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Ser pelmazo no es delito​

Errejón debe saber que esa persona, por llamarle «rojillo», no tiene que ser de ultraderecha. En este caso, el pelma fue medido y respetuoso, porque Errejón, de rojillo nada, es un rojo reventón
01/05/2022Actualizada 02:47
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Todas las personas que hayan destacado, para bien o para mal, en el conocimiento social, han tenido que lidiar con pelmazos. En mi caso, con centenares de ellos. Salía de Onda Cero acompañado de Carlos Cano cuando fui asaltado por un tostón. Me rodeó. Los pesados tienen la capacidad física del rodeo. Abarcan los cuatro puntos cardinales y no hay escapatoria. Aquel rollo de tío pretendía entregarme tres centenares de folios mecanografiados con su «ópera prima».
–Quiero conocer su opinión. Es una novela de amor y guerra, con tramos eróticos.
Le dije que tenía muchas cosas que hacer y que no podía atenderle. Por el norte, por el sur, por el este y por el oeste, el pelmazo me impedía la huida. Le hablé con cortesía y me negué a recibir su novela. Él insistía:
–Sólo quiero que la lea y me dé su opinión. Tampoco es mucho lo que le pido.
Me salvó Carlos Cano, que acababa de nacer después de experimentar un gravísimo episodio vascular.
–Deje en paz a este señor. Es usted un inoportuno y un latoso. La vida es muy corta y no es justo gastarla con plomos como usted. Váyase a paseo.
Ante el chorreo de Carlos Cano el pelmazo dejó libre el noroeste y por ese punto nos escapamos. Pero ni le aparté el brazo ni le propiné una patada.
A finales de los sesenta, el expreso de Andalucía, al hacer su entrada en la estación de Espeluy, provincia de Jaén, en un cambio de agujas, descarriló. No hubo que lamentar víctimas ni heridos. Sí hubo que lamentar, y mucho, que entre los viajeros que experimentaron el suceso se encontrara mi compañero de colegio Práxedes Bermejo, conocido por «El denso». Y el denso nos narró su experiencia a un grupo de compañeros de clase. Inició la narración a las ocho de la tarde en el bar «Jurucha» de la calle de Ayala, y a las 10.15 el tren no había partido todavía de la estación de Atocha. Fue abandonado por todos. Al día siguiente, Ramón, uno de los camareros, me amonestó.
–Como vuelvan a traerme al pesado del accidente en Espeluy, les prohíbo la entrada a todos ustedes-. Pero Ramón no le apartó el brazo ni le dio una patada.
Está claro que el hombre que acosó para hacerse unselfiecon Errejón actuó con inoportunidad y pelmacería. Errejón ha justificado en el juicio que se enfadó mucho con la víctima porque era de ultraderecha. Le llamó «rojillo». Se acercó para hacerse elselfiey Errejón ha reconocido « que le apartó el brazo y ya», y en el «ya» está el intríngulis. El pelma asegura que Errejón, que estaba un tanto tomado, le dio una patada en el vientre, y Errejón niega la supuesta agresión. El pelmazo –no es delito serlo, sino una desgracia– fue trasladado a un hospital como consecuencia de la patada que no existió según Errejón. El lugar del impacto pernil del líder supremo de Mas País coincidió con la cicatriz de una reciente operación de cáncer de colon en el agredido. La Fiscal, al no existir pruebas de la patada, aunque sí grabaciones de la disputa, ha pedido su absolución. No obstante, el abogado del denunciante reclama una multa de 6.000 euros para Errejón y una indemnización de 1.500 euros para la supuesta víctima.
Visto para sentencia. Pero Errejón tiene que saber contenerse, aunque sean las 11 de la noche y se haya tomado algunas copitas con sus amigos y guardaespaldas. Ser pelmazo es una contrariedad, pero no un delito. Ser inoportuno es una desgracia, pero no un delito. Y un político que presume de pacifista, ecologista, feminista, progresista y antifascista no puede liarse a patadas, estén grabadas o no, con un maduro ciudadano que después de llamarle «rojillo» le reclama unselfie. Y debe saber también que esa persona, por llamarle «rojillo», no tiene que ser de ultraderecha. En este caso, el pelma fue medido y respetuoso, porque Errejón, de rojillo nada, es un rojo reventón, hijo de 1917, boquita de piñón, pierna larga, brazos tajantes, rencor tortuoso y más falso que los méritos de su beca en la Universidad de Málaga.
Si no hay pruebas, es muy probable la absolución, a pesar del reconocido rifirrafe. Pero en este caso, y permítanme la imprudencia, creo más a la víctima que al presumible agresor. «Yo le aparté el brazo y ya».
De acuerdo. Pero se ha olvidado de contar el «ya».

Más de Alfonso Ussía​

 

Jebo​

Es un prototipo de vasco que reúne todas las características del hortera en el resto de España con rasgos específicos y exclusivos de las provincias vascongadas
02/05/2022Actualizada 02:03
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Cuando los votos del PP en el parlamento de Guernica le hicieron a Pachi López Lendakari –lo de Lehendakari es del idioma nuevo, el batúa–, del Gobierno vasco, el PP era para López un partido decente. El que se comportó con insuperable indecencia fue él, que junto a su amigo Eguiguren, bailaron un «aurresku» con el entorno etarra. Buenos amigos de Otegui. Mientras aquellos que le catapultaron a la lendakaritza o presidencia de la autonomía vasca, los del PP, se jugaban la nuca todos los días, López coqueteaba con el mundo inmediato a la ETA, y podía descansar los fines de semana en su casa de Comillas sin temores ni amenazas. Nadie le hacía puñetero caso, pero en Cantabria no existe la violencia. Tomaba el aperitivo habitualmente en La Rabia de la familia Herrera, pero no prolongaba en exceso su exposición pública. Cuando se iba, siempre con la mirada en el suelo, los que ocupábamos su mesa pedíamos que previamente fuera desinfectada, pero nada más. Arzalluz, tan desmedido en su racismo, denunció que el PP había hecho presidente del Gobierno vasco a un «maketo» y un jebo. El jebo es un prototipo de vasco que reúne todas las características del hortera en el resto de España con rasgos específicos y exclusivos de las provincias vascongadas. Ni Ardanza, ni Arzalluz, ni Garaicoechea fueron jebos. Ibarretxe, sí. Y Patxi López, monumental. Para mí, que ni en su mirada, ni en sus hechos, ni en sus palabras ha permitido atisbar que se trata de una buena persona. Es, simplemente un profesional de la política, muy cortito intelectualmente, que llegó a lo más alto con los votos del PP, cuyos dirigentes pensaron que López sería mejor presidente que un nacionalista, error mayúsculo por cuanto López era más nacionalista que los dirigentes del PNV, con la mochila acomplejada de los «maketos», los de fuera, los no vascos. En su libro Los Maketos, Rosa Díaz explica muy bien las contradicciones, desdichas y amarguras que sufren, por parte de los poseedores de ocho apellidos vascos – no hay tantos-, los «maketos» en la que es su patria chica. Y para colmo, es un tipo muy antipático, displicente y poco agradecido. López ha dicho muchas estupideces durante su vida a costa de los contribuyentes, pero ahora se ha dedicado, no a sus acostumbradas bobadas, sino a la exaltación de la vileza personal y partidista.
«Hemos pactado con Bildu porque la Oposición del PP es indecente». Creo que los únicos que pueden lamentar la indecencia de la oposición del PP son sus votantes decepcionados. La Oposición del PP de Casado al Gobierno del psicópata se ha acercado más a un masaje que a una Oposición. Patxi López justifica de esta manera el apoyo al Gobierno de España de los herederos del terrorismo. Él ya lo intentó, se sentó con ellos, y mantuvo muy cordiales relaciones con los portadores de manos ensangrentadas cuando fue «Lendakari». Establecer comparaciones entre la «decencia» de Bildu y la indecencia del PP, es miserable, atroz e inaudito. Además de los compañeros socialistas ejecutados por la ETA, decenas de políticos del PP fueron brutalmente asesinados por defender sus principios, sus valores, sus lealtades y sus ideas. Indecente –y mucho peor que eso–, es quien se atreve a vomitar semejante asquerosidad. El Gobierno ha pactado con los proetarras de Bildu para mantenerse en el poder. Los socialistas han celebrado –entre ellos, Patxi López–, el pacto de Sánchez con los proetarras, para seguir instalados en el poder. Nada tiene que ver en semejante perversidad, la «indecencia» de la Oposición del PP. El peor político del PP es infinitamente más decente que el más anodino de los proetarras. Esas palabras de López permiten ver el temor de quien intuye que, en pocos meses, puede dejar de ser un gorrón de los españoles.
Esa justificación, ese cinismo, esas palabras «hemos pactado con Bildu –se considera parte del pacto–, porque la oposición del PP es indecente», con los litros de sangre de las víctimas del PP derramados por la ETA, que el tiempo ni borra ni olvida, sólo se le pueden atribuir a un perfecto sinvergüenza. Usted, López.

Más de Alfonso Ussía​

 

VAJILLAS​

Los fantasmas tienen las fuerzas justas, y contra el Duralex no resultan efectivos.
mayo 3, 2022
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La familia Trenor, ilustre y valenciana, es – o era-, la propietaria del Castillo de Serdañola, Tibidabo superado. Y tenía un fantasma, como la casa de los Luna en Zarauz. El fantasma de Serdañola es ahorrativo. Y no por la factura actual de la electricidad. Lo lleva siendo desde hace más de un siglo. Apaga las luces a su paso. En cambio el fantasma de los Luna en Zarauz rompe vajillas.

Una vez cada año, se recrea en ello. Ha despedazado vajillas fabulosas. En vista de la situación, los dueños decidieron retirar las vajillas buenas que les quedaban y compraron una de Duralex. Y el fantasma se indignó, con bastante razón. Estrellaba los platos contra las paredes del “Office”, y los platos rebotaban sin quebrarse. Los fantasmas tienen las fuerzas justas, y contra el Duralex no resultan efectivos. Y le han obligado a cambiar su costumbre. En la actualidad, cuando llega el mes de septiembre, el fantasma ya no rompe los platos, pero los desordena. Los distribuye por el suelo y obliga a recogerlos y recolocarlos. Se trata de un fantasma cohibido, resentido y malhumorado.

En la casa que era de mi bisabuela, la marquesa de Aldama, y que hoy ocupan los duques de Soria, el doctor Carlos Zurita y la Infanta Doña Margarita, también hay un fantasma. Probablemente el de mi bisabuela, a la que le molestaban mucho en vida las bibliotecas desordenadas. Y de cuando en cuando se presenta en la biblioteca de los duques de Soria, y ordena los libros en las estanterías a su gusto y capricho, que no coinciden con el gusto y capricho de los duques de Soria, estableciéndose una molesta situación de desconcierto y desavenencias.

Y en la preciosa “Toki Eder” -Villa Hermosa, Villa Bonita-, de San Sebastián, de la familia Padilla Satrústegui, se aparece “Bichori” en el jardín una noche de cada mes de julio. “Bichori” falleció hace ochenta años y era la mujer de Pruden, el jardinero. A Pruden le importa poco la situación actual del jardín, pero a “Bichori” no. Y por la noche, arranca todas las flores que no sean hortensias. Las hortensias son respetadas y el resto de las flores desaparecen como por encanto. Los fantasmas son así, caprichosos e imprevisibles.

Pero de vuelta a las vajillas, y según apunta la escritora Emilia Landaluce en su página dominical de “El Mundo”, hay un hombre en el Palacio de La Moncloa, que se cree el dueño del Palacio de La Moncloa, y que está dejando sin vajillas al Palacio de La Moncloa. Cada vez que se entera de que sus planes políticos van a peor, estrella los platos en las paredes del que fuera hogar de la mítica Duquesa Cayetana de Alba de los tiempos de Goya, y de la emperatriz Eugenia de Montijo. -Presidente, que Biden ha dicho que está reunido y que no puede atenderle-. Y Plato va y plato viene que se estrellan contra las nobles paredes monclovitas. En los últimos meses, que le salen bien muy pocas cosas, ha estrellado más platos que en los años anteriores. Y no es un fantasma. Bueno, sí es un fantasma aunque no sea un fantasma, a ver si me explico mejor.

El fantasma que no es un fantasma pero es más fantasma que todos los fantasmas juntos se llama Sánchez. Y tiene ataquitos de ira y rompe platos que no le pertenecen. Urge que doña Begoña, su distinguida esposa, adquiera una vajilla de Duralex.

Alfonso USSÍA
 

Pequeña romería​

Los secretarios generales de UGT y Comisiones obreras, Unai Sordo y Pepe Álvarez, respectivamente, sí llegaron con puntualidad a la romería
03/05/2022Actualizada 02:14
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La manifestación de los sindicatos marisqueros del 1 de mayo se ha convertido en una pequeña y simpática romería. Apenas 10.000 personas, y casi todas ellas con sus pucheros dependientes de la militancia liberada. Banderas rojas y las feísimas y efímeras tricolores, probablemente diseñadas en 1931 por un entusiasta daltónico. Ninguna de España, a la que algunos denominan «la monárquica» o «la franquista», desde su clamorosa ignorancia. La Primera república la mantuvo, cambiando la Corona Real por la Mural, y la Segunda República, la soviética, la instituyó con carácter secundario, porque su bandera fue la roja de la URSS. En fin, un capricho multicolor que entretiene a unos cuantos y menguantes analfabetos históricos.
La romería marisquera, con Sordo, Álvarez y Yolanda Díaz conllevando pancarta, resultó deslavazada y pobre de resultados. Acudieron algunos ministros, como Alberto Garzón, al que situaron en lugar secundario, porque a ellos mismos, a los sindicalistas a cargo de los impuestos de los españoles, también les parece bastante tonto. Y lució, en cambio, la de las cuatro «emes», muy abrazada a la tucana, «Mónica, madre, médica –no doctora– y mema», la humilde propietaria de una amplia vivienda en el sector más caro del más caro barrio de Madrid. A Errejón no se le vio. Según fuentes no oficiales de Más Madrid, se sintió agotado el domingo por la mañana, después de correr a toda pastilla durante la noche del sábado, escapando del negro de Lavapiés de mirada amenazante.
Los secretarios generales de UGT y Comisiones obreras, Unai Sordo y Pepe Álvarez, respectivamente, sí llegaron con puntualidad a la romería. Al fin y al cabo, se trata de su único deber laboral a cumplir cada año, y en este caso, tanto el uno como el otro se mostraron escrupulosamente cumplidores de su obligación. En el mundo occidental hay tres personas que sólo tienen un deber cada año. Los secretarios generales de UGT y CCOO, de asistir a la romería, y el duque de Kent, de entregar los trofeos de Wimbledon, si bien el Duque de Kent trabaja el doble que nuestros secretarios generales, porque entrega un sábado los premios de la final femenina y al día siguiente, el domingo, los de la final masculina. Y cuando retorna a su hogar se dirige a Spencer, su ayuda de cámara, de esta guisa:
–Todo bien, Spencer. Un fin de semana agotador. Necesito un buen gin-tonic.
Y, lógicamente, Spencer procede a servírselo.
Como el Gobierno es socialcomunista, acudieron algunos ministros. Es sabido que los sindicatos de clase se mantienen gracias al dinero público que les regala el sistema y, por lógica y buena educación, las reivindicaciones apenas fueron reivindicadas. Todo menos molestar a Sánchez y a Díaz, y menos aún, provocar un malentendido entre la manifestante Díaz y la vicepresidente del Gobierno y ministra de Trabajo Díaz, que, por ser la misma persona, no puede interpretar simultáneamente el papel de adversa al Gobierno siendo vicepresidente y ministra de ese Gobierno. Se trató, pues, de una romería silenciosa con momentos chispeantes protagonizados por Mónica García, que es muy incisiva y divertida. Le gusta bromear. Al iniciarse el deambular romero, Mónica le dijo a Pepe Álvarez.
–Pepe, al que no veo es a Carlos.
Y Álvarez le preguntó:
–¿Qué Carlos?
Y aquello fue el despiporre.
–¡El de los pelos largos!-, respondió Mónica, y qué risa,
jajajajá, y jajajajá. Y cuando había pasado un tiempo, le preguntó a Unai Sordo.
–¿Sabes algo de Lucas?
Y Unai, distraído, picó de lleno.
-¿Qué Lucas?
-¡El de las pelucas!
Y otra vez jajajá, jajajajá ay que me muero, Virgen de Atocha, qué mujer tan divertida.
Y la romería terminó como siempre. A la hora del aperitivo. Cañas bien tiradas, cigalitas, camarones, bocas de la Isla, centollos, nécoras, carabineros, y jamoncito.
–Para el año que viene, Unai y Pepe, ni centollos ni nécoras. Que hay que trabajar mucho para sacarles provecho.
Y la romería terminó cuando Errejón abandonaba su casa a toda carrera para no toparse con el negro de Lavapiés.

Más de Alfonso Ussía​


 

DISEÑADORES ANTIFEMENINOS Y ODIADORES​

Y en las marcas deportivas están los agentes infiltrados de la fealdad.
mayo 4, 2022
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Quieren afearlas, ridiculizarlas, emborronar sus álamos. Me refiero a los que visten, en las mejores marcas, a las tenistas. Llegan incluso al insulto textil. El prenda que diseñó el conjunto que lució en Madrid Naomi Osaka, merece como poco, ser condenado a llevar puesta su creación durante sesenta días y una hora adicional.

Las tenistas, casi todas, son altas, delgadas, atléticas, flexibles y casi todas, poseedoras y portadoras de un gran atractivo físico. En España tenemos a Garbiñe Muguruza y Paula Badosa, que no están nada mal. A medida que transcurren los años y los campeonatos, van peor vestidas. No Garbiñe y Paula, todas. Para mí, que los diseñadores de la ropa femenina en el tenis odian a las mujeres, con la misma intensidad que los del golf aborrecen a los hombres.

Quedan muy pocos deportistas con la personalidad suficiente para exigir a las marcas deportivas ropa coincidente con su gusto. Aquellos diseños de pirata del primer Nadal, que han intentado reeditar con el joven Alcaraz, eran y son demoledores. Federer se diseña su ropa, y es el más elegante. Como el ya retirado Roddick, que jugaba al tenis con el típico polo del cocodrilo, el de Lacoste. Tiger Woods se viste bien, domina a las marcas, como Michelson, que siempre juega de negro. Pero nuestro Sergio García, al fin vencedor de un “Major”, el Masters de Augusta, juega vestido de vendedor de pisos con vistas al mar del Benidorm de la década de los sesenta. Y Jon Rham, que tampoco es David Niven, dada la descomunal estructura de su cuerpo, haría bien en moderarse.

Las marcas deportivas albergan en sus estudios de diseño a creadores, diseñadores y modistas que rozan con la delincuencia. Con la delincuencia estética que abruma al tenis, al golf, y ya que estoy en ello, al fútbol. No aprovechan, o no quieren aprovechar la belleza y armonía de unos cuerpos perfectos para elevar la categoría de sus marcas. Los humillan. Además, con esto del ultrafeminismo nazi-podemita, se han establecido unos límites pudorosos desalentadores. Al lado de Irene Montero y sus asesoras, la Censura del franquismo estaba formada por profesionales de la por**grafía. El feminismo busca la fealdad de la mujer, porque odia la belleza. ¿Qué hacemos –se preguntan-, para convertir a esta mujer maravillosa en un adefesio? Vestirla. Y la visten. Y resaltan sus defectos, no activan sus virtudes, porque el feminazismo tiene como principal objetivo establecer una igualdad estética partiendo de la antiestética. Vestir a Garbiñe Muguruza como si diseñaran el vestido que va a llevar Yolanda Díaz a su reunión con las transexuales. Y en las marcas deportivas están los agentes infiltrados de la fealdad.

Con lo sencillo que hacer más guapa a una mujer guapa de por sí. Limitándose a respetar la naturalidad . Claro que para eso, hay que amar a la belleza y a las mujeres, no aborrecerlas.

Alfonso USSÍA
 

Me espía el Pegasus​

Para mí, que se trata del mismo que envió las balas a Pablo Iglesias. Es decir, Pablo Iglesias. Deduzco que Pegasus no puede ser otro
04/05/2022Actualizada 01:54
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Me ha llamado un tal Bolaños. Mensaje escueto. « Le llamo desde el Palacio de la Moncloa. Cuidado con Pegasus». Le estoy dando vueltas al asunto y no hallo la salida. Una escritora muy cursi, Edelmira Farffane, escribió este párrafo, el más destacado de su cuento La Ventana Hechicera. « Me siento prisionera en mi salón. Han desaparecido las ventanas. Mi álbum de firmas se halla desaparecido, así como mi colección de sobres que contienen mechones del cabello de mis pretendientes. Ignoro hacia dónde han volado los cisnes de marfil de mi colección. Colecciono cisnes de marfil y alondras de porcelana. Pero han levantado el vuelo en pos de otro hogar. La fotografía de mis papás cortando la tarta nupcial en la jornada de su unión matrimonial yace en el suelo, sobre la alfombra tornasolada que adquirí en mi último viaje a Manila, y por la que fui encarcelada porque, despistada de mí, me la llevé del anticuario sin pagarla. He soñado esta noche con un hermoso corcel blanco con amplias alas. O quizá lo he visto. Después de disfrutar de su suave vuelo, me ha dicho que se llama Pegasus. Le estoy dando vueltas y no hallo la salida».
Lo mismo me sucede. Entiendo la confusión de Edelmira Farffane, autora de una de las novelas de amor más vendidas en la isla de Pascua. «Le entregué mi flor a un malvado jardinero». Le estoy dando vueltas y no hallo la salida.
Porque no conozco de nada al tal Bolaños. Muy poco simpático, aunque en este caso semejante dato carezca de importancia. Voz seca. «Le llamo desde el Palacio de la Moncloa. Cuidado con Pegasus». Coincide con el corcel alado de Edelmira Farffane, autora también de una bella novela costera que tuvo mucho éxito en la feria del Libro de Tegucigalpa.
«La Concha playera que se enamoró de un plateado pececillo». Por lógica, una novela rebosada de tristeza, porque el amor de una concha playera con un plateado pececillo es de muy complicada culminación.
He llamado a mi garganta profunda de la Moncloa. Me dice que Pegasus es una conspiración inmersa en el espionaje. Que fue diseñada la estrategia por Pedro Sánchez, y que tan mal diseñada está la estrategia, que Pedro Sánchez ha sido uno de los espiados. Para mí, que se trata del mismo que envió las balas a Pablo Iglesias. Es decir, Pablo Iglesias. Deduzco que Pegasus no puede ser otro. También podría ser la mujer de las caderas desparramadas del «atentado» contra una sede de Podemos. O el pintor de carreteras asturianas que escribió «Coletas, Rata» y animó al valiente dirigente comunista a salir a toda pastilla de vuelta a Madrid, donde disfrutaba de la profesionalidad, la vocación de servicio y el sentido del deber de treinta guardias civiles que custodiaban su hogar de La Navata, la humilde urbanización de Galapagar desde la que se toca con la mano el azul velazqueño de la sierra de Guadarrama.
Conspiración internacional, dicen ahora. Convocar una rueda de prensa para distraer al personal con semejante chorrada dice muy poco de los recursos mentirosos que aún almacenan en la Moncloa. Ahora va a resultar que el irascible inquilino que reacciona a las malas noticias estampando platos de la vajilla monclovina en las paredes no es otro que Pegasus. Algo se está cociendo en secreto para que el mayor mentiroso de España, el mayor estafador a la verdad de Europa, ordene a su Bolaños soltarnos esa gansada.
O Pegasus es Iglesias, o Pegasus es Sánchez, o existen dos Pegasus. Divertido acertijo.

Más de Alfonso Ussía​

 

Una gran ministra​

El Ministerio para la Transición Ecológica se mantiene firme en la defensa y protección del lobo, al menos, mientras no consideren esos hermosos y pacíficos cánidos que los niños pueden también, faltaría más, ser objetivos de sus dietas
05/05/2022Actualizada 02:04
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No todas las ministras son tontas e innecesarias. Margarita Robles, más o menos, se salva. Pero no es la mejor. Tampoco todos los ministros son blandos mentales, como Alberto Garzón. Ahí tenemos a «Napoleonchu» defendiendo la indiscutible españolidad de la isla del Perejil, que no ha sido reclamada por Marruecos, entre otros motivos, porque no sirve para nada. La gran ministra del Gobierno de Sánchez es Teresa Ribera, síntesis ejemplar de la coherencia y que está consiguiendo a marchas forzadas el objetivo de sus sueños. Arruinar a los ganaderos del norte de España, de Madrid hacia arriba. Sólo en Cantabria, la extraordinaria ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha logrado que 700 reses hayan sido masacradas por los lobos. Sin contar Asturias, Galicia, Castilla-León, Las Vascongadas, Navarra, La Rioja y Aragón. Ante la desesperación de los malvados ganaderos, el consejero de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente del Gobierno autonómico presidido por Miguel Ángel Revilla ha enviado a la señora ministra una misiva, una carta abierta, firmada por él y los quince representantes del sector ganadero de la provincia de Santander. Pero la gran ministra Ribera no ha autorizado la pretensión de permitir que se efectúen «extracciones extraordinarias» de lobos, como pretendían los insolidarios ganaderos montañeses de bovino, ovino y caprino. Para la señora ministra, que mantiene una ejemplar sintonía con el ecologismo coñazo y urbanita, las centenares de manadas de lobos que campan libremente por Cantabria son mucho más importantes para la región que el negro porvenir de la ganadería. En el norte de España, los lobos llegan hasta los pueblos, matan a las reses y desaparecen sin sufrir daño alguno, amparados por el cariño de la señora ministra. Y si un ganadero, desesperado, toma la justicia por su mano, y dispara contra uno de los lobos que están arruinando su futuro, el ganadero es inmediatamente detenido, severamente multado, y puesto a disposición para ser juzgado y condenado a más años de cárcel que un violador de menores, un ladrón sindical de los ERE, un agresor de ancianos enfermos de cáncer que temen las miradas amenazantes de los negros de Lavapiés o una ministra que derrocha 20.000 millones de euros en cochinaditas obsesivas. La ministra Ribera es, al menos, coherente. Desde un principio se situó del lado de los lobos y en contra de los ganaderos, y no ha cambiado de actitud ni de posición, lo cual resulta elogiable y digno de aplauso.
Todo cambiará cuando los lobos, en lugar de terneros, ovejas y cabras, se aperciban de que no quedan terneros, ovejas y cabras, y se pongan a matar niños. La superpoblación de lobos –y de nuevo hay que felicitar por ello a la sensible ministra Ribera–, se ha multiplicado por diez. Pero aún así, el Ministerio para la Transición Ecológica se mantiene firme en la defensa y protección del lobo, al menos, mientras no consideren esos hermosos y pacíficos cánidos que los niños pueden también, faltaría más, ser objetivos de sus dietas. En ese caso, la ministra Ribera, no dudará en autorizar las «extracciones extraordinarias» de lobos, no por su amor a los niños, sino por el riesgo que correrá en su despacho, que un día cualquiera podrá ser visitado por los lobos que se terminan de comer a su subsecretario.
Setecientas reses masacradas –que no devoradas, porque el lobo mata a diez para comerse una–, los ganaderos sin defensa y la ministra ecologista encantada. Hay que reconocer que se está cumpliendo su plan a la perfección, y que debe ser felicitada por su coherencia.

Más de Alfonso Ussía​

 

El sopapo​

Los club-Estado han sido vapuleados por el honor y el trabajo de «sólo un club» que sigue siendo de sus socios. Pero lo más divertido, el sopapo al inútil de Guardiola
06/05/2022Actualizada 01:38
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No voy a escribir de fútbol, pero algo tiene que ver. Quizá, de la diferencia que se establece entre el buen gusto, la tradición y la autenticidad, y el mal gusto del nuevo rico, el proyecto basado exclusivamente en el dinero y la impostura. El deporte más popular del mundo, que es el fútbol, se ha visto violentamente colonizado por los clubes-Estado. En Inglaterra hay varios de ellos. El dinero del petróleo se impone, y al mismo tiempo que se impone, fracasa. En España también tenemos un club de Estado inventado. El de la República de Cataluña, la de los siete segundos. Su problema, que no tiene su Estado inventado petróleo, a pesar de la gran plataforma en la costa de Tarragona, que garantiza, algo es algo, el relleno de los mecheros de la zona.
El club-Estado es como entrar en el palacio de un nuevo rico. Sus cuadros son buenos y feos. Se han adquirido en subastas con asesores estafadores que se llevan una suculenta comisión por sus servicios. Sus muebles, espantosos, pero encargados en las mejores firmas de carpintería. La mesa de Putin, por ejemplo. Con perdón de la expresión que me dispongo a utilizar, hay que ser muy poderoso y un hijo de la gran put* para encargarse una mesa similar. El club-Estado no repara en gastos. Guardiola ha dispuesto en los tres últimos años de más de 1.300 millones de euros para contratar a los mejores del mundo, y aún así, sólo triunfa en su liga. Cada vez que intenta ganar en Europa, se lleva un sopapo. Es muy catalanista, pero sabe que aquel gran Barcelona que entrenó, con Messi en pleno esplendor y una plantilla formidable, no puede garantizarle ninguna satisfacción. Se trata de un entrenador que intenta aparentar una buena educación, cuando en realidad es un torpe resentido. ¿De qué se resiente un tipo que gana 40.000.000 de euros al año por fracasar año tras año en la Copa de Europa? Se resiente de la falta de autenticidad, historia, tradición y coraje de su club-Estado. Fútbol femenino, derrochador, quejoso, le dice Salvador Sostres. Fútbol macho, fútbol de sus socios, de sus millones de seguidores en el mundo, de su herencia gloriosa, de su escudo respetado, de su incapacidad de asumir la derrota aunque ésta se produzca, es el del Real Madrid, que el pasado 4 de mayo, anteayer, le arreó un sopapo al club-Estado de Guardiola que tardará en sanar. El Real Madrid –y no tengo a Florentino Pérez entre mi círculo de amistades, ni Florentino Pérez me considera del mismo modo en el suyo–, se ha enfrentado a la presente temporada con un equipo de transición, de plantilla corta y sin invertir. Pero está construyendo el mejor estadio del mundo, y gracias a su ahorro cuenta con más de 800.000.000 de euros para invertir en nuevas incorporaciones. El Barcelona es más que un club, y así le va. El Real Madrid es sólo un club, y así de bien nos ha ido. El Real Madrid es madrileño cuando juega en España, y representa a España cuando admira en Europa. El Barcelona juega de la mano del procés y los partidos políticos nacionalistas influyen en su estrategia y su proyecto. El Real Madrid acierta o yerra sin padecer ningún tipo de influencia política. La envidia y la mentira le llamaban el «equipo del franquismo». El equipo del franquismo fue el Barcelona, al que el generalísimo salvó de la quiebra en dos ocasiones y por ello recibió dos medallas de oro y brillantes de las directivas culés. El Real Madrid ganaba porque un presidente genial y cazurro, que falleció sin una peseta en su bolsillo, supo ver el futuro y lo cumplió. Y se trata de un contrasentido, porque el imparable y luminoso futuro del Real Madrid, el que es sólo un club, se abre a su futuro gracias al respeto que siente por su pasado. El futbolista de Madrid sabe que esa camiseta blanca la llevó René Petit, Bernabéu, Di Stéfano, Puskas, Gento, Santamaría, y nada más, como se canta en el himno de Jabois.
Lo que ha hecho este año el Real Madrid es sencillamente aristocrático. Aristocracia, el gobierno de los elegidos. El Barcelona-Club Republiqueta, a punto está de bucear en el fango. Los club-Estado han sido vapuleados por el honor y el trabajo de «sólo un club» que sigue siendo de sus socios. Pero lo más divertido, el sopapo al inútil de Guardiola.
Mejor y más placentero que ser seducido por Sharon Stone cuando la gran belleza tenía 25 años ha sido el sopapo a Guardiola y a su petróleo. Y no sigo, porque en casa me enseñaron que no se puede presumir de conquistas femeninas. Claro que en aquellos años yo tampoco estaba mal.
¡Viva Madrid y hala Madrid!

Más de Alfonso Ussía​

 

El aire de Foxá​

Foxá fue en numerosas ocasiones castigado por su incapacidad para el silencio. Y terminó saltando: «Mi respetada señora. En Paraguay, todo lo que no viene de España, lleva plumas en la cabeza»
07/05/2022Actualizada 02:27
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Estoy en Madrid, mi cuna, mi ciudad. Al fin llegó la primavera. De cuando en cuando sopla un golpe de viento frío, azul, del Guadarrama. Antes de llegar a Madrid sacude los árboles de Galapagar, y en concreto, del jardín de Irene Montero, la niñera, los veinte vigilantes y la barbacoa de los fines de semana. El gran Agustín de Foxá, conde de Foxá y marqués de Armendáriz, paseó sus huesos por todo el mundo, pero sólo se sentían dichosos, sosteniendo su breve estatura y ancho corpachón, en Madrid. Llegó de su último destino, Manila, agonizante. De Barajas al hospital. El conductor de la ambulancia cerró las ventanas para que el agonizante no sintiera frío. «No, por favor –le rogó Foxá–; quiero sentir por última vez el frío seco de la sierra».
Foxá había advertido al ministro de Asuntos Exteriores que su nombramiento como ministro-consejero de la Embajada de España en Manila equivalía a su muerte. Foxá se había bebido en vida más de una cosecha de La Rioja y la mitad de una bodega de whisky de las «High Lands» escocesas. Y se había fumado una gran parte de los habanos de Vuelta Abajo, y miles de cajetillas de Chesterfield. Tenía amurados los pulmones y su hígado se había convertido en una multitudinaria reunión de transaminasas. El calor sofocante y húmedo de Manila le horrorizaba, pero el ministro fue tajante: «Agustín, los diplomáticos sois como los sacerdotes y los militares. Donde son destinados, allá van sin rechistar».
Foxá tuvo sus grandes años diplomáticos en la América nuestra y en Roma. En la embajada de España en Paraguay mantuvo una pequeña discusión con la invitada a una cena. La invitada era la vicepresidente de Paraguay, una mema que puso a los pies de los caballos la colonización española. Foxá fue en numerosas ocasiones castigado por su incapacidad para el silencio. Y terminó saltando: «Mi respetada señora. En Paraguay, todo lo que no viene de España, lleva plumas en la cabeza». Y fue sancionado y devuelto a Madrid. En Madrid, las tertulias literarias celebraban cada castigo a Foxá, porque sus reuniones se llenaban de ingenio. Al actor Juan Espantaleón se le tributó un homenaje. Espantaleón padecía un mal poco llevadero. Bebía más de diez litros de agua cada día y, lógicamente, se veía inducido por su vejiga a desaguar con excesiva frecuencia. En el homenaje que se le brindó en el Hotel Menfis, Espantaleón tuvo que interrumpir su discurso de gratitud para acudir con urgencia al cuarto de baño. Y Foxá, le leyó un epigrama:
Espantaleón
Meando, no es manco.
Tiene una minina
Con una turbina,
que, de conocerla,
la inaugura Franco.
A don Jacinto Benavente, en aquellos tiempos difíciles para salir del armario, después de estrenar en el Teatro Infanta Isabel su comedia Una Señora.
Don Jacinto Benavente
Ha estrenado una señora.
Y es lo que dice la gente:
¡Ya era hora, ya era hora!
Sonetos brutales contra la familia Domecq, don Ramón Serrano Súñer –cuñado del Caudillo–, y Celia Gámez, ahijada en España del heroico general don José Millán Astray.
…Tú que cantas esos tangos con ojeras
Repletos de memeces argentinas.
Y sus tercetos, que nadie se atrevería hoy a escribir.
Los prognatas toreros que complicas (Belmonte)
Por ti se tornan en babosos toros.
Vas al teatro con señoras ricas
Y estrenas obras, con cretinos coros,
Escritas para ti por los maricas (el maestro Moraleda)
Que sueñan con los culos de los moros. (La Guardia Mora de Franco)
De Manila volvió con un hilo de vida. Y le dedicó al ministro –ya lo he escrito aquí, pero hoy me repito porque me gusta recordarlo–, su poema fundamental, La Melancolía del Desaparecer. Él se sabía al borde de la despedida.
Y pensar que después que yo me muera,
Aún surgirán mañanas luminosas,
Que, bajo un cielo azul, la primavera
Indiferente a mi mansión postrera
Encarnará en la seda de las rosas.
Y pensar que, desnuda, azul, lasciva,
Sobre mis huesos danzará la vida,
Y que habrá nuevos cielos de escarlata,
Bañados por la luz del sol poniente,
Y noches llenas, de esa luz de plata
Que alumbraba mi vieja serenata
Cuando aún cantaba Dios bajo mi frente.
Y pensar, que no puedo en mi egoísmo,
Llevarme al sol ni al cielo en mi mortaja.
Que he de marchar yo sólo hacia el abismo,
Y que la luna brillará lo mismo,
Y ya no la veré desde mi caja.
Creo que escribir de Foxá es mucho más saludable para los lectores de El Debate, que hacerlo de Pegasus.
Hoy he sentido el frío azul de la que también es mi sierra.

Más de Alfonso Ussía​

 

EL ALCALDE DE MADRID ACCEDIÓ A HOMENAJEAR CON UN TÍTULO MADRILEÑO A ALMUDENA GRANDES PARA APROBAR LOS PRESUPUESTOS​

Os quedaréis sin calles. Todo Madrid es Almudena Grandes.
mayo 8, 2022
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Así lo reconoció. Una lindeza de la coherencia. Posteriormente, el ministerio de Transportes bautizó con el nombre de la referida autora erótica a la estación de Atocha. Sólo falta que el Palacio Real de Madrid pase a denominarse Palacio Real-Almudena Grandes, y el Museo del Prado, Museo del Prado-Almudena Grandes.
Hay un movimiento social en Madrid para influir en el Alcalde para que protagonice una buena acción. Dedicar una calle, o una plaza, o una travesía, a Toni Leblanc, el genial actor que cubrió una larga época brillando en el cine, el teatro y la televisión de la mano de su extraordinario humor. Toni Leblanc, si no me equivoco, nació en el Museo del Prado. Del mismo modo que un genial torero madrileño, Antonio Chenel “Antoñete” lo hizo en la plaza de Toros de Las Ventas del Espíritu Santo. Ignoro si “Antoñete” ha recibido del Ayuntamiento de Madrid-Almudena Grandes, algún regalo de memoria, recuerdo o cariño. Se lo merecería con creces. De Toni Leblanc tampoco se sabe nada. He consultado con el callejero de Madrid-Almudena Grandes y no me he topado con los nombres de esos dos extraordinarios madrileños.
De lo que no cabe duda, es que ni uno ni otro, a pesar de sus grandísimos méritos, influyen para aprobar los presupuestos del Ayuntamiento de Madrid. Toni, después de su brillantísima trayectoria, sufrió el castigo del olvido y fue rescatado al final de su vida y su carrera por Santiago Segura. Sólo por ese acierto, me cae simpático Segura. Y Antonio Chenel, el torerazo de Madrid, también profesor de los toros, del toro y sus circunstancias en las retransmisiones de Movistar-Plus–Almudena Grandes acompañado de Manuel Molés, no buscó en su vida un lugar de privilegio municipal para influir en la aprobación de los presupuestos de Cibeles-Almudena Grandes. Resulta penoso, pero así es.
Toni y Chenel son historia de Madrid, y además, buena historia. Sus relaciones con la genialidad fueron constantes e ininterrumpidas. Pasearon el nombre de Madrid con el orgullo de sus cunas. La Plaza de las Ventas y el Museo del Prado, ahí es nada. Pero no emocionan a los políticos. Ni dan ni quitan votos, ni aprueban presupuestos. No obstante, resultaría muy de agradecer, que una mañana cualquiera, uno de los asesores de Almeida o de Begoña Villacís, tuvieran el detalle de depositar sobre las mesas de trabajo de uno y otra, una notita con las siguientes palabras. “Acordaos de nosotros. Toni y Antoñete”.
Es posible que ninguno se atreva. Estos políticos hacen cosas muy raras. Lo de Almudena Grandes-Estación de Atocha ha sido demasiado. Nuestros maravillosos madrileños Toni y Antoñete no eran sesgados, ni vivían del cuento, ni escribían mal. Os quedaréis sin calles. Todo Madrid es Almudena Grandes.
Alfonso USSÍA

 

Se espía a los malos​

Los «guardiolos» pueden derribar al Gobierno y, aunque nadie cree semejante desenlace, son tan burros que lo pueden conseguir
08/05/2022Actualizada 02:22
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El CNI ha acreditado el espionaje al taponcete de la raza superior y a diecisiete independentistas. Hasta ahora, lógico y necesario. Los Estados están obligados a espiar a sus traidores para conocer de antemano sus planes y movimientos. El problema es que el que ordenó el seguimiento de los «guardiolos» y su ministra de Defensa también han sido objeto de espionajes. La directora del CNI ha mostrado a la Comisión de Secretos Oficiales las correspondientes autorizaciones judiciales. Se ha procedido a espiar legal y legítimamente a un grupo de bocachanclas perfectamente espiables. Sucede que son socios del Gobierno que les ha espiado y que, ya de espiar, también han espiado al Gobierno. El caso, más que grave y alarmante, se presenta desnudo ante la opinión pública con rotunda ridiculez.
El taponcete y sus «guardiolos» exigen conocer la identidad de los agentes del CNI que han osado espiar a los impulsores, golpistas y finalmente apesebrados –con los indultos y los dineros–, declarantes de la «republiqueta de los siete segundos». No coinciden los historiadores en la duración de la republiqueta. El fugado asegura que fueron nueve los segundos, y que la siempre mentirosa y fascista versión españolista ha hurtado a Cataluña, con la cantinela de los siete segundos, dos segundos de libertata las cuatro provincias catalanas. Si ello les duele, rectifico encantado, y asumo que la republiqueta se mantuvo vigente durante nueve segundos. Pilar Rahola dice que fueron diez los segundos, pero creo que la interesante muchacha exagera. Ella es muy de exagerar, y los diez segundos se me antojan excesivos.
Lo que no se hace, y ahora me dirijo a Sánchez, es desobedecer al Tribunal Supremo, contrario a los indultos de los golpistas, indultar a los golpistas, favorecer el flujo económico de los golpistas y, posteriormente, espiarlos. Se me antoja cruel. El CNI es muy escrupuloso al respecto, y se comentan divertidos hallazgos. Que alguno de los «guardiolos» espiados no ha sido sorprendido con las manos en la masa, y sí con las manos en otros lugares más adecuados para otras cosas, entre ellas, las pasiones primaverales. Cataluña siempre fue muy avanzada en esas lides, y después de una breve y agradable temporada en diferentes prisiones, los «guardiolos» lo que necesitaban para el desahogo iba mucho más allá que el gesto de flamear las «estrelladas» o bailar la sardana con sus mujeres.
Y los espiados, y en ese punto tienen toda la razón, se han mostrado indignados por un detalle que no debe pasar desapercibido. Los espías del CNI no se pusieron gabardinas durante su trabajo. Un espía que se precie siempre actúa con la gabardina puesta, el cuello de la misma alzado, gafas de sol, y la mano izquierda en el bolsillo de la elegante prenda acariciando la culata del revólver. Nuestros espías –yo así los considero–, no llevaban ni gabardina ni revólver ni gafas de gol, y eso demuestra la mala fe del CNI. Cuando los primos Alcocer y Cortina planearon la toma del Banco Central, lo hicieron a las claras, y lo primero que compraron, siempre asesorados por Rafael Ansón, fueron las gabardinas. Intentaron dar el golpe limpiamente, a las claras, sin camuflajes. Cuando Mona Jiménez organizaba sus «Lentejas de Mona» invitando a su cuchitril a toda suerte de políticos, economistas y periodistas a tertulias y conferencias, tuvo la gran idea de incluir en la lista de invitados al embajador de Rusia, Serguei Bogomolov. Y Bogomolov, que era un espía de la KGB perfectamente educado y cordial, aunque la convocatoria fuera en junio con el cielo limpio y el sol radiante, se presentaba en casa de Mona Jiménez con una gabardina adquirida en los almacenes Gum de la Plaza Roja de Moscú. Eso es un espía legal, sincero y bien intencionado.
En fin, que los «guardiolos» pueden derribar al Gobierno, y aunque nadie cree semejante desenlace, son tan burros que lo pueden conseguir. Y con otro Gobierno, se van a enterar de lo que es un espionaje de verdad.

Más de Alfonso Ussía​

 
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