a la normalidad. Y a las librerías. La cólera estará ahí, esperando refuerzos.

 
La balada del norte , de Alfonso Zapico

Kit de supervivencia cultural para el encierro (día 19)



Que el cómic es un medio perfecto para entender la historia tiene una prueba evidente: su uso en el ámbito educativo es cada vez más amplio y extendido, con experiencia punteras como las que lleva a cabo el profesor Pedro Cifuentes (Historia del Arte en Cómic, publicada por Despertaferro) o el excelente Memoria y viñetas de David F. de Arriba (Desfiladero Ediciones), perfecta guía para la introducción de los tebeos en las aulas de historia. El noveno arte ha tratado multitud de temas complejos, pero está siendo especialmente brillante en su quirúrgico análisis de la historia de nuestro país. Con el ejemplo evidente de la construcción de la memoria histórica que ha realizado Carlos Giménez a través de su obra, otros muchos autores han tratado diferentes momentos históricos con rigurosidad, pero también aportando una visión renovada que provoca la reflexión. La Revolución de Octubre de 1934 es uno de esos episodios que sigue envuelto en polémicas e interpretaciones interesadas que oscurecen una realidad histórica a estudiar.

Alfonso Zapico, asturiano, conoce bien las complejas y convulsas realidades que vivía la cuenca minera asturiana en los previos a las huelgas revolucionarias, que tendrían en su tierra un protagonismo fundamental. La Balada del Norte es un titánico proyecto que se introduce en el estudio de los hechos con exquisito rigor histórico desde una completísima labor de investigación y documentación, analizando con precisión la profunda cultura obrera asturiana y la alambicada coyuntura social española que desembocó en las huelgas mineras y la revolución que prendió por todo el país. Pero el autor no se queda en la disección aséptica: no elude la reflexión propia y la ficcionalización de los hechos es una oportunidad para expresar sus conclusiones, que no esquivan su posicionamiento abierto y sincero. Con tres volúmenes ya publicados y un último en el horizonte, La Balada del Norte se constituye como una obra fundamental para entender nuestra historia. Álvaro Pons

La Balada del Norte. Alfonso Zapico. Astiberri, 2015. El primer volumen del cómic se puede obtener gratuitamente en la web de la editorial. El resto de volúmenes están disponibles en formato digital.

 
Muere por coronavirus el dibujante Juan Giménez a los 76 años
El artista argentino, dedicado al cómic fantástico y autor de ‘La casta de los Metabarones’ junto a Jodorowksy, residía en España y se cree que viajó a su país ya contagiado




LAURA FERNÁNDEZ
Barcelona - 03 ABR 2020



Juan Giménez, en una imagen reciente.


Juan Giménez, en una imagen reciente.



Quiso Juan Giménez, histórico dibujante de lo fantástico y, sobre todo, postapocalíptico, transmitir “alma y vida propia a todas sus ensoñaciones metálicas”, como apuntó la crítica. Luego una pandemia como las que habían arrasado los mundos que imaginó al pincel, se lo llevó. El autor de la parte gráfica de clásicos de la talla de La casta de los Metabarones, cuyo guion firmaba el siempre visionario Alejandro Jodorowsky, murió este jueves en su Mendoza natal (Argentina), víctima del coronavirus. Tenía 76 años, y hacía apenas unos días que había regresado a su país, procedente de Sitges, la ciudad costera catalana en la que vivía desde hacía años.

Nacido en noviembre de 1943, Giménez aseguraba, como hacen a menudo los dibujantes, que él jamás había dejado de dibujar. Que siendo niño ya copiaba los cómics que le gustaban, todos siempre relacionados con lo pulp, algo que acabó marcando un estilo que elevaba el concepto del género a un elevadísimo nivel artístico que contó, desde el principio, con discípulos que trataron de imitar lo inimitable. Con tan solo 16 años, ya publicaba en revistas de aventuras de su país como Frontera, Misterix y Hora Cero, pero quizá no viéndole una salida económica clara, a principios de los años sesenta lo dejó para dedicarse a la publicidad. No tardaría en regresar.

En los setenta ya entregaba historias cortas a la revista Skorpio, clave en el auge de lo pulp en esa década en Argentina, historias que se recopilarían en el álbum. El extraño juicio a Roy Ely. Pero donde verdaderamente se curtió fue en la redacción de la mítica revista gráfica Fierro, para la que no solo dibujaba sino también escribía, en los años ochenta. Para entonces, ya había empezado a publicar sus propios volúmenes siempre firmados por guionistas que entonces, como él, empezaban pero que acabarían teniendo un nombre en la historia de los historietistas de su país. El más destacado de los primeros fue La Estrella Negra (1985).



Ilustración de Juan Giménez.


Ilustración de Juan Giménez.


La Estrella Negra, cuyo guion lo firmaba uno de los guionistas con los que más trabajó, el también argentino (y fallecido en 1999) Ricardo Barreiro, es un clásico de lo postapocalíptico galáctico, que había sido concebido por sus autores casi una década antes – cuando su buen hacer en la historieta serial bélica As de Pique que publicaba la revista Skorpio les dio la idea para un volumen que intentarían vender en España –, pero, pese al auge de lo fantástico – por el estreno de Star Wars – les costó encontrar editorial. Ya no sería así en el caso de los siguientes. La Estrella Negra marcó un antes y un después en la forma en que incluso se concebía el futuro, una siempre catástrofico, como debía serlo todo futuro que criticase al presente, en la historieta hispanoamericana.

Su arte fue siempre internacional, y valorado especialmente en Francia, donde desde el principio fue bienvenido – colaboró en algunas entregas de la francesa Métal Hurlant –, y donde recibió numerosos premios, entre ellos el prestigioso Bulle d’Or, en 1994. Cuatro años antes, en 1990, había recibido el Yellow Kid norteamericano a Mejor Dibujante Extranjero, considerado algo así como el Óscar del cómic. Entre sus obras más conocidas figuran Cuestión de tiempo (1982), Basura (1988), El cuarto poder (1989), Ciudad (1991) y, en especial, La casta de los Metabarones (1992), un clásico entre los clásicos de lo bizarro fantástico. La serie fue publicada originalmente por Humanoïdes Associés – los responsables de Métal Hurlant – y tuvo un éxito enorme en Estados Unidos.

 
Kit de supervivencia cultural para el encierro (día 21)

UN CÓMIC: Barcelona. Los vagabundos de la chatarra, de Jorge Carrión y Sagar Forniés


Kit de supervivencia cultural para el encierro (día 21)



4/4/2020
Un día, el cómic se hizo reportaje periodístico. No está muy claro cuál fue el momento exacto, aunque algunos señalan los cómics de Joyce Brabner y Lou Ann Merkle en Real War Stories, a finales de los 80. Otros apuntan incluso antes, al relato costumbrista de la realidad de los suburbios de las ciudades americanas que Richard F. Outcault mostraba en Hogan’s Alley desde finales del XIX en la prensa americana. Pero lo cierto es que la asimilación del lenguaje del cómic en la práctica periodística llegaría definitivamente con las obras de Joe Sacco: sus reportajes sobre Palestina o Serbia en formato de cómic fueron un revulsivo que abrió las puertas de todo un nuevo género del noveno arte, que está consolidándose con fuerza en el cómic, con obras como El Fotógrafo o La Grieta, pero también desde la prensa, con ejemplos tan interesantes como la digital The Nib o la impresa La Revue Dessinée.

En España, uno de los mejores ejemplos de esta aproximación a la historieta lo tenemos en Barcelona. Los vagabundos de la chatarra, de Jorge Carrión y Sagar Forniés (Norma Editorial), una rigurosa y completa investigación sobre la realidad escondida tras el reciclaje urbano de la chatarra en la Ciudad Condal, que abre todo un relato de la exclusión social en el panorama urbano. Siguiendo los carros de supermercado llenos de metales se llega a los sintecho, a la okupación y a la explotación de la miseria, mostrando una realidad urbana muy diferente a las postales que pueblan las guías turísticas. Otra ciudad, desconocida, que es mostrada desde una aproximación inédita en la que guionista y dibujante forman parte del reportaje periodístico como protagonistas, mostrando en un ejercicio casi metalingüístico el progreso de su trabajo visual que es, a su vez, el avance de su investigación. Álvaro Pons

Barcelona. Los vagabundos de la chatarra. Jorge Carrión y Sagar Forniés. Norma Editorial, 2015. El cómic está disponible, en versión impresa y electrónica, en Todos tus libros, Fnac y Amazon.

 
RESIDÍA EN ESPAÑA
Muere el dibujante argentino Juan Giménez a los 76 años víctima del coronavirus
"Nos ha dejado este maestro del cómic de ciencia ficción y fantasía en su ciudad natal, donde viajó desde Sitges, donde residía, ya infectado por el Covid-19", afirma la Editorial Grafito



Foto: Juan Giménez. (Wikipedia)


Juan Giménez. (Wikipedia)


AUTOR
EFE
TAGS
CÓMIC
03/04/2020



El dibujante argentino, residente en España, Juan Giménez, autor de historias como 'La estrella negra' o 'La casta de los Metabarones' junto a Jodorowksy ha fallecido este viernes a los 76 años en Mendoza (Argentina), donde viajó hace unas semanas, víctima del coronavirus.
Según han informado desde la Editorial Grafito, "nos ha dejado este maestro del cómic de ciencia ficción y fantasía en su ciudad natal, donde viajó desde Sitges, donde residía, ya infectado por el Covid-19".






Giménez (Mendoza, 1943) se inició como historietista a los 16 años en importantes revistas de aventuras de su país como 'Frontera', 'Misterix' y 'Hora Cero', según la biografía publicada por Norma, editorial que también publicó algunos de sus títulos.

A principios de los años 60 abandonó el medio para trabajar en la publicidad, pero regresó de nuevo al cómic a mediados de los 70 con historias cortas para 'Skorpio', algunas de ellas recopiladas en el álbum 'El extraño juicio a Roy Ely'

Fue en la década de los 80 cuando se instaló en España, donde colaboró en las revistas de Toutain Editor 1984 y Comix Internacional con series como 'War III' (1981), 'Ciudad' (1982), 'Cuestión de tiempo' (1982) o 'La Estrella Negra' (1983).

En 1985 se unió al guionista Carlos Trillo y con él realizó 'Basura' para Zona 84, y al año siguiente lanzó 'Lem-Dart' y 'Leo Roa', ambas con guiones propios, lo mismo que 'Cuarto Poder' (1990), una saga publicada inicialmente en Francia.

Otro de los momentos cumbre de su carrera lo alcanzó junto al guionista chileno Alejandro Jodorowsky al ilustrar la serie ¡La Casta de los Metabarones'.







 
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