Cómics. Un mundo de este mundo

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Una visita del Joker. En la cuarentena están prohibidas las reuniones con amigos. Pero al Joker nunca se le ha dado muy bien respetar las reglas. Así que ha decidido acudir a todos los hogares que quieran recibirle, y por eso el sello ECC Ediciones ha lanzado la promoción El Joker viene a verte. “Se trata de un cómic inédito del Príncipe Payaso del Crimen de Gotham que puedes conseguir de manera gratuita”, explica la web de la editorial. Hay que registrarse en su página e introducir también los datos del domicilio, para que el tebeo pueda llegar en los próximos días. Eso sí, un mensaje en la web advierte de que, debido al aluvión de peticiones, también hay que tener paciencia.



Imagen de 'El Joker viene a verte'.
 
Detalle de una viñeta compartida por David Rubín en Twitter.


Detalle de una viñeta compartida por David Rubín en Twitter


Cómic
Un regalo para el regreso. De momento, es una promesa. Muy tentadora, eso sí. “Por ahora los héroes se quedan en casa leyendo, pero pronto te estarán esperando en todas las librerías. Desde ECC queremos que vuelvas a tu tienda favorita en cuanto la situación lo permita. En sus estanterías encontrarás los clásicos de siempre, novedades que llegarán paulatinamente, merchandising... y una sorpresa”, explica la web de la editorial. Por un lado, Paco Roca, Mikel Janín y Jesús Merino, están preparando “una serie de ilustraciones en las que los iconos de DC Comics aparecen rodeados de los héroes anónimos que han jugado, juegan y jugarán un papel fundamental en esta crisis”. Y, por otro, cualquier lector que regrese a tiendas y librerías podrá llevarse gratuitamente un cómic de David Rubín sobre Superman. Conviene ir apuntándolo ya en el calendario y cruzar los dedos: leerlo cuanto antes sería una doble alegría.
 
¿Qué planes culturales puedo hacer hoy en casa? Martes 28

Detalle de una viñeta de 'Batman: Damned', de Brian Azzarello y Lee Bermejo.

Detalle de una viñeta de 'Batman: Damned', de Brian Azzarello y Lee Bermejo.


Cómic
Universos gratuitos. Prácticamente todas las grandes editoriales del cómic se han sumado a la ola de publicaciones digitales sin costes, para ayudar a los lectores a sobrellevar la cuarentena. Y DC, uno de los colosos del tebeo estadounidense, lo ha hecho según sus posibilidades: a lo grande. Decenas de historias de Batman, Superman, Wonder Woman y demás héroes, así como varios cómics infantiles, aguardan listos para la descarga en la web de la editorial. El único requisito necesario es hablar inglés.


 
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Cómic
La amenaza dibujada. Primero, la radio pública estadounidense NPR emitió un reportaje entrevistando a varios expertos para aclarar cómo había que explicarles el coronavirus a los más jóvenes. Ahora, en su web, han transformado la emisión en un cómic, traducido al español y basado en las declaraciones de Tara Powell de la Universidad de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Illinois, Jay Osofsky del Centro de Ciencias Médicas en Nueva Orleans, y Krystal Lewis del Instituto Nacional de Salud Mental.
 
Viñeta de las actividades de 'Wáluk'.


Viñeta de las actividades de 'Wáluk'


Cómic
¿De qué hablan los osos polares? Cuatro carpetas, cada una centrada en un cómic, y con un mismo objetivo: ayudar las familias a entretenerse y jugar durante la cuarentena. La editorial Astiberri comparte online gratuitamente una serie de actividades para niños, como dibujar, rellenar diálogos o colorear, basadas en cuatro de sus tebeos y realizadas con la ayuda de sus creadores: Almóndigas del espacio, de Craig Thompson, Luces nocturnas, de Lorena Álvarez, Pablo & Jane en la dimensión de los monstruos, de José Domingo, y Wáluk, de Emilio Ruiz y Ana Miralles. En la web de la editorial, ya puestos, también se pueden descargar avances de los propios cómics.
 
Superman y Batman, al rescate de los que resisten frente al coronavirus
  • VANESSA GRAELL
    @VaneGraell
    Barcelona
  • Miércoles, 29 abril 2020

El dibujante David Rubín crea una historieta corta que ECC Ediciones regalará a los lectores cuando reabran las librerías, junto a una lámina de Paco Roca, Mikel Janín o Jesús Merino


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Detalle de la portada de la historieta de David Rubín. ECC



¿Qué puede hacer un superhéroe contra el coronavirus? "Superman no puede lanzar rayos de vacuna por los ojos. Está con las manos atadas. Lo que sí hace es dar ejemplo, apoyar a los más débiles, a los que se esfuerzan para que nuestra vida cotidiana siga", explica el dibujante David Rubín, que ha creado un minicómic protagonizado por una cajera de supermercado. Y Superman. "En realidad, la protagonista es ella. Representa a cualquier persona que tiene que salir todos los días a trabajar para que nuestra vida siga. El aplauso de las 20 horas no es sólo para los sanitarios, también para los mensajeros, los farmacéuticos, los cajeros... Superman es la excusa para ponerles en valor".

Ni Superman, Batman, Wonder Woman y compañía pueden enfrentarse a un virus invisible. Pero la editorial ECC -la sucursal de DC Comics en España- recuerda que Los héroes siempre vuelven, una campaña de apoyo a las librerías cuando vuelvan a abrir. La historieta corta de David Rubín será un regalo para cualquier visitante (compre o no). Y además del cómic de cinco páginas también se entregará una lámina dibujada por Paco Roca, Mikel Janín y Jesús Merino. En sus ilustraciones los héroes de DC aparecerán rodeados de los héroes anónimos, los de carne y hueso, los que juegan un papel fundamental en esta crisis. La de Paco Roca muestra al propio Batman haciendo la batseñal y es un sanitario con mascarilla quien responde.

David Rubín sólo tenía que hacer una ilustración. "Pero la imaginación se me disparó. Quería transmitir un mensaje de empatía... Así que acabé contando una historieta", admite al teléfono, desde su confinamiento en la afueras de Madrid. Su breve obra es como un cuento contemporáneo. Y por eso escogió a Superman. "Es el arquetipo del héroe por antonomasia, el molde a partir del cual se hacen los demás. Al ser tan icono puede transmitir ese mensaje de bondad, de ponerse en la piel del otro, de estar con el otro", destaca el dibujante. En su historieta, Superman no libra una batalla física, sino que se enfrenta a lo peor de la sociedad, a aquellas personas (esos vecinos hipócritas), que en vez de mostrar agradecimiento hacia sus semejantes (la cajera del súper) les repudian. Pero como Superman es Superman, lejos de recriminar nada, disculpa a la humanidad ("es tan sólo miedo, debilidad") y le muestra el camino a seguir con su ejemplo. Para eso están los superhéroes.









Hola, Os dejo por aquí el proceso de trabajo de la portada de la historieta de SUPERMAN que Eccediciones dio a conocer ayer, día del Libro. A-BOCETO: Teniendo claro lo que quiero contar, hago un boceto muy rápido de la imagen de portada. 》


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6:23 p. m. · 24 abr. 2020



De momento, hasta que no abran las librerías, sólo se puede avanzar la portada de la historieta. Una portada llena de mensajes subliminales: la chica con mascarilla, un Superman al que no se le ve el rostro (porque en plena pandemia el superhéroe sólo acompaña y anima a los humanos), el cartel de la librería y el restaurante chino. "Es un guiño al pequeño comercio. Y, sobre todo, a las librerías: el pilar de la industria. Si ellas caen, si tras esta crisis muchas cierran, nuestro trabajo también muere", reivindica Rubín. Aunque la arquitectura de la ciudad pueda desprender un aire neoyorquino por la estética del ladrillo vista, esa esquina es absolutamente real, de un barrio de Usera. "No quería representar Metrópolis, sino una ciudad que pueda ser cualquiera, para que todos nos sintamos identificados", cuenta Rubín.

Aunque Superman es el arquetipo por antonomasia, David Rubín ya había dibujado al mito fundacional de todos los tiempos: el Heracles griego y sus 12 trabajos en el díptico El Héroe', publicado por Astiberri. A finales de marzo se sumó a la iniciativa de cómics gratis y puso la primera parte de El héroe en descarga libre. Del héroe clásico al contemporáneo, la lección es la misma: no rendirse.

https://www.elmundo.es/cultura/comic/2020/04/28/5ea82736fc6c8356288b45dc.html
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¿Qué planes culturales puedo hacer hoy en casa? Domingo 3


Cómic

Ponerse morados de tebeos. Tercera y última entrega. Astiberri ya ha editado el nuevo volumen de Lecturas a domicilio, la obra colectiva que lanzó junto con sus autores para reunir historietas breves, inéditas o publicadas en algún fancine, blog o red social, y ofrecerlas de forma gratuita a los lectores. Tras el libro verde y el naranja, ahora se puede leer también el morado. En total, como recuerda la editorial, “más de 500 páginas” de tebeos para disfrutar sin costes. Por eso, desde el sello añaden: “Queremos agradecer a todos los autores su generosidad”. En concreto, en esta entrega, hay obras de Bartolomé Seguí, Bernardo Vergara, Brais Rodríguez, Brecht Evens, Cristina Bueno, Cristina Durán y Miguél Á. Giner, David López y Graciela de Torres, David Sánchez, El Irra, Enrique Bonet, Javier Peinado, José Domingo, Juaco Vizuete y Sergio Córdoba, Lorena Alvarez, Mamen Moreu, Manel Fontdevila, Mauro Entrialgo, Miguel B. Núñez, Pablo Ríos, Pepo Pérez, Quan Zhou, Gonza y Mother of Queer y Santiago Valenzuela.

 
27 metros cuadrados de cómic en honor al ‘Guernica’
El dibujante Sergio García Sánchez crea un descomunal retablo que se expondrá en el Museo Picasso de París y en el Festival Internacional de Angulema

TEREIXA CONSTENLA
04 MAY 2020 -



Sergio García Sánchez, el pasado 29 de febrero en su casa de Sierra Nevada, entre dos lienzos de 'Guerra'.


Sergio García Sánchez, el pasado 29 de febrero en su casa de Sierra Nevada, entre dos lienzos de 'Guerra'.FERMIN RODRIGUEZ / EL PAÍS




En este pandemonio que ha desatado ese trozo de química llamado coronavirus, el último proyecto artístico del dibujante Sergio García Sánchez (Guadix, Granada, 52 años) tampoco ha salido indemne. Aunque el gigantesco retablo viajó en marzo a París para exponerse en el Museo Picasso como estaba previsto, su autor no pudo acompañarlo y permaneció enclaustrado en Cumbres verdes, un lugar de Sierra Nevada donde cualquiera desearía ser confinado. Aquí ha trabajado Sergio García en un proceso de producción que ha mezclado la fabricación artesanal del soporte con la tecnología de la impresión digital para llegar a un colosal conjunto de lienzos que homenajea al Guernica sin caer en la revisitación. Muy oportunamente se llama Guerra.

Los franceses deberán esperar para verlo hasta que se reabra al público la exposición Picasso y el cómic, que husmea en la relación entre el artista y el universo viñeta, donde se ha reservado un espacio singular para la obra del granadino. Como todo en estos días, se abrirá cuando se pueda, pero se mantendrá hasta el 1 de enero de 2021, tras la nueva reprogramación de las exposiciones. De París viajará al Festival Internacional de Cómic de Angulema, ya que Guerra es una coproducción del Museo Picasso de París y la Cité internationale de la bande dessinée et de l´image de Angulema.

Sergio García Sánchez es uno de los dibujantes españoles más apreciados en Nueva York y París. Ha firmado libros con la escritora Nadja Spiegelman, hija de Francoise Mouly, editora de arte de The New Yorker, y del dibujante Art Spiegelman, y Lewis Trondheim, uno de los renovadores del cómic francés. También publica en The New York Times Book Review y da clases en Angulema, nave nodriza del cómic de autor. Tiene una larga trayectoria en el mundo de la historieta, donde combina esa rareza de sacar adelante teoría (es profesor de Ilustración y Cómic en la Universidad de Granada) y práctica. Probablemente lo primero da pistas sobre lo segundo y parte del carácter innovador de su obra gráfica, de su pulsión por la experimentación, enraíce en sus investigaciones académicas. “Aunque hago un poco de todo, vengo del cómic, donde los caminos están muy claros, mientras que los proyectos como Guerra tienen caminos más insinuados. Son narrativos pero no tienen que ser claros. Es como la diferencia que hay entre poesía y prosa. Y resulta que me gusta mucho la poesía”.
Picasso fue el más grande dibujante de todos los tiempos
Guerra es apabullante en tamaño y narrativa. Al estudiar la estructura del Guernica a partir de la radiografía realizada en el Museo Reina Sofía, Sergio García descubrió que la disposición de los bastidores reproducían un espacio familiar: 3 filas por 11 columnas. Esto es, una sucesión de viñetas, aunque en vez de un folio ocupen 27 metros cuadrados. Sobre ellas construyó una narración alrededor de un Pantocrátor, un dictador que se forja en el odio al otro, el arribismo sin escrúpulos y los contextos históricos con más preguntas que respuestas.

El retablo-cómic arranca en una mina africana de coltán, con obreros esclavizados, que sufren represiones salvajes y recurren a la emigración como única fuga de la realidad. Lo que dibuja Sergio García Sánchez va de las noticias de hoy (el mar y su cementerio de sueños migratorios, el racismo entre pobres) a las de anteayer (los hiperliderazgos fascistas, las dictaduras, las guerras, los campos de exterminio, Europa años treinta y cuarenta en suma). Todo ello salpicado de guiños, homenajes y referencias sobre los que se ha cimentado la herencia cultural occidental desde el mundo clásico. Ahí están Stefan Zweig, Walter Benjamin, Max Beckham, Primo Levi, Dante, Julio César o Judas Iscariote y sus 30 monedas.

Una explosión de dibujo mareante por sus dimensiones y por sus detalles, entintados con plumilla y tinta china. No hay caminos fáciles para Sergio García, ya sea su versión de La bella durmiente (diseñó un libro desplegable que se podía leer hacia delante y hacia atrás junto a Lola Moral, con la que ha firmado varias reinterpretaciones de cuentos clásicos), sus construcciones de iconos literarios para The New York Times Book Review (Moby Dick, Alicia en el País de las Maravillas o Robinson Crusoe), sus cómics (el último, Cuerpos del delito, con el guionista Antonio Altarriba) o el proyecto Viñetas desbordadas que mostró en el Centro José Guerrero junto al dibujante Max y la escritora Ana Merino.

Si alguna bandera enarbola Sergio García Sánchez es la del dibujo como palabras mayores. No hay más que escucharle su valoración sobre Picasso: “A mí me interesan las mismas fuentes que a Picasso: los dibujos anteriores al Renacimiento, la multiperspectiva del dibujo infantil y los primitivismos. Picasso lo es todo en la historia del arte. Lo hizo todo, desde el dibujo con trazo de pincel o de corte clásico a cerámicas icónicas y rupturistas, pero dentro de ese Picasso que era escultor y pintor, yo creo que fue el más grande dibujante de todos los tiempos”.

 
Ilustración que acompaña la convocatoria de la charla 'Cómic en el País Vasco'.


Ilustración que acompaña la convocatoria de la charla 'Cómic en el País Vasco'.



Cómic
Tebeo e identidad. Empieza y termina hoy. Pero abarca cinco décadas. Cómic en el País Vasco. Un recorrido desde los años setenta hasta ahora se titula la charla que celebran esta tarde, a partir de las 18.00, los creadores Kike Infame y Ainara Azpiazu AXPI. “La dificultad de difundir cómic en euskera, ha hecho que autores y autoras, en su lucha por crear, hayan mantenido una identidad propia, gracias a distintos soportes en función de las épocas” es el resumen que se puede leer junto con la convocatoria, realizada en castellano, euskera, inglés e italiano, y que organiza Euskal Irudigileak.

 
Magius: “En mis cómics me interesa reflejar la maldad asociada al poder”

En Lecturas agosto 24, 2020
Gerardo Vilches

Diego Corbalán (Murcia, 1981), más conocido como Magius, lleva años adentrándose en las entrañas del mal a través de sus cómics. Su último libro, Primavera para Madrid, publicado por Autsaider Cómics, es un contundente relato de la corrupción política en la capital de España, que ha sorprendido no solo por su contenido, sino también por su formato.


La crisis sanitaria está marcando la agenda informativa de 2020, pero no deberíamos olvidar ciertos clásicos de la información política que corren el riesgo de caer en el olvido, quizás por puro hartazgo. Afortunadamente, Primavera para Madrid ha llegado para recordarnos esta historia infame de corrupción, compra y venta de favores y desfalco de lo público que su autor, Magius, desgrana sin piedad. De todo ello hablamos con este dibujante murciano en una reciente conversación.

Gerardo Vilches (GV): Me gustaría empezar preguntándote por el dibujo de Primavera para Madrid. Aunque tus dos libros anteriores, Murcia (Entrecomics, 2015) y El método Gemini (Autsaider, 2018) me gustaron mucho, creo que aquí hay un salto a muchos niveles. ¿Cómo lo has trabajado?

Magius (M):
Bueno, quería cambiar de estilo y hacerlo más realista. Con El método Gemini hice una mezcla entre caricatura y relato realista, y hubo gente que me dijo que quedaba extraño. Así que con Primavera para Madrid quise ser más realista. Al principio, me costó, y, de hecho, repetí muchas páginas. Pero acabé dando con la clave: trabajé con muchas fotografías, al ser un tema muy periodístico. Estoy contento con el resultado, porque es la primera vez que hago un cómic así.

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GV: No sé si te resulta difícil emplear fotografías y que, al mismo tiempo, siga siendo un dibujo de Magius, y que quien lo vea reconozca tu estilo. ¿Te ha costado mucho?

M:
Yo tengo algunas claves a la hora de dibujar las caras y las manos, una manera característica. Lo adapté a un registro más realista, pero lo controlo bien. También hice trazos más gruesos para que destacasen más las figuras. Pero creo que el cambio se nota más en la narración que en el dibujo.

GV: Sí, pero, de alguna manera, mantienes esa forma de narrar con elipsis, con muchos saltos en el tiempo, cambios de personajes… ¿cómo trabajas esto a nivel de estructura, está muy cerrada cuando te pones a dibujar, o vas cambiando cosas?

M:
Yo empecé documentándome, leyendo mucha prensa. Iba guardando los textos en una carpeta del ordenador, los imprimía, los subrayaba…Y de tanto leerlos y empaparme de la historia fui haciendo una trama mental en mi cabeza. Sabía cómo empezarlo y simplemente me puse a dibujar. En la última etapa ni tenía los textos, dibujaba todo y luego los ponía, porque sabía hacia dónde iba y tenía mi esquema mental. Realmente, aunque al principio me costó, enseguida le cogí el tranquillo. Se nota que al principio de la historia las cosas fluyen más lentamente y luego se aceleran, también porque las páginas se acababan y el editor me dijo que tenía que cortar, porque llevábamos ya trescientas. La verdad es que no tengo una planificación, es todo muy caótico y voy aprendiendo sobre la marcha.

GV: En El método Gemini hiciste una historia de la mafia neoyorquina, mientras que en Murcia te acercabas a la corrupción de una élite que controlaba la economía de la zona. Iba a preguntarte de dónde te viene ese interés por la política, pero, en realidad, casi diría que es un interés por el mal, por la corrupción.

M:
Supongo que tiene que ver con que yo empecé a dibujar con unos cómics sobre el black metal [Black Metal Comix (2001-2007)] y ahí trataba el mal de una forma muy salvaje y bestia, tan exagerado que daba pie a la comicidad. A partir de ahí, de hacer bromas sobre gente malvada, creo que me surgió el interés por hacer historias sobre gente mala de verdad. Porque en el mundo del black metal hay uno que es malo, pero el resto son pose, todo fachada. Sin embargo, en el mundo de la mafia hay una maldad real, que asusta. Y si te vas a la política, eso está mucho más soterrado. Llama la atención ese mundo del poder, que es realmente el mal. Y se está viendo ahora: la gente poderosa no son las bellas personas que parecen ser. Me llamaba mucho todo esto y quería reflejarlo.

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GV: En el caso de la corrupción de Madrid, antes comentabas que Ata Lasalle, el editor de Autsaider, te tuvo que pedir que pararas, pero no sé si te ha pasado que hayas descartado noticias porque habrían sido tan pasadísimas de vueltas que habrían resultado inverosímiles. ¿Te ha sucedido algo parecido?

M:
No; de hecho, me he dado cuenta de que me he dejado cosas fuera que podría haber metido, como una escena del rey emérito que podría haber sido muy graciosa. Cuanto más bestia es la anécdota, más la destaco. Bien metido, siempre queda bien y puede funcionar cualquier cosa. Puede que la gente piense, en un contexto tan realista, que parece inverosímil, pero creo que estamos acostumbrados a este nivel de locura y de bestialidad, de noticias que parecen mentira. Hoy en día, cuando alguien lee un cómic o cualquier otra cosa, tiene la oportunidad de buscar información en internet y ver si es verdad o es falso. Lo que sí creo es que escenas con demasiada violencia pueden llegar a insensibilizar. Igualmente, si metes mucho drama seguido al final pierde el encanto de la sorpresa, te acaba superando y no cuadra. Pero, si de repente metes una escena violenta cuando nadie se lo espera, queda bastante bien

GV: Creo que esto siempre está muy conseguido en tus cómics: la cuestión del ritmo, de cómo vas alternando diferentes tonos. Sobre todo tu humor negro, muy peculiar. Me gusta mucho cómo intercalas momentos de violencia muy bestia, catártica, con otros de más humor, o incluso escenas de s*x*… ¿Cómo trabajas todo esto? ¿Es intuición?

M:
Sí, creo es intuición. No tengo ningún método. Voy viendo lo que funciona y lo que no, por ejemplo cuando estoy viendo una película y hay cosas que no me cuadran. A lo mejor es muy buena, como puede ser el caso de Parásitos (2019), pero el final de la película no me cuadró. Lo mismo me pasa cuando me pongo a hacer un cómic: veo de una forma intuitiva qué funciona. No sé explicarlo; depende de cómo fluyen las cosas. Es un trabajo de pensar, sobre todo. Hay muchas cosas que se me ocurrieron paseando, por ejemplo. También trabajo mucho sobre imágenes. En este caso, con fotos. Ponía unas enfrente de las otras, viendo cómo fluía, pensando en la historia que las uniera. Ha sido una forma un poco experimental.

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GV: Me resulta interesante que no veo un componente moralista en tu manera de contar este tipo de sucesos. Es como si, simplemente, expusieras unos hechos, no sé si para que cada uno juzgue, o es por el interés que tienes en los temas… ¿esto es así, o sí tienes un interés en denunciar a toda esta caterva?

M:
En el fondo sí, pero, claro, si expones la historia de una forma cruda, si la cuenta alguien que está implicado, que es malvado, como el resto, le das más credibilidad. Lo va a contar según sus intereses, mostrando lo que quiere. En Primavera para Madrid el narrador es muy sincero, demasiado de hecho. Lo expone de forma muy cruda, y creo que eso muestra mucho más que lo que dice el personaje. Creo que eso funciona mejor que si se cuenta de otra forma, diciendo cómo fueron las cosas. Es como un puñetazo en la cara.

GV: Al final del libro, igual que Álvaro Pons en el texto de contracubierta, expones la idea de que este libro no deja de ser una ficción. Y, claro, lo es en alguna medida, pero me lleva a preguntarte cómo has manejado esto. Tú tienes una serie de datos, noticias e información, pero luego hay que rellenar huecos, imaginar conversaciones… ¿Cómo has hecho esto, cómo has relacionado las partes más imaginadas por ti con la información periodística?

M:
Es difícil de explicar, porque fue un proceso largo y complejo. Se trataba de unir unas partes con otras, enganchar las escenas. Si en una terminan hablando de un tema, en la siguiente, aunque no tenga nada que ver, tiene que haber un elemento que se repita, para enlazar. Las conversaciones son imaginadas, pero también hay textos que están cogidos de la realidad. Al principio hay uno de una comparecencia en el Congreso sobre corrupción; lo saqué de las preguntas de un diputado. Siempre intento coger todo lo que puedo de la realidad, porque tiene un impacto muy fuerte. Cuando no se puede, tiro de imaginación. Es lo más libre y lo más divertido de todo el proceso, porque implica meterse en ese mundo e imaginar cómo piensa esa gente. También me gusta el tema de los acentos y las maneras de hablar de cada uno.

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GV: Tú partes de un personaje que casi puede parecer simpático, un pícaro moderno, el pequeño Nicolás, pero acabas llegando al rey de España. Me surge la duda, aunque hayas cambiado todos los nombres, de si en algún momento te ha preocupado estar metiéndote en un jardín y poder tener problemas.

M:
Bueno, no es el rey de España: no nombro la palabra “España” en todo el cómic.

GV: Cierto [risas].

M:
Es un rey de un país inventado que se puede parecer a este. Es una crítica de la realidad, pero también es una ficción con personajes inventados con nombres diferentes. Creo que es una historia universal, aunque sean personajes de ahora. Y creo que aunque alguno se molestara y quisiera hacer algo, no llegaría a ningún sitio. Porque, en el cómic, ningún personaje hace una acción ilegal, realmente. No se muestran. Incluso hay una defensa del narrador hacia su propio yerno. Cada personaje se defiende a su manera y tiene sus motivos y su forma de actuar.

GV: Esto que dices es importante, porque, en la vida real, los villanos no son como los tebeos de superhéroes: estas personas no se consideran a sí mismas los villanos de la historia. Están metidas en un entramado de corrupción que han interiorizado y pensarán que las cosas simplemente son así. Incluso muchos de ellos acaban siendo víctimas de otros que están por encima. Al final, dibujas un panorama bastante desalentador, sin muchas salidas, sin un personaje positivo que en un momento dado consiga salir de ese círculo vicioso.

M:
Sí, es como la realidad actual: en la política no creo que haya ningún personaje positivo, es todo bastante negativo. Has dicho que muchas veces los personajes se ven perjudicados por los de arriba, pero también por los de abajo, que quieren subir. Pero también es importante el papel de los medios de comunicación, y cómo han utilizado la política como un espectáculo, con la intención de llegar a controlar el poder. Lo que ha pasado recientemente con el rey emérito se ha debido en gran parte a los medios de comunicación, que se han atrevido a meter el dedo en la llaga, con toda la propaganda que ha habido. Pero eso no ha sido algo elegido por el pueblo, ha venido desde arriba. Yo creo que en el mundo del poder siempre hay gente que sube y gente que baja. Hay algunos muy poderosos, con mucho dinero, que saben presionar.

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GV: Todo lo que tiene que ver con los medios en Primavera para Madrid me parece demoledor, porque no hay ningún tipo de ética periodística o de valores: es todo parte del mismo entramado de poder y corrupción. Es bastante desalentador, sobre todo porque dibujas a algunos personajes cuyos equivalentes reales están bien considerados, hay quien que los considera buenos periodistas que apoyan a la gente y destapan casos de corrupción. En tu cómic se ve que muchas veces destapan lo que les dejan o lo que les ordenan.

M:
Sí, claro. La prensa amarilla tiene información valiosa que solo utiliza cuando le conviene. Cuando no, miente. Luego hay otros que no son prensa amarilla y, como dices, son muy respetados, pero que se rigen en realidad por temas económicos. Son conocidos porque trabajan en medios de comunicación muy poderosos que pertenecen a grandes grupos. Es un negocio, con intereses políticos. Si un gran grupo es de derechas y posee medios de comunicación considerados de izquierdas, los va a utilizar en su beneficio. No van a cambiar su orientación política; simplemente, van a funcionar como más convenga. El caso de Cristina Cifuentes es revelador: ¿quién sacó el vídeo en el que robaba una crema? Aquello no fue ético, porque esa mujer tendría una enfermedad, sería cleptómana, pero me llama la atención que nadie criticara que sacaran ese vídeo, que no tenía nada que ver con el asunto de los másteres. Por eso incluí esa historia en el cómic.

GV: Tenemos el poder económico, el poder político y una tercera pata de todo esto: el poder religioso. Aparece sobre todo en la primera y alucinante secuencia, la de la misa, pero estuvo muy presente en Murcia. Incluso llegas a mencionar el papel del Opus Dei como sostenedor de todo este entramado. Me interesa mucho saber qué piensas de este tema y cómo se relaciona con todo lo demás.

M:
Está el Opus Dei, están los “Kikos”, en sitios como Murcia están las cofradías, que sirven para que se junte la gente poderosa, políticos y empresarios, gente que quiere medrar y ahí pueden hacer sus contactos. Es igual que sucedía antes con la masonería. Por ejemplo, en Italia, muchos mafiosos se metían en la masonería para contactar con políticos y empresarios, y hacer amistades que les pudiesen ayudar, no porque les interesaran los ritos masónicos ni nada de eso. Claro, aquí sucede lo mismo. La religión, muchas veces, es una fachada. Hay unas tradiciones que todo el mundo apoya, porque cosas como la Semana Santa son algo popular, pero, realmente, la mayoría de gente que está metida ahí sabe a lo que va. En Murcia hay políticos que salen sacando el trono de Semana Santa, y saben que su foto saldrá en las portadas de los periódicos. Es una forma de estar en la alta sociedad. En Primavera para Madrid puse una especie de cofradía basada en las órdenes militares, como la orden de Santiago. Me inspiré en ellas para hacer algo parecido, en lo que están metidos políticos, empresarios, lo que queda de la nobleza…

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GV: ¿Qué referentes tienes a la hora de hacer este tipo de cómics? Te lo pregunto porque siempre me han parecido tus obras muy originales, me cuesta encontrar influencias. Hoy en día hay muchísimos cómics de no ficción, relacionados con la actualidad política o social, cómics periodísticos… Pero, cuando se abordan estos temas, se suele hacer como si fueran un documental, con una intención cívica, por decirlo de alguna manera. Sin embargo tú te lo llevas a un terreno muy poco habitual.

M:
En cómic no tengo muchos referentes. Si acaso en el cine, por ejemplo el de Scorsese, pero poco más. En este caso concreto, al sacar la información de recortes de prensa, sí creo que me ha salido como si fuera un reportaje de La Sexta [risas]. Yo creo que se trata de romper con los géneros. A mí el thriller no me gusta, ni tampoco el cine negro. Lo que me interesaba era el poder y la maldad asociada al poder. La corrupción, la mafia… y, a partir de ahí, seguí mi camino. Pero no me fijé en ningún género del cine o del cómic. A nivel estilístico, en cambio, sí que puede haber algún referente, como Martí Riera, con quien sí me veo algún parecido. Pero en las historias creo que no.

GV: Es curioso que menciones lo del reportaje de La Sexta, porque me imagino todo lo que cuentas en Primavera para Madrid en un documental televisivo, o en una recreación ficcionada en un telefilm, contada como lo cuentas tú, y seguramente se armaría una de la leche. Quizás esa es la gracia del cómic, ¿no? Que el dibujo pone distancia y evitas el referente tan directo de la imagen audiovisual.

M:
Claro, es mucho más sencillo siempre. A la hora de plantear una historia de s*x*, por ejemplo, es mucho más fácil que con actores reales. En un cómic puedes hacer lo que quieras, incluso por**grafía, y no pasa nada. Pero también tiene que ver con que el cómic no llega a mucha gente. No sé si es para una élite, pero sí para poca gente. Eso da mucha libertad, como la que da trabajar con una editorial independiente como Autsaider Cómics: Ata me dejaba total libertad. Me decía cosas, pero siempre tenía libertad de hacerle caso o no. Pero creo que en una editorial más potente me habrían cortado más. En una editorial como en la que estoy creo que hacen cosas más atrevidas, que van más allá de lo que hay. Y eso creo que es bueno. A veces lees cómics que, aunque estén muy bien, se parecen a lo que ha habido antes demasiado. Hay que renovar un poco las historias que se pueden reflejar.

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GV: Justo te quería preguntar ahora por la labor editorial, porque es un libro muy llamativo. No sé si el diseño y el formato han sido ideas tuyas, o han sido cosa de Ata.

M:
Yo le comenté que quería hacer algo diferente. Después de El método gémini, que hice en tres colores, no sabía qué hacer, pero no quería repetirme. Le comenté a Ata mis dudas y se le ocurrió hacerlo en blanco y negro, con un fondo dorado, porque nunca había visto un libro así, completamente dorado. A mí me pareció muy bien. También pensé en hacer una cubierta roja, que recordara a una Biblia, pero Ata pensó la idea de que fuera como un lingote de oro que reflejara la corrupción, algo mucho más profano. Realmente, creo que la forma del libro explica muy bien su fondo. La corrupción, el derroche…

GV: Totalmente. Además, llama muchísimo la atención en una estantería.

M:
Sí, es una idea muy sencilla pero que funciona perfectamente. Me parece genial.

GV: ¿Cómo está siendo la recepción del cómic, por el momento? ¿Estás contento?

M:
Sí, por lo que voy leyendo, parece que ha gustado bastante. De entrada, sorprende por el formato, pero luego cuando lo leen les gusta. Incluso hay gente que está diciendo que termina de leerlo enfadada, lo cual está muy bien. Yo buscaba eso también, pensaba que todas estas historias que he ido sacando de pequeñas noticias que han ido saliendo en los medios poco a poco, si las juntas todas y las narras como una gran historia, tiene un efecto brutal. Puede hacer que la gente se plantee que esto tiene que acabar.

GV: Sí, es como si hubieras cogido todas las piezas y montado un puzle que te da una imagen mucho más tremenda de lo que parecía con el goteo de noticias.

M:
Claro, porque los medios van soltando las noticias según sus intereses, pero cuando lo ves todo de golpe… Los medios, además, critican a los políticos, pero no se critican a sí mismos. No se hacen un examen. Y hay muchos programas de televisión que tratan sobre política y dan un poco de asco. El rollo de la política convertida en espectáculo es bastante lamentable.

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GV: Sí, hay como una especie de banalización, un show de variedades constante en el que la gente pelea en público porque eso es lo que da audiencia.

M:
Sí, y esto lo único que está trayendo es problemas, porque así no se soluciona nada. La gente pasa de protestar, porque no sirve para nada, no hay nadie a quien protestar. Les da todo igual.

GV: La última pregunta es la más difícil: después de toda la investigación que has hecho y la realización del libro, que te ha llevado dos años, ¿qué expectativas tenemos? ¿Cómo salimos de esta y acabamos con todo lo que cuentas, si es que es posible?

M:
Lo veo difícil. No es como el 15M, en el que la mitad de la población se puso de acuerdo, aunque no hubiese ninguna hoja de ruta ni un objetivo. Pero, ahora, todo el mundo está peleado con todo el mundo. Lo veo cada vez peor, la verdad. Con toda la crisis de la COVID-19 hay hasta grupos de negacionistas. La gente está muy cansada. También pienso que hay cosas estancadas, como el debate sobre monarquía o república. A lo mejor hay otra cosa en la que nadie se ha parado a pensar. También está el tema territorial, Catalunya y País Vasco, que es muy complicado. Y, por supuesto, el neoliberalismo. Es imposible de arreglar.
 
‘¿Me estás escuchando?’ – Tillie Walden, jóvenes talentos y piruetas por las carreteras de Texas

En Lecturas agosto 28, 2020 Juan Damián Pardo

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Tillie Walden tiene apenas veinticuatro años y saltó a la fama internacionalmente hace tres con su novela gráfica autobiográfica Piruetas (2017). En muy poco tiempo, ya se ha hecho con otro premio Eisner a mejor obra del año pasado con su último ¿Me estás escuchando? Revisamos la carrera de esta mujer texana y lo que supone a día de hoy para el mercado del cómic independiente estadounidense.

Aunque Tillie Walden parece tener bastante claro ahora mismo que lo suyo es el mundo del cómic, desde hace ya un tiempo se ha convertido de forma meteórica en un exponente clarísimo del talento joven que subyace en esta esfera. Lo cierto es que gran parte de su vida hasta ahora se ha visto marcada por un mundo bastante distinto: el del patinaje sobre hielo competitivo. Un mundo bastante feroz dentro de la lógica estadounidense, que además supuso la imposición de uno de los cambios que más radicalmente marcarían su infancia: mudarse de su natal Texas a Nueva Jersey.

Marcada por un taller de dos días de duración sobre la creación de cómic llevado a cabo de la mano de Scott McCloud, Walden decide que quiere centrar todo su esfuerzo en este arte, cada vez más desencantada con muchos otros. Hasta ese momento, gran parte de la cultura del medio que ha consumido viene –como le pasa a tantas otras jóvenes lectoras de su edad y generación– del manga, que marcarán su estilo de dibujo y narración para siempre. Por ejemplo, le lleva a centrar su fuerza más en el trazo y en la línea desnuda que en el color naturalista. Haciendo especial énfasis en las influencias de los trabajos del Estudio Ghibli y del autor de manga Yoshihiro Togashi (Hunter x Hunter), arrastrará esta tradición incluso en la actualidad, donde su estilo se ha occidentalizado quizás, pero su forma de narrar y construir la página sigue picando un poco de todos lados.

Los primeros pasos hasta llegar a las auténticas piruetas
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Con su tercera novela gráfica, A city inside –sin publicar en nuestro país-, Tillie Walden ya llega a ganar algún que otro premio, comenzando poco a poco a labrarse un nombre.

Aunque el lanzamiento y el recibimiento de Piruetas es lo que realmente la coloca definitivamente en el candelero, en realidad podríamos decir que desde sus primeros pasos como autora completa, Walden ya deja claro su estilo e influencias, así como la aparición de todas las características definitorias que más tarde la diferenciarán del resto. En The end of summer, en 2015, vemos la aparición de un universo con tintes fantásticos que parece remitir tanto al cuento de hadas como al imaginario mitológico de las películas de Hayao Miyazaki. Y también el uso de un trazo fino, rápido pero detallado que recuerda a las obras más conocidas de Alison Bechdel.

A esta primera incursión le seguirán en esta etapa iniciática otras dos más: I love this part y A city inside. En la primera ya aparece un romance homosexual entre dos chicas jóvenes, en la que se mezcla lo puramente ficcionado con los tintes autobiográficos. El rol de la mujer joven y homosexual en el cerrado ambiente estadounidense es uno de los elementos más repetidos dentro de la obra de Walden, aunque tarda en aparecer regularmente en sus trabajos hasta que ella misma –en sus propias palabras– se siente segura de expresarse públicamente como mujer lesbiana. En esta representación de los recuerdos de la propia vida, de las propias experiencias, es donde aparece por fin Piruetas.

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Con Piruetas, Tillie Walden aprovecha todo su conocimiento y experiencia en el mundo del patinaje competitivo para ofrecernos un inusual coming-of-age autobiográfico.

En Piruetas no hay personajes que tapen a la realidad, aunque la ficción que leemos sea solamente un reflejo reducido de lo que realmente pasase. Tillie se convierte en la protagonista de forma literal en esta autobiografía en formato de cómic de más de cuatrocientas páginas, que nos lleva directamente al duro mundo del patinaje sobre hielo competitivo. Desde la mudanza a marchas forzadas hasta el desencanto cada vez más patente con la disciplina, Walden nos presenta aquí un coming-of-age con todos los elementos del subgénero.

Aunque empezó siendo un proyecto mucho más breve, rápidamente la idea se extendía en todas direcciones, tocando muchos elementos de su vida pasada y entrecruzándose con otras tantas historias, lo que acaba convirtiendo definitivamente a Piruetas en la compleja narración que acaba siendo. No siempre todo lo que se cuenta es estrictamente necesario para la sucesión de los hechos, y muchas veces se pierde la relación de causa y efecto, pues se nos cuenta lo que pasó como si lo contara alguien conocido, saltando de un lugar a otro, omitiendo detalles y a veces volviendo hacia ellos según se va acordando.

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La pista de patinaje se convierte en escenario de creatividad y ambición, pero también terreno asfixiante y desolador.

El ambiente texano está ahí, incluso en el cambio de localización de la familia a Nueva Jersey. De alguna forma, se trata de un elemento identitario fundamental para comprender la obra de Walden. Hablando de ese tema, la cuestión de la identidad lesbiana en la mujer adolescente también aparece aquí de nuevo, esta vez personificada en la propia Tillie. Su primer romance con otra chica que hace patinaje artístico como ella sirve de alguna forma de cimiento romántico de todo lo que se nos está contando, y aunque no escapa del tono trágico, consigue llevar un mensaje esperanzador y de cierta nostalgia inmediata por la juventud tan recientemente pasada.

Piruetas es a ratos una obra dura, que no tiene miedo de profundizar en algunos temores y en sombras especialmente oscuras del universo que está contando. Aunque Tillie ha mencionado en más de una ocasión que hay varias cosas que no cuenta, que no es una muestra exacta de la realidad y que ciertas cosas prefiere dejarlas para sí misma, eso no hace menos escalofriante o doloroso el relato de una agresión sexual que sufre Walden a mano de uno de sus monitores. La narración en viñetas de estos momentos y de cómo se cuenta entre los personajes consigue conmover y concienciar sin resultar escabroso, quizás algo que resume perfectamente el tono que maneja Walden en esta obra… y aquello que la hace tan única.

‘¿Me estás escuchando?’ – Bea & Lou, corazones salvajes
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La carretera como elemento de ensoñación, búsqueda y desafío es una constante en la forma de contar historias, y especialmente en la de ambientarlas en Estados Unidos. La construcción de carreteras que comunicasen todo el país fue una revolución sin igual, que además dejó a la vista –si es que todavía no quedaba claro de sobra– todas las desigualdades y diferencias que poblaban el país. No es de extrañar, por tanto, que muchos autores norteamericanos se acerquen en algún momento dado al subgénero de la road story, aquel por el cual unos personajes se lanzan a un viaje del que saldrán cambiados. Es una constante por ejemplo en el trabajo de David Lynch, desde su Corazón salvaje (1990) hasta los últimos compases de la última temporada de Twin Peaks (2017), donde la aparición de la serpenteante carretera, constantemente observada de forma frontal hacia el infinito, se reinserta en el imaginario como una promesa eterna de cambio y también de perdición.

Bea tiene 18 años, y está huyendo de casa sin ningún medio más allá de su entereza y sus dos piernas. Lou tiene 27 años, es una mecánica que va en su coche a visitar a su tía abuela y, luego… lo que sea que pase. Ambas se conocen, se suenan, saben de la existencia de la otra, aunque no hayan compartido mucho más. Sus caminos se cruzan rápidamente, y deciden en el acto unir fuerzas para llegar a su destino. Pero las carreteras se mueven solas, desaparecen, y los mapas hablan de ciudades que no están en ningún sitio pero que a la vez siempre han existido en ese lugar. La aparición de lo fantástico, de lo inusual, de aquello que parece más una ensoñación que nuestra realidad, irrumpe como una amenaza para las dos.

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Cuando ambas se encuentran con un gato que parece venido del Más Allá tienen claro que deben llevarlo hasta la dirección que marca en su placa, aunque todo parece indicar que a ese lugar no se puede acceder mediante los métodos tradicionales. La persecución de unos extraños señores más reminiscentes a sombras tenebrosas que a otra cosa no harán sino incrementar la sensación de malestar y agobio permanente en nuestras protagonistas, que no tendrán más remedio que continuar su huida hacia delante sin pensar en las consecuencias inmediatas. La Oficina de Asistencia en Carretera no da ninguna confianza, y no encuentran otro apoyo más que ellas mismas en el entramado de la Texas moderna.

De nuevo, se tratan dos temas recurrentes en la obra de Tillie: la homosexualidad en la juventud –y más concretamente, la juventud nacida en la Texas rural-, y la sanación de un trauma a través de compartirlo con la persona cercana. Ambos van apareciendo puntualmente a lo largo de la historia hasta llegar a relucir totalmente en el momento climático que da nombre a la propia historia.

Tillie Walden está harta de que siempre que se hable de ella salga a relucir su edad antes de ninguna de las otras cosas que ha hecho, y lo cierto es que sus trabajos serían impresionantes y remarcables se hubiesen realizado con la madurez que se hubiesen realizado. ¿Me estás escuchando?, como muchas otras obras anteriores –y esperemos que posteriores– de Walden, muestra el interesante submundo que se está formando en estos momentos en el cómic independiente estadounidense.

 
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