Autoestima y otros temas de psicología

La teoría de la reactancia psicológica: rebeldía sin causa y sin cauce




Todos hemos conocido a una de esas personas que parece resistirse a todo. Si se le dice que es por la izquierda, se va por la derecha. Si se le dice que arriba, entonces ella dice abajo. Cuando le preguntamos por qué, probablemente dirán que no tiene por qué ser como los demás, o que así son, o cosas por el estilo. Si es así, estamos ante algo que ha dado lugar a una teoría: la teoría de la reactancia psicológica.


La teoría de la reactancia psicológica plantea que algunas personas presentan un sesgo en su forma de percibir el orden social y su lugar en él. Por eso se resisten a seguir normas, indicaciones o patrones. Les resulta más motivante ir por un camino diferente.




Con frecuencia, este tipo de personas ven las normas como una restricción a su libertad o como una imposición innecesaria. Se precian de su propia rebeldía, aunque tal rebeldía no esté orientada a lograr un objetivo relevante. De hecho, la mayoría de las veces no hay más objetivo que el de llevar la contraria porque sí. A veces lo hacen abiertamente y otras con disimulo.


Muchos adoptan actitudes reactivas cuando sienten que su libertad está siendo amenazada. Sin embargo, hay algunas personas que llevan esto al extremo. Son los llamados “rebeldes sin causa”. Esto puede traer muchos inconvenientes a sus vidas. Veamos esto con mayor detalle.


No puedo cambiar la dirección del viento, pero sí ajustar mis velas para llegar siempre a mi destino”.


-James Dean-







La teoría de la reactancia psicológica y sus parámetros

Según la teoría de la reactancia psicológica, hay una serie de parámetros que definen si una conducta se ajusta a la reactividad o no. A veces las personas asumen una resistencia frente a las normas en razón a su arbitrariedad o injusticia. En otros casos es una inclinación en su personalidad lo que las lleva a ello.




Los parámetros clave, según la teoría de la reactancia psicológica, son los siguientes:


  • Percepción de la libertad. La persona solo siente que tiene libertad si puede quitarse de encima determinada norma o parámetro que se ejerce sobre ella. Si esto ocurre, se siente libre, aunque en otros aspectos se mantenga constreñida.
  • Proporcionalidad con la amenaza. Cuanto más fuerte sea la amenaza sobre determinada conducta, más reactancia se produce. Si una libertad es eliminada, la reactancia llega a su culmen.
  • Importancia de la libertad. La persona experimenta mayor reactancia cuando se restringen libertades que para ella son muy importantes. Si no lo son, disminuirá su reactividad.
  • Relación con otras libertades. Si la libertad amenazada se relaciona con otras libertades, la reactancia tenderá a activarse con mayor fuerza.
  • Fuente de la amenaza. Entre menos legítima sea la fuente de la amenaza a la libertad, más fuerte será la reactancia.

El ejemplo más típico de reactancia lo identificamos en los adolescentes. Cuando un padre, por ejemplo, restringe su hora de llegada, es muy posible que se active una gran reactancia si la figura del padre no es muy respetada o considerada como legítima. Entonces es probable que el adolescente busque la manera de saltarse la orden.




Los efectos de la reactancia

La teoría de la reactancia psicológica señala que este tipo de conductas son problemáticas y generan una serie de consecuencias para la persona y su entorno. Es una forma distorsionada de tramitar los desacuerdos, creando un preocupante vacío normativo.


Las principales dificultades que origina son las siguientes:


  • Se prestan para crear vínculos de manipulación mutua. Sucede cuando uno se resiste y el otro hace uso de artimañas para vencer la resistencia. Como cuando el empleado se salta una norma, la empresa impone una sanción, el empleado se vuelve a saltar otra norma para no cumplir la sanción…
  • Implica un gasto inútil de energía emocional. Lo que hace la reactividad es tensar aún más cualquier conflicto en lugar de solucionarlo. Para sostener un conflicto sin rendirse hay que hacer grandes esfuerzos, cuando en realidad ese conflicto puede no merecer la pena.
  • Alimenta sesgos y prejuicios. La reactancia impide ver el verdadero sentido de una restricción. No todos los límites a la libertad son negativos. Muchos de ellos tienen el objetivo de garantizar un mayor grado de justicia o de bienestar colectivo.

Cuando una norma o un mandato lesionan la libertad individual en algo esencial, rebelarse es completamente legítimo. Sin embargo, esto es muy diferente de adoptar una actitud de desobediencia de manera sistemática. Hablamos de una disposición que puede erosionar mucho a la persona que lo practica, a las personas de su entorno y a los objetivos y metas que se planteen.


Por Edith Sánchez
 
Insight o “darse cuenta de”: ¿en qué consiste?


A veces encontramos la explicación de forma súbita a eso que tantas vueltas hemos dado. Se trata de una verdad revelada o insight.

Insight es un término inglés que se utiliza en psicología para definir el momento en el que tomamos conciencia o nos damos cuenta de algo; de nuestros problemas (o de una solución para uno), de nuestro estado de ánimo, de nuestras emociones, de nuestros pensamientos, etc.


En muchas ocasiones, experimentamos una serie de estados de ánimo sin saberlo, solo percatándonos de sensaciones de malestar o bienestar pero sin tener muy claro cómo nos sentimos. Es en el momento en el que somos capaces de comprender esas emociones o lo que nos ha llevado a sentirnos como lo hacemos cuando estamos en disposición de seguir avanzando.




Así, mediante el insight, la persona capta o comprende una “verdad” revelada. Puede ocurrir repentinamente, tras un profundo trabajo o mediante técnicas ajustadas.


“La mente está adaptada para la supervivencia cotidiana, y para eso es muy útil. Pero te distrae de la conciencia. Si aprendes a detener su actividad a voluntad, modificarás tu percepción: aflorará la conciencia”.


-Manuel Almendro-


Definiciones de insight a lo largo de la historia




Psicología gestáltica

Desde la psicología de la Gestalt, sería esa capacidad de captar como todas las partes del problema encajan para satisfacer las exigencias del objetivo. Esto implica reorganizar los elementos de la situación problemática y, como consecuencia, resolver el problema (R. Mayer, 1986).




Psicología psicodinámica

Desde una perspectiva psicodinámica, el insight sería la conciencia de los conflictos inconscientes y la adecuada comprensión de éstos las bases del autoconocimiento. El insight daría nombre al proceso dentro del tratamiento analítico por el cual la persona logra penetrar en la naturaleza del conflicto automático.


Esta conexión produce una nueva visión, una nueva relación con los contenidos mentales que hasta entonces habían sido inteligibles, produciendo así un cambio significativo en la experiencia. Con el insight lograríamos una comprensión más sofisticada de nuestra realidad a la luz de un nuevo contexto. En palabras de Freud, sería la recuperación consciente de los recuerdos reprimidos (inconscientes) (E. Erikson, 1979).


Desde la psicología cognitivo-conductual

El insight, como fenómeno cognitivo y dentro de esta corriente, aparece en las personas de forma repentina o súbita como respuesta a una situación determinada. Se trataría de unos estilos de afrontamiento o esquemas cognitivos distintos a los que ya teníamos y que no eran suficientes para resolver nuestros problemas. Gracias al insight, descubriríamos una nueva forma de abordar nuestros conflictos.


“Cada uno de nosotros lo sabe todo. Sólo tenemos que abrir nuestras mentes para poder escuchar nuestra propia sabiduría”.




-Dan Brown-


Tipos y características del insight

Podemos hablar de tres tipos:


  • Insight intelectual. Se da de forma racional. Muestra el entendimiento intelectual de algo, pero no un saber emocional y operativo de una situación.
  • Insight emocional o visceral. Sería aquel que aporta una clara conciencia, compresión y sentimiento en lo más profundo del ser, respecto al significado de las conductas personales. Además, permitiría que puedan darse modificaciones positivas en la personalidad.
  • Insight estructural. Es el conocimiento consciente o inconsciente de la persona que adquiere, emplea y proyecta por medio de la unión de estructuras.




En cuanto a sus características:


  • Buena parte del proceso se realiza de manera no consciente.
  • Suele producirse de manera repentina.
  • Aporta la comprensión de una situación, problemática o aprendizaje no resueltos o inexistentes anteriormente
  • La persona siente, con el insight, que eleva su nivel de conciencia, de comprensión, respecto a la situación.

“Tu visión devendrá más clara solamente cuando mires dentro de tu corazón… Aquel que mira afuera, sueña. Quién mira en su interior, despierta”.


-Carl Gustav Jung-


Insight: el eureka de la Psicología

Tener la capacidad de insight o facilidad para el insight es descubrir que lo que nos pasa tiene un nombre y podemos hacer algo al respecto.


Llegar al insight nos permite adquirir una sensación de control que incide directamente sobre nuestra confianza. La sensación de control que nos da es una explicación adecuada a nuestro problema. Además, nos produce alivio y nos orienta a buscar una solución y abre la puerta a la esperanza para salir del bache en el que nos encontramos.

Por Mariàm Carrero
 
3 claves para desarrollar la conciencia emocional


Desarrollar la conciencia emocional significa incrementar las habilidades para reconocer los patrones a los que se ajustan nuestras emociones. Dicho en otras palabras, identificar cuáles son los factores que activan nuestras emociones, de qué manera lo hacen y hacia dónde nos conduce tal activación.


El ser humano sigue unas líneas de acción, más o menos estables, a lo largo de su vida. Sin embargo, el cambio también es una constante. Particularmente, nuestras emociones siempre están en movimiento. No somos seres pasivos frente a lo que sucede alrededor y por eso mantenemos una gran dinámica interna. Desarrollar la conciencia emocional es también una manera de detectar esos cambios.




La conciencia es la voz del alma; las pasiones, la del cuerpo”.


-William Shakespeare-


El objetivo final es el de dejar de ser espectadores pasivos de lo que sucede en nuestro mundo interno. Ninguna emoción se produce o se disipa por azar. Si logramos identificar lo que sentimos y anticiparnos la manera en la que puede afectarnos, seguramente pondremos en marcha conductas más adaptativas. Enseguida te damos tres claves para desarrollar la conciencia emocional.







1. Examen de las motivaciones

Uno de los ejercicios que más nos ayudan a desarrollar la conciencia emocional es hacer un examen frecuente de nuestras motivaciones. Se llama motivación a esa fuerza que impulsa a actuar en determinada dirección. Tanto el psicoanálisis como otras corrientes contemporáneas nos han mostrado que muchas veces ignoramos cuáles son nuestras motivaciones reales.


A veces seguimos genuinamente los deseos más profundos de nuestro ser. Entonces actuamos en consecuencia, y eso nos da un cierto equilibrio. En otras ocasiones, en cambio, ignoramos por qué nos decantamos por una opción y no por otra. O pensamos de un modo, pero actuamos de otro. O, simplemente, nos sentimos insatisfechos con lo que hacemos, sin saber exactamente por qué.


Un examen de las motivaciones lleva precisamente a explorar esas fuerzas que nos impulsan a actuar. ¿Es la voluntad o es el miedo? ¿Es la decisión o es la costumbre, la frustración, la ira u otra emoción? Indagar por nuestras motivaciones nos conduce a desarrollar la conciencia emocional.




2. Comprensión del uso del tiempo, una clave para desarrollar la conciencia emocional

Uno de los elementos más reveladores de nuestro mundo emocional es la distribución que hacemos del tiempo. Este es una categoría abstracta, que ofrece valiosas pistas para comprender nuestra realidad psicológica. Así que al analizar la manera en la que manejamos el tiempo, también logramos desarrollar la conciencia emocional.


En particular, es importante observar si están presentes algunos elementos en ese manejo del tiempo. Estos son: procrastinación, sensación de falta de tiempo y percepción de lentitud en el transcurso del mismo. Cada uno de esos estados nos habla de situaciones emocionales concretas.


La procrastinación nos habla de inseguridad y falta de compromiso; además, en ocasiones también puede señalarnos un rechazo inconsciente hacia aquello que se pospone. La sensación de falta de tiempo nos habla de obsesiones y ansiedad. El transcurrir lento nos sugiere la presencia de melancolía. Por lo tanto, analizar nuestra percepción y manejo del tiempo es una valiosa fuente de información para conocernos.




3. Regular el tono emocional

Uno de los factores que nos ayuda a desarrollar la conciencia emocional es identificar las emociones más intensas que experimentamos con frecuencia. En nuestra forma de ser priman algunas emociones frente a otras. Por ejemplo, hay quienes se pasan los días enfadados. Otros son dados a reírse por todo o a sentirse abatidos. La emoción que predomina es lo que nos da un tono emocional particular a cada uno de nosotros.


Muchas veces nos “casamos” exclusivamente con una de esas dimensiones emocionales. Construimos una personalidad explosiva, o pasiva y temerosa, o crónicamente simpática y nos quedamos ahí para siempre. Sin darnos cuenta, olvidamos como sentir de otra manera. Nos habituamos a esas emociones predominantes y terminamos haciendo de ellas el eje de nuestra forma de ser.




Para desarrollar la conciencia emocional es aconsejable que aprendamos a regular el tono emocional. Esto es, a ponerle cierto límite a esas emociones predominantes, permitiendo que emerjan las no habituales. Es una manera de explorar otras áreas de nuestro ser y de permitir que emerjan nuevas sensaciones y emociones. Esto, a su vez, nos hace más conscientes de lo que hay en nuestro interior.


El desarrollo de la conciencia emocional nos otorga mayor lucidez para actuar. También dota a nuestras acciones de un sentido más auténtico. Es, sin duda alguna, una de esas tareas que dan como resultado una vida más plena y una personalidad más saludable.

Por Edith Sánchez
 
Dolor crónico: la enfermedad invisible



Cuando sentimos dolor, el proceso para eliminarlo o al menos aliviarlo parece sencillo: acudimos al médico, nos indica el tratamiento adecuado y el dolor desaparece. Pero no siempre es así. Uno de los grandes desafíos para las distintas disciplinas médicas es el dolor crónico. ¿Qué sucede cuándo nada alivia?, ¿cómo controlar algo tan desordenado y agotador como el dolor constante?


La persona que sufre dolor crónico siente como si miles de agujas estuvieran clavadas en su cuerpo de manera constante, afectándola esta situación no solo a nivel físico, sino también a nivel emocional, cognitivo y relacional. Así, el estrés continuo al que la persona está sometida junto a los impedimentos que el dolor crónico le produce hará que en determinados momentos sus concepciones sobre el mundo y la vida se tambaleen, junto a sus relaciones.




“Hay dolores que matan: pero los hay más crueles, los que nos dejan la vida sin permitirnos jamás gozar de ellas.”


– Antonie L. Apollinarie Fée –


Esta situación no solo será difícil para la persona que tiene dolor crónico, las personas allegadas como sus familiares y amigos también experimentarán cierta dificultad, sobre todo cuando el desconocimiento, la incomprensión o el agotamiento toman las riendas. Ya que al haber conocido distintos tipos de dolor a lo largo de sus vidas creen tener la capacidad de empatizar. Sin embargo, al ser algo tan subjetivo y dependiente de las propias sensaciones es muy difícil que logren ponerse en la piel de la persona que lo sufre.


¿Qué puede hacer la psicología con el dolor crónico?

El dolor es una advertencia de nuestro cuerpo que nos indica que algo no está bien. Pero ¿qué sucede cuando tras haber realizado las recomendaciones médicas el dolor persiste? La vida puede volverse una amenaza para la persona que lo padece. Las actividades del día a día se plantearán casi como un sufrimiento y se puede llegar a ver el futuro con desesperanza.





Esta sensación de estar a merced del dolor como si se fuera una hoja al viento es altamente dañina para la autoestima de quien lo padece. Aunque bien es cierto que el grado de incapacidad del dolor crónico depende de la situación de cada persona. No obstante, independientemente del grado de autonomía y funcionalidad que se experimente, la situación suele vivirse como limitante y frustrante.




En términos generales, según los expertos se entiende que hay dolor crónico cuando este se prolonga durante más de seis meses y no se alivia con tratamientos médicos ni quirúrgicos. Y aunque existe medicación para aliviar la sintomatología, la psicoterapia también puede ser de gran ayuda en estos casos.


Al margen del alivio y los efectos prácticos en el día a día, trabajar desde la aceptación y el empoderamiento de la persona desde la psicología, puede reforzar y aumentar la sensacion de “control sobre la propia vida”.


“La alegría y el dolor no son como el aceite y el agua, sino que coexisten.”


– José Saramago –




Desafiando al dolor

Existen varias técnicas para afrontar el dolor crónico. A continuación, nos centraremos en las expuestas en el “Manual del dolor” (Moix y Kovacs, 2009).


Una de las principales fórmulas para crecerse ante cualquier adversidad es conocer cómo funciona aquello que nos está desestabilizando. Desde el entendimiento y la conciencia del problema se trazan mejores estrategias y se rebaja el nivel de tensión acumulada por incertidumbre.


Así, hacerse expertos en procesos atencionales y en cómo dirigir dónde ponemos el foco de atención es elemental para tomar conciencia de nuestro poder sobre el dolor. De este modo, entrenar nuestra atención para dirigirla a estímulos relajantes será de gran ayuda, en lugar de centrarnos en ese dolor que erosiona.


“El hombre a quien el dolor no educó siempre será un niño.”


– Nicolás Tommaseo –


Otro aspecto importante a tener en cuenta es conocer que el malestar generado por el estado de ánimo bajo fortalece y alimenta la enfermedad. El miedo, el estrés, la sensación de cansancio o los problemas para dormir aumentan el dolor. Sabiendo esto, podremos trabajar en sentido contrario, es decir, enfocando las emociones, los pensamientos y los comportamientos hacia un mínimo de bienestar en lugar de contribuir a que el dolor aumente. Por mínimo que sea, irá a nuestro favor.





Manos a la obra

Una vez entendido que poniendo de nuestra parte podemos enfocar el problema desde el punto de vista de la acción se puede comenzar a trabajar en ello. Algunos de los puntos principales de los protocolos de actuación son:


  • La relajación y la respiración: son esenciales para aliviar la tensión muscular. Relajarse no sólo consiste en tumbarse y desconectar físicamente a nivel muscular, existen otros métodos como ir al cine, comer en un restaurante, escuchar música, hablar por teléfono con un amigo, pasear… que también sirven para desconectar.
  • Las emociones: son otro punto fuerte del proceso. Conocerlas, saber cómo afectan al círculo del dolor y trabajar técnicas de distanciamiento puede ser de gran ayuda.
  • Comunicar de una manera sana: es lógico que ante una situación de dolor crónico la queja forme parte del discurso continuo. Trabajar la forma de expresarnos y comunicar el mismo mensaje pero de distinto modo ayudará a mejorar las relaciones personales.
  • Recuperar viejas y sanas costumbres: es normal que en el proceso se aparten actividades que resulten placenteras y que se dejen de hacer actividades cotidianas, al ser más costosas. Pero recuperar viejas dinámicas, incluyendo poco a poco actividades gratificantes contribuirá a la reconstrucción del nuevo plan vital.
  • Trazar plan con nuestro terapeuta: saber cuáles son los filtros de pensamientos y las distorsiones cognitivas que nos impiden transformar nuestra forma de pensar es fundamental.

“Todos los dolores que nos alejan son dolores perdidos.”


– Simone Weil –


Como vemos el dolor crónico no solo es una enfermedad que repercute a nivel físico sino que afecta también a nuestros pensamientos, relaciones y emociones. Un problema invisible pero de mucho peso en el que es fundamental poner de nuestra parte para mejorar.

Por Paula Murillo
 
Ser como el bambú: tiempo, fortaleza y flexibilidad



Ser como el bambú implica acercarnos a una sabiduría milenaria inscrita en la propia naturaleza. Es comprender que el cuidado interno requiere tiempo y paciencia, y no importa lo fuerte que nos golpee el viento o la tormenta, porque hemos aprendido a ser flexibles y ante todo, resistentes.


Es probable que en todo el reino vegetal no haya planta más llamativa y llena de misticismo que el bambú. Hay cerca de 1500 especies, y algunas de ellas pueden alcanzar los 40 metros de altura. Existe una variedad cuyas flores germinan una vez cada 120 años. Aún más, se sabe incluso que el bambú libera un alto nivel de oxígeno a la atmósfera y absorbe a su vez más dióxido de carbono que muchas otras plantas.




Su crecimiento, resistencia y su poder beneficioso para el planeta, han hecho de esta planta toda una referencia de inspiración para múltiples prácticas filosóficas, espirituales y también psicológicas. Dicen del bambú que en él habita un código secreto, una fórmula singular que la naturaleza le regaló para hacer de él una especie tan bella como resistente.


En China, por ejemplo, esta planta forma parte de lo que se conoce como Los cuatro nobles. Representan a las especies más especiales y simbólicas de esta cultura, esas conformadas por el ciruelo, la orquídea, el bambú y el crisantemo. Cada una de ellas representa a su vez una estación, ahí donde el bambú vendría a contener la fuerza, la lozanía y hermosura del verano.


El bambú contiene en sus semillas el poder del triunfo y el poder. Cuando logra tocar el cielo, no importa si la desgracia cae sobre él y alguien lo corta. Él volverá a crecer para acariciar nuevamente la cumbre.






Ser como el bambú, la clave de la felicidad

La naturaleza es muy a menudo nuestra mejor inspiración. Si los egipcios erigieron gran parte de su cosmogonía observando los astros, sus movimientos, cambios y misterios, tal vez sea momento de llevar nuestra mirada a la propia naturaleza para acercarnos al sentido auténtico de la felicidad.


Ser como el bambú implica tomar ejemplo de sus características. Las mismas que pueden ayudarnos a desarrollar dos dimensiones esenciales para sobrellevar con éxito cualquier dificultad: hablamos cómo no de la resistencia y la flexibilidad. Veamos no obstante en detalle, todas esas virtudes excepcionales de esta maravilla de la naturaleza.


Tiempo y paciencia

Admitámoslo, somos esa sociedad alérgica a la paciencia. Nos hemos acostumbrado a la inmediatez, a esa notificación que nos avisa de un mensaje o de una noticia que ya ha dado la vuelta al mundo en menos de un minuto. Somos también esas personas que acuden al médico por un resfriado o una gripe pidiendo un antibiótico. Queremos reponernos pronto, lo antes posible.




Queremos soluciones rápidas olvidando a veces que el cuerpo, solo necesita tiempo para restablecerse, para recuperar la vitalidad en medio de estos tiempos tan exigentes.


Ser como el bambú implica invertir en paciencia. Significa recordar que esta planta tarda cerca de 7 años en germinar. Durante ese tiempo trabaja su “yo interno”. Acondiciona sus raíces, absorbe nutrientes y se prepara. Así, una vez emerge del suelo hasta el exterior para ver la luz, nada detiene su crecimiento, es imparable y magnífico, llegando a crecer a veces hasta un metro en un día.




Llegar alto, un derecho de todos

A menudo suele decirse aquello de que los límites los marcamos nosotros mismos. Bien, queda claro que en ocasiones no siempre es posible sortear ciertas dimensiones o alcanzar determinados objetivos. Nuestra sociedad tiene barreras y tiene filtros, condicionantes que a menudo limitan alguno de nuestro sueños.


Ser como el bambú significa también recordar que tenemos derecho a crecer alto. Pueden existir enemigos alrededor, acontecimientos que bloqueen ese acenso personal. Sin embargo, si hay algo que no debemos perder de vista es la inmensidad del cielo y su abanico de posibilidades, además del propio potencial para seguir creciendo cada día.




Flexible y resistente ante toda adversidad

El bambú puede estar en grupo o en solitario. Puede crecer en diferentes regiones del planeta, alcanzar 20 o 40 metros de altura, conformar densísimos bosques o alzarse a modo de columna con un diámetro en su tronco cercano a un metro. Sea como sea su crecimiento o disposición, hay algo que nunca cambia: sus resistencia y flexibilidad.


  • Se sabe incluso que han soportado terremotos de grandes magnitudes. Es más, tampoco importa que se corten sus tallos, porque ser como el bambú implica regenerarse, curarse y crecer de nuevo con una fortaleza superior e imparable.
  • Esos 7 años de crecimiento bajo tierra extendiendo raíces y asegurando con firmeza su cuerpo, hacen posible el milagro de esta planta excepcional.

Ser como el bambú significa tener una actitud resiliente ante la vida. Implica aceptar que en ocasiones, la adversidad puede doblegarnos, sin embargo, cuando nuestra actitud es fuerte volveremos sin duda a nuestra posición original con mayor brío, con mayor hermosura y admirable entereza.

Por Valeria Sabater
 
Amigovios: amigos con derechos



¿Sabéis lo que es un amigovio? La historia nos muestra significativos cambios en cuanto a lo que la gente considera importante para armar o establecer una relación de pareja. Años atrás se buscaba ante todo la seguridad de la institución matrimonial. Casarse era un destino que se veía como el único espacio legítimo que permitía la aceptación social y el ambiente válido para los hijos.


Después, el romance y la libertad ocuparon un lugar de importancia para las parejas jóvenes. Tener un noviazgo abría las puertas para empezar la independencia de la familia y para vivir las románticas escenas que el cine de la segunda mitad del siglo XX recreaba.




¿Qué ocurre hoy en día? Lo que muchas personas piden a la pareja no es sólo el sentimiento. También se piden sensaciones satisfactorias, únicas e intensas. Muchos jóvenes y adultos tienden a valorar, ante todo, su libertad para acercarse y descubrir el placer de las caricias, los besos y toda la gama de conductas sexuales.


Los amigovios

Los amigovios podrían ser definidos como una pareja que se conoce, que mantiene cierta complicidad y en la que existe una atracción. Sin embargo, en ella no existe más compromiso que el que podríamos identificar en una relación de amistad.


La emoción que más sobresale en los amigovios es la atracción. Esa atracción también podría ser definida como el aspecto “químico” del amor que se experimenta por otra persona.


“Mi amigovio es un hombre al cual veo cuando acordamos, por un tiempo determinado, no excluimos a terceros, el trato es cordial y amoroso, podemos tener intimidad sexual pero solo el compromiso de amigos. En realidad, no queremos asumir explícitamente el compromiso de una relación formal”.







La atracción es la responsable de las ganas de besar y abrazar al ser querido. Sin embargo, en muchas ocasiones aún no se ha consolidado la intimidad -en todo su significado-. La intimidad llega cuando se comparten con el otro pensamientos y sentimientos que, en general, excluyen a los demás en muchos planos. Por otro lado, el compromiso tampoco se ha consolidado. Podemos definir el compromiso como la decisión o promesa de seguir al lado de esa persona a pesar de los altibajos de la relación.




Atracción, intimidad y compromiso

De estas tres cualidades del amor: atracción, intimidad y compromiso, los amigovios tienen la atracción, el afecto o amistad, pero en muchos casos hablamos de una intimidad incompleta y un compromiso inexistente. Esto es porque si es gente muy joven, sus relaciones son más cortas.


En la juventud, muchos de los vínculos que se crean se basan principalmente en la atracción física: “Nos encanta salir juntos y divertirnos, bailar y tener s*x*, mucho s*x*. Nuestra atracción es visceral”.


En la medida en que los jóvenes se vuelven más adultos, es decir, alrededor de los 20 a 25 años, muchos de ellos valoran más las cualidades internas de las personas y tienen más responsabilidad. A finales de la adolescencia, el inicio de la intimidad y la confianza adquieren más importancia para ambos sexos, aparte de la pasión.


Solo después de varias relaciones de este estilo, es cuando muchas personas empiezan a pensar en dar forma a un vínculo que se mantenga en el tiempo. Durante la adolescencia las relaciones sentimentales se establecen sobre todo para pasarlo bien. Se establecen para ir a sitios diferentes y hacer planes divertidos.


Los derechos de los amigovios

La condición de amigovios o amigos con derechos permite, además, entrar y salir con facilidad del vínculo sin la presión del compromiso. Pero aun cuando no se quiere un compromiso real de pareja como tal, muchos de ellos tampoco desean mantener una relación breve en la que tengan cabida las emociones.


Estas últimas serían las llamadas relaciones casuales. Son personas que se conocen en una fiesta o discoteca y luego tiene relaciones sexuales, pero no se crea ningún vínculo emocional y generalmente no se vuelven a ver.





Las relación de los amigovios puede derivar hacia algo mucho más profundo e íntimo o terminar bruscamente por la aparición de un tercero que determine la finalización de esta relación. También se llaman “amigos con derechos y sin ataduras” porque se quieren, se cuidan, se preocupan el uno por el otro, hacen el amor, pero no desean un compromiso definido.


Los amigovios pueden ser personas casadas o solteras. De cualquier manera son conscientes de que su futuro es incierto, porque tarde o temprano todo puede terminar. Como vemos, la diferencia de estas formas de relación con el noviazgo es que en este sí existe el compromiso, ejemplificado en la mirada compartida hacia el futuro, y la exclusividad. También hay una manifestación clara de afecto, enamoramiento y amor.

Por Francisco Pérez
 
El curioso manual de s*x*, prohibido durante 3 siglos


No hace muchos años fue subastado un antiguo manual de s*x* en el Reino Unido. Pocos sabían de su existencia pues se trataba de un libro que había sido prohibido en el siglo XVII. ¿La razón? Lo de siempre: el s*x* era, e incluso sigue siendo, un tema tabú. Los censores de cada época creen que le hacen un bien a la sociedad evitando que se conozca más del tema.


El manual de s*x* solo pudo ser distribuido libremente desde 1960. En él hay especialmente dos particularidades que llaman la atención. Una, que se le tituló como El manual de s*x* de Aristóteles. Y otra, que contiene curiosos consejos sobre el mundo de lo erótico.




En realidad, se desconoce su autor. Seguramente quiso utilizar el nombre del gran filósofo griego con el objetivo de darle mayor prestigio al libro o de lograr que se autorizara su circulación. Respecto a los consejos, lo interesante de ellos es que reflejan la mentalidad de la época y que, a la luz de lo que sabemos hoy, resultan casi absurdos.


Una orgía real nunca excita tanto como un libro por**gráfico”.


-Aldous Huxley-




Una prohibición extraña

La verdad es que no resulta claro por qué se prohibió este antiguo manual de s*x*. La mayoría de los textos que contiene están completamente alineados con el pensamiento cristiano. Quizás alguien creyó que solo con hablar del tema podrían desatarse pensamientos obscenos o degenerados.


Este manual de s*x* describe la cópula como un acto carnal, que es completamente natural entre hombres y mujeres, y cuya finalidad es engendrar. Al respecto da consejos para determinar el s*x* de los hijos y para evitar que tengan deformidades.


Señala, por ejemplo, que la mujer debe recostarse del lado derecho, después del acto sexual, si quiere tener un varón. Para tener una niña, es necesario que lo haga del lado izquierdo. También indica cuáles son las fechas más propicias para engendrar hijos de uno u otro género.




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El manual de s*x* y su enfoque

Pese a que casi todo su contenido está centrado en la reproducción como tal, también incluye algunas recomendaciones para llevar una vida sexual satisfactoria. Dice, por ejemplo, que el s*x*, cuando es “moderado” y “legítimo”, ayuda a despejar la mente y a dejar de lado la melancolía.


El texto aclara que si no se tiene s*x* con cierta regularidad pueden aparecer problemas de vista, mareos y otros males más graves, especialmente en los hombres. Por contraste, cuando se tienen demasiadas relaciones sexuales, el cuerpo se puede “secar” y la vida se acorta. Pone como ejemplo a los gorriones, que copulan con frecuencia y solo viven 3 años.


Asegura que las características de los hijos dependen del pensamiento de la madre. Por ejemplo, si ella piensa en seres terribles después del s*x*, el hijo podría salir con malformaciones en los labios o pelo en la lengua. Por lo tanto, recomienda que la mujer mire fijamente a su esposo y solo piense en él. El objetivo, que el hijo se le parezca.


Otras advertencias y recomendaciones

El antiguo manual de s*x* recomienda a las mujeres que no consuman demasiadas comidas grasas o picantes, ya que estas “calientan demasiado el cuerpo, motivándolas a la lascivia. Al mismo tiempo, anima a las féminas a ser complacientes con sus maridos: evitaría que caigan en los abrazos obscenos de cualquier “prost*t*ta mentirosa”.


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Aconseja a los esposos dejar las preocupaciones antes de consumar el acto sexual. Animar su faceta animal y hacer uso de la fantasía para que todo sea más placentero. Aconseja a los hombres no tener relaciones con su esposa con demasiada frecuencia, pues, según dice, “las mujeres, en general, están más contentas teniendo algo bien hecho una vez que algo mal hecho frecuentemente”.


También les aconseja que cuando el hombre ya “ha hecho lo que la naturaleza lo motivó hacer” debe tener cuidado de no retirarse demasiado rápido del lecho de amor. Según el autor, de hacer esto se corre el riesgo de que entre frío al vientre femenino, lo cual podría llevar a consecuencias peligrosas. También anota que la infidelidad es corrupta y que solo produce enfermedades.


Aunque este antiguo manual de s*x* no es exactamente el Kamasutra, sí tiene un valor documental muy grande. Es un texto que nos ayuda a comprender algunas de las ideas que ha aceptado, publicitado o censurado nuestra cultura en la evolución. Comprendiendo mejor el ayer, entenderemos más el hoy y estaremos mejor preparados para el mañana.

Por Edith Sánchez
 
El poder la paciencia para manejar de forma efectiva la ansiedad



Entrenar el poder de la paciencia no es fácil. Sin embargo, si ponemos de nuestra parte desarrollaremos una actitud más despierta, positiva y confiada para lidiar con los estados de ansiedad y situar nuestra mirada en la dirección del bienestar.

La mente, a menudo, va más rápido que la vida. Una de las claves para frenar esa inclinación es practicar el poder de la paciencia, ahí donde alimentar una visión positiva mientras se cultiva la capacidad de espera. Dar paso a una costumbre donde permitirnos soltar la ansiedad, las presiones y preocupaciones para dejar que las cosas sucedan a su ritmo, a su tiempo y en su momento.


A menudo, los expertos no se ponen de acuerdo en decidir si la impaciencia responde más bien a un patrón de conducta adquirido o a un rasgo innato con el que algunas personas nacen. Sea como sea, hay una cosa que sí está clara: nuestro contexto social favorece ese estado de insatisfacción donde vivir anclados en la inmediatez. Es entonces cuando experimentamos la dificultad para tolerar la espera y esa impotencia constante cuando percibimos que no todo puede estar bajo nuestro control.




No sabemos tampoco si es nuestra impaciencia la que trae ansiedad o si es la propia ansiedad la que nos hace ser menos tolerantes a la espera. No obstante, lo que sí sabemos es que ambas dimensiones conforman un maridaje perfecto, ideal para desencadenar un estado de estrés y sobreactivación en nuestro cerebro más que patente, y todo lo que ello conlleva: insomnio, fatiga, problemas de concentración, desánimo y por supuesto, la infelicidad.


Una estrategia efectiva, a la vez que básica, para regular estos estados es aprender a desarrollar el poder de la paciencia. Cabe señalar, eso sí, que no es sencilla. No es fácil porque cuando un cerebro se ha habituado a estos patrones de pensamientos y enfoques tan agitados, siempre hay cierta resistencia a la hora de proponerle una visión más calmada y, sobre todo, optimista. Veamos cómo conseguirlo.


“Tu mente responderá la mayoría de las preguntas si aprendes a relajarte y esperas la respuesta”.


-William S. Burroughs-






El poder de la paciencia para una mejor calidad de vida

Impaciencia constante, ansiedad resultante. Este binomio singular, y a menudo devastador, conforma no solo todo un desencadenante de trastornos físicos como dolores musculares, cefaleas, taquicardias o problemas digestivos. La impaciencia es como ese malware que se instala en nuestra mente y que empieza a activar el mecanismo de las distorsiones cognitivas.




Nada más levantarnos ya empieza a actuar. Si el café no sale tan rápido de la cafetera, el ascensor tarda en llegar o el metro se retrasa un minuto, damos por sentado que va a ser un mal día. Si ese proyecto que teníamos en mente no se termina de esbozar en el día de hoy, nos carcome la frustración y la desesperación. El veneno de la prisa distorsiona no solo nuestros pensamientos: también nuestro ánimo se emborrona y se llena de grises.


Como bien decía Albert Ellis, psicoterapeuta cognitivo y promotor de la terapia racional-emotiva, en caso de que no controlemos la ansiedad será ella quien nos lleve por su carril y en el interior de un vehículo donde la vida pierde su sentido. Por lo tanto, la paciencia es un mecanismo más que idóneo para tomar/re-tomar el control.


La autorregulación como clave de la paciencia

La Universidad del Norte de Florida, en Jacksonville realizó un interesante estudio sobre el poder de la paciencia en enero del 2018. Este trabajo liderado por el doctor en psicología Dominik Güss, reveló que hay ciertas culturas donde esta dimensión es más significativa entre la población debido a una función psicológica muy concreta: la autorregulación.


  • La autorregulación es ante todo autocontrol o más bien la capacidad por la cual logramos gestionarnos con éxito a nosotros mismos para reaccionar mejor ante las presiones y eventos del entorno.
  • Los mecanismos para trabajar la autorregulación implican aprender a desarrollar las siguientes dimensiones:
    • La reflexión.
    • La gestión emocional.
    • El autocontrol.
    • La asertividad.
    • Las habilidades sociales.
    • La tolerancia.



Entrenar las cuatro raíces de la paciencia

El poder de la paciencia implica a su vez clarificar ciertas ideas sobre esta dimensión. Es común, por ejemplo, que entendamos la paciencia desde una perspectiva errónea, ahí donde relacionarla con la pasividad, la resignación o la mera capacidad de espera. Veamos por tanto cuáles son sus raíces, esas que deberíamos entrenar desde hoy mismo:


  • La paciencia es liberación. Se trata de una práctica emocionalmente liberadora que nos enseña a esperar observar y saber cuándo actuar.
  • La paciencia es compasión. Esta dimensión implica ser respetuosos con nosotros mismos y no maltratarnos por no ser capaces de conseguir ciertas cosas cuando así lo esperábamos. Significa atendernos, valorarnos y aprender a ser nuestros mejores aliados en la vida.
  • Paciencia como intuición hacia el movimiento y la acción. La persona paciente no está quieta, ni rendida ni aislada de su realidad, todo lo contrario. El poder de la paciencia nos permite reservar energías para la acción, nos ayuda a despertar esa intuición que sabe mirar a su alrededor para entender en qué momento es mejor ser prudente y en qué instante es conveniente pasar a la acción.
  • Confianza y optimismo, las semillas de la paciencia efectiva. La paciencia implica cierta confianza en la inercia: las cosas llegarán en el momento correcto. De nada sirve que nuestra mente vaya más rápida que la vida si todo lo importante acontece aquí y ahora.

Para concluir, recordemos que la paciencia es fuerza concentrada. Es la virtud de las personas que han aprendido a gestionar sus emociones y pensamientos para saber que cada cosa tiene su momento y que a veces, nos empeñamos en correr cuando la vida se aprecia mejor en caminatas relajadas, en pasos seguros orientados en direcciones claras.


Por Valeria Sabater
 
La línea de la vida, una técnica para conocerte mejor


En psicología se utilizan una gran diversidad de técnicas y herramientas durante el proceso terapéutico, una de las técnicas utilizadas para ganar en autoconocimiento y comprensión de uno mismo es la técnica de la línea de la vida. Aunque se trata de una técnica con una perspectiva humanista y sistémica, los psicólogos y psicólogas de diferentes corrientes también la utilizamos porque nos da mucha información del paciente/cliente.


Las personas somos una historia, un presente y un futuro, y todo confluye en nuestra individualidad. También somos un relato, de todo lo que nos ha pasado en nuestra historia de vida, y saber ordenarlo y darle sentido a nuestra historia es fundamental para crecer como personas, tener confianza en nosotros mismos y aceptarnos sin complejos. Por todo ello, el objetivo de este post es que comprendas cómo funciona la técnica de la línea de la vida y cuándo es bueno utilizarla.




¿Cómo funciona la técnica de la línea de la vida?

El funcionamiento básico de esta técnica es el análisis y la reflexión, es decir, no se trata de una técnica que simplemente por “hacerla” se obtenga un resultado sino que, para que tenga efecto, es necesario un esfuerzo analítico y reflexivo. Así, en primer lugar, el hecho de analizar toda o parte de nuestra historia de vida (línea de la vida) nos permite canalizar y gestionar las diferentes emociones asociadas: las mismas con las que muchas veces convivimos, pero también a las que no hemos gestionado de manera consciente.


Una vez elaborada la línea hay que profundizar en el significado de cada elemento que hemos dibujado en ella. La técnica de la línea de la vida requiere de un análisis reflexivo que suele ir guiado por preguntas como: ¿qué ha cambiado en mi como resultado de esta vivencia?, ¿qué perdí y que gané en ese momento?, ¿está superada esta experiencia?, entre otras. Con todo ello, logramos elaborar las experiencias de manera sana y adaptativa, y de este modo conocernos y comprendernos mejor, porque somos capaces de unir nuestro pasado con nuestro presente de una manera constructiva.


“Somos un relato, de todo lo que nos ha pasado en nuestra historia de vida, y saber ponerle orden y sentido a nuestra historia es fundamental para crecer como persona”.







Los mejores momentos para utilizar esta técnica

La línea de la vida puede ser utilizada en (casi) cualquier momento; ahora bien, es mejor utilizarla: al inicio de un proceso terapéutico o para cerrar una etapa de confusión. También, la línea de la vida es una técnica muy útil siempre que quieras conocerte mejor, porque entendiendo todo lo que has vivido comprendes porqué actúas como actúas y sientes como sientes.


Por otro lado, no estaría indicado realizar la técnica de la línea de la vida apenas se han vivido experiencias dolorosas y traumáticas. Esto se debe a que, según un estudio llevado a cabo por la Universidad de Arizona, dentro de un período de duelo (o reacción a una pérdida) podemos observar fases de depresión. Es decir, mientras se está viviendo una fase de pérdida o trauma, esta técnica no está indicada porque es probable que el estado de ánimo introduzca un sesgo negativo en el análisis.




Cómo se lleva a cabo esta técnica: pasos para realizarla

Para realizar esta técnica, como hemos comentado tienes que plantearte dos fases de trabajo: la elaboración de la línea de la vida y la fase del análisis crítico-reflexivo. Así, en primer lugar básicamente solo necesitas papel y lápiz, dibujar una línea recta y comenzar a indicar en ella los siguientes puntos en orden cronológico:


1. Define y señala tus acontecimientos vitales como por ejemplo: tu nacimiento, el nacimiento de hermanos, primos o hijos, la muerte de personas queridas, inicio de vida en pareja o matrimonio, etc. Para esta parte puedes utilizar el color azul.


2. Señala también los acontecimientos significativos o momentos muy importantes en tu vida, que representan un cambio. Por ejemplo: un cambio de vivienda, el inicio o el final de los estudios, un viaje muy deseado o significativo, entre otros. Serás tú la persona que identifique qué es lo importante. Para estos eventos en la línea puedes utilizar el color verde.


“La línea de la vida es una técnica muy útil siempre que quieras conocerte mejor, porque entendiendo todo lo que has vivido comprendes porqué actúas como actúas y sientes como sientes”.





3. En este punto es necesario que marques en la línea tus momentos de inflexión. Entendemos que estos funcionan como llaves de apertura de fases o situaciones de crisis que se asumen y se elaboran adecuadamente. Así, puedes utilizar el color rojo para estos momentos de inflexión, y has de marcar especialmente aquellos en los que sientes que te han hecho más fuerte.


4. Por último, has de señalar situaciones o momentos de “corte”. Nos referimos a situaciones que marcaron un antes y un después en tu vida, los percibes como momentos de ruptura de lo que era tu vida y tu rutina y además son difíciles de elaborar o bien son traumáticos. Para estos eventos puedes utilizar el color negro o algún color oscuro que haga contraste con el resto de marcas.


Una vez que has elaborado la línea de la vida, tendrás que dedicar un tiempo a analizar el impacto que todos y cada uno de los eventos que has marcado tienen en tu vida. Es importante que vayas más allá de lo que observas dibujado en la línea y que profundices en sus consecuencias. Recuerda: conocerte a ti mismo es el paso necesario para el desarrollo y la superación de límites personales.

Por Julia Marquez Arrico
 
El humor como terapia para liberar estrés


El humor es uno de esos elementos que de manera natural nos ayuda a liberar estrés. Con él, los grandes problemas dejan de parecer tan grandes y las personas que podrían intimidarnos más pequeñas. En este sentido, puede amenizar cualquier velada o poner luz a cualquier día de cielo nublado. Así, el humor como terapia es una herramienta fundamental.


Aunque está relacionado con el ocio y el tiempo libre, la ciencia ha demostrado que en algunas situaciones el humor puede ser un complemento que mejore los resultados de una intervención. Un ingrediente que hace que la misma, en determinados momentos, pueda cobrar dinamismo. Al mismo tiempo, esta forma, incluida en la comunicación, puede generar o asentar la confianza entre especialista y paciente/cliente.




Lo cierto es que, cuando nos reímos, experimentamos los siguientes efectos


  • Se activa el circuito de recompensa cerebral, por lo que se liberan endorfinas y dopamina, que son hormonas relacionadas con el bienestar y felicidad.
  • Disminuyen los niveles de cortisol, la hormona del estrés, por la acción de la dopamina y de las endorfinas.
  • Los músculos se relajan, sobre todo los faciales.
  • Aumenta la sensación de tranquilidad y seguridad.
  • La sensación de placer y relajación nos distraen de problemas y preocupaciones.

Por otro lado, el profesor Heidi L. Fritz de la Universidad de Salisbury ha dedicado gran parte de su trayectoria profesional a estudiar la relación entre humor y estrés. Los resultados de sus estudios afirman que cuanto más pronunciado es el sentido del humor en una persona, más bajo es el estrés que pueden llegar a experimentar.







Más allá de la risa, el humor como terapia

Pese a que la consecuencia más visible del humor es la risa, existen otras. Además, el humor como terapia no ha de ser confundido con la falta de seriedad, ni tampoco con la ironía o con un estado de ánimo en el que la euforia tome el control.


Su verdadera utilidad reside en que nos aporta un punto de vista distinto: actúa como uno de esos espejos que deforma las imágenes. Al mismo tiempo, puede señalar la posibilidad de añadir cambios en los filtros que utilizamos para percibir y procesar la información.


Podemos decir que el humor apunta felicidad, aun cuando la adversidad nos rodea. Durante un instante es capaz de detener el flujo de pensamientos negativos, un segundo que muchas veces es suficiente para romper con el círculo en el que estamos inmersos y que los alimenta.




El reto de las profesiones más intensas emocionalmente

Los profesionales de la salud que trabajan en emergencias, los agentes de policía o los equipos de bomberos se enfrentan, en su día a día, a situaciones muy complicadas, donde los picos de tensión pueden ser muy altos. Eso hace que su trabajo se convierta muchas veces en ese factor que produce desequilibrios emocionales.


La crudeza de estas situaciones radica principalmente en la implicación de otras personas y en las adversidades que éstas experimentan. Por ejemplo, un médico que trabaja en emergencias tiene que tomar decisiones importantes en un corto espacio de tiempo, muchas veces sin tener toda la información de lo que le sucede al herido e incluso asumiendo el riesgo de hacerle más daño. Mover o no a una persona en un determinado momento puede causarle una parálisis o salvarle la vida.


En estos casos, el aderezo del humor puede ayudar a bajar los niveles de estrés una vez que se ha tomado la decisión y antes de que venga el siguiente momento de tensión.


El papel crucial del humor como terapia en emergencias

La gran utilidad del humor como terapia en estos contextos se puede dividir en estas facetas:


  • El humor como herramienta para la propia salud y desempeño, a corto y a largo plazo. Permite pasar por alto lo antiestético, normalizar la rudeza de las situaciones y evitar la desesperación. Ayuda a tomar el control sobre la situación, atenuando el impacto de la misma.
  • El humor como herramienta para la relación entre compañeros. La complicidad en situaciones de estrés entre los miembros del equipo de trabajo puede jugar un papel especialmente importante en el rendimiento y cooperación. Además, el clima de confianza que genera facilita la expresión de emociones en momentos posteriores.
  • El humor como herramienta para la relación con los pacientes/afectados. Para una persona que se encuentra en una situación muy estresante y ante la que no puede hacer nada, como cuando hemos llamado a una ambulancia y estamos esperando a que llegue, el humor puede actuar como un “salvavidas” emocional.




El humor es bueno cuando es sensible al contexto

Es tan importante usar el humor en situaciones en las que puede bajar la tensión como abstenernos de darle paso en las situaciones en las que solo puede aumentar esta tensión. En este sentido, las personas somos únicas, igual que las circunstancias que nos rodean en cada momento. Esto requiere una observación y adaptación constante ante un entorno muy dinámico.


Así, el uso del humor como elemento que puede generar todos los efectos descritos, requiere de un uno inteligente del mismo. De una selección de momentos basada en la empatía y el respeto. En caso contrario, puede ser muy contraproducente. Por otro lado, en caso de duda podemos probar a utilizarlo de una manera muy suave, respondiendo después al feedback que nos den los demás.


El humor, en el marco de la terapia y fuera de ella, es una aliado muy poderoso cuando lo utilizamos con inteligencia. Con inteligencia quiere decir de manera adaptada a la situación. En el fondo hablamos de un estilo de comunicación. Un estilo de trabajo. Un estilo de vida.

Por Iván García
 
Si no te quieres es porque no te conoces



La autoestima es una palabra de moda que a veces parece como un dispositivo mágico para entender todo lo que nos ocurre. Es como si todos los problemas se pudieran explicar con una frase hecha: falta de autoestima. Hay una especie de epidemia que se puede resumir diciendo que nos cuesta trabajo querernos a nosotros mismos. Quizás esto ocurre por una razón clara: si no te quieres es porque no te conoces.


La clave está en esa voz interna que comenta todas nuestras acciones, sentimientos y pensamientos. Es esa voz que nos califica, y aprueba o reprueba. A veces olvidamos que esa voz interior ha sido construida por nosotros mismos y que, por esa razón, podemos dirigirla y redirigirla cuando no sea constructiva.




“Todo lo que necesitas quizá no esté delante a ti o a tu alrededor, pero todo lo que necesitas está ciertamente dentro de ti.”


-Sri Chinmoy-


Aprendemos a vernos a nosotros mismos a través de los demás. Por eso, si nuestros padres nos veían como personas incompetentes, fácilmente incorporamos ese calificativo y sus sinónimos a la voz que nos habla y juzga desde dentro. Si nuestros maestros pensaban que casi todos eran más inteligentes que nosotros, también aparecerá algo de ello en ese diálogo interior y así sucesivamente.


El problema es que olvidamos algo que está más allá de cualquier voz: quienes han opinado y siguen opinando sobre nosotros, no tienen la verdad. Lo que expresan y han expresado sobre lo que somos, probablemente tiene mucho más que ver con ellos mismos que con nosotros. Todos llevamos nuestras gafas particulares y cada uno cree que lo que ve es lo que sucede.






Si no te quieres, reconócelo

La falta de amor propio no solamente se expresa como sentimiento de minusvalía o de incompetencia en las diferentes situaciones cotidianas. A veces se piensa que si alguien se expresa con desparpajo y hace notar su presencia con mucha fuerza, es porque tiene una autoestima muy elevada. Pero, por lo general, no es así.


La ausencia de autoestima se manifiesta como temor o miedo a arriesgarte. Quieres mantenerte dentro de los límites de lo ya conocido, porque en el fondo piensas que podrías no estar a la altura de las exigencias en algo nuevo. Ese temor se extiende a tus palabras y tus pensamientos. No te sientes capaz de expresar lo que realmente está en un interior porque temes la reacción de otros. Y, a la vez, tu voz interna te descalifica: “son tonterías”, te dices a ti mismo. Y callas.







Pero la falta de amor propio también se expresa de otras maneras. Por ejemplo, cuando te vuelves servil frente a una figura de autoridad o a una situación en la que quieres cobrar notoriedad. Te importa mucho lo que piense o diga el jefe, el maestro o el experto.


Por eso tratas de ajustar lo que dices y haces, para agradar a esa persona o a ese grupo. A veces también necesitas, desesperadamente que los demás te reconozcan. Por eso gritas y te haces propaganda, siempre en función de obtener algo de los demás.




Solo se quiere aquello que se conoce

Hay una pregunta obvia, que no todo el mundo se formula, ¿realmente me conozco a mí mismo? Y es que el autoconocimiento no es solamente saber que te gusta el color verde y que detestas las manzanas. O que quieres divorciarte y que te encanta el fútbol. El asunto va mucho más allá de los gustos y las preferencias.


Por supuesto, es muy importante reconocer qué es lo que te gusta saborear, cómo te gusta vestir, a qué tipo de reuniones te gusta ir, etc. Por ahí comienza todo. Puede parecer exagerado, pero en verdad hay muchas personas que ni siquiera saben si realmente les gusta lo que comen. Siguen una dieta o no piensan en el asunto y aún no han descubierto por qué. Lo mismo ocurre con esos pequeños aspectos cotidianos como el vestido, el medio de transporte que usas y un largo etcétera.




Sin embargo, más allá de aprender a reconocer lo que nos gusta y lo que no en esos aspectos, debemos indagar sobre la percepción que tenemos de nosotros mismos. ¿Cómo te sientes en relación con tu propio cuerpo y por qué? ¿Cómo cuidas ese cuerpo? ¿Qué piensas sobre la forma como te relacionas con los demás? ¿Sabes cuál va a ser tu reacción frente a diferentes situaciones y por qué?


Quizás al final descubras una verdad que has querido ignorar: te juzgas en función de la mirada de otros y no a partir de parámetros realmente razonables. La mirada de los demás está presente en esa voz interna que constantemente te hace pensar en negativo frente a ti mismo. ¿Qué es mejor, una gallina o un pato?


El pato, dirán los patos. La gallina, dirán las gallinas. Ese es el punto. El pato debe aprender a ser pato y a sacar lo mejor de su condición. La gallina debe hacer lo mismo. Y ambos, desoír la opinión del zorro, que solo los ve como menú.

Por Edith Sánchez
 
Cómo aumentar el amor propio en 7 pasos


El amor propio es ese músculo que todos deberíamos ejercitar a la perfección y en cada momento. Aunque eso sí, más que una acción, es un estado mental y emocional, ese en el que sentirnos bien con nosotros mismos. En este sentido, el amor propio es importante para vivir bien. Influye en la forma en que nos relacionamos con los demás, en la imagen que proyectamos en el trabajo y en el modo en que hacemos frente a los problemas.


Asimismo, cabe decir que estamos ante una dimensión fundamental para nuestro bienestar. Su destello, la energía con la que nos hace movernos y desenvolvernos, garantiza por ejemplo que elijamos mejor a las personas que conforman nuestra vida. Implica además que podamos enfrentarnos con mejores recursos a cualquier desafío, sea grande o pequeño.




El amor propio es por así decirlo, un estado de aprecio que va surgiendo a medida que hacemos cosas por nosotros mismos. A medida, por ejemplo, que invertimos en nuestro desarrollo psicológico, emocional y espiritual. Es una dimensión dinámica que nos permite madurar en fortalezas, en calidad de vida…


“Hasta que no te valores a ti mismo, no valorarás tu tiempo. Hasta que no valores tu tiempo, no harás nada con el”.


-M. Scott Peck-


¿Qué es el amor propio?

El amor propio no implica solo sentirse bien. No es algo que puede lograrse cuidando la imagen, a través de lecturas inspiradoras o compartiendo tiempo de calidad con los seres queridos o disfrutando en soledad de actividades que nos gusten. A pesar de lo gratificante que estas y otras cosas puedan ser, el amor propio no es esto.


Define ante todo nuestra capacidad para apreciar lo que hacemos y valorar lo que somos. Son dimensiones que a menudo, se ven vulneradas como efecto de una mala crianza, una educación autoritaria o marcada por la indiferencia…





El amor propio es un estado que no admite dudas, épocas de debilidad o menos aún situar su destello en bolsillos ajenos para perder así nuestra dignidad. Este tendón psíquico exige cuidados y crece mediante acciones que nos hacen madurar. Cuando actuamos, por ejemplo de manera inteligente salvaguardando nuestros intereses y valores, cuando empezamos a aceptar mucho mejor nuestras debilidades y nuestras fortalezas y tenemos menos necesidad de explicar nuestras carencias.


Estamos a su vez ante un estado que nos hace sentir compasión por nosotros mismos como seres humanos luchando por encontrar un significado personal. Gracias a ello estamos más centrados en nuestro propósito y nuestros valores, los mismos que esperamos cumplir a través de nuestros propios esfuerzos.




“Ámate a ti mismo primero y todo lo demás vendrá a continuación. Realmente tienes que amarte a ti mismo, para conseguir hacer algo en este mundo”.


-Lucille Ball-


7 pasos para aumentar el amor propio

Reflexionemos a continuación sobre las siguientes dimensiones para aumentar el amor propio.


1. Permanece atento y consciente

Las personas que tienen más amor propio tienden a saber lo que piensan, sienten y desean. Ellas son conscientes de lo que son y lo ponen en práctica y no actúan en función de lo que otros quieren para ellos.


A pesar de que muchos estemos de acuerdo con este enfoque, no siempre lo aplicamos como debiéramos. Nos descuidamos, dejamos pasar aquello que nos molesta, nos relegamos a veces para priorizar a otros, y con todo ello, el amor propio se va deshilachando. Evitemos esto último, apreciemos lo que somos y lo que valemos.




2. Actúa en función de tus necesidades, no de tus deseos

Amar no significa cumplir con los deseos del otro, sino facilitarle lo que necesita. El amor hacia uno mismo funciona bajo el mismo principio. Si te centras en lo que necesitas te mantendrás apartado de los patrones de comportamiento automáticos que son poco saludables, esos que te dan problemas o que te mantienen anclado en el pasado.





3. Practica un buen cuidado personal

Una manera de aumentar el amor propio es cuidar más de tus necesidades básicas. Las personas que se aman a sí mismas se alimentan diariamente a través de actividades saludables, lo que incluye una buena alimentación, ejercicio, buen sueño, intimidad e interacciones sociales saludables.


No dudes por tanto en dedicarte el tiempo que mereces, no tengas miedo de priorizarte. Porque el amor propio no es egoísmo, es un ejercicio de salud para el propio equilibrio físico, mental y emocional.


4. Establece límites

Una persona que se ama a sí misma tiene valor para establecer límites y para decir “no” a todo lo que le afecta física, emocional o espiritualmente. Esta es sin duda una de nuestras cuentas pendientes, esa práctica que tanto nos cuesta pero que a fin de cuentas tan necesaria es para nuestro bienestar.


Practícala sin temores ni reparos. Los límites nos ayudan a mejorar la calidad de nuestras relaciones y en definitiva a aumentar el amor propio.


Establecer límites es necesario si queremos aumentar el amor propio.


5. Protégete de las personas tóxicas

Una persona que se ama se protege de las personas tóxicas y no pierde el tiempo con aquellas que intentan envenenar su espíritu. Lo creas o no, a tu alrededor puede hacer más de un perfil de estas características. Aprende por tanto a manejarlos con efectividad, puesto que no se trata solo de huir o poner distancia.


Amor propio es también saber desenvolvernos ante las situaciones más complejas sabiendo imponer nuestros derechos y necesidades.


6. Perdónate a ti mismo

Los seres humanos podemos ser muy duros con nosotros mismos. Ahora bien, ser responsables de nuestras acciones no implica que tengamos que castigarnos por ellas eternamente. Las personas que se aman a sí mismas aprenden de sus errores, aceptan su humanidad y se perdonan.


El paso que daremos al dar forma a ese necesitado perdón se traduce en una sola palabra: libertad.


Personarse a uno mismo es fundamental para aumentar el amor propio.





7. Vive con intención

Para aceptarse y amarse más, siendo consciente de lo que sucede en tu vida, es bueno que tengas al menos un propósito. Si tu intención es vivir una vida significativa y saludable, debes tomar las decisiones que apoyan esta intención. Esto te permitirá estar bien contigo mismo cuando tengas éxito en este objetivo. Descubrirás que puedes quererte mucho más si ves cómo logras lo que te propusiste hacer. Para ello es necesario establecer tus intenciones de vida.


No se puede amar a otro más de lo que uno se ama a sí mismo: por lo tanto, es necesario aprender a amarse para poder ofrecer amor un amor más auténtico y significativo a quienes nos rodean. Reflexionemos en ello, vale la pena.
 
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