Autoestima y otros temas de psicología

Aprendiendo a amar en relaciones de pareja equilibradas y sanas



Dos extraños en un tren. Se cruzan las miradas y el flechazo es instantáneo. Una serie de infortunios les separa constantemente. Las familias se oponen. Les destinan en sus trabajos a ciudades lejanas. Pero, al final, uno de los dos lleva a cabo un acto heroico con el que consigue juntarse con esa persona de nuevo. Contra viento y marea. Y fueron felices y comieron perdices. Para siempre.


¿Te suena? Podría ser el argumento de una de las tantas películas románticas que ven la luz todos los años en el mundo entero. Ahora bien, ¿se ajustan estas historias a una idea realista de lo que es el amor? ¿Fomentan relaciones de pareja equilibradas y sanas o dan pie a que surjan vínculos tóxicos y de dependencia?




“Nunca por encima de ti, nunca por debajo de ti, siempre a tu lado”


-Walter Winchell-


¿Cómo influye la sociedad en que se den relaciones equilibradas y sanas?

En primer lugar, es importante que tomemos conciencia sobre los ideales del amor romántico con los que hemos convivido desde pequeños. Aunque parezca una nimiedad, la realidad es que desde las canciones, los cuentos, las películas y/o series se nos han transmitido historias poco realistas que reflejan cómo se supone que debe ser una relación de pareja. Unas historias de las que al mismo tiempo la propia sociedad, como transmisora, es cómplice.

“El amor no reclama posesiones sino que da libertad”
-Rabindranath Tagore-


A medida que vamos creciendo, vamos intuyendo qué es eso de enamorarse y qué debemos esperar cuando eso pasa. Además, podemos hacernos una idea de cómo debemos comportarnos y quién debe atraernos. Por ejemplo, ¿quién ha dicho que las personas más delgadas tienen que resultarnos más atractivas? De hecho, esto no era así en siglos pasados.

Lo cierto es que la cultura y la educación tienen una influencia innegable en el tipo de relaciones que tenemos. Por ello es importante que se cambien los cánones actuales. Esos en los que se promueve la idea de que el amor, por sí solo, todo lo vale. Pero no solo se nos dice eso. Generalmente se nos transmite que, si nos enamoramos, será para siempre y que hay que hacer todo lo posible porque sino será de alguna manera un punto más a anotar en nuestra lista de fracasos.


Esa persona que se supone que es “nuestra media naranja”, nos complementa y nadie más lo hará nunca de esa forma si el vínculo se rompe. Lo que se consigue así es que las personas hagan todo lo posible porque el otro permanezca a su lado. En lugar de relaciones de pareja equilibradas y sanas, se dan otras tóxicas donde la dependencia emocional llega a límities extremos. Cada uno tiene que dejar totalmente de lado su vida anterior y solo se pueden hacer cosas juntos. ¿Eso es amor?

Potenciar la autonomía, clave en las relaciones de pareja equilibradas
En ese tipo de relaciones, el bienestar del otro se pone por encima del propio. Se potencian los celos y el dejar de lado a amigos y familiares para estar más tiempo y de forma exclusiva con la pareja. Estas relaciones tóxicas de dependencia solo generan malestar en todos los ámbitos de la vida, pudiendo derivar incluso en situaciones de maltrato. Por ello, es importante cambiar estas creencias amorosas románticas por otras más realistas.

“Ninguna persona involucrada en una relación debería sentir que para hacerla viable necesita renunciar a una parte esencial de sí misma”

-May Sarton-

Así, para conseguir relaciones de pareja equilibradas es importante que tratemos de llevar a cabo conductas igualitarias y de buen trato. Hay que tomar conciencia de que cuando nos enamoramos de alguien no nos fusionamos con esta persona convirtiéndonos en un solo ser, sino que cada uno sigue teniendo unos derechos y unas necesidades que no tienen por qué satisfacerse exclusivamente dentro de la pareja.

Claro que hay que ser capaces de estar a gusto con el otro, incluso de tener momentos juntos de auténtica intimidad y complicidad, gracias a la confianza que da el vínculo amoroso. La diferencia estriba en saber que no hay que hacerlo todo juntos, sino que es posible tener independencia dentro de las relaciones de pareja equilibradas.

Así, es importante que seamos capaces de establecer límites saludables y potenciar por un lado la confianza y la apertura al otro, y por el otro la autonomía, el empoderamiento de cada uno de los miembros y el tiempo para estar con otras personas o en soledad. En definitiva, consiste en dar, pero también en saber recibir, en encontrar un equilibrio en el que cada uno se sienta bien de manera individual y con la pareja. Y es que… ¡A amar también se aprende!


Por Laura Reguera
 
5 manifestaciones de la envidia



La envidia no es un sentimiento, sino una pasión malsana. Pese a ello, se podría decir que nadie en el mundo se ha salvado de sentirla. La realidad humana es así. Lo que sucede es que algunas personas se dejan invadir por esa pasión y sucumben a ella. Es entonces cuando surgen diferentes manifestaciones de la envidia, todas ellas muy nocivas.

Esta pasión es difícil de sobrellevar. Afecta sobre todo a quien la experimenta más que a aquel que la despierta. Adopta muchas formas y varias de esas manifestaciones de la envidia son sutiles y difíciles de detectar. En ocasiones se disfrazan de actitudes que aparentemente son muy bien intencionadas.


Nadie es realmente digno de envidia”.

-Arthur Schopenhauer-

Una de las tareas que todos tenemos en la vida es aprender a elaborar y diluir la envidia cuando aparece en la vida. Para ello, nada mejor que reconocerla, primero que todo. Estas son algunas de esas manifestaciones de la envida que pueden parecer otra cosa.

1. El apunte sarcástico
El apunte sarcástico es una de las manifestaciones de la envidia más comunes. El sarcasmo se define como un tipo de burla en el que se dice una cosa para dar a entender lo opuesto, o en todo caso, algo diferente. Son mensajes de doble sentido. Las palabras dicen algo, pero el sentido de las mismas es otro.


La forma más habitual de sarcasmo combina un mensaje agresivo con uno amable. Como cuando alguien dice: “Qué vestido más bello traes, lástima que hayas engordado tanto”. O frases como “Hiciste un trabajo excelente, aunque haya tenido tantas fallas”. Finalmente prima la ofensa. Y es una ofensa que nace de la envidia.

2. El disparo directo
Corresponde a ese tipo de personas que no utilizan filtros para los mensajes que comparten. Su supuesta sinceridad se convierte en grosería con frecuencia. También en críticas despiadadas, que lanzan sin ningún recato, como si algo les diera derecho a hacerlo.


Son de los que dicen, “¡Pero qué imbécil has sido!” o “Da pena ver los dientes que tienes”. Comparten su opinión sin que nadie se la haya pedido y su apreciación no aporta nada útil o nuevo a la situación. Por eso señalamos a esos disparos directos como una de las manifestaciones de la envidia.

3. El sadismo dulce
Por lo general, los “sádicos dulces” son personas muy amables. Se muestran atentas y afables, mientras hacen algo que termina entorpeciendo tus planes o situando obstáculos en el camino hacia tus objetivos. Sin embargo, en su defensa siempre esgrimen que no ha sido intencionado.

Por ejemplo, le pides un favor importante y el otro, después de comprometerse, lo “olvida”. Después se excusan contigo e intentan que entiendas que su intención no ha sido la de perjudicarte. O los que, sin quererlo, te queman el vestido o no cuentan contigo para tomar una decisión importante, por mucho que te afecte.

4. Solidaridad mezquina
Esta es una de las manifestaciones de envidia frecuentes y hace bastante daño. Su frase favorita es “solo quiero ayudarte”. Corresponde a esas personas entrometidas, que buscan conocer las intimidades o asuntos personales de los demás.

Son gente intrigante. Con la información que consiguen, arman misterios y enredos que pueden generar mucha confusión en el entorno. Están siempre pendientes de la vida los demás, dan consejos sin que se los pidan, alertan a todo el mundo sobre sus posibles enemigos y terminan creando malestares innecesarios. Lo que llevan dentro es envida, simple y llanamente.

5. El que se compara y gana
Esta es una de las manifestaciones de la envidia propia de personas que son muy egocéntricas. Siempre se comparan con los demás y siempre necesitan encontrar una manera de “ganar” en las comparaciones que plantean. Dicho de una manera diferente, necesitan “ganarle” a todo el mundo por contraste.

Lo que sucede entonces es que se fijan en tu ropa, en tu auto, en tu pareja, en tus estudios, en todo lo tuyo. Cuando menos lo esperas, lanzan un comentario que está orientado a minimizar el valor de lo tuyo y exaltar lo propio. Dicen cosas como: “Supe que tuviste un problema con tu novio. Es una lástima. Yo jamás tengo problemas con el mío”.

Todas estas manifestaciones de la envidia son también expresiones de inseguridad. Ocurren porque la persona no logra verse a sí misma de manera autónoma, sino que se mira a través del lente de los demás. Los logros y satisfacciones ajenos le recuerdan sus vacíos e insatisfacciones. No dejan de sufrir por ello, de ahí que, si les queremos ayudar, tenemos que comenzar por la difícil tarea de comprender su sufrimiento.

Por Edith Sánchez
 
Psicodrama: la inigualable forma de representar los problemas


El psicodrama es una herramienta terapéutica en la que la escenificación es el principal elemento. En este tipo de terapia pueden participar: niños, adultos, adolescentes y personas mayores. Consiste en conectarnos con lo más profundo de nosotros y representar lo que nos agobia. Así, es una forma creativa de solucionar los problemas que tenemos.

Entonces, el psicodrama busca solucionar los problemas a través de la representación teatral y el análisis que realiza el terapeuta y los participantes. Se trata de una técnica de psicología creada por Jacob Levy Moreno, un psiquiatra rumano al que se le ocurrió que es terapéutico escenificar lo que nos sucede. Aquí te contamos de qué se trata esta interesante forma de resolver nuestros conflictos.


“La vida es una obra de teatro que no permite ensayos; por eso canta, ríe, llora, baila y vive intensamente cada momento… antes que el telón baje, y la obra termine sin aplausos”.
-Charles Chaplin-

¿En qué consiste el psicodrama?
El psicodrama se utiliza en psicoterapia como medio para que los pacientes encuentren una solución a aquello que les agobia. Se puede aplicar de forma individual, en pareja, en familia, y en grupo; esto depende de cada persona y de cada terapeuta. En esta forma de intervención generalmente se mantiene el siguiente proceso:

  • Calentamiento. En esta parte del psicodrama se hacen ejercicios para que los asistentes se integren y tomen consciencia del inicio.
  • Escenificación. Aquí se anima a una persona para que explique el problema que tiene, y esta puede representarlo o escoger a otras para que escenifiquen su problema.
  • Análisis grupal. En esta parte del encuentro, las personas comparten su experiencia, bien sea porque hayan participado actuando o a través de la percepción que obtuvieron siendo espectadores.
  • Cierre. Aquí cada participante habla de su aprendizaje durante la sesión. Finalmente, el terapeuta hace un resumen de la sesión y facilita su comprensión.
En todos los pasos interviene el terapeuta, ayudando a que el proceso fluya e interviniendo cuando lo considere necesario. Por ejemplo, si una persona se desborda o si tiene que hacer énfasis en algo. Además, el grupo tiene una participación activa, no solo en el momento de la escenificación sino en la parte del cierre y el análisis grupal, lo que hace que cada participante del psicodrama resulte esencial.

Este proceso facilita la disposición de los participantes, porque cada paso va favoreciendo una mayor apertura e integración de las personas que desarrollan el psicodrama. Además, no solo aporta estos aspectos a nivel psicológico, sino físico a través de los ejercicios diseñados por el terapeuta. Entonces, cada paso no es una improvisación, este proceso está debidamente planificado por el terapeuta, quién sabe lo que necesita el grupo.


¿Por qué funciona el psicodrama?
A veces cuando tenemos problemas nos cuesta asumirlos y entenderlos, incluso nos cuesta saber qué es lo que nos pasa. A través del psicodrama podemos darle forma a esos pensamientos y emociones que nos hacen sentir mal; la representación, en este caso, es el papel en blanco sobre el que escribir.

La escenificación facilita la expresión de esos aspectos difíciles de elaborar. Esto sucede porque la persona es capaz de ver sus problemas desde otra perspectiva y explora mentalmente o en el escenario diferentes posibilidades como solución. Además, se siente apoyada por el grupo y por el terapeuta. Y, porque los ejercicios ayudan a que la persona se desinhiba y vaya mostrando qué es lo que le sucede.

Ahora bien, el facilitador es indispensable, porque es quien guía el proceso, ayuda a interpretar y a desarrollar diferentes rutas para solucionar los problemas. Entonces, el terapeuta es imprescindible para guiar el proceso, establecer cuáles son las necesidades del grupo y analizar los elementos que se presentan durante el proceso. Por ejemplo, obtiene mucha información a través del lenguaje no verbal, una maravillosa forma de interpretar lo que mostramos a través del cuerpo.


Por otra parte, el psicodrama funciona porque potencia el crecimiento personal a través del aprendizaje de la experiencia directa simulada. Y, al fomentar el vivir el momento presente, amplía la mirada. Es decir, promueve que apliquemos en nuestra cotidianidad el poner atención al “aquí y ahora” y a ver los problemas desde diversos ángulos. Por ende, ayuda a que entendamos nuestras ideas y pensamientos desde una perspectiva más amplia.

Técnicas del psicodrama
En el psicodrama, las formas de escenificación son múltiples. Cada terapeuta pone a disposición de los participantes diferentes métodos para facilitar la solución de los problemas. Entonces, cada encuentro psicodramático va a ser distinto. Aquí te mostramos algunas formas de escenificación del psicodrama, veamos:

  • La escultura. Se trata de hacer de una o más personas una escultura, que exprese esos sentimientos y pensamientos que nos agobian. La persona también puede moldear su propio cuerpo. Esta es una maravillosa forma de poner toda nuestra creatividad.
  • El espejo. Consiste en que otras personas representen el problema que tenga alguno de los participantes y este lo vea desde afuera. Aquí aprenden ambas personas de la experiencia, y el público, como observador, también.
  • El soliloquio. Se trata de que la persona hable de lo que le sucede, como si estuviese pensando en voz alta.
  • Roles. Aquí la persona toma la función de otra en algún momento de la escenificación, para ver el problema desde los puntos de vista de otras personas que están involucradas en él. Y, para representar problemas de otros para facilitar el entendimiento de sus problemas y aprender de la experiencia.
Ahora bien, estas actividades siempre van acompañadas de un análisis que realiza el terapeuta y de sugerencias que hace este para propiciar un ambiente terapéutico. Y, todas las personas que participan, por ende, aprenden de cada experiencia, bien sea siendo protagonistas, ayudantes o espectadores.

El tipo de actividad va a depender de las necesidades de las personas que estén involucradas en el proceso psicodramático y de los problemas que se aborden. El terapeuta, como experto sabe determinar qué tipo de acciones se van a llevar a cabo para propiciar un ambiente de aprendizaje y expresión.

¿Qué propicia el psicodrama?
El psicodrama propicia diferentes aspectos. Aquí te mostramos algunos de ellos:

  • La toma de conciencia sobre los problemas.
  • La exploración de distintas soluciones para los problemas.
  • El autoconocimiento.
  • Comprender los sentimientos del otro.
  • Encuentro grupal.
  • Que las personas se hagan cargo de sí.
  • La creatividad.
  • La espontaneidad.
  • Vivir el presente.
  • Liberación emocional.
Ahora bien, mediante la dramatización, la interpretación y el análisis podemos llegar a entender lo que nos pasa, teniendo en cuenta el trabajo en grupo y la facilitación del terapeuta. Una maravillosa forma de encontramos con nosotros, desarrollar nuestra creatividad, hacernos cargo de lo que somos, y de comprender al otro.

El psicodrama es un recurso capaz de ayudarnos a solucionar nuestros conflictos. Cada experiencia será un aprendizaje, una forma increíble de autoconocernos y de fortalecer la empatía y la creatividad, liberándonos de las emociones y pensamientos que nos agobian. El psicodrama no sólo es una herramienta terapéutica, es una forma de expresión y solución de los problemas.

“El psicodrama es una nueva forma de psicoterapia que puede ser ampliamente aplicada”.
-Jacob Levy Moreno-

Por María Alejandra Castro
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La desesperanza creativa: la luz que debemos ver más allá del malestar



La desesperanza creativa nos recuerda que tarde o temprano hay que hacerlo: detenernos, encarar el sufrimiento y nuestras resistencias. Lejos de alimentar ese repertorio de estrategias de evitación, esta técnica nos invita a aceptar la realidad asumiendo la desesperanza para transitar con ella, pero creando a su vez un nuevo plan de ruta, un nuevo propósito más luminoso donde sí hay esperanza.

Esta herramienta psicoterapéutica forma parte de la terapia de aceptación y compromiso. Para los lectores que no conozcan este enfoque, podríamos decir que forma parte de las llamadas terapias de tercera generación.


“Aprende a cavar un túnel de esperanza a través de las montañas de desesperanza que te rodean cada día”.
-Martin Luther King-

Suele generar cambios positivos y transformadores en las personas gracias a dos claves muy concretas. Combaten en primer lugar, los pensamientos automáticos, esos que nos causan sufrimiento y nos sumen a menudo en dinámicas destructivas con las que alimentamos el dolor. En segundo lugar, la terapia de Aceptación y Compromiso se caracteriza por esa cercanía directa, humana y envolvente con el paciente donde a través de un diálogo fluido y cómodo, libre de juicios, se van generando cambios y propiciando además conductas más adaptativas.

Así, y a la hora de promover dichos cambios, es común hacer uso de lo que se conoce como desesperanza creativa, la cual puede acercar al paciente al reencuentro de sus propios valores, a lograr un estado de calma y armonía interna donde poder generar nuevas oportunidades y el estado idóneo para aprovecharlas.

¿En qué consiste la desesperanza creativa?
Para comprender mucho mejor qué es la desesperanza creativa empezaremos con una pequeña historia a modo de introducción. El relato empieza con un campesino, un hombre al que se le propone realizar una extraña tarea de la que obtendrá un buen beneficio. El trabajo consiste en trabajar un campo con la única ayuda de un burro y una pala; sin embargo, hay además una pequeña condición: debe llevar los ojos vendados.

El buen hombre inicia su labor siguiendo las pautas indicadas, pero lo que no sabe es que el campo entero está lleno de hoyos. Como es previsible, nuestro protagonista cae en uno de ellos. Sin saber qué hacer y cómo salir, el campesino se retira la venda de los ojos y hace uso de lo único que lleva: su pala. Así, y durante casi un día, empieza a cavar y abrir túneles, empezando a tomar conciencia poco a poco de que lo único que consigue, es hundirse mucho más.


Tras darse cuenta de ello, decide asumir su situación y optar por otra estrategia. Tal vez, deba darle a esa pala otro uso… Este pequeño ejemplo nos ilustra con originalidad la propia esencia de la desesperanza creativa. A menudo, nuestras propias conductas de evitación nos arrastran no solo a una desesperación mayor, sino que además intensificamos la complejidad del problema original.

Las finalidades de la desesperanza creativa
Cuando una persona llega a la consulta de un psicólogo, no viene sola. Con él o con ella, vienen un saco repleto de pensamientos distorsionados, barreras defensivas, actitudes limitantes, zonas erróneas, un exceso de pasado, un presente desaprovechado y una angustia vital que se percibe casi desde el primer instante.

Conseguir que ese paciente salga de la consulta “un poco mejor” de como ha venido no es fácil, ni tampoco el principal propósito. Hay que hacer un plan de ruta y conferirle a esa persona, esperanza. Sin embargo, ¿cómo lograrlo? ¿Cómo conseguir que el paciente vuelva a su casa con un poco más de luz… ante tanta oscuridad condensando su mente? Por curioso que nos parezca, la desesperanza creativa es un buen comienzo, una herramienta a instantes poderosa. Veamos por qué.

  • La primera finalidad es lograr que el paciente acepte las experiencias negativas que están en su interior y que no puede controlar. Lejos de pelear con ellas, de huir o de obsesionarse con esos hechos, es momento de abrazar la desesperanza, transitar con ella y asumir que ese camino ya no tiene sentido. “Yo lo acepto para dejarlo ir”.
  • Tras la asunción de esos hechos dolorosos o angustiantes, el psicólogo procede a reorientar a su paciente a través del diálogo hacia otras opciones, salidas donde hay un refuerzo positivo, un propósito, una esperanza real.
  • Asimismo, el psicólogo, a través de un buen tacto, hará ver de forma constante a la persona que aquello que ha quedado atrás, aquello que duele, ya no es útil y ya no sirve. Sin embargo, esa desesperanza puede actuar como un impulso, un motor para hallar nuevas salidas. Es como quién da dos pasos atrás para poder saltar más alto.
Podemos concluir señalando que la desesperanza creativa puede y debe aplicarse más allá del ámbito psicoterapéutico. Todos nosotros de algún modo, hemos pasado por esas épocas en intentamos huir de algo y casi sin saber cómo, acabamos alimentando el mismo malestar. Es como quien conduce por una ciudad que no conoce y al poco, termina dando vueltas por la misma rotonda una y otra vez.

Salir de esa rotonda, ver luz más allá del propio malestar, implica primero entender que no sirve de nada utilizar de forma reiterada la misma estrategia, esa que nos conduce a los mismos resultados. Hay que romper el ciclo, dejar de escapar, asumir que estamos perdidos, que no avanzamos y entonces, mirar más allá. Alzar el rostro y salir de nuestra propia trampa para descubrir otros caminos, otras rutas más saludables y liberadoras.

Por Valeria Sabater

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¿Cómo ser personas que inspiran confianza?



A lo largo de nuestra vida nos presentan a muchas personas y cuando esto sucede una de las preguntas que solemos hacernos es "¿Qué impresión le habré causado?" Esta pregunta se convierte en más relvante cuando es una persona que a nossotros sí nos ha caido bien o es una persona que vamos a seguir biendo a lo largo del tiempo (los suegros, un compañero de trabajo, etc.).


Ahora pongamonos en que nos quedamos con la sensación de no haber causado una buena impresión (no tenemos el mejor día, ha caido una tromba de agua o lo nuestro no es la simpatía a primera vista) ¿A qué se debe esto? ¿Hemos hecho algo mal? Pues claro que no. Hay multitud de factores que pueden producir este rechazo inicial y no son nuestra culpa.






Si de verdad estamos interesados en esa persona, pues con el paso del tiempo sí que hay que seguir una serie de hábitos con el objetivo de que la relación de amistad (o incluso amor) vaya hacia delante. Eso sí, hasta cierto punto esto tiene que ser recíproco porque sino sentiremos que estamos siendo utilizados por la otra parte. ¿Les gustaría saber por tanto qué podemos hacer para ganarnos la confianza de los demás? Pues no pierdan de atención las siguientes líneas:


La palabra tiene muchísimo valor

De nada vale prometer algo si después no lo vas a cumplir. Si sabías desde un principio que no lo podías llevar a cabo. ¿Para qué das tu palabra de que así será? Como muchos saben, las palabras se las lleva el viento y si nos las podemos convertir en realidad, es normal que la otra parte empiece a desconfiar de nosotros. Sobre todo si ya se ha producido varias veces. Obviamente habrá situaciones menos graves donde a veces no es posible cumplir nuestra palabra, pero aunque exista justificación la otra persona siempre agradecerá que intentemos reparar de alguna forma nuestra falta.




Decir la verdad es lo único que vale

La sinceridad es uno de los pilares básicos de cualquier relación. Está muy bien eso de ser sincero de cara a la galería, pero también hemos de serlo interiormente y por tanto hay que ser consecuente con lo que decimos y hacemos. Hay que nacer con la idea de que no somos perfectos y no pasa absolutamente nada por reconocer un error y subsanarlo. De hecho, si somos capaces de abrirnos a las personas cercanas a nuestro círculo (aunque eso supongo un conflicto) después los lazos afectivos saldrán mucho más fuertes.


Hay que ser transparente

No solo vale con ‘parecer’ transparentes, también hay que serlos realmente. Si nos dedicamos a manipular nuestras conversaciones en beneficio propio quizás consigamos ventajas a corto plazo. Sin embargo, si queremos ‘plantar’ una relación basada en la sinceridad, tolerancia y respeto, lo mejor es ser transparente desde el principio (aunque en ocasione seguro que no será nada fácil). Si somos opacos, lo único que conseguiremos es crear una máscara delante de nosotros mismos que nos impedirá abrirnos a los demás.


Dar y recibir

Si lo que pretendes con una amistad es conseguir algo a cambio, pues ya te puedes ir despidiendo. En muchas ocasiones tendremos que dar nosotros sin necesidad de que vayamos a recibir algo a cambio. En definitiva, cuando damos, tengan por seguro que después es mucho más sencillo y gratificante recibir. Sobre todo cuando este regalo viene de una persona que admiramos y respetamos.

Por José Maria Tabares

 
¿Crees que eliges a tus amigos?



Decía Baltasar Gracián que “cada uno muestra lo que es en los amigos que tiene” y aunque aún sigue vigente la imagen generalizada de que las amistades se diferencian de la familia en que se eligen, lo cierto es que estos grupos de pertenencia pueden llegar a tener una fuerte relación con la autoimagen, y la percepción que uno tiene de sí mismo.

Así lo ha atestiguado la Universidad de Pensilvania mediante su estudio sobre los procesos cognitivos que intervienen en la amistad, por el cual se ha llegado a la conclusión de que “lo que valoran en mi es lo que yo valoro en ellos”, o lo que es lo mismo, que en función de cómo se ve a través de la mirada de un amigo que concuerda con la imagen deseada propia, se tienen esos amigos o se desechan tales amistades.



Un interesante resumen de porqué en los grupos sociales, además, hay roles prefijados aunque dinámicos, que suelen generar crisis entre sus miembros en el momento en el que falla la organización.

Me gustan tus genes, ¿Quieres ser mi amigo?
Según una investigación de la Universidad de California (publicada en FNAS), podría existir un factor genético que determina la interacción entre personas con pares de genes similares a los nuestros. Si este estudio llevado a cabo por James Fowler y su equipo fuera cierto, los marcadores genéticos específicos de las personas con las que nos relacionamos deberían tener una concordancia mínima de dos de cada seis de estos marcadores.


Otra de la determinación que parecieron sacar de estos estudios, es que aquellas personas que son extrovertidas tienden a juntarse con otras que se complementan, puesto que son más bien tímidas. Asimismo, en el caso de las actitudes adictivas, sucede lo mismo. Descubrieron que aquellas personas que portaban el marcador DRD2 (asociado habitualmente con la tendencia al alcoholismo) tendían a hacer buenas amistades con otros positivos en DRD2.

“Quiéreme por quién quiero ser”
A nivel psicológico, las tendencias actuales tienden a unir a pares similares. Así como en un pasado se hablaba de las relaciones formadas por complementarios, en la actualidad quienes buscan pareja o quieren estar en un grupo de amigos buscan la similitud de características.

Aunque, por supuesto, esta similitud está fuertemente determinada por el autoconcepto del individuo. Entonces, ¿Se puede aplicar el concepto de “dime con quién andas y te diré quién eres”?¿O es a medida que uno mismo se va conociendo cuando quedan aquellas personas que realmente son afines a la verdadera personalidad?

Por Alex Bayorti
 
Toda máscara tiene un agujero por donde la verdad escapa


Por norma general a una gran parte de la población nos gusta el Carnaval y disfrutamos de ponernos una máscara o, incluso, dos durante los días en que se celebra. Nos gusta fingir durante un tiempo concreto del año lo que no somos, evadirnos en la piel de otro personaje y encontrarnos en otras facetas de la realidad y la fantasía.

Sin embargo, no nos damos cuenta de que alejados del Carnaval solemos ponernos una máscara de cara al resto o hasta para nosotros mismos. Los demás ven de lo que somos una imagen que trata de mejorarse públicamente: por miedo a estar solos o simplemente por seguir unos patrones sociales nos ocultamos tras disfraces más o menos trabajados.


“Lo terrible es que para establecer un contacto, si quieres comunicar con los demás, tienes que inventar como una especie de personaje que se comunica, que no es el mismo que está metido dentro de ti y por ahí empiezas a creer más en el personaje, te olvidas de la persona y crees en el personaje.”
-Manuel Puig-

Una máscara dice más que una cara
Ciertamente una máscara es un disfraz: un objeto que oculta nuestro verdadero rostro y varía nuestra apariencia física. Por eso, metafóricamente, una máscara es también una forma de tapar la personalidad de cada uno y hacer pensar que la identidad que tenemos es distinta a la real.

Una de las causas inconscientes más frecuentes de presentarse ante los demás como aquello que no somos es el miedo a no ser respetado, querido o aceptado: es normal que finjamos levemente y que la honestidad no sea completa porque nos sentimos más arropados por el resto cuando vemos que somos lo que esperan de nosotros.


Ocultarse es una reacción humana inicial que surge por temor a ser juzgados, como hemos comentado: podemos ser ariscos para que no nos crean vulnerables, podemos ser considerados en un funeral por pura diplomacia, podemos comportarnos amablemente porque nos interesa para mantener nuestro trabajo, etc.

Fingimos lo que somos, seamos lo que fingimos
Calderón de la Barca nos hacía llegar a mi parecer el siguiente mensaje con este subtítulo: nos esforzamos en finger y, sin embargo, no nos molestamos en tratar de aceptar lo que sí somos y mejorarlo. Nos parece mucho más sencillo mentir y no ser naturales, movernos en la superficialidad.


Esto a lo que nos conduce es a generar un entorno en el que priman las apariencias por encima de los sentimientos reales: nos dejamos llevar por prejuicios, por imágenes y por suposiciones. Es beneficioso, por ello, que aprendamos a quitarnos la careta y a mirar más allá de ella cuando nos encontremos una de frente.

La mejor forma de quitarse la máscara es conocerse y darle una oportunidad a nuestra esencia: de esta manera podremos presentarnos ante lo que nos rodea sin trucos, con nuestra magia. Alejados de sobrevaloraciones e ilusiones infundadas seremos más felices, pues daremos a cada cosa y a cada persona el lugar que se merece en nuestras vidas.

A algunas personas la máscara no las disfraza, las revela
Contra todo pronóstico inicial, la máscara que creíamos segura tarde o temprano se cae o empieza a tener agujeros, dejando a la luz toda la verdad de nuestra esencia. Esto es lo que les pasa a muchas personas: la máscara las revela porque el tiempo acaba delatándolas.

En otras palabras cuanto más trabajado esté el disfraz más nos parecemos a nosotros mismos, tal y como nos enseñó José Saramago. Lo peligroso de este matiz es que no solo nos habremos engañado sino que habremos engañado: las relaciones se fundamentan gracias a la sinceridad y confianza y fingir lo que no somos elimina automáticamente las dos virtudes.

Nos ha pasado que en más de una ocasión alguien a quien creíamos conocer nos ha decepcionado porque por algún motivo ya no es como creíamos. Lo que puede haber ocurrido es que la verdad haya acabado mostrándose y dejándonos ver unos rasgos de comportamiento que nos habían tratado de ocultar.

“Cuando nos miraba parecía que buscaba la verdad dentro de nosotros o que sabía que detrás de cualquier cosa había algo más.”
-Clara Sánchez-


Por Cristina Medina Gomez
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El amor verdadero se construye cada día




Las relaciones de pareja y el amor verdadero están rodeados de una gran cantidad de mitos. Algunos creen que una vez que has encontrado a esa persona ya no debes preocuparte de nada.

Más tarde, no entienden por qué eso que parecía ser el amor verdadero ya no da para más. De pronto el hastío llega sin que te des cuenta y te encuentras casi huyendo de tu pareja.


La realidad es que ese “de pronto” no es tan cierto. Lo que pasa es que se nos olvida que las relaciones de pareja perfectas no existen. Ninguna relación de 20, 40 o 50 años ha estado libre de contratiempos, pero sí ha estado conformada por dos personas dispuestas a construir el amor verdadero cada día. Si quieres ser una de estas parejas no te olvides de:

Fortalecer su amistad
Lo satisfecho que estés con tu pareja depende mucho de cómo te sientes con la otra persona. El amor verdadero florece cuando entre las dos personas existe un entendimiento y comprensión profundos. De lo contrario aparecerán las obsesiones, los celos y las discusiones constantes.

Hay que darse tiempo para conversar y realizar actividades juntos. Pasen más tiempo haciendo lo que disfruten, desde practicando algún deporte hasta aprendiendo alguna nueva habilidad. Esto les permitirá crear recuerdos y emociones que cimenten su relación.

También deben darse un tiempo para conversar sobre las cosas que les gustan y disgustan de su vida, sus nuevos intereses, nuevos amigos. El amor verdadero requiere de que ustedes se actualicen constantemente, ya que todos estamos en un proceso de cambio permanente.

La importancia de mostrar aprecio por tu pareja
Estoy segura que cuando iniciaste tu relación de pareja hacías lo posible por demostrarle que sentías amor verdadero. ¿Quizás recorriste algunos kilómetros extra algún día solo para verlo? Bueno, uno de los secretos para tener una relación de pareja exitosa es continuar con las muestras de aprecio.

El amor verdadero no te pide que realices esfuerzos enormes en cuestión de dinero. Hablo de pequeños detalles que le digan a esa persona que la amas. Desde un cumplido cuando menos se lo espera, hasta el tiempo para acompañarla a algún lugar que no te gusta mucho pero que la hace feliz. Recuérdale, y recuérdate, cuáles son las cosas por las que esa persona es tu amor verdadero.


Concéntrate en el presente para mejorar el futuro juntos
El amor verdadero no va a mantenerse ahí solo porque ya lo hayas encontrado. Las relaciones pasan por momentos difíciles que pueden separarlos si no están preparados. Por eso es importante poner las bases de la relación que quieres en 40 años desde ahora.

¿A qué me refiero? A permanecer juntos y alistarse para los cambios que lleguen. Muchas parejas pueden enfrentarse a la decisión de separarse por cuestiones laborales. En este caso es importante analizar cómo actuarán y los beneficios de hacerlo.

Aunque puede parecer una decisión únicamente económica, la separación puede enfriar y lastimar la relación aunque haya amor verdadero. Deben analizar cómo será la separación, si están dispuestos a tener una vida así y lo que necesitan de la otra persona. Durante estas separaciones se acumulan recuerdos, emociones y vivencias que deben estar listos para enfrentar.

Presten atención a lo bueno de la vida
El amor verdadero se sobrepone a los malos momentos cuando existe la convicción necesaria. Como pareja deben estar listos para vivir estos momentos, enfrentarlos y dejarlos atrás. Muchas de las parejas que fracasan no lo hacen por falta de amor. Lo que las afecta es no saber olvidar y avanzar.

Si hace dos semanas tuvieron una discusión y solucionaron el asunto, no tiene caso que lo saquen a colación en la siguiente pelea. El amor verdadero necesita olvidar para avanzar. No es que olvides para cegarte ante la realidad, desde luego que si vives una relación tóxica, olvidar puede ser lo menos positivo. Pero olvidar las pequeñas cosas sin importancia es vital…

Recuerda qué es el amor verdadero
La rutina puede hacerte olvidar que estás con tu pareja porque sientes amor verdadero. Las cosas en las que pones atención son las que ganan importancia en tu vida. Por ello no debes olvidarte de esa persona. Necesitas recordar que está ahí…

Por Okairy Zuñiga
 
Personalidad genuina: un perfil humano inspirador



La personalidad genuina prioriza las relaciones sanas. Son personas descalzas de falsedad, libres de prejuicios e independientes a la hora de forjar sus propios caminos. Creen en el respeto mutuo, en el principio de la reciprocidad y en esos valores que hacen frente a la hipocresía. Estos perfiles se alzan como auténticos referentes capaces de inspirarnos, de motivarnos para ser mejores.


Hace un par de años la revista Forbes publicó un trabajo muy interesante sobre este mismo tema. En él se señalaba el hecho de que la inteligencia emocional es ya ese recurso básico a día de hoy con el que encontrar mayor satisfacciones a nivel personal y laboral. Sin embargo, en esta competencia basada en el mundo de las emociones hay una pequeña y curiosa “trampa”.


La inteligencia emocional no sirve de mucho sin la personalidad genuina. Esto es algo que podemos ver por ejemplo en los líderes de muchas empresas. A menudo, se les entrena en habilidades sociales, en asertividad, empatía y gestión emocional pero sin embargo, nada de ello llega a ser verdaderamente efectivo a nivel organizacional. Algo falla.


La persona carente de esa dimensión genuina donde habita la autoreflexión, la transparencia, la sinceridad y la cercanía no logrará nunca promover el capital humano de una empresa. No sabrá cómo motivar, no generará confianza ni creará un clima laboral donde sus palabras y acciones despierten admiración o inspiración.





“La autenticidad requiere cierta medida de vulnerabilidad, transparencia e integridad”
-Janet Louise Stephenson-


Personalidad genuina ¿nace o se hace?
Sabemos que a día de hoy no faltan los cursos destinados a enseñarnos a ser emocionalmente inteligentes. Sin embargo ¿podemos aprender a ser personas genuinas? Es más… ¿uno nace con este tipo de perfil humano o lo va adquiriendo con el tiempo? Bien, debemos recordar que estamos hablando de un tipo de personalidad y que como tal, todos ese repertorio de actitudes, pensamientos, conductas y dinámicas psicológicas son el resultado de varios factores.





Así, tal y como nos indica el genetista Dean Hamer, hay ciertos componentes biológicos que siempre deberíamos considerar. Por ejemplo, se sabe que hay un gen que se encarga de regular la cantidad de dopamina que se libera en el núcleo accumbens del cerebro. Esto haría, por ejemplo, que “genéticamente” estuviéramos más orientados a la motivación, a la búsqueda de experiencias placenteras e incluso a nuestra mayor o menor capacidad para ser felices.



Ahora bien, los factores educacionales, el contexto sociocultural y nuestra experiencia siguen teniendo un peso directo. La personalidad es como una fabulosa escultura que se cincela partiendo de un material de mejor o menor calidad, a la cual se le pueden añadir otros complementos, otras técnicas para esculpir mejor cada forma, cada rincón, cada detalle.



Por tanto, uno puede venir al mundo con personalidad genuina ya definida. Sin embargo, con voluntad, apertura y adecuadas estrategias puede quitarse aristas y vacíos para conformar un jardín psicológico más fuerte, más auténtico e íntegro.


Cómo aprender a ser más genuinos
En la actualidad no hay dimensión psicológica o emocional que no se pueda entrenarse. El ser humano tiene una capacidad inmensa (y a veces infravalorada) para el cambio. Siempre que exista una responsabilidad plena con uno mismo para esa mejora personal, los avances serán posibles. Veamos por tanto cómo podemos dar forma a una personalidad genuina.



Practicar la sinceridad
Practicar la sinceridad debería ser un hábito y una obligación personal. Sin embargo, esta práctica tiene delicados matices.





    • En primer lugar, la personalidad genuina se toma su tiempo para ser consciente de sus necesidades. Favorece un adecuado trabajo interior donde conocerse mejor, comprender sus límites y sus valías.
    • Asimismo, es prudente a la hora de elegir todo aquello que va a comunicar. Hará uso de la sinceridad, pero también del respeto. Es hábil para expresar su realidad de forma asertiva.
    • Por otro lado, la personalidad genuina no busca convencer a nadie con sus argumentos. Expone opiniones de forma directa, pero no necesita que nadie le dé la razón sobre lo expresado.
Motivación interna
Las personas genuinas y auténticas se mueven en base a sus ideales o creencias
Sin miedo al fracaso y visión de futuro
Las personas auténticas tienen en su interior una brújula y un plan de ruta que construyen sobre la marcha. Si un día fracasan trazan otro camino, buscan otro puente alternativo. Si en un momento el ánimo decae, se detienen y descansan. El futuro siempre está ahí, lleno de posibilidades y esperanzas, esas donde el perfil genuino coloca su inspiración, su horizonte soñado.

Generosidad y conciencia social
Pocos perfiles disponen de una mayor conciencia social que esos hombres y mujeres que siempre se muestran auténticos ante nosotros. Por tanto, si de verdad queremos ser como ellos, imitémoslos. Entendamos que no estamos solos, que los otros son parte de nosotros y que el respeto, la armonía y la reciprocidad repercuten en nuestro bienestar emocional.


Para lograrlo, para alcanzar esa cumbre donde habitan las personas genuinas, nada mejor que dejar los prejuicios a un lado. Librémonos de las críticas, de las visiones oxidadas, de los estereotipos, de las etiquetas que cosifican personas. Abrámonos a la experiencia en conjunto para aprender los unos de los otros.

Desarrollar este tipo de competencia social y emocional requiere ciertas dosis de valentía, humildad de corazón e integridad personal. Pongámosla en práctica.
. No necesitan aprobación externa ni cumplir expectativas ajenas. De ahí, que el hecho de ser auténtico vaya también de la mano de ciertas dosis de valentía.



Habilidades de recuperación emocional
A veces, muchos de nosotros quedamos encallados en la orilla de las decepciones, los fallos, las pérdidas… Esos universos emocionales negativos que nos resistimos a gestionar frenan sin duda nuestro avance. La personalidad genuina, por su parte, ha desarrollado una adecuada capacidad de resiliencia, la cual, le permite aceptar esos estados, aprender de ellos y recuperarse para pasar página lo antes posible.


Por Valeria Sabater
 
30 frases para despertar tu motivación

¿Hoy es uno de esos días en los que no encuentras inspiración para alcanzar las metas que te has fijado? No te alarmes. Si quieres despertar tu motivación, haz lo que yo hice: leer estas 30 frases motivadoras con sus autores, como si te estuvieran hablando directamente.

Verás que, al final, después de conocer a todos estos personajes y escuchado lo que tienen que decirte, probablemente te enfrentarás el resto del día de una manera diferente.


Sabiduría para despertar tu motivación
Empezamos con 15 frases que, seguramente, te ayuden a despertar tu motivación. Léelas, interiorízalas y aplícalas en tu vida diaria.

1. “No esperes; nunca va a ser el momento oportuno. Comienza en cualquier lugar, por cualquier medio que puedas tener a tu disposición que encontrarás en el camino”. Napoleón Bonaparte.

2. “Tu tiempo es limitado, así que no lo pierdas viviendo la vida de otra persona”. Steve Jobs.

3. “Esfuérzate por no solo tener éxito, sino más bien para ser de valor”. Albert Einstein.


4. “En un bosque se bifurcaron dos caminos, y yo… yo tomé el menos transitado. Esto marcó toda la diferencia”. Robert Frost.

5. “La pregunta común que se hace en el negocio es, ¿por qué? Esta es una buena pregunta, pero igualmente válida es: ¿Por qué no”. Jeffrey Bezos.

6. “He fallado una y otra y otra vez en mi vida. Es por eso que tuve éxito“. Michael Jordan.

7. “La claridad de propósito es el punto de partida de todo el éxito”. W. Clement Stone.

8. “La vida es lo que te pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes”. John Lennon.


9. “Nos convertimos en lo que pensamos”. Earl Nightingale.

10. “Dentro de veinte años estarás más decepcionado por las cosas que no hiciste, que de lo que hiciste. Luego levanta el ancla, abandona el puerto seguro, atrapa los vientos favorables en tus velas. Explora. Sueña”. Mark Twain

11. “La vida es 10% lo que te pasa y 90% cuál es tu reacción a las cosas que suceden”. John Maxwell.

12. “Si haces lo que siempre has hecho, obtendrás lo que siempre tienes”. Tony Robbins.

13. “Los tontos esperan el día de suerte, pero cada día es una suerte”. Buda

14. “El mejor momento para plantar un árbol fue hace veinte años; el segundo mejor momento es ahora”. Proverbio chino.


Más frases inspiradoras
¿Necesitas aún más para despertar tu motivación? Entonces, lee e interioriza estas otras frase geniales.

15. “Una vida no examinada no vale la pena vivir”. Sócrates.

16. “No esperes. El momento nunca será el correcto”. Napoleón.

17. “Yo no soy un producto de mi situación. Soy un producto de mis decisiones“. Stephen Covey.

18. “Cada niño es un artista. El problema es cómo seguir siendo artista una vez que crecemos”. Pablo Picasso.

19. “Nunca se puede cruzar el océano a menos que tengas el coraje de perder de vista la costa”. Cristóbal Colón.

20. “He aprendido que la gente olvidará lo que dijo, lo que hizo, pero nunca olvidarán cómo se sintió”. Maya Angelou.

21. “Podemos tener más de lo que tenemos, ya que podemos llegar a ser más de lo que somos”. Jim Rohn.

22. “Si piensas en poder o no poder, tienes razón”. Henry Ford.

23. “Los dos días más importantes en su vida son los días que se nace y el día que descubrió por qué usted nació”. Mark Twain.

24. “Cualquier sueño se puede soñar. La audacia va a si el genio, la magia y el poder empiezan ahora”. Johann Wolfgang von Goethe.

25. “El hombre es un colegial y el dolor es su maestro”. Mahatma Gandhi.

26. “La gente suele decir que la motivación no dura. Bueno, incluso un buen baño, respondo, ¿por qué debería hacerlo todos los días?” Zig Ziglar.

27. “La inspiración existe, pero tienes que encontrarla en el trabajo“. Pablo Picasso.

28. “Si una voz interior no deja de repetirte: ‘nunca serás capaz de pintar’, entonces dedícate a la pintura con todo de ti mismo, y verás que será silenciada esa voz”. Van Gogh

29. “Solo hay una manera de evitar la crítica: no hacer nada, no decir nada, y nada”. Aristóteles.

30. “Los obstáculos son esas cosas espantosas que ves cuando apartas los ojos de la meta”. Henry Ford.

Espero que esta lista te sea útil en esos momentos de bajón o más desánimo. Apunta las que más te gusten y colócalas en los lugares en los que tu voluntad sea más quebradiza. Es una sencilla forma de ayudarte a ti mismo y despertar tu motivación.

Por Velén Gisbert Vercher
 
Cannabis: la ruleta rusa de los trastornos mentales



El cannabis no solo es la droga ilegal más consumida, sino que también es una de las drogas a las que más mitos rodean sobre sus efectos en la mente y el cuerpo. El Observatorio Español de la Droga y las Toxicomanías indica que la edad media de consumo está comprendida entre los 14 y 15 años.

Las últimas investigaciones científicamente contrastadas han demostrado que su consumo habitual provoca cambios estructurales en el tejido cerebral. Produce, entre otros aspectos, importantes alteraciones que conducen al deterioro de la memoria, atención, percepción, coordinación y concentración.


Dichos cambios cerebrales se traducen en un empeoramiento del rendimiento personal, social y laboral, con afectaciones emocionales y físicas. Muchas personas consumen la sustancia porque les facilita relajarse, evadirse, sociabilizar, experimentar o divertirse. La otra cara de la moneda es que esta sustancia puede ser la puerta de entrada a importantes alteraciones mentales como la psicosis o la ansiedad.

“La marihuana causa amnesia… y otras cosas que no recuerdo”.
-Woody Allen-

¿Medicina o droga?
El cannabis sativa es una planta que contiene más de 400 componentes químicos, de los cuales se conocen al menos 60 cannabinoides. Los tres cannabionides más importantes son el THC, CBD Y CBN. El delta-9-tetrahidrocannabinol (THC) es el psicoactivo principal del cannabis, se encuentra en los brotes florecidos, y en menos cantidad, en las hojas.

Actualmente, con las técnicas de cultivo y la selección genética, se han obtenido plantas con mayor concentración de THC, pasando de un 2-5% hasta un 20%.

Los efectos psicoactivos comienzan pocos minutos después de haber fumado y duran 1-2 horas, aunque el THC permanece largo tiempo en el organismo (pudiendo detectarse incluso un mes después en consumidores crónicos).

Algunos efectos secundarios son la disminución de la memoria a corto plazo, sequedad en la boca, rojez en los ojos, alteración en la percepción, alteración en la capacidad motriz o aumento del apetito, entre otros. Una persona que consume cannabis puede desarrollar adicción y, como consecuencia, experimentar diferentes estados mentales y físicos.


Intoxicación
Los efectos agudos del cannabis son muy variables y dependen de la dosis, del contenido de THC, de la proporción THC/CBD, de la forma de administración, así como de la personalidad, de las expectativas del sujeto y del contexto en que consume.

El consumo de cannabis generalmente tiene dos caras. Puede producirse una fase inicial de estimulación – con euforia o bienestar- y posteriormente una fase donde predomina la sedación -con relajación y somnolencia-. En algunos sujetos, especialmente en consumidores esporádicos o tras dosis elevadas, puede aparecer ansiedad, disforia, síntomas paranoides y/o pánico.

Dependencia
Se caracteriza por un deseo intenso de consumir, una pérdida de control sobre dicho consumo (por ejemplo, intentar consumir menos y no ser capaz), necesitar la sustancia para realizar alguna actividad (por ejemplo, dormir) o llevar a cabo un despliegue de conductas destinadas a obtener la sustancia y consumirla. La persona comienza a sentirse ansiosa si no fuma, con cambios del estado de ánimo y el sueño. Si alguno de estos elementos está presente nos encontramos frente a la adicción.

Abstinencia
Cuando el consumo ha sido intenso y/o prolongado, especialmente en consumidores regulares, la sintomatología que aparece ante el cese de consumo implica: irritabilidad, rabia o agresividad; nerviosismo o ansiedad; dificultades para dormir; pérdida de apetito o peso; intranquilidad; ánimo deprimido; dolor abdominal, espasmos, temblores, sudoración, fiebre, escalofríos o cefalea. Esta sintomatología se describe en más del 50% de los consumidores intensos y en el 15% de los consumidores regulares.

La lotería de la vulnerabilidad genética
Es habitual pensar que las consecuencias mencionadas son casos aislados, “Esto no me va a ocurrir, a mí me sienta bien“, pero en el consumo de drogas la vulnerabilidad genética juega un papel muy importante. Hay personas que tienen un mayor riesgo de desarrollar adicciones y enfermedades mentales debido a su carga genética.

Algunas personas son más propensas a padecer ciertos trastornos mentales debido a sus sistemas nerviosos y neuronales, componentes genéticos, experiencias vitales y tipos de personalidad. Así mismo, existen trastornos psicóticos que pueden permanecer “dormidos” y detonarse con el consumo de drogas.

Nadie nos asegura cómo va a ser nuestra reacción ante la próxima calada de marihuana. Consumir drogas es decisión de cada uno y asumir sus consecuencias también. Podemos ponernos una venda en los ojos pero la realidad que se contrasta cada día es que el consumo de drogas altera nuestros estados mentales, emocionales y físicos.

“Sencillamente me convencí de que por algún misterioso motivo yo era invulnerable y no me engancharía. Pero la adicción no negocia y poco a poco se fue extendiendo dentro de mí como la niebla”.
-Eric Clapton-
https://twitter.com/intent/tweet?te...is-la-ruleta-rusa-de-los-trastornos-mentales/

Malos viajes
Es frecuente encontrar páginas de internet, artículos y asociaciones que defienden el consumo de cannabis por sus “funciones terapéuticas” o sus “efectos beneficiosos para la salud”. Entre estos efectos se nombra su efectividad para aliviar el dolor y su capacidad relajante.

Existen muchos movimientos sociales a favor de la normalización y legalización de la sustancia. Pero se debe tener en cuenta que el consumo de la planta en cualquiera de sus formas no es deseable. Los supuestos efectos positivos, en comparación con sus consecuencias patológicas, no justifican su consumo.

El hecho de que la planta posea un principio activo con posibles resultados beneficiosos, y que la investigación clínica y farmacológica lo observe como una opción terapéutica en algunos pacientes -aislando dicho principio activo y controlando su dosis y concentración-, no quiere decir que el consumo de cannabis sea beneficioso por sí mismo.

Los efectos de una intoxicación patológica, o lo que se conoce como “malos viajes”, puede llevar a experimentar síntomas de ansiedad, despersonalización o desrealización, intenso pánico, sensación de muerte, síntomas paranoides, alteraciones motoras, sensación de parálisis, o alteraciones sensoperceptivas como ilusiones o alucinaciones visuales transitorias.

Algunas de las manifestaciones clínicas asociadas al consumo del cannabis son las siguientes:

  • Ansiedad: es frecuente la aparición de sintomatología ansiosa y/o transtornos de pánico tras el consumo mantenido
  • Depresión: se incrementa el riesgo de desarrollar trastornos depresivos e intentos de su***dio
  • Trastorno bipolar: puede favorecer la aparición de síntomas psicóticos, inducir fases maníacas y aumentar el número de recaídas
  • Síndrome amotivacional: pérdida de energía, desgana, apatía y déficits cognitivos
  • Deterioro cognitivo: enlentecimiento y pérdida de capacidades de: reacción, percepción, memoria, resolución de problemas, concentración, atención, etc.
  • Psicosis: hay estudios que demuestran que consumir marihuana multiplica por dos la posibilidad de sufrir un brote psicótico. Pueden producirse trastornos psicóticos de corta duración, pero también pueden desarrollarse psicosis prolongadas y crónicas. Se ha observado que el consumo de cannabis es muy prevalente en los sujetos con trastornos mentales graves como la esquizofrenia.
  • Flashback por cannabis: revivir experiencias presentadas durante la intoxicación sin haber consumido.
  • Delirium: es una reacción transitoria que se caracteriza por delirios, temblores, agitación, miedo, sueño profundo, alucinaciones, etc. es poco frecuente pero está relacionado con el consumo de dosis altas.
  • Efectos sobre el sueño: el THC induce sueño y altera el patrón sueño-vigilia.
  • Efectos sobre la conducta alimentaria: en consumos esporádicos el apetito aumenta, pero en consumos continuados puede producirse una disminución del mismo. Además, el consumo de cannabis favorece el acumulo de grasas.
Lo que nos espera tras el consumo de drogas no lo sabemos ninguno, los trastornos mentales se presentan sin avisar, y hay viajes en los que no existe billete de vuelta. Las drogas son la mayor cadena de destrucción. Empieza cuando no te valoras a ti mismo, termina cuando te llevas a todos los que te quieren contigo, al abismo.

Toda adicción surge de una negativa inconsciente a enfrentar el dolor y salir de él“.
-Eckhart Tolle-

Por Alicia Yagüe Fernández

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Trastorno de despersonalización: ¿quién soy yo realmente?

“Mis pensamientos no parecen míos” “¿Quién soy yo” “No me reconozco en el espejo”. Este tipo de pensamientos se dan con frecuencia en personas con trastorno de despersonalización. Asimismo, se dan en personas que están sufriendo momentos de gran ansiedad.

La búsqueda de la propia identidad y de nuestro lugar en el mundo es una constante. Todos nos hemos preguntado alguna vez quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Es algo normal. Sin embargo, en el trastorno de despersonalización se da con mucha más frecuencia e intensidad.

¿Qué es la despersonalización?
El trastorno de despersonalización se caracteriza por episodios persistentes o recurrentes de despersonalización, desrealización o ambas. Ahora bien, ¿qué es la despersonalización? Los episodios de despersonalización son momentos en los que aparece una sensación de irrealidad, extrañeza o un distanciamiento de uno mismo en general.

La persona con despersonalización puede sentirse independiente de todo su ser (p. ej., “no soy nadie”, “no tengo nada de mí”). La persona también puede sentirse subjetivamente separada de aspectos del yo. Esto puede incluir los sentimientos (p. ej., baja emocionalidad: “sé que tengo sentimientos pero no puedo sentirlos”).

Sentirse separado del yo también incluye sentir una separación con los propios pensamientos (p. ej., “tengo la cabeza llena de algodón”), partes del cuerpo, todo el cuerpo o sensaciones (p. ej., el tacto, la propiocepción, el hambre, la sed, la libido). También es frecuente que disminuya el sentido de realidad.

Por ejemplo, la persona experimenta una sensación robótica, como de un autómata, que carece de control para el propio habla o los movimientos. La experiencia de despersonalización a veces puede ser de un yo dividido, con una parte de observador y otra de participante. Esto se conoce como “experiencia fuera del cuerpo” cuando se da en su forma más extrema.

El síntoma unitario de “despersonalización” se compone de varios factores. Estos factores incluyen experiencias corporales anómalas (p. ej., la irrealidad del yo y alteraciones de la percepción), entumecimiento físico o emocional y distorsiones del tiempo con memoria subjetiva anómala.

¿Qué es la desrealización?
Los episodios de desrealización se caracterizan por una sensación de irrealidad o distanciamiento o no estar familiarizado con el mundo. La persona puede sentirse como en un sueño o una burbuja, como si existiese un velo o una pared de cristal entre ella y el mundo que le rodea.

El entorno puede verse como artificial, sin color o sin vida. La desrealización está acompañada normalmente por distorsiones visuales subjetivas. Estas pueden ser visión borrosa, agudeza visual aumentada, campo visual ampliado o reducido, bidimensionalidad o planitud, exageración de la tridimensionalidad… También pueden darse alteraciones en la distancia o tamaño de los objetos (p. ej., macropsia o micropsia).


La macropsia consiste en ver los objetos de un tamaño más grande de lo que realmente son. La micropsia, por su parte, consiste en todo lo contrario, es decir, vemos los objetos más pequeños de lo que son en realidad.

La desrealización también puede traducirse en distorsiones auditivas, silenciándose o acentuándose las voces o sonidos. Para realizar el diagnóstico de este trastorno se requiere la presencia de un malestar clínicamente significativo o un deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes.

Hay que dejar claro que, para que se diagnostique este trastorno, las alteraciones citadas con anterioridad no pueden ser fruto de la ingesta de drogas, medicamentos o de una enfermedad (como la epilepsia). Tampoco estas alteraciones deben ser un criterio de esquizofrenia, trastorno de pánico, depresión mayor, trastorno de estrés agudo o trastorno de estrés postraumático.

¿Qué otras características poseen las personas con trastorno de despersonalización/desrealización?
Las personas con trastorno de despersonalización/desrealización pueden tener dificultades para describir sus síntomas y pueden llegar a pensar que están locas o volviéndose locas. Otra experiencia frecuente es el temor a padecer un daño cerebral irreversible.

Un síntoma común es la alteración subjetiva del sentido del tiempo (p. ej., demasiado rápido, demasiado lento), así como una dificultad también subjetiva para recordar vívidamente las memorias del pasado y para ser dueño de las mismas.

Los síntomas corporales tenues, como la saturación de la cabeza, el hormigueo o la sensación de desmayo no son tampoco infrecuentes. Estas personas pueden sentir una preocupación obsesiva por si realmente existen o controlan sus percepciones para determinar si son reales.


Además, no es raro encontrar en las personas que sufren episodios de despersonalización diferentes grados de ansiedad o depresión. Algo curioso que se ha observado es que estas personas tienden a reaccionar fisiológicamente de forma más intensa a los estímulos emocionales. Estos cambios fisiológicos se dan por la activación del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, el lóbulo pariental inferior y los circuitos de la corteza prefrontal límbica.

¿Cómo se realiza el diagnóstico de trastorno de despersonalización/desrealización?
Según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V), la persona diagnosticada de trastorno de despersonalización/desrealización tiene que cumplir los siguientes criterios diagnósticos:

A. Presencia de experiencias persistentes o recurrentes de despersonalización, desrealización o ambas:

  • Despersonalización: Experiencias de irrealidad, distanciamientos, o de ser un observador externo respecto a los pensamientos, sentimientos, las sensaciones, el cuerpo o las acciones de uno mismo.
  • Desrealización: Experiencias de irrealidad o distanciamiento respecto al entorno (p. ej., las personas o los objetos se experimentan como irreales, como en un sueño, nebulosos, sin vida o visualmente distorsionados).
B. Durante las experiencias de despersonalización o desrealización, las pruebas de realidad se mantienen intactas.

C. Los síntomas cursan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.

D. La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., droga, medicamento) u otra afección médica (p. ej., epilepsia).

E. La alteración no se explica mejor por otro trastorno mental, como la esquizofrenia, el trastorno de pánico, el trastorno de depresión mayor, el trastorno de estrés agudo, el trastorno de estrés postraumático u otro transtorno disociativo.

¿Cómo se desarrolla y cuál es el curso del trastorno de despersonalización/desrealización?
Como media, el trastorno de despersonalización/desrealización comienza a manifestarse a los 16 años, aunque el trastorno puede comenzar a principios o a mediados de la infancia. De hecho, la mayoría recuerda haber tenido síntomas ya en esta fase.

Más del 20% de los casos aparece después de los 20 años y sólo el 5% después de los 25. La aparición en la cuarta década de la vida o más tarde es muy inusual. El inicio puede ser extremadamente repentino o gradual. La duración de los episodios de despersonalización/desrealización puede variar ampliamente, desde breves (horas o días) hasta prolongados (semanas, meses o años).

Dada la rareza del inicio del trastorno después de los 40 años de edad, en estos casos pueden existir afecciones médicas subyacentes. Estas afecciones pueden ser lesiones en el cerebro, trastornos convulsivos o apnea del sueño.

El curso de la enfermedad es a menudo crónico. Mientras que en algunas personas la intensidad de los síntomas puede aumentar y disminuir considerablemente, otros refieren un nivel constante en su intensidad que, en los casos extremos, puede ser recurrente durante años o décadas. Por otro lado, el aumento de la intensidad de la sintomatología puede ser causada por el estrés, por el empeoramiento del humor o de los síntomas de ansiedad, por nuevas circunstancias estimulantes y por los factores físicos, como la iluminación o la falta de sueño.

Como siempre me gusta decir, no todas las personas que presenten algunos de estos síntomas van a desarrollar el trastorno. Ahora bien, si los citados síntomas están presentes la mayoría del tiempo e interfieren seriamente en tu vida cotidiana, puede ser necesario que acudas a un psicólogo especialista con el fin de que evalúe tu problema.

Por Francisco Pérez
 

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