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Ensaladilla​

El cocinero español José Andrés le ha cambiado el nombre a la ensaladilla. Pero yo seguiré pidiendo en bares y restaurantes ensaladilla rusa, y no ensaladilla ucraniana​

17/05/2022Actualizada 02:0
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Estoy con Ucrania de corazón, de pensamiento y de esperanza. Considero que Putin es un criminal de guerra. Deseo y sueño, –tan lejanos el uno como el otro–, que el Ejército ruso sea derrotado. Tengo a Zelenski como mi nuevo héroe, y como soy creyente, pido a Dios todos los días por la victoria de los justos, los más débiles, los invadidos.
Pero seguiré pidiendo en los bares y restaurantes ensaladilla rusa, y no ensaladilla ucraniana.
El cocinero español José Andrés ha demostrado ser una gran persona. Ha viajado hasta la frontera de Polonia con Ucrania y ofrecido su magisterio gastronómico, y de su bolsillo, a miles de refugiados que escaparon de los bombardeos rusos. Como español, me siento muy orgulloso de tener a compatriotas como José Andrés, si bien en un pequeño detalle, a mi modo de ver las cosas, se ha equivocado.
En su restaurante no se ofrecerá, a partir de ahora, ensaladilla rusa. Le ha cambiado el nombre por ensaladilla ucraniana.
Entre la uniformidad oficial de nuestros marinos de la Real Armada Española, para navegaciones en mares de fríos extremos, existe el capote ruso. Se trata de una prenda de abrigo. Guardo en mi casa la botonadura del capote ruso de un insigne almirante y actual Director del Museo Naval, don Marcial Gamboa, al que tuve el honor de conocer y disfrutar de su señorío cuando era Director de la Escuela Naval Militar de Marín. Son muchos los botones de ancla los del capote ruso de nuestros marinos. Pero tengo entendido que su denominación no ha cambiado por la de capote ucraniano.
En 1940, la Montaña Rusa del parque de atracciones del Monte Igueldo en San Sebastián paso a llamarse Montaña Suiza. Y creo que aún se denomina así. No obstante, nadie se refiere a la atracción como Montaña Suiza, a pesar de haber cumplido 82 años con ese nombre. Se le dice Montaña Rusa, y le recomiendo un paseo a quienes no la hayan disfrutado. Se trata de un anciano trenecillo, con dos dragones en cabeza y conductor en el vagoncillo central, que no asusta a nadie. Pero el paisaje que se abre en su recorrido es insuperable. Cuenta con tres cuestas. La primera, la del tanteo, la segunda, la del manoseo y la tercera, la del morreo. Un beso muy rápido en la oscuridad del tímido túnel que precede a la finalización del trayecto. Recomendable adquirir un abono de cinco viajes con la finalidad de dejar las cosas claras en la última cuesta y único túnel.
Soy un gran admirador de Rusia, de su literatura, poesía, música, y su formidable folclore. Sucede que ésta Rusia que ha invadido Ucrania es más soviética que rusa. De los 28 millones de soldados rusos que cayeron en el frente de la Gran Guerra, ocho millones de ellos fueron ucranianos. Después de la larga experiencia de la cárcel soviética, la prisión más extensa, sanguinaria, brutal y fría del mundo – eso que se llama comunismo-, Ucrania alcanzó la libertad que hoy Putin desea aniquilar. Pero de ahí a llamar a la ensaladilla rusa ensaladilla ucraniana, a los pasteles rusos, ucranianos, y a las montañas rusas, montañas suizas, hay largo trecho que siempre ocupa la exageración. Por los amigos que tienen en España, conoceréis a Putin. Amigo de Puigdemont, de Otegi, de Aragonès, de Rufián, de Iglesias, de Garzón y del vertedero del PSOE-Podemos. Y de algún beato de medidas excentricidades.
Lo mejor de la Rusia de hoy es la ensaladilla rusa que es española. Seamos generosos y tolerantes, al menos, con la ensaladilla.

 

EL ESPAÑOL HERIDO​

Con lo que gana todos los meses, podría adquirir sin problemas el billete de vuelta.
mayo 18, 2022
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Es de Podemos, y creo que parlamentario. Es un español obligado, porque añora su patria de nacimiento, que intuyo se trata de la República del Senegal. Este país africano tiene que ser maravilloso, una potencia económica, una especie de Suiza incrustada en el África negra.

A pesar del altísimo nivel de escolarización que disfruta el Senegal, Serigne Mbayé renunció a los estudios primarios para formarse en la política, su gran sueño. No obstante, destacó por su olfato en los dominios de los mercados. Y a pesar de sus deseos de permanecer en su país, se sintió obligado a emigrar a España, una nación europea mucho más retrasada que Senegal. Y aquí en España, se convirtió en la máxima jerarquía entre los manteros, y algún problema tuvo con la Justicia española. Lógicamente, un inmigrante nacido en un Estado de Derecho tan desarrollado como Senegal, siempre se topa con problemas con la Justicia de un Estado fallido. Prueba de ello, es que Podemos ha solicitado al ministro de Universidades, que los estudiantes de Derecho en España estudien, a partir de ahora, el Código Penal, el Código Mercantil, y el Código Civil del Senegal. Y en lugar de iniciar los estudios de primero con el Derecho Romano, hacerlo con el Derecho de Nigeria, fundamental para entender la jurisprudencia africana.

Podemos lo incluyó en sus listas, y Serigne Mbayé lleva dos años intentando reconducirnos a los españoles. Dice que somos racistas. Tan racistas, que permitimos que un senegalés sin estudios forme parte de nuestras instituciones. Serigne ha acusado ahora a Rocío Monasterio de irregularidades fiscales. Y hace bien, porque siempre ha cumplido con las leyes españolas vendiendo ilegalmente productos falsificados . Por ello, don Serigne añora Senegal, donde vender productos falsificados no es delito, entre otras razones, porque son muy difíciles de encontrar.

Hemos obligado a un senegalés ejemplar a ser español. Y la obligación conlleva desencanto y decepción. Don Serigne echa de menos la armonía, la riqueza, la igualdad y la prosperidad de Senegal. Él no llegó a España para enriquecerse, sino más bien, para enseñarnos los resortes, los deberes y los derechos de una democracia desarrollada. No lo ha conseguido, y de ahí su tristeza y añoranza de su tierra. Miles de kilómetros y una `peligrosa navegación en patera, para nada. O para casi nada, porque no debemos olvidar su fructífera labor parlamentaria, aunque ésta no se haya visto acompañada del reconocimiento de sus nuevos compatriotas.

Se trata de un español que no desea serlo, de un español herido por la melancolía y la nostalgia de su país. Y creo que lo justo sería ayudarle a recuperar sus raíces. Con lo que gana todos los meses, podría adquirir sin problemas el billete de vuelta. Y además, establecerse en su nación natal con unos buenos ahorros. Definitivamente, los españoles que no permitimos que se marche, somos unas racistas.

Alfonso USSÍA
 

Explicarse bien​

Si para conectar con la sociedad catalana hay que expresarse como lo haría un separatista y un nacionalista, es preferible mantener la desconexión y aguardar la reacción de esa sociedad catalana
18/05/2022Actualizada 02:45
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Ignacio Villalonga Villalba fue un excepcional presidente del Banco Central. Era menudo de cuerpo con una mente fuera de lo común. Inteligencia y sentido de la oportunidad, que es característica de las cabezas privilegiadas. Le sucedió lo que a José María de Areilza, Conde de Motrico, otro brillantísimo personaje. Areilza sintió un día, mientras escribía, que había perdido el tino literario, memoria y facultades. Y no volvió a escribir. Dejó de acudir a la Real Academia Española y se encerró en su casa aguardando la llegada de la nube. Lo mismo experimentó Villalonga. Sus facultades menguaron y su cabeza retrocedió hacia los años de su niñez. Abandonó el banco y se separó de la gente que había conocido su brillantez. Y Alfonso Escámez le sucedió en la presidencia del Banco Central. El consejero más pelota de Villalonga fue el barcelonés Manuel Garí de Arana, que se dirigía a la mujer del presidente, Carmen Jáudenes, con un siempre obsequioso «doña Carmen». Villalonga le paró los pies. «Manolito, deja de llamar a mi mujer doña Carmen porque yo no soy Franco ni Carmen, doña Carmen Polo». Ya con Villalonga con un proceso senil irreversible, ante un grupo de periodistas especializados en economía, Garí comentó que «Villalonga estaba tontito perdido». Y uno de ellos lo publicó. En la siguiente reunión del consejo del Banco Central, algún consejero le afeó sus declaraciones. Garí se defendió: «Quizá no me expliqué bien». Y uno de los consejeros más jóvenes, Joaquín Reig, valenciano, le replicó con contundencia: «Manolo, si no te explicas bien, lo mejor es que no hables».
Elías Bendodo, coordinador general de Partido Popular, en entrevista publicada en El Mundo, se mostró acomplejado y confuso, como es habitual entre algunos de los dirigentes de los populares. «Esto que quede claro. Cataluña sí es una nacionalidad del Estado Español, como cualquier otra comunidad autónoma. El PP tiene que volver a conectar con la sociedad catalana e incluso hablar de Estado plurinacional». Ignoro qué modelo de calzoncillos usa Bendodo, si los tradicionales a medio muslo, los bóxer, los braslip Ocean o los tangas UHF –un huevo fuera–. De lo que no cabe duda es que se los bajó precipitadamente para contentar al separatismo y nacionalismo catalán. Exdirigentes del PP como Aznar, Mayor Oreja y Aguirre, así como la estrella rutilante de la esperanza de Génova, Isabel Díaz Ayuso, se han indignado con esta prueba de blandura de Bendodo y han pedido a Feijóo que se aclare y matice el discurso territorial del Partido Popular. Ahora se ha visto obligado a rectificar. Dice que no se expresó correctamente, que cometió un error dialéctico y no ideológico, y otras pamplinas. Y al final, la excusa de siempre: «Quizá, no me he explicado bien».
Un individuo que coordina, con ámbito nacional –no plurinacional–, al PP, está obligado a explicarse bien. Con esa responsabilidad a sus espaldas, no se concibe que se explique tan mal. Si para conectar con la sociedad catalana hay que expresarse como lo haría un separatista y un nacionalista, es preferible mantener la desconexión y aguardar la reacción de esa sociedad catalana que, con su silencio y beneficios, ha permitido que se llegue al fracaso y al desconcierto. Tendrá que ser la propia sociedad catalana, ante la quiebra y el chasco de sus colaboraciones e invidencias ante la corrupción –Pujol, ahí está, aún aclamado–, la que conecte con el resto de España, y no al revés.
A Bendodo, el patoso acuclillado, habría que aplicarle las mismas palabras que Joaquín Reig dedicó a Manuel Garí: «Elías, si no te explicas bien, lo mejor es que no hables».
Y después de dejar de hablar, que dimita.

Más de Alfonso Ussía​

 

Chancletas en los toros​

En la Feria de San Isidro ya se han infiltrado algunos guerrilleros de la banda de los chancletas. Pantalones cortos, pelos en las piernas expuestos a las arcadas de sus vecinos de localidad, y chancletas
19/05/2022Actualizada 02:40
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Mosén Xirinachs solicitó audiencia a Tarradellas. Xirinachs era muy lerdo y se creía el Ghandi catalán. Guardo su Paquete de Enmiendas a la Constitución de 1978 y su lectura me provoca parecida hilaridad que una buena novela de Wodehouse, de Saki o de Clifford-Barney. Y Xirinachs acudió al Palacio de San Jaime vestido de Xirinachs, es decir, hecho un adefesio. Tarradellas lo recibió de pie, «Xirinachs, soy el presidente de la Generalidad de Cataluña. Si yo, que le presido, me pongo la corbata para recibirle, usted, el presidido, está obligado a mostrarme el mismo respeto». No le invitó a sentarse. Y Xirinachs se marchó a freír monas.
Herri Batasuna había conseguido tres o cuatro escaños en unas elecciones generales. Y acudió Jon Idígoras a la Zarzuela, cumpliendo el protocolo, a visitar al Rey Juan Carlos en el turno de audiencias a los jefes de los partidos. Llegó sin corbata. El marqués de Mondéjar informó al Rey de la impresentabilidad de su vestimenta. Idígoras, además de un terrorista, quiso ser novillero en su juventud con el nombre de «Chiquito de Elgóibar». Y un ayudante del Rey le ofreció tres corbatas a elegir. Idígoras tragó y se puso una corbata. La audiencia duró dos minutos, y al marcharse nadie le reclamó la corbata prestada. –Olía a sangre–, comentó Sabino Fernández-Campo, entonces secretario general de la Casa del Rey.
Pablo Iglesias, que se ducha, se lava el pelo y se pone un smoking para asistir a la gamberrada de los Goya, cuando ha visitado al Rey Felipe en la Zarzuela, lo ha hecho descorbatado, con una camisa arrugada de tres días y aspecto de profundo recelo de cercanía. Pero se le ha permitido la falta de respeto al Rey y a la higiene, porque las cosas han cambiado y, según parece, de forma irreversible.
Vestirse adecuadamente, además de demostrar el respeto al visitado, es una muestra de cultura y buena educación. Y a los toros, especialmente a los tendidos de sombra, la costumbre obliga a un mínimo respeto indumentario. Antonio Ordóñez, el gran maestro rondeño, me lo dijo en su última Goyesca en Ronda. «Me gustan los tendidos llenos de mujeres bien vestidas y de hombres con corbata». Cuando mi juventud, además de la corbata, siempre te topabas con Luisa la florista, que te prendía a cambio de una buena propina un clavel en la solapa. Lo mismo en Las Ventas, que en Sevilla, que en San Sebastián, Bilbao o Santander.
Soy un buen aficionado a los toros y los sigo desde mi prado norteño por televisión. Y es cierto que en la Feria de San Isidro, en los tendidos de sombra, la mayoría de los hombres llevan corbata y las mujeres acuden guapísimas y bien vestidas. Pero ya se han infiltrado algunos guerrilleros de la banda de los chancletas. Pantalones cortos, pelos en las piernas expuestos a las arcadas de sus vecinos de localidad, y chancletas.
No se trata de clasismo, sino de clasicismo. Los toreros crean arte y se juegan la vida con un vestido de torear –lo del traje de luces suena a muy cursi– bastante incómodo y con corbata. El público de sombra tiene que saber corresponder a ese detalle. La plaza de toros de Madrid, anímicamente controlada por el tendido del «7» al que están abonados los aficionados más amargados del Foro, haría bien en administrar con más celo el derecho de admisión. Los chancletas con pantalones cortos, tienen todos los tendidos de sol a su plena disposición. Pero a las barreras, contrabarreras, balconcillos, tendidos altos y bajos, andanadas, palcos y burladeros, se va con pantalones, chaqueta y corbata. Se trata de una norma respetuosa, no de una lucha de clases. Y dicho esto, a cuatrocientos kilómetros de distancia, me preparo para disfrutar de la sexta corrida del abono. Sin corbata, porque estoy en mi casa, pantalones largos, calcetines y zapatos de Gloucester & Pooms, muy incómodos, pero elegantísimos.

Más de Alfonso Ussía​

 

Confinados​

Si el señor Simón ha declarado que no hay peligro, a mis queridos paisanos de Madrid se lo advierto. En treinta días, la mitad de los madrileños se subirán a los árboles
20/05/2022Actualizada 12:35
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En ese punto, no hay discusión. Soy el presidente de mi familia. Un presidente respetuoso con sus ciudadanos. Durante la pandemia y sus sucesivos confinamientos no impuse ni restricciones ni movilidad ni vacunas a los miembros de mi familia. Mi mujer y yo nos vacunamos, pero no así todos nuestros hijos y nietos. Ahora, que ya se sabe que los confinamientos fueron ilegales y nada ajustados a derecho, me congratula reconocer que intenté por todos los medios cumplir la ley. Es decir, saltándome a la torera las prohibiciones. Todas las tardes abandonaba mi hogar en pos de paisajes solitarios, y jamás fui molestado ni por vecinos, ni por agentes de la Guardia Civil y la Policía Nacional, a los que el canalla del confinador llama ahora «piolines». A todo esto, debo añadir que entre los seres humanos que me honro en presidir, que suman 16 personas, sólo tres de ellas han padecido la COVID-19. Ni el presidente –yo–, ni su esposa –mi mujer–, hemos sido atacados por el virus chino, fortalecido por la Agenda 2030 y extendido por los multimillonarios de siempre, Putin incluido.
Pero mi permisividad presidencial con la COVID-19 no se va a repetir con la viruela del mono. Al principio creí que la viruela del mono era una broma, pero de broma, cero patatero. Y mi alarma ha crecido desde que don Fernando Simón ha declarado que, en su opinión, no cree en una transmisión importante. En Madrid se investigan 23 casos, que afectan mayoritariamente a jóvenes gais. En mi familia somos tan antiguos, tan retrógrados, tan fascistas y tan poco respetables, que no hay gais, ni lesbianas, ni fluidos, ni transexuales, ni transversales, ni bisexuales. Un aburrimiento de familia.
Cuando se puso de moda organizar en Madrid la Semana del Orgullo Gay –ahora es Gai–, una periodista le preguntó al genial Luis Escobar si pensaba tomar parte de alguna de sus caravanas, carrozas, manifestaciones o festejos. Y a Luis Escobar le indignó la pregunta: «Bajo ningún concepto, monina. Yo no son 'gay'. Soy un mar*ca de los de siempre, de los de toda la vida».
La viruela del mono puede convertirse, después de ser conocida la opinión de don Fernando Simón, en una pandemia devastadora. Sea recordado su optimismo en los principios de la covid: «Habrá algún que otro contagio, pero no más». La ventaja que tiene la viruela del mono respecto a la covid, es que su contagio no se produce de cualquier manera, como en la transmisión del virus chino. Es necesario, al menos hasta que escribo estas alarmadas líneas, el contacto físico. Pero no me fío. Basta que don Fernando Simón asegure que el contacto físico es imprescindible para pasar de un cuerpo a otro la viruela del mono, para que la viruela del mono decida actuar por su cuenta y riesgo, y llenarnos a la mitad de la humanidad de granos dolorosos. Por otra parte, la ciencia podría haber suavizado el susto, denominando a la viruela del mono con más tacto. Hay un mono muy cabrón en las selvas de la Amazonia , de pequeño tamaño, llamado tití. El mono tití. Suena mucho mejor la viruela tití, que la viruela del mono, y eso que he sufrido en mis orejas la sádica maldad de un mono tití. En la mili, aquí este servidor de ustedes, era el cabo 1º que en las Juras de Bandera portaba el guion del campamento, el CIR 16. Y le regalaron al comandante Mancebo un mono tití. Y me ordenó que desfilara con el mono atado a una pequeña cadenita sobre mi hombro derecho. Se portaba bien al principio de los desfiles, pero al alcanzar la altura de la tribuna de autoridades, el cabrón del mono me mordía en la oreja derecha. Soportaba sus mordiscos sin pestañear, marcialmente, pero después, ya en la compañía, me tomaba la justicia por mi mano. Y para colmo se llamaba Puskas, como mi admirado y genial futbolista del Real Madrid.
En vista del optimismo de don Fernando Simón con la viruela del mono, he ordenado a mi familia un total y pleno confinamiento. Lo sufriremos en mi casa norteña, que es la única, porque no tengo casa sureña. Y así, juntos y felices, pasaremos sesenta días reunidos, libres de la viruela del mono. Si el señor Simón ha declarado que no hay peligro, a mis queridos paisanos de Madrid se lo advierto. En treinta días, la mitad de los madrileños se subirán a los árboles.
 

UN, DOS, TRES​

Nos vendría bien, en este tiempo de delincuentes gobernando y huevones gobernados, algún “medio hombre” dispuesto a darlo todo por España.
mayo 21, 2022
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Hoy, cuando escribo, se conmemora la victoria de Cartagena de Indias. La victoria de España, claro. El 20 de mayo de 1741, con unas fuerzas infinitamente inferiores, Blas de Lezo venció a la escuadra inglesa al mando del Almirante Vernon. Tan seguros estaban los ingleses de su victoria, que acuñaron monedas conmemorativas en plata y bronce con Blas de Lezo entregando, en gesto de sumisión, las llaves de Cartagena a Vernon. “Díle a mis hijos que morí como un buen vasco , amando y defendiendo la integridad de España y del Imperio”.

Blas de Lezo era llamado el “medio hombre”. El gran marino de Pasajes, perdió un ojo, un brazo y una pierna defendiendo a España. Siglos después, otro militar español, el General Millán Astray, fundador de la Legión, imitaría sus mutilaciones. Nos vendría bien, en este tiempo de delincuentes gobernando y huevones gobernados, algún “medio hombre” dispuesto a darlo todo por España. Como sucede en muchas ocasiones, el enfrentamiento entre España e Inglaterra, con Blas de Lezo contra Vernon, estuvo marcado por el respeto y el honor. El mayor enemigo de Blas de Lezo fue la envidia de otro español, Sebastián de Eslava, General incompetente y cobarde, además de mentiroso.

Blas de Lezo no tiene calle, ni plaza, ni monumento, ni memoria en Barcelona. Tomó parte del asedio a la ciudad Condal durante la Guerra de Sucesión, al mando de un navío de la flota Real de Felipe V. Los separatistas e independentistas se han inventado su Historia, empezando por la denominación de aquel enfrentamiento, que algún analfabeto con barretina ha bautizado como Guerra de Secesión, cuando nada de eso. Guerra monárquica de Sucesión. Felipe V contra el Archiduque Carlos, que terminó envainándosela, como es habitual en la Historia de los nordestes. En aquella batalla de Barcelona, Blas de Lezo ofreció al Mediterráneo el último trozo de su cuerpo desgajado, el brazo. Cuando en 1741 capitaneó a nuestros marinos y soldados en Cartagena de Indias, ya le faltaba un ojo, una pierna y un brazo.

Hace unos años se entregó en Guecho la Bandera de Combate de la Fragata Blas de Lezo. Partió del Abra rumbo a Pasajes, y allí, ante el asombro y el pasmo de sus habitantes, por aquella boca tan sinuosa y estrecha, arribó a la ensenada de Pasajes la gran fragata de la Real Armada Española, que por supuesto, no fue recibida ni por el “Lendakari”, ni por representante alguno del Gobierno Vasco. “Muero como un buen vasco defendiendo a España”. Eso no lo entienden muchos, pero otros que sí lo hacen, callan y aguardan tiempos mejores para el equilibrio de la Historia.

Los “medio hombres” españoles tienen eso. Eso que a tantos les falta. Sincera y elementalmente, tres testículos, para que se entienda mejor, un trío de coj*nes. Uno, dos y tres. Perdona, Irene.

Alfonso USSÍA
 

Suma y resta​

Si lo que separa a Sumar de Podemos es lo del cambio sin necesidad de esconderse del tampax, creo que Irene Montero debe mostrarse dispuesta a ceder y permitir que las mujeres se sigan escondiendo hasta que el proyecto alcance la fuerza y la potencia que sueña y espera la ciudadanía
21/05/2022Actualizada 02:27

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Ya sabemos, al fin, y con el conocimiento, ha vuelto la tranquilidad al mundo. Ya se ha hecho público cómo se va a llamar la impresionante coalición de la ultraizquierda yolandista. Sumar. Se va a llamar Sumar. Parece ser que Ada Colau, Mónica, madre, médica y mema, y la marroquí se suman a Sumar. A Mónica Oltra le han dicho que espere un poco, pero terminará en el ajo. No obstante, Yolanda Díaz, también conocida por la Sobona –no confundir la Sobona con la Sorbona–, ha registrado su atractiva y original marca a espaldas de Podemos e Izquierda Unida. Es decir, que lo primero que ha hecho Sumar es una resta. Errejón, que está muy nervioso con la presencia del Rey Juan Carlos en España, también formará parte de Sumar, pero no así Irene Montero y Ione Belarra, que están en la resta. Hace mal Yolanda Díaz no contando con Irene Montero que ha conseguido –son sus palabras–, lo que nadie en España en los últimos mil años. Que las mujeres no tengan que esconderse para cambiarse el tampax. Bueno, lo de los mil años es exagerado, y no me molesta reconocer mi error. Hace mil años no existía el tampax, pero a partir de su exposición, demanda, venta y compra en los comercios especializados, las usuarias se escondían para cambiárselo. Ahora no. Gracias a Irene Montero, en cualquier terraza, o en el banco de un parque, o en el asiento de un estadio de fútbol, las mujeres no tendrán que esconderse para proceder a semejante avío. Creo que merece formar parte del insuperable proyecto Sumar.
De los grandes fundadores de Sumar, el único que no usa tampax es Íñigo Errejón, pero con esta gente de progreso no se puede asegurar nada, y es muy probable que en el futuro lo utilice y se lo cambie sin esconderse. Todo lo que sea novedoso y benéfico para la sociedad de la bondad permanente, será bienvenido. El problema es que Yolanda Díaz no termina de llevarse bien con los grandes cerebros femeninos podemitas. Es más, me atrevo a asegurar, que en sus planes destaca terminar con Irene, con Ione, con Lilith y con las hermanas Serra, las dulces amazonas. Mucho cuidado. Si se carga a Irene Montero daremos un paso atrás, y las mujeres se verán obligadas de nuevo a esconderse para cambiarse el tampax. No me considero autorizado para procurar recomendaciones y consejos a Yolanda, pero yo, de ser ella, me lo pensaría, le daría otra vuelta. No está España para retroceder hacia costumbres del pasado. Con independencia de Irene, montar y presentar un proyecto de la importancia de Sumar sin la participación de Lilith Verstrynge se me antoja suicida. Esa pasión, esa vehemencia, esa contundencia verbal, esa sabiduría adquirida en la Sorbona –no confundir la Sorbona con la Sobona–, no se compran en un supermercado. Y ella lo tiene todo, y para colmo, adornada del más bello y pujante pelirrojismo. De haberla conocido Gustavo Adolfo Bécquer, habría cambiado la más célebre de sus rimas.
¿Qué es zanahoria? Dices mientras clavas
Tus pupilas en el clárido trasluz.
¿Qué es zanahoria? ¿Y tú me lo preguntas?
¡Zanahoria eres tú!
Deduzco que Yolanda Díaz tiene que contar con todas. Con todas y todos. No puede pretender representar a la suma de las izquierdas restando elementos fundamentales de unidad, progreso y empatía. Y si lo que separa a Sumar de Podemos es lo del cambio sin necesidad de esconderse del tampax, creo que Irene Montero debe mostrarse dispuesta a ceder y permitir que las mujeres se sigan escondiendo hasta que el proyecto alcance la fuerza y la potencia que sueña y espera la ciudadanía.
Si hay flexibilidad y acuerdo, me sumo a Sumar. Y a ver qué tal.

Más de Alfonso Ussía​

 

Sangenjo​

El Rey Juan Carlos está en Sangenjo, el lunes será recibido por su hijo el Rey, y la Reina Sofía en la Zarzuela, y luego, será devuelto a su exilio voluntario
22/05/2022Actualizada 02:30

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Sangenjo –Sanchencho y también Sanxenxo, cuando no Sansenso, Santxentxo o Santzentzo, qué aburrimiento–, ha recibido al Rey Juan Carlos con entusiasmo y cariño, mientras desde la lejanía la delincuencia mamarracha del PSOE y sus socios, le insultaba. España es el único Estado de Derecho –presumible o presunto–, en el que un español puede decidir si otro español, libre de culpas, puede o no puede vivir en su país, y limitar su estancia por horas y lugares. El Rey Juan Carlos está en Sangenjo, el lunes será recibido por su hijo el Rey, y la Reina Sofía en la Zarzuela, y con posterioridad a la reunión, será devuelto a su exilio voluntario – nadie está capacitado para impedirle que se quede en España– sin que ninguno de los suyos impida el atropello. Don Juan Carlos experimentó en su infancia el exilio obligado de sus padres, y ahora, por no perjudicar a la Corona y a su hijo, ha aceptado como un servicio más a España un nuevo y triste período de destierro. –No es recomendable –decía Don Juan–, pero el exilio es una escuela de servicio y humildad que mis nietos, a Dios gracias, no conocen.
Don Juan Carlos I ha sido calumniado por un exvicepresidente del Gobierno, la terrible Carmen Calvo, la egabrense que confunde el Mediterráneo con el Atlántico, y por un ministro del actual Gobierno, el sostenido por el terrorismo de la ETA, el separatismo de ERC y el vertedero de Izquierda Unida y Podemos. El ministro de Consumo, eso que responde al nombre y apellido de Alberto Garzón, ha acusado al viejo Rey «de haberse servido de las instituciones del Estado para ser un delincuente acreditado». Nos recuerda Santiago González en su columna del diario El Mundo, un tramo del artículo 205 del Código Penal: «La imputación de un delito hecha con conocimiento de su falsedad o temerario desprecio hacia la verdad es calumnia». Pero el presidente del Gobierno, el que maneja a su antojo los ataques contra la Monarquía y la Constitución de 1978 , no ha reaccionado a la villanía de la palabras de su ministro más tonto, que ya es mérito. Más tonto y más cercano a la comisión de un grave delito.
«Los españoles tienen derecho a elegir libremente su residencia y a entrar y salir libremente de España». Creo que habría de añadirse un estrambote a este reconocimiento constitucional de nuestra libertad. «Tienen derecho a entrar y salir libremente de España, exceptuando al Rey que nos concedió el derecho a entrar y salir libremente de España. Este Rey sólo podrá visitar 48 horas cada dos años la localidad de Sangenjo, y acudir a Madrid a visitar en privado a su hijo el Rey, siempre que el presidente del Gobierno lo autorice, después de consultar con Podemos, Izquierda Unida, la ETA y el separatismo catalán». Así, al menos, sabríamos con quienes nos la estamos jugando, que lo sabemos.
Esa humillación, esa lejanía impuesta, ese exilio voluntario, se ha convertido en el último gran servicio a España de nuestro viejo Rey. Se dice, para justificarlo, que el Rey Felipe está maniatado por sus limitaciones constitucionales, y su reconocida prudencia. Y estoy de acuerdo. Pero también estamos maniatados y amordazados millones de españoles que nos sentimos indefensos y desamparados cuando intentamos comprender los silencios y las frialdades de la Zarzuela. Porque una cosa es la prudencia, y otra muy diferente, el hielo.
Mientras tanto, nada nos queda pendiente que no sea desear que el mejor Rey de la Historia de España, disfrute de las migajas de sus dos días de permiso en suelo de España, y que tengamos vida dentro de dos años, para recibirlo de nuevo en Sangenjo, que va a terminar recordándonos a Estoril. Sin Franco en el poder. Con su hijo en la Zarzuela.

Más de Alfonso Ussía​

 

Madre no hay más que una​

En el mundo del fútbol, y eso lo tiene que aprender Florentino Pérez llevado de esta mala experiencia, hay que hablar con las madres
23/05/2022Actualizada 07:04
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Como madridista, me habría encantado que Mbappé jugara en el Real Madrid. Como aficionado al fútbol, debo reconocer que llevaba seis meses hasta la cresta de Mbappé. Y que el fútbol puede desmoronarse si la Fifa y la Uefa siguen permitiendo la inviolable prepotencia de los Clubes-Estado, todos ellos petrolíferos. Escrito esto y liberado de Mbappé, debo recordar a mis lectores que madre no hay más que una.
No comparto la opinión del fracaso de Florentino Pérez en este caso. Pérez ha negociado con el futbolista, su representante, y con el París Saint Germain. Pero se olvidó de la madre de Mbappé, que es la que manda. Esa madre desea para su hijo la seguridad económica que sólo puede garantizar un Estado con petróleo. Hay madres y madres. La mía y de mis nueve hermanos, era nuestra madre 364 días del año, pero el Día de la Madre era nuestra tía. Decía que el Día de la Madre era absurdo, y que lo habían inventado Pepín Fernández y Ramón Areces para hacer caja en Galerías Preciados y el Corte Inglés. Don Manuel del Palacio, el más agudo poeta satírico en el entresiglos del XIX al XX, se refirió también a una madre de alto copete aristocrático.
Diálogo al vuelo cogido
En el baile de Menchaca.
-Oriénteme usted, querido;
¿Quién es esa horrible vaca
Que al pasar le ha sonreído?-.
-Se lo diré, caballero;
Es doña Julia Terrón,
Hija del Duque de Ampuero,
Y madre de este ternero
Que está a su disposición.
En el mundo del fútbol, y eso lo tiene que aprender Florentino Pérez llevado de esta mala experiencia, hay que hablar con las madres, convencer a las madres y pagar comisiones a las madres. La madre de Cristiano Ronaldo, por ejemplo, estaba encantada cuando su hijo jugaba en el Real Madrid, y de la madre de Messi no puedo hablar, porque no la conozco. Pero si Messi se fue del Barcelona, pongo la mano en el fuego que, antes de adoptar tan arriesgada decisión, consultó con su madre y no con su padre. Los padres nos equivocamos mucho, en tanto que las madres siempre buscan lo mejor para sus hijos, y más aún, cuando proceden de familias humildes. Pónganse en su lugar. Una madre, ante una oferta de 200 millones de euros, y una contraoferta de 300 millones, siempre se queda con la segunda opción. A una madre no le importa ni la Historia ni el prestigio ni la grandeza de un club. Le importa, y mucho, el porvenir de su hijo, siempre a través de ella. Mbappé adora a su madre, y Florentino Pérez no ha tenido ningún detalle con ella. El emir de Qatar, sí. El emir siempre lleva pulseras de oro y brillantes en el bolsillo para repartirlos entre madres entregadas. Desde que el emir se enteró del interés del Real Madrid por Mbappé, la madre ha recibido, al menos, media docena de pulseras. No se trata de un soborno, sino de humanos detalles de cariño.
Pero va a resultar complicado arreglar este chasco. No hay muchos futbolistas en el mundo comparables a Mbappé. El otro, Halland, ya se lo ha llevado otro Club-Estado, gracias a las buenas relaciones de Guardiola con la madre. Con la madre de no se sabe quién, pero con la madre, y con eso, basta y sobra. El Real Madrid tendrá en breve el mejor estadio del mundo. El continente hay que compaginarlo con el contenido.
Florentino está obligado a tratar mejor a las madres si desea enmendar su grave error. La conclusión para un madridista es fronteriza con la inhumanidad, la crueldad más absoluta. No vendrá Mbappé por culpa de su madre, y para cubrir su hueco, seguirán Isco y Mariano.
Que también tienen madres, respectivamente.
Más de Alfonso Ussía

 

MERITOCRACIA​

Lillith Verstrynge no debe despreciar públicamente – y hasta impúdicamente-, el trabajo, el mérito y el esfuerzo.
mayo 24, 2022
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Ese milagro de la naturaleza que responde al nombre de Lillith y al apellido Verstrynge, nos acaba de anunciar, a bombo y platillo, que la meritocracia no sirve para nada, que el esfuerzo y el trabajo no lleva a ninguna parte, y que el estudio y las buenas notas no merecen ningún tipo de reconocimiento. Ignoro si lo ha dicho en nombre propio o como altísima dirigente del partido con más vagos, incultos, inútiles y amargados del hemisferio norte.

No especifica qué tipo de trabajo, esfuerzo o mérito sirve para alcanzar altas responsabilidades en la política, que es lo suyo. Si para llegar tan alto, tan alto, el trabajo,el esfuerzo, el estudio, la lectura, o los méritos no sirven para nada, nos tendría que explicar doña Lillith, poniendo de ejemplo a distinguidas amigas y compañeras de su partido, qué artes han utilizado para ascender a las cumbres del poder político.

Toda actividad humana requiere, para triunfar, trabajo, esfuerzo y mérito. Cualquier actividad. Desde los científicos, los médicos, los investigadores, los jueces, los catedráticos, y los intelectuales, hasta los farsantes, mentirosos, estafadores, ladrones, putos y putas. Un farsante torpe y vago no obtiene logros. Un farsante trabajado, esforzado y meritorio, puede aspirar en España a situarse en cimas jamás soñadas. Y sin pretender herir y aún menos, señalar a nadie, las putas que trabajan, se esfuerzan y rinden, vencen en la vida, en tanto que las putas vagas, frías y meramente profesionales, no medran. Y tampoco los putos, no vaya a ser acusado de machista.

Tengo un viejo conocido de los espacios homosexuales que se ha trabajado con ahínco y esfuerzo a todos sus padrinos y amantes. Trabajo en la búsqueda, trabajo en la investigación de sus fortunas y sus bienes, trabajo en la cama, trabajo en el día a día, y en la actualidad es propietario de siete pisos en Madrid, un campo de 1,200 hectáreas en Salamanca, otro de 800 en las inmediaciones de Puertollano, una casa en Sotogrande y otra en Zarauz, así como una cuenta corriente con los números más negros que un teléfono de los años sesenta. Y eso no se consigue por azar, capricho o indolencia. Se consigue trabajando, esforzándose y adquiriendo día tras día, con cariños verdaderos o cariños impostores, el cariño de sus amores, o los amores de sus cariños, que en este caso, tanto montan, montan tanto.

Lillith Verstrynge no debe despreciar públicamente – y hasta impúdicamente-, el trabajo, el mérito y el esfuerzo. Tiene amigas, compañeras, amigos y compañeros, que han invertido horas y horas en asuntos que no vienen al caso para alcanzar sus objetivos vitales. Me pongo por ejemplo. He tardado más de dos años en conseguir que en mi pequeño jardín norteño, los petirrojos vuelen hasta mi mano para comer migas de pan o granos de alpiste. Miles de horas invertidas con trabajo, esfuerzo y mérito. Y todavía sin éxito. Me huyen. Así que he decidido pedirles desde la distancia que hagan caso a Lillith Verstringe y coman de mi mano de una vez. Otros y otras han comido, con esfuerzo, mérito y trabajo lo que tenían más cerca, y algunos han llegado hasta ser vicepresidentes y ministros. No tiene razón Lillith.

Alfonso USSÍA
 

Las muchedumbres​

Trescientos manifestantes provenientes de treinta asociaciones, es decir, 10 manifestantes por asociación, lo que da a entender la indignación que ha provocado la visita de un español libre de culpas a su patria
24/05/2022Actualizada 02:47
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Desde siempre he envidiado la capacidad de convocatoria de las izquierdas. Ahí tienen, como ejemplo, la gala de los premios Goya. Sin esfuerzo, consiguen abarrotar de subvencionados una sala de cine que nunca se llena cuando se proyectan sus películas. Y con gente importante del cine español, como Anabel Alonso, que no se prodiga en absurdos saraos. Jamás, a pesar de la insistencia en invitarla, ha acudido a la gala de los Oscar. Lo dijo Francis Ford Coppola, comiéndose las lágrimas: «Otro año sin Anabel». El cine americano no se entera de nada. Producen películas de segundo orden, como la trilogía de El Padrino o las cosas de John Ford. Julius –Groucho– Marx puso a Hollywood en su sitio. No puedes esperar que el público se interese por una película (Sansón y Dalila) en la que las t*tas del protagonista (Victor Mature) son más grandes que las de la primera actriz (Hedy Lamarr). Aquí en España hacemos mejor cine, y siempre las t*tas de la protagonista (Penélope Cruz o Anabel Alonso) son más grandes que las de Pepe Viyuela. De ahí que el público, enloquecido y eufórico, prefiera los Goya a los Oscar. Y ese triunfo incuestionable le corresponde a nuestras cultas izquierdas, con Adriana Lastra y Lilith Verstrynge a la cabeza.
La capacidad de ilusionar a las masas, mansas muchedumbres, es patrimonio de las izquierdas. Sea tomado como muestra la última convocatoria. Liderada por las Juventudes del PSOE y su atractivo presidente en Huesca, Pablo Teixidó, treinta asociaciones de izquierdas, socialistas, republicanas, comunistas, podemitas, animalistas, ecologistas sandías, ecologistas coñazos, abortistas y plurisexuales, se han manifestado en Madrid contra la presencia en España del Rey Juan Carlos I, la Monarquía y la Constitución de 1978. Ya es difícil reunir a treinta asociaciones de esa importancia. Y no defraudó la convocatoria. En una plaza de la Villa y Corte, los convocantes lograron juntar, apiñar y congregar a 300 manifestantes, con sus banderas rojas y sus trapos republicanos, no del todo coincidentes estos últimos en su coloración, la mitad de ellos con la franja inferior morada y la otra mitad, azul. Entre ese barullo de oriflamas, también «ikurriñas» y estrelladas de ERC, ofrecieron un espectáculo colorista y multitudinario, sencillamente impresionante. Trescientos manifestantes provenientes de treinta asociaciones, es decir, 10 manifestantes por asociación, lo que da a entender la indignación que ha provocado la visita de un español libre de culpas a su patria.
Un análisis pormenorizado de los 300 asistentes a la magna concentración republicana, ayuda a comprender el éxito de la convocatoria. Varones jubilados –al menos por su aspecto–, y mujeres bastante feas. Creo que los servicios de propaganda y estética no supieron inmortalizar el acto seleccionando a los manifestantes. Más que una manifestación de futuro, nos documentaron con una muchedumbre de trescientas personas pertenecientes a un lejano pasado, y en este punto, creo que los organizadores de la multitudinaria convocatoria erraron con holgura.
No es sencillo reunir a 300 personas en Madrid. La capital de España es una ciudad muy suya, y aunque se sienta indignada por cualquier motivo, no aporta cantidades de vecinos que conformen una muchedumbre.
Recuerdo que, años atrás, en una conocida discoteca, se celebraba todos los años la gala de entrega de premios que organizaba Titi Severino. Los premiados recibían de la propia Titi Severino una «T» de plata muy codiciada. Y asistían a la gala más de 600 personas. Pero aquello era una excepción. En la magna concentración antimonárquica que nos ocupa, no se entregaban premios, y conseguir la asistencia de 300 personas nos hace temer aquellos originales vítores que emitió con contundencia nuestra nueva «Pasionaria», Lilith Verstrynge: «¡España, mañana, será republicana!». Con esa cantidad de gente y treinta asociaciones, es más que posible.
Y claro, me siento muy preocupado al respecto.
Más de Alfonso Ussía
 

POR DEDUCCIÓN​

–Perdone que le haya interrumpido. Pero si esta gentuza es la que le insulta y le calumnia, yo, a partir de ahora, siempre de su lado-.
mayo 25, 2022
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Un conocido carpintero norteño, ha interrumpido la dulce soledad de mi aperitivo. Con mucha educación, eso sí. –Perdone que le moleste. Vamos a ver. No soy monárquico, pero no me molesta la monarquía. Y me ha parecido mal lo que hizo el Rey Juan Carlos, aunque no lo hayan explicado bien quienes le están atacando. Pero he leído las barbaridades que han dicho de él los mamarrachos que nos gobiernan y que viven del poder, y he llegado a una conclusión. Si los que le insultan y le critican son esos, el Rey Juan Carlos es inocente. No para la Justicia, que ya ha dictado sentencia. Es inocente para mí, que es lo más importante”.

Y me ha mostrado algunas imágenes y mensajes por twitter. Marlaska, el maltratador de la Guardia Civil y la Policía Nacional, exigiendo al Rey que pida perdón. Anabel Alonso, la Katherine Hepburn española, insultando a los habitantes de Sangenjo. “El público congregado en Sangenjo para aplaudir a Juan Carlos me recuerda a un Zoo”. Faltaba la mona. Ella. Máximo Pradera. La ministra Portavoz del Gobierno. La amargada periodista Rosa María Artal: “ Ni Emérito, ni gaitas, ni Don por puesto”. No se entiende bien lo que escribe, pero se intuye. Escribe peor que habla. Echenique el argentino importado: “Ha comprobado que puede robar con toda impunidad, y todavía tiene una corte de vasallos que le aplauden. Es normal, desde su óptica de sinvergüenza que mienta y que se pueda mear en nuestra cara”. Lo dice el estafador a la Seguridad Social que pagaba en negro a su asistente. Esa Seguridad Social que le ha regalado la carísima silla con la que se mueve y se comunica, y que le negaron en la Argentina por su altísimo costo. Jorge Javier Vázquez, esa basurilla multimillonaria: “Es un corrupto, nos ha estafado y no merece pasearse por España”. Él todavía no ha ingresado los 800.000 euros que intentó defraudar a Hacienda. Y hasta el inefable Pedro Jota, el hombre que nunca se sabe dónde se halla y a quién le toca servir. Y claro, la última frase del carpintero. –Perdone que le haya interrumpido. Pero si esta gentuza es la que le insulta y le calumnia, yo, a partir de ahora, siempre de su lado-.

Le he dado la razón y un apretón de manos, pero con un hueco de motivos abandonado. Efectivamente, al Rey Juan Carlos es al que se le insulta y se le calumnia por orden del Gobierno. Pero al Rey Juan Carlos no se le puede derribar. Abdicó de la Corona. Los objetivos a derribar son la Corona y su hijo, el Rey Felipe VI. Sánchez, Podemos, los diferentes frentes comunistas, los terroristas de la ETA, los separatistas vascos y los golpistas y separatistas catalanes – es decir, el Gobierno y sus socios-, tienen un año para dar el Golpe de Estado contra la Constitución y la libertad de España. Ahora mismo lo tienen casi imposible, porque otros poderes institucionales están del lado del Rey y de la libertad. Pero en un año pueden pasar muchas cosas. Los que insultan a Juan Carlos I son unos mamarrachos subvencionados.Los malos son los callados, los silenciosos, los que pausadamente preparan el Golpe. Los que gritan son los payasos necesarios para despistar a la gente. Y hay mucho tonto e ingenuo entre la gente. Incluso, entre la gente buena o la buena gente.

Alfonso USSÍA
 
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